Destinados. Capítulo 12: Celos

...-¡Déjame! Le voy a enseñar a este a no meterse con lo ajeno- fueron las únicas palabras dirigidas a mí en ese momento...

Hola de nuevo… Bueno ya llegamos al capítulo 12, cada vez la historia se va complicando, pronto la trama dará un vuelco que cambiara mucho el panorama, pero no les revelo mucho, no quiero dañarles la sorpresa. Quiero agradecer a todos los que han estado al pendiente de mis relatos en los últimos días por email: Alejandro, Adrián, Marino, Omar, Gilberto, Freddy, Luis, Ever, David, Marco, Mahoney, Rogelio, Ángel, Aron, Rubí, Vidal… si olvido alguno perdóneme. También agradezco a todos los lectores anónimos por seguir leyéndome.

Quiero informarles que la próxima semana comenzaré la universidad de nuevo; ya culminaron mis vacaciones. Por lo que no publicaré tan frecuentemente, despreocúpense no me desapareceré, ya adelante varios capítulos, pero me falta pulirlos y con el poco tiempo que tendré ahora, se me hará un poco complicado mantener el ritmo, pero no dejare de publicar. Aunque en estos momentos este un poco con los ánimos bajos, sé que tengo un compromiso con ustedes… Sin más que decir, disfruten el capítulo…

Derek W. Johnson

Destinados. Capítulo 12: Celos

REBECA

-¿Este sábado?- pegunte algo dubitativa.

-Sí, solo tú y yo ¿Qué te parece?-.

-Mmm- lo estaba pensando- ¿Y qué le diré a mi madre?-.

-La verdad, que vas a la playa conmigo- dijo Esteban- Además, si quieres suspendo el alquiler de la cabaña y nos regresamos el mismo día-.

-Creo que esa es una mejor idea… no creo que mi madre me deje ir un fin de semana entero para la playa con un chico. Se escandalizaría- levante mi mirada para ver esos ojos tan bellos. Nos encontrábamos sentados en una de las sillas de la cafetería, esperando la próxima clase.

-Entonces pide permiso solo para ir el sábado. No me quiero ganar un pleito con mi suegra, que por cierto anhelo conocer-.

-Sí, creo que ya es hora. Perdona si no te he presentado antes, lo que pasa es que quería esperar a comprobar si nuestra relación seria formal o un noviazgo de momento-.

-¿Y qué comprobaste…?- me sonrió pícaramente.

-Que es formalísima- le respondí al con el mismo gesto.

Él tenía razón ya era tiempo de presentarlo ante mi madre, sin embargo otra de las razones por la que no lo había hecho era por lo dramática y sobreprotectora que era. Nunca le había presentado mis novios por miedo a que los espantara con su actitud. No obstante todos esos noviazgos fueron de menor importancia, eran solo atracciones de momento. Ahora en verdad estaba enamorada. Esteban se estaba convirtiendo en alguien verdaderamente importante para mí y quería comenzar todo con buen pie y por el buen camino, así que era muy importante para mí que ella aceptara mi noviazgo con Esteban.

-¿Qué te parece si la conoces mañana? ¿Una cena estaría bien?- le pregunté.

-Sería estupendo, así aprovecho la oportunidad para pedir permiso en tu nombre-

  • Bueno, entonces mañana a las siete ¿te parece?- el asintió.

En ese instante el sonido del timbre interrumpió nuestra plática. Irremediablemente debíamos entrar la siguiente clase. Se trataba de biología, impartida por una vieja amiga la profesora Gloria. Ella fue la persona del colegio que más nos apoyó cuando sucedió todo lo de Armando y la hacienda. La profesora Gloria fue quien se encargó de velar por la defensa de mi amigo y busco la forma de que la justicia cayera sobre los responsables, sin embargo esto último se le escapó de las manos. Los millones y las influencias del padre de Armando pudieron más.

Después de aquel infortunado incidente ella se convirtió en nuestra mejor amiga en el colegio, poniéndose a nuestra entera disposición en todo lo que necesitáramos. En sus clases no me aburría, ni siquiera en días como los que no esperaba la hora de salir huyendo de aquella institución.

-A ver chicos, alguien ha escuchado alguna vez la palabra Fenotipo - se encontraba parada al lado de su escritorio. Hubo un silencio largo antes de que alguien se atreviese a levantar la mano. El primer paso lo dio Ariadna- ¿Tiene que ver con Fenología?- pregunto la chica más por adivinar que por tener alguna idea de lo que se preguntaba.

-No- la profesora frunció el ceño extrañada por la respuesta- ¿Alguien más?- en vista de ningún otro voluntario se decidió a seguir hablando- El fenotipo  es la expresión física de la carga genética de un individuo…- vamos anoten. Todos rápidamente abrimos los cuadernos para comenzar a escribir- esta expresión puede ser de carácter dominante o de carácter recesivo- pausó- Ahora ¿a quién se le es transmitida una carga genética?- de nuevo esperaba una respuesta.

-¿A la generación de descendientes?- se escuchó decir a un no muy seguro Roberto, uno de nuestros compañeros.

-Correcto, y esta generación de descendientes es denominada generación filial. Ahora- se volteó para sentarse de nuevo en su escritorio- antes de continuar la clase anoten los siguientes términos que deben investigar para la siguiente clase- en ese momento se escuchó un unísono quejido. Ella obvio las lamentaciones y procedió a dictar- Gen, Cruce, Monohibrido, Carácter Dominante, Genotipo, Herencia, Genética…- fueron alrededor de treinta términos-…Híbridos, Alelos y…- busco en la hoja que leía- Progenitores. Todo eso investigado en su cuaderno para la semana que viene. Y deben investigar muy bien cada termino ya que tendremos un examen escrito con respecto este tema- de nuevo se oyó el quejido de todos- ahora saquen su libro y ubíquense en la página veintitrés, en el título “Leyes de Mendel”-.

Durante el trascurso de la mañana escuchamos el relato acerca de la biografía de Gregor Johann Mendel personaje de la historia que alcanzo; a través de sus trabajos, implantar las leyes que hoy rigen a la genética. De esto y mucho más se trató la clase de esa mañana nublada. A pesar de que era responsable con mis estudios, no podía evitar sentirme agobiada con tanto libro e información, a veces deseaba salir huyendo y olvidarme de todo.  Pese a ello no me aburrí en absoluto durante esas horas. Nunca lo hacía en la clase de la profesora Laura. Era necesario reconocer que la mujer tenía talento para la educación, dado que muchos de nosotros nos prestábamos atentos ante sus argumentos.

El final de la clase se dio con el sonido de la campana que marcaba la salida. Y como siempre el salón se convertía en un caos. Busque a David, lo vi hablando con Fabián, por lo que preferí esperarlo afuera antes de interrumpirlos en su plática.

-Al parecer tu amigo y Fabián ahora son grandes amigos- comento mientras caminaba junto a mí.

-Parece que sí. Pero no veo nada malo en ello ¿Tu si?-.

-En absoluto. Cada quien es libre de escoger sus amistades. Sin embargo es extraño que verlos juntos, pues no creo que tengan mucho en común. La personalidad de Fabián es muy explosiva y alocada muy distinta a la de David-.

-Tienes razón, pero a veces la vida no se rige por reglas- dije encogiéndome de hombros.

En la salida me costó despedirme de Esteban. El insistía en acompañarme hasta mi casa o por lo menos hasta la parada de autobuses. No obstante quería pasar esa tarde con David, pues el tiempo que pasábamos juntos se reducía cada vez más y no quería eso. Así que con dificultad acabe por despedirme de Esteban. Una vez se fue, me senté en uno de los asientos del patio central a esperar a que David saliera en algún momento.

Mientras esperaba saque mi celular para entretenerme, los juegos de aquel aparato siempre me distraían. Busque en el menú de juegos y elegí el primero que vi. En un principio se me hizo difícil jugar, no estaba familiarizada con el juego, sin embargo lentamente fui captando la las técnicas para no ser eliminada a cada cinco segundos y acabe dominándolo.

-¿Te diviertes?- escuché a mis espaldas. La voz se me hacía conocida. Voltee a verlo.

-¿Santiago?- estaba extrañada por verlo allí- ¿Qué haces aquí?-.

-No sé, quizás una locura… pero necesito hablar contigo. Eres mi última esperanza- se sentó a mi lado y bajo la cabeza.

-Última esperanza  ¿de qué hablas?-.

Suspiró antes de contestarme- Quizás lo que voy a decir te suene loco y estúpido o tal vez lo veas como una mentira, pero es la verdad.  Estoy enamorado de David- me miró- necesito de tu ayuda-.

No conteste. Solo le mantuve mirada sin expresión alguna.

-¿No vas a decir nada?- me seguía mirando.

-A ver - me voltee completamente hacia él- ¿Pretendes que te crea esa mentira cuando estas esperando un hijo de tu novia?-

-En primer lugar, aunque no lo creas, es verdad que lo quiero y no sabes cuánto- pausó- En segundo lugar, lo del hijo es pura mentira. Ella me mintió, ese bebe no es mío- note un pequeño resentimiento en sus últimas palabras.

-¿Qué?... ¿intentas decirme que…?-.

-Que Narissa me engañó como a un imbécil- me interrumpió- al parecer le fue fácil hacerlo-.

-Esa si es una verdadera sorpresa. Sabía que no era una santa, pero no pensaba que podía llegar a tanto-.

-Yo también pensaba lo mismo y al igual que todos me equivoque-.

-Lo siento por ti pero ¿A qué viene todo esto?- seguía confundida acerca de sus intenciones.

  • Que ahora tengo el camino libre para conquistar a David. Antes no tuve las agallas para decirle lo que sentía… pero ahora estoy dispuesto hacerlo. Pero antes quiero comprobar lo que presiento y tú eres la más indicada para hacerlo- pensó por un segundo- ¿él me quiere?-.

Hubo un breve silencio antes de mi respuesta- creo que eso es algo que le corresponde a él decírtelo-.

-Lo sé, pero siempre huye de mí-.

-¿No te has puesto a pensar que esa actitud responde a como lo han tratado?-

-No entiendo de que me hablas- se veía confundido. Quizás en verdad fuese posible que el no supiese nada de lo que hablaba y todo hubiese sido otra artimaña más de Narissa.

-Mira, yo no soy la indicada para decirte esto pero él ha sufrido mucho por ti- iba a interrumpirme, pero le respondí de inmediato- si él te quiso. Sin embargo tu novia se encargó de dejarle en claro que jugarías con él y que solo te acercabas a él por interés- se quedó callado, en vista de la situación proseguí- Él ha sufrido bastante ya, así que enterarse que el chico de quien estaba enamorado no lo quería e iba a tener un hijo, fue algo difícil de digerir para él. Sin embargo no todo ha sido dolor, gracias al destino Fabián apareció en su vida y lo ha ayudado a sanar. Gracias a él, David ha cambiado y ha dejado de ser el chico triste que siempre fué-.

-Rebeca yo no…-

-No me interesa saber si estabas al tanto o no de todo esto. Lo que me importa es que no quiero que le sigas haciendo daño del que ya le hiciste-.

-Rebeca, yo lo amo… sé que suena un locura pero es verdad- su voz sonaba suplicante.

-Quizás lo ames, pero ese amor ha servido solo para causar sufrimiento y para mí eso no es lo que debería causar el amor. El amor origina alegría, felicidad, no tristeza y dolor-.

De nuevo se quedó sin pronunciar palabra. Se veía un tanto pensativo.

-Creo le harías menos daño si te alejas de él- me levante del asiento. Estaba un poco sorprendida. No sabía si fueron correctas mis palabras, pero en el fondo creía que eran las más adecuadas, era mejor para David pasara la página olvidara todo lo que tuviese que ver con Santiago. Era lo más sano.

DAVID

En esos momentos no sabía que pensar. ¿Qué buscaba en realidad Santiago? ¿Por qué tanto interés en acercarse a mí? no entendía la causa de su repentina cercanía. Y tampoco estaba dispuesto a comprobarla. Ya tenía suficiente con lo que había vivido, de modo que me alejaría por completo de él. Intentaría borrarlo de mi mente de una vez por todas. Me concentraría en mi relación con Fabián, eso me ayudaría a olvidar. Junto a Fabián tenía la esperanza de encontrar la felicidad que tanto anhelaba, solo sería cuestión de tiempo para que lo amara profundamente igual que él me amaba. Que no solo eran palabras sino también hechos que me lo comprobaban día con día. El si me quería en verdad.

-¿Puedes explicarme que significa lo que acabo de ver?- se veía más serio de lo normal.

-No puedo-.

-¿Por qué? ¿Qué te lo impide?-

-Fabián ni yo mismo sé que significo. No sé qué busca Santiago, ni tampoco me interesa saberlo. La única explicación que te puedo dar es que llegaste justo antes de que alcanzara a soltarme-.

Aún tenía un gesto serio en su rostro.

-Por favor cálmate- volví a hablar. Esta vez me acerque a él - no te pongas así- lo abrace.

-Perdóname, pero es que… no lo puedo evitar. Tengo miedo- me hizo que lo viera- tengo miedo de perderte -desvié mi mirada de inmediato, no quería verlo a los ojos. Repose mi cabeza en su pecho e intente hundirme en él. Sabía de lo que me estaba hablando. Él sabía que yo estaba intentado olvidar a alguien más o por lo menos lo intuía, esa era la razón de sus palabras.

*<<<

Esa tarde la decidí pasar junto a Fabián, lo que significo rechazar la invitación de Rebeca. Para mí era más importante Fabián. Lo mínimo que se merecía era que le demostrara que lo quería también. Rebeca también era importante, sin embargo ella entendía la situación.

Pensaba que Fabián planearía para esa tarde alguna actividad donde pasáramos tiempo solos. Pero para mi sorpresa solo me pidió que fuésemos juntos al gimnasio, no era algo del otro mundo…  igual acepte, llevaba varias semanas sin ir. Pero me pareció extraño en él.

Eran las tres de la tarde cuando llegamos a recinto. Mostré mis credenciales y entre sin contratiempos. En cuanto a Fabián, él tuvo que tramitar todo para hacerse miembro del gimnasio, así que se retrasó en la entrada por unos cuantos minutos. Yo decidí adelantarme y esperarlo adentro. Camine hasta los cambiadores; los que se encontraban relativamente solitarios, entre sin ningún apuro y procedí a cambiarme. Cinco minutos después ya estaba listo, en ese mismo instante entro Fabián, coloco sus cosas en uno de los bancos y comenzó a desvestirse. Su rostro seguía serio.

-¿Sigues enojado?- pregunte.

  • No, solo es el cansancio que me tiene así- contesto mientas dejaba se desabrochaba los pantalones.

Sabía que me estaba mintiendo. Aún seguía enojado, pero era incapaz de decírmelo. No lo culpaba, ya que, yo estaría igual que el si me encontrara en la misma situación. Pero no podía evitar sentirme incómodo. El continuó desvistiéndose, para luego ponerse un short y una franelilla blanca. Acomodo todo en su bolso, saco su botella con agua, y lo guardo en el compartimento del casillero que le habían asignado.  Me lanzo una mirada como dándome a entender que ya estaba listo… me levante y lo acompañe hasta la puerta.

-¿Qué tienes planeado hacer?- me pregunto mientras salimos de los cambiadores.

-No sé- me encogí de hombros- creo que cualquier cosa vendría bien… pues tengo más de dos semanas que no pongo un pie en este sitio-.

-Bueno… ¿qué tal si hacemos algunos ejercicios para pectorales?-asentí en señal de respuesta.

Fuimos hasta las máquinas de pectorales e hicimos las series correspondientes. También complementamos con algo de pesas para generar un mayor y adecuado trabajo de los músculos. Cuando termine, me encontraba exhausto, las breves vacaciones que me tomé me habían afectado. Fabián quería que fuésemos hasta las mancuernas y continuáramos con los ejercicios para bíceps, pero me negué. Le dije que si quería continuar que lo hiciera, mientras tanto yo estaría en las caminadoras corriendo un rato.

Me dirigí hasta la zona de las máquinas para cardiovascular y me subí en una que se encontraba libre, casualmente la maquina estaba posicionada de tal modo que podía ver a Fabián llevando a cabo sus series de bíceps, se encontraba al frente del espejo mirándose mientras ejecutaba el ejercicio. En un momento dado se percató que lo estaba mirando, me vio a través del cristal, y solo me dedico una breve sonrisa. Se podía notar que aún estaba serio. Durante toda la jornada de entrenamiento lo note pensativo y aún seguía así.

Claramente entendía que podía estar celoso por la escena de la mañana. Pese a ello, eso no era motivo para que agarra un coraje de esas dimensiones. Era normal que sintiese miedo de perderme y se encontrase algo pensativo. Mas sin embargo el estado de desconexión total en el que se encontraba, la tensión de su mandíbula y cada una de sus actitudes, eran reacciones exageradas. Me parecía una exageración de su parte. Tenía el presentimiento que su enojo era por algo más.

Salí de mis cavilaciones mentales y me concentre en el ejercicio. Trote por alrededor de treinta minutos… me sirvió para liberar tensiones y relajarme un poco. El ejercicio siempre me ayudaba. Al terminar, camine directo hacia los cambiadores, antes de entrar pude ver a Fabián concentrado en su rutina de ejercicios así que decidí no interrumpirle. Ya me alcanzaría después. Entre a un área relativamente sola. Caminé hasta mi casillero, deje mis cosas en uno de los bancos y comencé a quitarme la ropa sudada.

-¿Eres nuevo aquí?- escuche a mis espaldas. Volteé de inmediato. Se trataba de un chico que laboraba en el trabajo de mi padre. No lo concia, solo lo había visto un par de veces. Era muy guapo para ser sincero, de un metro setenta diría yo, musculado, pelo entre castaño y rubio, de piel clara y con una combinación de facciones finas  con rudas en su rostro, haciéndolo ver tiernamente apuesto.

-¿Disculpa?- me coloque la toalla rápidamente, a pesar de que me encontraba en bóxers igual me sentía incómodo.

-Que, si eres nuevo por aquí. Llevo alrededor de dos semanas desde que me inscribí y hoy es la primera vez que te veo - dijo.

-¿Tu eres…?- fingí demencia.

-Eduardo, mucho gusto. Disculpa por no haberme presentado- me tendió la mano- trabajo con tu padre-.

-Mucho gusto- le estreche la mano- sabía que te conocía pero no recordaba de dónde. Además, nunca había escuchado tu nombre-.

-Sera porque nunca nos han presentado. Sin embargo yo he escuchado bastante sobre ti. Tu padre se ha encargado de divulgar en la oficina que eres el mejor de los hijos-

Solté una leve carcajada por su comentario- Sí. Lamentablemente él es así-.

El rio también conmigo-Entonces ¿eres nuevo en el gimnasio?-

-No- negué con la cabeza- llevo bastante tiempo viniendo, pero este último mes se me ha hecho imposible asistir, por el comienzo de las clases y todo eso...-.

-¿Y cómo te va en este nuevo año? Por lo que escuche eres el mejor de tu grupo ¿No?-

-Sí, aún sigo ostentando ese título- dije en tono burlón- las clases no han sido tan fuertes como yo las esperabas para ser el último año de bachillerato- conteste- ¿y tú, que tal vas en el trabajo?-.

-Bien, no me puedo quejar. He aprendido bastante. En una institución bancaria siempre se aprende- se sentó y comenzó a quitarse los zapatos.

-Eso es lo importante…- se cayó  mi toalla-…aprender- me agache para recogerla, al igual que él. Sin pensarlo, en menos de dos segundos nos encontrábamos de cuclillas intentado levantar la prenda- tranquilo yo puedo recogerl…- no pude terminar de hablar, pues un segundo después el chico había desaparecido de mi cara. Tarde varios segundos en reaccionar, tratando de asimilar lo que pasaba. Gire mi mirada hacia una de las esquinas, los vi tirados en el suelo. Fabián estaba encima de Eduardo sosteniéndolo del cuello de su franela mientras el intentaba zafarse buscando esquivar los golpes del moreno.

-¿Qué intentabas hacer? ¡¿Ah, dime?!- dijo estando encima de él aun.

Me levante lo más rápido que pude y me tire sobre Fabián. Primero lo tome por uno de los brazos se zafo de inmediato- ¡Déjame! Le voy a enseñar a este a no meterse con lo ajeno- fueron las únicas palabras dirigidas a mí en ese momento. Podía percibir la ira que lo poseía. No obstante eso no fue impedimento para que me abalanzara de nuevo sobre él, estaba decido a separarlos. Pase mis brazos por su cintura e intente halarlo, en un primer momento se resistió, pero no lo deje que ganara. Forcejeé con él por unos segundos, no se quería dar por vencido, pero al final fue cediendo. Mientras lo arrastraba lejos de Eduardo, Fabián se retorcía como un desquiciado intentado soltarse y lanzarse de nuevo sobre el rubio.

-¡Suéltame David!- intentaba mover mis brazos de su cintura pero no se lo permitía.

  • ¡Te voy a soltar cuando te calemes!- casi le grite. Siguió retorciéndose entre mis brazos en vano, pues no pudo soltarse. Mientras pasaban los minutos pude ver como su respiración iba disminuyendo en intensidad, al igual que sus intentos por escapar, llegando a un punto en donde se quedó prácticamente inmóvil. Cuando sentí que estuvo sereno lo solté.

-¿Ya? ¿Te calmaste?- le pregunte mientras lo soltaba.

No respondió. Solo mantenía una mirada llena de desprecio hacia Eduardo.

-¿Qué te pasa?- le volví a preguntar, pero de nuevo no contesto- mírame- le tome del mentón- ¿Qué te pasa? ¿Qué significa la locura que acabas de armar? ¿Me lo puedes explicar?-

-Explícamelo tú, que no te puedo dejar solo por tan solo diez minutos porque te encuentro en situaciones como esta- dijo amargamente.

-¿Qué estas insinuando? ¿Qué tengo algo con este tipo? Por favor Fabián no delires, lo acabo de conocer-

-Pues no parecía- replicó.

-¿Sabes qué? Tus celos ya me tienen harto- lo deje solo y camine hasta las duchas.

Me estaba cansando de su actitud, comprendía los celos, pero ya estaba exagerando con sus reacciones. Preferí retirarme antes de decir algo de lo que me arrepintiera, pues estaba muy enojado. Entre en el primer cubículo de las duchas que vi, abrí la llave y me quede allí, bajo el agua. Intentando relajarme y que el líquido se llevara todo el coraje que sentía. Mi baño duro alrededor de veinte minutos. Cuando salí de la ducha, vi a un Fabián metido en sus pensamientos. Estaba en el banco puesto frente a mi casillero, con la mirada fija en el suelo, la que ni siquiera levanto cuando noto mi presencia. Así que le di la espalda y procedí a sacar mi ropa y vestirme lo más rápido posible.

-¿Sabes porque estoy así?- me volteé desconcertado por su pregunta- porque tengo miedo de que me dejes y corras hasta los brazos de Santiago-.

Me quede completamente mudo.

-Si- continuó- sé que estás enamorado de él, lo sé desde hace bastante tiempo-.

-Fabián…-

-No me des explicaciones, no te las estoy pidiendo. Solo quiero que sepas que te amo, sin embargo no te obligaré a que estés conmigo a la fuerza-.

-Fabián- me agache frente a él y le levante el rostro, lo mire por unos segundos intentando transmitirle con mi mirada lo que quería decirle- quiero estar contigo, créeme. Tú, has sido la única persona que me ha hecho sentir querido y eso te lo agradezco-.

-Pero no me amas-.

  • No estés tan seguro de esa respuesta porque ni yo mismo la tengo- me miro extrañado- Fabián, en este poco tiempo que llevo contigo, me he dado cuenta de las emociones tan fuertes que me invaden cada que estoy cerca de ti que no sé, si en verdad me estoy enamorando-.

Después de lo que dije solo me miro por varios segundos, hasta que yo rompí el contacto visual para abrazarlo. Lo abrace muy fuerte, manteniendo ese contacto por un momento muy largo, sin importar que alguien nos viera. Pero tuvimos suerte, extrañamente nadie entró.

Cuando estuvimos vestidos salimos de aquel establecimiento. Caminado uno juntos hasta el centro de la ciudad donde se encontraba la parada de autobuses. Fabián caminaba con su brazo por detrás de mí cuello.

-¿Cómo hiciste para que tu padre te dejara salir hoy?- me preguntó.

  • En realidad quien me dejo salir fue mi mamá.  Al parecer el coraje se les ha bajado un poco, o quizás hoy se levantó con el pie derecho. Qué se yo. El punto es que hoy note a mi madre un poco menos a la defensiva conmigo-.

-¿Y no te han vuelto a preguntar por la noche que no amaneciste en casa?-.

-Lo han hecho un montón de veces, pero aun no doy mi brazo a torcer-.

Seguimos hablando hasta llegar hasta la parada de autobuses. Conversarnos por largo rato, como siempre de cualquier tema que se nos ocurriese. Cuando llego mi autobús, intente despedirme de él, pero no hallaba como hacerlo, pues un apretón de manos; que es el gesto con el que normalmente se despide los amigos, se me hacía muy simple, ya que él no era mi amigo, era mi novio. Quería besarlo, pero me tuve que conformar solo con un fuerte abrazo.