Destinados. Capítulo 14: El primer te amo

...te amo David… te amo-. -Y yo ti mi amor… yo también te amo Fabián...

Hola a todos… disculpen mi tardanza pero con todo lo de la universidad he tenido muy poco; por no decir nada, de tiempo libre… Sin embargo he tratado de tener listo más rápido posible este capítulo… Tratare de no hacerlos esperar mucho en las siguientes entregas. No se les olvide comentar y valorarlo, al igual que enviarme sus mensajes con sus opiniones, son verdaderamente importantes. Sin más que decir… disfruten del capítulo…

Derek W. Johnson

Destinados. Capítulo 14: El primer te amo

REBECA

Toque el timbre un tanto nerviosa. Habían pasado tantas cosas con los padres David que no sabría cómo me recibirían. Mientras esperaba revise por última vez mi bolso, comprobando que no hubiese olvidado nada y brevemente le di un vistazo mi celular, para ver si no tenía mensajes de Esteban, por suerte no me había escrito. Habían pasado ya un rato bastante largo y nadie salía, por lo que opte por tocar de nuevo pero antes de que lo hiciera salió la madre de David. Se veía  más seria de lo normal.

-Hola Rebeca ¿cómo estás?- dijo mientras me abría la puerta.

-Bien ¿y usted, señora Elena?-.

  • Un poco quebrantada, pero nada que no se solucione con medicamentos para la gripe-.

-Que lastima, espero se mejore. Oiga ¿y David?-.

-Está en su habitación, pero no puede bajar así que puedes dejar los apuntes conmigo-.

-No se moleste yo puedo subir- la señora me miró un tanto dudosa- ¿hay algún problema con que suba?-.

-En realidad sí, David tiene las visitas prohibidas-.

-Entiendo, pero recuerde que yo soy su tutora durante este mes que este de reposo-.

-Sí, ya el subdirector nos llamó para avisarnos  que eras tú. El problema eta en que según las instrucciones de mi esposo nadie puede verlo, ni siquiera tu-.

-Pero señora Elena, es indispensable que lo vea durante nuestras tutorías-.

-¿Es muy indispensable? ¿No puedes dejar los apuntes y que él los copie luego?-.

-No señora, es necesario que le explique varias cosas- dije.

La señora pareció pensarlo por unos segundos y tras un breve silencio habló- ¿Sabes qué? Puedes subir. Pero no le digas a nadie de que te deje pasar-.

-Descuide yo guardare el secreto- intente seguirle la corriente a la señora, a pesar no entender que pasaba.

La señora Elena me acompaño hasta el segundo piso, y cuando estuvimos en frente de la habitación de David, sacó un manojo de llaves y abrió la puerta.

-Pasa, trata de terminar antes de mediodía- asentí a sus palabras.

Entrar en esa habitación fue como entrar a un lugar sagrado, pues era tanto el silencio que reinaba el lugar, que parecía deshabitado. Miré en todas direcciones intentando encontrar a David, pero no lo veía por ninguna parte. Cuando pude acercarme lo suficientemente a su cama fue que me di cuenta que aun dormía. Estaba completamente tapado por las sabanas.

Me acerque lo más sigilosamente que pude e intente despertarlo lo más sutilmente que fuese posible. Pero fue inevitable que diese un salto asustado por el contacto de mi mano con su hombro.

-Tranquilo, tranquilo… soy yo- lo tomé por la mejilla e hice que me mirara a los ojos.

-¿Rebeca?- parpadeo intentado enfocar su vista- ¿Qué haces aquí?-.

-Pues ¿qué crees? Visitarte y  ayudarte con las clases- contesté. Sin embargo no sabía que había dicho mal o que palabra inadecuada salió de mi boca, porque inmediatamente después de mi respuesta David comenzó a llorar, mientras se abrazó a mí lo más fuerte que pudo.

Al principio fue un llanto leve, en el cual podía escuchar su agitada respiración, con el pasar de los segundos se fue intensificando, al punto de que cada vez sus sollozos era más audibles.

-¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?- le preguntaba mientras lo abrazaba intentando calmarlo, pero no obtuve respuesta, el siguió concentrado en su llanto.

-¿David que sucede? ¿Por qué estas así?- una vez mas no contestó. Solo continúo llorando por un prolongado lapso de tiempo.

-Mi papá… se enteró de todo- dijo mientras comenzaban a calmarse.

-¿Cómo que de todo?-

-De que soy gay- dijo mientras se enderezaba. Podía ver sus lágrimas aun saliendo de sus ojos.

-¿Pero cómo…?-

-No lo sé- se encogió de hombros.

-¿Y cómo lo tomó?- tras mi pregunta se desenredo de las sabanas y me mostro lo que parecían ser moretones causados por golpes- ¡oh, por Dios!-.

  • Esto no es nada, han sanado con el pasar de los días -.

Lo único que fui capaz de hacer fue abrazarme a él y acompañarlo en el llanto. Estuvimos así por otro largo rato.

-¿Cómo te sientes?- me anime a romper el silencio.

-Mal- dijo- pero al mismo tiempo siento como si me hubiese liberado de algo. Creo que era mejor que se enterara-.

-Sí, era mejor, pero mira las consecuencias-.

-Lo sé, sin embargo ya estaba harto de seguir mintiendo y escondiendo quien en realidad soy-.

-¿Y qué paso con tu pierna?- baje mi vista percatándome que estaba completamente sana.

-Nada. Todo lo del accidente fue un teatro que monto mi papá para no dejarme ir a clases, me tiene encerrado como a un prisionero, y no es por exagerar-.

-¿Y qué piensas hacer?-pregunté.

-Por el momento quedarme aquí, no tengo otra opción. Primero quiero esperar a que se le baje el coraje y ver qué pasa-.

-¿Y tú mama?-

-Ella le tiene demasiado miedo como para contradecirlo. Al parecer su temor es mayor que el afecto que pudiese sentir por mí- expresó amargamente. Lo abrace nuevamente.

-Fabián está preocupado por ti- comente. Pude notar como se le aguaron los ojos luego de mencionar el nombre.

-¿Sabes? Aparte de ti Fabián me ha demostrado que en verdad me quiere. No sabes cómo deseo verlo, o siquiera hablar con el-.

De inmediato vino a mí una idea- ¿Y si lo llamas?- me miro dudoso - Toma- le tendí mi celular- llámalo-.

David tomo el teléfono entre sus manos y marco el número de Fabián. Desde la distancia en donde me encontraba podía escuchar los bips de cada repique. Ambos estábamos ansiosos por que contestase.

<< Fabián: Hola. ¿Receba..?

David: Hola Fabián. No es Rebeca, soy yo.

Fabián: ¿David?

David: Si

Fabián: Hola amor ¿cómo estás?

David:…- mi amigo intentaba contener el llanto.

Fabián: Oye sé que tus padres te tienen incomunicado pero  ¿Por qué no has intentado comunicarte conmigo? Estoy preocupado.

David: Las cosas se han vuelto un tanto complicadas, pero tranquilo estoy bien. Te llamaba porque… quería escuchar tu voz... Te extraño - una lágrima cayo por su mejilla- ahora no tengo tiempo para explicarte lo que está pasando, ya te lo contará Rebeca. Sin embargo quiero que sepas que, te quiero y que si en estos días no sabes de mi es por causas ajenas.

Fabián: ¿Qué está pasando?

David: Ya después te enteraras, ahora no puedo explicarte. Solo quiero que no te preocupes por mí, quiero que estés tranquilo.

Fabián: Esta bien pero ¿cuándo puedo verte?

David: No lo sé… pero ten fe que será pronto.

Hubo un breve silencio…

Fabián: ¿Sabes que también me tranquiliza, aparte de lo que me dices?

David: No ¿Qué lo hace?

Fabián: El hecho de que hoy es la primera vez que me dices que me quieres- David sonrió ante el comentario- eso me tranquiliza.

David: Fabián, te quiero…

Fabián: Yo no te quiero…

David: ¿Ah, no?

Fabián: No, yo te amo. TE AMO.

David: Gracias por quererme tanto… nos vemos pronto.

Fabián: Estaré contando los segundos… >>

Me sentí algo conmovida por la conversación. Los admiraba, ojala y ese amor prosperase, y lograran ser felices. Fabián quería demasiado a David, tanto que a veces creo que se tenía que contener. Por otro lado David estaba comenzando a querer a Fabián. Si se llegaba a enamorar de ese moreno espectacular, sería lo mejor para él, quizás sería la solución a tantas tristezas. Pese a ello, era evidente que aun David seguía queriendo a Santiago, aunque él se negara a reconocerlo. David es una de esas personas que cuando se enamoran, lo hacen de una forma muy profunda y aunque quieran dejar de amar no pueden, ya que el sentimiento va más allá de ellos.

Para ser sincera no me sorprendió la confesión que me hizo Santiago, pues en el fondo presentía que el chico quería mucho a David. Ya llevaba varios meses observándolo y las miradas que le dedicaba a mi amigo, no eran comunes. Eran las mismas de alguien enamorado. Así que no estaba en shock por enterarme de que Santiago también estaba enamorado de David, no era novedad, lo intuía. No obstante, ese amor era causante de mucho daño, solo traía sufrimiento y para mí lo más sano era que Santiago se alejase, era lo mejor. Ojala y tomase en cuenta mi consejo y dejara ser Feliz a David. En ese instante una sonrisa invadió mi rostro. No podía creer lo que pasaba. Dos de los chicos más guapos de nuestro colegio estaban enamorado de mi amigo ¿Cómo había ocurrido semejante disparate? A veces la realidad supera la ficción.

-Gracias Rebeca- dijo David entregándome de nuevo el celular.

-No fue nada. Sabes que haría lo que fuera por ti… Y- guarde mi teléfono- ¿Cómo te sientes?-.

-Mejor, mucho mejor-.

El resto de la mañana se nos fue en las explicaciones con respecto a las clases. Le explique lo que pude de física y matemática, o mejor dicho lo que le había entendido al profesor, al igual que le facilite los apuntes y le entregue los trabajos que le habían dejado los profesores. Después de todo no tendría tanto tiempo de descaso, ya que eran numerosos y un tanto fuertes. En medio de ello llegaron las doce, hora en la que me tuve que retirar, no sin darle unas palabras de apoyo y recordarle que lo quería mucho.

EDUARDO

Era lunes, otro inicio de semana. Una Semana que estaría llena de trabajo, mucho para mi pesar. Llegué a mi oficina quince minutos antes de la hora de entrada. Saludé a mi secretaria e ingrese a las cuatro paredes que serían mi refugio por las siguientes horas. Me senté en el escritorio, viendo la montaña de carpetas y documentos que reposaban en el mismo, todavía tenía bastante por hacer.

Tire mi maletín en uno de los sofás y me quite el saco, me preparaba para la acción. La verdadera acción de tener que lidiar con ese montón de papeles. Pero antes de que me sentase, mi secretaria entro por la puerta.

-Licenciado, disculpe por la molestia pero el Señor Alberto quiere hablar con usted en su oficina ¿Le digo que está ocupado?-.

  • No, dile que en cinco minutos voy para allá. ¡Ah! y, Emily-.

-Dígame licenciado- contestó la chica que no pasaba de los 20 años.

-Ya te he dicho que no me digas licenciado, me haces sentir viejo. Además tú y yo no nos llevamos mucha edad-.

-Si lo sé, pero es que… no quiero que los demás trabajadores piensen que soy una atrevida-.

-Descuida que para quien tu trabajas es para mí, no para esa cuerda de chismosos. Pero tranquila, llámame como te sientas cómoda, pero cuando estemos solos quiero que me trates como a un amigo ¿De acuerdo?-.

-De acuerdo- respondió la chica para luego salir por la puerta.

Deje los papeles que estaba a punto de revisar y salí de mi oficina en dirección a la gerencia del departamento. No tenía ni idea de que quería hablar Alberto conmigo, ya que, después de nuestra última conversación nuestro trato fue nulo. No me había vuelto hablar. Temía haberme pasado con mis palabras y haber hablado demás. Sin embargo no tenía tiempo para esas preocupaciones, ya lo hecho, hecho estaba.

-Buenos días señorita, vengo por una llamada hecha hacia mi de parte del licenciado Alberto-.

-Sí, pase lo está esperando- me contesto su secretaria.

Entre un tanto sigiloso a aquella oficina. Estaba muy nervioso. No sabía cómo me trataría Alberto. Cuando entré lo pude ver sentado en su escritorio concentrado en su computadora, escribiendo un texto.

-Buenos días Alberto-.

-Buenos días Eduardo, pasa- dijo sin quitar su mirada de la computadora.

-Aquí estoy ¿para que soy bueno?-.

-Necesito que me hagas un favor ¿Podrás?-.

-Claro que sí. Si está dentro de mis alcances con mucho gusto lo haré-.

-Entonces, necesito que me consigas el correo de Mauricio Cascante-.

-¿Mauricio Cascante?-.

-Sí, necesito su correo- me miró dejándome entender que no debía hacer más preguntas- No creo que tengas problemas pues él fue cliente nuestro -comentó antes de que saliese de la oficina.

Luego de estar de nuevo en mi escritorio, me senté en la computadora y busqué en la base de datos de la empresa y no tuve que esperar mucho para encontrar el correo de Mauricio Cascante. A decir verdad no conocía al mentado señor, no sabía nada de él.

Después de anotar en un papel la información que se me solicito fui de nuevo hasta la oficina de Alberto pero esta vez no se encontraba. Su secretaria me dio permiso de entrar y dejar la nota en su escritorio, pues al parecer era información confidencial que un trabajador no autorizado tenía prohibido ver. Así que sin más remedio, tuve que entrar y deja la nota en el escritorio.

El resto de la mañana no tuvo novedad alguna. La pese concentrado en aquellos documentos, que por suerte logré adelantar bastante. En el receso de medio día, fui hasta un restaurante cercano para almorzar y así regresar a mi jornada de trabajo que culminaba a las cuatro de la tarde.

Respire aliviado cuando vi que el reloj marcaba las cuatro, pues ya no tenía que lidiar con tanto número. De allí conduje hasta el gimnasio, como cada tarde luego del trabajo. Una rutina de ejercicios siempre ayudaba a relajarme y así fue. Logre relájame enormemente. Antes irme di un último vistazo para ver si lograba ver a David. Llevaba días sin verlo, quería por lo menos saludarlo para disculparme por el mal entendido, sin embargo una vez mas no lo encontré. Desde la pelea que había tenido con su novio en los vestidores no lo vi más. Quizás luego de enterarse Alberto de que su hijo era gay tomo represarías contra él, y eso me llenaba de culpa pero ya no estaba para lamentaciones.

FABIAN

Esa llamada me tranquilizo. Escuchar a David fue el anestesiaste perfecto para la ansiedad, impaciencia y preocupación de la cual fui víctima en los últimos días. El oír que me quería fue la confirmación de que verdaderamente se estaba enamorando de mí, al igual que apaciguó todos mis temores. Una sonrisa se dibujó en mi cara al recordar una vez más aquellas palabras.

-Me quiere- dije con una sonrisa.

El solo pensar que mi novio estaba comenzando a sentir lo mismo que yo sentía por él, me provocaba una alegría inmensa.

Esa noche me dormí ya casi entrando en la madrugada. No podía de dejar de pensar en él. Pero eso no fue impedimento para que mi sueño fuese uno de los más placenteros que había tenido, e inevitablemente soñé con él, con mi novio. Soñé que éramos felices juntos, que le revelábamos al mundo entero nuestro secreto y que comenzábamos una nueva vida, fue uno de los sueños más bonitos que he tenido.

*<<<

Por la mañana lo primero que hice tras llegar al colegio fue buscar desesperadamente a Rebeca. Necesitaba hablar con ella. Necesitaba que me contara que estaba pasando en realidad con David y su supuesto accidente. Por suerte la encontré sentada en unos de las sillas del salón donde tendríamos la primera clase del día.

-¿Cómo estás?- me saludo con un beso en la mejilla.

-Excelente ¿Y tú?-

-Bien, dentro de lo que cabe-.

-Bueno, ahora sí, necesito que me cuentes, que está pasando en realidad con David y porque lo noté tan extraño ayer cuando hable con el-.

-Es un poco complicado, pero creo que tienes derecho a saberlo, pues tú también estas metido en este problema-.

-¿De qué hablas? no entiendo- Luego de mis palabras Rebeca me contó todo lo que en realidad había sucedido. Que el señor Alberto había descubierto lo mío con David y a causa de ello le proporciono una paliza horrible, y que todo lo del reposo y el accidente eran una mentira para justificar el castigo que le había impuesto a su hijo. Me quede sin palabras tras escuchar aquello, no podía creerlo.

-¿Pero cómo se enteró?- logré preguntar tras unos segundos de asombro.

-Él no sabe. Pensé que tú sabrías-.

-No, no tengo idea de quien pudo ir con el chisme-.

-Ya olvídalo, eso no viene al caso. Ahora por lo que nos tenemos que preocupar es por ayudar a David, durante este tiempo. Está un poco deprimido, así que necesita mucho apoyo de yo como su amiga y sobre todo de ti como su novio-.

-Tienes razón, pero para eso necesito verlo, estar con el…-

-Lo sé pero ahora no se puede, la casa de David parece una correccional de menores y lo que menos que quiero es causarle más problemas. Pues conozco a su padre y tengo miedo que se desquite con él. Sé paciente- posó su mano en mi hombro.

-Está bien tendré paciencia-.

Los días pasaron y lamentablemente para mí todo siguió igual, solo hablaba con él por unos minutos los sábados, cuando Rebeca iba a las tutorías y era nuestra cómplice prestando su celular para que nos comunicáramos. Era lo más cercano que podía estar de mi novio, con quien quería pasar todas las horas que fuesen posible, pero son podía. Eso inevitablemente cambió mi estado de ánimo a uno de melancolía. Y no sé si fui demasiado evidente o solo fueron exageraciones de mis compañeros, pero comencé a escuchar los comentarios en donde me decían que me veía un tanto apagado y distinto, tan distinto que ya no salía los sábados con ellos. Yo me defendí echándole la culpa a las preocupaciones por los exámenes, sin embargo para no levantar sospechas y evitar más peguntas decidí aceptar salir un sábado con mi grupo de amigos. Cristian fue quien más me animo a ir, pues él era uno de los que mejor me conocía y sabía que iba más por obligación que porque tuviese ganas de ir, a pesar de todo él era buena persona.

-No te arrepentirás. Veras que te vas a divertir- fue lo que me dijo para darme ánimos luego de que acepté.

Ese sábado fui recogido por Cristian en la moto que por fin logró comprarse luego de reunir durante bastante tiempo, tener su propia moto era una anhelo que tenía desde que tenía 13 años.

-Creo que valió la pena tanto ahorro después de todo-le comenté.

-Claro que la valió. Esta bebé es el fruto de mi esfuerzo-dijo dándole unas palmada al vehículo.

-No sigas que me vas hacer llorar-dije en tono burlón y soltando una sonora carcajada.

-¡Ya! no te burles y súbete-.

- N o te enojes que todo era en broma- le conteste mientas me subía.

“White House” fue la elección que hizo el grupo para divertirnos esa noche de sábado. Al parecer el sitio; que era relativamente nuevo, estaba tomando renombre. Todo, gracias a que brindaba unas instalaciones impecables y un repertorio musical impresionante. Hecho que pude confirmar en el primer instante que entre, pues la mezcla que se oía en ese momento estaba hecha claramente por un DJ muy profesional o quizás también muy talentoso. El punto está en que la música del lugar era bastante buena.

Pude ver como un nutrido grupo de personas estaba bailando en la pista. Casi nadie se encontraba sentado. Por lo visto la gente iba esa discoteca a entregarse de lleno al baile.

En compañía de mi grupo intentamos buscar un sitio donde ubicarnos. Subimos a la segunda planta; desde la que se podía ver la pista de baile, y allí nos ubicamos en unos sofás. Quien se ofreció ir por las bebidas de todos fue Cristian, que inmediatamente me invitó a que lo acompañase, yo acepte sin objeción alguna, así que lo seguí. Durante el trayecto hasta la barra no hablamos. Cristian estaba tan metido en su mundo que no pronunció palabra. Últimamente se la pasaba muy pensativo, como si estuviese analizando algo, inusual en él. Pues él no era de los que piensan primero y luego actúan sino al revés, el actuaba y luego analizaba. Sin embargo no me atreví a preguntarle nada. Eran sus cosas y yo no me metía con eso.

Llegamos a la barra, y Cristian pidió las bebidas que le habían encargado nuestros compañeros, tras esperar varios minutos las tomamos y emprendimos el camino de regreso. La noche transcurrió sin contratiempos. Solo salí un par de veces a la pista a bailar con Ariadna, y Natalia; quien había sido la única del grupo de Narissa que había aceptado nuestra invitación. El resto del tiempo me mantuve sentado a conversando con alguno de mis compañeros. La idea de que yo estuviese disfrutando mientras mi novio la estaba pasando mal, no me agradaba. Quería disfrutar de momentos así a su lado.

-¿Te pasa algo Fabián?- Pregunto Ariadna sentándose a mi lado.

-¿Por qué lo preguntas?- intenté volver a la realidad.

-No sé, quizás porque desde que llegamos te he notado como muy pensativo y algo desanimado, y tú no eres así, por lo que deduje que te está pasando algo- dijo la chica.

-¿Y si te dijera que si?-.

-Eso explicaría tu comportamiento. Pero curioseando más en el tema ¿Qué te tiene así?-.

-Las situaciones que te presenta la vida, que a veces no te da lo que quieres-.

-Mmm eso me suena a mal de amores- comento con una sonrisa. Yo solo le correspondí con otra sonrisa y bajando mi cabeza, lo que inevitablemente ella dedujo que fue una respuesta afirmativa- ¿Quién lo diría? Fabián Cascante, el chico más mujeriego de todo el colegio está sufriendo por amor. Vaya sorpresas que da la vida… ¿Y se puede saber quién es la afortunada?- allí negué con mi cabeza- Esta bien- asintió- puedes guardar secretos, si no me quieres contar, estas en todo tu derecho. Lo único que te voy a decir es que recuerdes que la vida es una sola y si de verdad quieres a esa persona, lucha por ella- luego de esta última frase se levantó y se fue hasta la pista de baile.

Ariadna tenía razón, ahora más que nunca debía luchar por David y más aún cuando sabía que me comenzaba  querer. Pues él me estaba necesitando, y con lamentaciones mías no lo ayudaría en nada. Debía ser fuerte.

*<<<

El tiempo siguió pasando y sin esperarlo le dimos la bienvenida a los primeros días de Diciembre. Un mes que para muchos es de alegría y prosperidad, pero que para mí era un mes de recuerdos dolorosos. Por lo que no me hacía ilusión la navidad. Todavía recuerdo cuando era pequeño y mi madre nos levantaba la mañana después de navidad, para ir a buscar nuestros regalos, era uno de los momentos que disfrutábamos en familia, donde reíamos y compartíamos,  sin mencionar la cena de navidad que era una tradición durante todos los años en nuestra casa. Sin embargo todo eso desapareció con la muerte de mi madre, y en ese momento con mi padre en otro país, la posibilidad de revivir esos días en familia estaba más frustrada que nunca.

En el colegio todos estábamos ansiosos por que terminaran las clases. Tan solo faltaban dos semanas que saliéramos de vacaciones. Muchos de mis compañeros no veían la hora en que terminaran los exámenes. Por mi parte era todo lo contrario, no quería que las clases terminaran. Quería pasar todo el tiempo posible con David. Sabía que en pocos días regresaría al colegio, y las vacaciones significaban que otra vez estriamos incomunicados.

Un fin de semana antes del regreso de mi novio al colegio, llegue a mi casa un tanto ansioso. No esperaba el momento en que esos tres días pasaran volando y llegara el lunes. Quería verlo, quería besarlo, quería abrazarlo, poder sentir su piel, lo necesitaba tanto que creía que me volvería loco. Tenía tantas palabras reprimidas, tantas expresiones de afecto guardadas, que no aguantaba las ganas de tener a David entre mis brazos y hacerle todo lo que deseaba. Ese mes había sido lo peor, no verlo fue un golpe muy fuerte, más de una vez creí que no soportaría, pero por suerte pude mantener mi promesa de no decaer. En esas semanas había comprendido que en verdad amaba profundamente a David y que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por estar a su lado. No sé si estaré sonando cursi, pero así me sentía, perdidamente enamorado.

Ese fin de semana fue el más largo de toda mi vida. Literalmente conté las horas que me faltaban para ver a David. El lunes estaba más temprano que de costumbre en la entrada del colegio, ansioso, nervioso y sobre todo deseoso. No paraba de mirar mi celular una y otra vez, por un momento llegue a pensar que mi celular se había detenido.

Miraba por enésima vez mi celular cuando vi llegar el auto del señor Alberto, el padre de David. Mi primer instinto fue apartarme lo más rápido posible de la entrada. Por lo que sabía, el señor Alberto me odiaba y me consideraba uno de los causantes de que su hijo fuese homosexual, nada más alejado de la realidad. Vi cómo se bajó primero el señor y tras el se bajo David, estaba guapísimo, no si era el efecto de no haberlo visto por largo tiempo pero lo veía más apuesto que nunca. Ambos entraron al colegio bajo la mirada de muchos, algunos curiosos por ver a nuestro compañero después de tanto tiempo y otros extrañados por ver a aquel señor en las instalaciones del colegio. Hecho muy inusual dado que mi novio no causaba problema alguno. Sin dudarlo dos veces los seguí, de pasillo en pasillo, hasta llegar a la oficina de la directora. De allí no supe más. Pude haberme quedado pero el timbre de entrada frustró mis planes.

DAVID

Podía escuchar la conversación de ambos a pesar de sus esfuerzos por bajar la voz. Mi padre le estaba pidiendo a la directora que fuese su especie de informante, que ante cualquier irregularidad que viese se la informara de inmediato, ya que había descubierto que por causas de malas influencias me estaba convirtiendo en alguien irresponsable y rebelde. A esto la directora respondió diciendo que yo seguía siendo un excelente alumno, que mis calificaciones no habían bajado y que seguía siendo educado ante mis profesores, pero mi padre se las ingenió de persuadirla con el pretexto de que era en mi comportamiento donde se reflejaban los cambios, de modo que la directora aceptó ser la informante de mi padre y prometió involucrar a sus profesores más allegados. Todo, con tal de ayudar a que uno de los mejores alumnos que tenía el colegio no se descarriara.

<< -Gracias por todo directora- escuche decir a mi padre.

-No hay por qué darlas señor García, sabe que aquí estamos a sus servicios, todo con tal de brindarle una educación de calidad a nuestros jóvenes. Descuide que nosotros cuidaremos de David- dijo la diplomática mujer.

-Eso espero. Y antes de irme quisiera advertirle sobre uno de sus alumnos y quien quisiera mantener alejado de mi hijo-.

-¿Quién es?-.

-Fabián Cascante, ese chico ha sido uno de los causantes de la repentina rebeldía de mi hijo y quisiera que estuviese distanciado-.

-Me sorprende el comentario, ya que el chico últimamente ha demostrado un gran interés por los estudios, pero veré que puedo hacer por usted-.

-Una vez más gracias señora directora-.>>

Mi padre salió de aquella oficina con una cara de triunfo. Había logrado su cometido. Arruinar mi vida.

-Ahora si David, a partir de hoy si no aprendes a comportarte como un verdadero hombre te pesaran las consecuencias. Cómo veras, seré informado de cada paso que des cuando yo no pueda vigilarte, así que ten por seguro que sabré cuando, donde y hasta con qué frecuencia respiras. Por lo que espero y no te equivoques- estas palabras me las dijo mientras me acompañaba hasta mi salón, cuando estuvimos frente a la puerta me dio una palmada en la espalda en señal de despedida y se fue dejándome allí solo.

Suspiré intentando enfundarme de valor. Por suerte la profesora de inglés no puso objeción por mi retraso, pues la directora le había informado de la reunión que había tenido con mi padre fue la causante del retraso. Lo primero que hice fue ir rápidamente hasta donde estaba Rebeca, le di un fuerte abrazo. A su lado estaba él… mi novio. Me miraba con una sonrisa de oreja a oreja, estaba más apuesto que nunca. No dude en abalanzarme sobre él y darle un fuerte abrazo.

-No sabes cuánto te extrañe- me susurró al oído.

-Yo también te extrañe- le respondí.

Antes de que nos llamaran la atención y sobre todo de despertar sospechas, me senté en medio de ambos, quedando a mi derecha Fabián, quien no dudo en tomarme de la mano por debajo de las mesas. Estábamos en los últimos puestos así que nadie se daría cuenta. Y así nos mantuvimos por el resto de la clase mirándonos uno al otro. Como intentando reconocernos de nuevo y grabar en nuestras mentes el rostro del otro. ¡Por Dios! Como lo quería. Si, lo quería. Ese mes me había servido para darme cuenta que en verdad quería a Fabián y no estaba seguro pero creía que lo estaba comenzando a enamorar. Una vez culminó la clase Fabián me soltó, más por obligación, que por que quisiese hacerlo, si hubiese sido por los dos jamás nos hubiésemos soltado.

-Bueno, yo los dejo solos. Creo que tienen bastante de que hablar- dijo Rebeca mientras recogía sus cosas y se marchaba, dejándonos a solas.

-Ven conmigo, acompáñame- dijo Fabián mientras me pasaba uno de sus brazos por detrás de mí cuello. Le hice caso y le seguí. Me llevó al lugar de siempre, a aquel árbol del jardín trasero, nuestro lugar. Y sin mediar palabra se abalanzo sobre mí para besarme. El contacto fue sorpresivo pero bienvenido de mi parte, llevaba tanto tiempo sin probar aquellos labios que aquel beso me sabia a gloria. Sus labios se movían con fuerza, con furia, con desespero. Podía sentir su necesidad con cada movimiento que daba. Misma necesidad que me invadía a mí. Sin pudor me deje llevar por aquel acto y por las emociones que sentía en ese instante. Por lo que no dude en acariciarlo y abrazarlo, necesitaba sentir de nuevo su cuerpo, sus músculos. Necesitaba sentir la firmeza y la suavidad de su piel, lo necesitaba a él. Nuestro beso se fue prolongando por bastante tiempo, ya nuestras lenguas habían entrado en el juego hacía ya bastante, las cuales no se cansaban de moverse en la cavidad bucal del otro. Mientras más se rozaban, más deseo sentían de seguir aquel juego tan excitante.

  • Te amo- fue lo que alcanzo a decir Fabián, en un momento donde logró separar lo suficiente sus labios como para pronunciar una palabra coherente.- No sabes… cuánto… me hiciste falta-siguió diciendo- te amo David… te amo-.

-Y yo ti mi amor… yo también te amo Fabián- le confesé uniendo nuestras frentes- Te amo-.