Despues de hacer pis
Cuando terminó de hacer pis, se sentó en el borde de la taza y abrió las piernas. Yo sabia lo que tenía que hacer. La chupé sin dudarlo.
Llevaba tiempo pidiéndole que se rasurara. Yo soñaba con ella, desnuda, sin pelos, hundiéndome entre sus piernas, besándola y chupándola, hundiendo mi lengua en su jugosa rajita. Pero ella se hacía de rogar. Siempre le gustó torturarme un poco. Le gusta sentirme caliente y deseándola.
Pero ese día me sorprendió:
¿ De verdad quieres que me afeite el chichi?
Ya sabes que sí, que haría cualquier cosa por ello Le respondí.
Mmmm, cualquier cosa .. su mirada picarona no me dejaba adivinar en que pensaba Está bien, pero tienes que prometerme que harás lo que te ordene, sin que te cuente primero que tengo pensado.
Acepté si dudarlo. Confiaba en ella plenamente y sabía que cualquier deseo suyo sería un placer para mí.
Se metió en el baño si decir nada más. Al rato sentí el ruido de la ducha y me calenté pensando lo que estaría haciendo. No me lo podía creer. Me imaginé su rajita suave y depilada, mientras me preguntaba que me tenía reservado.
Al rato salió envuelta en una toalla. Me sonrió y la dejó caer. Su visión me la puso dura en un instante.
Creo que quieres acercarte más Me dijo, sonriendo.
Ya sabes que sí Me arrodillé delante de ella y la besé. Ella separó un poco las piernas y me dejó meterle la lengua y saborerla. Era fantástico.
¡Espera! Se puso seria Todavía no te he dicho lo que quiero de ti.
La miré expectante. Me contó lo que quería:
- A partir de ahora me acompañarás cuando haga pis. Quiero que estés de rodillas mirándome. Cuando termine tienes que chuparme el chichi. Lo tienes que dejar bien limpito.
Y ahora vas a estrenarte Me dijo
Me agarró de la mano y me condujo al cuarto de baño. Se sentó en la taza y yo me arrodillé delante de ella. El líquido amarillo empezó a salir. Primero más despacio y luego con más decisión. Yo no podía apartar mis ojos. Tenía su coño rasurado cerca de mi cara mientras caía el líquido tibio.
Cuando terminó de hacer pis, se sentó en el borde de la taza y abrió las piernas. Yo sabia lo que tenía que hacer. Pase la lengua lentamente y reconocí el sabor amargo y salado de las últimas gotas. La chupé sin dudarlo. Para mi sorpresa, me calenté. Después el sabor fue cambiando y se tornó más familiar. Ya era su sabor de siempre, a mujer caliente, a ganas de sexo.
Ya vale. No quiero correrme Se fue a vestir.
Apareció sería y vestida de calle. Me dijo que teníamos que salir. Acepté desilusionado, pues quería algo más. El resto de la tarde fue aburrido. Fuimos de compras y el tiempo se me hacía eterno mientras ella parecía distraída. Al final me dijo que tenía sed y entramos en un bar. Después de un rato me dijo que quería ir al baño. Yo asentí distraído.
Pero ¿qué haces? me dijo - ¿porqué te quedas parado?.
¿Que quieres?
Que me acompañes. ¿No te acuerdas de tu promesa?.
La acompañé avergonzado al baño de las chicas. Se bajó el pantalón. No llevaba bragas. Mientras veía como hacía pis me volví a calentar. Sabía lo que tenía que hacer. El sitio era pequeño, pero me las arreglé para chuparla y dejarla bien limpita. Cuando salimos del bar todavía podía sentir su sabor en mi boca.
Así seguí durante tres días. Me utilizaba y se sonreía, pero no me dejaba hacer nada más. Yo soñaba con follar con ella. Metérsela en ese coño rasurado que tan bien conocía y que tantas veces había lamido los últimos días.
No puedo más confesé necesito follar contigo. No puedo pensar en otra cosa.
Para ello tendrás que terminar con tu obligación. A cambio te pediré una última cosa.
Me pidió que me desnudara y me metiera en la bañera. Ella hizo lo mismo. Hizo que me sentara y se situó delante de mí, mientras abría las piernas.
Yo presentí lo que quería y la miré asintiendo. Le empecé a chupar mientras mi polla se ponía dura. Saboreaba su sabor a mujer cuando sentí algo distinto. Sabía lo que era, su líquido amarillo empezó a llenar mi boca. Yo mantuve mi lengua dentro de ella, mientras sentía que se me llenaba la boca. El sabor era fuerte pero me gustaba. Luego se empezó a derramar por mi cuerpo, resbalando por el hasta llegar a mi sexo. Sin pensarlo me empecé a masturbar. Sentía mi cuerpo mojado y mi polla dura y también mojada. Me corrí sin poder evitarlo.
Más tarde nos duchamos y me dijo que había disfrutado mucho. Que le encantaba que respondiera a sus deseos. Aquella noche follamos como nunca.