Destinados. Capitulo 03: Fantasmas del pasado

Aunque muchos no se den cuanta, yo los puedo reconocer con tan solo verlos. Y tú- me señalo- eres uno de esos desviados que hay que borrar del mapa-.

Hola a todos, aquí estoy de nuevo con una nueva entrega… Este capítulo, servirá de preámbulo a toda la compleja trama que comenzara a desarrollarse… Dentro de poco la historia  dará un vuelco un tanto inesperado para muchos… No se les olvide comentar y valorarla, no saben cuánto lo agradezco…

Destinados. Capítulo 03: Fantasmas del pasado

DAVID

Quería gritar lo más fuerte que pudiese tratando de encontrar un poco de paz, pero preferí calmarme. No iba a derramar ni una lágrima más por alguien quien no valía la pena, así que me obligue a no llorar, no iba a dejar que el David de antes tomara posesión de mi cuerpo una vez más. Ya no era ese chico que sufría por las humillaciones de los demás, ese David ya no estaba y hoy más que nunca me aseguraría de terminarlo de enterrar.

-¡No vas a llorar más!- pronuncie  esas palabras con una desbordante ira, que eran ciertas. No sufriría más. No lo permitiría. Ahora estaba dispuesto a defenderme a quien se atreviera a subestimarme.

Sin poderlo evitar, esos sentimientos de melancolía sirvieron como hipervínculo con los recuerdos del pasado.

-DOS AÑOS ATRÁS-

  • Ven que la vas a pasar bien – intento convencerme una vez más Rebeca- no seas aburrido-

  • No soy aburrido Rebeca, es que no…. me entusiasma el hecho de ir a esa excursión… prefiero ver la película que recomendó la profesora- dije con algo de desgano.

Nos encontrábamos en mi casa, Rebeca había pasado a recogerme para una excursión de la escuela con la profesora de biología, quien había concretado todo para que pasáramos un día entero en la ascienda de su familia, con la finalidad de tener un contacto directo con la naturaleza y lograr llevar a la realidad toda la teoría vista. A razón de que pasaríamos un día entero en el lugar, teníamos que irnos un día antes.

  • David, nunca sales… por primera vez en tu vida deja a un lado ese miedo que le tienes a la gente-

  • ¡No es miedo!- dije casi gritando

  • Entonces… ¿qué es?-

  • No quiero que esa excursión sea una tortura para mí- confesé.

-¿Tortura?... ¿de qué hablas?-

-Por Dios Rebeca… no me digas que no te has dado cuenta como me tratan en el salón-

  • Si me doy cuenta, pero no te dejes intimidar por esos tontos inmaduros-

  • No es que me deje intimidar, sino que quiero evitar problemas- pronuncie mientras bajaba la cabeza.

  • David mírame…- le hice caso y voltee a verla- si les demuestras miedo más te van a molestar-

-No es tan fácil Rebeca-

  • Sé que no lo es…pero por lo primero que puedes comenzar es por aceptar ir a la excursión-

  • Está bien- al final acabe cediendo ante tanta insistencia.

Como la profesora lo había indicado todos estuvimos en la entrada de la escuela a las cinco de la tarde, allí abordamos el autobús que nos llevaría hasta la ascienda. Nos sentamos juntos como siempre, el lugar de la ventana siempre me tocaba, así que no hubo discusión con respecto a en qué lado se sentaría cada uno. Me había bastado solo un año para darme cuenta de que nuestra amistad era indiscutiblemente más que eso, éramos prácticamente hermanos, con lo que ya nos conocíamos a detalle, al punto de que en algunos momentos las palabras entre nosotros sobraban, poseíamos una conexión muy especial. Podíamos pasar horas y horas hablando y no nos cansábamos, cuando estábamos juntos parecíamos almas gemelas, fue por ello que los chismes de un supuesto noviazgo no tardaron surgir, rumores que siempre nos causaron una carcajada. Cuando alguien preguntaba si teníamos una relación nosotros solo contestábamos solo un “quién sabe, tal vez o a lo mejor”. La idea de aclararle a medio mundo de que nada más éramos amigos, no nos perturbaba,  no vivíamos de lo que los demás dijesen o pensaran.

-Saca tu teléfono- sugirió Rebeca mientras acomodábamos las maletas.

-¿Para qué?- pregunte.

  • Para escuchar música…siempre tienes canciones buenas-

Siguiendo su sugerencia saque mi celular, le coloque los audífonos y le di play a la capeta de las canciones más nuevas que tenía… el resto del viaje nos dedicamos a escucharlas. Rebeca reposo su cabeza en mi hombro y cerró los ojos, por mi parte, dedique mi vista en el paisaje que se podía apreciar por la ventana. Así nos mantuvimos todo el viaje, uno al lado del otro.

Transcurrió más o menos una hora para que pudiésemos llegar hasta la ascienda. Cuando llegamos lo primero que pudimos visualizar en la entrada fue un letrero que tenía escrito la palabra Lucero, el nombre de la ascienda. Al bajar del autobús la profesora dio las respectivas indicaciones, y por desgracia me tocaría dormir con el resto de los chicos. A decir verdad el hecho de tener que convivir con mis compañeros en un mismo ambiente me aterraba, al igual que la idea de aguantarlos durante toda la excursión. Trataría por todos los medios de mantenerme alejados de ellos.

Después de terminar de acomodar las cosas en el rincón que me tocaría dormir, salí disparado a buscar a Rebeca, como era de esperarse la encontré en uno de los cuartos también arreglando sus cosas.

-¿Qué te parece si damos una vuelta por el lugar?- propuse.

  • Bien… vamos- me tomo del brazo.

Anduvimos recorriendo el inmenso paisaje por un rato, al igual que algunos de nuestros compañeros. La naturaleza en ese lugar ofrecía un aire de pureza y paz que era imposible respirar en la ciudad. Esa noche prometía ser una de las más placenteras que había vivido.

Mientras divagábamos por una de las zonas libre de árboles, la imagen que ofrecía el cielo estrellado nos atrapo, tuvimos que tumbarnos boca arriba en el césped para contemplar mejor aquella maravilla. La vista que ofrecía no tenía comparación, sin la contaminación de luz de la ciudad la vista que brindaban las estrechas parecía un hecho sobrenatural, si te figabas bien podías percibir la sensación de profundidad que te daba el cielo cuando mantenías la mirada fija por un tiempo prolongado.

-Ojala tuviéramos telescopio- se lamentó Rebeca.

-Ojala… será para la próxima-

  • Sera para la próxima…- termino diciendo mientras seguía embelesada mirando las constelaciones -¿Sabes por qué titilan las estrellas?- ignorante ante la respuesta negué con mi cabeza- titilan porque ese es el efecto que se produce cuando las corrientes de aire frio y aire caliente se unen... o algo así, no recuerdo muy bien-

  • ¿Dónde lo leíste?- pregunte curioso.

  • En un libro de astronomía que era de mi padre- contesto algo melancólica- a veces desearía poder disfrutar de momentos así con el-

-Te entiendo… pero no te pongas mal. Piensa que una de esas estrellas es el, quien cuida desde allá arriba- intentaba hacerla sentir mejor. La muerte de su padre era algo un tema todavía delicado para ella, a pesar de que ya habían pasado cuatro años desde que al señor Fausto Godoy le dio el infarto que lo llevo a la tumba.

-Tengo sed- dijo Rebeca.

  • Yo también- conteste mientras me sentaba- ¿dónde queda la cocina?-

-Creo que por allá- hablo señalando a mi izquierda sin quitar la mirada del cielo.

  • Voy por un poco de agua-

-Me traes un poco, yo te espero aquí-

Sin mucha dificultad logre encontrar la puerta de la cocina, al entrar me encontré con la señora de servicio quien estaba terminando de acomodar la cocina para irse a dormir. La señora muy amablemente me sirvió dos vasos con agua.

-¿Ustedes son alumnos de Gloria verdad?- pregunto la señora

  • Si... ¿por?-

  • Simple curiosidad… es la primera vez que la señora Gloria trae alumnos aquí- contesto aquella mujer con una sonrisa.

  • Si… es la primera vez que la profe Gloria hace esto con nosotros- dije un poco pensativo. La profe Gloria siempre había mantenido la distancia con sus alumnos y a pesar de que no se veía como una mujer amargada, nos sorprendió bastante cuando nos propuso salir de excursión. Todos mis compañeros habían traído sus permisos firmados para poder asistir ya que sabían que nunca se volvería a presentar una oportunidad como esa – Muchas gracias por el agua… en un rato le traigo el otro vaso… es para mi amiga-

  • Tranquilo joven-

Al estar afuera y comenzar caminar sentí unos pasos a mis espaldas, sin saber que hacer acelere el paso para deshacerme de aquel que me seguía, pero fue en vano. Sin más remedio decidí voltear y en enfrentar a quien estuviese detrás, mientras lo hacía sentí un fuerte golpe en mi espalda que me dejo tirado en el suelo soltando el vaso que traía entre mis manos; el cual cayo quebrándose a unos pocos centímetros. Después del primero le siguió otro y otro, fueron tantos que ni siquiera tuve noción de la cantidad. Hubo un instante en donde los golpes cesaron para ser sustituidos por unas voces que susurraban entre sí,  estaba completamente aterrado, indefenso a merced de los seres que tenía encima, mi rostro estaba bañado en lágrimas a causa del insoportable dolor de los golpes que había recibido. Aproveche la oportunidad y me di vuelta para verle la cara a los miserables que intentaban hacerme daño, estaba casi seguro de que me encontraría con una banda de ladrones pero… no fue así, en vez de eso a quienes reconocí fue a Diego y Armando; compañeros de clase. Cuando cruce la mirada con ellos estos de inmediato me reconocieron

-¡Pero mira quien tenemos aquí!- expreso Armando luego de haber visto mi cara – al marica del salón. Ahora me divertiré con más satisfacción... Aunque muchos no se den cuanta, yo los puedo reconocer con tan solo verlos. Y tú- me señalo-  eres uno de esos desviados que hay que borrar del mapa-.

La mirada de temor que transmitían mis ojos no fue capaz de frenar la golpiza. Hubo patadas, puñetazos, escupidas… y…. quizás hasta más… mis recuerdos son algo borrosos a partir de ese momento ya que quede inconsciente. Lo  único que nunca voy a poder olvidar es el dolor insoportable que recorría cada centímetro de mi cuerpo, la peor de las torturas.

Cuando desperté me encontraba en una cama de hospital, con un médico al lado revisando mis signos vitales. Este relato brevemente acerca de la golpiza que me habían propinado, la cual me dejo con varias costillas fracturadas y un hombro dislocado, todo sumado a las innumerables cortaduras causadas por pedazos de vidrio. Pregunto si sabía quiénes eran los responsables a lo que conteste con un “si”, de modo que fue cuestión de horas para que llegara la policía.  Luego de descubrirse que los responsables eran Diego y Armando, el colegio tomo la decisión de expulsarlos, mientras que la policía, los arresto. Hubieran recibido una condena si fueran sido personas comunes y corrientes, pero al ser hijos de padres influyentes lo único que logro la policía fue retenerlos por un par de días. Después de eso lo único escuche de ellos fue  que sus padres los sacaron del país.

-PRESENTE-

Mi llanto se estaba comenzando a calmar, los sollozos habían cesado, mis ojos estaban secos ya. Era incapaz de seguir llorando, parecía como si mi cuerpo ya se hubiese aburrido de hacerlo. Estaba tirado en la cama; en posición fetal, del mismo modo que aquella horrible noche.

REBECA

Era consiente que en este momento el mejor concejero de David seria la soledad, esta le permitiría pensar y liberarse de todo lo que lo apresaba. Hay momentos en los que la compañía de una segunda persona no ayuda en absoluto con el dolor. Entendía que esa era una de estas situaciones, sabía que ninguna de mis palabras apaciguaría el malestar que estaba padeciendo su corazón.

Una vez que termino el espectáculo de aquellos dos, decidí entrar a la siguiente clase. Eran alrededor de las doce del mediodía al momento en que salía por el gran portón del colegio. Saque mi celular, estuve tentada a marcar el tan ansiado numero para saber cómo se encontraba pero desistí de hacerlo, sabía que no sería de mucha ayuda. Solo le escribí el siguiente mensaje: “Nadie en el mundo merece el derrame de tantas lágrimas” una frase que encajaba muy bien en ese momento.

Camine hasta la parada de autobuses con la voz de Katy Parry resonando en mis oídos. Debo aceptar que no soy muy buena con las canciones pop. Más del setenta por ciento de mi repertorio se lo debo a David.

Mientras cruzaba una de las avenidas sentí una mano aprisionar a mi antebrazo, al voltear me topé con Esteban. Lo concia, estábamos en el misma grupo de clase pero por alguna extraña razón nunca cruzamos palabra.

-Hola- saludo en tono amistoso zarandeándome un poco y agitando su mano para captar mi atención, con la compañía de una tímida sonrisa, que debo decir no coincidía con su apariencia, dado que era increíble que un chico tan guapo fuese tímido. Esteban era alto, más o menos de uno ochenta de estatura, fornido; extremada mente sexy diría yo, cabello rubio y ojos verdes. Un dios griego para muchas, pero en cuanto a mí se trataba de alguien obviamente superficial, seguramente era el típico chico que piensa que todas caeremos rendidas a su pies.

-Hola, Esteban- conteste sacándome uno de los circulares sin desviar mi vista solo por un instante, para luego continuar con mi marcha.

-¿Qué tal?… ¿todo bien?-pregunto evidentemente para sacar un tema de conversación.

-Sí, dentro de lo que cabe… ¿A dónde vas?-

  • A un par de cuadras de aquí, quiero comprar una película. Armadas y peligrosas, así se llama… dicen que es muy cómica- mascullo con una sonrisa.

-Si es buena- admití- aun no la he visto pero los tráiler se ven prometedores-.

-Bueno si quieres te invito a verla conmigo-.

-Mmm… no se…-dude en aceptar. Prácticamente no nos conocíamos por lo que se me hacía un poco extraña su invitación.

-Vamos acepta… así nos conocemos un poco más, porque me parece imperdonable que al estudiar juntos durante dos años seguidos jamás nos hubiésemos tratado-

-Está bien ¿Cuándo?- acepte por la única razón de que no tenía nada productivo en mente para ese día.

-¿Te parece esta tarde?

Afirme con la cabeza.

-Bueno entonces paso por ti a las tres en la plaza del centro… ¿Te parece?-

-Si-conteste.

*<<<

Como lo acordamos, nos encontramos en el centro de la ciudad, específicamente en el parque. De allí solo tuvimos que tomar un autobús que nos trasladase hasta la urbanización donde él vivía. El corto viaje fue un tanto tenso. Lo único que conocíamos de ambos era tan solo nuestros nombres, por lo que ni yo ni el sabíamos que conversación entablar.

Llegamos hasta su casa. Un tanto refinada diría yo. Una vez dentro él se dirigió hasta la cocina para buscar bebidas y algunos bocadillos, no sé por qué pero se le veía un poco perdido dentro de la casa, pero decidí no darle importancia al detalle. En cuanto a mí, solo me dedique a esperar en el espacioso sofá.

Tras subir hasta donde se suponía que estaba a su habitación, bajo consigo un porta CD’S entre sus manos. Se dirigió hasta la repisa donde reposaba el televisor y los demás aparatos e introdujo la película. Luego retrocedió sobre sus pasos para sentarse a una distancia prudente de mí, no sin antes acomodar en su sitio una taza muy bien proporcionada de palomitas.

La película fue muy cómica en realidad. No recuerdo un momento en mi vida en el que me haya reído tanto como en esa tarde. Las ocurrencias de ese par de mujeres eran dignas de numerosas carcajadas, en verdad disfrute esa película como ninguna otra. Claro está que me refiero al reglón de las películas cómicas. Para ser sincera debo admitir que Esteban tiene buen gusto para ese tipo de películas. Y una vez que termino el filme se lo confesé.

-Lo se… ya me lo han dicho- respondió tras mi comentario-… por lo que si quieres reírte durante toda una tarde puedes llamarme. Tengo muchas películas como estas- concluyo mientras apagaba el televisor.

-Lo tendré en cuenta- dije todavía con la sonrisa entre mis labios- ¿Qué hora es?-

-Creo que…- reviso su celular en la mesa-… son las seis, si, son las seis-

-Me tengo que ir-.

-Te acompaño ¿o prefieres que llame un taxi?-.

-Si conoces a una línea de taxis de buena calidad, entonces llámala- conteste.

-Solo dame dos minutos-. Marco el número que se suponía que era el de la línea y pidió uno proporcionando la dirección de su casa- Listo, ya vienen para acá-

-Eso espero- musite.

-¿Y cómo te la llevas con la escuela?... debes estar satisfecha-

-¿Satisfecha por qué?- inquirí.

-Por el amigo que te gastas, cualquiera con un amigo así pasa las materias- comento en tono burlón.

-Para tu información, yo también hago mi trabajo. Te sorprendería las veces que tenido que cargar con trabajos, gracias al descuido de David-.

-Si pero de todos modos debes estar más que satisfecha- dijo.

-¿Satisfecha? Bueno sí, estoy bastante contenta con mis calificaciones ¿y tu… estas satisfecho por tu eximidas calificaciones?-

-Por favor sin sarcasmos- exigió- bueno satisfecho como se dice no… me he ganado bastantes sermones de mis padres, sin embargo este año estoy dispuesto a cambiar-.

-Eso lo veremos-.

-¿No me crees?-

-No es que no te crea, sino que ya cuando te acostumbras a una manera de vivir creo que es difícil cambiarla, por ejemplo tú con tus amigos. Creo que te será difícil cambiar las fiestas, las chiscas y las discotecas, por un par de libros… ¿No lo crees?- concluí.

-Quizá, pero debo decirte que no soy ese adolescente tan saciado de excesos, como lo haces ver. Sí, es cierto que soy algo parrandero, pero también estoy centrado en lo que quiero para mi vida y me preocupo por mi futuro- alego en señal de defensa.

-Bueno, entonces suerte con eso-.

Mi espera no se prolongó por mucho. En menos de diez minutos el auto que me trasladaría hasta mi hogar ya estaba tocando su bocina en la entrada de la casa. Me despedí de Esteban y salí de aquel lugar. Mire en mi celular la hora, eran las seis. El solo pensar que debía llegar a mi casa a terminar unos cuantos ejercicios de física, hacía que la pereza tomara posesión de mí.

Durante el camino a casa indague en la bandeja de entrada de mi celular, con la esperanza de tener un mensaje de David, pero no tuve éxito. Al parecer mi amigo quería estar completamente aislado. Sin embargo no pude evitar preocuparme, ya que la incertidumbre de saber cómo y donde se encontraba, redundaba en mis pensamientos. No obstante desistí de la idea de presentarme en su casa, la cual rondo en mis pensamientos por unos cuantos minutos.

Esa tarde había sido distinta, la había disfrutado. No recordaba haber sentido esa sensación de relajación desde hacía mucho tiempo. La risa siempre ayuda a liberar tensiones, es más, es una recomendación médica que por lo menos trates de reírte una vez al día, y ese día absolutamente me había reído más de una vez. Estaba claro que el chico sabia como tratar a una chica, dato que me lo confirmaron ciertas actitudes que tuvo para conmigo. Pese a ello, si Esteban quería estaba intentando algo más allá de una amistad probablemente se estuviera equivocando, dado que es esos momentos no me sentí preparada para una relación.

Tras un breve recorrido por las tan conocidas calles del centro de la ciudad llegue a mi humilde morada. Como siempre solo estaban mi hermano y mi madre, quien acababa de llegar de su trabajo de secretaria. Los salude y subí hasta mi cuarto. Lo urgente en ese momento era terminar los ejercicios, la cena podía esperar.

Alrededor de la ocho concluí con mi interacción con las ecuaciones. Baje hasta la cocina, donde pude encontrar mi plato reposando dentro del horno. Lo saque para comenzar a calmar mi hambre.

-¿Y cómo esta David?- pregunto mi hermano entrando en el ambiente.

-No estaba con el- le informe.

-¿Entonces donde pasaste el resto de la tarde?- abrió el refrigerador, buscando algo para beber.

-Con un compañero de clases, me invito a ver una película, y como no tenía nada productivo que hacer acepte-.

-Mmm ¿compañero?-cuestiono.

-¡Si Eric!… Compañero- le afirme.

El como siempre tomo la situación a modo de burla, por lo que fue inevitable que saliera de la cocina sin dejar una sonora carcajada tras él.

FABIAN

-¿Es enserio?- pregunte mientras marcaba con todas mis fuerzas el condenado botón.

-Sí, ya tengo la mitad del dinero- contesto Cristian intentando por todo los medios no dejarse ganar.

-¿Pero está en buenas condiciones?- volví a preguntar curioso por saber más sobre la motocicleta que planeaba comprarse.

-Por lo que sé…- apretó con todas sus fuerzas el botón del control para acelerar- mi primo solo la uso por un año…- por un coto margen llego de primero a la meta- listo, te gane-.

-Para la próxima no tendrás tanta suerte- advertí.

-Si claro… siempre dices lo mismo y… siempre te termino ganando. Estas hablando con el rey de los videojuegos así que no te hagas ilusiones mi amigo- se levantó de la silla- nunca me superaras-.

-Ya veremos-.

Estábamos en su casa, como cualquier tarde que no teníamos nada que hacer. Vi el reloj, por la hora sabía que ya debía estar en mi casa. No le había avisado a mi tía que vendría a casa de Cristian, de modo que de seguro estaría preocupada por mi ausencia, o por lo menos eso intentaría aparentar cuando llegara, porque muy bien sabía que todas las tardes; o la mayoría de ellas, estaba en casa de mi amigo. Pero hoy había sido algo imprudente ya que ni siquiera alcance a pasar por la casa para almorzar, ni tampoco avise, lo que de seguro me costaría un sermón de proporciones bíblicas y si estaba de mal humor también me costaría una semana sin celular. Sin embargo solo me costó la primera, dado que cuando llegue por suerte tuve que aguantar el mismo discurso repetitivo de hacía varios años atrás. En el cual en pocas palabras era tildado como un desconsiderado al no avisar la razón de mi tardanza.

Tras escuchar las palabras que ya me sabía de memoria, entre en mi cuarto, tire mi bolso no sé dónde y procedí a sentarme frente de la computadora. Revise mi cuenta de Facebook; nada nuevo ofrecía, solo algunas publicaciones de conocidos, nada sin mucha relevancia diría. Busque en el chat con quien conversar un rato, y en medio de esa acción encontré a Narissa conectada. Dude por un segundo si entablar una conversación con ella. Últimamente ni siquiera nos habíamos visto, y estaba el hecho de que no teníamos la suficiente confianza, no obstante la ganas de charlar con alguien mi motivaron a enviar el mensaje.

Yo: Hola. ¿Qué tal…?

Narissa: Mas o menos. ¿Y tú?

Yo: Bien, algo aburrido sin nada que hacer… ¿Te sientes mal acaso…?

Narissa: No, para nada, solo que ando algo preocupada por una situación, pero ya encontrare solución.

Yo: ¿Es grave…?

Narissa: Un poco, depende del punto desde donde lo veas. Pero ya te contare, ahora discúlpame debo dejarte.

Yo: Tranquila nos vemos luego…

Después de esa breve conversación, cerré sesión me dirigí hasta la cocina con intenciones de cenar. La conversación con Narissa no me sorprendió en absoluto, dado que se lo tan complicadas que pueden llegar a ser la mujeres, las cuales de un detalle pueden crear el peor de los problemas, por lo que esa preocupación de la que decía ser víctima podría ser causada por cualquier hecho sin importancia.

Al entrar en la cocina, el ambiente tenso se sintió de inmediato, o quizás mi tía Alicia lo intento aparentar muy bien. Tome asiento en la pequeña mesa puesta en el centro de la acogedora cocina para sí disponer de aquella comida.

-¿Cómo te fue en el colegio?- pregunto sin mirarme.

-No tan mal diría, ya que salí un poco airoso del interrogatorio de inglés, en matemática no entendí algunos ejercicios, pero nada del otro mundo y en cuanto a castellano debo mejorar bastante mi ortografía-.

-Ya te lo he dicho, si quieres aprender a escribir decentemente debes leer todos los días- pauso para tragar- y para matemática debes buscar a alguien que te ayude, a lo mejor un tutor… quizás un amigo-.

-Lo de tutor tienes razón, sin embargo ese tutor no lo encontrare en el grupo de descerebrados que se hacen llamar mis amigos- dije en forma de burla.

-Bueno entones trabaja en conseguir uno- esta vez me miro- no quiero que traigas malas calificaciones porque sabes cómo es tu padre en cuanto a ese tema. Y puede valerse de ese pretexto para llevarte con el-.

-No lo hará- le asegure.

-Puede hacerlo, recuerda que eres menor de edad-.

-Si soy menor de edad, pero creo que ya tengo la madurez suficiente como para decidir en donde me quiero quedar-.

-A lo mejor tengas razón- dijo- pero legalmente yo no poseo tu custodia y si tu padre quiere te puede reclamar cualquier día y te iras con él así no lo quieras. Así que no le des razones para ello-.

Aunque no lo quisiera reconocer ella tenía razón, si mi padre quisiera, solo le bastaba con hacer un par de llamadas para tenerme junto a él en Estados Unidos. Y en ese sentido en ocasiones era algo irresponsable haciendo lo que me viniera en gana muchas veces, pero me preocupaba la idea de separarme de mi tía Alicia.

*<<<

Por la mañana llegue algo temprano la escuela, en el primer instante que puse un pie en lo que consideraba mi prisión por el resto del día, busque con la mirada a alguien conocido, pero no encontré a nadie. Vi la hora y comprobé que me había precipitado en llegar, ya que era demasiado temprano. No sabía porque pero esa mañana me desperté inusualmente temprano.

Camine hasta el cafetín. Tenía algo de hambre, preferí saciarla antes de comenzar con la jornada de clases. Mientras entraba en aquel lugar pude divisar a lo lejos a Santiago, se encontraba sentado en una de las mesas más alejadas del resto, comiendo lo que parecía ser un sándwich acompañado de un jugo de naranja. Cuando estuve lo suficientemente cerca le llame con la voz y el volteando un tanto perdido. Al parecer estaba demasiado metido en sus pensamientos.

-¿Cómo te va Santiago?- le estreche la mano.

-Bien, dentro de lo que cabe- contesto mirando su desayuno.

-Pareces algo ido, ¿tiene que ver con Narissa?-

-¿Porque deduces que tiene que ver con Narissa?- esta vez me miro.

-No lo sé… tal vez porque ayer estuve chateando un rato con ella y me conto que estaba algo preocupada. Así que si tu estas también preocupado, deduje que tiene que ver con ella- le respondí.

-Aunque me moleste decirlo. Tienes razón. Tiene que ver con ella…-

-¿Qué pasa?- le incite a que continuara.

-Está embarazada- dijo.