Destinados. Capítulo 11: La verdad

-¡¿Amor?! Por favor no me hagas reír- se volteó de nuevo- si verdaderamente amas a alguien no le mientes de la manera tan descarada como lo hiciste tu-.

Hola a todos, bueno ya llegamos a la entrega 11, espero les guste. En este capítulo habrá revelaciones… Como siempre espero sus comentarios tanto por aquí como por email. Quiero darle las gracias a todos los lectores que siempre están pendiente de mis relatos y se contactan a menudo por email, de verdad valoro muchísimo sus comentarios. Ahora no les quito más tiempo, los dejo con el relato…

Derek W. Johnson

Destinados. Capítulo 11: La verdad

NARISSA

Mi cabeza estaba a punto de exportar por el dolor que estaba sintiendo en ese momento. Esa mañana no me había despertado muy bien. Una pequeña jaqueca fue la que me dio los buenos días, a la cual se le sumaba el estrés, el miedo y el nerviosismo de los que era víctima. No encontraba manera para inventar una excusa y así no asistir la dichosa cita con el ginecólogo. Ya habían pasado más de una semana desde que Santiago la había pedido. Ninguno de mis peros logró detenerlo en su afán de ir al médico.

Cada vez me sentía peor sentada en aquella pequeña sala de estar. Ni siquiera la revista que estaba leyendo alcanzaba a calmarme. Ningún artículo de chismes o de nuevas tendencias de la moda lograba captar mi atención. Mi mirada se mantenía fija en la puerta de la sala de consultas, expectante al momento en que se abriese. Dentro de mi existía una esperanza de que nunca lo hiciera, de que se mantuviese cerrada por siempre, o que por alguna extraña razón la mujer que acaba de pasar estuviera allí dentro por el resto de la mañana y así aplazarían mi consulta para otro día. Pero ninguna de las dos ocurrió, los minutos pasaron y la puerta se acabó abriendo.

Respire hondo cuando el medico nos hizo la señal de que pasáramos. Podía sentir el sonido de mi corazón en mis oídos, y lo espesó de la saliva en mi garganta. Con cada paso que daba sentía mi fin más cerca. Con cada centímetro más cerca de la puerta, estaba más cerca de que mi historia se desbaratara por completo.

Mire a Santiago, estaba serio, más que de costumbre. Pero igual se veía guapo, muy guapo. Por eso me había enamorado de él, por lo irresistible que era. Lo quería y mucho, por eso estaba haciendo eso, por él había mentido, todo era por él. Pues que mejor regalo que un hijo. No importaba que no llevase su sangre. Un padre no es quien engendra si no quien cría, y quien quería para que criase mi hijo era él, nadie más.

Al llegar hasta la puerta, el medico muy amablemente nos invitó a pasar. No sé por qué pero esa amabilidad la odiaba, o mejor dicho lo odiaba a él, a pesar de que no lo conocía. Tal vez era porque ese hombre se encargaría de desbaratar mi felicidad a través de las palabras que diría.

Se sentó en su escritorio, y abrió los exámenes que me había realizado días anteriores en el mismo sitio. Pues para abrir un expediente necesitaba la prueba de embarazo, y dado que destruí la primera, tuve que hacerme una segunda. Saco la hoja del sobre y comenzó a leer con detenimiento los resultados.

-Al parecer  es un hecho que estás embarazada- dijo el hombre.

-Que sorpresa- comente con algo de ironía.

-Ahora vamos  proceder a realizarte la ecografía. Pasa por aquí- me señalo la puerta del baño. Pase con algo de timidez – quítate el bracier y la blusa, y cuando termines ponte esto- me tendió una tela azul, parecía una especie de blusa, esta serviría para cubrir la parte superior de mi torso.

Al momento que estuve lista salí y me recosté en la camilla. Estaba más asustada que nunca. Mis manos estaban temblando y sudando a la vez, y mí respiración estaba agitada. Santiago apretó mi mano en señal de apoyo - tranquila, no te va  a doler- dijo el médico en vista de mi estado de pánico.

Se sentó en la silla puesta a un lado de la camilla, busco un gel y lo roció por todo mi abdomen. Una vez culmino, comenzó con la ecografía.

-Ahora vamos a buscar al bebe- su comentario fue un tanto gracioso, no obstante el ambiente estaba tan tenso que nadie hizo ningún gesto ante las palabras- Al parecer todo está en orden, la morfología del feto no tiene anomalías, sus extremidades están bien al igual que sus órganos, su corazón late fuerte… ¿Lo quieren escuchar?- ambos afirmamos.

Fue hasta el monitor y pulso uno de los tantos botones de lo que parecía ser un teclado, movió algunos interruptores y un segundo después la habitación estaba inundada por un sonido rítmico, el cual parecía ir de prisa.

-¿Porque se escucha tan rápido?- pregunto Santiago.

-En esta etapa del embarazo es normal que el corazón suena tan acelerado. Ya a medida que embarazo vaya transcurriendo los latidos irán bajando en intensidad- retiro el aparato con el que recorrió todo mi abdomen.

-¿Podemos saber el sexo del bebe?- pregunto Santiago una vez más.

-No, aún es muy pronto. Con cinco semanas de embarazo es prácticamente imposible descifrar el sexo del bebe…-

-¡Un momento!... creo que se equivocó. Narissa no tiene cinco semanas, tiene tres meses- le interrumpió Santiago.

-Creo que el equivocado eres tú. Según la morfología y las dimensiones del feto, ella tiene cinco semanas- replico el médico.

-¿Esta seguro?-

-Completamente- dijo el hombre.

En ese momento desvié mi mirada por la ventana. Podía sentir su mirada inquisidora en mi cuello. No hacía falta que me volteara para saber qué tipo de mirada poseía su rostro. Una pequeña lágrima se escapó por la comisura de mi ojo derecho, la limpie de inmediato. Un par de segundo después, escuche un fuerte azotazo de la puerta de aquella habitación, fue allí cuando me di cuenta que Santiago se había marchado.

Lo más de prisa que pude me pare de la camilla y corrí hasta el baño. Todavía tenía tiempo para alcanzarlo. Estuve lista en menos de un minuto, con lo que salí rápidamente, tire el pago de la consulta en el escritorio del médico y salí corriendo de aquel lugar. Corrí hasta el ascensor, que por suerte acaba de abrir. Cuando estuve abajo camine lo más deprisa que pude hasta la puerta, al estar afuera puede visualizar a Santiago tratando de llamar a un taxi, pero fui hasta el para impedírselo.

-Santiago… espera- estaba sin aire.

-¡Déjame en paz!- grito.

-Santiago déjame explicarte…-

-¡¿Qué me vas a explicar?! -Me tomo del brazo- ¿qué me mentiste? ¿Que pretendías hacerme creer que soy el padre de tu hijo? ¿Qué te acostaste vaya a saber con quién?- me miraba con ira- ¡vamos habla!-

-Me estás haciendo daño- intente zafarme.

-Más daño me haces tú- susurro mientras me soltaba y me daba la espalda.

-Santiago lo hice por amor-

-¡¿Amor?! Por favor no me hagas reír- se volteó de nuevo- si verdaderamente amas a alguien no le mientes de la manera tan descarada como lo hiciste tu-.

-Cuando estas a punto de perder eres capaz de hacer eso y mucho más- intentaba ser lo más sincera posible.

-Pues una vez más te equivocas, porque no pierdes algo que nunca fue tuyo-.

-Claro que si fuiste mío. Tú me querías-.

Se quedó en silencio por un par de segundos, pensativo- Claro que te quise- pauso- y llegue a pensar que era amor, pero en realidad no lo era-.

-Si era amor- las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos- El problema es que te lavaron el cerebro y estas confundido- me acerque lo más que pude a su rostro- tú me amas - le susurre- y siempre me vas amar-.

-Narissa…- me tomo de las  muñecas y me separo-... no te amo-.

-¡Si me amas! ¡A única persona que amas es a mí! – comencé a llorar- ¡tú me perteneces!- me derrumbe en el suelo. El me acompaño- Solo estas confundido… solo es cuestión de tiempo para que te des cuenta que yo soy el amor de tu vida- lo miraba con los ojos inmersos en lágrimas- solo tienes que esperar-.

-Te equivocas, yo sé a quién amo-dijo.

Esas palabras sacaron mi rencor a flote. Aun seguía llorando pero de un momento a otro una parte sombría de mí se apoderó de mi cuerpo- Pues nunca serás feliz con el…- mi mandíbula estaba tensa- jamás estarán juntos, él no te ama-.

-Ese tema no es de tu incumbencia…-.

-Él nunca te amara - le interrumpí- además no eres tan valiente como para luchar por su amor. Si nunca lo fuiste, no creo que lo seas ahora-.

-¡Cállate!- podía ver unas venas surcar por su frente.

-¿Porque te molestas? Es la verdad. No creo que seas tan valiente como para decirle al mundo que eres un marica- me estaba desahogando de la manera más cruel. Lo sabía. Pero no lo podía evitar. Las palabras salían por si solas, productos del dolor y la ira.

-¿Sabes? Me das lastima- se levantó- Me decepcionas cada vez más- se dio la vuelta y se fue.

REBECA

-¿Y no han tenido otra escenita como la de aquella tarde?- mi tono de voz era algo pícaro.

-No y deja de ser tan curiosa- contesto David mientras pegaba las fotos en la hoja. Estábamos en mi habitación, armando otro de los famosos álbumes de la profesora de inglés. Esta vez debíamos buscar por lo menos veinte objetos, a los que debíamos describir enteramente en inglés. Todo debía ser hecho a mano, dado que la última absolutamente todo el salón, lo copio y pego de internet.

-Perdóname por preocuparme por ti- conteste- oye ¿y que tal es la tía de Fabián?-.

-No sabría decirte… no hable mucho con ella y creo que la situación en la que nos conocimos fue un tanto incomoda, sin embargo por lo poco que hablamos se ve que es una mujer carismática y de mente abierta-.

-Sí, concuerdo contigo. Ya es un gran paso que quisiera conocerte-.

El resto de la tarde seguimos terminando aquel trabajo tan tedioso. Como siempre hablamos de todo tipo de cosas. Nuestras conversaciones se extendían hasta por horas hasta el punto que nos olvidamos del mundo, y esa no fue la excepción, ya que eran más de las ocho de la noche y aunque habíamos terminado el álbum seguíamos hablando como si nada. De no sé porque mi madre nos advirtió de la hora, David no se hubiese ido.

Baje a acompañarlo hasta la puerta donde estaba el taxi que lo esperaba. Tras despedirme de él subí de nuevo hasta mi cuarto. Tome mi celular de la mesa de la computadora y busque el número de Esteban.

Yo: ¿Qué haces?

Tardo un par de minutos en responder

Esteban: Algo que me encanta

Yo: ¿Y se puede saber qué es eso que ten encanta?

Esteban: Si, pensar en ti.

No pude evitar sonreír

Yo: También estoy pensando en ti

Esteban: Pues ya somos dos con esa enfermedad.

Yo: Al parecer es muy contagiosa ¿no?

Esteban: Si. A mí me contagio una hermosa castaña de ojos muy bellos.

Yo: Y a mí un rubio irresistible.

Sus comentarios siempre me hacían gracia, esa era lo que más gustaba de él, su sentido del humor. En todo momento hacia que me riera. Por más seria que estuviese él siempre lograba sacarme una sonrisa, no importaba como lo hiciera, siempre lo lograba. Y la distancia no era un impedimento ya que hasta en los mensajes conservaba el sentido del humor. De alguna forma siempre conseguía impregnar los mensajes con algún comentario gracioso o pícaro. Esa noche estuvimos hasta altas horas de la madrugada enviándonos mensajes.

DAVID

Observaba las nubes de una noche nublada a través del cristal. Este hacia ver más sombría la oscuridad de las calles, dándole una tonalidad más oscura de la que en verdad poseían. Hacia algo de frio y me gustaba. Desde que tengo memoria el frio ha sido de mi agrado. Busque en mi celular, el reloj marcaba las 9:12 de la noche. Otra vez iba tarde a mi casa, de seguro me ganaría otro sermón por no obseder.

Durante la última semana había tratado por todos los medios de complacer a mis padres en cuanto a la disciplina de mi entrada y salida de la casa, puesto que se encontraba estrictamente controlada. Además, no tenía opción. Mi papa me llevaba y traía del colegio, y en caso de que necesitara algo mandaba a mi mamá a comprármelo. Prácticamente estuve encerrado durante toda la semana. Tuve mucha suerte de que mi mamá me dejara salir esa tarde. De no haber sido porque se trataba algo de la escuela y que repercutía directamente en mis calificaciones, no hubiese permitido que pusiera un pie en la calle. Sin embargo esa suerte se acabaría, ellos no dejarían escapar esa oportunidad para prolongar mi castigo.

-Es aquí- le indique al chofer, al estar ya frente a mi casa- gracias- agradecí mientras me bajaba.

Bien, allí estaba. Respire hondo e intente relajarme. Sabía lo que me esperaba. Vi una vez más el reloj de mi celular, marcaba las 9:20 confirmándome lo tarde que era. Camine hasta la puerta, saque mis llaves, pero estaba tan dormitado que las deje caer. Suspire cansado, en señal de molestia. Tenía tanta flojera que el simple hecho de levantar unas llaves era una acción de otro mundo.

Pero estas no hicieron el sonido que hace el metal cuando toca el suelo, o mejor dicho, no hicieron ningún sonido. Abrí curioso por saber que había sucedido con aquel manojo. Quede completamente pasmado cuando vi quien tenía las llaves entre sus manos.

-Ten cuidado, las puedes perder- dijo sonriendo. ¡Dios que guapo estaba!

-Gracias- le recibí las llaves, con gesto de confusión en mi rostro, pese a ello intente actuar de manera natural, así que continúe mi actividad de abrir la puerta como si el no existiese. Le di vuelta al pomo de la cerradura, quise entrar pero su mano no me lo permitió. Me halo hasta él tomándome de la cintura y fijo su mirada en mis ojos.

-¿Por qué siempre escapas de mí?- su voz sonaba tranquila.

-No digas estupideces y suéltame que tengo que entrar- intente zafarme.

-Te soltare cuando respondas a mi pregunta- replicó.

Por unos instantes no dije nada solo intentaba soltarme. Estaba demasiado nervioso como para pensar de manera coherente. No era capaz de pronunciar palabra, ya que estas delatarían mi estado. Cada vez que él se me acercaba era incapaz de actuar de manera natural.

-No se dé qué hablas… suéltame- intentaba soltarme y no mirarlo a los ojos.

-Claro que si lo sabes- me tomo del mentón- cada vez que me acerco a ti, siempre sales huyendo-.

Me había tomado por sorpresa, no tenía idea que responder, él tenía razón. Desde que lo conocía siempre trate de mantener la distancia al no tener esperanzas de que me quisiese. Y esa distancia trate de mantenerla y aumentarla durante los últimos días, dado que no fue placentero enterarme que el pretendía jugar con mis sentimientos.

Estaba intentando formular otra respuesta defensiva pero el sonido de la puerta de entrada abriéndose retumbo en mis oídos, mi primera reacción fue soltarme… tenía miedo si alguien en la casa hubiese visto la escena, sin embargo en cierto sentido suspire, ya que me desharía de Santiago.

-¿David? ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no has entrado aún?- era mi madre quien se había asomado en la puerta.

-Es que…- pensé rápido-  le estoy explicando al chico como llegar a la avenida principal, pero descuida ya entro - me voltee hacia Santiago y dirigí mis palabras a él- lo que tienes que hacer es cruzar a la derecha en la siguiente esquina - señale hacia mi derecha-  allí podrás ver la avenida, desde allí son más o menos unas cinco cuadras que tendrás que caminar para llegar. Si te pierdes puedes preguntar en otra casa. Buenas noches - entre lo más rápido que pude. Cerré la puerta que daba de la calle, para llegar hasta mi mamá que me esperaba en la entrada.

-¿Quién era ese chico?- pregunto- me parece haberlo visto antes-.

-Sí, estudia conmigo. Creo que vino a visitar a una compañera y al parecer se perdió o eso fue lo que le entendí. Pero no hablemos de eso, hablemos de la cena que me preparaste ¿Si? ¿Dónde está?-.

  • En el horno. Pero antes tu y yo tenemos que hablar seriamente ¿Estas son horas de llegar?

-Mamá, perdóname pero se me hizo tarde-.

-David, si se te hizo tarde o no, eso no me incumbe. Tú sabes muy bien que sigues castigado, y si tu padre sabe que llegaste a esta hora se pondrá furioso-.

-Tienes razón, mi papá se pondrá furioso, en cambio tu eres más comprensiva- junte mis dos manos como si le rezara a un santo- y no me acusaras con el ¿Verdad?

  • Está bien- la abrace- pero que no vuelva a pasar. Ya sabes cómo es tu padre-.

-¡Esa es mi mama!-.

-Sí, claro- puso sus ojos en blanco- bueno ahora, ya deja los juegos para después y ve a cenar que de seguro no has comido nada-.

-Adivinaste. No he probado bocado desde las doce del día-.

Entre los más de prisa que pude. Me senté en la mesa de comedor y devore cada bocado como si fuera el último. Tenía demasiada hambre. Aquellas pechugas de pollo a la plancha preparó mi madre, me sabían a gloria. Era tanta mi hambre que no podía concentrarme en las preguntas que me hacía acerca del colegio, por lo que acabo dejándome solo. Según ella porque no seguiría hablando sola como una boba. Solo reí un poco por el comentario.

Cuando termine de comer, subí hasta mi habitación y así estudiar para el interrogatorio de inglés. Sabía que era bueno en inglés, sin embargo no quería confiarme, esta vez la profesora sería más fuerte con respecto a su evaluación, no existe una mujer más estricta que ella. Me senté en el escritorio de mi cuarto y repase el cada uno de los textos puestos en el block una y otra vez. Cuando ya había captado y memorizado  la pronunciación y traducción de cada palabra di por terminada mi breve jornada de estudio.

Por fin tenía tiempo para descansar. Me tire entre aquellas sabanas con la esperanza de despejarme de todo y descansar, pero no pude. Estaba demasiado inquieto como para conciliar el sueño. La escena que acababa de vivir con Santiago había sacado a flote más preguntas. ¿A que había venido? ¿Qué buscaba? No entendía cuál era el nuevo plan de Santiago. Sin embargo buscara lo que buscara ahora no tendría el camino fácil porque me defendería. Conocía exactamente sus intenciones, de modo que no permitiría que me hiciera daño.

En ese dilema estuve durante gran parte de la noche. No tuve noción cuando el sueño me invadió. Debió ser muy tarde, puesto que eran más de las doce cuando aún seguía despierto.

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Por la mañana me desperté más temprano que de costumbre. Me fue imposible seguir durmiendo. La preocupación que cargaba no me lo permitía. Entre en el baño cuando aún la claridad de la mañana no adornaba el cielo. El agua estaba más fría que de costumbre, así que tuve que encender el calentador. Fue un baño más largo que lo normal. Me introduje bajo la regadera dejando que el agua surcara por cada parte de mi cuerpo, probando si así alcanzaba a relajarme y liberar tensiones. Durante esos instantes pensé y pensé. Si, era cierto seguía queriendo a Santiago sin embargo estaba dispuesto a todo lo que estuviese en mis manos para olvidarme de él e intentar ser feliz con Fabián, el, en un corto tiempo el moreno me había demostrado que en verdad me quería.

Salí del baño y aún era evidente que nadie en la casa se había despertado. La oscuridad seguía tan intensa que aun parecía que fuese de noche. En mi habitación, me senté en la cama mirando el reloj de mi celular, eran poco más de las cinco y media de la mañana, tenía tiempo de sobra, de modo que me vestí con la mayor de las paciencias. Una vez estuvo cada prenda en su sitio, verifique que estuviese bien peinado, fue allí estando frente al espejo que me percate que mi madre había despertado. Le di los buenos días y le pedí que no me prepara el desayuno ya que tenía planeado comer en la escuela, decisión que no objeto en absoluto.

Cuando estaba casi listo le mande un mensaje a Fabián preguntándole donde se encontraba, el respondió que en ese preciso instante se estaba vistiendo. Era de suponerse por lo temprano que era. Sin embargo le pedí que intentara llegar lo más temprano posible al colegio, pues quería pasar tiempo a solas con él.

*<<<

-¿Cómo te fue ayer con en casa de Rebeca?- pregunto posando sus labios en mis oídos y abrazándome más fuerte.

  • Bien, logramos terminar todo- recosté mi cabeza en su hombro. Nos encontrábamos sentados entre las ramas de uno de los árboles de la zona posterior del colegio, la cual siempre se encontraba prácticamente en soledad, aquel sitio ya se estaba convirtiendo en nuestro lugar secreto. Me hallaba sentado de sobre Fabián de espaldas como si tratara de recostarme sobre un cojín, mientras que el detrás de mí, rodeaba mi cintura con sus pies posados encima de los míos.

-¿Te pasa algo? Te noto algo callado- lo escuchaba preocupado.

-Tranquilo estoy bien… es solo que me gusta disfrutar estar contigo así, sin palabras, sin extraños, sin perturbaciones- me voltee para mirarlo.

-Te comprendo, a mí también me gusta estar así. Sin embargo quiero que nos conozcamos, que sepamos que nos gusta, que aprendamos como tratarnos, y creo que manteniéndonos callados no es la mejor manera de hacerlo ¿y sabes algo? Nunca había sentido ganas de hacer algo así con nadie-.

-Lo sé y ya tendremos tiempo para conocernos. No pierdas la calma-estuvimos así hasta que sonó el timbre de entrada.

Esta vez no quise llegar después de él, quería caminar y llegar junto a él. No me importara que levantáramos sospechas. Ya me estaba hartando el escondernos a cada momento. Más de uno nos miró extrañado. Fabián y yo jamás nos habíamos tratado como amigos por lo que vernos juntos era una situación extraña. Esas miradas y la de nuestros compañeros en el laboratorio no me importaron en absoluto. Y sin prestar atención a nadie nos sentamos en la misma mesa uno al lado del otro.

La práctica de Física fue un tanto entretenida. Pues no tuvimos que calcular, ni utilizar ninguna fórmula. Solo debíamos tomar el tiempo de un balín que comenzaría a rodar en un riel, este iba desde estar muy empinado hasta estar completamente horizontal; su forma se asemejaba a un arco invertido. Lo que contribuiría a estudiar el comportamiento del movimiento rectilíneo uniformemente acelerado. Para poder ejecutar bien la práctica, era necesario que se tomara el tiempo que recorría el balín desde la salida hasta los puntos específicos que el profesor había marcado en el riel.

-Fabián, te tardaste mucho en detener el cronómetro- estaba revisando el celular.

-Entonces hazlo tú. Veras que no están fácil- lo mire. Su mirada era retadora.

-Pon el balín en el punto de salida- le pedí. Me acerque lo más que pude a cada uno de los cuatro puntos marcados, y le pedí que soltara varias veces el balín. El tiempo comenzaba a transcurrir cuando le daba la señal que lo soltara, y se detenía en el preciso instante que lo veía pasar en el punto marcado. Este procedimiento lo repetimos tres veces para así comprobar si habíamos hecho todo bien. Para nuestro alivio si fue así ya que todos los resultados eran muy similares comprobando que se había ejecutado bien la práctica.

-Vez. No fue tan difícil. Solo fue cuestión de paciencia- me miraba serio pero aguantando una sonrisa. Yo lo miraba igual. Al final acabo soltando una pequeña risa mientras negaba con la cabeza.

La clase termino, inmediatamente después terminada la práctica. Mientras recogía mis cosas Fabián salió a saludar a sus amigos, no sin antes pedirme que lo esperara en el patio del colegio. Encontrándome solo, busque a Rebeca y pude verla mientras salía del laboratorio pero no me atreví a interrumpir la plática tan amena que tenía con Estaban, así que no me preocupe por llegar hasta ella. Al parecer desayunaría sin ella. Termine de poner todo en su sitio y cerré mi bolso, en ese preciso instante sentí una mano encima de la mía. La aparte de inmediato.

-¿Por qué te asustas?- era Santiago.

  • ¿Tu otra vez?-

-Sí, ¿te molesta?-.

-Si. Me molesta que me estén siguiendo a todos lados - fui muy seco con mis palabras. No quería demostrar sentimiento alguno ante él.

-Pues a mí me gusta…- se acercó hasta mi- me agrada estar cerca de ti- me rodeo por la cintura. Trague saliva en ese momento. De no ser porque el sonido de la puerta no sé qué hubiese pasado.

-Se puede saber que está pasando aquí - reconocí la voz de inmediato, por lo que me separe rápidamente.

-Nada - camine hasta la puerta donde aún se mantuvo parado- solo vámonos de aquí - me miro un poco molesto, pero por alguna extraña razón sentía que su molestia no era conmigo sino con Santiago ya que se volteó hasta él y le lanzo una mirada matadora que mantuvo por varios segundos- sal un momento, que tengo que arreglar unas cosas con mi amigo-.

FABIAN

¡Estaba furioso! La ira recorría cada célula de mi cuerpo. Intentaba mantener la cordura pero se me hacía muy difícil. Sin embargo antes de cometer un error del que luego me arrepentiría preferí callar y hablar más tarde con David. Pero con quien no aguardaría para poner en su sitio era con Santiago. No me importaba que fuera mi mejor amigo.

Apenas salió David por la puerta me lancé sobre Santiago y le cogí del cuello de la camisa- me puedes explicar que pretendías hacer con mi novio- me estaba conteniendo para no pegarle un manotazo. Estaba tan furioso que no alcance a medir mis palabras y acabe confesando algo que no debía.

-¡¿Tu qué?!- se sorprendió.

-Mi novio. Como escuchaste- sujete más fuerte el agarre, no muy seguro de lo que había dicho, pero aun enojado. El no respondió solo se quedó inmóvil- vamos, habla-.

  • Fabián… yo lo amo-.

-¿Lo amas?- solté una pequeña risa- ¿Cómo vas a decir eso cuando vas a tener un hijo con Narissa?-.

-Ese hijo no es mío, ella me mintió- su mandíbula se tensó brevemente.

-¿Cómo?-.

-Como lo escuchaste, ese hijo no es mío-.

-¡Wao! Jamás pensé que Narissa fuera capaz de mentir con algo así… Pero, ese no es el tema en este momento. Lo importante ahora es que tengas en cuenta que no te quiero ver cerca de David - lo miraba fijamente.

-¿No crees que es él quien debe decidirlo?-.

-Él es quien lo ha hecho. Por si no te has dado cuenta no quiere estar cerca de ti. Así que aléjate- lo solté. Camino unos pasos hacia atrás y comenzó a acomodarse la ropa.

-Pensé que eras mi amigo-.

-Por que sea tu amigo no significa que me deba quedar de brazos cruzados. Yo defiendo lo que es mío-.

-Él no es de tu propiedad-.

-Sé que no lo es. Pero ahora está conmigo. Y yo defiendo a quien está conmigo- me di media vuelta, pero ante de comenzar a caminar me volví hacia el por un segundo- ¿Sabes? cuando se quiere en verdad a alguien se le deja ser feliz. Tómalo como un concejo-.