Después de la boda (11: Germán y yo otra vez)

Cuando Jorge vuelve a meterse en la cama Germán se despierta y ambos obtienen lo que desean.

Después de la boda XI

Germán y yo otra vez

Al entrar en la habitación, Germán continuaba durmiendo de lado, así que me acosté junto a él acoplándome otra vez como antes. Volver a sentir en mi espalda el vello de su pecho me produjo un bienestar fabuloso. Cuando acoplé la raja de mi culo al caliente tacto de su polla y sus cojones, el brazo de Germán me rodeó apretándome mas hacia él, notando instantáneamente como lo que rozaba mi trasero empezaba a cobrar dureza.

-Que hacías fuera de la cama, chavalito? –Me susurró acariciándome el vello de mi estómago.

-He ido a mear –le dije moviendo el culo para notar mejor lo que estaba creciendo.

-Te he echado de menos, Jorgito.

-Si estabas durmiendo como una marmota, roncando.

-También durmiendo te echo de menos, machote.

-También te he echado de menos meando, Germán.

-Te faltaba algo?

-Sí.

-Qué, hijo?

-Esto, papi –dije apretando mi culo en su polla ya dura y haciendo un ligero movimiento de acople para encajármela entre las piernas.

-Ummmmm, chavalito, parece que te ha calentado la meada –me dijo, agarrándome mi polla tiesa y empezando a mover su trozo de carne en barra entre mis piernas.

-Ummmmm.... que pedazo de tranca noto ahí, joder que gorda y dura se te ha puesto.

-Te gusta?

-Mucho –le susurré apretando un poco mas las piernas y moviéndome yo en su picha.- Pero mucho. -Quería y no quería pedírselo pero deseaba sentir aquella polla dentro de mi culo de todas las maneras que había visto en mi salida al baño. Pero aquella postura tampoco estaba nada mal, me apetecía sentirla entrar así, ya, sin más preámbulo, así que en uno de mis movimientos acoplados a los suyos dejé que saliera todo su nabo de mi entrepierna y moví mi culo buscando el contacto de mi raja con el gordo capullo de Germán hasta hacerlo coincidir con la entrada de mi ojete, ya no tan cerrado después de las metidas de dedos que yo mismo me acaba de obsequiar durante las dos pajas que me había hecho viendo follar a los colegas. Y por fin, ahí estaba. Y parecía que a Germán no le disgustaba el plan porque su capullo empezó a frotar esa zona y su boca se lanzó a mi oreja y a mi cuello a lamer, a morder, a ponerme a mil.

-Como se te ha puesto otra vez, Germán.

-Y tu que calentorro estás, muchacho. Si cerrara los ojos hasta podría creer que eso tan suave y húmedo y rodeado de pelo que estoy notando es un coño pidiendo guerra.

-Ciérralos –dije.

Eso fue mas que suficiente para que Germán fuera el hombre que yo sabía que era.

-Ummmmmm, pues ese coño va a tener su merecido.

Al empujar su capullo y notar que mi ojete, a pesar de no oponer resistencia, no le abría paso con facilidad, Germán bajó hacia él y sin cambiarme de postura empezó a lamérmelo con verdadero oficio. Saber que eso era el preámbulo de lo que iba a venir me hizo dárselo con total entrega gimiendo a cada uno de sus lengüetazos pidiéndole mas y mas.

-Ummmmmm que chochete mas hambriento que tienes, eh?

-Siiiiií....

-Te gusta esto?

-Muuuucho...

-Que quiere este chochito?

-Tu polla...

-Solo la mía o también la de Joaquín y la de tío Lucas?

-La tuya, Germán, solo la tuya.

-Pues tómala, chaval.

Me lo había ensalivado tanto y hasta tan dentro que la gran polla de Germán empezó a abrirse paso en mi culo entrando sin prisa pero sin pausa hasta llegar al fondo y notar sus cojones en mis nalgas, haciéndome sentir a mis treinta años como el chavalito mas sumiso de la tierra. Germán, con toda su polla dentro, me abrazó con fuerza y empezó a follarme de lado como habíamos empezado pero me tenía tan bien ensartado que empezó a revolcarme y a cambiarme de posición sin que aquella enorme tranca se saliera ni una vez y sin parar de follarme con un mete y saca concienzudo y salvajemente cachondo. Germán no decía nada pero sus besos en mis orejas, su respiración y sus embestidas en respuesta a mis gemidos y mis susurros de placer y de tortura, me lo decían todo. Empecé a desear que se corriese dentro de mi y empecé a colaborar moviéndome complaciente con su ritmo. El cabrón lo notó y eso lo hizo ponerse todavía mas cachondo y empezó a hablarme al oído.

-Quieres mi leche, verdad chaval?

-Sí, Germán.

-Voy a dártela, cariño.

Oir esa palabra en boca de aquel macho, fue un shock, como una liberación fulminante. Si aquel tío se permitía eso yo me podía permitir dar rienda suelta a lo que estaba sintiendo.

-Dámela, Germán, quiero sentirla bien.

Me tenía ensartado pegado a mi por detrás..Sin ninguna intención de sacarla de mi culo, paró de follarme, se tumbó de espaldas en la cama quedando yo igualmente de espaldas y ensartado encima de él, me fue guiando para que girara sobre su cuerpo sin sacármela hasta quedar yo con la cabeza en sus pies. Entonces abríó mis piernas las subió a sus hombros y en una cuidadosa maniobra para evitar que se saliera su polla de mi culo, me levantó hasta que pudo sacar sus piernas de debajo mío hasta tenerme frente a frente. Fue fabuloso empezar a sentir su polla taladrándome el culo en aquella posición. Llevé mis manos a su espalda y al encontrar de nuevo su vello yo mismo empujé el culo para sentirla mas dentro todavía. Bajó su pecho hasta el mío fundiéndose el vello de ambos.

-Vas a sentirla muy bien, así, Jorge –me dijo pasando su lengua por mi perilla.

Saqué la lengua y busque su boca. Antes de empezar el morreo le dije:

-Córrete en mi culo, esta noche, Germán.

Empezó a darme de nuevo ahora fundidos en un abrazo y dándonos la lengua como posesos. Sentía su polla mucho mejor que antes mis manos paseaban por el pelo de su espalda empujándole para que me taladrara mas a fondo.

-Soy tuyo, coleguita –le murmuré mirándole a los ojos y moviendo el culo para él.

-Lo sé, chaval -me susurró acelerando el ritmo. –Aquí tienes lo que querías.

Cerré los ojos y paré de moverme para no perderme ni una sola contracción de su rabazo corriéndose en mi culo, para notar bien cada uno de los trallazos de leche que me iba soltando.

-Toma, cabrón.

-Sí, Germán.

-Y toma.

-Sí, Germán.

-Y toma.

-Síiii, Germán –murmuraba yo- taládrame como te salga de los huevos. Así, toda la leche de tu polla, machote.

-Toma!

-Joder como debes darle su merecido a los coños que te follas, cabrón.

-Y toma.

-Siiiiií, Germán, si fuera tía me enrollaría contigo, te lo juro....

Que embestida me pegó pegando un alarido de la hostia. Germán acabó de soltarme la leche y desplomó todo su peso sobre mi. Tenía encima el cuerpo peludo de aquel hombre maduro acabado de ordeñar y ahora si que lo sentía en toda su hombría. Cuando noté que su polla se iba aflojando en mi culo mientras me iba besando toda la cara solo fui capaz de acariciarle el vello de la espalda y susurrarle:

-Molas mogollón, tronco.

Germán se dio la vuelta para dormir y yo me pegué bien a su espalda rodeándole con el brazo de manera que mi mano quedase hundida en el pelo de su pecho. Él se acopló bien a mi apretando bien su culo contra mi polla todavía tiesa.

-Mmmmmmm –dijo, relajadísimo- tu también molas un montón, chavalote. Mucho. Qué me has dicho antes?

-Lo de que si fuera tía me enrollaría contigo?

-Sabes, yo estaba pensando lo mismo.

Acoplé bien mi polla en el espeso vello de la raja de su culo y él empezó un movimiento suave de frotación. Mi mano que acariciaba su pecho fue bajando siguiendo aquella espesura masculina hasta hundirse entera en su peludísimo pubis. Quería dormirme como un buen espartano según mi tío, es decir con los grandes cojones de Germán en mi mano. Mi sorpresa fue que su rabo se estaba levantando de nuevo. Creí entender el mensaje y sin decir palabra me humedecí los dedos y empecé a masajearle el agujero de su culo. Cuando decidí entrarle un par, su culo empezó un meneo delicioso que era un verdadero ofrecimiento para una polla tiesa como estaba la mía en ese momento. Saqué suavemente los tres dedos que había logrado meterle y acto seguido coloqué en aquella entrada peludísima mi capullo previamente lubricado con saliva. Apenas tuve que apretar. El culo de aquel macho empujó de tal manera que mi polla se introdujo entera en su recto en pocos momentos. En silencio empecé a follarlo recibiendo como respuesta un delicioso movimiento suyo de recepción perfectamente sincronizado con el mío. Empecé yo también a pajearlo pero Germán cogió mi mano y la llevó hasta su boca, donde juntándome tres dedos empezó a chupármelos mientras seguía moviendo el culo recibiendo mi tarugo al completo, casi sacándolo hasta la punta para volver a introducirlo hasta el fondo. El gusto que notaba que se estaba dando Germán sintiendo así mi polla y chupando mis dedos como si también de una polla se trataran, hizo que me fuera encabritando y que lo jodiera cada vez con mas fuerza. Su mutismo sumiso me calentaba a tope de manera que lo fui empujando lentamente hasta tenerlo boca abajo y yo encima de él follándomelo pero bien. Levantaba su culo para que se la endiñara mas a fondo y mis dedos estaban notando hasta su campanilla. Así follamos fuerte un buen rato hasta que estaba a punto ya de soltarle la leche. Entre los gemidos que los dos pegábamos en aquella gran follada, cuando estaba para venirme pude articular en su oído:

-La quieres, Germán?

-Sí, Jorge.

-Toda, coleguita?

-Toda, cariño.

Otra vez me decía eso aquel pedazo de macho maduro con su voz ronca y ansiosa. Nunca esa palabra en boca de una mujer me había excitado tanto.

-No te muevas, chaval, deja que te la saque yo –me dijo, volviendo a meterse en seguida mis dedos en la boca..

Me quedé quieto encima de él, arqueándome para que tuviese espacio para mover su culo bien a gusto en mi polla. La visión de su espalda peluda y su trasero aun mas peludo meneándose en toda la extensión de mi polla de aquella manera tan cachonda, me hizo pegar una corrida impresionante haciéndome gritar y tirarle de los pelos de su espalda sin el mas mínimo miramiento mientras el culo de Germán tragaba y tragaba lefa.

-Uuuuuuuhhhhhhh –gritaba Germán a cada trallazo que recibía acompañando una absorbida de mis dedos como si ellos también se estuvieran corriendo en su boca.

-Aaaaaahhhhhhhh- solo podía decir yo con la manera con que el culazo de Germán me estaba mamando literalmente la polla.

Me dejó seco y me desplomé encima de su espalda dándole a entender que ya me había sacado todo lo que tenía, pero su culo siguió un rato como queriendo continuar siendo perforado, hasta que poco a poco fue parando y serenando su ojete y su respiración con la ayuda de los besos que yo le iba dando en su cuello. Germán no decía nada, solo lamía mis dedos suavemente. Yo entendía perfectamente que un macho como él no se atreviera a decir nada después de dejarse taladrar el culo así y de haberlo disfrutado como era evidente que lo había hecho. Ni siquiera quise preguntarle si él se había corrido también. No era necesario, porque cuando mi polla se bajó del todo y se salió de su culo y me quité de encima de él poniéndome a su lado, al ponerse él de lado también de cara a mi observé un montón de lefa espesa en la sábana así como todo el pelo de su abdomen chamuscado de grumos de su semen. Al mirarnos, Germán sonrió como si no hubiera pasado nada.

-Me has dejado bien lleno, chaval. Tendré que ir a por la píldora del día siguiente, cabrón –dijo llevando una mano atrás, metiéndose un par de dedos en su ojete y enseñándomelos llenos de mi lefa.

-Pues anda que tu a mi –dije haciendo la misma operación en mi culo aun lleno de su lefa y enseñándole también los dedos. –Tendremos que ir los dos.

Germán cogió mi mano y chupó la lefa de mis dedos. Yo hice lo mismo con los suyos.

-Dormimos un poco, marinero? –me dijo.

-Sí, capitán –le dije.

Nos abrazamos haciendo un ovillo con nuestras piernas, con los huevos de ambos bien juntos, nos pegamos un morreo.

-Buenas noches, treintañero majote.

-Buenas noches, madurito velludo.

-Ummmmmmmm.

-Ummmmmmmm.