Después de algún tiempo... (y 3)
Un nuevo relato de vuestra amiga Natalia, aunque esta vez haciendo una pausa en la historia de su vida para contaros un caliente encuentro entre una amiga y yo y un chico que conocimos en la playa...
Después de algún tiempo (y 3)
¡¡¡Hola de nuevo a tod@s!!! Soy yo de nuevo, Natalia, con los relatos de algunos pasajes de mi vida. En mis anteriores relatos os contaba mi encuentro casual con Ricardo, un empresario madrileño, y como un fin de semana en el que viajó hasta Barcelona lo hizo acompañado de su amigo y también empresario Ignacio. Os contaba la propuesta que me hizo para dedicarme al tema de la prostitución “de lujo”. Sí, dejémonos de eufemismos y zarandajas y llamemos a las cosas por su nombre. Suena muy fino y elegante “escort”, es cierto (aunque a mí me recuerda a un modelo de coche), pero no dejamos de ser eso, putas. Realmente muy bien pagadas, sí, pero es lo que somos. Y digo somos porque, no hace falta ser muy inteligente para imaginarlo, al final me vi metida en ese mundo, como ya digo totalmente nuevo para mí. Os decía que salí de aquel restaurante bastante dolida, sí, más que nada porque sentía que las cosas que me decía o hacía por mí Ricardo no eran más que una manera de atraerme hacia esas actividades. Tampoco puedo negar que me sentía como una polilla atraída por la llama de una vela en lo referente a la atracción que él ejercía sobre mí, así como tampoco que la proposición de Ignacio me estaba tentando. Pero antes de decidirme tenía que aclarar algunos aspectos. Pero voy a hacer una pequeña pausa en el relato de esa historia para entremeter otras… “aventuras” que tal vez os atraigan más y no os cansen tanto como el relato de mis penas…
Todo aquel que conozca Barcelona conocerá de sobra el ambiente tan rico y pintoresco que se respira en esa cosmopolita ciudad. No lo puedo negar: soy una enamorada de Barcelona, de su gente, de su ambiente, de los ricos matices que posee… El único punto que me chirría un poco es el fútbol pero, aunque no me guste, no puedo dejar de reconocer que el F.C. Barcelona es un gran club, aunque mis gustos vayan en otra dirección, jajaja… Uno de los puntos a favor que tiene la ciudad para mí son sus playas, no sólo las de la provincia en sí, sino las que hay en la ciudad. Al menos conoceréis de oídas las playas de “La Barceloneta”, “La Mar Bella”, etc., y precisamente en esta segunda playa es donde ocurrió parte de este relato.
Aquella mañana aprovechando mis vacaciones tenía pensado irme a pasar el día a la playa, más que nada porque era comienzos de verano y quería ir cogiendo un poco de color. La verdad es que prefiero el moreno natural, odio los rayos “UVA”, ya que no me termino de fiar de esos aparatos por mucho que me quieran convencer de lo contrario. Allí estaba en mi casa, con mi bikini estampado ya puesto, mi pareo y mi camiseta preparándome un pequeño bocadillo que me llevaría aunque luego comiese a mediodía en algún restaurante cuando sonó mi teléfono. Al cogerlo vi que era Roxana, una amiga mía también transexual pero que es realmente preciosa: pelirroja, un poco más baja que yo, delgadita, con unas tetas de tamaño medio pero con un culito redondo que hacía babear a quién la mirase. Estuvimos hablando un momento y, al contarle mis planes para ese día, me dijo instantáneamente que se apuntaba, por lo que quedamos en una cafetería que nos pillaba a las dos de paso para desayunar e irnos juntas (comprenderéis que en una playa abarrotada de gente es imposible localizar a alguien a no ser que acuerdes alguna señal). Al poco rato ya estábamos juntas y nos dirigíamos hacia la playa en la que a pesar de la hora no había demasiada gente. Buscamos un sitio tranquilo y nos quitamos la ropa, ella la camiseta larga que llevaba quedándose sólo con la parte inferior del bikini y yo mi pareo y mi camiseta, aunque al poco rato ya me había quitado la parte de arriba del bikini y estaba en top-less al igual que ella tostándonos al sol.
Por si no os lo he dicho la playa a la que fuimos es nudista, por lo que estuvimos toda la mañana bromeando entre nosotras acerca de los hombres que veíamos, algunos la verdad que muy buenos ejemplares y, ¿por qué no?, también de las mujeres. Las horas pasaban de la manera habitual entre baños, juegos en la toalla, darnos crema, etc., hasta que decidimos ambas quitarnos nuestras braguitas y quedarnos totalmente desnudas, aunque a mí me encanta la marca que deja el tanguita en mi piel cuando estoy morenita. Poco a poco la temperatura iba subiendo, y no me refiero a la ambiental, sino a la nuestra propia, hasta que ella me pidió que le diese crema en la espalda, cosa que hice incorporándome un poco en la toalla y echándole un generoso chorro de la misma en su espalda empezando a extenderla con mis manos. Poco después fui un poco más atrevida y me subí encima de ella, mis piernas a los lados de las suyas. Mis manos resbalaban por su piel y poco a poco iban bajando hacia su delicioso culito, aunque de vez en cuando mi pene rozaba el canal entre ellas, notando que ese roce le encantaba sobre todo por los movimientos de sus caderas elevándose para que no cesase. También las recorría con mis dedos embadurnados de bronceador y al poco rato ya estaba jugando con dos de mis dedos en su interior mientras ella gemía suavemente disfrutando de mis caricias. Estaba tan excitada que al poco rato yo ya estaba totalmente empalmada y, sin querer, mi glande entró alguna vez en su culito, lo que la hacía gemir y suspirar al sentirme dentro. De pronto se levantó y cogiéndome de la mano me llevó hasta el agua. Nos metimos las dos casi hasta nuestros pechos. Allí empezamos a besarnos y a acariciarnos, sintiendo nuestras manos recorrer nuestros cuerpos y nuestros miembros rozándose bajo el agua. Empezó a lamerme y a chuparme mis pezones no pudiendo hacer yo otra cosa que no fuese disfrutar de esas caricias, hasta que sin yo esperármelo cogió aire y se metió bajo el agua, llevándose mi polla a la boca y empezando a chupármela. Eso sí que me hizo gemir de verdad y cerrar los ojos para disfrutar el placer que sentía. Podía sentir el calor de su boca a lo largo de ella en contraste con el frescor del agua y, casi sin poderme contener, noté como me iba a correr. Creo que ella lo notó porque aceleró el ritmo de su mamada hasta que me derramé en su boca. En ese momento volvió a la superficie y volvimos a besarnos, jugando con mi semen con nuestras lenguas y nuestras bocas. Así estuvimos un momento hasta que volvimos a nuestras toallas, creyendo que nuestros juegos habían pasado inadvertidos.
Pero no había sido así. Al volver a nuestras toallas y volvernos a tumbar nos dimos cuenta de que un chico nos miraba con una sonrisa pícara en su rostro. Yo estaba tumbada boca abajo y podía verle a mi antojo, ya que estaba tan desnudo como nosotras. Lucía una piel bastante morena, lo que indicaba que iba mucho a la playa, un pelo negro peinado hacia atrás, complexión normal y unas gafas de sol bastante modernas tapaban sus ojos. La verdad es que me gustó y creo que nosotras a él. En voz baja le comenté a Roxana las miradas que nos dirigía el chico y ella se dio la vuelta disimuladamente para observarle también. Pudimos notar cómo nos hizo un gesto queriendo decir si se podía sentar más cerca de nosotras así que, con una sonrisa, le hice un gesto para que se acercase, extendiendo él su toalla a nuestro lado. Comenzamos a hablar y nos presentamos, diciéndonos él que se llamaba Francesc (Francisco en catalán) y que tenía 28 años. Era la típica conversación playera sobre temas sin importancia con alguna broma de vez en cuando y algunas risas ante alguno de sus comentarios ya que, la verdad, resultó ser bastante ingenioso. Nos confesó que era plenamente bisexual, cosa que nos gustó mucho por la mirada que nos echamos las dos, y que al vernos no había podido evitar excitarse. Mientras hablábamos creo que se dio cuenta de nuestras miradas a su pene, la verdad que largo aunque no muy grueso, así que nos propuso irnos a un rincón más tranquilo de la playa detrás de unas rocas. Intuíamos lo que podría pasar, así que no dudamos en aceptar.
Cuando llegamos a las rocas extendimos nuestras toallas y, por casualidad, Roxana quedó de rodillas ante él mientras yo todavía seguía de pie a su lado. Podía ver como la polla de Fran ya estaba medio empalmada, pero mi sorpresa fue cuando ella fue más rápida de lo que esperábamos y se la metió de un golpe en la boca con sus manos cogiendo su culo. Se la mamaba de una manera frenética, se notaba que estaba disfrutando de aquel pene que, poco a poco, iba creciendo y poniéndose más duro en su boca, mientras Fran y yo nos besábamos sintiendo su mano en mis tetas, acariciándolas, y la otra en mi pene que empezó a masturbar despacio. Poco a poco me fui agachando hasta quedar también de rodillas ante él, empezando a lamer lo que a Roxana no le cabía en la boca debido a lo larga que era. Alternábamos nuestras mamadas de manera que una chupaba y la otra lamía y después al revés, mientras nuestras manos acariciaban nuestros culos hasta que empezamos a masturbarnos la una a la otra.
Allí estábamos los tres cada vez más calientes, hasta que dejé de lamérsela mientras mi amiga seguía teniendo su glande en su boca y mirándole a los ojos le dije si quería follarnos, contestando él simplemente con una sonrisa. Así que despacio fui recostando a Roxana en la toalla, abierta de piernas, metiéndome entre ellas y empezando a chupársela yo a ella con mi cuerpo a cuatro y mi culito ofrecido. La verdad es que Roxana tiene una polla deliciosa como he podido comprobar en nuestros encuentros íntimos. Mientras mamaba podía notar los dedos de Fran entrando en mi culito y girándolos dentro de mí, hasta que me los sacó y pude notar algo fresco que se escurría entre mis nalgas y mi hoyito. Después pude comprobar que era crema que él me había echado para facilitar su entrada y poco después pude notar su dura polla apoyándose en mi entrada hasta que me la dejó ir de un solo empujón, lo que hizo que la polla de mi amiga entrase más profundamente en mi boca soltando ella un auténtico rugido, sin duda debido al placer que le daba mi boca. Poco a poco mi culo se acostumbró a la barra de carne que tenía dentro y él empezó a moverse, entrando y saliendo de mí, mientras sus culeadas dentro de mí marcaban el ritmo de mi mamada a Roxana. Al poco rato nos dijo que le apetecía probar su culito también, por lo que cambiamos de postura, poniéndose ella encima de mí enzarzándonos en un delicioso 69 mientras él ya la estaba penetrando. Chupaba la polla de mi amiga mientras veía la polla de Fran entrando en su culo y, de vez en cuando, me la sacaba de la boca para lamer sus huevos y la polla y los huevos de él, mientras la boca de ella hacía diabluras en mi polla y sus dedos se movían en mi culo. Creo recordar que llegó a meterme cuatro, entre otras cosas debido a lo abierto que me lo había dejado la polla de Fran. Así estuvimos hasta que casi a la vez nos corrimos las dos en nuestras bocas continuando nuestras mamadas para dejárnoslas bien limpias. Sin duda que él debió notarlo, entre otras cosas porque mi amiga cuando se corre contrae su culito como si ordeñase la polla que tiene en su interior. Nos dijo que quería correrse en nuestras bocas, por lo que la sacó de su culito y quedamos las dos arrodilladas ante él que empezó a masturbarse con fuerza mientras nosotras nos besábamos y acariciábamos como dos zorras de película hasta que nos avisó que ya le venía y empezó a soltar chorros de leche en nuestras bocas abiertas, cayendo un poco en nuestras caras y tetas. Se la volvimos a chupar para aprovechar las últimas gotas y volvimos a besarnos con restos de semen en nuestras bocas, esta vez la de un extraño, mientras él nos miraba con aprobación y deseo.
Nos quedamos en las toallas, descansando y fumándonos un cigarro él y yo mientras charlábamos hasta que llegó la hora de marcharnos tras vestirnos, aunque nos paramos en una pizzería a cenar algo los tres donde decidimos continuar la fiesta en mi casa. Volvimos a follar los tres como verdaderos desesperados enculándonos mutuamente, él a nosotras y viceversa hasta que quedamos agotados en la cama. No puedo recordar los orgasmos que tuvimos esa noche, pero sí sé que nuestros culos y cuerpos quedaron cubiertos de semen y sudor. A la mañana siguiente se marchó tras volver a echar un polvo delicioso. Después de aquel día hemos vuelto a vernos tanto los tres juntos como alguna de nosotras a solas con él y, la verdad, son polvos memorables…
Espero que os haya gustado este nuevo relato. Hasta el siguiente relato, pandilla… ¡¡¡Besos a tod@s!!!