Destinados. Capítulo 21: Rompiendo el silencio

No me gustaba para nada ese nuevo David. Yo me había enamorado de chico sencillo, tierno, sincero, no del prepotente y vanidoso se presentaba en ese momento ante nosotros.

Hola, aquí estoy una vez más con otra entrega de Destinados... Como les dije anteriormente la historia entrará en una nueva etapa donde muchas cosas ocurrirán. Para entender un poco los hechos, preparé algunos especiales… El primero de ellos, lo publicaré durante los próximos días, allí conoceremos un poco sobre la vida y los secretos de Esteban… Los demás los estaré subiendo a medida que vaya transcurriendo la historia.

También quiero aprovechar para agradecer por sus correos y opiniones no sabes cuan importantes son para mí. Igualmente les informo que ya mis vacaciones terminaron por lo que es posible que me retrase un poco entre algunos capítulos, pues, como sabrán la universidad consume gran parte de mi tiempo, pero les prometo que haré todo lo que está en mis manos para no hacerlos sufrir con la espera y publicar lo más constantemente posible…

Ahora sin más que decir, los dejo con el capítulo…

PD: No se les olvide comentar y valorar el relato, ustedes también hacen parte de la historia…

Derek W. Johnson

Destinados. Capítulo 21: Rompiendo el silencio

SANTIAGO

Una vez más no podía dormir. Otra noche más sin poder conciliar el sueño. Las palabras de Rebeca rondaban aun en mi cabeza. Las escuchaba repetirse en mi mente una y otra vez. Comenzaba a pensar que la locura estaba llegando a mí. Espante todo pensamiento e intente dejar mi mente en blanco, sí, eso me serviría. Pero no, no podía cerrar mis ojos y evitar ver frente a mi cada imagen, cada escena, cada recuerdo de él.

Todavía recuerdo el primer día que lo vi, o mejor dicho que me fije mejor en él. Fue en tercero de secundaria. Era el primer día de clases y yo estaba con mis amigos, haciendo cualquier tontería como siempre, riéndonos de las presentaciones de cada uno de nuestros compañeros, pues nos estábamos conociendo. Inmadureces de niños. Solo teníamos 14 años. Pero en medio de ese alboroto hubo un momento en donde todo el salón se calló, cuando el habló. Cada uno que estaba presente en aquel salón dejó lo que estaba haciendo, dejó de hablar y de reír para prestarle atención a la presentación de aquel chico. En un primer instante me llamó un poco la atención, no podía creer como alguien de sus cualidades; algo desaliñado y un poco tímido, tuviese tanta seguridad al momento de hablar, eso fue lo único que me impresionó de él en ese primer momento.

Durante los días que le siguieron lo seguí observando un tanto curioso. No sabía porque pero todo lo que de él se tratase siempre me causó curiosidad. En medio de esas contemplaciones descubrí que aquel chico me causaba ternura. No sé por qué pero lo veía como alguien puro, inocente ajeno a todo lo malo que pudiese existir. Además también era inteligente, no como los cabezas huecas de mis amigos, con quien no podía entablar una conversación que no fuese de videojuegos o de mujeres sin ropa, que para nuestra edad era el boom. Tal vez con el sí lograría hablar, ser yo mismo, charlar de inquietudes, de sueños, de aspiraciones, de gustos… en fin de la vida, pese a ello jamás ocurrió. Nunca tuve el valor de acercarme. Quizás porque no tuve las palabras correctas, o tal vez por miedo a quedar como un imbécil. Pues ¿Qué le diría? Si apenas sabía que dos más dos eran cuatros. Seguramente quedaría ante el como un chico bonito al que le faltaba cerebro. Y eso era lo que menos quería, así que nunca me acerqué.

Con el pasar del tiempo me descubrí pensando en él. En un primer instante pensé que era admiración. Pero cuando analicé mejor las sensaciones de las cuales era víctima cada vez que David se me acercaba; el nerviosismo, las mariposas en el estómago, la sonrisa cada vez que me acordaba de él, entendí que lo que sentía era algo más que admiración. Y me aterro. ¡No poda ser! A mí no me podían gustar los hombres, es más nunca me gustó ninguno de mis amigos lo cuales evidentemente eran más guapos,  nunca había fantaseado ni con Fabián, ni con Cristian, ni mucho menos con Esteban, jamás los había visto como más que amigos ¿Cómo es que de la noche a la mañana me terminaron gustando los hombres?

Esa semana la pasé en inmerso en un shock. Y buscando algún remedio, me la pase buscando pornografía con mujeres durante toda la semana, creyendo que ese era el remedio y la solución todo lo que estaba sintiendo. Y creí que así había sido pero un hecho logró aclarar más mis sentimientos. La golpiza que recibió David. Luego de aquel hecho tan fuerte, pude sentir la desesperación y el miedo de que ese chico; que sin previo aviso entro en mi vida, fuese apartado de mí. Entendí que le quería, pero aun no sabía cuánto.

Nunca logré comprender porque Diego y Armando se ensañaron de tal manera contra David. No entendía cuál había sido su motivación a llegar casi a matarlo. Siempre supe que David era molestado casi por todos; acciones que nunca compartí, cuando podía siempre lo defendía discretamente, sin embargo eran solo juegos, actos que no iban más allá de las palabras. Pero gracias a Dios aquellos chicos estaban a miles de kilómetros de nosotros y ya no vale la pena recordarlos.

Siguiendo con mi historia, mis actitudes continuaron iguales. En ningún momento me acerque a David, siempre me mantuve al margen. No pude reunir le valor necesario, hecho del cual me arrepiento enormemente hoy. Solo el dolor fue mi acompañante durante los meses restantes. Dolor con el cual aprendí a convivir. Algún día se tendría que ir.

El tiempo siguió pasando, me hice novio de Narissa; una de las chicas más hermosas de todo el colegio. Era carismática, extrovertida, segura de sí misma. Siempre con una sonrisa en sus labios. Era única. Con ella pude sentirme cómodo y seguro, o posiblemente fue la única chica con quien tenía una conexión especial… no lo sé, lo innegable era que ella se convirtió en mi apoyo. La apreciaba muchísimo. La sentía como la amiga que nunca había tenido, con sus defectos y todo me entendía y yo la entendía. Con eso era suficiente. Pero esa especie de tranquilad y comprensión mutua solo duro por un tiempo limitado, ya que, con el pasar de los meses nuestra relación fue decayendo, volviéndose monótona, y en cierto sentido yo sabía cuál era la causa. La supe desde que nos habíamos hecho novios. No la amaba. ¿Y si no la amaba porque me hice novio de ella? Bueno, probablemente porque no quería sentirme solo, por guardar apariencias o porque necesitaba a alguien a mi lado, no lo sé… lo cierto es que lo vi como la mejor solución. Aunque no debió ser así. Nunca debí haberla usado de esa manera a Narissa, nunca debí haberla ilusionado haciéndole soñar con un futuro juntos, el cual no veía… ni quería ver. Fue así como ese verano terminó y las clases dieron inicio.

Muchos lo veían como el año en el que terminaba el bachillerato, un ambiente nuevo, el último año antes de la universidad. Pero para mí era distinto. Ese sería el año de cambios radicales, ese sería el año en que lucharía por mi felicidad, en el que tomaría el valor que me había faltado. Así que esta demás decir que el primer día de clases mis ojos estaban fijos en la búsqueda de una persona, de él. Ya no aguantaba las ganas de verlo de nuevo, no sé cómo, pero sentía que si lo veía la intranquilidad que cargaba en ese instante se apaciguaría. Lo esperé durante toda la mañana antes de la hora de entrada pero no llegó. Por un segundo pasó por mi cabeza la idea de que se pudo haber cambiado de colegio, y el temor se hizo presente en mi fuero interior. No podía ser que cuando por fin me decidí a dejar de ser tan cobarde, él se iría.

No obstante todos mis temores fueron calmados cuando ya luego de varios minutos que había iniciado la primera clase del curso, una voz inundo el salón, de inmediato la reconocí, y casi al unísono mi corazón di un salto de alegría. Por fin, después de tantos meses lo volvería a ver. Pero la sorpresa me invadió cuando fijé mi vista en dirección a la puerta ¿Quién era ese chico? ¿Qué había pasado con David? Un momento ¡¿ese era David?! No, no podía ser… era imposible… era completamente improbable ¿o no?... enfoque mejor mi visión buscando obtener respuesta al montón de preguntas que se aglutinaban en mi mente y lo reconocí, si, era él.

Esos ojos castaños y las facciones de su rostro eran únicas. Pero todo en él era completamente distinto. Las facciones de su rostro a pesar de seguir iguales se habían hecho más fuertes, su cuerpo había crecido en músculos, su cabello se veía impresionantemente perfecto, y su mirada… esa mirada tierna, ya no estaba… se había endurecido, ahora trasmitía prepotencia y superioridad. Me quedé literalmente con la boca abierta contemplando al ser que me había robado la tranquilidad durante los últimos meses. No lo podía creer.

Al igual que yo, muchos no salían de su asombro luego de ver la nueva apariencia de David. Era el chisme que estaba en la boca de todos. Era la noticia del año. Nadie podía creer como un chico a quien al parecer la moda y la belleza siempre lo esquivaron, de un día para otro se convirtió en un irresistible adonis. Definitivamente era una historia demasiado sorprendente para digerirla tan fácilmente.

Los días fueron transcurriendo y David ganó reconocimiento en los círculos sociales del colegio, todos lo conocían. Con la transición tan radical en su apariencia, cada persona importante conocía su nombre. Estaba alcanzado a imponerse, convirtiéndose en alguien respetado y deseado por muchos; más de una vez me di cuenta las miradas que comenzaba a recibir.

Cualquiera pensaría que mi estado era de completa alegría por saber que el chico del que estaba enamorado, ahora era unos de los más guapos del colegio, pero nada estaba más alegado de la realidad. No estaba contento. No me gustaba para nada ese nuevo David. Yo me había enamorado de chico sencillo, tierno, sincero, no del prepotente y vanidoso se presentaba en ese momento ante nosotros. Pero a pesar de ello, el amor es amor donde lo pongas, y es testarudo por naturaleza. Siendo verdaderamente imposible olvidar a alguien con tan solo desearlo. Si fuera así, cuanto despecho no se hubiese ahorrado la humanidad a lo largo de la historia. De modo que, mi sentimiento en vez de tranquilizarse por mi peculiar desilusión, se hizo más intenso, llegando a ser insoportable la necesidad de acercarme a él. Fue así como sin importarme nada, dejando atrás todo tipo de barreras autoimpuestas y cualquier tipo de temores, decidí acercarme. No importaba como pero lo haría. Pero sin esperarlo el universo conspiró y nos unió.

En primer lugar debo decir que toda esa escena en la casa de Laura fue producto de mis celos, no sé cómo, pero acabé comportándome como el peor de los animales. Me hervía la sangre con solo ver a David con aquel chico. Luego me enteré que se llamaba Axel. Los celos me carcomían. Siendo la chispa de inmisión de esa bomba de tiempo, el hecho de saber las sucias intenciones de ese imbécil. Esa fue la gota que derramó el vaso. El darme cuenta de que pretendía drogar a David, me hizo reaccionar de esa manera tan salvaje. Estaba dispuesto a defender al chico del que estaba enamorado. No permitiría que le hicieran daño. Pero todo acabo siendo un intento fallido, ya que, luego de esa noche no hubo más acercamientos. Sin embargo a pesar de todo pude comprobar una cosa. David y yo nos queríamos. No sé como pero, el estar cerca de él, el poder mirarlo fijamente y poder escrutar su mirada, eran suficientes para saber que nuestra historia era posible. Que ese sentimiento que me desveló durante noches era correspondido. El solo verlo me bastó para descubrir aquella tan maravillosa verdad. No puedo explicar cómo alcance a intuir todo aquello, solo puedo decir que lo sentí así, lo percibí así.

Esa noche no dormí, con tan solo pensar que lo nuestro podría ser, ya no había dudas. Formulé una y mil veces como le expresaría mis sentimientos. Le diría que lo amaba, le pediría que fuera mi novio, le propondría salir del closet juntos, tenía tantas cosas planeadas… Lo que no tenía planeado era que al día siguiente Narissa me confesaría su embarazo. No contaba con eso. No me lo esperaba. Esa noticia me cayó como balde de agua fría. Me desbarato todo.

A partir de ese momento debía olvidarme de todas mis aspiraciones personales para comenzar a pensar en el bienestar ese pequeño que venía en camino, tendría que olvidar mis sueños, tendría que dejar de lado tantas metas… debía olvidarme de David. Eso fue lo que más me dolió. Me había ilusionado tanto, que el tener que decirle adiós al amor de mi vida era tan fuerte, que no sé cómo no acabé suicidándome por el despecho. Pero eso no fue lo peor. Lo peor fue el no poder verlo directamente, el no poder hablarle, el ignorarlo. El tenerlo tan cerca, pero a la misma vez tan lejos. Esa fue la mayor de mis torturas.

En ese momento de mi vida sentía que todo se había acabado, que ya todo estaba perdido. Me sentía como en oscuro túnel donde no encontraba salida, y no existía ningún tipo de luz a la cual seguir. No obstante, a pesar de mi estado, no me esperaba el giro tan dramático que dieron los acontecimientos. Sí, es cierto, más de una vez pensé en esa posibilidad, pero la consideraba tan remotamente imposible que me causaba gracia el solo pensar en ella. Fabián era el chico más masculino que conocía; claro eso no condiciona la orientación sexual de nadie, sin embargo el mismo se encargaba de que su masculinidad lo dejara ver como el macho alfa de nuestro grupo. Aunado a eso estaba la realidad de que casi la mitad de las chicas del colegio habían tenido algo con él, y la otra mitad no lo había tenido por el simple hecho de que Fabián no les había dado la oportunidad. Así que, en ninguna cabeza en su sano juicio cabía la idea de que el héroe de las conquistas de nuestra generación, tuviese inclinaciones homosexuales.

Era tanta mi negación con respecto al tema que, no le vi importancia alguna el repentino acercamiento entre ellos. Que inevitablemente me causó celos, claro, luego los apaciguaba diciéndome a mí mismo que Fabián jamás se fijaría en David y que ese acercamiento era solo por cuestiones de estudios y que se yo. Pese a ello, esa conexión que se produjo entre ambos se fue haciendo cada vez más cercana con el pasar de los días, siendo cada vez más posible que mis sospechas fuesen ciertas. Sin embargo nunca fui capaz de aceptar la verdad. No se si era por mis certezas con respecto a mi mejor amigo o por el simple hecho de que me negaba a aceptar que David estuviese con alguien que no fuese yo. Pero a pesar de que quería hacer algo para remediar la situación y terminar con mi tortura, no podía. Estaba atado de manos. Claro, no me imaginaba descubrir todas las mentiras sobre las cuales estaba montada mi responsabilidad como padre. Eso me cambió el panorama por completo.

Por un lado me sentí dolido, enojado, engañado. Porque en verdad confiaba en Narissa y la quería como a una hermana, así que, enterarme que me había engañado de esa manera tan baja me decepcionó. Lo que más me dolió no era el hecho de que me fue infiel, sino el que me mintiese con respecto al niño, eso me desbarato cualquier respeto que pudiese sentir hacia ella. Por otro lado me alegró y me quitó un peso de encima ¿Por qué? Pues, todo aquello significaba que mi vida no estaba arruinada, y lo más importante, podía luchar por el amor de mi vida. Por lo que no pude aguantar las ganas y salí corriendo a buscar a David. Estaba tan emocionado que las palabras hirientes de Narissa no me importaron; palabras que en cierto sentido tenían razón. Nunca tuve el valor necesario para defender mis sentimientos. Pero eso había quedado en el pasado. Ahora estaría dispuesto a todo, así que no me importó que David me rechazara en mi primer intento. No me importaba, seguiría intentando. Sabía que él me amaba, eso me bastaba para luchar.

Hubiese continuado con mi lucha de no enterarme de la realidad que se desarrolló ante mis ojos. David contaba con alguien que lo defendía. Alguien que si se había atrevido a defender sus sentimientos. Fabián se encargó de dejarme en claro que no permitiría que me acercara a su novio, su novio. Esa última frase me dolió, porque quien debía ser el novio de David era yo y solo yo, nadie más, pero la realidad era otra.

Por una parte entendía la reacción de Fabián. Él sabía algo o por lo menos lo intuía. Por algo era mi mejor amigo. El me conocía a la perfección, así que no dudo que sospechara de mis sentimientos. Más de una vez me preguntó la razón de que durante los últimos meses estuviese tan inmerso en mis pensamientos y que mi relación con Narissa estuviera tan mal. A pesar de su insistencia, nunca le dije la verdad. Siempre logré inventar cualquier excusa tonta. Que por lo visto no se había creído, porque… estaba completamente seguro que en el fondo Fabián intuía la existencia de mis sentimientos. Tal vez esa era la razón para su reacción tan radical, él sabía que podía perder a David.

Ignoré toda advertencia que me pudo hacer Fabián, nada me haría cambiar mi convicción pelear por mi amor. Por eso acudí a mi último recurso, Rebeca. Ella me ayudaría, era la persona más indicada. Ella era la solución, o eso creía.

Hablar con ella me sirvió para, primero, darme cuenta de que mis certezas eran ciertas, lo que me lleno de alegría una descomunal. Y dos, David ya había sufrido bastante por ese sentimiento que lamentablemente nunca pudo dar frutos. Fueron tantos obstáculos que el destino puso entre nosotros que fue inevitable que él pagara el saldo más alto. Siendo el blanco de todos los golpes. Rebeca tenía razón. Aunque me costara aceptarlo debía reconocer que este amor solo había causado sufrimiento y que el seguir alimentándolo era como darle más llama al fuego, y eso era lo que menos quería. Seguir haciendo sufrir a David no estaba entre mis planes.

Allí fue donde comprendí que debía alejarme, que yo no era parte de la vida de David. Él ya era feliz con alguien que lo amaba tanto como yo, y quizás él también se había enamorado. Fabián se lo había ganado a la buena y yo no podía competir contra eso. Lo mejor era retirarme, aunque me doliese en el alma. A veces si amas de verdad a una persona debes dejarla ir por su propio bien. Y eso fue lo que hice… lo deje ir.

ERIC

Sus labios se posaban sobre los míos como los de un animal quien busca saciar su hambre. Se movían de una manera intensa pero a la misma vez magistral dejando entrever los dones del chico. Era un excelente besador. Uno muy bueno diría yo. Nuestras lenguas no daban tregua alguna. Amabas se unían y rozaba en un constante jugueteo, una con la otra, intentando por todos los medios prolongar aquel contacto por el mayor tiempo que se pudiese.

Podía sentir como sus manos recorrían deseosas cada centímetro de mi cuerpo por encima de la ropa. Intentando recocer cada una de las características que escondían mis prendas. Poco a poco fue metiendo su mano por debajo de mi camisa comenzado a amasar y acariciar cada músculo que tuviese entre sus dedos. Suspiré entrecortadamente al sentir sus manos. Sin miramientos desabotono salvajemente los botones, casi los arranca de la violencia con los que los desabrochó. Estaba demasiado excitado. Me lo confirmaba el gran bulto que sentía bajo mi trasero. Que se encontraba duro como una roca, parecía que en cualquier momento explotaría.

Me separé por un segundo del contacto de sus labios, buscando desesperadamente el aire. Cuando creí haber recuperado el aliento me enderecé aun sentado entre sus piernas dentro de la cabina del piloto de su auto.

-Ya debo irme. Mi madre debe estar preocupada- dije buscando mi celular dentro de mi bolsillo.

  • Eric tienes 20 años, no eres un niño como para que te estén controlando las horas de llegada – contestó, volviéndome a besar- además no me puedes dejar así - señaló con sus ojos su entrepierna.

-Lo sé, pero mi madre es una paranoica-.

-Pero eres mayor de edad, tienes derecho de hacer lo que te venga en gana-.

-Eso díselo a ella- le dije- además, vivo en su casa, por lo que ella pone las reglas. Y entre ellas está que debo avisar si voy a quedarme fuera-.

-Bueno, allí está la solución, vente a dormir a mi casa. Así no tienes tanto problema con tu madre-.

-No lo sé. No creo que sea lo más adecuado. No quiero que tu abuela tenga una mala percepción de mí. Además, ya le he dicho a mi madre que regresaría-.

-¿Entonces cuál es el royo? ¿No puedes llegar tarde y punto?- preguntó un poco fastidiado.

-Si puedo, pero eso significa aguantarme un sermón de proporciones bíblicas. Y eso es lo que menos quiero en este momento- contesté bajándome de sus piernas y regresando al asiento de copiloto. Reacomodé mi ropa y mi cabello, me vi un momento en el espejo y cuando creí está lo suficientemente representable como para no despertar sospechas me dispuse a despedirme, dándole un muy caliente beso a Eduardo.

-Gracias por todo- le dije- la salida al parque estuvo fenomenal- luego de aquellas palabras me baje del vehículo.

Si, sé que soy un completo estúpido al rechazar la propuesta de pasar la noche con Eduardo. Pero tenía razones para hacerlo. En verdad no quería quedar mal parado ante la abuela del que ahora era mi novio. No lo sé pero sentía que debía hacer todo correctamente para comenzar con buen pie mi convivencia con aquella mujer que lo era todo para Eduardo. Para mí era demasiado importante la opinión de la señora Georgina. Quería comenzar todo por el buen camino. Primero que nada, la debía conocer en persona. Dicha cita estaba pautada para el siguiente sábado. Si esa cena salía con la aprobación de la señora, sería mi luz verde para darle rienda a esa relación que consideraba que sería una de las más serias que podía tener. Definitivamente Eduardo era el hombre al que había estado esperando por mucho tiempo.

Con aquella emoción llegue hasta mi casa. Antes de abrir la puerta le di un vistazo a mi celular. Eran las 11:30. Esperaba que por la mañana mi madre no comenzara con su ya acostumbrado interrogatorio, donde buscaba saber que estuve haciendo por la noche. Ella nunca cambiaria. Siempre la mañana siguiente de alguna de mis llegadas tarde, acostumbraba a realizarme un montón de preguntas, intentando que le dijera que hacía. No sé si en el fondo sospechaba mi secreto o era solamente su ya normal obsesión por controlarme. Quizás eran ambas.

Una vez adentro fui hasta la cocina en busca de un vaso de agua. Los besos con Eduardo me provocaron una sed tremenda. Eran besos que literalmente te dejaban sin aliento y al mismo tiempo secaron mi garganta. En el justo instante cuando fui abrir la nevera pude darme cuenta que no era el único despierto en la casa.

-Buenas noches- escuché decir en un tono sarcástico. De inmediato di un salto e raudamente corrí hasta interruptor para encender la luz.

-¿Estas demente?- le pregunté a Rebeca aun sobresaltado.

-Perdóname hermanito, pero… me encanta asustarte- contestó riéndose un poco de mi reacción.

-Tú no cambias- contesté, regresando hasta la nevera pasa sacar el agua.

-No- dijo aun manteniendo una sonrisa burlona- nunca me cansaré de ver tu cara cada vez que te asustas-.

-Un día de estos me vengare- le dije mientras me terminaba el vaso con agua.

-Eric… No seas resentido. Ahora dejemos de lado los las tonterías. Cuéntame como te fue hoy en  tu cita con Eduardo-.

-Bien-.

-¿Solo eso? Bien. ¿No se besaron? ¿No hicieron nada?-

-Mmm, ese tipo de detalles no se cuentan- le dije. Sabía que se moría de ganas por saberlo todo.

-Eric, no seas así. Anda cuéntame- me pidió haciendo leves pucheros. Me hacía mucha gracia verla así.

-Todo estuvo maravilloso… fue todo muy romántico, la comida, el vino, sus palabras, el lugar… todo fue maravilloso- dije con una innegable sonrisa entre mis labios- estar con él es como estar en el cielo. Me siento en paz, me siento pleno, pero sobre todo me siento seguro. Rebe, no tengo idea que significa lo que siento, pero definitivamente es primera vez que me pasa-.

-Eso tiene una explicación sencilla. Estás enamorado-.

-¿Tú crees?- le pregunté incrédulo ante su afirmación.

-Sí, es más que evidente. Vete estas completamente embobado por Eduardo- reí un poco al escuchar eso.

-¿Sabes? Nunca pensé que algo como esto me pudiese pasar mí. Siempre creí que todo lo del amor eran tonterías que la gente inventaba, que solo era mera exageración-

-Yo era igual- dijo- sin embargo cuando encuentras a la persona que pone tu vida de cabeza te das cuenta que el amor es más maravilloso de lo que te imaginabas-.

Hubo un breve silencio entre ambos, nada incomodo en realidad. Era un silencio que dejaba entre ver la paz en que se encontraban nuestras almas.

-¿Y has conocido a su familia?- preguntó rompiendo el silencio.

-Aun no. La próxima semana conoceré a su abuela. La única familia que le queda- dije con algo de congojo.

-¿Es huérfano?-

-Si. Sus padres murieron en un accidente aéreo cuando era niño. Desde entonces ha crecido con su abuela. Quien por suerte lo acepta como es-dio un apenas audible suspiro- Ojala mi mamá fuera así de comprensiva- dije bajando un poco la cabeza.

-Eric, no te pongas así- colocó su mano en mi hombro- mamá te quiere. Tal vez cuando se entere no lo tome muy bien, pero siempre te seguirá queriendo. Eres su hijo y ese parentesco no lo rompe nadie- esta vez se bajó del banco dio la vuelta y caminó rodeando el mesón de mármol que nos separaba para así poder darme un abrazo.

-Gracias Rebe- le dije mientras me hundía más en ese contacto.

DAVID

A dos semanas de mi regreso a clases aun me costaba tratar de comportarme de una manera normal. Aun el dolor y la tristeza eran mis fieles compañeros. Si, le había prometido a Rebeca que no me derrumbaría y un  motón de cosas más. Pero era difícil. Aun los recuerdos me estremecían al punto de que dolían. Mi corazón estaba en una especie de fosa en la cual no quería salir, a pesar de esforzarme a mil porciento por seguir los consejos de mi mejor amiga. No era tan sencillo como desear olvidar a alguien y ya, era más complejo. Pues a quien precisamente quería olvidar era a la persona que había marcado mi existencia, al ser que me quiso hasta la última gota de su ser, el hombre que fue el primero en mi vida.

No era tan fácil pretender que el dolor no existía porque, si estaba. Se encontraba allí, guardado, continuando con vida día con día. Claro, nada de eso lo expresaba. Últimamente intentaba aparentar que estaba de buen humor, que estaba volviendo a ser el mismo, que nada me afectaba ya. Si, sé que está mal, pero no lo hacía con mala intención, simplemente quería que cesaran los repetitivos discursos motivadores de mi amiga, al igual que inocentemente pensaba que si me hacía creer a mí mismo que está superando todo, en verdad dejaría de sufrir. Nada más alejado de la realidad, pues nada de eso sirvió.

Mi único consuelo eran las clases. En las cuales ya me había puesto al corriente y en donde podía perderme olvidándome de mis problemas y de todos. Podía perderme en los libros de historia hacia un mundo de hace siglos, alcanzaba a viajar a través de las células y hasta el último de los rincones de cada órgano de cualquier ser vivo existente, por medio de los libros de biología, lograba perderme en los números y fracciones de los apuntes de matemática, donde no había falla, todo era exacto y nada quedaba a la deriva. Tenía tantas posibilidades para mantener mi mente ocupada que fue muy poco el tiempo que le dedique a los recuerdos, bueno, ni tan así, porque siempre que me encontraba desocupado acababa pensando en lo mismo. Sin embargo no hay mal que dure cien años. Confiaba que con pasar del tiempo mi herida sanaría y dejaría de doler. Mantenía la esperanza en la teoría de que solo era cuestión de tiempo para que esta especie de depresión en la que había caído, fuese deslindándose de mi paulatinamente.

Salí de uno de mis ya acostumbrados ensimismamientos, y le presté atención a la clase de la profesora Gloria, a quien no veía como tal. Siempre la vi como una amiga. Una figura adulta que no juzgaba sino que en medio de su madurez buscaba siempre la mejor solución para tu ayuda. Es una persona muy especial. Desde que la conocí le tengo un aprecio peculiar, el cual creció luego de los acontecimientos de aquella noche… que ni al caso viene. Ahora, volviendo al tema… allí me encontraba en medio de la clase de biología de la profesora Gloria, intentando que mis pensamientos no fueran impedimento para la retención de los conocimientos impartidos por aquella mujer tan dedicada a la profesión de la educación. Y como era de costumbre en sus clases siempre había dinamismo a la hora de explicar un tema nuevo. Ese día estábamos estudiando los animales marítimos. Una temática muy curiosa y la que asombra a cualquiera, pues el océano es un infinito cofre de sorpresas y de maravillas.

En medio de esa dinámica se nos explicó la importancia de que, en estos tiempos de industrialización desmesurada y el deliberado desinterés por el daño producido a las especies marítimas, se tomen en cuenta políticas de preservación de las innumerables reliquias naturales y especies marítimas. Un tema del cual hay bastante material para analizar. La profesora Gloria nos explicó como aun en este siglo, a pesar de las innumerables políticas y leyes dirigidas a la preservación del ambiente marítimo, aún existen industrias que no acatan tales reglamentos y deliberadamente siguen perjudicando nuestros mares.

Sorprendentemente, a pesar de ser un tema bastante tedioso para adolescentes, toda la clase presto total atención a las palabras dichas por la profesora, guardando silencio durante el breve discurso de nuestra educadora. Claro, solo hasta la parte donde se nos informó que de todo aquello iría un examen escrito, el cual estaría focalizado en los distintos daños de los que son víctimas los océanos y que tipos de políticas serian eficientes para disminuir los daños. La recompensa a tanto esfuerzo, además de la calificación seria, una excursión. Algo que era costumbre en la profesora Gloria. Siempre buscaba el método más ingenioso de enseñarnos sobre algún tema en específico, que consideraba importante de entender. ¿Y que otra manera de motivarnos que juntando la diversión con el estudio?

El requisito más importante para asistir a esa excursión seria aprobar el examen. Quien lo hiciera se ganaría el derecho de asistir a uno de los más espectaculares acuarios que había en las costas cercanas, al norte de la ciudad. Que por estar un tanto alejado del colegio era necesario llegar un día antes, lo que significaba un fin de semana entero de recreación. Claro, luego de todo eso debíamos realizar una exposición sobre algún animal en específico y explicar los riesgos que sufría con la contaminación marina. Pero no sería problema, luego de tres días enteros de disfrute.

-Felicidades David- dijo la profesora Gloria un par de días después colocando el examen ya corregido en mi escritorio- aprobaste el examen con la mayor de las notas-.

-Gracias- fue lo único que conteste.

Maravilloso, iría a la excursión. Francamente no me emocionaba demasiado la idea asistir a la tan fascinante excursión. Nunca me gustó convivir tan cercanamente con mis compañeros de clases. Si, ahora lo hacía a diario, sin embargo esa convivencia era más por diplomacia que por otra cosa. Convivía con ellos solamente para mantener la aceptación que había obtenido, que para nada me interesaba. Consideraba estúpido el hecho de catalogar alguien solamente por su apariencia y por el dinero que tuviese. Y con ello creerse en derecho de separar a todos en clases. Todo eso era tan estúpido. Pero tenía que convivir con ese ambiente tan desagradable, era eso o volver a ser el ignorado por todos; que no estaba en mis planes.

-Chicos- comenzó a decir en voz alta la profesora- recuerden que quien no traiga el permiso firmado por alguno de sus padres, no podrá ir a la excursión. En cuanto a la hora de llegada, nos encontraremos la tarde del viernes a las 4:30. Se les recomienda ser puntuales, porque a las cinco en punto estaremos partiendo y no esperemos a nadie…- allí Rebeca quien se encontraba sentada a mi lado, me dio un leve codazo-… les aconsejo anotar todo lo que vean en el acuario pues mis preguntas durante la evaluación oral estarán enteramente relacionadas con la información que obtendrán allí, así que, no se distraigan más de la cuenta. Ahora sin más que decir- miró su reloj. Aún faltaban diez minutos para que la clase concluyera- seré piadosa con ustedes. Pueden salir- en un acto casi que por instinto mis compañeros salieron disparados en dirección a la puerta, al final solo quedamos Rebeca, la profesora y yo.

Solo esperaba recoger mis cosas y salir de allí. No tenía ánimos para preguntas de “¿cómo sigues? ¿Por qué faltaste tanto?” aun no poseía el ánimo para dar una explicación o para mentir convincentemente, además mentir no era mi fuerte, por lo que optaba por quedarme callado. Cuando creí tener todo en orden me dispuse a despedirme de la profesora.

-¿Cómo te preparas para este fin de semana?-preguntó adelantándose a mis palabras.

-Mmm- pensé- la verdad no me entusiasma demasiado la idea. ¿No hay existe otro opción para obtener la información? ¿No puedo ver una película, un documental o algo por el estilo?-.

-No lo sé, quizás, pero… creo que la excursión es una manera muy dinámica y distinta para que aprendan- dijo un tanto desconcertada por mis palabras.

-Sí, lo que pasa es que…-

-Profesora lo que sucede- Rebeca me interrumpió- es que David, luego de las consecuencias de la última excursión que usted organizó, entenderá que tiene los ánimos por los suelos-.

-¿Eso es cierto?- me preguntó.

-Bueno…-

-Si lo es- contesto Rebeca- además David anda con un desanimo que no sé cómo sacárselo. ¿Usted me podría ayudar?-.

-Claro, con gusto- respondió muy amable como siempre con una sonrisa cómplice. Se levantó de su silla y se reposo en la parte delantera de su escritorio para estar más cerca de nosotros- David, cuéntame, que te pasa- me tomo de la cara.

-Nada de importancia- dije esperanzado de que mis palabras la convenciera y dejara el tema de una vez por todas.

-Eso no es cierto- dijo- de mis alumnos eres a quien conozco más. Y he percibido tu ánimo en los últimos días. No tengas miedo, cuéntame. ¿Por qué estas así? ¿Es por la partida de tu amigo Fabián?- no si esa mujer era vidente, bruja o algo que tuviese que ver con la adivinación, o quizás simplemente era verdad que me conocía muy bien, el punto está en que dio en la causa de mi apatía. Asentí levemente con mi cabeza, y tras un breve silencio pude oír de nuevo el sonido de su voz- Mira, en esta vida hay que afrontar muchos momentos difíciles. Momentos que ponen a prueba nuestra capacidad para afrontar los problemas, sin embargo no debemos dejar que esas pruebas impuestas por la vida puedan más que nuestro deseo de disfrutar nuestra existencia y ser felices. David a tu edad las decepciones amorosas están a la vuelta de la esquina- me enderecé de repente al escuchar lo que decía y dirigí una mirada de sorpresa hacia ella. Pero no se exalto en absoluto, continuó dedicando esa sonrisa cómplice que me daba a entender que me concia más de lo que creía- no te sorprendas- dijo respondiendo a mi expresión de asombro, la cual creo que debía decir ¿Cómo lo supo?- tengo experiencia, se reconocer las miradas de un par de amigos y las de un par de novios. Y las miradas que se dedicaba ustedes eran de dos personas enamoradas- dijo concluyendo con su explicación- ahora, volviendo a lo que estábamos. A tu edad es normal pasar por esto, no digo que lo que sientas no es importante, pero la vida sigue a pesar de las dificultades. Además, eres un chico buenmozo, inteligente, excelente estudiante, ya verás que dentro de poco tendrás a una fila de pretendientes- Solté una leve risa al escuchar aquello. No lo sé pero sus palabras calaron en mi más que cualquiera otras. Quizás solo me hacían falta las palabras de una persona adulta para comprender que debía dejar las lamentaciones de lado.

NARISSA

Mi embarazo fue la noticia con la que todos le dieron la bienvenida al año nuevo. Unos se enteraron por bocas de terceros y otros se pusieron al corriente con la situación al percatarse de mi pronunciado vientre. Era tan irreal, como sorprendente. Aun no creía el hecho de que iba a ser madre. No alcanzaba a digerir la situación. ¿Yo como madre? nunca me paso por la cabeza esa pregunta, ¡jamás! Es más, nunca creí que algún día pudiese llegar a concebir a un niño. No era fanática de la idea de ser mamá. No me creía con la capacidad de desarrollar un instinto maternal. Era algo ajeno completamente a mi personalidad y forma de ser. Sin embargo en ese momento, allí en ese estado, sintiendo las patadas de nuevo ser que llegaba al mundo, mi perspectiva con respecto al tema cambiaba ligeramente y más aun con la decisión de formar una familia, a centímetros de mi cara.

Sí, me arriesgaría, no titubearía más. Si Cristian me quería lo intentaría. Además él estaba siendo mi único apoyo en esos momentos tan complejos para mí. Luego de aquella noche tan complicada con mi padre, le siguieron otras y otras. Fue tanta la tensión se formó en nuestra relación que nuestro único medio de comunicación eran reproches y sermones; corrijo era el único medio de comunicación de mi padre para conmigo, porque mi madre no dedicó ni un minuto para defenderme. Con el pasar de los días, la decisión de irme de la casa fue inevitable. No podía seguir viviendo en ese infierno. Nada me detuvo. Ni siquiera las suplicas que me hacia mi madre, quien me invitada a reflexionar y reconsiderar mi decisión. Estaba decidida. Si para ellos era una vergüenza tener una hija en ese estado. Entonces me marcharía y les ahorraría el escarnio público.

Y así fue. Me marché. Me fui a vivir con Cristian, a pesar de las objeciones de su madre, quien tras una larga charla aceptó. De momento intentaría encontrar la manera de seguir con mis estudios. Era lo único que me quedaba. A pesar de que estaba faltando con frecuencia, intentaría hallar la solución más adecuada y lograr graduarme. Por parte de Cristian veía la intención de mejorar. Según el su propósito para el año que empezaba era mejorar como alumno. Hecho que estaba comprobando con el avanzar de las semanas. Como por ejemplo la excursión al famoso acuario, a la cual estaba muy entusiasmado y tenía como meta pasar con las más altas de las notas pues sabía que si se esmeraba a comienzos de trimestres luego no se las vería tan negras en los exámenes finales.

De mi parte decidí no asistir al tan mentado paseo. No me sentía con el ánimo ni con el estado físico para un ajetreo como aquel. Ese fin de semana me encontraba demasiado indispuesta como para soportar un viaje y un desvelo seguros. Eso no me hacía bien, por lo que tras una breve conversación con la profesora Gloria, mi forma de evaluación fue modificada a la de un trabajo escrito con respecto al tema. Focalizando mi análisis en los puntos en los que se desarrollaría la temática de la excursión. Después de todo traía sus ciertas ventajas el estar embarazada.

DAVID

La semana paso rápidamente y sin poder esperarlo ya era viernes. Los ánimos estaban por lo cielos. Era demasiada emoción por solamente ir a un acuario, esa no era la razón para tanta euforia. La verdadera causa de tanta alegría era  el hecho de que iríamos a una zona costera, y con solo saber que tendríamos tiempo libre, nadie podía esperar para disfrutar de la playa que se encontraba a tan solo escasos metros de nuestro destino.

A causa de que la excursión estaba programada para el sábado a primera hora, y motivado por la distancia entre la ciudad y la costa, era necesario dormir la noche anterior en un lugar cercano ¿Y cuál fue la solución presentada por la profesora? Quedarnos en un hotel. En ese momento me maldije por aceptar ir a esa estúpida excursión. Ya tenía suficiente con convivir con ese montón de descerebrados como para digerir la noticia de que tendría que compartir habitación con dos de ellos. Según lo que alcance a comprender, se tenía planeado rentar varias habitaciones para que pudiese albergar 23 estudiantes, seriamos 24 si no fuese por la negativa de Narissa de asistir al viaje. Al parecer el embarazo la mantenía un poco indispuesta.

El hotel elegido, fue uno recomendado por Ariadna, quien conocía a la perfección ese lado de la ciudad y se había quedado más de una vez en el hotel que iríamos, el cual; por lo que pude escuchar, poseía un número considerable de habitaciones para tres huéspedes, así ahorraríamos gastos en cuanto al alojamiento. Algo primordial en nuestra estancia allí, ya que, no contábamos con demasiado presupuesto.

Eran alrededor de las seis de la tarde cuando llegamos al hotel. El sol se estaba escondiendo entre el azul del océano, formando una mezcla de colores de rojos y naranjados impresionante. Definitivamente aquella vista fue única. El sitio ofrecía un panorama digno de admirar. Quizás la causa de tanto asombro de mi parte seria el prolongado tiempo apartado del mar; ya hacía varios años que no pisaba una playa, o tal vez que no conocía verdaderos sitios emocionantes, pero el hecho está en que esa puesta de sol, llamó bastante mi atención.

Bajamos del autobús justo en frente de la entrada de un gran edificio. Tendría cuando mucho unos doce pisos, se veía un tanto elegante. No excesivamente exclusivo, más bien moderadamente digno. A unos cuantos metros de donde estábamos, se podía el nombre de aquel recinto “ Hotel Sol Naciente ”, fue lo que pude leer en un letrero puesto sobre un poste a unos cinco metros de altura.

Pasaron varios minutos para que todos descargáramos todas nuestras maletas y nos organizáramos lo suficiente como para prestarle la atención necesaria a la profesora Gloria, quien se veía un tanto estresada, a pesar de que la excursión apenas comenzaba. Ojalá y no colapsara con tanta preocupación. Antes de hablar dio un último vistazo comprobando que los 23 estuviéramos presentes.

-Bueno chicos - comenzó decirnos en voz alta- hemos llegado. Como verán a nuestras espaldas está el hotel donde nos hospedaremos. No quiero enterarme de que alguno de ustedes cometió alguna fechoría, pues si rompen, dañan o maltratan hasta la más insignificante de las sabanas, se las verán conmigo. Por otro lado debo decirles que ya he organizado todo y en cuanto a la distribución de las habitaciones éstas se encontraran en distintos pisos, por obvias razones. Ahora síganme- nos dijo dándonos la señal de que entráramos.

Una vez adentro pudimos apreciar la decoración interior de aquel sitio. Nada mal, para mi gusto. Las paredes se encontraban pintadas de un tono champagne que le daba un toque de sofisticación y exquisitez a cualquier rincón que miraras, y si sumamos a eso los cuadros y la mueblería un tanto modesta; pero a la altura, se podría decir que aquel hotel era un sitio medianamente lujoso, que intentaba imitar una decoración con clara influencia renacentista.

-Ahora chicos vengan. Necesito hablar con ustedes- nos llamó la profesora.

-¿Qué ocurre profe…? - preguntó Esteban.

-Al parecer de las habitaciones que reserve para ustedes solo una se ha desocupado. Por lo que el resto tendrá que ser redistribuido. Primero voy asignar a los tres que irán a la habitación disponible, que serán Cristian- lo señalo, y busco a otro- Héctor y Esteban… bueno aquí tienen la llave- se la entregó a Esteban - tengan mucho cuidado. Ahora… - se volvió hacia el resto-… ustedes espérenme aquí que veré como soluciono el problema- la profesora se retiró hasta recepción y entablo una muy larga conversación con la recepcionista. Podría jurar que de no ser porque se encontraban en un lugar público, hubiesen dicho cualquier tipo de barbaridades.

Mientras tanto por mí parte buscaba la manera más amena de distraerme de tanto problema. Pero no sabía cómo hacerlo. Estaba solo, Rebeca ya había subido con el resto de las chicas al piso que les tocaba, que era el número cuatro, si no me equivocaba. Así que durante mi estancia allí tendría que buscar una forma de alcanzar a convivir con el grupo de animales que tenía en ese momento a mí alrededor, los cuales no pensaban en otra cosa que no fuese ligar con alguna chica. Eran tan básicos. En medio de todo aquello percibí la mirada insistente de Santiago. Aparte mi vista de inmediato. Lo último que quería era tenerlo cerca.

-¿Y cómo te preparas para este fin de semana?- escuché que me preguntó una voz a mi lado. Era Roberto quien se mostraba extrañamente amistoso, algo inusual. Generalmente eran unos de los que siempre andaba malhumorado. Podría decirse que todos le temían por miedo a una reacción agresiva de su parte. El chico no tenía precisamente la fama de ser hacedor de amigos. Siendo una montaña de músculos intimidaba a cualquiera.

-Tratar de no meterme en problemas- contesté siendo lo más cortes que podía.

-Eso es lo que todos intentaran. Pero está difícil, porque la profesora Gloria no es tonta y nos conoce a la perfección. No me extrañaría que atrapara a más de uno - comentó mirando hacia una aun evidentemente preocupada profesora.

-¿Así que te portaras bien estos tres días?- pregunté tratando de continuar la conversación.

-Para nada. Una cosa es que la profesora sea ingeniosa y otra muy distinta es dejarse atrapar. Soy muy listo y de alguna forma conseguiré hacer de las mías durante nuestra estancia aquí…- no continuó hablando, dado que, en ese preciso momento la profesora Gloria regreso, esta vez un poco más serena.

-Listo- nos dijo- solucioné el problema de la mejor manera que pude-.

-¿Y cuál es?- preguntó un curioso Gael.

-Tendrán que compartir habitación cada con algún compañero…-.

-Entonces no es tan complicado como parece…- interrumpió Roberto intentando quitarle importancia a la situación.

-Por favor déjame terminar Roberto- se quejó la profesora- Aparte de compartir habitación- continuó hablando- también tendrán que compartir camas, dado que las únicas habitaciones que quedan son de ese tipo- en ese momento se pudo oír un quejido al unísono. Al parecer no era al único al que la idea no le entusiasmaba- es eso o pasar la noche en la calle. Ustedes eligen- dijo secamente. Tras unos breves segundos acabaron aceptando. Dije, acabaron, porque yo no di opinión alguna- Entonces, vamos asignar las parejas. Roberto, tu iras con Paulo, Gael tu estarás con Walter, Santiago tu iras con David, y Kevin y Mariano ustedes irán juntos- dijo rápidamente, asignándonos más al azar que por otra cosa. ¡Un momento! ¿Había escuchado bien? ¿Compartiría habitación con…? No, no, no y mil veces no. Eso no pasaría, eso no sucedería.

-¿Profesora Gloria no hay posibilidad de cambiar o de alquilar otra habitación? No importa si tengo que pagar demás- le dije discretamente apartándola por un segundo del resto, intentando que solo ella me escuchara.

  • Lo siento David, las reglas son las reglas. Si te digo que si a ti, todos querrán pedir lo mismo y como entenderás no puedo complacer a todos. Pero tranquilo solo son dos noches, nada malo ocurrirá - contestó palmeándome el hombro y retirándose a paso lento hasta el ascensor, seguramente para subir hasta su habitación- Ah, y recuerden - se volteó por un segundo- está terminantemente prohibido estar fuera de su habitación luego de las ocho de la noche. Ya di instrucciones para que me avisaran de cualquier irregularidad. Así que si andan merodeando por allí, lo sabré… Cuídense- luego lo dicho continuó su camino y subió en el ascensor.