Después de clases.

Tardes espléndidas de sesiones de sexo oral.

Hola

Me has pedido que siga escribiendo…

Aquí tengo algo para ti.

Del baúl de los recuerdos…

Para ponerte en contexto, a los 20, tenía un amigo en la universidad, cursábamos diferentes carreras, pero coincidíamos en las mismas clases durante algunos trimestres.

Él es más alto que yo, moreno, cabello corto y lacio, ojos oscuros, unos labios muy besables, ricos para morder, a mí, como bien sabes me encanta morder. Mas alto que yo, aproximadamente 1.75 m.

El trabajaba como masajista en un hotel, nunca, desgraciadamente pude probar su buena mano en ese aspecto.

El me llevaba a casa después de clases, hizo su intento de tener algo conmigo, desgraciadamente se volvió un poco demandante en cuanto a mi espacio y tiempo, y eso es un gran NO para mí.

Mi padre era un hombre casado con su trabajo, pasaba poco tiempo en casa, excepto los fines de semana, así que por mucho tiempo pude hacer de las mías, claro que no siempre lo hacía, hasta eso, tenía mis límites. Fue el único chico que deje entrar a casa a hacer cositas.

Bueno, las cosas comienzan de lo mas inocentes, un beso, dos, tres. Cuando es un buen beso, obvio que poco a poco se vuelve más.

Nos acercamos, un juego de labios y lenguas, te acercas, te alejas, besas, te retiras, besas y muerdes, mmmm. Las cosas suben poco a poco de nivel. Déjame decirte, sus manos me encantaban, unas manos fuertes, unos brazos como me gustan, firmes, con un poco de musculo definido y esas venas que se marcan. Ay, que me pongo cachonda de recordarlo.

Me tocaba la cintura, me acariciaba la espada. Y yo, muy sacrificada, acariciaba su pecho, un pecho firme sin ser muy definido. Bello en el pecho y esa línea descendente. Mmm, suave al tacto.

Un día, por algún motivo que no recuerdo, uno de mis sillones estaba de frente a la ventana, siempre era al revés. Empezamos entre besos y caricias. Pero las cosas se calentaron muy rápido, termine sentada en ese sofá, viendo hacia la ventana, el frente a mí, entre mis piernas. Poco a poco se deshizo de mis jeans, en esa época solo usaba jeans. Me quede en panty, nada espectacular, no me había preparado en realidad para seducir o ser seducida.

Acarició mis piernas, y beso mi vientre, con sus manos me tomó de las caderas y me jaló hacía la orilla, de modo que mi entrepierna quedara justo donde quería.

Repartió besos entre mis ingles, la cara interna de mis muslos, acariciando con suaves toques. Que decir que me tenia húmeda de anticipación. Yo solo podía observarlo, mi respiración un poco irregular.

Sentir sus manos recorrer mi entrepierna sobre mi panty y jugar, buscando mi clítoris, yo movía mi pelvis siguiendo sus caricias. Era delicioso, sin prisas, en un momento muy íntimo, sin nadie que viera o interrumpiera.  a la luz del sol, completamente a merced de lo que él quisiera hacer, sin mas sonido que nuestros gemidos o la ropa siendo removida.

El se concentraba en lo que hacía, disfrutando cada segundo, sabia usar el tacto para acrecentar cada sensación. Es una verdadera delicia ser acariciada de esa forma, sentirse deseada.

En algún momento el removió mi panty, me quede solo con la ropa de la parte superior, siempre fue así con él, nunca hubo un desnudo completo.

Usando esas manos de pecado, puso mis pies al borde del sillón y poniendo sus palmas en cada muslo me dejo bien abierta para él.

Me miró, apreció mi coño, y luego me miró a los ojos y me sonrió, una sonrisa perversa.

Yo, por un lado, me moría de vergüenza, pero por el otro me sentía excitadísima, podía sentirme húmeda y deseosa de más.  No hubo palabras, solo acciones y sensaciones.

El acercó su cara, y usando su nariz acarició mi clítoris unos segundos, abrió con sus dedos y depositó un beso húmedo en el.  Que decir que fue el cielo. Que rico se siente, la suavidad, la humedad, el calor de una boca en tus partes mas intimas. Creo que es la clase de beso más erótico que puede haber. ¿tú que piensas?

Solo usaba su boca, sus manos aun en mis muslos, evitando que las cerrara. Imagínate la imagen que dábamos, el completamente vestido agachado entre mis piernas, comiéndome como si fuera el mas delicioso manjar del mundo, yo sentada con las piernas de par en par, denuda de la cintura para abajo, con mi blusa aun puesta, gimiendo con cada caricia de esa boca.

Bajó su boca a la entrada de mi coño, haciendo un recorrido con la lengua, rodeándolo, dando pequeñas lamidas, recogiendo mis flujos, su barbilla humedecida por ellos. Aaah esa es otra cosa, un detalle que no se me puede ir, ese rastro de barba, oh por dios, ¡que rico! En ese punto yo tenia mis manos en su cabello, mis caderas restregándose ya sin vergüenza sobre él. No se por cuanto tiempo me tuvo así. Me podría haber quedado horas y horas.

Puse una de mis piernas sobre su hombro, queriendo que se quedara ahi haciendo ese magnífico trabajo.

Besaba, lamia e introducía su lengua en mí, y yo gemía con unas ganas y con tanto placer, mi cuerpo moviéndose al compás de su boca.

Yo estaba llegando al punto de no retorno, el lo notó y añadió sus dedos a la mezcla, me penetro con ellos, acariciándome por dentro, y succionando mi clítoris, pasando su lengua, fuerte, despacio.

Yo no hacia mas que buscar ese momento, así que lo apretaba mas a mí. Me movía como loca contra él. El disfrutándolo conmigo. Pude sentir el calor crecer desde mi vientre, en la base de mi espalda, no se definir exactamente donde nace esa maravillosa sensación de éxtasis, solo sé que me recorría, incrementando la intensidad hasta que llegó ese delicioso orgasmo, el alargándolo con sus dedos dentro de mí, su boca trabada en mi clítoris.  Terminé sin aliento, desmadejada con el aun entre mis piernas.

El subió y me beso, pude probarme en ese beso. Era un beso erótico pero tranquilizador. Su boca hinchada por su maravilloso trabajo, esos labios perfectos para morder.

Ese hombre, sabía lo que hacía. Creo que ha sido el mejor en cuanto a sexo oral se refiere con quien he estado.  Eran besos lánguidos, suaves, evocadores.

Esas tardes eran deliciosas.

El nunca permitió que las cosas pasaran de ahí, mira que yo quería tocarlo, quizá habríamos tenido sexo en toda regla alguna vez, pero no se dio.

Pero si que le estoy agradecida por tan esplendidas tardes después de la escuela.

Ahora creo que iré a hacerme cargo de lo que recordar esto me ha provocado…

Hasta pronto.