Destinados. Capítulo 06: La declaración
Me miro también algo exaltado y comenzó hablar-¿Entonces, qué quieres que haga? si esa es la una forma que tengo para hacerte saber lo que siento- contesto mientras pegaba su nariz a mía- no entiendes que - trago saliva- te amo...
Hola a todos, aquí estoy de nuevo… Primero que nada quiero agradecerles a todos los que me han escrito por email, pues motiva saber que les está gustando mi historia… No se les olvide comentar y valorarla, ya que, es así como lograre crecer como escritor y mejorar en cada entrega… Sin más que decir espero disfruten el relato…
Derek W. Johnson
Destinados. Capítulo 06: La declaración
DAVID
Incontables son las ocasiones en las que me he preguntado hacia donde desembocara mi vida, cuál será el final que estará escrito para mi… pero por más que me esfuerce nunca logro descifrar cual es el rumbo que tomara mi existencia.
Roce con mis dedos el borde de mis labios una vez más, todavía podía sentir el sabor de sus labios, lo cálido que se sentían… la sensación que me produjo su contacto junto a los míos, me sorprendí a mí mismo suspirando al revivir esos instantes, no sabía que me estaba ocurriendo. Por más que me esforzara por guardar en mi memoria esa escena como un mal rato, mi razonamiento me impedía hacerlo… aunque no lo quisiese aceptar, ese beso me había gustado… y sinceramente las ganas de repetirlo invadían cada célula de mi ser… ¿Qué me pasaba? ¿No se suponía que Fabián debía caerme mal? ¿Cuál era la razón para que estuviese suspirando por el?... claramente estaba al borde del colapso por lo confundido que me encontraba, no sabría decir si mis ganas de repetir el acto incluían solo el beso o también a Fabián. Durante esa noche intente por todos los medios olvidar todo y tratar de descansar lo más pacífico posible pero no pude, una y otra vez me despertaba con la escena repitiéndose en mi cabeza, con el nerviosismo del momento y con las inevitables ganas de seguir besándolo. No sabía a ciencia cierta que me sucedía pero ese contacto había despertado en mi un deseo, unas ganas por experimentar una vez más la intensidad vivida en ese instante.
En mañana salí de mi casa convertido prácticamente en un zombi, estaba tan absorto en mis pensamientos que era ajeno a todo lo que a mí alrededor pasaba. En mi existía uno de los dilemas más colosales que pudiese haber tenido. El sentido y la razón al parecer se habían divorciado en lo más profundo de mi ser… ignoraba la causa por la cual era capaz de sentir deseo por alguien quien solo tenía malas intenciones hacia mí, que lo único que procuraba era hacerme sufrir, por más que me hubiese gustado ese beso eso no significaba que me hubiera enamorado, al contrario no significaba nada dado que para mí el amor era un sentimiento que había muerto. El día que volviese amar estaba perdido en la eternidad, esa fecha nunca la marcaría el calendario. Me encontraba completamente escéptico ante la realidad de volver a sentir amor por alguien.
Al poner un pie en la escuela instintivamente comencé a mirar hacia todas partes, quería de asegurarme que el ser con quien menos me quería topar no se encontrara en los alrededores, visualice cada uno de los espacios a la vista, el jardín de la escuela, los balcones y cuanto lugar el pudiese pasar desapercibido… tuve la suerte de no verlo, suspire aliviado al observar que no se encontraba aun en el sitio pero aun así mantenía mi vista alerta. En el mismo instante que me precise de la ubicación de Rebeca, dirigí mis pasos hacia ella… quería que me explicara en que estaba pensando para dejarme a solas con Fabián el día de ayer, entendía que su contratiempo la excusaba, sin embargo nada justificaba que me hubiese pedido quedarme con Fabián durante el resto del tiempo que estuviésemos en el sitio.
-Hola- me saludo con un beso cuando llegue hasta donde se encontraba- veo que estás haciendo méritos para que la puntualidad sea una de tus virtudes… te felicito. Por cierto como te fue…-
-¿Se puede saber en qué pensabas al dejarme solo ayer?- le interrumpí.
- ¿Cómo…?. Espera un segundo ¿Si sabes que me tuve que ir para ver a mi mama?.... “mi mama”-hizo énfasis en la última frase.
-Se muy bien porque te tuviste que ir… lo que te reclamando es cual fue tu razón para no permitir ir contigo y dejarme prisionero allí- le dije por lo bajo con evidente molestia.
- Se me hacía descortés dejarlo solo-.
-¿Y desde cuando yo soy amable con el…? Rebeca está bien que tu no quieras quedar como maleducada, pero eso no significaba que para quedar bien tuvieras que usarme - expuse.
-Un momento… ¿Qué paso ayer?- pregunto intrigada.
-¿Cómo…? ¿De qué hablas…?-
-Algo tuvo que haber pasado para que estés así de molesto- contesto muy segura.
-Te estas imaginando cosas…- intente justificar mi molestia.
- Este disgusto que cargas es por algo que paso…- poso su mano en mi hombro-… vamos habla, que ocurrió, acaso te incómodo de alguna manera-
-No, nada de eso- respondí frunciendo el ceño.
-¡¿Entonces…?!-
Iba a buscar otra de mis excusa pero por suerte me salvo la el timbre, debíamos entrar a clases. En el camino hacia el salón intente buscar las palabras para darle una explicación creíble pero al parecer estaba muy ocupada saludando a Esteban, hecho que agradecí. Como se había vuelto costumbre en los últimos días Rebeca se olvidaba del resto del mundo al estar con Esteban. Al ser consciente de la situación decidí adelantarme para llegar hasta la que sería mi celda por las siguientes tres horas… es que, la idea de ver matemática a primera hora de la mañana era una tortura para cualquiera, así que mi entusiasmo no era mucho por lo que no era demasiado mi apuro.
Cada paso que daba lo ejecutaba con la mayor de las paciencias, últimamente mis ganas de asistir a clases estaban por el suelo. Mientras cruzaba en la esquina de uno de los pasillo, sentí una mano que tapo mi boca… pensé que se trataba de una broma de alguno de mis compañeros pero cuando sentí otra mano envolviéndome; la que alcanzo a inmovilizarme, desistí de ese pensamiento. Intente zafarme revolviéndome como un desquiciado pero no sirvió de nada, ni eso ni las patadas que intente dar… desafortunadamente ese alguien, quien ya me estaba causando miedo, era fuerte y parecía estar bien entrenado, lo suficiente para retenerme y llevarme hasta la parte trasera del colegio. Fue tan rápida la escena que no pude darme cuenta en que momento las paredes del edificio se trasformaron en los arboles; característicos de esa zona. Lo primero que paso por mi mente era preparar mi celular al igual que mi dinero por si se trataba de un ladrón pero no fue necesario. En el mismo instante en que pude soltarme y voltear, las facciones de sobresalto de mi rostro cambiaron a las de coraje.
-¿Ahora qué intentas hacer?- le pregunte a Fabián mientras me acomodaba la camisa.
-Tú y yo tenemos una conversación pendiente- contesto muy sereno.
-Por favor déjate de tonterías…- le solté mientras intentaba irme pero me detuvo tomándome del antebrazo.
-Suéltame… o te atienes a las consecuencia- a decir verdad no creo que le fuese hecho nada pero a veces cuando me encontraba furioso la cordura me decía adiós y era capaz de hacer cualquier cosa. Por lo visto entendió mi advertencia porque enseguida me libero.
- Esta bien te suelto… pero con la condición que me escuches- dijo mientras retrocedía un par de pasos.
-¿Y quién te crees para ponerme condiciones?-
-Por favor… no seas inmaduro- me pidió mientras miraba a su alrededor; probablemente para asegurarse que nadie nos estuviera observando.
-¡Ahora el inmaduro soy yo!… ¿no crees que fue infantil la manera en cómo me trajiste?- objete ya aburrido de la situación.
-No, porque esa era la única forma de lograr tener un momento contigo a solas…- soltó un suspiro de cansancio mientras llevaba ambas manos hasta su rostro-… ¿es que no te das cuenta de lo que siento?-su vista se posó en mí, para luego acercarse-… no entiendes que provocas en mi sentimientos que jamás experimente-
-Eso le dices a todas tus conquistas… ¿verdad?- respondí con indiferencia que me costó bastante fingir por lo nervios que comenzaban aflorar – vamos, deja de fingir… ¿Quién se va a tragar el cuento de que ahora te gustan los hombres? Por primera vez en tu vida di la verdad-
-¿Quieres la verdad?- asenté con la cabeza ante sus palabras –…pues es esta- y sin consulta alguna junto sus labios junto a los míos y me rodeo el cuello con ambas manos no dejando posibilidad para zafarme; igual que la vez anterior… pero en vez de ser igual de suave, este beso fue más salvaje como si fuese un sediento saboreando el agua que tanto anhela. Al principio me resistí, tuve la idea de morderlo pero cuando quise hacerlo fui débil y respondí al acto… ya me había dejado llevar por la situación, aunque no me encantara reconocerlo, esos besos estaban comenzando a gustarme. No sabría decir cuánto tiempo paso… varios minutos pasaron, ya que tarde mucho en caer a tierra y soltarme de sus manos cuando ya se había descuidado.
-No… vuelvas… a… besarme- dije sin aire.
Me miro también algo exaltado y comenzó hablar-¿Entonces, qué quieres que haga? si esa es la una forma que tengo para hacerte saber lo que siento- contesto mientras pegaba su nariz a mía- no entiendes que…- trago saliva-… te amo- termino concluyendo.
REBECA
-Entonces… que dices, ¿aceptas?- pegunto Esteban una vez ya sentados en nuestros respectivos asientos.
-No lo sé, mi mama esta algo quebrantada de salud y no me gustaría dejarla sola- conteste con evidente preocupación ante su propuesta.
-¿No me habías dicho que tenías un hermano?- volvió a preguntar tratando de obtener una respuesta afirmativa de mi parte.
-Si pero…- iba a continuar sino me fuese interrumpido.
-Pero nada, esta tarde nos vemos a las tres en la heladería del centro- sentencio de una manera que no pude encontrar más excusas para no ir. Desde que me topé con él en el jardín del liceo, su invitación a salir esa tarde fue nuestro único tema de conversación, el intentaba por todos los medios convencerme de que aceptar la “salida de amigos”.
Tengo que admitir que ese rubio había logrado captar mi atención, que día con día se convertía en una atracción más fuerte. No obstante no quería hacerme ilusiones ya que con los hombres nunca se sabe, son muchos los que te prometen villas y castillos para luego dejarte revolcando en el dolor… mi intención era probar a través de las acciones de Esteban si en verdad me quería o si solo era alguien para pasar el rato, si superaba la prueba comenzaría a tomarlo en serio. Sé que no soy experta en chicos pero no soy estúpida para irme a la primera con cualquiera que diga frases bonitas… el don de la palabra lo puede tener cualquier mamarracho pero los buenos sentimientos solo los poseen pocos.
Nuestra espera no se extendió demasiado gracias a que la puntualidad casi de militar que poseía el profesor de matemática. Al mirar a mi alrededor me di cuenta de que David, quien venía detrás no había llegado, por un momento temí que hubiese optado por escaparse de clases, recientemente tenía una actitud de desinterés hacías las mismas.
FABIAN
¿Lo amaba?... si, lo amaba, esas últimas palabras pronunciadas por mi subconsciente lograron dar la respuesta que tanto busque, que tanto anhelaba tener. Por un segundo tuve miedo por la profundidad de lo que en realidad significaban… amar ya encajaba en lo mayúsculo pero no había otra definición más clara que esa. Creo que hasta yo mismo me sorprendí con esa frase, la cual se estaba estrenando en mi vocablo. Jamás en mi vida le dije a una chica que la amaba, siempre mis relaciones fueron más por atracción que por otra cosa, lo que me daba a contrastar la realidad tan distinta que estaba experimentando con ese conjunto de emociones que rondaban mi corazón.
Una vez ya dicho todo sentí una especie de liberación, un sentimiento de relajación por sacarme un peso de encima al dejar salir todo lo que sentía, al expresar todo lo que me causaba desvelo, mientras que al mismo tiempo la sensación de temor se hacía presente en mi interior, no sabría decir si era por la incertidumbre de saber si era correspondido o no o porque a partir de ese instante mi vida comenzaba a dar un giro de ciento ochenta grados, a ciencia cierta no era capaz de describir que causaba ese temor, solo era consciente de que lo sentía. Cabe decir que la expresión en el rostro de David no fue de ayuda para aclarar mi confusión, más que darme alguna respuesta me causo más preguntas que aunque debían ser contestadas en ese momento no eran de mucha importancia. Lo único que fui capaz de hacer fue abrazarlo, sentir el contacto de nuestros cuerpos y refugiarme en su hombro todo el tiempo que fuese posible porque quizás esa escena no se volvería a repetir.
-¿No vas a responder nada?- pregunte con mi voz amortiguada por su hombro.
Espere unos segundos para oír una respuesta pero esta nunca llego, David solo dio señales de vida en el momento en que comenzó a soltarse de mis brazos y sin decir palabra alguna salió corriendo del lugar, quise ir tras el pero entendía que de seguro estaba en shock por lo que le había dicho, de seguro no se imaginó que iba a oír esas palabras de mi boca… quizás estaría asimilando todo. Mientras tanto yo solo estaba parado al lado de aquel árbol, sin ideas de que hacer, lo primero que se me vino a la mente fue dirigirme hasta el salón donde estarían mis compañeros recibiendo la primera clase del día, en donde inequívocamente estaría David, pero para mí desconcierto no era así, al parecer había huido no solo de mi sino también del colegio.
-¿En dónde te metiste?- pregunto Christian quien se encontraba al lado asiento del cual me estaba sentando.
-Nada solo… que… fui al baño- improvise.
-Creo que para una ida al baño nadie se tarda tanto, no será que quisiste comenzar el día con una paja mañanera- comento con un tono de burla.
-No seas imbécil que yo no soy como tú, que se tiene que consolar con simples pajas- aclare.
- Si no estabas en medio de una paja, entonces cuenta quien es la nueva víctima-dijo Christian con la curiosidad que lo caracterizaba respecto a esos temas.
-¡Nadie... solo se me paso la hora y ya!...supéralo- conteste ya hartado de la conversación.
-Está bien pero no te exaltes, relájate… que apenas está comenzando el día-
-Eso es algo imposible de hacer cuando tú estás alrededor- argumente con mucha razón. Había momentos en que la actitud de Christian lograba sacar de sus casillas a cualquiera.
-Ahora hablando enserio- comenzó- ¿no sabes dónde están Santiago y Narissa?- me pregunto
-No… ¿Por qué, que hay de especial no estén?... ellos son novios por si no te habías dado cuenta- conteste.
-Si tienes razón, lo que sucede es que escuche a Samantha hablar sobre unos exámenes que tenía que hacerse hoy Narissa en el hospital… o algo así, y según lo que se ella no ha estado enferma- dijo con un gesto que denotaba la intriga que lo invadía.
-¿Quién sabe…? Tal vez solo se está haciendo sus exámenes de rutina- mentí, sabía perfectamente que esos exámenes eran para confirmar el embarazo de Narissa.
-Quizás, pero algo me dice que aquí hay gato encerrado-
-¿No me digas que ahora te vas a meter a detective?- le pregunte con una sonrisa burlona.
-No seas estúpido- dijo lanzándome un golpe en el brazo.
REBECA
Nuestra primera clase del día había concluido ¡al fin!... éramos libres, claro solo por unos veinte minutos, hasta la siguiente clase, tiempo suficiente para buscar a David y proporcionarle el sermón de proporciones bíblicas. Ya su actitud rayaba en la insensatez… se estaba convirtiendo en una versión barata del típico chico rebelde. Lo busque por todos lados… en la cafetería, en los baños, en las áreas verdes y en todos los rincones donde se pudo haber metido pero no lo encontré, probablemente se encontraba fuera de las escuela. En ese momento mis alarmas comenzaron a encenderse, como cada vez que desaparecía tan espontáneamente, temía que la causa de su ausencia fuera otra desdicha más de la cual fue víctima. Como última medida trate de marcarle a su celular y como era de esperarse se encontraba apagado- ¡Que testarudo eres!- dije fastidia por la actitud de David. Entendía que algunas veces quería tener momentos a solas pero no era para que se aislara del mundo, teniendo en cuenta los antecedentes que posee con respecto a los accidentes, en los que siempre se encontraba solo cuando ocurrieron.
Al ver que no me contestaría decidí no insistir, si David quería estar más que con el mismo, le concedería el deseo, no iba a seguir rogándole. Por eso decidí aceptar la propuesta de Esteban cuando me despedía de el en la entrada de la escuela… una vez en mi casa solo tuve tiempo para ducharme, comer algo ligero y salir de nuevo. Seguí sus indicaciones y lo espere la heladería del centro de la ciudad, ya que sería un lugar a donde ninguno tendría que transitar mucho debido a que nuestras casa estaban ubicadas en polos opuesto de la ciudad. Como lo hacía regularmente llegue diez minutos antes de la hora de nuestro encuentro, desde pequeña siempre me gusto la puntualidad fue por eso que a medida que fui creciendo se volvió un habito en mí, cualidad que al parecer comparto con Esteban hecho demostrado por la puntualidad con la que llego, por lo visto intentaba ganar puntos conmigo y creo que lo estaba logrando.
-Entonces… ¿qué sabor vas a pedir?- dijo después de nuestro respectivo saludo.
No se… creo que de chocolate- respondí.
-¿Tu favorito?-
-Si- confirme.
-Deberé tenerlo presente a partir para saber con qué debo alegrarte cuando estés molestas-
-Como dato te digo que cuando me molesto no son suficientes ni todos los regalos, helados, flores o chocolates que puedas mandarme… a mí solo me convencen con ellos- le hice saber-… así que no te recomiendo te valgas de esos estereotipos a los que estás acostumbrado. No todas las chicas del planetas somos iguales… habemos excepciones muy especiales-.
-Ya veremos- contesto.
Estuvimos en la heladería alrededor de veinte minutos hablando de cosas triviales, de las que debo admitir no me aburría hablar con, se podía decir que Esteban no era alguien de pocas palabras, más bien al contrario… su ingenio para sacar cualquier tema de conversación era envidiable, más aun cuando de contar experiencias se trataba. Poseía el don de ser un excelente narrador. Fue así como se hizo completamente imposible tener un minuto de silencio en la mesa, ya fuese por nuestras palabras o por las carcajadas que soltábamos a cada rato.
-¿Es enserio? ¿Claras de huevos en los pantalones?- dije luego de haber calmado un poco mi risa.
-Sí, debiste ver la cara de Cristian cuando se despertó esa mañana- consiguió decir en un momento donde la risa lo dejo hablar-… si no fuera porque; después de habernos burlado de él lo suficiente, le dijimos la verdad, hubiese acabado llorando-.
-De verdad, se pasan…- comente con aun la sonrisa en mi rostro-… cuando se lo proponen son el demonio hecho persona-.
-No lo veas de esa manera tan despectiva, a veces debemos aprovechar los momentos para disfrutar la vida… ¿no crees?-.
-Es cierto - le di la razón – pero yo no me imagino a mi haciendo una broma como esas, no sería capaz de inventar una violación como lo hicieron ustedes-.
-Quizás ahora no- dijo- pero cuentas conmigo cuando te quieras desquitar de algún patán-.
-Gracias- respondí entre risas.
Tras nuestras carcajadas siguió un silencio que hizo su presencia por primera vez desde nuestra estancia en el lugar, no sabría decir si fui yo quien se calló de repente o si a Esteban se le agotaron las palabras, la realidad era que hubo un instante en donde ninguno de los dos dijo nada, creando una especie de tensión en el ambiente, la cual percibí en el momento.
Indague en todo lo dicho durante los últimos minutos para lograr conseguir si fui la responsable de alguna frase mal dicha pero tras un periodo de recapitulación no localicé la causa de tan repentina actitud de su parte, por un instante creí que debía sentirse mal para haber pasado de un estado de alegría a otro en donde despedía seriedad por cada uno de sus poros, ignoraba que frases saldrían de su boca en el intervalo en el que se preparaba para hablar, más sin embargo solo me basto con escuchar el tono en su voz para saber cuál eran sus intenciones.
Fijo su mirada en mis ojos y comenzó- Desde hace algún tiempo he querido decirte algo, pero no encontraba el momento propicio para hacerlo…- continuo -…pero creo que ya es imposible ocultar lo que siento. Rebeca quiero decirt…-.
-Espera un momento- lo interrumpí- ¿no crees que estas yendo muy rápido?-
-Tal vez pero que propones que haga, si me gustas- respondió.
Me quede callada por unos segundos, no muchos, solo los suficientes para pensar bien lo que diría- ¿Te gusto?...- asintió con la cabeza-… Esteban, el solo hecho que te guste una persona no basta para establecer un noviazgo, es más tú yo nos conocemos desde… nunca, es mas no somos ni siquiera amigos-.
-Precisamente el noviazgo es para eso, para conocerse- contesto – además no te das cuenta que tú y yo estamos hechos el uno para el otro. Sabías que tenemos en común muchas cualidades y gustos-
-Tienes razón, pero para mí un noviazgo debe establecerse sobre bases solidadas, no encima de un castillo de naipes, en donde vas probando que carta te funciona- expuse. Al parecer mis palabras no fueron de su agrado, lo corroboré con el semblante que presento luego de oírme, pero lamentablemente tenía que decirlas, debía ser completamente sincera con él. Si en verdad quería establecer una relación seria conmigo tendría que comenzar por el buen camino.
- Eso significa que no te gusto… ¿verdad?-
-Eso significa que primero debemos conocernos- aclare.
El momento tenso vivido no fue causa para que nuestra confianza durante el resto de nuestra cita se viera afectada, nuestras conversaciones fluyeron de la manera más natural como si nada hubiera ocurrido y al igual que antes las risas fueron la protagonista de nuestra plática. Al momento de irnos Esteban como buen caballero me dejo en la puerta de mi casa, tras haberse subido al mismo taxi conmigo. Solo le di un beso en la mejilla para luego de haber pronunciado un “hasta mañana” cerrar la puerta del automóvil. Debo admitir que disfrute toda la tarde junto a él, mientras que las ganas de repetir la experiencia comenzó a hacerse sentir dentro de mí.
Mientras caminaba hasta la puerta, por un segundo me pareció haber estado alucinando con la imagen que veía sentada en uno de los peldaños de la entrada de mi casa; pero gracias a que conocía perfectamente, logre reconocer de quien se trataba sin verle el rostro.
-¿Se puede saber dónde te metiste?- le pregunte.
-Ahh… ¿Cómo dices?- contesto David al darse cuenta de mi presencia.
-¿Qué paso ahora?-
-¿Puedo pasar?- respondió con otra pregunta, señal clara de que andaba en las nubes. Le hice pasar inmediatamente, por suerte mi mama no había llegado aún por lo que no perderíamos tiempo con los saludos correspondientes y para evitar interrupciones de cualquier tipo lo hice subir las escaleras hasta mi cuarto, lugar donde siempre lograba sus grandes confesiones. Apresuradamente me dirigí a la concina para tomar un vaso con agua y luego alcanzarlo.
-Me beso- dijo espontáneamente.
-¡¿Cómo?!... ¡¿Quién?!- pregunte exaltada.
-Fabián- respondió- y… y…-
-¿Y qué…?- le incite a que continuara.
-… y pronuncio las palabras más dementes que pudiesen existir…- pauso- dijo que me ama-.