Después de María, las vivencias de mi adolescencia

Si ya leyeron Precocidad, esta es, por decirlo de algún modo, la continuación de mi vida después de haber bebido las mieles del placer sexual.

Después de mi experiencia con María, me convertí en un adicto al sexo, y dada la libertad que me daban mis padres, vivía buscando la oportunidad de levantarme a cualquier mujer para hacerle el amor; una vez andaba con la camioneta de un tío por los lados de Santa Rosa de Anaco (en esa época y en esos pueblos, poco control había sobre los jóvenes que manejaban sin licencia), y recogí a tres mujeres que me pidieron la cola; las llevé hasta el pueblo y cuando se bajaron dos de ellas, arranqué rápido y me llevé a la tercera; era una carajita como de diecinueve años, yo todavía no cumplía los trece, cuando me preguntó que a donde íbamos le dije a boca de jarro que le iba a hacer el amor; en aquella época, las mujeres del campo solían estar muy dispuestas con los hombres que las llevaban de un sitio a otro. Me paré en un matorral y enseguida la tuve toda desnuda y con las piernas abiertas en el asiento de la camioneta; fue algo fugaz pero emocionante; después de amasar sus tetas un rato y disfrutar su lengua, la penetré impetuosamente, logró un primer orgasmo muy intenso pero silencioso, apenas siseaba mientras duró, le seguí dando pero esta vez con mas ímpetu y cuando sentí que estaba próxima a acabar otra vez, me sincronicé con ella y en medio de sus gritos, le descargué un torrente de leche en su caliente vagina; la devolví al sitio a donde iba y me marché sin ni siquiera saber como se llamaba.

Meses mas tarde me tuve que ir a Barcelona pues mi padre había muerto; había en la casa dos muchachas que trabajaban en la lunchería; Luisa y Leo, una gordita muy blanca y la otra morena y esbelta. Una noche me metí en el cuarto donde dormían y agarré a la primera que tuve a mi alcance; sobé sus tetas y pegué mi boca a una de ellas mientras con una mano le acariciaba el sexo por encima de la pantaleta; cuando quiso protestar la besé en la boca metiéndole la lengua bien profundo, ella respondió muy excitada, me coloqué sobre ella y le saqué la pantaleta, separé sus piernas y cuando quise penetrarla, me lo impidió...; "soy virgen, no me lo hagas, por favor!!"; por su voz supe que era Luisa.

Puse mi erección entre sus labios vaginales y comencé a frotar su clítoris; a ella le encantó porque me rodeo con sus muslos y comenzó a moverse a mi ritmo hasta que ambos logramos el orgasmo. Los chorros de leche le bañaron hasta las tetas, nos besamos y me fui a dormir.

La noche siguiente repetí la operación, me fui directo a la cama y después de besarle ambas tetas y mordisquear sus pezones, le saqué la pantaleta y me le fui encima buscando su boca...; " a mi tampoco me vas a coger porque yo también soy virgen..."; era Leo que había cambiado de cama con Luisa porque se había dado cuenta de lo ocurrido. Ella era más fogosa y acabó tres veces seguidas antes de que yo le bañara el vientre con mi semen.

Así estuve haciendo aquella operación nocturna durante casi un año; ellas nunca se dejaban penetrar, pero les encantaba que las hiciera acabar de esa forma y me satisfacían de una forma muy original.

Después llegó Francisca a la casa, una morena bien dura de carnes que le encantaba que me la cogiera durante toda la noche y se dejaba hacer cualquier cosa pues de verdad gozaba el sexo intensamente.

Así fueron llegando a mi vida una buena cantidad de mujeres con las que estuve disfrutando del sexo a mis anchas; había una llamada Rosa que había trabajado en la tienda y que vivía sola en un apartamento cercano; una vez le dije que me gustaría estar con ella y me dijo que fuera a su casa cuando quisiera, pero que le llevara una botella de ron. Apenas llegué nos dimos un trago y ella misma empezó a desnudarme con ansia, se quitó la ropa y tirándose en la cama separó sus piernas y me tendió los brazos,,,; "eres un carajito David, pero estás bien bueno, así que ven y cógeme rico papacito, y cada vez que quieras te vienes para mi casa y me das con esa vergota divina!!".

También estuvieron Carmen y Rita; ambas trabajaban en un negocio al frente del nuestro. A Carmen le ofrecí un día llevarla a su casa y apenas llegamos le pedí un vaso con agua, entró a servirlo y cuando regresó a la sala, yo había cerrado la puerta de la calle, me había provocado una erección y dejé que se me notara lo mas posible; ella me dio el vaso y yo lo empiné sin dejar de mirarla; sus ojos fueron directo hacia el bulto que se marcaba en la tela, se acercó a mí y acariciándomelo por encima, me dijo...; "como que no era solo agua lo que querías..."; nos fundimos en un beso y terminamos haciendo el amor un par de veces aquella tarde, la primera en la sala y luego con mas calma en su gran cama. Tenía la vagina muy rugosa y además sufría de lo que comúnmente llaman cangrejera y es una particularidad de ciertas mujeres que parecen succionarte el miembro cuando son penetradas, por esa característica me costaba mucho contenerme; máximo si alcanzaba dos orgasmos antes de hacerme acabar, pero ella me decía que era raro el hombre que le aguantara tanto .

Una vez entré a la tienda y Carmen no estaba, Rita se acercó a servirme y cuando estuvo cerca me dijo algo muy audaz...; "no sabes como envidio a mi compañera..."; "no entiendo por que la envidias, si quieres te espero en mi casa ahora mismo..."; me levanté y salí hacia mi casa que estaba a media cuadra. No había terminado de abrir la puerta, cuando la sentí caminando detrás de mí; entró a la casa y de inmediato nos unimos en un beso de lengua bien rico, Rita era muy menuda de estatura, pero tenía un cuerpo y un rostro deliciosos nos fuimos desudando camino a la habitación y apenas cayó sobre el colchón, yo le enterré toda mi largura hasta lo mas profundo de su ser; lanzó un quejido largo pues a pesar de estar muy húmeda, su vagina era corta y estrechita, y muy caliente. Su primer orgasmo lo logró casi de inmediato, después de eso se volvió una fiera, era muy ardiente y gemía sin parar, parecía que le dolía mucho, pero no paraba de pedirme que le diera con todas mis fuerzas; acabó como diez veces esa tarde y me hizo acabar cuatro veces a mí antes de pedirme que le bañara la cara con mi leche...; "deja que te lo mame y me acabas en la cara!, quiero tu leche sobre mi cara y en la boca papito!!; me arrodillé sobre su pecho y comencé a cogerla por la boca, la tenía tan pequeña que le costaba trabajo recibirme, pero lo hacía poniendo todo su esfuerzo, además succionaba como pocas mujeres he sentido que lo hagan; dejó que le disparara un par de chorros en la boca y luego lo acarició con fuerza entre sus manos regando el resto de mi venida por todo su rostro, luego lo volvió a engullir por completo y lo sostuvo bien adentro hasta que mi miembro se tornó fláccido; todavía lo besó varias veces antes de vestirse y marcharse dándome las gracias...; "si quieres vengo mañana y me vuelves a coger tan rico como hoy..."; estuve con ambas por tres meses aproximadamente y ninguna mostraba celos de la otra aunque yo sabía que las dos estaban al tanto de lo que pasaba.

Amarilys llegó a trabajar a la lunchería que yo manejaba cuando no estaba en horas de clases, pues muerto mi padre y siendo mi madre una mujer que padecía muchas dolencias, no me quedó más alternativa que asumir mi responsabilidad; pues bien, Amarilys me impactó desde el primer instante; era simplemente bella por cualquier lado, y se mostraba muy insinuante conmigo. Yo solía estar a cargo de la caja y la segunda vez que se acercó a entregarme un pago, me recostó su sexo en la rodilla hasta que le entregué el cambio; esperé hasta que volvió y entonces metí mi mano bajo su falda y le agarré aquel protuberante montículo; ella permaneció inmóvil como si nada estuviera pasando, volví a hacerlo dos veces más y su respuesta fue la misma; entonces le dije a una de las empleadas, la de más confianza, que se quedara a cargo mientras le mostraba a la muchacha nueva el depósito de la casa por si se necesitaba algo supiera donde buscarlo; las otras muchachas recelaron pues sabían como era yo de audaz y ellas mismas habían tenido encuentros conmigo, pero igual no me importó; me la llevé a la casa y apenas entramos nos enfrascamos en una lucha sin cuartel, nos quitamos la ropa mutuamente con desesperación y sin muchos miramientos nos entregamos a hacer el amor de forma salvaje. A pesar de su corta edad, era muy ociosa y sabía como gozar con un hombre y complacerlo. Estuvimos haciendo el amor casi a diario durante un mes, pero luego la presión que le hicieron Leo y Luisa, de quienes hice mención anteriormente, la obligaron a renunciar y nunca más supe de ella.

Una de mis tantas aventuras la viví por esa época en el hospital de la ciudad; me había quedado acompañando a mi hermano que estaba hospitalizado. Me puse a recorrer los pasillos durante la noche cuando de pronto me topé con una muchacha como de diecisiete años que venía con una toalla en la mano.

Me preguntó donde podía darse un baño ya que se había quedado acompañando a un familiar y deseaba asearse un poco, yo le dije que debía ir hacia el final de la otra ala pues estaba vacía y nadie lo notaría ya que estaba prohibido que las visitas se ducharan en los baños de los pacientes; me dijo que la oscuridad le daba miedo y obviamente yo me ofrecí a acompañarla; la conduje hasta lo mas retirado del piso y entramos a un baño...; espérame afuera mientras me ducho!"; "no puedo, me podría ver algún vigilante, mejor entras y no prendas la luz; te podrás bañar y yo no te voy a ver si eso es lo que te preocupa..."; lo hicimos así y después que se duchó, salió con la toalla enrollada alrededor de su cuerpo, se veía deliciosa en aquella penumbra y no me aguanté; la tomé en mis brazos y la besé apasionadamente en la boca metiendo mi lengua y hurgando la de ella. Me rodeó el cuello con sus brazos mientras yo la despojaba de la tela y abarcaba sus menudas tetas con mis manos...; "yo sabía que esto iba a pasar, no sé como accedí a que me acompañaras..."; "porque tu también lo deseaste desde el primer momento..."; en pocos minutos ya me había despojado de mi ropa y yacíamos sobre la húmeda toalla, la hice acabar con mi boca antes de penetrarla, lo hice muy delicadamente y ella me recibió ardorosa. Estuvimos casi dos horas agasajándonos y al final nos despedimos con la promesa de vernos al día siguiente.

No nos pudimos ver como acordamos porque la siguiente noche me fui para mi casa. Cuando iba saliendo con el carro de mi madre que se había quedado reemplazándome, alcancé a ver una mujer como de treinta y cuatro años; muy atractiva; vestía un vestido muy ceñido y se veía super buena; le ofrecí llevarla hasta su casa con la condición de que primero pasáramos por la mía pues debía buscar unas cosas para traerle a mi hermano...; "con tal y no vayas a ponerte abusador, porque tienes cara de pícaro...!"; "no solo tengo cara, si vienes conmigo a mi casa soy capaz de ponerme abusador y hacerte el amor!!"; "no lo dudo, la cuestión está en que yo acepte..."; "déjame correr el riesgo e intentarlo..."; "te sientes muy seguro de lo que tienes!!"; "no solo de lo que tengo, también de lo que quiero..."; ya no hablamos más, llegamos a la casa y la invité a pasar...; "está bien, pero no vamos a hacer nada!"; "nada que tu no quieras...". Preparé un café y lo tomamos mientras fumábamos sendos cigarrillos; yo no dejaba de mirarla fijo a los ojos y de detallar sus hermosas y grandes tetas que se delineaban bajo la tela, sus pezones se marcaron duros y yo lo noté...; "deja de mirarme así que me pones nerviosa!"; "querrás decir que te excito, mira como se te pusieron los pezones!"; "eres un pasado!!"; me dijo al tiempo que se sobaba por encima de la tela; la tomé de la mano y la hice levantarse...; "deja que calme esa pasión que se te nota en la piel..."; ya no dijo nada, la atraje hacia mí y la besé con pasión, ella me respondió temblorosa...; "házmelo con cuidado cielo, hace diez años que mi marido quedó inválido y desde entonces no sé lo que es estar con un hombre:::!"; aquella confesión me puso a millón; la conduje hasta la cama matrimonial de mi madre y comencé a amarla con mucha delicadeza, ella parecía una adolescente, se dejó guiar por mí hasta que la tuve totalmente desnuda, me desnudé y la conduje hasta el baño donde procedí a ducharme con ella, no hice ningún avance en la ducha, quería exacerbar su deseo y obviamente lo logré, la conduje hasta el dormitorio de mi madre pues era la única cama grande que había y después de besarla apasionadamente por varios minutos durante los cuales recorrí su cuerpo hasta donde alcanzaban mis manos, la tumbé despacio sobre la cama y lamí todo su cuerpo hasta que finalmente me coloqué entre sus deliciosos muslos.

Coloqué mi glande justo a la entrada de su vagina, estaba húmeda y muy tibia, busqué su boca y mientras nuestras lenguas batallaban frenéticamente, la fui penetrando muy despacio, milímetro a milímetro le fui metiendo mis diecinueve centímetros de carne gruesa en aquella estrecha gruta que casi parecía virgen, me quedé inmóvil sin separar mis labios de su boca hasta que de pronto la sentí moverse, levemente al principio, pero luego su ritmo fue en aumento hasta que me susurró al oído...; házmelo rico papito!, sáciame las ganas de estos diez años!!!". Después de un primer encuentro tierno y delicado en el cual le arranqué seis orgasmos antes de darle el mío, aquello se convirtió en una batalla campal...; aquella mujer era tan ardiente que acabó doce veces en el segundo encuentro y se molestó cuando yo acabé por segunda vez...; "coño!, ¿por qué acabaste tan pronto!!, no ves que aún te quiero sentir bien duro dentro de mí?"; "tranquila linda!, ahora es cuando me vas a sentir bien duro y bien rico:::!"; no hubo posición que no experimentáramos y en la cual ella no acabara varias veces. Por último, la convencí de que me dejara penetrarla por el trasero; al principio se negó porque jamás lo había hecho pero su excitación era tal cuando la besé por allí, que luego casi me lo suplicó; la primera vez lloró y gritó a mas no poder, pero luego que acabó por primera vez estando clavada por el culo, volvió a surgir la fiera de minutos antes. Al día siguiente la había cogido seis veces por detrás y ella estaba mas que agradecida; la llevé hasta su casa y la esperé para irnos juntos al hospital. Nunca mas la volví a ver pero fue una experiencia inolvidable.

Tiempo después nos mudamos al lado de una familia amiga, en su casa trabajaba Rosa, una negra impresionante, tanto de cara como de cuerpo. Un día que estaba solo en casa, sonó el timbre, abrí la puerta y allí estaba ella muy insinuante...; " ¿me puedes regalar algo de azúcar...?"; me dijo muy dulce mientras me extendía una taza que traía en la mano ...; "seguro!, ya te la traigo, espera...", la hice pasar y fui a buscar lo que me había pedido, desde la cocina pude escuchar el ruido de la puerta al cerrarse; salí de la cocina y no estaba en la sala, de pronto escuché su voz que provenía del dormitorio...; "aquí estoy..."; cuando entré al cuarto, casi se me cae la taza de la mano, Rosa estaba tendida en la cama sin nada encima...; "¿que esperas?, no tenemos toda la tarde...!"; me desnudé en un segundo y me le fui encima, no hubo caricias previas, ella estaba tan excitada como yo, simplemente separó sus piernas y me dejó clavarla de un solo movimiento rápido y certero. Aquella mujer le hacía honor a su raza, era una hornilla; no solo de temperamento, su vagina casi quemaba, me apretó de tal forma y se movió con tanto ímpetu, que me hizo acabar justo cuando ella lo hacía por primera vez.

Después de eso, solía meterme en su casa cuando no estaban sus jefes y entonces si me la disfrutaba a mis anchas y durante horas pues sus jefes solían viajar con frecuencia. Ella me gozaba igual por delante que por detrás y aquello me volvía loco, pues siempre estaba dispuesta a lo que fuera con tal de gozar de una buena cogida, y cuando yo no iba, ella misma me llamaba por la ventana cuando estaba sola.

Que más puedo decirles, mi adolescencia transcurrió muy placenteramente y creo que eso, y la influencia del medio en el cual me crié, me provocaron mi adicción al sexo; quizás no es algo de lo que pueda vanagloriarme, pero de algo estoy seguro, nadie me quita lo bailao!!...