Después de la muerte de Xavier III
Andrés descubre que hay vida después de Paula.
Estaba metido en la cama cuando vi que entro Paula, seguramente se extrañó al verme en la cama, hice que estaba dormido, se acercó y depósito un beso en mi mejilla, cuando la oí salir sentí como una lagrima mojaba mi almohada, lo nuestro tal como estaba había acabado, ahora tenía que pensar como rompía con Paula.
A penas pude dormir, no sabía cómo planteárselo a Paula, me iría yo, aún desconocía donde, me levante sobre las seis ya no aguantaba más en la cama, decidí ir a la oficina allí pensaría más tranquilo, necesitaba planteármelo primero antes de hablar con ella, los Díez años de matrimonio pasaron por mi mente, pero lo que me quedaba era la imagen de Paula en el BMW de Carlos , y lo del día anterior lo que más me dolió, yo llegue ha aceptar nuestro matrimonio abierto, pero no podía tolerar que me mintiera o usara excusas basándose en que era por mi bien.
Paula dormía profundamente, la vi encogida, parecía tan indefensa cuando dormía, las maletas estaban acumuladas en el pasillo esperándonos para iniciar nuestras vacaciones, esas vacaciones que en teoría debía de ser nuestro bálsamo, pero hoy no nos iríamos de vacaciones y dudaba que pasáramos otro día juntos, no, hoy se rompía nuestros lazos, la dejaría libre, ya no tendría que buscar excusas.
Al cerrar la puerta de mi casa fue como si se hubiera cerrado mi corazón, una parte de mí se había quedado detrás de esa puerta, había cogido dos maletas que ya estaban preparadas, ni siquiera tome café, no quería que Paula me viera marchar, en ese momento lo mejor era no hablar.
Eran las siete cuando entre en la oficina, todavía no había nadie, normalmente hasta las nueve podría estar solo, sonó mi móvil era Paula, deje que sonará, me la imaginaba preocupada sin saber qué pasaba, al momento entro un mensaje; ¿Dónde estás?llámame por favor.
Me senté en mi oficina sintiendo un vacío que me empujaba para engullirme, sobre mi despacho tenía una foto de Paula, fue en casa de sus padres, había sido el aniversario de estos, Paula vestía un vestido corto blanco, aquel año estaba muy morena pues nos lo pasamos en la playa, demasiados recuerdos se acumulan en diez años, otra llamada de Paula, me armé de valor y descolgué.
-Hola Paula.-Mi voz estaba completamente rota.
-Andrés ¿dónde estás?¿qué pasa?
-No puedo Paula...
-No te entiendo, ¿con que no puedes? Y ¿tus maletas?oh Dios mío, ¿me estás diciendo que te has ido de casa?.-No podía hablar, el nudo de mi garganta me lo impedía.
-Lo de ayer ya fue demasiado.-Conseguí sacar algo de fuerza.
-¿Lo de ayer?
-Ayer estuvisteis juntos Paula, no me puedes negar eso, ayer no tocaba, ayer eras mía ese era nuestro pacto.-Sentí como estalló a llorar.
-Ven a casa y hablamos, no es lo que piensas, pero ven por favor.-A penas podía enlazar las palabras, sentía como me estaba abriendo en canal, pero no podía, esa mañana había cruzado la línea roja, no había marcha atrás.
-No, hoy no me esperes, necesito espacio y tú también, necesito saber si puedo seguir contigo, ahora mismo no puedo.
-Andrés por favor, esto lo podemos arreglar, pero juntos tú y yo.-Cada vez su voz estaba más rota.
-Paula, escucha, esta semana estaré en el piso de mis padres, el viernes hablamos, lo necesito¿entiendes?
-¿El viernes? Andrés, no me hagas esto, te lo pido, no puedes hacerme esto.-Su voz sonaba amenazante, había dejado de llorar, la conocía de sobra para saber cuando comenzaba a irritarse.
-¿no me puedes hacer esto?¿te estás escuchando?.-Hacia tiempo que no me sentía tan irritado, ya bastaba de escudarse en mi enfermedad, no ya no había marcha atrás, en ese momento quería romper con todo, no tenía ni idea de lo que saldría de todo aquello, pero solo quería romper todo lo establecido.
-La verdad es que no te conozco, solo te digo una cosa...déjalo haz lo que te de la gana, pero no esperes que me quede de brazos cruzados, tú mismo.-Sonó amenazante, cosa que odio, odio que me amenacen, hace que me revuelva como gato panza arriba, y encima ella.
-No espero que tus brazos igual que tus piernas no estén mucho tiempo cruzados.-No sé quién dijo eso, pero oí como salió de mi boca.
-¡Vete a la mierda!.-Esa ya no era Paula, la Paula que dialogaba, notaba que la había herido.
-Creo que ya está todo dicho.-Note como nos separábamos, sentía ese desgarro que hace sangrar la carne.
-Creo que sí.-Su voz ya era seca.
-Hablamos el Viernes.-Intente que mi voz sonará con confianza.
-No lo sé Andrés, no te prometo nada.
-Bueno ya veremos.Adiós Paula.-Se cortó la llamada, su adiós se quedó perdido en algún lugar.
Baje al la cafetería que había en la esquina, necesitaba un café, sentía las palabras de Paula en estéreo en mi cabeza, sentía dolor y pena, pero me sentía bien de haber sacado todo aquello, desconocía lo que pasaría mañana pero si sabía algo era que había creado otro Andrés, ni mejor ni peor solo otro.
Alas nueve volví a la oficina, al entrar me encontré con Sonia, mi secretaria, tenía cuarenta años separada y la única que me acompañó cuando decidí salir de mi anterior empresa, si había alguien en que podía confiar era en ella, siempre estuvo a mi lado y en parte aquella empresa había salido adelante gracias a ella, una trabajadora incansable, ni siquiera cuando tubo el problema con su matrimonio bajo su rendimiento.
-¿Andrés?he visto unas maletas en tu despacho, pensaba que estarías de camino a Santander.-Su cara reflejaba confusión.
Me la quede mirando, no tenía respuesta, me quede en blanco, siempre me costó mentir y no me había preparado ninguna respuesta para esa pregunta.
-Es difícil, Sonia...no me voy de vacaciones todavía.-Una respuesta sin sentido, pero fue lo único que salió de mi boca, pase de largo sin mirarla a los ojos, demasiados años trabajando juntos hacia difícil mentirle, me dirigí a mi oficina dispuesto a coger las maletas para ir al piso de mis padres, cuando la puerta se abrió, era Susana.
-¿Tan mal están las cosas?.-Lo había entendido a la primera.
-Por ahora sí. Me voy al piso de mis padres.
-Te acompaño, cojo mi bolso y voy.
-No hace falta Susana, de verdad.
-Me importa una mierda lo que digas, voy contigo y hablamos¡joder! No pienso dejarte así.-La conocía muy bien y sabía que no iba a ceder.
-¿A llegado Alberto?
-Todavía no, pero no te preocupes luego le llamo, en teoría todo esta más o menos cerrado, dame diez minutos y nos vamos.-Dijo levantándose.
Me quede en el despacho mirando los emails, los cuales ya había visto de sobras pero no sabía qué hacer, la poca faena que tenía ya se la había pasado a Alberto, en la mesa estaba Paula mirándome a través de la foto, era el primer año de casados, hizo muchísima calor y Paula abuso de la cerveza, en el coche de vuelta a casa Paula se comenzó a levantar su vestido, sus ojos destilaban sexo, un dedos su boca simulando una felación hacía difícil mantener la vista en la carretera.
si sigues así nos la vamos a pegar.-Le dije poniendo mi mano sobre su tanga
y si hacemos una paradita tecnica.-Mis dedos jugaban ya con sus labios vaginales
Busque un hueco en la carretera, entre en un viñedo eran las nueve de la noche, en teoría no tendría que haber nadie, antes de parar el coche sus manos ya habían bajado la cremallera de mis pantalones, en cuanto detuve el coche los cinturones de seguridad saltaron enrollándose, mi pene estaba tieso por completo, era imposible resistirse a ella, su boca se apoderó de el encajándolo en su boca, yo intentaba acceder a su coño pero su posición hacía nulo mi intento, apoye mis manos en su cabeza, jugando con sus rizos.
Follamé Andrés ya.-Dijo poniéndose entre mis piernas, apartó su tanga hacia un lado y se encajo mi pene. Comenzando a cabalgar fuerte, estaba deseosa de sexo, me corrí al los quince minutos, más tarde de lo que me esperaba pues estaba súper excitado, al llegar al piso fue una de las noches más salvajes de mi vida.
-Andrés ¿nos vamos?.-Era Sonia, me vio con la mirada perdida en aquella foto.
-Déjame que te de un consejo.-Dijo mirándome seriamente.-Ahora no te comas la cabeza, deja que pase por lo menos un día, tomate hoy, no se...como si te hubieras ido de viaje por trabajo, no es el mejor momento para tomar decisiones ¿lo harás?.-Realmente Sonia era una buena amiga, su traje de ejecutiva le quedaba genial, era alta y con mucho gimnasio encima, su divorcio se produjo por una infidelidad de ella, estaba cansada que Juan su ex solo viviera para el juego, una noche se le cruzaron los cables y decidió que si él no estaba por ella, tendría que buscar quien lo hiciera, así que se buscó un amante que duró un año,se cansó de él y busco otras experiencias sexuales, chicas con quien tenía algún que otro trío, una noche su marido llego a casa sin un duro en el bolsillo y los cogió follando en la cama de matrimonio, Sonia ni se lo planteó, a los dos días su ex salía de la casa con sus cuatro maletas, el piso era de Sonia así que se lo quedó ella, a partir de ese día no dejo entrar a ningún hombre en su casa más de dos días seguidos, era una mujer de armas tomar, siempre era amable pero cuidado del que intentará herirla, se convertía en la peor contrincante pudiera existir, a veces me sentía mal con ella, ella se había abierto a mi contándome partes de su vida y yo sin embargo jamás pude contarle prácticamente nada de lo mío.-Venga espabila.-Me decía riendo desde la puerta.
Cogí las maletas y como si de una azafata se tratara la seguí por el pasillo de la empresa, sus tacones altos hacían que los demás empleados se girarán viéndola pasar, siempre decía que sus tacones eran como los tambores de guerra, hace que los soldados estén en guardia; lo que decía una mujer de armas tomar.
Al llegar al barrio recordé aquellos años de mi niñez, esas calles empinadas, en los años setenta y ochenta había sido un barrio muy conflictivo, barrio obrero de Barcelona situado en la montaña del Guinardo, gente originaria de distintas partes de España, los inmigrantes que se decía entonces, hoy era núcleo de otro tipo de inmigración: Sudamericanos, chinos,Pakistaníes básicamente.
Al llegar a la portería deje a Sonia con las maletas en la puerta, tenía que ir a aparcar pues allí aún era más difícil que en mi barrio, al cabo de un cuarto de hora pude dejar mi coche y ir andando hasta casa, al llegar vi a Sonia hablando por teléfono con la chaqueta del traje en el brazo, caminé despacio para extender el tiempo, quería verla más tiempo, su camisa blanca con dos botones desabrochados, y su melena rubia recogida en una perfecta coleta, al llegar pude oír que hablaba con Marta de recursos humanos.
-Si pásaselo a Isa, no no contéis conmigo esta semana, si ya lo he hablado con Alberto.Ok solo llamadas que sean urgentes, que quede claro¿estamos?venga Chao.
-¿Y eso?.-Dije extrañado.
-La empresa me debe días, ósea tú me debes días, he decidido adelantar mis vacaciones¿algo que decir?.-Me dijo riéndose.
-Lo que usted diga jefa.-Le devolví la sonrisa, sabía que aquella decisión estaba relacionada conmigo.
-¡Andrés!.-Era Lola, la vecina de toda la vida, una mujer de unos cincuenta y cinco años, bastante regordeta, aunque su par de pechos compensaban esos quilos de más, venía cargada con la compra, se le notaba el sudor en su teñido pelo pelirrojo,
-¡Lola!¿qué tal?.-Lola se llevaba muy bien con mis padres, el hecho de estar allí con unas maletas y una mujer que no era la mía me ponía en un aprieto, al ver salido de casa precipitadamente me pasaba factura, no sabría qué decirle y lo peor era que hablara con mis padres.
-Muy bien, ¿te has perdido por aquí?.-Su mirada se centró en Sonia, de sobras sabía que no era mi mujer.Perdona, esta es Sonia, una compañera del trabajo, pero me gustaría hablar contigo, porque no pasas y te cuento.-Dije cogiendo una de sus bolsas que había dejado para darme dos besos.
-Me estás asustando.
-No tranquila, anda pasa dentro.-Me percaté como la estaba mirando Sonia, bueno más bien dejó caer una mirada al escote de Lola.
Al entrar dimos la luz del automático, enseguida volvieron los recuerdos de mi niñez;corriendo por aquel pequeño pasillo, cuando era pequeño era mi pista de aterrizaje, mi padre entrando en casa o mi madre llamándome para comer, cuando salí por última vez de casa par ir a la iglesia donde me casaría con Paula, un millón de recuerdos, oía a Lola decir que no tendríamos nada para comer.
-¿Qué te parece si voy a comprar algo y así hablas con Lola?.-Dijo Sonia cogiéndome del brazo.
-Te lo agradecería.-Me sorprendí dándole un beso en la mejilla que no pasó desapercibido por Lola, me di cuenta de su expresión de sorpresa, tenía que hablar con ella cuanto antes, Sonia desapareció por el pasillo dejándonos solos.
-Siéntate Lola, por cierto estás guapísima, ese color te sienta muy bien.-le dije para destensar la situación.
-Pues si, porque no me cuadra, pero antes de que digas nada, quiero que sepas que no te voy a juzgar y de mí no va a salir una palabra.-Con tan solo una frase había facilitado el ochenta por ciento del problema.
-Paula y yo digamos que estamos dándonos un tiempo.-Vigilaba su cara para descubrir cómo iba encajando todo.
-Bueno, el matrimonio es difícil y a veces inaguantable.-Dijo poniendo los ojos en blanco, nunca tubo filing con Sebastián su marido desde hacía más de treinta y cinco años.-Ahora sí me permites una puntilla.-Note en sus ojos un cierto brillo de pillína.-Veo que no pierdes el tiempo.-Una sonrisa apareció en sus labios, cosa que hizo que yo también me apuntara a esa risa, la risa fue en aumento sin darme cuenta, descubrí que hacía días que no reía y realmente era una de esas cosas que cambiarían, intentaba recordar cuando fue la última vez que reí con ganas, aquellas risas que hacen que te duela el estómago,no podía faltar la risa en mi vida y sin embargo me había olvidado de ella.
-No te imagines cosas raras Lola, de verdad es solo una compañera de trabajo, a parte de una inmejorable amiga.-Conseguí decir cuando terminamos de reír.
-Te vuelvo a decir lo mismo, no me tienes que dar explicaciones, por cierto es muy maja.-Dijo guiñándome un ojo.
-Pues ten cuidado es bisexual y antes he visto que te había echado un ojo a esos pechos.-Le dije mirando sus abultados pechos apretados en una camisa azul.
-¡No me digas!joder con él vicio, mira se me pone la piel de gallina.-Puso su brazo en mi cara para que pudiera apreciarlo.
-Y con Sebastián ¿qué?.-Ella negaba con la cabeza.
-Somos dos muebles en casa, él se va por la mañana y no llega hasta la noche, no se Andrés, estoy un poco cansada de él.
-Si quieres pásate esta noche y cenamos, así me haces compañía ¿Qué te parece?
-Uf!jaja pero nada de cosas raras, de momento me gustan los hombres.-Dijo poniéndose roja.
-No te preocupes todo normal.-Dije riendo.
Oí la puerta de Sonia, venía con un par de bolsas.
-Bueno he comprado un poco de comida preparada, Lola ¿Te quedas a comer?
-No, tranquila.-Dijo levantándose del sofá.
-Eso quédate, si Sebastián no viene hasta la noche, pasa con nosotros el día y así me pones al día y conoces a Sonia.
-No se...vale pero déjame que lleve las bolsas a casa y haga cuatro recados, os parece bien sobre las dos.
-Perfecto.-Dijo Sonia con una sonrisa un poco viciosilla.
Al salir Lola Sonia se giró.
-Me pone tu vecina madurita, te molesta si intento...ya sabes.
-Por dios Sonia, jaja no me importa¡Por dios! que fuerte.-Dije echándome a reír.
-¿Qué pasa todos tenemos nuestros vicios? Me dirás que tú no tienes.- Al sentir esa frase un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, hoy se lo contaría todo, ella lo merecía.
-Si, claro que los tengo y hoy te los contaré.-Mi mirada tenía que ser sería pues su sonrisa de congelo por un segundo.
-¿Pues que te parece si abro un par de cervezas y nos sentamos a hablar?
-Me parece perfecto, y Sonia...te lo agradezco.-Notaba que mis ojos se estaban mojando, necesitaba sacar tantas cosas, lo malo de haber llevado aquel juego sexual con Paula era que no podía compartirlo con nadie, y eso me hacía sucio, era como si mintieras a la gente que quieres, como una doble vida, y si había una persona que me pudiera entender esa era Sonia.
Nos sentamos a hablar, Sonia permanecía callada dejándome hablar, de tanto en tanto veía como juntaba sus finas cejas o negaba con la cabeza, no me juzgaba simplemente dejaba que sacara todo lo que tenía dentro, notaba como mis mejillas se estaban mojando, sentía mis lagrimas caer ala vez que me vaciaba. Al acabar me la quede mirando esperando que dijera algo.
-¡Joder!y no tuviste un segundo para contármelo...pero es igual eso, te tienes que sacar a Paula de la cabeza, por lo menos esta semana que dices, estas cegado y eso de "un segundo más" eso es una chorrada igual que el dichoso cinturón, no me digas que lo llevas puesto.-Dijo tocándome directamente entre mis piernas. Se me había olvidado el cinturón en casa pero en todo ese día no lo había echado en falta.
-No, se quedó en casa, perdona por no habértelo contado, no se...se me hacía difícil, supongo que mi mente no estaba tan abierta y tenía...no se vergüenza o que no me comprendieras.
-Déjate de tonterías¿por qué crees que me fui contigo?siempre te aprecie, me ayudasteis en mi divorcio y jamás,jamás me juzgaste ¿tú te crees que voy a juzgarte?nunca Andrés, pero sabes que te tengo que decir que te equivocas, te lo diré, y una de esas cosas en que te estás equivocando es en ese cinturón, no lo necesitas el sexo no necesita de cinturones, y hoy te voy a follar para que veas que no es necesario.
Dijo lanzándose a mis labios,el olor de su perfume me invadió, su lengua busco la mía para atraparla, mis manos se dirigieron a su cintura, era nuevo para mí, jamás estuve con otra mujer salvo con Paula, ella llevaba el control, desabrocho mi pantalón colando una mano dentro, asió mi pene y suavemente fue emergiendo de las profundidades hasta ocupar toda su mano, mientras seguíamos besando.
Se levanto desabrochó su pantalón dejándolo caer, un fino tanga escondía una vagina totalmente depilada, sé quedó desnuda de cintura para abajo, me baje los pantalones hasta los tobillos, se montó encajando nuestros cuerpos y comenzó a mover sus nalgas, nos mirábamos, nos besábamos sin preguntas ni respuestas solo dos adultos follando en un sofá, me llevó hasta el cielo sentía que me iba a correr hice el intento de salir de ella.
-Ni se te ocurra correrte fuera.-Sus palabras me dejaron claro que quería sentir mi corrida.
Lo solté todo dentro, quedamos abrazados en el sofá,sudados pero había nacido algo dentro de mi, ahora estaba seguro que había vida después de Paula y del cinturón .