Después de la boda (13: Leche para desayunar)

A punto de desayunar, llega Gerardo con el pedido del súper, pero se ha dejado la leche.

Después de la boda XIII

Leche para desayunar

De nuevo en el baño, nos pegamos los tres una ducha rápida nos pusimos los calzoncillos y nos dirigimos otra vez a la cocina a ver como estaba el desayuno. Allí estaban El tío Lucas y Joaquín otra vez en calzoncillos, como si nada, preparando las tostadas y la fruta.

-Buenos días- dijimos.

-Buenos días -contestaron.

-Han llamado, nos ha parecido –dije yo.

-Debe ser el del súper. Germán ha ido a abrir.-dijo Joaquín –menos mal porque se había acabado la leche.

Nos miramos los cinco y soltamos una carcajada. En eso entró Germán y detrás de él un hombre algo mayor que mi tío y Joaquín, alto y delgado, vistiendo un mono de trabajo y cargado con una caja llena de víveres. Germán y el hombre entraron hablando.

-Déjalo ahí encima, Gerardo. Y es muy grave lo de tu hijo, que has tenido que venir tu?

-No, una torcedura corriendo. Mañana estará bien. Pero suponía que necesitarías esto y he pensado traértelo yo mismo.

-Pues muchas gracias, de verdad. Ibamos a desayunar y nos hemos encontrado que no teníamos leche.

A todos estaba a punto de escapársenos la risa.

-Joder, Germán, pues la hemos cagado –dijo, Gerardo.-Lo siento, de verdad.

-Qué pasa?

-Que precisamente ayer me quedé sin leche y no he podido traerla.

-Vaya. Pues nada, nos tomaremos el café solo.

-Sí que lo siento. Y más teniendo invitados. Buenos días, señores. Hombre, si está aquí Joaquín.

-Salud, Gerardo, que tal tu mujer?

-Hecha polvo. Lleva una temporada mala.

-Dale recuerdos.

-Gracias, de tu parte, majo. Y siento haberos fastidiado el desayuno.

-Será por leche, con la de tíos que somos aquí? –dijo el cachondo de Joaquín.

-Tu siempre con tu cachondeo, Joaquín. Bueno, que tengan un buen día. Y siento lo de la leche.

-La tomaremos con toda la crema, ja, ja,ja –siguió Joaquín.

Joaquín cogió una jarra y dijo:

-Venga tíos a llenar esto que yo no tomo café sin leche.

Gerardo que ya se iba, dijo siguiendo la broma:

-Si necesitáis mucha, tendré que poner la mía también, al fin y al cabo es culpa mia.

-Joder, Gerardo –dijo Joaquín –Si la parienta te tiene en el dique seco igual nos solucionabas el desayuno.

-Que cabrón.

-No hay cojones, de dejarnos un poco en esta jarra, Gerardo.

-Joder, si soltara la que llevo, igual la llenaba, macho, ja, ja, ja.

-No eres capaz, Gerardo, no hay cojones.

-No me toques los huevos, Joaquín, que tu sabes que para cachondeo yo soy el primero.

-No hay cojones, Gerardo.

-Que no hay cojones? Trae la jarra, joder. Que te apuestas a que la lleno hasta aquí, a que saco yo mas leche que pongamos estos tres chavales juntos

-Venga ya, Gerardo.

-Te rajas?

-Yo juego un billete de cien a que no. Alguno más se apunta?

-Venga, yo juego otro.

Mauri y yo nos miramos.

-Yo otro –dijo mi colega.

Y así hasta Germán,Willy y el tío Lucas.

-Seis billetes Gerardo. Pero hasta aquí, sino nada.

-Dame la jarra y me voy al baño...

-Qué hostias al baño, queremos verlo, que igual metes la crema de afeitar que te conozco compañero.

-Aquí?

-Claro.

-Y como se me va a empalmar entre tanto tío?

-Pues tocándotela, como todos cuando estamos a régimen, ja ja. Verás como a estos se les pone dura en seguida. Venga, chavales, vosotros tres la soltáis en esta otra jarra. A ver si es verdad lo que dice Gerardo.

Gerardo se bajó la cremallera del mono de trabajo dejando ver una selva de pelo blanco mas espesa que la de mi tío. Se bajó un poco los calzoncillos y sacó un tarugo de la hostia. Empezó a tocársela y se le puso morcillona en seguida. El rabo del tal Gerardo era del calibre del de mi tío, pero bastante mas corto. La verdad es que cuando se bajaba la piel en el toqueteo que se daba intentando empalmarse le salía un capullo hasta mas gordo que el de Willy, cómo debía ser si crecía. Willy Mauri y yo nos la empezamos a tocar sin sacarla alrededor de la jarra. No hacía falta mucho para que nuestras pollas estuvieran a tope. Bastaba con mirar la nueva gran polla que se acaba de unir al club de los veteranos. Y que picha, que capullote, que bbbuena leche prometía.

-Lo siento pero esto no se pone duro, amigos.

-Joder, Gerardo, ya te ayudamos. Venga a suertes.

Todos hicimos ver que ni locos le tocábamos la polla a un tío.

-Joder que estrechos. Es una apuesta, joder. Venga, yo mismo te ayudo, Gerardo.

-Joder, Joaquín, tu me vas a tocar la polla, no te habrás vuelto maricón.

-Venga, Lucas, Germán, ayudadme con este colgajo que los chavales ya tienen su trabajo. Tu sóbale las tetillas, Lucas, y tu, Germán ocúpate de sus huevos. Veréis si no se le levanta.

Germán y el tío Lucas empezaron a sobarle la polla y los huevos a Gerardo. A medida que se le iba poniendo morcillona la verdad es que se hacía mas apetitosa.

Mauri se la sacó y empezó a pajearse suave. Willy se la sacó también y yo hice lo mismo.

-Joder –dijo, Gerardo mirando nuestros rabos tiesos– si que vais rápido, vosotros.

-Esto ya se empieza a poner bien –dijo, Joaquín.

Se escupió en la mano y empezó a sobar el capullazo de Gerardo que empezó a crecer y con él el tronco de su polla que iba cogiendo un grosor digno de la peña que iba a ordeñarlo.

-Qué, don Gerardo, se levanta o no se levanta esto? –dijo Mauri – Nosotros ya estamos a punto para el ordeñe.

-Joder, que manos tienes –decía Gerardo empezando a disfrutar.

-Te la meneas tu o seguimos nosotros? Dijo Germán, cuyos calzoncillos marcaban ya toda su tranca en pleno apogeo.

-Seguid un poco mas –dijo Gerardo, ya un poco incontrolado.

-Este nos va a pedir que se la chupemos –dijo el tío Lucas.

-Luego, se la limpiamos bien, si se lo merece –dijo Joaquín, también muy empalmado.

-Acercarme la jarra que esto no tardará en descargar -dijo Gerardo- moviendo ya su pelvis disfrutando de la mano de Joaquín.-si le dijera a alguien el pajote que Joaquín me ha está haciendo, no se lo iba a creer ni dios. Voy a correrme, cabrones. Vais a ver. Pero tu no me sueltes los huevos, Germán...

-Joder, que he de ponerte la jarra.

-Ya te los toco yo Gerardo –dijo Joaquín. – Mirar como se le ha puesto a Gerardo. Como tíos que somos debemos reconocer que tienes una buena polla.

Y era verdad, todos nuestros ojos estaban pendientes de ella y hasta el empalme que llevaban los otros tres maduros daban testimonio de lo apetecible que era. Germán acercó la jarra a la polla de Gerardo y el tío Lucas acercó la otra a nuestras pollas.

-Todos preparados? Adelante –señaló Joaquín.-Venga, Gerardo, muchachos, pajearos.

Que delicia era ver aquel maduro cascándose a toda leche aquel tarugote coronado de aquel capullo impresionante. Nosotros tres nos pajeábamos con la vista fija en él y, al menos yo, auque estoy seguro de que Mauri y Willy también, abriendo y cerrando el ojete con ganas de sentarnos en aquello tan gordo y tan de macho.

-Acércala, Germán, que no se escape una gota que van seis billetes.....Mmmmmm cabrones, me habéis calentado, mirad esto, capullos, vais a desayunar pero bien....

De la polla de Gerardo empezó a manar lechaza blanca y espesa y él con la boca abierta y meneando espasmódicamente todo su cuerpo no cesaba de aullar. Aquella corrida parecía no acabar nunca y nos ponía tan cachondos que la nuestra cundió mas de lo esperado con el desgaste que llevábamos.

-Uuuffff –acabó, Gerardo.

-Anda, siéntate –dijo Joaquín poniéndole una silla detrás de su culo.-Listos vosotros también, chavales?

-Sí –dijimos.

Germán, Joaquín y Lucas compararon las jarras y, en efecto, había mas leche en la que se había corrido Gerardo que en la nuestra. Nosotros nos guardamos el rabo y nos acercamos también.

-Mmmmmmmmmm –dijeron los tres tocándose sus pollas tiesas por encima del calzoncillo – Vaya con Gerardo.

-Seis billetes -dijo

-Bien ganados, Gerardo. Vente esta noche al bar y te los pagamos. Y barra libre.

-De acuerdo –dijo Gerardo, levantándose, guardándose la polla y subiéndose la cremallera del mono de trabajo. –Pues nada, que desayunéis bien, hasta luego, no hace falta que salgas, Germán, ya conozco el camino. –Y mirándonos a nosotros, añadió, orgulloso – Lo siento, chavales, es lo que hay.

-Nos vemos luego, veterano –dijo Willy.

-Se le felicita, señor, hasta la vista –dijo Mauri.

-Nos vemos esta noche en el bar, campeón –dije yo.

Gerardo se fue.

-A desayunar –dijo Germán.

Pero en la cocina solo había tres sillas.

-Los mayores tienen prioridad –dijo Mauri.

Se sentaron los tres bien abiertos de piernas y acariciándose el rabazo tieso que el show de Gerardo les había puesto.

-Sois cojonudos, veteranos –dijo Willy, sentándose en un muslo del tío Lucas, poniendo sus piernas entre las suyas y pasándole el brazo por los hombros.

-También te trae leche el hijo de Gerardo, Germán? –dije yo, sentándome igual que Willy encima de una pierna de Germán con las mías entre las suyas.

Mauri se sentó a su vez encima de Joaquín, pasándole también el brazo por sus hombros.

-Has estado fabuloso, Joaquín, no hay otro mas cabrón que tu. Mira que polla se te ha puesto –dijo Mauri, metiendo su mano en los calzoncillos de Joaquín, sacándole la tranca, empezando a hacerle un pajote dándole un dulce beso en los labios.

-Tu también te has puesto a mil, Lucas –dijo Willy, sacándole también la polla empezando a meneársela y restregando su mejilla en la barba de mi tío.

Yo también pase mi mejilla por la rasposa cara de Germán y metí mi mano en su calzoncillo agarrándole bien el trancote duro que llevaba, sacándoselo y pajeándolo suave.

-Te lo mereces todo, mi capitán, todo –le dije a Germán, buscando su boca que el abrió dándome su gorda y deliciosa lengua.

-Joaquín, coleguita, le voy a dar su merecido a esto –decía Mauri, cascándosela a Joaquín.

-Tío Lucas, jefe, ummmmmmm –flipaba Willy subiendo y bajando su manaza en la tranca de mi tío.

Ninguno de los tres maduros pudo decir nada porque ya les estábamos comiendo la boca y haciéndoles la mejor paja que un tío pueda hacerle a otro. Solo les dejamos la boca libre en el momento que los tres notamos que aquellos rabazos maduros que teníamos en la mano pajeándolos con algo mas que deseo, se tensaron anunciando la inminente corrida. En ese momento nuestras tres bocas se dirigieron golosas a sus capullos para mamarles la leche hasta la última gota.

-Oh, Willy, capullín.... –oí mascullar al tío Lucas.

-Oh, Mauri, cabroncete.... –oí aullar a Joaquín.

-Oh, Jorge, mariconazo… -oí decir a Germán.

Y es que verdaderamente nos lo merecíamos.