Despues de la sorpresa

Lo que me pasa cada vez que recuerdo la sorpresa que me lleve.

Estadistica

Ya "tranquilo", en mi casa he tenido ocasión de pensar en mi última experiencia sexual. En realidad la sorpresa que tuve al encontrar que "Alicia" en realidad tenía pene, fue mayúscula. La figura física, su voz, manera de comportarse, caminar, en ningún momento daba lugar a sospechar que no fuera una mujer. Por eso después de quitarse casi toda su ropa, quedando solo en slip y corpiño, no denotaban la realidad.

Ahora, quizás note cierta "ronquera" en el tono de su voz (¡lo que la hacía muy sensual!), asimismo el porqué sus pechos no eran voluminosos. Sus pies no eran demasiado pequeños, sino que su tamaño me era agradable, pues eran un poco mas chicos que mis propios pies, pero al estar depilados y con uñas esmaltadas, nunca se me ocurrió pensar que no fueran de una mujer. Es más, eran estilizados y con una elegancia increíble.

Cuando los dejaba en estado de "reposo", la curvatura que adquirían naturalmente era la de un pie de mujer, cuando está acostumbrado a usar zapatos de tacos altos. Nunca tenían movimientos toscos o groseros, sino por el contrario eran delicados y sensuales. Por eso me enamoré de ellos. En realidad quien era poseedora de esos pies no era ni tan importante para mi, ni tampoco tan "hermosa" como para fijarse demasiado en ella. Solo con caminar su andar era tan elegante y a la vez excitante que las miradas de los hombres se volvían a seguirla con deseos lujuriosos.

Y tan solo de acordarme de ella y sus pies ya tengo erguido mi pene y con una excitación tremenda. Recuerdo la forma de esos hermosos pies enfundados en las medias de seda, cuando los besaba con ardor. Cuando pienso en como lamía los pies con las sandalias puestas, no puedo menos que sacarme el pene afuera y apretarlo, sintiendo una grata sensación. Y me excito más aún cuando pienso en que ella me acarició con amor mis propios pies, provocándome sensaciones tan placenteras. Pero mi excitación es la máxima cuando recuerdo la dureza de su pene en mi boca. Cuando la tibieza de ese pene en mi boca, deslizándose entre los labios saliendo y entrando hasta lo más profundo de mi garganta, se tornó en tibieza húmeda cuando derramó su semen en mi boca mientras yo amaba a esos hermosos pies. Y no puedo menos que no solo apretarme el pene, sino ahora moverlo a lo largo de él.

Al estar solo en mi dormitorio, me comienzo a quitar la ropa, quedando desnudo y tendiéndome sobre la cama no solo recuerdo los excitantes momentos vividos y el sensual cuerpo de ella, sino que deseando tener otra vez entre mis labios esos pies amados, miro los míos. Comienzo a moverlos como ella lo hacía y me excitan. Entonces estiro un brazo y tomo entre mis manos un pie mío y aprieto sus dedos.

Me gusta la sensación que siento, por lo que después los acaricio lentamente y paso suavemente las yemas de mis dedos por la planta del pie, provocándome un cosquilleo excitante. Y es entonces cuando siento que mi masturbación da resultados, pues noto como se me pone la piel del cuerpo sensible al llegar al orgasmo. Y me clavo mis uñas en a planta del pie, provocándome dolor, pero un dolor dulce que me excita en el mismo momento en que siento que por dentro del pene comienza a hacer fuerza para salir el espeso semen.

Y el cosquilleo que me provoca junto a ese ardor cuando sale, es sólo comparable al placer de lamerle los pies a ella. Cuando se derrama el semen en mi abdomen, no suelto mi pene que comienza a perder rigidez, ni suelto tampoco mi pie, sino que con placer me abandono a la tarea de acariciarlo suavemente. Y deseo ardientemente volver a tener a esos pies en mis labios y que ella me de el placer de acariciar los míos. Y espero con ansiedad tener otra oportunidad de, amando esos pies poder disfrutar de mamarnos mutuamente nuestros penes.