Después de algún tiempo... (y 2)
Natalia sigue su vida, pero en un encuentro con Ricardo se encontrará con una sorpresa que no puede imaginar...
Después de algún tiempo (y 2)
Hola de nuevo a tod@s!!! Aquí estoy de nuevo, Natalia, para seguir narrándoos algunas de mis peripecias y experiencias, más que nada porque he podido comprobar por vuestros comentarios y valoraciones que os gustan mis historias, así que voy a seguir escribiendo y espero que disfrutéis mucho más o, al menos, tanto como lo habéis hecho hasta ahora. Desde siempre me han gustado mucho los relatos eróticos, aunque no me había decidido a escribir ninguno hasta que hace tiempo descubrí esta página que nos brinda espacio para poder compartir nuestras aventuras. Algunas son reales o autobiográficas; otras historias son traslaciones al papel de historias de gente anónima que conozco personalmente; y otras son relatos producto de mi imaginación. En vuestras cabezas dejo que imaginéis cuál es cada una…
En mi anterior relato os contaba cómo por una confusión bastante tonta empecé a adentrarme en un mundo hasta entonces nuevo para mí, aunque no me decidiese a hacerlo plenamente hasta algún tiempo después. Os contaba lo que me ocurrió una noche que había quedado con un amigo que me dio plantón, que me había dejado las llaves de mi casa en el coche de una amiga teniendo que alojarme esa noche en un hotel, y que había conocido a Ricardo, un empresario madrileño de viaje de negocios en Barcelona que me confundió con una prostituta cuando me vio apoyada en una farola mientras esperaba un taxi en la zona de las Ramblas, lugar habitual para encontrar chicas de ese ambiente, y como disfrutamos los dos de una apasionada noche en la habitación del hotel, sorprendiéndome sobre todo el papel versátil que adoptó al realizarme una deliciosa felación. Me confesó que hacía tiempo que deseaba encontrar una chica como yo, y que nuestro encuentro había satisfecho plenamente sus deseos ocultos.
A partir de aquel momento nuestros encuentros fueron habituales, casi siempre en mi casa. A no ser que hubiese quedado con alguien y tuviese que alojarse en un hotel se quedaba conmigo. A tal extremo había llegado nuestra amistad, teniendo deliciosas sesiones de sexo. Ya os contaba lo que ocurrió en nuestro primer encuentro cuando me hizo sexo oral, pero durante nuestros encuentros se puede decir que descubrió plenamente su bisexualidad y llegó un punto en el que disfrutaba tanto dando como recibiendo, ya que resultó tener un culito que era una verdadera maravilla. Se puede decir que lo inicié en un camino que resultó ser mucho más placentero para él de lo que se imaginaba.
Lo que os voy a contar ocurrió más o menos cuatro meses después de nuestro primer encuentro. Había terminado el verano, mis vacaciones ya hacía tiempo que se habían acabado y volvía a la rutina habitual. Ricardo venía una vez al mes, algunas veces dos, siempre con algún detalle para mí, cosa que sabía que me chirriaba bastante. Creo que me estaba convirtiendo poco menos que en su amante aunque estuviese separado. La verdad es que sus regalos me estaban viniendo bastante bien. La crisis ya había entrado de pleno en España, las ventas habían bajado mucho, y estábamos teniendo recortes en mi empresa, tanto de personal como económicos. Se podría decir que me estaba salvando la hipoteca de mi piso.
Era un jueves y estaba tranquila en casa viendo la tele cuando sonó mi teléfono. Lo miré y sonreí al ver su nombre, así que le contesté alegremente. Estuvimos hablando un momento con las preguntas de rigor de cómo estábamos los dos, etc. Me dijo que me estaba echando de menos y que tenía muchas ganas de verme. No pude evitar preguntarle cuándo iba a volver y me sorprendió cuando me dijo que llegaba a Barcelona el viernes por la mañana y que, como yo estaba trabajando hasta mediodía, podríamos quedar para comer. Sin dudarlo le contesté que sí, pero me dejó bastante intrigada cuando me dijo que tenía algo que proponerme. Cuando le pregunté qué era me dijo que no fuese curiosa y que ya me lo diría al día siguiente comiendo. Me reí y así nos despedimos hasta el día siguiente. Podría contaros cómo fue el día, pero no tiene mayor importancia, simplemente que me llegó un mensaje al móvil diciéndome el restaurante donde quedaríamos, una de las mejores marisquerías de la ciudad. Había intentado ponerme ese día bastante guapa para él, con un pantalón recto gris, mis taconazos negros y una blusa anudada al lado con escote en “V” para que pudiese tener un adelanto viendo un poco de mi escote. Cuando terminé de trabajar le llamé y salí directa al restaurante, diciéndome el recepcionista que los caballeros ya me estaban esperando…
“¿Los caballeros…?”, pensé para mí misma ya que pensaba que íbamos a comer a solas los dos. Así llegué a la mesa acompañada del encargado viéndole sentado en compañía de otro hombre un poco más joven que él, rubio con ojos azules, buen porte y ambos impecablemente vestidos de traje. Ricardo hizo las presentaciones tras darme un suave beso en los labios y me sorprendió que Ignacio (que así se llamaba su amigo) me cogiese la mano para besármela en lugar de intentar darme los dos besos a los que tanto acostumbramos aquí en España, a la misma vez que le comentaba a Ricardo lo bella que se me veía alabándole el gusto. Pedimos unos aperitivos, un “Martini” para Ricardo y dos gin-tonics servidos en copitas, y empezamos a charlar para conocer un poco mejor a Ignacio. Resultó ser empresario también, de Madrid al igual que Ricardo, de una empresa que tenía ciertos nexos con la de Ricardo, por lo que se podría decir que eran socios. En un principio la conversación fue orientada a mi trabajo, comentándome ellos que podría serles muy útil, entre otras cosas debido a los enlaces que mi empresa tenía en el extranjero, diciéndoles yo que lo hablaría con mis jefes y ya intentaría ponerles en contacto. Así estábamos hablando cuando ordenamos la comida y, a los postres, decidimos hablar de otros temas, sorprendiéndome un poco cuando Ignacio me demostró que estaba al tanto de mis devaneos con Ricardo, mientras éste escuchaba atentamente...
- Natalia…
- ¿Sí, Ignacio…?
- Verás, Ricardo me ha comentado ciertos aspectos de vuestra relación personal…
- Bueno, no es que seamos novios ni nada de eso, pero ambos mantenemos una amistad bastante… “estrecha” – dije sonriendo y cogiendo la mano de Ricardo que me miró sonriendo también con un extraño brillo en sus ojos…
- Sí, sí, todo eso lo sé, pero por eso mismo y otros detalles que me ha comentado me gustaría proponerte algo…
- Adelante, soy toda oídos – le dije sin imaginarme cuál iba a ser su propuesta…
- Seré claro… ¿Has pensado alguna vez dedicarte a ser "escort"...?
Eso, como diría una amiga mía, me dejó patidifusa, con unos ojos abiertos más todavía que el ancho de los platos en los que habíamos comido…
- ¿Me estás diciendo que si he pensado alguna vez ser puta…?
- No, no, no se trata de eso. Bueno, algo tiene que ver, pero no como tú lo estás imaginando…
- ¿Entonces…?
- ¿Sabes lo que es una "escort"…?
- Bueno… Creo que es como una puta de lujo o algo así, ¿no?
- No sólo eso. Una "escort" es una acompañante, una chica de compañía. Hay muchos hombres (y mujeres, aunque no te lo creas) que necesitan una chica joven y guapa al lado, más que nada para mantener cierto… “status”. A lo mejor se van de viaje, o a un congreso, una cena, etc., y necesitan esa compañía. Suelen buscar chicas atractivas, elegantes e inteligentes, que sepan mantener una conversación, etc. El sexo es algo totalmente accesorio, eso ya se pactaría entre el cliente y la chica aunque, para serte sincero, si hay sexo se paga bastante más…
- Yo… Verás… Esto no lo había pensado nunca… No es precisamente una cosa que entrase en mis planes…
- Ricardo me ha hablado mucho de ti, te alaba bastante. Él sabe cómo te desenvuelves en cualquier situación y, por si te sirve de algo, las escort transexuales se cotizan bastante bien. Podrías ganar mucho dinero…
Mientras me decía eso Ricardo no me había soltado la mano, acariciándomela suavemente mientras yo pensaba rápidamente en las palabras de Ignacio. Pensé en nosotros, en nuestros encuentros, y también pensaba en esos detalles económicos que él tenía conmigo y que ya digo que me estaban viniendo muy bien. Pensé para mis adentros que, aunque le tenía bastante cariño y él a mí, en cierto modo era su putita particular, su consentida. Me sorprendieron mis propias palabras…
- ¿Qué tendría que hacer exactamente? ¿Tendría que dejar mi trabajo?
- No es necesario, aunque eso ya lo decidirías tú misma. Puedes compaginar ambas labores. Posiblemente tuvieses que viajar, fines de semana sobre todo, o quedarte alguna noche hasta altas horas o bien la noche entera con el cliente en cuestión, pero eso ya digo que sería decisión tuya y de lo que pactaseis…
- ¿Y cuánto podría ganar…? No es cuestión de jugársela a la aventura con la que está cayendo…
- Eso puede ser mejor para ti de lo que tú misma piensas. Te ofreceríamos un mínimo de X mil euros mensuales más un tanto por ciento de comisión de acuerdo a la tarifa que acuerdes (o lo hagamos nosotros cuando te pongamos en contacto) con el cliente… - Evidentemente vio mi cara de sorpresa y siguió hablando tranquilamente - ¿Sorprendida? ¿A qué eso no entraba en tus planes? Podrías terminar de pagar tu piso y tu coche en menos de año y medio, dos años, y encima te quedaría bastante dinero para tus caprichos… Además, muchos clientes suelen ser bastante detallistas más allá de lo tarificado, y me refiero a ropa, joyas, etc…
- Uffff… La verdad es que suena bastante bien y agradezco que me lo hayas comentado, pero creo que me lo tendría que pensar…
- Te entiendo, y por eso mismo tengo otra propuesta para ti…
- Dispara…
- Mañana por la noche sería tu primer trabajo. Tenemos una reunión en este sitio – me tendió una nota – y necesitaríamos dos chicas como tú. Ya sabes, un poco de “striptease”, jugar un poco entre vosotras y, si surge, tal vez sexo con los clientes, entre los que estaríamos Ricardo y yo… Esto sería lo que cobrarías – me dijo mientras me extendía un cheque a mi nombre con una cantidad la verdad que mareante…
- ¿Puedo saber quién sería mi compañera si aceptase…?
- Por supuesto, mira…
Me tendió una foto de una chica y me quedé asombrada cuando vi quién era: ¡¡¡mi propia amiga Sandra!!! Ahora entendía sus viajes, su nivel de vida, etc… Me quedé pensativa unos instantes hasta que volví a hablar…
- Me lo pensaré…
- Perfecto… Espero tu respuesta antes de las 10 de esta noche. Si tú no aceptas necesito tiempo para encontrar otra chica pero, sinceramente, yo en tu lugar aceptaría la propuesta… No seas tonta, aunque creo que no lo eres en absoluto… ¡Ah! Esto te lo daré mañana si aceptas… - me dijo sonriendo y guiñándome un ojo mientras me quitaba el cheque de mis dedos, ya que en ese tiempo no lo había soltado.
- Sí, claro, disculpa… Ahora, si me disculpáis, debo marcharme, tengo cosas que hacer…
- ¿Te vas, Nat…? – dijo Ricardo sin soltar mi mano. Eso era lo primero que había dicho en toda la conversación.
- Sí, Ricardo, me marcho…
Reconozco que se lo dije con cierta frialdad. Pensaba que algo entre nosotros se había roto, si todos esos detalles, su exquisito comportamiento conmigo, no sería allanando el camino para la propuesta que me había hecho Ignacio. Me solté de la mano educadamente pero con firmeza y me dispuse a salir del local tras despedirme de ellos, aunque esta vez simplemente me limité a darles sendos besos en las mejillas a ambos.
- Ignacio…
- ¿Sí…? Dime, encanto…
- No me has dado tu número…
- Es cierto, perdona… - Me tendió una tarjeta con su número de móvil – Espero tu llamada…
- Ya veremos…
Y tras decir esto último salí montándome en mi coche y dirigiéndome a mi casa. Iba pensando en Ricardo, en la propuesta de Ignacio, en todo… También pensé que en cierto modo me sentía traicionada, mejor dicho usada, utilizada, por Ricardo. Poco imaginaba la verdad de todo aquel asunto…
¡¡¡Besos a tod@s!!!
(Continuará…)