Destinados. Capitulo 04: Noche de Fiesta
...era impresionante la manera tan descarada como escaneaba cada parte de mi cuerpo, a lo que yo no me quede atrás...
Hola, aqui les traiga la cuarta entrega... Espero sea de su disfrute, no se les olvide comentar y valorar, eso me ayudara a mejorar la historia...
Destinados. Capitulo 04: Noche de Fiesta
REBECA
Vi por enésima vez mi celular, comprobando que lamentablemente no tenía ningún mensaje de él y deduje que por la hora se perdería la primera clase, no lo dejarían pasar; claro si lograba llegar. No sé por qué pero presentía que ese día estaría sola.
Estaba preocupada, muy preocupada para ser sincera. Desde su desaparición del día anterior no había tenido contacto con el de ningún tipo, de modo que quería saber cómo estaba. Y sin mucho pensarlo decidí enviarle un mensaje preguntando como estaba. Por su puesto sin mencionar lo del día anterior.
El resto de la mañana transcurrió sin mucha novedad. La única primicia era el sentirme ignorada por parte de mi mejor amigo. No respondió mi mensaje ni a ninguno de los que le siguieron, donde me aseguraba que supiera estaba viva. Sin embargo al parecer ninguno sirvió para que se dignara a pisar unas pocas letras y confirmar que estaba con vida o si quiera confirmar que recibió alguno.
- Estás muy pensativa hoy- pregunto Esteban sacándome de mis pensamientos. Estábamos en medio de la clase de física con el profesor Noel, el rubio se encontraba a mi lado al parecer con intenciones de sacarme una conversación.
-Ansiosa por salir de aquí- fui honesta.
-¿Te preocupa algo?- pregunto.
-Algo no, alguien-.
-Déjame adivinar. David-.
Asentí con la cabeza.
-¿Qué pasa con él?-.
-Es algo personal- le hice saber.
-Oh. Disculpa si fui algo entrometido, solo quería ayudarte a mejorar tu estado de ánimo-.
-Tranquilo, no es necesario, además ya hiciste bastante ayer- dije esbozando una pequeña sonrisa, recordando las escenas de la película.
-Cierto, pero eso fue ayer- pauso- hoy es otro día-.
-¿Qué quieres decir?-
-Que quiero invitarte a almorzar, la comida del comedor del colegio nos es muy apetitosa-.
-No lo s…- iba continuar pero el profesor nos interrumpió.
-Veo que la señorita Godoy y su compañero tienen algo que decirnos a todos- interrumpió el profesor Noel, con un semblante de molestia.
Ninguno de los dos dijo una sola palabra, pero entendimos la señal de que debíamos callarnos. Por suerte el profesor estaba de buen humor ese día, y no llego al extremo de sacarnos de clase, solo continuo en lo que estaba luego de llamarnos la atención.
En el receso de mediodía acepte la propuesta de Esteban y comimos en un restaurant un tanto modesto ubicado en las inmediaciones del colegio. No sabía porque siempre terminaba aceptando sus propuestas. Sin poderlo evitar entablamos una plática muy amena de temas banales, era tan sorpréndete como alcanzaba a tener una conversación con alguien que siempre considere superficial y cabeza hueca. Ni siquiera los platos de comida fueron impedimento para que nuestras lenguas continuaran con el tan común trabajo de ayudar en la articulación de las palabras.
-¿Y esa noche como lograron conseguir las bebidas?- Pregunte entre risas tras escuchar una de sus anécdotas.
-Un amigo de Cristian trajaba en una licorería- contesto riéndose un poco también.
-¡Wau!, a veces me sorprende la manera en que ustedes se las ingenian- reconocí.
-Yo también me sorprendo-.
Tras el cese de las risas se produjo un silencio por primera vez desde nuestra llegada al sitio. No fue incomodo, pero me sorprendí ¿nerviosa?, si creo que nerviosa es la palabra que describe un tanto lo que me invadió en ese instante. Trate de mirar y actuar de forma natural pero no podía, algo me impedía hacer como si no pasaba nada, y descubrí esa causa con su mirada que delataba las palabras que continuación pronuncio.
-Me gustas-.
Pare de masticar en seco.
-¿No vas a decir nada?- pregunto.
No fui capaz de pronunciar palabra, no sabía que decir.
-¿No vas a decir nada?- volvió a romper el silencio.
-Sabes… es mejor que me valla- luego de esa frase comencé a levantarme de la silla. Pero el tomo mi muñeca deteniéndome por un segundo.
-¿Te molestó? ¿Acaso no te gusto?- las preguntas ya se estaban volviendo su modo de expresión.
-No es eso…-
-¿Entonces?- pronuncio un tanto ansioso.
-Tengo que pensar todo, estoy muy confundida- dije y me fui del lugar.
A pesar de que mis palabras sonaran un tanto gastadas, en el fondo tenían algo de razón. Ni yo misma sabía el por qué me sorprendí nerviosa ese día, ni la razón por la cual siempre me sentía a gusto con él y un conjunto de cogniciones que no alcanzaba a encontrarle sentido alguno. ¿Acaso me estaba comenzando a gustar Esteban? Al parecer y a juzgar por los síntomas de los que era víctima la respuesta posiblemente era afirmativa, pero no podía creer que me llegara a gustar un chico que reflejaba el tipo de personas que siempre odie, en pocas palabras, personas egocentristas. De modo que tenía la tarea de discernir muy bien en mis sentimientos.
FABIAN
Aun las palabras de Santiago retumbaban en mi cabeza. ¡Estaba embarazada! Narissa y el serian padres. Si fueran un matrimonio recién establecido en ese momento les estuviera dando mis felicitaciones, pero tan solo eran un par de adolescentes que se convertirían en padres sin preparación alguna. La vida les cambiaría por completo. Ese embarazo significaba muchos obstáculos que debían afrontar y más que todo el destroce de muchos de sus sueños. Al tratar ponerme en sus zapatos el solo hecho de imaginar semejante preocupación me trajo escalofríos.
No sabía cómo había pasado ya que si memoria no me fallaba Narissa y Santiago habían terminado ya hacía un mes, sin embargo según sus palabras las fechas concordaban con la última vez que estuvieron juntos, que si mal no recuerdo fue una noche en la que Santiago estuvo bebiendo hasta tarde, pero que esa tan sola vez sirvió para tirar a la basura todo su futuro.
Deje a un lado esos pensamientos e intente concéntrame en la clase de biología. Debía mejorar mis calificaciones. Mi tía Alicia tenía razón en molestarse conmigo al notar mi irresponsabilidad con la escuela, por lo que debía mejorar mis calificaciones o si no en menos de un santiamén estaría junto a mi padre.
Ese día trate de prestar la mayor atención posible a las explicaciones que estaba impartiendo la profesora acerca del funcionamiento de las células y apunte todo para de algún modo ayudarme a la hora de estudiar. No obstante no era tan solo con esa materia con la que debía estar más alerta, sino también con el resto y más aun con matemática, física y química las cuales las llevada por el suelo en cuanto al rendimiento. Debía buscar a alguien que me ayudara.
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El resto de la semana transcurrió sin más primicia que las clases. Agradecí una y mil veces la llegada del fin de semana. Al fin tendría tiempo libre.
La mañana del sábado recibí un mensaje de Cristian en el cual proponía salir esa noche de fiesta. ¿Dónde? a una nueva discoteca inaugurada hacia tan solo dos semanas, donde por supuesto él tenía contactos que nos facilitaran la entrada. Acepte de inmediato, solo con la condición de que fuese algo light. De modo que aproveche todo mi tiempo libre en la mañana y tarde para adelantar todo lo referente la escuela, informes, investigaciones, material de apoyo y todo lo exigido en las distintas materias; cabe destacar que ese día no acabaría con todo, tendría también trabajo el domingo.
DAVID
Lo odiaba… lo odiaba con todas mis fuerzas, lo despreciaba, lo aborrecía… lo… lo…amaba… ¡lo amaba!... era una verdad que no podía negar. El saber que era la persona que más amaba hacía que me enojara de sobremanera, por ser tan estúpido al enamorarme de él, de seguir queriéndolo a pesar de todo. De creer el estúpido cuento de que se fijaría en una persona como yo. De nada valió toda esta metamorfosis por la que había pasado… de nada, porque para él seguía siendo un cero a la izquierda, alguien insignificante. Sin embargo no permitiría que esos pensamientos tomaran posesión de mí, no me derrumbaría.
Esa semana había sido un completo calvario para mí, trataba en cada momento en no toparme con Santiago, no mirarlo y sobre todo no pensar en él. Por suerte Rebeca entendió que no era adecuado tocar el tema, así que no pregunto nada durante el resto de la semana. Si me preguntaran cual fue mi actitud en esos días, respondería que de completa antipatía hacia los demás. Estuve de mal humor por el resto de los días.
Era sábado y me había propuesto hacer algo distinto esa noche. Estaba harto de quedarme en casa los sábados por la noche. Por lo que decidí poner en marcha una de mis ideas.
Yo: Hoy noche de fiesta te espero en mi casa a las 8.
Rebeca: Explícate mejor…
Yo: No preguntes. Si quieres pasarla bien vente.
Luego de haberle escrito a Rebeca continúe con mi plan .Todo lo tenía perfectamente calculado. Lo que no estaba aún en mis planes era la manera en que saldría de mi casa sin que nadie se diese cuenta de mi ausencia. Dado que conociendo a mis padres no dejarían saliera de noche así como así. ¿Cómo podía lograr engañar a mis padres? Era un tanto complicado, pero no imposible, se me tenía que ocurrir algo. En ese dilema me encontraba cuando escuche a mi madre avisando la llegada de Rebeca. Tuve la tentación de salir, acción que se vio impedida por mi apariencia, ya que la forma en que iba vestido; con esos pantalones blancos y la camisa negra arremangada hasta los codos, desabotonada hasta casi el ombligo delataba el destino al que me dirigía.
-a…a… Da.…..- balbució mi mejor amiga por unos segundos cuando entro en mi habitación- ¿A dónde se supone que vas así vestido?- me señalo de pies a cabeza.
-Te cuento en el camino- la tome del brazo mientras me asomaba en la puerta- ahora ayúdame a salir de aquí-
Solo fue suficiente con que Rebeca le dijera a mi madre (dado que mi padre no estaba) que iríamos a hacer una trabajo larguísimo en su casa para que me soltara las cadenas y pudiese poner un pie en la calle. Me sorprendió como mi madre no logro sospechar, de porque la chaqueta con la que logre salir se veía tan abultada. Un punto que ayudo a no levantar sospechas fue la vestimenta de mi mejor amiga ya que su ingenio la ayudo. Llego a mi casa con una franela y unos Jens algo gastados, sabiendo que esa era la única forma de sacarme de mi casa. Ahora el paso siguiente era ir hasta la suya y esperar que se arreglara.
*<<<
Mentiría si dijera que sabía lo que estaba haciendo, porque no era así. Siempre me había considerado una persona a la que le gustaba lo seguro, que necesitaba pisar bien el suelo por donde caminaba para poder dar el siguiente paso con completa seguridad, no obstante al parecer esa característica de mi manera de ser se había desactivado en la complejidad de mi cerebro.
Sentía como cada parte de mi cuerpo se estaba dejando guiar por cada uno de mis impulsos de momento, al parecer no era capaz de ordenarle a mi cuerpo que se detuviese, era incapaz de ordenarle a mis pies que comenzaran a moverse en dirección a la salida, en vez de eso estos parecían responder solo al ritmo de la música, de una manera muy extraña, para mis piernas cada nota musical era como esa orden cerebral que les indicaba que se movieran.
Luego de entrar en aquel sitio todo pareció transcurrir de una manera muy acelerada, cada una de mis acciones respondían a la adrenalina de momento, a la euforia de alguien que quiere vivir al máximo, a quien no le importa un mañana. En menos de dos segundos ya estaba parado en medio de aquella pista convirtiéndome en uno más de los que formaban la multitud de adolescentes que le daban la vida a la fiesta con cada uno de sus movimientos. Ni siquiera era capaz de explicar cómo había logrado conseguir que mi cuerpo pudiese captar el ritmo de la música, y coordinar dos pasos de baile. De una manera muy impresionante había encontrado el método para acompasar mis movimientos según la melodía, no sabía cómo, pero lo hacía.
No pasaron ni dos minutos para que tuviese frente a mí a un par de chicas las cuales al parecer estaban interesadas en mí. En respuesta a su atención comencé a seguirles el juego, al bailar con ellas, una se posiciono al frente y la otra a mis espaldas, cualquiera que viese la situación no creería que se tratara de mí el “afortunado” del centro. Durante mucho tiempo el temor a hacer el ridículo me impidió explorar esta parte de mi vida, el no saber bailar siempre obstaculizo que me divirtiera en las fiestas, pero hoy había logrado superar ese temor, deje atrás esa cualidad que me acompaño desde que tengo memoria.
La música la sentía como el oxígeno que necesitaba mi organismo para seguir funcionando, sentía la adrenalina a flor de piel y la prueba de ello era que no tenía ni el más mínimo furor para comenzar a frotar mi cuerpo con ese par de desconocidas. Tengo que aceptar que me puse algo caliente, lo que me indujo a realizar gestos quizás algo exagerados pero que nadie vería con malos ojos, a razón de la euforia que se respiraba en el ambiente. Mientras ejecutaba cada uno de mis pasos, los cuales a pesar de no ser los de un coreógrafo, no daban pie a malas críticas, la chica a mis espaldas coloco sus manos sobre mi cintura y empezó a realizar su baile ya con intenciones un poco más profundas. Comenzó introducir una de sus manos por el tremendo descote que poseía mi camisa, lo que enseguida me provoco una avalancha de sensaciones. Sino fuera porque sentí que alguien tomo de mi brazo sacándome de esa escena, no sabría lo que hubiese sucedido después, no tenía idea de la locura que pudiese haber cometido.
-¿Qué te pasa?-pegunto Rebeca evidentemente alterada.
-Me divierto… ¿no lo ves?- conteste con un poco de indiferencia.
-Divertirse no es empezar un estriptis en medio de la pista- comento.
- Velo como quieras- pronuncie esas palabras mientras me alejaba.
A pesar de que Rebeca tenía razón en sus argumentos, esta vez no iba a hacer casos a sus sermones, estaba decidido a llegar hasta el límite esa noche, porque ¿de qué me había servido tratar de ser prudente durante todo este tiempo?... de nada, lo único que había conseguido era sufrimiento y más sufrimiento, y yo no me consideraba una persona masoquista como para seguir aguantando las cachetadas que me daba la vida. Estaba harto de aguantar cada uno de los golpes, teniendo la esperanza de que todo mejoraría, y tras una larga espera no lograr encontrar la paz que de alguna manera huía de mi vida.
Durante los siguientes monitos en los que casi me desarmaba en la pista, baile con un montón de gente, con personas a quien ni siquiera había visto, con completos desconocidos. Fueron más de uno los que se quisieron acercar más de la cuenta, a los que despache enseguida.
Tras tanto rechazo baje la guardia progresivamente, y más cuando una especie de dios se acercó a mí. Lo único que fue capaz de hacer el chico cuando estuvo enfrente de mí fue bailar de una manera prudente, acción totalmente antagónica a lo que reflejaban sus ojos, ya que era impresionante la manera tan descarada como escaneaba cada parte de mi cuerpo, a lo que yo no me quede atrás.
Mientras apreciaba con mis ojos esa creación divina pude darme cuenta de que era un chico bastante alto, un poco moreno y sobre todo estaba hecho una montaña de músculos, el cabello lo traía rapado detalle que le daba un toque de sensualidad a las facciones rudas de su rostro. Mientas nos movíamos al compás de la melodía a un escaso metro del otro, fueron muchas las miradas que nos dirigimos.
Éramos tan evidentes que más de uno se dio cuenta lo que pasaba, hasta Rebeca quien apareció con intenciones de sacarme del lugar obteniendo una respuesta negativa por mi parte.
FABIAN
Debía reconocer que el local tenía estilo. Al entra en aquellas puertas el sonido de la música retumbo de inmediato en nuestros oídos. A pesar de la invitación masiva que se encargó de realizar Cristian, la asistencia de nuestro grupo de compañeros fue poca. Tan solo un par de conocidos de Cristian habían aceptado, y por parte de las chicas ninguna confirmo su asistencia. En cuanto a Esteban nadie supo que responder. Últimamente había estado algo distanciado de nosotros. Ya después averiguaría que le pasaba.
Entre un trago y otro la noche fue transcurriendo un tanto apagada para nosotros, al parecer la soledad del grupo había afectado el espíritu fiestero de todos los presentes, en pocas palabras nos estábamos aburriendo mientras los demás disfrutaban eufóricamente.
Tras un par de horas sin hacer nada más que ver a los demás mover sus caderas en la pista de baile, decidí retirarme del lugar. Me despedí de todos los que conocía, y comencé el tedioso proceso de abrirme paso entre las personas para encontrar la salida. En medio de ese proceso me encontraba cuando me topé con una alterada Rebeca. La salude con un beso en la mejilla e inmediato curiosee en la razón de su descontento, ella solo señalo en dirección a un punto en la pista de baile, al mirar me percate de la situación tan especial en la que se encontraba David. Al parecer la vergüenza se había divorciado de él esa noche.
-Está un poco rebelde el chico hoy- comente alzando un poco la voz.
Ella asintió si mirarme- No encuentro la manera de sacarlo de una vez por todas de aquí, no quiere venir conmigo - me miro – tengo miedo que haga una locura-.
-Tranquila, ven conmigo- la tome del brazo y la hice caminar junto a mí hasta el punto donde se encontraba el moreno y David.
-Perdón por interrumpí pero el chico se tiene que ir- me dirigí al más alto.
-¿Qué te pasa? yo… yo no me quiero ir- protesto David.
-Mira como estas, ni siquiera puedes coordinar las palabras- reclamó Rebeca- te vas con nosotros y punto-.
Ella paso uno de sus brazos por el cuello y lo saco del local en un santiamén, dejando a aquel chico sin palabras en medio de la pista de baile.
El camino a casa de Rebeca fue relativamente corto, me ofrecí a acompañarla. Sabía que ella sola no podría con el adormilado David, además lo sentía como un deber de mi parte. El trayecto fue limitadamente silencioso, ya que los balbuceos del castaño inundaban el auto. Por lo visto las copas le sentaron un tanto mal.
-Veo que el trago no le cae muy bien- comente.
-No está acostumbrado a beber, él y la bebida se las llevan muy mal. Tan solo basta con un par de tragos para que ya este mareado- dijo la chica con la cabeza del castaño en su hombro – quien sabe qué pasaría si no lo hubiéramos sacado de allí-.
- Si, por suerte él te tiene a ti- dije con algo de recelo.
Al legar a la casa de Rebeca tuve que prestar mi ayuda en el acto tan complicado de sacar a David, y una vez afuera llevarlo hasta el interior de la casa. Me sentí algo extraño ya que nunca había cargado en brazos a un chico; de esa forma.
Cuando estuvimos en el interior solo tuve que dejarme guiar por Rebeca para lograr llegar al que suponía que era su cuarto. Ya que el mismo poseía el diseño característico de una adolescente. Carteles de “One Direction”, “Beyonce” sumado al tan distintivo color violeta en las paredes. Al atravesar la puerta y alcanzar divisar la cama dirigí mis pasos hacia aquel colchón, sin embargo la chica me detuvo por un instante mientras arreglaba una colchoneta en el piso junto a su cama.
DAVID
Al momento que alcance abrir mis ojos, la sensación inicial que recorrió todo mi cuerpo se asemejaba a la de haber estado en el medio de un huracán, el solo intentar enfocar mi vista me provocaba un dolor de cabeza gigantesco. Todo al mí alrededor daba vueltas, me encontraba completamente mareado a pesar de que ni siquiera había puesto un solo pie en el suelo. Trate por unos segundos de que el malestar se desapareciera o disminuyera su intensidad… pero lo único que logre fue sentirme peor aún de lo que estaba. Quise recordar lo que sucedió por la noche, pero se me hiso completamente imposible. El solo intentar acordarme de lo último que hice, provocaba que el dolor de cabeza aumentara en intensidad… por lo que desistí de conseguir algo en el laberinto que eran en ese momento mis recuerdos.
Mientras enfocaba la mirada por todo el sitio para así lograr identificar el lugar en donde me encontraba, pude visualizar junto a mí una figura que se alzaba a mi lado, se asemejaba a una especie de pared colocada en uno de mis extremos… o eso creí ver, cuando logre abrir suficientemente los ojos como para identificar mi entorno pude darme cuenta que se trataba de una cama, por lo cual se traducía con que estaba en el suelo.
En el instante en que me ubique en la escena de la cual era participe en esas cuatro paredes, pude identificar el sitio en donde había pasado la noche…. Es que solo el cuarto de Rebeca podía tener ese ramo de flores pintado en el techo.
De un momento a otro la tranquilidad que invadía el ambiente se vio abruptamente trastornada. Sin advertencia alguna sentí un líquido muy frio en el costado derecho de mi cabeza.
-¿¡Que haces!… ¡estás loca!?- exclame parándome de golpe.
-Lo suficiente como para traerte aquí sin decirle a nadie- contesto con una evidente molestia.
- De que hablas- dije intentando averiguar qué había ocurrido.
-Del teatrito que montaste- esta vez hablo más molesta aun.
-¿Cuál teatrito?-
-De que te emborracharas – bajó la jarra que aun contenía agua- deberías agradecer que fui bondadosa y te traje acá, para evitar que amanecieras en quién sabe dónde-
-Explícate mejor- le pedí casi susurrando por el dolor de cabeza.
-De que ayer andabas con las hormonas a mil, y si no te saco de la discoteca no sé qué hubiera pasado contigo- clavo más aun su mirada- entiendes o te lo explico con muñequitos- pausó- o mejor con un poco de agua- alzo la jarra de nuevo.
-¡No! Cálmate, por favor-
- Si quieres que me calme mejor levántate y vete inventando una historia coherente para explicarle a mi madre que amaneciste aquí- sentencio.
-¿Yo? ¿Por qué?-.
-Porque todo esto es tú culpa, así que vete levantando- aparto las sabanas que me cubrían.
Para evitar continuar con la peculiar conversación donde el que saldría perjudicado seria yo, me apresure a levantarme en dirección al baño. Una vez dentro, fue necesario sentarme encima del inodoro, a causa de que era incapaz mantenerme de pie por un par de segundos.
A pesar de que en múltiples ocasiones alcance a dormir en casa de Rebeca, nunca lo hice en su cuarto, a razón de que no era correcto que durmiera en el mismo cuarto de mi mejor amiga. Argumento con el cual no estábamos muy de acuerdo… Rebeca y yo sabíamos mi condición, así que no era problema para nosotros dormir juntos, no obstante esa información no era manejada por la señora Lorena, por lo cual pondría el grito en el cielo si sabía que había dormido en el mismo cuarto que su hija. A pesar de que la confianza depositada en mí por parte de la madre de Rebeca era grande, todo en la vida tiene un límite.
No acabe de poner un pie fuera del baño cuando ya tenía las palabras de Rebeca redundado en mis oídos.
-Vamos- me tomo del brazo- necesitamos hablar con mi mama-
-Rebe…me siento muy mal, lo único que quiero es recostarme por un rato- hice una pausa para zafarme - porque no le inventas algo y ya…- acabe proponiendo-… no te compliques tanto la vida-
-Mira quien habla de complicarse la vida- expreso con sarcasmo.
-Lo mío es distinto- la mire a los ojos.
-Ni tan distinto- replico- pero no viene al caso, lo primordial horita es hacerle saber a mi madre que pasarte la noche aquí, porque sino me mata-
-Puedes hacerlo tú-
-¡Esta bien David!... - dijo mientras me ayudaba a ir de nuevo hasta la colchoneta.
Al momento de contarle a su madre sobre mi estancia en la casa; como fue de esperarse, se exaspero de una manera exorbitante…. Hecho que no nos asustó porque ya eran costumbres ese tipo de reacciones en la señora Lorena, al parecer Rebeca le conto la verdad, quizás no toda pero si gran parte de ella, lo pude comprobar cuando entro en la habitación con una taza rebosante de sopa pronunciando un “Quien lo diría”.
Su trato para conmigo fue el mejor, como siempre. La amabilidad que la caracterizaba no fue la excepción, tengo que admitir que la señora Lorena podrá ser muy rígida en cuanto a la disciplina pero también es una mujer que le saca una sonrisa a cualquiera gracias a las atenciones que tiene para con los demás.
Durante el resto de la mañana sus atenciones no pudieron ser las mejoras, estaba a la disposición si necesitaba una aspirina o algún tipo de medicamento, agua, comida o cualquier otra cosa que lograra que mi estancia fuera más amena. Todas esa atenciones las agradecí y más en el estado en que me encontraba, la madre de Rebeca parecía como caída del cielo en esos momentos.
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Enterarme que fui llevado a casa por Fabián, fue una noticia no muy agradable para mis oídos. Jamás lo había tratado y enterarme que él presencio el estado en que me encontraba, hacía que me hirviera la sangre. De seguro la situación le serviría para burlarse aún más de mí junto a Santiago. Ellos eran uña y carne y de seguro en ese preciso instante se estaría riendo. Sin embargo no me amargaría la existencia por esa posibilidad, ya no podía regresar el tiempo.