Destinados. Capítulo 10: La otra cara de la moneda
En ese momento comprendí que David se había convertido en una verdadera amenaza. Comenzaba a entender la magnitud de lo que ante mí se presentaba...
Hola a de nuevo, aquí les traigo la décima entrega. Espero que hayan disfrutado de estos primeros diez capítulos y se preparen para los próximos diez, donde aparecerán sorpresas, complicaciones y la descarga de emociones intensas…
Quiero agradecer a todos los que me han mandado sus comentarios por email, es placentero interactuar y descoser la historia con mis lectores. Le mando un saludo especial a quienes se han unido a mis relatos en los últimos días... Ángel, Alejandro, Omar y Freddy, al igual que el resto que siempre está al pendiente de los capítulos, les agradezco por sus opiniones, me ayudan enormemente. Ahora no les quito más tiempo y disfruten del relato. No se les olvide comentar y valorarlo…
Derek W. Johnson
Destinados. Capítulo 10: La otra cara de la moneda
NARISSA
Me considero una chica muy segura de mi misma, a lo mejor muchos me tildaran de prepotente; quizás en cierto sentido si lo sea. La razón: esa es la única manera en la que resaltaras en esta sociedad tan clasista. Es el único modo en que alcanzaras a ser alguien en un mundo tan acostumbrado a seguir a las multitudes, un mundo que se deja guiar por las decisiones de los demás.
La única manera de resaltar en una sociedad que está acostumbrada a seguir a alguien, es ser ese alguien, convertirse en ese líder que las personas tanto necesitan seguir. Es así como a lo largo de mi vida me he ganado el respeto de todos, sabiendo poner en su lugar a quien se crea mejor que yo. Y es verdad, todavía no he conocido la persona que me supere, o siquiera llegue a mí nivel de perspicacia. Por lo que inevitablemente soy la líder de mi grupo de amigas. Ninguna da un paso sin que yo lo apruebe. Natalia y Lorena dos chicas…. bonitas, sí, pero sin mi serian nadie. Lamentablemente solo viven de su físico, les falta inteligencia y picardía.
Soy privilegiada por tener a un padre que puede conceder todos mis deseos sin objeción alguna. Lorenzo Kreubel el mejor odontólogo de la ciudad, ha trabajado por obtener ese reconocimiento por años, dedicándose a su profesión de lleno. Gracias a él mi familia puede disfrutar de una posición social muy cómoda. No somos millonarios pero tenemos lo suficiente para darnos un lujo una que otra vez.
Para mí, mi padre lo es todo en la vida. Desde pequeña él ha sido la persona que ha estado a mi lado en cada momento importante, bueno, mi madre también ha estado, pero es mi padre quien me ha consentido de una manera muy especial. Él se ha desvivido por hacerme feliz preocupándose porque no me falte nada. Ante cualquier necesidad que pueda tener, mi padre siempre está al pendiente para cubrirla, no me puedo quejar. Mientras que mi madre a quien también quiero; salvo por algunos ataques de amargura de los cuales es víctima, es una mujer imponente ante todos, digna portadora del apellido Kreubel. Aunque a veces no lo exprese muy a menudo, el cariño que siento hacia mis padres es especial.
Desde pequeña siempre quise tener un hermano, soñaba y anhelaba tener a alguien con quien compartir, alguien con quien poseer un lazo especial; un lazo de hermandad. Sin embargo por problemas de fertilidad de mi madre, ese sueño nunca se hizo realidad, no obstante trae muchos beneficios ser hija única, así que me acostumbre a la idea.
Mi otro gran amor es Santiago, un chico espectacular. Lo conozco desde que comenzamos la secundaria y desde el primer momento que lo vi decrete que sería para mí. Nos hicimos novios en el tercer año y hasta el día de hoy nuestra relación sigue a flote, claro con algunos inconvenientes y uno que otro entrometido pero aún seguimos juntos. Siempre tuve la certeza de que él me amaba o por lo menos sentía algo especial. Me trataba de una manera en la que ningún chico me había tratado << como una princesa >>; como él me decía. Éramos la pareja perfecta.
Recuerdo que éramos tan felices que mi mundo giraba a su alrededor. No tenías ojos para más nada que no fuese él. A todas horas quería estar a su lado y fue a él a quien me entregue por primera vez. Y esa primera vez se convirtió en nuestra única vez. Siempre quise saber la razón por la que no quiso volver a tener más intimidad conmigo, según él era porque se sentía obligado a respetarme, sin embargo siempre me dio la impresión que era por algo que no se atrevía a decirme.
Lamentablemente con el trascurrir del tiempo fue cambiando, volviéndose menos cariñoso, adoptando una actitud de frialdad, hasta el punto en que nuestra relación estaba inmersa en la monotonía. Al principio pensé que era algo natural en una relación. No todo noviazgo es perfecto. En toda relación siempre hay altos y bajos; es por ello siempre tenía la esperanza de que en cualquier momento la llama de nuestro amor se reavivase, pero no sucedió. La razón: otro entrometido más.
En un principio note que Santiago lo miraba demasiado durante las horas de clase y que en cualquier discusión que salía a flote su nombre siempre lo defendía, al igual que, en cualquier momento que estaba cerca suyo, Santiago era atabacado extrañamente por los nervios. Me cayó como un balde de agua fría la sola posibilidad que Santiago se sintiese atraído por David. Era incapaz de comprender que le veía atractivo en un ser tan simple como aquel chico. Pero después logre analizar la tan dolorosa realidad. Sin embargo no soy de las que se rinden fácilmente, mejor dicho nunca me rindo, así que, decidí actuar y tratar de enamorar de nuevo a Santiago.
Al comienzo de las vacaciones de verano intente acercarme lo más posible a él. Quería que supiera que lo quería, quise aprovechar y reavivar nuestra intimidad como pareja, pero obtuve una vez más una negativa como respuesta. Pese a ello, ningún hombre se podía aguatar tanto tiempo sin acostarse con alguien, su naturaleza no se los permite. Los hombres necesitan tanto el sexo como nosotros el romanticismo. Solo sería cuestión de tiempo para que cayera en mis redes.
En el más cercano al éxito de mis intentos, estuvo la noche de un sábado en a que Santiago se encontraba muy ebrio y creyendo que sería una excelente oportunidad para estar con él y así despertar esa pasión que se encontraba dormida, decidí llevarlo hasta mi casa, pero desgraciadamente se quedó dormido antes que pudiésemos hacer algo. Solo tuve que conformarme con dormir abrazada a él. Ya tendría tiempo para más intentos, pero los hechos acontecidos la mañana siguiente, me dejaron con menos esperanzas aun, ya que, Santiago ese mismo día termino conmigo. No hubo pelea de por medio, al contrario lo hizo de la manera más sutil, pero igual me dolió.
Allí entendí que debía dejarlo solo, para que pensase y organizara sus pensamientos y para que yo hiciera lo mismo. Durante mi tiempo libre me preocupe por complacerme, salir de fiestas, viajar a la playa, a sitios placenteros y disfrutar de los placeres de la vida. Pero en medio de ese deleite personal estuvo alguien que me escucho, que se preocupó en verdad por lo que sentía y que quería verme contenta. Ese fue Cristian, el hizo todo lo posible por hacerme sentir bien y tratarme de una manera que me hizo acordarme a Santiago, claro con sus locuras y todo, fue alguien con quien alcance a sentirme cómoda. Y sin planearlo acabamos en la cama.
En un principio lo vi como solo una experiencia, una de las que se viven una vez y ya. En las que todos los secretos quedan en el momento, en el sitio y en la conciencias de las personas que la experimentaron. Claramente sabía que Cristian podía ser alguien con quien pasaría buenos momentos pero no lo quería. El estar con él me sirvió para darme cuenta que a quien amaba en realidad era a Santiago. Así que el regreso a clases se convirtió para mí en la oportunidad perfecta para volver con Santiago, pero no todo salió como lo planee.
Ya llevaba más de dos semanas que no tenía mi periodo, eso prendió todas mis alarmas. El miércoles de esa misma semana me entere que estaba embarazada. La noticia me destrozo por completo. Estar embarazada con tan solo dieciséis años es lo peor, en pocas palabras mi vida estaba arruinada.
Pase el resto de esa semana llorando. Estaba tan deprimida que no fui a clases con la excusa de me sentía enferma. Y en cierto modo así estaba. No se cómo Natalia y Lorena alcanzaron a convencerme para asistir a la fiesta de Laura, pero acabe esa noche metida en aquella casa. Me divertí y me agrado dar un respiro después de varios días de encierro. Lo que afligió fue ver a Santiago, no podía verlo a los ojos sin sentir tanta culpa. No podía estar cerca de él, sin echarme a llorar por haber arruinado la posibilidad de una reconciliación entre nosotros.
Sin embargo esa melancolía fue sustituida por la ira al verlo a él, ¡Mi Santiago! Volverse un energúmeno de los celos y no aguantarse. Tan solo ver como se peleaba por David hizo que me hirviera la sangre de la rabia. En ese mismo momento quería ser partícipe de esa pelea, no para defender a Santiago, sino para golpearlo por la estupidez que estaba cometiendo. No entendía como se rebaja a defender a un don nadie, a alguien tan simple, a un completo estúpido.
Si, era cierto, había que reconocer que el chico se preocupó por cambiar durante el verano. Había regresado completamente distinto. Su cuerpo estaba más corpulento que nunca, sus músculos habían crecido, su rostro se veía más apuesto, su pelo se encontraba mejor que nunca. Si, el chico poseía un aspecto imponente y sexy, pero no era como para que fuese el centro de atención. No se merecía tanta importancia. En ese momento comprendí que David se había convertido en una verdadera amenaza. Comenzaba a entender la magnitud de lo que ante mí se presentaba. Y no podía evitar pensar que Santiago se había enamorado de ese imbécil.
Debía actuar, y debía hacerlo rápido, si quería recuperarlo o sino sería demasiado tarde. Pero no podía hacerlo y eso era lo que más me mataba. No poder hacer nada para evitar que ese estúpido me quitara lo que era mío, lo que me pertenecía. Para mi desgracia estaba de manos atadas, no podía actuar ¿o sí? En ese instante, mi ingenio comenzó a hacer su trabajo. Quizás el embarazo no sería tan malo después de todo. Solo yo sabía que estaba en estado de gravidez y cuánto tiempo tendría en realidad. Si movía bien mis piezas sería fácil engañar a todos.
Decidida a todo ese mismo domingo visite a Santiago y le solté la noticia. En un principio se quedó sin palabras, completamente estático intentando digerir todo. Una vez pasada la impresión la tensión fue bajando y fue soltándose más, hasta que soltó las palabras que tanto anhelaba oír, que a partir de ese momento estaría a mi lado para afrontar ese problema, a quien él lo catalogo como una bendición.
Ya mi primer objetivo había sido logrado, ahora venía el segundo: deshacerme del estúpido de David lo pondría en su sitio. Pese a no tener los argumentos de peso para alejarlo, tenía mis palabras. Palabras que intentaría impregnar con el más fuerte de los venenos, para que de una vez por todas se diese cuenta que era una estupidez estar enamorado de Santiago, porque sabía que en se había enamorado. Y si mis palabras no fuesen suficiente, tendría que sacar a la luz los hechos: mi embarazo.
Claro, todo me salió mejor de lo que pensaba, quien iba a decir que con nada más estar en frente de él se me recurrirían ese montón de frases las cuales pude reforzar con uno de los mensajes que Santiago me mandaba a diario. Ese tonto se creyó el cuento de que Santiago se comenzaba a acercar a él solo para burlarse, mejor no me pudo haber salido.
Una vez me deshice de David, sería muy fácil lograr que Santiago tuviera solo ojos para mí de nuevo.
-¿Qué te parece este?- pregunto Natalia un poco indecisa Natalia.
-No lo sé, se te ve un poco ancho de cintura- comento Lorena- y ese color azul tan opaco no combina con el tez moreno de tu piel, ¿Qué opinas tu Narissa?-.
-¡Que elija uno rápido! ya es el quinto que se prueba- estaba un poco histérica.
-Lo sé pero quiero ir estar perfecta para el cumple de Lore…-
-Si quieres ir perfecta, ponte el rojo, es el que te queda mejor- dije.
-Pero a mí no me gusta- dijo frunciendo el señor.
-¡Es el que te queda mejor!- ya estaba harta de su indecisión- créeme porque aquí la que más sabe de moda soy yo-.
-Está bien lo comprare, pero no te enojes conmigo-.
Una vez concluida con nuestra discusión, Natalia se dirigió hasta la caja a pagar; un tanto insatisfecha, el vestido rojo. La prenda en realidad le quedaba muy bien, pero al parecer el tan extraño sentido de la moda que poseía mi amiga no era capaz de apreciar la calidad del diseño: una prenda de color rojo pasión con solo una maga y lentejuelas en la parte de la falda, un vestido divino para mi gusto. Si no se lo llevaba yo lo haría.
Luego de salir del establecimiento, subimos mi auto y emprendimos el viaje a nuestras respectivas casas. La primera parada, la casa de Natalia, la segunda, la residencia de Lorena y por ultimo mi tan anhelado hogar. Suspire de alivio al estar frente de mi casa, estaba exhausta. Últimamente el hecho de tener auto propio hacia mi vida un poco más agitada de lo normal, pero estaba contenta con el regalo de cumpleaños de mis padres. No a cualquiera le regalan un auto nuevo por sus dieciséis años.
Baje con algo de pesadez y comencé a cerrar el portón del garaje. Una mano me impidió que terminara.
-¡Que haces aquí!- estaba asustada.
-¿Te espante?- pregunto con una tranquilidad sorprendente. Ese gesto en Cristian le daba un aire de autosuficiencia que rayaba en la prepotencia.
-Claro que me espantaste, podrías ser un ladrón-.
-Lastima, soy yo- se encogió de hombros- vine para que hablemos de…-.
-De nada- le interrumpí- tú y yo no tenemos que hablar de nada-.
-Pues te equivocas- me empujó hacia adentro acorralándome contra la pared- tu y yo tenemos muchas cosas que hablar, comenzando por nuestro hijo-.
-Querrás decir mi hijo- pause- mi hijo con Santiago.
-¿Con Santiago? Por favor no te mientas a ti misma, ambos sabemos que tú y Santiago terminaron; o mejor dicho, no tienen intimidad desde hace… ¿tres meses?, si, tres meses. Y yo te veo demasiado esquelética para tener tres meses de embarazo-.
-Cada embarazo es distinto-.
-Distinto o no, ya veremos… porque quiero que sepas que le voy a contar todo a Santiago-
-¡¿Estás loco?!- me había molestado- quieres que nos odie-.
-Prefiero eso a seguir mintiéndole como un cobarde- se alejó un poco.
-Por favor no vengas ahora con tus ataques de moral ¿no crees que ya es muy tarde para eso?-.
-Si es tarde o no, eso no me interesa. Es mejor tarde que nunca… Estoy decidido a contarle de nuestro romance a sus espaldas- se acercó y me toco el vientre- y más ahora que sé que me darás un hijo- dicho esto salió y se fue como llego.
¿Qué le pasaba? ¿Acaso se había vuelto loco? Él no podía abrir la boca, eso significaría que perdería a Santiago para siempre, ni siquiera la mentira del embarazo alcanzaría para mantenerlo a mi lado. En el instante que Santiago supiera la verdad comenzaría a dudar si el verdaderamente era el padre de la criatura. Debía hacer algo ¿pero qué? Me encontraba demasiado desesperada como para pensar algo coherente y con sentido. Tendría que esperar a calmarme. De momento mí una jugada seria evitar que esos dos se encontrasen.
<< ¿Dónde estás amor…?
Necesitaba saber dónde se encontraba.
<< Saliendo de clases
Fue lo único que respondió.
Sin mucho en que poder pensar lo invite a mi casa. Era la única manera que aceptaría que nos viésemos, pues si lo invitaba a salir esa noche, pondría la excusa que estaba demasiado cansado por las clases, ya lo había hecho antes. Además por lo menos lo tendría vigilado ese día, ya esperaría a la mañana para inventarme algo más. Sin embargo sabía muy bien que debía arreglar esa situación de manera definitiva, no podía permitir que por nada del mundo Cristian hablara. Debía buscar la manera de hacerlo callar. Pero ese momento no era el apropiado para pensar ese tipo de cosas.
Lo importante era tranquilizarme y parecer lo más natural posible. Si quería que Santiago se enamorase de nuevo de mí, debía portarme como la chica perfecta, a pesar de que me costara un mundo actuar amigable. Santiago siempre me quiso como era, así que tratar de cambiar mi manera de ser era complicado, pero sería necesario.
*<<<
Eran las seis de la tarde cuando Santiago llego a mi casa. Lo hice pasar de inmediato. Nos sentamos en el espacioso mueble de la sala de estar, allí siempre nos relajábamos después de un día pesado. Intente entablar una conversación con él, pero era casi imposible, prácticamente tenía que sacarle las palabras.
-¿Ya sabes si aprobaste el examen de química de ayer?- pregunte en un intento desesperado porque modulara más de dos palabras en una oración.
-No, aun no sé- miraba hacia el vacío. Mantenía su brazo reposando en uno de los reposabrazos, sujetando el mentón de su cabeza con el puño cerrado- Seguro el jueves el profesor entregara los exámenes ya corregidos-.
-De seguro lo aprobaste con la mayor calificación. De algo debió haber servido todo el fin de semana estudiando-.
-Sí, de algo sirvió- lo oí decir.
-¿Te sientes mal?- solté de golpe, ya me estaba cansando su antipatía.
-No ¿Por qué?-.
-Te ves algo decaído- dije.
-Quizás es solo cansancio. Los últimos días he tenido que estudiar un montón de teoría y entregar unos cuantos informes- me miro- Además tengo razones para estar preocupado ¿No crees?-.
-Sí, lo sé. Discúlpame pero es no me gusta verte así. Sé que el embarazo es algo serio, pero no quiero que se convierta en un causante de problemas- baje la cabeza.
-Narissa, no es que cause problemas, sino que ¿sabes lo que significa tener un hijo?- no sabía si era necesario que respondiera a esa pregunta, de todos modos el prosiguió- Si para personas ya adultas es difícil, imagínate para nosotros--.
-¿Te estas arrepintiendo?-
-No me estoy arrepintiendo, te sigo apoyando. Pero ya es momento de pensar en que vamos hacer y también como se lo vamos a decir a nuestros padres. Pero antes quiero hacer algo-.
-¿Qué?- le incite a que hablara.
-Quiero ir contigo a doctor y que él nos oriente-.
¡Que! ¡Él no podía acompañarme! ¡Eso nunca debía pasar! No podía permitir que un médico le dijese toda la verdad. Que le informara que en realidad tenía tan solo un mes de embarazo en vez de tres. A toda costa debía impedir esa situación.
-Mi amor, no es necesario que me acompañes. Yo puedo ir sola y contarte todo luego-.
-Lo sé, pero me sentiría más seguro si voy contigo te prometí que te iba apoyar y lo voy hacer. Además quiero saber en verdad en que estoy metido antes de contárselo a mis padres-.
-Santiago comprendo que quieras acompañarme, pero entiende que eso son cosas de mujeres- no hallaba como convencerlo de que desistiera de la idea.
-Si son cosas de mujeres o no, eso me tiene sin cuidado. Yo quiero ir contigo y lo hare ¿Cuándo es la cita con el ginecólogo?-.
-Aun no la he pedido-.
-Pues mañana la pedimos… ¡Ah! y acuérdate, no podemos ir al hospital donde trabajan mis padres - dijo muy decido.
FABIAN
-¡¿Se puede saber que significa lo que acabo de ver?!- estaba muy enojada, se podía ver en las venas que surcaban su frente.
-Tía… cálmate, déjame explicarte- titubeé un poco.
-¿Explicarme qué? Que no tienes respeto por esta casa, que no tienes respeto por mí, que eres… eres…-
-¿Que soy qué? Vamos dilo- la interrumpí.
-Que eres gay- me miro seria.
-¿Y si lo fuera qué? ¿Tendrías algún problema?- me había enojado.
Ella no respondió.
-¿Te avergonzaría tener a un sobrino gay?- volví a preguntar.
Tardó en responder.
-No Fabián, no- se sentó en una silla.
-¿Entonces porque estas así?-.
-Porque esta casa no es un revolcadero- dijo- y me tomaste de sorpresa-.
-De verdad perdóname- me senté al otro extremo de la mesa.
Se creó un breve silencio por alrededor de un minuto. Ya la rabia comenzaba a mermar, dejando de en el terreno la sensación asombro. De mi parte se sumaba la vergüenza. Sentía un poco de vergüenza con mi tía, pues a nadie le gustaría que le sorprendieran en la cama.
-¿Por qué no me dijiste que eras gay?- pregunto mi tía.
-Porque ni yo mismo lo sabía- me miro extrañada- Hace poco fue que lo supe. Tía, no sé si soy gay o bisexual. Lo único que sé es que ese chico que esta allá arriba- señale al techo- provoca sentimientos en mí que jamás había experimentado. Tú más que nadie me conoce y sabes que nunca he sido sentimental ni nada por el estilo. Al contrario he sido muy déspota en cuanto a sentimientos se trata y más aun con mis novias. Ya en más de una ocasión te has molestado conmigo por ser tan…-
-Tan golfo- me ayudo a terminar la frase.
-Bueno creo que… si, esa es la palabra más apropiada. Pero el punto está en que jamás me he enamorado de una mujer, pero tengo que decir que a ese chico lo quiero- su rostro no tenía expresión- puedes pensar que es solo una ilusión de adolescentes, pero tengo que decirte que va más allá. Lo siento así. Nunca he conocido al amor, y no tengo ni idea sí lo que siento no califica como amor, pero de lo que soy consiente es que es lo más cercano al amor que alguna vez haya experimentado en mi vida-.
Solo me contemplaba, sin hablar. Me observaba con una sonrisa, como si estuviese viendo algo gracioso.
-¿Porque te ríes?-
-Porque me recuerdas tu padre cuando estaba enamorado de mi hermana- contesto- ambos son igual de intensos con los sentimientos, te pareces mucho a él. Y para serte sincera, pensé que nunca dirías estas palabras- se enserio de momento- pero creo que debes pensar mejor las cosas. Debes analizar todo muy bien-.
-Creo que no tengo nada que analizar. Él y yo somos novios y debo decirte que soy feliz como no tienes idea, así que planeo disfrutar de esto sin preocuparme por nada-.
-Te equivocas ¿sabes lo que haría tu padre si se entera?- no me gustaba el tono de sus palabras.
-No lo sé, ni tampoco me interesa. Durante seis años él no se ha preocupado por mí, de modo que ahora no tiene ningún derecho sobre mí- dije con un tono rencoroso.
-Pues una vez más te equivocas. El si tiene derechos sobre ti. Si él quiere en menos de veinticuatro horas te tiene junto el en Estados Unidos. Y no digas que no se preocupa por ti porque si lo hace-.
-Si preocuparse significa una mensualidad, entonces prefiero que se quede con su dinero. Después que mi madre murió yo no necesitaba dinero, necesitaba de un padre-.
-No lo juzgues, para él también fue difícil. Él tuvo que lidiar con ustedes, y hacerse a la idea que tenía que criarlos solo-.
-Si claro, tan difícil fue para el que se buscó a una cualquiera para que lo consolara-.
-¡Fabián!- alzo la voz.
-Es la verdad. Si mi padre le hubiese dolido en verdad la muerte de su esposa, no la hubiese sustituido-.
-Fabián él también tenía derecho a rehacer su vida…-
-A lo mejor sí. Pero ya no estamos para lamentarnos- no la deje terminar- no me voy amargar mi vida por hechos del pasado- me levante de la mesa.
-¿A dónde vas?- pregunto.
-Voy a buscar a David. Para llevarlo a su casa-.
-Te puedo pedir un favor- afirme con la cabeza- ¿Me lo puedes presentar antes?-
-Si quieres conocerlo… no veo problema- conteste.
*<<<
No hallaba como pedirle más disculpas a David por la situación. Sabía que para él fue un tanto bochornoso. Sin embargo por más que el intentara tranquilizarme no podía dejar de pedir disculpas.
-En verdad discúlpame. No fue mi intención traerte aquí para esto…-
-Tranquilo que no fue para tanto. Si fue un poco vergonzoso pero no es para morirse-.
-Lo sé. Pero no puedo dejar de sentirme culpable-.
Terminamos de bajar hasta la cocina. Mi tía seguía sentada en la misma silla de la mesa de la cocina. Estaba jugando con su te, el cual no aún no había terminado.
Carraspeé para que se diera cuenta de nuestra presencia. Ella levanto su vista y se enderezo en la silla.
-Tía, él es David, mi novio-
-Mucho gusto- le estrecho la mano.
-Alicia Corser- se presentó- el gusto es mío, y discúlpame por si me vi como una histérica hace un rato, pero ando con tantas preocupaciones en mi cabeza y esta sorpresa no ayuda, pero ahora estoy más calmada-.
-Discúlpenos- dijo David bajando la cabeza.
-Tranquilo, los entiendo y más a su edad. Yo también hice alguna que otra travesura cuando tenía 16 años - pausó- Entonces tú eres el responsable del buen humor de Fabián estos últimos días- dijo a manera de afirmación.
-Creo que si- se veía algo tímido.
-Bueno entonces, espero que logres cambiarlo para bien. No sé porque pero me das la impresión que eres un poco más maduro que mi sobrino-.
-¡Tia!-.
-Lo siento Fabián, es la verdad. Ambos sabemos que eres un poco alocado y fiestero. Ya es hora que alguien te ponga en cintura-.
David rio un poco ante el comentario- Tranquila señora…-
-No me digas señora, me haces parecer mayor. Dime solo Alicia y deja la timidez de lado que lo que acaba de pasar no es nada del otro mundo-.
El la vio y le regalo una media sonrisa- Alicia- se corrigió- tranquila. Yo me encargo de que se porte bien- me palmeo el hombro- Me gustaría quedarme más tiempo para… conocerte pero me tengo que llegar temprano a mi casa-.
-Ve tranquilo, ya tendrás más oportunidades de venir ¿o me equivoco?-.
-Eso depende de Fabián-.
-Por mí no hay problema, puedes venir las veces que quieras. Si quieres te puedes mudar- mi tía mostro un gesto muy seria en su rostro- solo estaba bromeando-.
-Si claro- puso sus ojos en blanco.