Destinados. Capitulo 02: Revelaciones

-No te han dicho que dejas con la boca abierta a cualquiera- hablo esta vez posando sus labios en mi oído izquierdo.

Hola a todos...!! Perdón por no presentarme antes, error de mi parte je je je... Bueno, escribo esta breve introducción para saludarlos. Espero cumplir sus expectativas, este es mi debut como escritor, así que estoy algo nervioso por la recepción de mi historia. (Despreocúpense, mi plan no es dejarla por la mitad, como frecuentemente sucede, ya  tengo la historia bastante pensada…)  No se les olvide comentar y valorarla, ya que, de esa forma lograre mejorar y presentarles en cada entrega una historia de mayor calidad… De modo que sin más preámbulo los dejo con el segundo capítulo. Disfrútenlo…

Destinados. Capítulo 02: Revelaciones

DAVID

Nunca he logrado descubrir por qué razón me es imposible dormir hasta prolongadas horas de la mañana, era sábado, y una vez más ya me encontraba fuera de la cama a muy tempranas horas de la mañana, por más que me esforzara por quedarme en la cama no podía seguir durmiendo.

El panorama del día no se vislumbraba muy alentador, dado que esta primera semana de clases había sido la oportunidad de los profesores para asignar la mayor cantidad de trabajos que se les pudiese ocurrir, al parecer querían compensar todo el tiempo de ocio que tuvimos en las vacaciones. De seguro ese día no tendría la oportunidad de ver la luz del sol. Por lo que mi desgano era mucho al momento de sentarme en frente de la computadora; luego de haber desayunado, para comenzar con mis investigaciones, abrí mi perfil de Facebook, vi que Rebeca estaba conectada y comenzamos a chatear.

Rebeca: ¿Qué piensas hacer hoy por la noche?

Yo: No lo sé, quería tomar un vuelo a Londres o Ámsterdam pero me están invitando a Las Vegas, así que no se… ¿tú qué opinas…?

Rebeca: No seas tonto… hablo en serio.

Yo: Aparte de terminar todo lo que tengo pendiente para la escuela nada interesante. ¿Por…?

Rebeca: Porque Laura me invito a una fiesta que está organizando en su casa y dijo que invitara a quien quisiera venir conmigo… y te estoy preguntando porque no quiero ir sola… además hace mucho o mejor dicho nunca salimos en plan de fiesta.

Yo: ¿Fiesta…? Mmmm….

Rebeca: Vamos no seas aburrido.

Yo: No soy aburrido, lo que pasa es que mi experiencia con las fiestas no es mucha que digamos y no quiero sentirme incómodo.

Rebeca: Por tu falta de experiencia deberías salir más. ¿No crees…?

Yo: Esta bien… déjame pedir permiso y te aviso.

Rebeca: Ok. Y te aseguro que te vas a divertirJ

Después del último mensaje de Rebeca me desconecte para proponerme terminar todo lo de la escuela, en eso se me fue el tiempo. Me oriente acerca de la hora gracias a que mi madre fue a llevarme el almuerzo hasta mi cuarto, desde ese instante no tuve noción del tiempo hasta ya casi las cinco de la tarde cuando mire el reloj de mi teléfono en donde tenía una llamada perdida Rebeca, seguido de un mensaje preguntándome si iba a ir a la fiesta. Recordé que ni siquiera había pedido permiso. Deje lo que estaba haciendo y acomode todo para terminar el domingo.

Pedirles permiso a mis padres podría parecer una hazaña del otro mundo pero para mí no es algo imposible. Por suerte esa tarde estaba solo mi madre… la más dócil de los dos, claro tuve que recordarle que era el mejor alumno de mi clase, que jamás iba a fiestas y todo ese discurso pre-elaborado para conseguir su aprobación. De modo de que antes de que se arrepintiera o llegara mi padre preferí darme prisa. Al abrir el closet y me quede allí unos momentos contemplando la ropa que tenía, a decir verdad no tenía idea que ponerme, tarde como treinta minutos en decidir cómo ir vestido, mi elección fue unos Jens azul oscuro; casi negros, una camisa manga larga color violeta la cual arremangue hasta más arriba del codo y unos zapatos color azul oscuro. Me mire en el espejo y estaba satisfecho con mi elección, logre sorprenderme por cómo me veía.

Tenía un montón de ropa sin usar. Siempre me quedo muy grande, y ahora no podía creer que era capaz de llenar con mi torso y brazos una camisa como esa.  El reto siguiente era el peinado pero allí estaba más claro con lo que quería, sin mucho pensarlo me peine con un copete en frente que no sé cómo había descubierto que me quedaba como anillo al dedo.

Eran casi las siete de la noche cuando le mande un mensaje a Rebeca informándole que estaba listo. Mientras esperaba me coloque los auriculares dedicando mi atención a escuchar la melodías de mi celular, ese era mi pasatiempo favorito. No es por alardear pero siempre tenía buena música en mi teléfono. En mis ratos libres lo único que hacía era bajar montones de canciones nuevas, así que tenía un repertorio muy amplio para elegir cuando quería escuchar algo. Escuchar música para mí es como un masaje relajante, me ayuda a liberar tensiones y a dejar el estrés a un lado, las letras de las canciones considero que son un mensaje que te ayuda a ver la vida desde una perspectiva distinta, mostrándote a través de la perfecta combinación de palabras las maravillas que posee, siendo lo que más resalta el amor, que es pintado como el más grande de los sentimientos.

No sé desde cuando me gusta la música romántica, pero de lo que soy consiente es que es el tipo de música que más rápido llega a mi corazón tocando lo más profundo de mi, ese tipo de canciones son como pequeñas historias que te muestran las diferentes facetas existentes del amor, que puede ser lo que cause la más grandes felicidades en este mundo pero que a la vez puede ser el culpable de tantas lágrimas derramadas a lo largo de nuestras vidas.

Tras escuchar varias canciones ya había pasado la hora y haciéndole honor a la cualidad que la caracteriza, Rebeca estaba tocando mi puerta a las 8 en punto. Me levante lo más rápido que pude, busque mi billetera que estaba en la mesita de noche y antes de meterla en mi bolsillo comprobé si llevaba dinero, me acomode la ropa y salí luego de despedirme de mi madre. Nos subimos en el taxi que estaba afuera de esperándonos, y emprendimos nuestro camino hacia la fiesta.

-¿Qué tienes?- pregunto.

-Nada solo que…-

-¿Estas nervioso?- me interrumpió antes de que terminara de hablar.

  • Si, prácticamente es a la primera fiesta de este tipo a la que voy- Le conteste mirando por la ventana intentando despejar mi mente.

  • Tranquilo que vas conmigo-.

El taxi no tardó mucho en llevarnos hasta nuestro destino, en menos de diez minutos ya estábamos en frente de esa casa, que irradiaba el éxito de los que allí habitaban. Con tan solo verla te dabas cuanta que allí vivían personas de una alta posición social. Siempre tuve la certeza de que los padres de Laura no tenían problemas económicos, pero de lo que nunca me imaginé era que tuviesen más de lo que aparentaban.

Inmediatamente después de bajarnos del vehículo entramos en aquella casa, el sonido de la música calo en nuestros oídos como un estruendo muy fuerte… y como esperábamos, media escuela se encontraba allí. Sin perder mucho tiempo Rebeca me tomo del brazo y comenzó a saludar a todos a los que conocía, yo a su lado esperaba una vez más pasar desapercibido, pero para mi gran sorpresa fueron muchos los que me saludaron de una manera muy amena, quienes en un pasado no muy lejano, ni siquiera me dedicaban una mirada amistosa. Luego de saludar a todos los que conocíamos nos sentamos en uno de los sofás de la sala.

-Estas arrasando- dijo Rebeca con un gesto muy pícaro –vi a un par que no te quitaba la mirada de encima-

  • Rebeca ya sabes que yo con las chicas no…-

  • ¿Quién está hablando de chicas?- me dijo casi susurrando señalando hacia mi derecha, y allí los vi… dos chicos muy guapos, uno rubio y el otro moreno, ambos con unos cuerpos dignos de envidiar pero quien se llevaba un diez era el rubio, ya que el tenia los rasgos más afinados que el moreno, detalle que lo hacía resaltar más. En ese momento no sabía cómo actuar.

-¿Qué hago?- le pregunte a Rebeca.

  • En este momento creo que nada, solo saludar-

-¿Por qu..?- y antes de haber formulado la pregunta ya teníamos al chico rubio en frente.

  • Hola- Nos saludó esbozando una sonrisa.

  • Hola, ¿qué tal?- le respondió Rebeca.

Yo solo hice un pequeño cabeceo como respuesta a su saludo.

-¿Y cómo la están pasando?- nos preguntó.

  • Muy bien… oye… tu… ¿vas  nuestra escuela?-  pregunto mi amiga alzando un poco la voz a causa del alto volumen de la música.

  • No, soy solo un amigo de Luara, atengo 19- respondió en chico- ¡Ah¡ que torpe, no me he presentado, soy Axel-  extendió su mano estrechándolas con la de nosotros.

  • Mucho gusto Axel, yo soy Rebeca, él…- me señalo-… es mi mejor amigo, David-

  • Pensaba que era tu novio porque se me hacía imposible que fueras amigas de un chico tan guapo- dijo Axel mirándome a los ojos.

La expresión de sorpresa de ambos fue obvia, pero la disimulamos lo mejor que pudimos. Mire a Rebeca desconcertado sin saber qué hacer. Gracias a Dios ella fue quien contesto, antes de que yo metiera la pata con mi boca.

-No… solo somos amigos-

  • ¿Y será que tu amigo aceptaría charlar un rato conmigo?- pregunto el chico.

  • No veo problema con eso- le dije, hablando por primera vez desde que se nos había acercado. Estaba muy nervioso, pero el chico era guapo, me arriesgaría.

Rebeca se levantó con la excusa de que iba al jardín para saludar a unas amigas y así que nos dejó solos. Él se sentó a mi lado, a decir verdad muy cerca.

-No te han dicho que dejas con la boca abierta a cualquiera- hablo esta vez posando sus labios en mi oído izquierdo.

  • No… nunca- le dije tragando saliva.

-Pues deberías saberlo. Toma bebe un poco…- extendió el vaso que sostenía. Dude por un instante pero el insistió –…bebe te ayudara a relajarte- tome el vaso y cuando iba a beber el primer sorbo sentí un fuerte golpe en mi hombro derecho que me tumbo el vaso y dejándome completamente en el suelo, tarde unos segundo en reponerme y cuando voltee para ver qué había pasado, mis ojos no podían creer lo que veían, estaba Santiago sosteniendo a Axel de la camisa con una de sus manos, mientras que la otra la tenía puesta en frente de su cabeza dispuesto a romperle la cara. Mientras le gritaba una y otra vez - ¿qué pretendías? ¿Drogarlo?  ¡Vamos, dime!-

Estaba tirado en el suelo tratando de asimilar la situación que se desarrollaba frente de mí, ¿qué pasaba? ¿Acaso Santiago me estaba defendiendo? A decir verdad esa era la única respuesta que tenía sentido. Trate de volver a la realidad y allí seguía Santiago sosteniendo a Axel de la camisa por un largo rato, repitiendo la misma pregunta una y otra vez - ¿tratabas de drogarlo? ¡Vamos cobarde responde! – Axel no pronuncio ni una sola palabra y en un momento en donde Santiago rompió el contacto visual hacia él, el chico logro zafarse y comenzó a correr, Santiago parecía tentado a ir detrás pero no lo hizo… por un instante se quedó parado en medio de aquella sala de estar, bajo la miradas de todos. Luego de acomodarse un poco la ropa comenzó a acercarse hacia mí, no sabía cómo actuar ni que decir, no lograba entender que acababa de suceder. Al llegar hasta mi tendió su mano  ayudándome a levantar y tras ponerme de pie el comenzó hablar– Perdón, discúlpame por todo este alboroto, pero es que ese tipo intentaba drogarte o… algo parecido- Hubo un silencio que se mantuvo por unos segundos mientras buscaba que responderle.

-Tranquilo- conteste algo aturdido- tengo que… ¿agradecerte?…si, eso creo… pero… es que no logro entender… como… como paso--

  • Hecho algo en el vaso-. Tras sus palabras no dije nada, solo me puse las manos en la cara y di un suspiro de los que das cuando estás cansado.

-¿Estas bien?- pregunto Santiago.

  • Si… es mejor que me vaya, ya no tengo nada que hacer en este sitio- le estreche la mano para despedirme dándome la vuelta en dirección a la puerta.

Mientras caminaba una sensación de decepción me acompañaba, no sabría cómo explicarlo pero  me sentía cansado de que una vez más se burlaran de mí, en esos momentos intentaba poner en práctica lo de ser positivo pero no funcionaba. Me sentía cansado de confiar que la vida me mostraría su mejor cara y que esta me golpeara de esta manera. Cuando salí de la casa mi primer instinto fue salir de ese sitio, comencé a caminar en dirección a la avenida más cercana para tomar un taxi, mientras lo hacía empecé a sentir el frio de aquella noche que no sé porque me parecía especial. Mi mente comenzó a volar y los recuerdos del pasado vinieron hasta mí, reabriendo la herida que aún no había sanado. Las lágrimas amenazaban con salir pero las pare, me había prometido que no iba a sufrir más por todo el daño que me habían hecho y que no permitiría sentirme menos que los demás una vez más.

-¡Oye David espera!- Dijo gritando una voz a mis espaldas. Voltee para ver quién era, se trataba de Santiago, corría hacia mí mientras me hacía señas con la mano para que lo esperara. Es menos de cinco segundos había logrado llegar hasta donde estaba – Gracias por esperar- dijo con la voz agitada reposando uno de sus brazos en mi hombro mientras retomaba el aliento.

-¿Qué pasa, porque viniste? – pregunte.

  • Porque puede que ese tipo este rondando por allí todavía… – hizo una pausa para enderezarse – y es mejor prevenir que lamentar ¿no crees?-

  • Gracias pero voy a tomar un taxi en la avenida… no creo que pase nada-

  • Es cierto pero... me sentiría más tranquilo si te acompaño… y yo tampoco tengo nada más que hacer en la fiesta, así que vamos-.

-Bueno… gracias, pero… ¿qué vas hacer con tu novia?-

-Narissa ya no es mi novia- no soy quien se alegra con la desgracia ajena al escuchar esa respuesta mi corazón dio un pequeño salto.

Cuando comenzamos a caminar ninguno de los dos hablo, se produjo una especie de tensión en el ambiente de la cual ambos éramos conscientes. No sabía que hacer ¿qué podía decir? Si ni siquiera nos conocíamos tanto como para entablar una conversación, pero una voz en mi interior me dijo que tenía que  aprovechar esa oportunidad porque nunca se volvería a presentar. Pensé en todo, trataba de acordarme de cualquier cosa que sirviera como tema de conversación pero los nervios no me dejaban.

-¿Por qué nunca hemos hablado?- pregunto Santiago.

-No se… quizás porque nunca se ha presentado la oportunidad- dije encogiéndome de hombros.

  • Si, quizás por eso- concluyo y fijo su mira en el suelo.

Por un momento el silencio se volvió a hacer presente pero una vez más fue Santiago quien lo rompió-  ¿te caigo mal?-

-No...¿Qué te hace pensar eso?-

  • El hecho de que… nunca saludas... o que siempre andas muy serio-  metió sus manos en los bolsillos del pantalón.

  • Es verdad que a veces ando quizás un poco serio, pero no es que me caigas mal… creo que esa es mi forma de ser… y no te saludo porque nunca nos hemos tratado… ya sabes, como amigos- sonreí levemente.

  • Cierto pero… te propongo algo, que tal si a partir ahora nos tratamos como amigos - propuso el.

  • Por mi está bien- no tenía ningún problema con eso, peor era nada.

  • ¿Amigos?-

  • ¡Amigos! – reafirme.

Sin darnos cuenta ya estábamos en la avenida, no paso mucho tiempo para que pasara un taxi, cuando lo vimos le sacamos la mano, el chofer paro y luego de preguntarle cuanto cobraba hasta mi urbanización fui a despedirme de Santiago.

-Bueno...- no sabía que decir- ya me tengo que ir… gracias por todo- dije con una sonrisa que era incapaz de ocultar.

  • De nada, eso lo hubiera hecho cualquiera que se hubiera dado cuenta de la situación…– comenzó a buscar su celular- dame tu número -Se lo di y repico a mi celular- ese es el mío, me mandas un mensaje cuando llegues-

  • Está bien-

Nos dimos la mano y subí en el taxi. Tarde como veinte minutos en llegar hasta mi casa, cuando entre, trate de no hacer mucho ruido porque a esa hora ya todos estaban dormidos; eran más de las diez de la noche, todavía temprano. Entre en mi cuarto y lo primero que hice fue tirarme en la cama mirando al techo, en ese momento solté un profundo suspiro – Amigos – dije susurrando. Tenía demasiada flojera como para pararme y desvestirme la ropa con lo fue en esa posición que me despoje de mis prendas. Busque el celular dentro del pantalón, para luego lanzarlo al canasto de la ropa sucia con el resto, busque el número de Santiago y le escribí: -“Ya llegue. Todo bien… buenas noches…”-quizás parezca infantil, pero sentí me emocione tras mandar ese mensaje. No tardó más de 60 segundos en responderme: - “Ok. Buenas noches. Duerme bienJ”- no pude evitar sonreír luego de leer. Coloque el teléfono en la mesita de noche y me introduje bajo las sabanas, en mis sueños el único protagonista fue Santiago. ¡Y como no soñar con alguien tan guapo como él! Santiago para mí es perfecto, posee un cuerpo muy atlético, musculado pero no desbordando a lo exagerado; hecho que me hizo preguntarme más de una vez que tipo de deporte practicaba. Es de una estatura mediana más menos 1.75. Su rostro es perfecto, posee facciones muy finas que sumadas a su piel blanca y su cabello liso ondulado; lo hace ver aún más guapo, acompañado de unos labios muy tiernos que le quitan el aliento a cualquiera, los que protegen a una dentadura prácticamente perfecta. Es cierto  que Santiago no pasa desapercibido en cuanto a su físico se trata, no obstante eso no fue lo que me enamoro de él; bueno si… e parte, ya que en verdad lo hizo fue su mirada, que siempre me daba la impresión que ocultaba algo, quizás sus sentimientos verdaderos. Siempre lo percibí  como alguien superficial, por su comportamiento a través de los años como el típico chico  popular, pero en muchas ocasiones lo descubrí con la  mirada perdida en la cual se podía leer la tristeza de alguien atrapado.

REBECA

Me desperté todavía preocupada. No entendía como David se había ido así como así, sin avisar, quise llamarlo luego de su desaparición pero recordé que le había entregado mi celular ya que el vestido era demasiado ajustado. Por lo que tuve que caminar hasta la sala de estar para llamar desde el teléfono la casa. Luego de marcar su número espere a que se dignara a contestar, sin embargo solo pude escuchar los bips de la bocina. Por lo visto no respondería. Tal vez estuviese aun dormido. No obstante no desistiría con mi intención de averiguar que había sucedido, por lo que me basto con tan solo desayunar, para decidir qué pasaría el resto de la tarde en casa de David. Como dice el dicho, si Mahoma no va a la montaña… de modo que el reloj aun no marcaba las doce de medio dia, cuando me encontraba en la puerta de su casa esperando a ser recibida.

Su madre, la señora Elena, fue quien abrió y con la confianza de siempre me dio luz verde a que entrara al cuarto de David.

-Buenos Días, querido amigo- entre con la ironía como compañera.

¿Rebeca?...- se levantó en la cama quitándose los audífonos- ¿tu aquí?-.

-Sí, ¡yo aquí!... o es que pretendes que no viniera a buscar mi celular. Que por cierto no me devolviste anoche cuando desapareciste sin avisar-.

-Por favor perdóname… además, eres mi mejor amiga-.

-Una mejor amiga que anoche estuvo a punto de tener un ataque de pánico al no saber nada de ti-.

-Cálmate, ven aquí siéntate y hablemos como personas civilizadas- Me tomo del brazo sentándome junto a el- mírame estoy perfectamente bien, no pasó nada-

-¿Y si hubiera pasado?-.

-Pero no paso- contesto.

-¡Esta bien!- cedí ante sus palabras- voy a tranquilizarme, pero la próxima vez que se te ocurra dejarme sola, te despellejo vivo-.

-Tranquila que no volverá a suceder- dijo entre risas.

-¿Por qué andas tan alegre?- curioseé.

-No sé, quizás porque el días esta soleado, hoy me desperté de buen humor, es domingo…-

-No, no, no- le interrumpí- no vengas con tus palabrerías… ¿Qué paso anoche?-

-¿Anoche?- desvió su mirada rascándose la barbilla- pasaron muchas cosas, con decirte que conocí a Obama-.

-No seas payaso- le empuje- ponte serio…-.

  • Esta bien- pausa- bueno, comenzando con el momento en que desapareciste del mapa no transcurrieron muchas cosas, que ya no sepas, porque me imagino que ayer mismo te pusieron al tanto de todo-.

-¡¿Entonces es verdad?! ¿Santiago se peleó con Axel?-

-Si… al parecer ese imbécil tenía sucias intenciones conmigo- pronuncio con desprecio.

-Déjame imaginar, te invito un trago- aseguré.

-Sí, y si no hubiera sido por Santiago, esta mañana hubiera amanecido en quién sabe dónde-.

-¿Y qué pasó luego?-.

-Nada interesante, solo salí de ese sitio y me regrese hasta aquí- dijo.

-¿Y porque no respondiste a mis llamadas?-.

  • No sé- se encogió de hombros- creó que estaba tan metido en mi mundo que no oí el celular o… no sé, lo tenía apagado… o quizás…- se quedó en silencio.

-¿Qué?- le incite a que continuara.

-O quizás venía muy distraído hablando con Santiago- no pudo ocultar una sonrisa.

-¡Aja! picaron, con que ese es todo el rollo de tu desaparición anoche… por eso andas tan alegre-.

-No seas boba, el solo me acompaño a tomar el taxi… además eso no significa nada- le quito importancia.

-Tal vez tengas razón, pero yo cuestionaría esa respuesta dado que según los hechos, la manera tan violenta en que se comportó anoche Santiago, deja mucho que pensar- opine.

-¿Qué quieres decir?-

-Préstame el baño…- asintió con la cabeza - no lo sé…- proseguí mientras me levantaba- quizás…- celos- y cerré la puerta.

Al salir continuamos con nuestra conversación -¿Tú crees que…?- pregunto.

-No lo sé, es imposible sacar conclusiones ahora, pero deberías tomar en cuenta esa posibilidad- conteste sabiendo a que se refería- ya tendrás tiempo de pensar. Ahora ingéniatelas para no aburrirnos-.

-Sí, pero antes ayúdame a terminar el block para inglés-.

-¿No lo has terminado?- me sorprendí.

-No. Ya estuviese listo sino me fuera ido de fiesta anoche-.

-Primero no me reproches nada ya que yo no te apunte con una pistola para que fueras… y segundo vamos a terminar este bendito librito- lo tome entre mis manos.

Luego de haber terminado con el block de imágenes que debíamos entregar para ese lunes, comenzamos la búsqueda de una película interesante para ver porque si no lo hacíamos reventaría con tanto dialecto gringo en mi cabeza. Fue algo tedioso pero terminamos a tiempo. No fue fácil terminar diez imágenes de monumentos mundiales, para luego transcribir su respectiva descripción en ingles con su pertinente traducción, por suerte concluimos algo temprano diría yo. Así que el resto de la tarde nos centramos en disfrutar de la película.

DAVID

Las primeras dos horas de clase de ese lunes transcurrieron con normalidad, cada alumno tuvo que pasar a defender su trabajo para completar la calificación, con la profe Anna había que sudar bastante para lograr una calificación decente. Salimos de allí y comenzamos a caminar por el patio del colegio.

En un instante cuando intentaba comentarle a Rebeca acerca de la ausencia de Santiago, Rebeca se quedó callada mirando un punto a mis espaldas con una cara de sorpresa. Su mirada me asusto porque parecía a la de alguien quien acababa de ver un muerto. Al voltear, curioso por saber que le causaba tanto asombro logre ver una escena que me desbarato por completo, allí en frente de todos estaban Narissa y Santiago besándose. Sentí como si hubieran clavado en mi pecho una navaja. Camine sin  un rumbo determinado, sin saber a dónde, por un momento estuve a punto de devolverme con la esperanza de que lo que había visto había sido solo un mal entendido, que solo era un juego de mi imaginación, que tal vez no era Narissa la chica con quien estaba, que entendí mal la situación, pero desistí. No había más explicación más clara que la que vi.

Encontré una zona verde en la parte posterior de los salones algo alejada de los demás, vi que se encontraba sola de modo que no dude en sentarme. Solo me deje caer. Estaba en una especie de shock o algo parecido, creo que si me hubiesen tomado una foto, mi rostro no reflejaría expresión alguna. Me toque el pecho, sentía un pequeño dolor, mientras que al mismo tiempo sentía en mi garganta un nudo que me dificultaba respirar profundo. Toque mi mejilla y sentí una gota… ¿era agua? Me pregunte por un instante. No, era una lágrima. La limpie rápidamente, no iba a llorar, ya tenía suficiente… además la culpa era mía por enamorarme de alguien que nunca me querrá. Yo había sido el estúpido que creyó que un tipo como él se fijaría en alguien como yo. Para el nunca había existido y el hecho mi tan radical cambio no había cambiado para nada el panorama. De modo que la culpa era mía y de nadie más. Espere unos cuantos minutos en que las emociones lograron bajar su intensidad para levantarme con intenciones de salir de la escuela. No quería pasar un segundo más en ese sitio.

A escasos pasos de la puerta sentí una mano que me detuvo pensé que era Rebeca quien se me había alcanzado pero para mi sorpresa era Narissa.

-Necesito hablar contigo – dijo con un tono muy serio.

  • Tu y yo no tenemos nada de qué hablar – me solté.

  • No finjas demencia tú y yo tenemos muchas cosas que decirnos-

No sé porque pero de alguna manera extraña nuestra conversación no era tan ajena a la comprensión de ambos, por alguna razón lograba entender de qué tema quería hablar conmigo. Después de segundos de silencio caminamos hasta unos de los salones de la planta baja. Al entrar en aquellas cuatros paredes sentí como si entrara en mi sala de ejecución.

-¿De qué quieres hablar conmigo?- pregunte con evidente indiferencia.

  • De Santiago – sentí como se formaba de nuevo el nudo en mi garganta– Crees que no sé qué te gusta – tras escuchar esa frase me quede completamente petrificado.

  • Estas imaginándote cosas- empecé a caminar hacia la puerta, tratando por todos los medios de salir de esa situación con la mayor naturalidad posible.

  • Claro que no las imagino-

Al oír como seguía hablando entendí que de algún modo me había descubierto -¿Qué pretendes?- pregunte volteándome para verla a los ojos- si ya lo tienes-

  • Que te alejes de él y lo dejes en paz- expresó tajantemente

  • Tu novio y yo nunca nos hemos tratado- argumente.

  • Si pero para evitar que te hagas ilusiones con él, quiero abrirte los ojos y ubicarte en donde estas parado-

-No entiendo-

-A ver David… ¿cómo comienzo?… Santiago se está acercando a ti por puro interés, el pretendía usarte para que le pasaras el año, ya que va muy mal con algunas materias… por decirlo de alguna manera. Fue por eso que le pidió al chico de la fiesta para que te sedujera y así aparecer a defenderte para quedar como tu salvador- me quede callado – sino me crees mira- me tendió su celular, allí pude leer un mensaje del número de Santiago:

-“Fase uno, ejecutada. Ahora fase dos, pasar el año… jejeje!… te cuento el resto el lunes”-

Lo único que fui capaz de hacer luego de leer fue sentarme para asimilar todo lo que me estaba pasando. Para mi alivio la chica salió pronto del sitio, y al encontrarme solo, las lágrimas brotaron de mis ojos.