Destinados. Capítulo 09: Solos

...podía sentir la presión de su miembro contra la tela, que luchaba por salir de su resguardo...

Hola a todos. Bueno lo prometido es deuda, aquí les traigo la novena entrega, espero les guste… Está a diferencia de las anteriores contiene sexo, espero haber hecho bien esa escena, aun soy algo inexperto en el área, mi fuerte son los sentimientos, pero igual quise arriesgarme. Espero sus opiniones y comentarios que en verdad los valoro muchísimo. Tocando este tema, debo agradecerles por sus comentarios y sobre todo por los emails que recibo a diario… Poder hablar e interactuar con mis lectores siempre es placentero.

Le mando un saludo muy especial a Adrián (sé que querías que te nombrara en uno de mis relatos), al igual que Marino, Gilberto, Rogelio, Jeis, David (a quien creo le robe algunos de sus amigos para mi historia), Leonardo, Luis, Mahoney, Lupecito y los que han comentado aquí en la página; si me he olvidado de alguno mis disculpas, pero gracias a todos por tomarse unos minutos de su tiempo para leerme. Tambien le mando un saludo a todos esos lectores anonimos, para ellos tambien escribo...

Igualmente debo decir que así como recibo comentarios positivos también me llegan críticas, durante estos días recibí el correo de un lector, en donde me decía que sus razones por que la historia no le gustaba, y aunque no lo parezca, le agradezco que se haya atrevido a decirme sus razones pues, así mejorare mi redacción y el desarrollo de la trama en cada entrega, sabiendo que debo corregir. Esta es mi primera historia, por lo que hago todo lo que puedo con mis capacidades para presentarles una historia que en verdad valga la pena leer. Ahora no les quito más su tiempo y disfruten del capítulo.

Derek W. Johnson

Destinados. Capítulo 09: Solos

DAVID

No sabría cómo describir las sensaciones de las que era víctima, todas se encontraban tan ligadas y revueltas que era imposible saber en que estado de ánimo me encontraba. Ira, rencor y odio por un lado, y por otro, desconcierto, agradecimiento y ¿Cariño? Por Fabián. Últimamente  las sensaciones que sentía a su lado eran un tanto fuera de lo común, comenzaba provocarme sentimientos nuevos, hacia él.

En un principio quise alejarme. Ya estaba harto del amor y de todo lo que tuviese que ver con cariño y afecto. Sin embargo de una manera progresiva Fabián había conseguido hacerme saber que en verdad sentía algo por mí. No sabía si era verdad, pero cada vez que me lo confesaba me convencía más.

Él tenía razón, debía dejarme querer. Quizás el cariño lograría borrar todo ese resentimiento y dolor que estaba calados en lo más profundo de mí. Tal vez con sus atenciones lograría sanar. Además, tampoco estaría detrás de alguien a quien le importaba en lo más mínimo, de nada me serviría amar a un ser que jamás tuvo un sentimiento benévolo hacia mí.

Novios… ¿Novios? ¡Novios! No se escuchaba tan mal después de todo.

-¡¿Son novios?!- casi grito con sus palabras.

-¡Baja la voz! Te van a oír-.

-Perdón pero no me lo creo… ¿cómo paso? Tú lo odiabas ¿Cómo de la noche a la mañana te termino gustando?- seguía con su asombro.

-No lo odiaba, me caía mal que es otra cosa. Pero luego de la noche en la cabaña me di cuenta podía ser verdad sintiese algo por mí… y hoy cuando me pidió que fuese su novio vi tan sincera su mirada que… me afecto, me inspiro confianza y por primera vez pensé que quizás deba darme una oportunidad con Fabián, deba dejarme llevar y dejar de lado todas mis barreras-.

-Me alegro... Ojala seas feliz con el- pauso- Ahora entrando en un tema más profundo, tienes que contarme que paso entre ustedes dos en la cabaña, ayer me dejaste en ascuas cuando te vino a buscar tu papa-.

-Bueno pasaron cosas...- pause- la tarde en que llegamos, solo estuvimos hablando. Me conto acerca de él, de la pésima relación con su padre y muchas cosas, y a pesar que quiso averiguar porque me sentía tan mal, no fui capaz de contárselo, pienso que fue lo mejor - la mire esperando algún comentario.

-Hiciste bien, ¿pero eso es todo?-.

Ante tanta curiosidad de su parte le relate el resto de la historia. Claro, con algunas interrupciones por sus bromas tan comunes, pero pude contarle todo.

-No puedo creer que aun te sigan dado miedo los rayos- comento con una leve risa.

-Sí, aún les tengo un poco de miedo y no te rías… tú eres igual que yo-.

-Sí, pero la gran diferencia conmigo es que yo se controlarme, en cambio tú no- esbozo una sonrisa burlona- ¿Y cómo te fue con tus padres? ¿Qué les dijiste?-

-Nada, solo me quede callado. Y creo que eso contribuyo a que mi castigo fuera más severo-.

-¿Es en serio? ¿No lograron hacerte hablar?-.

-Lo intentaron pero no obtuvieron nada. Además no tenía ninguna historia coherente que inventarles, así que preferí callar antes que nada-.

-Me imagino que tu papa debió haber estado furioso-.

-Furioso es poco, estaba como un energúmeno, casi me pega. Si no fue porque mi mamá intento calmarlo hoy estaría llegando con un ojo morado…- sonó el celular de Rebeca, espere a que leyera el mansaje.

-Es para ti- dijo.

-¿Si? ¿Quién es?- pregunte extrañado.

-No hay nombre solo dice:

<< Sé que estas sin celular, así que tengo que recurrir a terceros para poder comunicarme contigo. Te espero a las siete en la entrada del colegio

F.C. >>

-¿Quién es F.C.?- pregunto.

-Las iniciales de Fabián- sonreí mientras me paraba- ¿Qué hora es?

-Son las…- movió rápidamente sus dedos en la pantalla del aparato- 6:56-.

Raudamente acomode el bolso en mi espalda–Adiós- le di un  fugaz beso en la mejilla y comencé a caminar.

-Espera – me  voltee – ¿Acaso no vas a entrar a clases?

-No lo sé-.

*<<<

-Ten cuidado- le dije .Estaba completamente inclinado hacia mí desde el lado opuesto de la mesa, intentaba tomar una pequeña porción de mi helado.

  • Tranquilo solo- agarro una ración con la cucharilla- tomare un poco y también quiero probar de este sabor…- me robo un beso.

-¡Fabián!... nos pueden ver- me ruborice un poco.

-Que nos vean- se encogió de hombros mientras se sentaba- sería mejor-.

-¿Por qué crees que sería mejor?-.

-Porque así no tendríamos que escondernos, como ahora, que tuvimos que sentarnos en la mesa más escondida-.

-Muchos no piensan como tú- tome una ración considerable y la lleve a mi boca.

-Me da igual si piensan como yo o no. Nosotros no le estamos haciendo daño a nadie. Querer a alguien no es pecado así que no le veo el sentido el escondernos-.

-El sentido está en que será más tolerable, ya que, nadie nos perturbara- lo mire.

-Tal vez tengas razón… pero si por mi fuera la ciudad entera ya sabría que eres mi novio…- suspiro- se escucha tan bien “mi novio”- sonrió.

Me reí por lo bajo negando con la cabeza.

Luego de comer los helados, salimos del establecimiento. Era martes y nos habíamos fugado de clases a petición de Fabián. Según el, sería un día muy especial.

Salimos de aquel pequeño local del centro un comercial de la ciudad y caminamos por largo rato observando repisas de las distintas tiendas. Pasamos por las distintas tiendas hasta llegar a una floristería. Este era un pequeño local, el mismo poseía la mayor parte de sus plantas en la parte exterior, a manera de muestra para sus clientes. Quien atendió a Fabián fue una señora muy amable, quizás de unos cincuenta años, un tanto robusta y con el cabello tapado por una pañoleta. Al ver lo que intentaba hacer Fabián le detuve.

-No, no lo hagas- le tome del brazo.

-¿Por qué? ¿No te gustan las flores?-

Negué con la cabeza- no, me recuerdan a funerales-.

-Oh, lo siento-.

-Tranquilo, pero no te equivoques, tampoco es que no me gusten del todo, ellas tienen su encanto, pero… no me apasionan -.

-Entonces tendré que buscar algo más para ti-.

-Tranquilo no es necesario- dije.

Mientras nos alejábamos del pequeño establecimiento pude observar la mirada de la señora que atendía la floristería. Nos miraba esbozando una sonrisa cómplice.

Salimos del centro comercial caminando, solo caminando. No hablamos, solo nos mantuvimos en silencio mientras dábamos cada pisada, como si aquel silencio fuera nuestro mejor confort, nuestro único medio de comunicación eran nuestras miradas que nos devolvíamos una y otra vez. No sé porque pero estando así con Fabián me sentía seguro, tenía sensación de una seguridad jamás experimentada, me sentía por primera vez protegido. Y eso me producía una pequeña felicidad, saber que alguien te quiere es alentador, pero comprobarlo lo es aún más.

¿Acaso sería posible que el amor de mi vida fuese Fabián? No lo sabía, el tiempo se encararía de responder a esa pregunta. Mientras, intentaría sanar y olvidar, sabía que no sería nada fácil, sin embargo algo dentro de mí no dejaría que me volviera alguien amargado e infeliz.

Entre paso y paso llegamos al parque del centro de la ciudad. Un lugar muy característico por poseer una inmensidad de áreas verdes, toda una atracción turística para personas ajenas a la ciudad. Mi intención era ubicarme en una zona cercana a la entrada, pero Fabián tenía otros planes, ya que, sin darme ninguna explicación me tomo del brazo y me hizo caminar por un área un tanto boscosa, que nos llevó hasta una pequeña colina cerca del pie de un lago.

-Aquí podremos estar solos- dijo acercándome a él para besarme.

Nos recostamos en el césped tapados por la sombra de un árbol cercano, tan cerca uno del otro que podía sentir como me estremecía la respiración de Fabián. Estábamos de  frente, mirándonos. Podía ver en su mirada todas esas palabras que me decía a cada rato. En ocasiones me daba miedo mirarlo fijamente a los ojos porque sus miradas se tornaban un tanto profundas. Profundas en el sentido de que son miradas que te desnudan el alma. Esas miradas cada vez se hacían más frecuentes y podía comprobar en ellas que todo lo que me decía era verdad, pero a veces mi desconfianza hacia poner en tela de juicio esas palabras de afecto.

-No sabes cuánto agradezco estar así contigo- pego su nariz a la mía- Te quiero-.

Silencio…

-Gracias- no sabía que decir.

-¿Por qué me das las gracias?-.

-Por quererme, por ser la primera persona que se preocupa así por mí y por hacerme sentir tan bien- baje la mirada.

-No tienes que agradecerme, es un privilegio para mi quererte…- tomo mi barbilla alzando mi rostro-… pero eso no será suficiente para que tu corazón este en paz, es necesario que perdones y olvides-.

-No es tan fácil-.

-¿Por qué no lo es?-

  • Porque a veces el dolor es tan fuerte que cala lo más profundo de ti y se  cimienta en tu corazón de algún modo en el que no lo puedes sacar-.

-Tienes razón- pauso- pero está en ti hacer que ese dolor se valla, esta en ti el dejar de sufrir y está en ti disfrutar la vida-.

Sabía que tenía razón en todo lo que me decía. En mi estaba dejar de sufrir, pero no era tan fácil. Lamentablemente el corazón no responde a la razón, así que por más que quisiese dejar todos mis tormentos a un lado, no podía. Quería pero no podía. No es suficiente con solo desear que el dolor se valla, no es tan fácil como ordenarle a tu corazón que cese el desconsuelo, todo va más allá de eso. El sufrimiento por amor es uno de los más fuertes que puede existir. A veces un amor verdadero nunca se olvida. No se borra en la memoria, siempre queda como el mejor de los recuerdos, como un hecho que vale la pena rememorar en pensamientos. No sé decir si mis sentimientos a Santiago fueron de amor, solo puedo objetar que fueron sensaciones muy fuertes las que sentía cada vez que pensaba en él. Lastimosamente jamás sabría que significaban esos sentimientos. De modo que en vez de seguir revolcándome en el llanto, quería sanar y convertirme en alguien nuevo, un alguien que conociese la felicidad. Ya tenía la oportunidad, ahora tocaba aprovecharla.

Estuvimos largo rato en esa colina, así uno frente al otro con nuestras frentes unidas tratando de disfrutar del momento. No hubo palabras, solo miradas y uno que otro beso. A petición de Fabián accedí a tomarnos una foto, mi primera respuesta fue un no. No soy de esas personas que guarda cada instante de su vida en una imagen, sin embargo termine cediendo ante tanta insistencia del moreno. Fue una foto sencilla donde aparecíamos con nuestras narices entrecruzadas mirándonos fijamente. La guardo en su celular.

La contemple por unos segundos meditando. Quizás la vida me estaba dando una nueva oportunidad con el amor y a quien tenía que querer era a Fabián, a lo mejor con el tiempo alcanzaría a tenerle un gran cariño y tal vez un gran amor. Eso solo lo diría el tiempo y estaba dispuesto a comprobarlo.

FABIAN

No tenía palabras. Ahora entendía mis sentimientos, en esos momentos no tenía dudas, lo amaba. Si en el pasado titubeé en ese momento no existía vacilación alguna. Cada vez me sorprendía más a mí mismo al ser víctima de esos sentimientos, los cuales juraba que  no existían, que solo eran exageraciones e inventos de las personas más cursis. Sin embargo ahora entendía la razón de ser de la gran publicidad que posee el amor, es el mejor regalo para una persona y más cuando eres correspondido. O por lo menos en mi caso tienes la oportunidad de intentar.

Era cierto que me encontraba en un camino incierto. No sabía si en verdad lo nuestro funcionaria, no sabía si algún día David pudiera alcanzar a experimentar un sentimiento tan intenso como el que yo sentía, sin embargo estaba dispuesto a intentar. Tenía planeado cumplir mi promesa de conquistarlo.

*<<<

El reloj de mi celular marcaba las doce del día cuando íbamos en un taxi directo a mi casa.

-¿Enserio fueron tan exagerados?- pregunte.

-Sí, apenas llegue me sentaron en uno de los sofás de la sala y descargaron sobre mí, el más dramático de los sermones; aunque no los culpo porque acepto mi culpa de no haberles avisado. Pero creo que exageraron demasiado. Mi padre furioso me preguntaba que como se me había ocurrido amanecer afuera sin avisar, que casi hago que le dé un infarto y que se yo, mientras que mi madre me contaba lo angustiaba que estaba, que llamo a media ciudad preguntando por mí, y un montón de cosas más-

-Al parecer formaron todo un alboroto- intervine.

-Sí, pero creo que después de todo no me sorprende su reacción, toda la vida han sido demasiado sobreprotectores conmigo. En especial mi padre-.

-¿Y cuál fue el castigo?-

Suspiró- un mes sin computadora, sin celular y sin televisión. Aunque la televisión no cuenta, al parecer se les olvido y aún sigue en mi cuarto. Y sumado a ello está el hecho de que durante todo el mes mi papá me lleva y me recoge del colegio -dijo.

-¿Te llevo a la escuela? - el tema me preocupaba.

-No. Por suerte hoy él tiene que hacer arreglar unos papeles en el banco. Así que- bajó la voz- podemos estar tranquilos- sonreí levemente.

REBECA

Intentaba escoger el atuendo más apropiado para esa tarde pero se me hacía imposible. Nada de lo que me había probado alcanzaba a llenar mis expectativas. Estando allí parada frente al closet rogaba por encontrar las prendas que me satisficieran.

Hubiese sido mas fácil, teniendo a alguien que opinase, sin embargo los últimos días mi contacto con quien se hacía llamar mi mejor amigo, fue prácticamente nulo. Estaba pasando por un periodo de desconexión con el mundo exterior, todo causado por su noviazgo con Fabián. Sinceramente no me molestaba que estuviesen juntos. Al contrario me alegraba de sobremanera. Ya era hora que David encontrase a alguien que lo quisiese como él se lo merecía y que mejor momento de aparecer para Fabián que uno en el cual David necesitaba de mucho afecto y cariño. Eso contribuiría a que olvidase todas las contrariedades que había vivido. No obstante aún estaba incrédula por lo increíble de la situación.

Deje esos pensamientos de momento y me concentre en que ponerme para la cena con sus padres. Esteban me había invitado esa noche a cenar con en su casa con intenciones de presentarme como su novia, así que era indispensable que diese una buena impresión durante la velada y lo primordial era portar una adecuada vestimenta.

Mientras buscaba entre los montones de prendas me topé con una bolsa negra. Al principio parecía ser uno de los sacos de mi padre, siempre eran devueltos de la tintorería con esa clase de empacaduras. No obstante luego de mirarlo detalladamente e indagar en su interior comprobé que se trataba de un vestido. De inmediato lo saque sabiendo de qué prenda se trataba. Era un vestido color cian, con una cinta de color negro cocida a su cintura y una falda que llega a unos cuantos centímetros por debajo de las rodillas, quedando un poco ajustada. Tras detallarlo por varios minutos decidí que esa sería mi vestimenta esa noche.

*<<<

Llegamos a casa de Esteban alrededor de las siete de la noche. El rubio había pasado por mi casa cumpliendo siempre con su caballerosidad. Inmediatamente después de entrar, sentí un nudo en la garganta de los nervios que me invadían. ¿Y si no les agradaba? ¿Y si no les parecía suficiente para su hijo? ¿Les caería bien? Eran muchas las preguntas que redundaban en mis pensamientos. Pese a ello intente calmarme e intentar parecer relajada en todo momento, pues con quien mantendría mi relación seria con Esteban no con sus padres, si les caía bien o no, era ajeno a la responsabilidad de cualquiera, nosotros simplemente cumplíamos con presentarnos como pareja ante sus progenitores.

Apenas cruce la puerta de entrada, toda la majestuosidad de la misión a la cual el rubio llamaba hogar, se presentó ante mí. Aquel sitio era simplemente fastuoso. El color que pastel predominaba en las paredes, las que estaban sorprendentemente adornadas con los mejores lienzos que los ojos de un ser humano pudiese contemplar.

A escasos metros de la puerta de entrada reposaba una escalera en espiral, alumbrada por un candelabro ubicado en el centro del techo. Logre observar lo más que pude a la planta superior, pudiendo ver que el mismo estilo de arquitectura se extendía hasta allí.

Los muebles eran un detalle que le sumaba elegancia a la residencia. Su impecabilidad los hacia ver como parte de una fotografía, ya que, estaban tan cuidadosamente puestos, que daban la impresión que en ese sitio no vivía nadie. Mi memora hizo su trabajo, y las preguntas comenzaron a aparecer.

-Esta no fue la que me presentaste como tu casa en un principio- comente aun extrañada por la situación.

-No, a la que fuimos la primera vez fue a la casa de Lourdes, nuestra sirvienta- fruncí un poco el señor por la respuesta- generalmente las chicas y mis amigos siempre se acercan a mí por el dinero, eso es algo que siempre he odiado. Contigo no quería que pasara eso, quería que te enamoraras de mí por lo que soy y no por lo que tengo, por eso preferí revelar hasta ahora quien soy en realidad… me has demostrado que eres distinta a las demás.

-¿Distinta en qué sentido?- pregunte.

-Eres una chica que se fija más allá de las apariencias, que valora mucho los sentimientos de las demás personas y que eres noble ante cualquier cosa. Eres única- baje la cabeza, sonrojada por sus cumplidos- por eso te quiero-.

-Yo también te quiero- le replique.

Al llegar a la cocina, el primer gesto de los allí presentes fue levantarse a manera de cortesía.

-Gerardo Tourbeth, un placer conocerla- pronuncio el señor tendiéndome la mano. Deduje que era el padre de Esteban por la tonalidad rubia de su pelo. Era un hombre bien parecido, de piel blanca, un poco más alto de lo común y con contextura física fuerte. Segundos más tardes la madre de Esteban se presentó- Noelia González, mucho gusto- era una mujer de estatura normal, de piel blanca un poco más oscura que la de su esposo, pelo castaño oscuro con un rostro de líneas que iban en consonancia con la elegancia y belleza de la mujer.

-Rebeca Godoy encantada- fue lo que conteste a ambas presentaciones.

A penas nos sentamos, la mesa comenzó a ser servida, una mujer de un tanto regordeta, comenzó a servir en cada uno de los platos. La cena está compuesta por salmón a la plancha y una ensalada muy rica; de la que lamentablemente no se su nombre. Frente a cada plato había una copa, que fue llenada con una botella que reposaba dentro de un recipiente de metal en el centro de la mesa, era champagne.

Una vez que cada plato estuvo servido y cada copa estuvo llena, se dio inicio a la degustación. Para mi aquella comida era una exquisitez en su totalidad. Todo había sido tan bien preparado que el solo hecho de saborear cada bocado era como tocar el cielo con el paladar. El salmón estaba tan perfectamente cocido que convertía a aquella comida en toda una divinidad. Mientras comía no pude hacer otra cosa que concentrarme en saborear cada porción.

Las primeras palabras después de la tan cordial presentación se escucharon una vez  todos lo sentados en la mesa terminaron. No sé porque pero intuía que la familia poseía alguna clase reglamento al momento de estar sentados en la mesa.

-Me han dicho que eres una excelente estúdiate- dijo el señor Gerardo- por lo que debo de suponer que debes saber lo que quieres estudiar-.

-Sinceramente no estoy muy clara…- conteste- he descubierto que soy muy buena en diferentes ramas, por ejemplo; la química es una ciencia que me gusta y en la que soy buena, sin embargo la medicina también logra atrapar mi atención, me gusta ayudar a la gente y me encanta todo lo que tenga que ver con la funcionalidad biológica de un ser vivo. Sumado a eso está el hecho de que casi me sé de memoria la constitución de pies a cabeza, por lo que también la abogacía podría ser mi vocación. De modo que aún no me decido.

El señor se quedó pensativo por un momento- Veo que eres muy versátil, pero te aconsejo que te enfoques en algo. Está bien que te gusten diferentes cosas, pero para alcanzar el éxito debes concentrar tu tiempo en una carrera a la vez. Puedes estudiar primero una y luego otra, o estudiar dos al mismo tiempo y después prepárate en una rama distinta, pero nunca pretendas desarrollarte en todo lo que te gusta porque así no conseguirás nada.

-Lo sé, por eso quiero tomar la mejor decisión, y prepararme en la profesión que más me guste-.

-Yo no veo con que seas médico, abogada e ingeniero química a la vez- comento Esteban- eres lo suficientemente inteligente como para ser buena en las tres profesiones-.

Solo reí ante su comentario.

-¿Y a que se dedican tus padres?- pregunto la señora Noelia.

-Bueno- pause- mi padre murió cuando yo tenía doce años…-.

-Oh, lo siento discúlpame- dijo algo apenada.

-Tranquila, no hay por qué disculparse- le tranquilice- en cuanto a mi madre, en este momento trabaja de recepcionista en un bufete de abogados-.

-Ya veo de donde viene tu interés por las leyes- comento su padre.

-Sí, desde pequeña siempre estuve en contacto con los amigos abogados de mi madre-.

-¿Tienes hermanos?- volvió a intervenir la señora.

-Sí, un hermano mayor. Se llama Eric, tiene diecinueve años. En este momento está estudiando periodismo-.

-Interesante- dijo el señor- debe ser un chico que le gusta llevar a la palestra pública las historias de la gente-.

-Sí, algo así. Desde pequeño siempre le gusto la redacción de historias y cosas por el estilo-.

Nuestra conversación se fue alargando durante toda la noche. Lo que me permitió conocer a fondo los padres de Esteban. Quienes resultaron ser personas de muy cultas, al igual que buenas personas. Afortunadamente el hecho de ser personas adineradas no les había convertido en seres prepotentes, al contrario eran personas con muy buenos sentimientos, y muy comprensivas antes que nada y unos excelentes padres. Para mí fue todo un gusto saber que personas tan buenas habían formado al que en ese momento era mi novio.

DAVID

Luego de unos quince minutos llegamos a casa de Fabián. Vivía con su tía en una urbanización de clase media al este de ciudad. Era una casa normal de dos plantas, daba la apariencia de ser un poco más refinada de lo convencional pero no rayaba en lo ostentoso. La fachada principal estaba pintada de un color blanco, a ambos extremos de la puerta de la entrada se alzaban dos rejas muy características por el grosor de sus barrotes y el largo de las mismas, ya que iniciaban a unos cuarenta centímetros del suelo y concluían en la viga de la pared, pintadas de un negro muy intenso al igual que la puerta.

Entramos en aquella humilde morada; según las palabras de Fabián. Una vez dentro pude observar el interior de la residencia. Su decoración y amueblado eran modestos pero acogedores para quienes viviesen allí, pero se podía apreciar el buen cuidado que se le tenía al lugar.

-¿No hay nadie?-pregunte mientras caminábamos hasta la cocina.

-No, mi tía está en su trabajo, llega alrededor de las cinco. Así que- saco jamón, queso y pan de la nevera- tenemos tiempo a solas- me puse un poco nervioso ante esa frase- ¿No tenderas problemas por ello?-.

-Según mi horario, hoy salgo a las cinco de clases, así que creo que no hay nada por qué preocuparse- respondí mientras me sentaba en una de las sillas de la mesa de la cocina.

Busco dos platos y comenzó a servir lo sándwiches, sirvió tres para cada uno. Después volvió a la nevera, saco una jarra con lo que parecía ser jugo de naranja y los sirvió en un par de vasos.

-¿Puedo hacerte una pregunta?-.

-Hazla- conteste.

-¿Tus padres saben que eres gay?- no sé por qué pero la pregunta me tomo desprevenido.

-No…No lo saben, y si se enteran creo que les daría un infarto- me tendió el plato y el vaso- gracias- dije- Mi padre es demasiado machista como para aceptar a uno de mi condición en su casa, pero creo que en el fondo lo sospecha y mi madre igual  ¿Y tú?-.

Pensó por un momento.

-Sabes, nunca considere la remota posibilidad de ser homosexual o siquiera bisexual, era consiente de mi atracción hacia otros chicos, pero pensé que algún día se me pasaría. Siempre pensé que me seguirían gustaban las mujeres y que sería así por el resto de la vida, sin embargo llegaste tú, con tu personalidad y con tus recientes aires de superioridad- me reí ante el comentario- provocaste algo en mí, que en un principio me negaba a creer y que después no sabía de qué se trataba, pero ahora sé que es amor. Creo que eso me haría gay…- dio un mordisco a uno de los panes- en cuanto a mi familia, mi padre es una copia del tuyo si de machismo se trata. Jamás aceptaría a un desviado en su casa, en más de una ocasión lo escuche decir esa oración, después de criticar a cualquier gay que viese en la calle. Por parte de mi hermano, no sabría decirlo, he estado demasiado tiempo alejado de él. Y por  el lado de mi tía, ella es lo suficientemente moderna como para aceptar una situación así, sin embargo no sabría decir cuál sería su reacción-.

  • Es complicado ser homosexual aun en esta época- comente.

  • Si, pero está en ti escuchar o no al resto del mundo. Creo que si te propones a ser feliz nada te lo impedirá, la felicidad es responsabilidad de cada uno- mordió una vez más el pan.

  • Tienes razón, pero a veces el rechazo del que eres victima por parte de la sociedad afecta muchísimo. Que tus padres y familiares te aborrezcan por amar a alguien es desbastador… ese es mi más grande miedo- baje un poco la cabeza.

-Lo sé te comprendo, también siento ese miedo. Sin embargo ¿sabes que me consuela?- lo mire confuso- tenerte a mi lado- me miro fijamente- el saber que puedo enfrentar esto contigo me consuela- solo sonreí.

Luego de aquel tan improvisado almuerzo, fuimos hasta la sala con la intención de ver algo de televisión. Estuvimos viendo por largo rato los Simpson, reímos durante casi toda la hora que duraron los dos episodios. Hay que reconocer que los Simpson son una de las series animadas más cómicas, que aunque veas una y otra vez no te cansas de reír con los mismos chistes.

-Que tonto- comento riéndose.

-¿Homero?-

-Si- aún se reía.

En ese momento se creó una leve tensión en el ambiente, ninguno sabía qué hacer con exactitud, hablo en plural ya que los gestos de Fabián daban a entender claramente que estaba nervioso. Sinceramente no me molestaban esa case de silencios, más bien me parecían un tanto placenteros.

Me acerque unos centímetros hasta el extremo de sofá donde se encontraba sentado y repose mi cabeza en su pecho cerrando levemente mis ojos. Estuve así por varios segundos, disfrutando de su compañía.

Después de varios minutos sentí su mano en mi barbilla intentando mover mi cabeza, me enderece para verlo. El solo me miro, con una leve sonrisa entre sus labios y se acercó para darme un beso.  Fue una caricia suave, como un leve rose, pero que me provoco un torrente de sensaciones un poco fuertes. Poco a poco el beso se fue intensificando, haciendo acto de presencia las manos. Primero poso ambas manos en los extremos de mi cintura, dejándolas inmóvil por un breve tiempo mientras proseguía con el acto.

En cuanto a mí, el deseo tomo posesión de mí. Recorrí cada centímetro de su cuerpo intentando memorizar cada detalle de su anatomía, aun con los ojos cerrados podía imaginarme el aspecto de su cuerpo.

El beso se hizo un poco más intenso cuando las lenguas entraron en juego. Ambos luchábamos por dominar, era una pelea para determinar quien llevaba las riendas de aquel episodio. Debido a su alta estatura Fabián tenía toda las de ganar pero no me di por vencido; aun cuando estaba encima de mí. Sería difícil vencerlo. Saque su camisa de por dentro del pantalón y metí mis manos debajo de la tela, palpando cada centímetro de piel que se extendía debajo de aquel uniforme. El hizo lo mismo pero se fue aún más allá, me saco la camisa por completo. Ni los botones fueron problema para que en menos de dos segundos se deshiciera de la prenda. Periódicamente teníamos que parar para tomar aire ya que el beso nos dejaba sin aliento.

Debo reconocer que Fabián es un excelente besador. Sabía mover los labios de una manera casi profesional, logrando hacer presión en puntos que producían gran placer. Parecían dos atletas bien preparados y listos para la competencia.

Termine con las caricias y poco a poco fui desabotonando su camisa,  una vez terminada con la labor me deshice de ella al igual que la franelilla, pudiendo así acariciar cada centímetro de su espalda y torso sin ningún tipo de estorbos. El cuerpo de Fabián era digno de admirar, a pesar que no tenía un exagerado volumen, el tamaño y la firmeza de sus músculos delataban que era alguien a quien le gustaba estar en forma, no era ni delgado, ni robusto. Su musculatura se encontraba muy definida, bastante para ser exactos, en especial sus abdominales, los cuales recorrí con mis dedos, al ser incapaz de apreciar con mis ojos. Me estaba dejando llevar por el deseo y la excitación de la que era víctima, sentía la imperiosa necesidad de sentirlo, de tenerlo cerca.

-¿Vamos a mi cuarto?- se despegó por un momento.

No hubo necesidad de responder, en un acto unísono nos levantamos y comenzamos a caminar sin alcanzar a separar nuestros labios, así que fue inevitable que a cada momento chocáramos con cualquier pared o mueble. Cuando llegamos al borde de las escaleras la situación fue aún más engorrosa, no obstante no fue una hazaña imposible de realizar. Con los ojos cerrados y la movilidad limitada pudimos subir aquellos peldaños que nos llevaron a la planta superior. Al llegar a una puerta; supuse que era la habitación de Fabián, solo fue necesario empujarla para entrar en aquellas cuatro paredes.

Al sentir el borde de la cama en mis pantorrillas automáticamente caí sentado en el colchón y poco a poco fui deslizándome junto Fabián hasta que quedar completamente acostados, él se encontraba encima de mi completamente inmerso en él, concentrado en cada uno de los besos, que en ocasiones paraba para pronunciar un leve te quiero. El beso cada vez fue ascendiendo en intensidad, al punto que era difícil mantenerlo. Sus labios se movían rápidamente intentando amoldarse a los míos, su lengua era la más fuerte de las luchadoras ya que en ningún momento se rindió y acabo dominando el combate, esta se enroscaba con la ajena de un modo casi magistral, era evidente la destreza que poseía.

Al estar en esa posición pude sentir el gran bulto que se escondía bajo el pantalón de Fabián que rosaba al mío como especie de saludo a su compañero, podía sentir la presión de su miembro contra la tela, que luchaba por salir de su resguardo. Del mismo modo mi pene se encontraba completamente aprisionado, siendo tanta la presión que ya comenzaba a sentir dolor.

Sin separar sus labios de los míos, Fabián fue con sus manos hasta el cierre de mi pantalón y lo bajo lentamente, luego desabrocho el botón e introdujo sus manos bajo la tela. Solté un leve gemido al sentir el contacto de sus manos. Comenzó con una leve caricia por encima del bóxer, sujetando entre sus manos todo lo que se escondía bajo aquella zona tan prohibida. De un momento se dejó de rodeos e introdujo de una vez sus manos dentro de la prenda interior manoseando cada centímetro de mi miembro, intentando escanear con sus dedos la apariencia del mismo, pero esta vez con mayor intensidad. Por lo que me fue imposible reprimir los gemidos de placer, era una sensación inigualable.

Separo sus labios de los míos para comenzar a besar mi pecho y volviendo a subir hasta ambos extremos de mi cuello, beso y saboreo cada parte de este como si se tratase de cualquier postre el cual estuviese consumiendo muy apetitosamente. Una vez terminado su trabajo en la zona, bajo de nuevo por la línea central de mis pectorales pasando de largo hasta mis abdominales sitio donde pauso para recorrer con su lengua, no dejando centímetros de piel sin tocar. Lentamente fue bajando aún más hasta gradualmente llegar a la zona del pubis. En ese instante la sensación de placer era indescriptible, era demasiado fuerte como para reprimir los gemidos, un estremecimiento recorría todo mi cuerpo, ya no era consciente de mí. Todas las acciones que ejecutaba eran productos del deseo y la excitación del momento. Sentía que en cualquier momento explotaría.

Rápidamente Fabián se deshizo de del bóxer dejando salir al prisionero que salto como un resorte buscando la libertad. Lo sostuvo entre sus manos acariciándolo al principio de una manera suave y luego con locura. Mientras lo hacía, lentamente se fue desabrochado su pantalón dejando salir a su miembro el cual saludo alegremente al mío, podía describirse como una especie de presentación a los futuros compañeros. Una vez se deshizo de todo tipo de prendas se unió a mí en un profundo beso, esta vez un poco más suave que los anteriores. Yo solo me concentre en acariciar aquella espalda tan firme intentando bajar mi mano hasta un lugar más íntimo. Llegando hasta sus glúteos, los que comencé a amasar de una manera inexperta.

Fabián sin despegarse de mis labios tomo su pene y lo unió al mío comenzando una frenética paja. ¡Dios! Era increíble, no podía evitar reprimir los suspiros y gemidos, que hacían ecos a los suyos. Era demasiado placer. Sus labios podía sentir la excitación que lo invadía, sus gestos me dedican que deseaba esto tanto como yo.

Aquel beso se fue intensificando cada vez más, su lengua invadía cada vez más profundamente mi cavidad bucal danzando acompasadamente junto con la mía. Mordiendo y dando lametazos a mis labios de vez en cuando. Por unos segundos el moreno se despegó y fue bajado por mi mejilla hasta llegar a mí oreja la cual comenzó a lamer con locura. Impregnando con sus gemidos cada atención que ejercía. Eso me ponía a mil y producía que una corriente eléctrica se apoderara de mi espina dorsal y tomara posesión de cada parte de mi cuerpo. Ya no aguantaría mucho más, era demasiado placer. Y sin poderlo evitar comencé a correrme sobre su mano, gimiendo y suspirando por aquel acto tan excitante… salpicando su pene y dedos, resbalándose unas cuantas gotas que cayendo sobre mi abdomen.

Cuando acabe, el soltó mi pene y comenzó a pajear el suyo con frenesí, ayudado con la lubricación de los restos de mi corrida. Pego sus labios junto a los míos uniéndose en un beso salvaje, reprimiendo cualquier gemido que pudiese salir de ellos. No tardó mucho en correrse y par de minutos después, su miembro esparcía más de cinco chorros sobre mi abdomen.

-Te… amo- lo escuche decir entre mis labios. Iba a responder algo pero el sonido de la puerta me impidió. Tras aquel chillido Fabián se enderezó velozmente y a manera de reflejo tomo las sabanas más cercanas y nos tapó con ellas. En menos de dos segundos teníamos en frente a una señora de una estatura mediana, de pelo negro, que parecía tener unos cuarenta años de edad; con expresión de disgusto, parada en frente de nosotros.

  • ¡¿Se pude saber qué significa esto?! - Pregunto evidentemente molesta.