Despues de la batalla de los cinco ejércitos (12)

Esta es una historia de los finales de la segunda edad, donde en la tierra todavia habitaban numerosos elfos, pero los reinos de los hombres...

DESPUÉS DE LA BATALLA DE LOS CINCO EJÉRCITOS

(Capítulo 20)

Esta es una historia de mediados de la segunda edad, donde todavía en la tierra habitaban numerosos Elfos, los reinos de los Hombres recién nacían y las fuerzas del Mal asechaban.

En antiguos pergaminos, escritos en el idioma común, con partes borrosas escritas en runas élficas se cuenta la historia de la defensa de los pasos del Río Hirviente y las andanzas de algunos de los Jefes Guerreros de los reinos de los hombres, de los que aun se nombran en las canciones y de algunas de sus mujeres, recordadas por su belleza y valentía.

VEINTE

20.1.

Y llegó la madrugada en el fortín del paso.

El cuerno de guerra de la Legión despertó hombres y bestias, los decuriones y centuriones apuraban a sus hombres y antes que saliera el sol la tropa estaba montada y formada.

Unas horas antes habían partido las gentes del bosque, al ser infantes, resultó necesario su partida anticipada para alcanzar la zona de batalla al mismo tiempo que las formaciones montadas.-

A mediados de la mañana las gentes de "el oso" se encontraban cerca del fuerte de Kamar-Al Futura, en ese momento sometido a un durísimo ataque de las hordas invasoras.-

La situación de los defensores era desesperante, en los ataques sufridos durante el día y la noche anterior, casi un tercio de los defensores habían sido muertos o heridos, las flechas y dardos empezaban a escasear y solo las grandes cantidades de aceite mineral ardiendo y la firmeza de las puertas y murallas habían logrado detener los ataques de las torres de asedio.

Pacientemente los hombres del bosque desempacaron de sus bestias de carga dos "tronadores", los instalaron en el borde del risco que cerraba el cañón del Río Que Hierve y luego de cargar los artilugios con las correspondientes bolas de hierro, apuntaron a lo que parecía el núcleo de las fuerzas atacantes. Unos 300 pasos detrás de la torre de asedio que en ese momento intentaba romper la puerta sobre el puente, un grupo de Orcos, de mayor tamaño del resto de los atacantes, parecía dirigir el ataque de las hordas.

Los defensores que advirtieron la maniobra, pero desconocían de que se trataba, sintieron un alivio, y haciendo un esfuerzo más allá de su fatiga de una noche y un día de combate comenzaron a hacer sonar cuernos y campanas y entre vítores y gritos lanzaron una nueva andanada de odres ardientes con las dos catapultas que aun les quedaban en servicio.-

Barandhir dirigió a sus leñadores, que apuntaron directamente al grupo que parecía dirigir el ataque y a una orden de su líder veinte arcos élficos soltaron saetas encendidas y los dos "tronadores" recibieron el fuego que inflamó el "polvo del cielo".-

El doble trueno opacó los sonidos de la lucha, los gritos de los combatientes, el sonido de tambores orcos y los cuernos humanos, un ominoso silencio provocado por la sorpresa y el temor invadió el campo de batalla, silencio solo roto por el silbido de las saetas incendiarias y las balas de los tronadores. El efecto fue catastrófico para las tropas invasoras. Las veinte saetas luego de describir un amplísimo arco cayeron en el centro del grupo de líderes atacantes que, sintiéndose seguros fuera del alcance de los arcos de los defensores del fuerte, se encontraban sin protección alguna. Las flechas encendidas se clavaron en varios de los jefes de los clanes orcos, con el efecto propio de este tipo de proyectiles, incendiando las cabelleras y armaduras de cuero y creando confusión dentro del grupo. Segundos después los proyectiles de hierro de los tronadores crearon un surco sangriento entre el grupo alcanzando a tres jefes de clan, uno de los cuales fue decapitado limpiamente por el impacto y alcanzando de lleno en la cabeza de uno de los elefantes de combate que, casi 400 pasos detrás del grupo, esperaba su turno de entrar en combate.-

La bestia herida de muerte en medio de fortísimos alaridos se revolvió entre las tropas que la rodeaban, aumentando la confusión y causando no pocas bajas entre los atacantes.-

Jarsinor no sufrió herida alguna, y su furia aumentó con el ataque, aunque sus bestiales y supersticiosas tropas sintieron el impacto del terror causado por las armas desconocidas, mucho más que si las flechas y proyectiles les hubieren alcanzado. Nunca antes un elefante había sido dejado fuera de combate desde semejante distancia y ninguno de los casi 15.000 atacantes habían visto u oído semejantes armas. Una vez mas el ataque se detuvo. Jarsinor en medio de furiosos alaridos incitaba a sus tropas a atacar hasta que una nueva andanada de dardos ardientes provenientes de los arcos élficos y dos nuevos proyectiles de los "tronadores" impactó sobre la torre que en ese momento intentaba romper las defensas del fuerte. La torre se deshizo como tocada por un rayo e incendiándose cayó sobre sus servidores y el puente matando a decenas de orcos. Los atacantes se retiraron en desbandada, pese a que sus jefes intentaron detenerlos decapitando a decenas de los aterrorizados orcos que huían.-

La sangre de los muertos y heridos y el fuego de las flechas incendiarias que los enardecidos defensores del fuerte comenzaron a disparar, inundaron las primeras filas de los atacantes causando estragos entre los enfurecidos orcos que no cejaban en su avance, cuando desde el fuerte se sintieron los cuernos de combate, la puerta se abrió y los legionarios dirigidos por Hildergath hicieron una corta y feroz salida diezmando las filas de las vanguardias atacantes y contribuyendo a la confusión general.-

Detenido el ataque y pese a los gruñidos, bramidos y desesperación de Jarsinor, que intentó organizar un contraataque, los legionarios regresaron al galope al resguardo del fuerte, que nuevamente cerró sus casi infranqueables puertas.-

20.2

Tiempo después, y mientras las gentes del bosque seguían disparando sus dardos y varias andanadas mas de los tronadores, ahora instalados en una de las torres del fuerte lo que les daba mas alcance aun, contra las formaciones de atacantes que huían hasta que quedaron fuera del rango de tiro, los guardianes del fuerte – siguiendo las ordenes del Maestre de Armas – luego de formar un túmulo con sus muertos en el risco fuera de la vista de los espías orcos, cargaron en carros sus heridos; y bajo la protección de las tropas de Hildergarth, montaron y al galope emprendieron la retirada hacia la Ciudad por el Camino De Los Señores Del Imperio Anterior, dejando las puertas del fuerte trabadas en ambos lados del puente, el interior sembrado de todo tipo de trampas, las almenas y torretas inundadas de muñecos de paja vestidos con las ropas y armaduras de los defensores muertos.

En la torre más alta del fuerte, clavadas en lanzas adornadas con la roja banderola de la legión se colocaron las cabezas varios atacantes que cayeron en las escaramuzas de los tres días de ataques sucesivos.-

La gente del bosque, se unió a regañadientes a la retirada, querían quedarse a matar a Jarsinor, pero comprendieron que nada podrían hacer – de momento – frente a una horda de tantos miles de atacantes. El efecto sorpresa se había perdido, seguramente ahora Jarsinór no se expondría y no parecía fácil acertarle con un tronador o una flecha.

No había caballos suficientes para Barandhir y sus compañeros; en los ataques sufridos por el fuerte, no solo murieron o fueron heridos sus defensores, sino que varios proyectiles de las catapultas atacantes cayeron en los establos, matando o hiriendo parte de la caballada. Solo la mitad de los hombres del bosque podrían montar.

Para ellos la retirada sería difícil, ya que las tropas del reino, todas montadas, no retrasarían sus movimientos para esperarlos y darles protección y si bien se movían más rápido que los orcos, estos podrían alcanzarles.

El legado, Gruner y Barandhir, acordaron que el grupo de irregulares montados, al que se unieron Drina y Tarsia, actuarían como cobertura del grupo del bosque, mientras el grueso de la fuerza, conformada por la legión y los guardianes de la frontera, bajo las órdenes del legado emprendería la guerra de guerrillas.

Después de largos cabildeos, todos se pusieron a las ordenes de Gruner y se acordó hacerse fuerte en la última posta reten, ya que la misma está sobre una loma y desde allí se podría disparar con mas éxito los tronadores contra la invasión. Allí los hombres del bosque que aún se movían a pie podrían montar los caballos de refresco de la posta, para estar en igualdad con las tropas del reino.

20.3.

Cuando todos abandonaron el fuerte, solo Folco de Anura y Aurak de Obregón, dos de los veteranos defensores quedaron en su interior con una misión, mantener la ilusión de que el fuerte aun seguía ocupado y provocar aun más la ira y desesperación de los atacantes que – nunca – pensaron que ese minúsculo grupo de hombres, a los que siempre despreciaron, demorarían tantos días su avance.

Su misión era simple, cuando el sol comenzó esconderse detrás de la línea del horizonte corrieron con teas encendidas por las murallas encendiendo las antorchas que allí se habían dejado preparadas, en especial las que iluminaban los despojos de los orcos empalados en la torre, hicieron sonar varias veces los cuernos, dispararon las dos catapultas que sus servidores dejaran cargadas con odres de aceite mineral ardiente, inutilizaron con hachas los mecanismos de las armas y les prendieron fuego, soltaron a la jauría de sus perreras y luego de una nueva corrida por las murallas con teas y haciendo sonar los cuernos, se deslizaron por una soga que colgaba de la muralla sobre el puente en su parte orientada al rumbo de la Ciudad.

Al pie les aguardaba Cisco Arumak con tres caballos, incendiaron la soga, montaron y huyeron al galope por el mágico camino de los señores del imperio anterior.

En el interior del fuerte solo quedaron los perros liberados de su encierro que – sin agua y comida - corrían entre los incendios aullando y arrastrando las cadenas atadas a sus cogotes.

Todo ese espectáculo fue observado por los espías de los atacantes, que corrieron a contarlo a Jarsinor, el que hirviendo de ira, ordenó un nuevo ataque para esa misma noche.

El fuerte de Kamal-Al Futura quedaba bajo la custodia de dos docenas de aullantes perros lobos, de los espíritus de sus defensores muertos y las maldiciones que los defensores que huían lanzaban contra sus enemigos.

Los cuervos, buitres y otras aves carroñeras, por decenas, atraídas por el hedor de los centenares de cadáveres que comenzaban a pudrirse bajo el ardiente sol del verano, comenzaron a sobrevolar en largos círculos el campo de batalla entre las columnas de humo de los incendios, haciendo más sombrío el atardecer de aquel día del caluroso verano.

Mucho, pero mucho más alto, también volando en largos círculos tres águilas observaban el panorama.

Así terminó la defensa de KAMAR-AL FUTURA con mas de la mitad de sus defensores muertos o heridos, algo mas de 1000 atacantes muertos y la invasión detenida en la frontera cinco importantísimos días necesarios para reunir el ejercito del reino. El sacrificio de los guardias de la frontera y el valor de los legionarios serian recordados en las canciones de los hombres donde se relatan algunos de estos episodios.

(Continuara)