Después de algún tiempo (6): Interludio II

En la tercera entrega de esta saga, que he titulado “Interludio I”, os hablaba de una buena amiga, Roxanna, una preciosa transexual brasileña a la que conocí hace ya algún tiempo, y hoy precisamente quiero hablaros de cómo fue ese primer encuentro al que siguieron muchos más.

Mi vida en Barcelona transcurre tranquila, sin excesivos altibajos. Mantengo una vida sexual bastante satisfactoria, aunque de día soy una eficiente empleada de la empresa en la que trabajo como administrativa. Mis ingresos han aumentado de manera notable, supongo que ya imaginaréis porqué, así que mi nivel de vida es bastante aceptable. Mis actividades “extras”, además de placenteras, me han proporcionado la posibilidad de conocer personas de diversa índole y condición, aunque ello no significa que haya abandonado a mis auténticas amistades.

La noche que conocí a Roxanna me encontraba en casa, vestida tan sólo con un conjunto negro de lencería y medias a juego que me había puesto para esperar a Santi (el novio de Nuri), aunque finalmente no había podido venir. A falta de un plan mejor opté por quedarme en casa tirada en el sofá viendo la tele. A pesar de que la película que estaba viendo me gustaba me empezó a invadir una terrible sensación de aburrimiento, acrecentada a medida que pasaban los minutos, así que decidí salir a dar una vuelta para que me diese el aire. Me encaminé al dormitorio, me puse un vestido sobre el conjunto y un abrigo y salí de casa, paseando por la calle hasta un pub cercano en el que entré. Tras pedir una copa me senté, contestando los mensajes que llegaban a mi móvil. Estaba ensimismada en un juego de combinaciones cuando oí una suave voz que me hablaba en un correcto español aunque con un típico acento brasileño que me encantaba.

- Disculpa, buenas noches...

Levanté mi mirada y vi a la dueña de aquella voz, una preciosa chica pelirroja de ojos verdosos que me miraba con una sonrisa. No puedo negar que me gustó lo que vi y me fijé un poco más en ella: aproximadamente 1’70 de estatura, de complexión normal aunque tirando a delgada, pelo suelto rizado, vestida con unos pantalones vaqueros y una camiseta que marcaban unos preciosos pechos (aunque no demasiado voluminosos), unas caderas que tenía que ser una delicia verlas moverse bailando, y un culo redondo y respingón. Salí de mi ensimismamiento y le contesté.

- Buenas noches. ¿Nos conocemos...?

- No, perdona, es que te he visto aquí sola y he pensado que quizá no te importase que me siente contigo...

- No, para nada, siéntate por favor...

– le ofrecí la silla vacía que había junto a la mía.

- Muchas gracias, eres muy amable

– dijo a la vez que se sentaba –

Me llamo Roxanna, ¿y tú?

- Yo Natalia, un gusto conocerte. ¿No eres española, verdad?

- No, soy brasileña...

- Pues hablas muy bien el español, aunque tienes un acento muy bonito y dulce. ¿Llevas mucho tiempo en España?

- Muchas gracias. No, sólo un par de meses. Es que mi padre es español y en casa se hablan los dos idiomas, aunque también hablo inglés y un poco de italiano...

- Vaya, una chica culta, aunque pareces muy joven... ¿En qué trabajas?

- Pues tengo 25 años. En mi país trabajaba como azafata de congresos...

Me contó algo de su vida, así como de su familia y de su trabajo, y que había empezado a trabajar muy joven compaginándolo con los estudios. Había habido un verdadero “boom” durante un tiempo, pero una vez pasado éste las cosas se habían estancado un poco, por lo que decidió venir a España para aumentar su nivel de estudios y poder optar a mejores posibilidades de trabajo. A raíz de esto último le comenté lo que sabía del tema, ya que entre otras cosas mi empresa se encargaba de impartir cursos de formación, así que le di una tarjeta y le dije que se pasase una mañana tranquilamente y la pondría en contacto con las compañeras que llevaban el tema.

Mientras hablábamos no dejaba de mirarla. Era realmente guapa, con un tono moreno piel tirando al típico de las mulatas brasileñas que contrastaba con el color de su cabello y sus ojos, haciéndola realmente preciosa. Sin embargo, había algo en sus rasgos que me decían que su verdadera naturaleza no era la misma que su aspecto mostraba...

- Disculpa, Roxanna...

- Sí, dime...

- Verás, es que te estoy observando y me pareces una chica muy guapa, pero...

- ¿Pero qué...?

- Pues que tienes algo... especial diría yo...

- ¿Especial...? ¿Qué quieres decir?

- ¿Eres transexual, verdad?

- Sí, cielo...

– dijo esbozando una sonrisa -

¿Cómo lo has notado?

- Llevo un rato fijándome en ti, en tus rasgos, y tienes algo que me decía que posiblemente lo fueses...

- Pues no te equivocas, pero... ¿tanto se me nota?

- No, no, al contrario, eres una preciosidad, quizá sea más bien porque yo también lo soy...

– Esto se lo dije a la vez que le guiñaba un ojo, mientras que los suyos se abrían como platos.

- O sea que tú...

- Sí cielo...

- Ufff... Pues cualquiera lo diría, Natalia, tú también eres preciosa...

- Pues sí, chica, mira por donde...

Me di cuenta de que empezó a mirarme con más detalle, quizá intentando percibir algo que le indicase mi afirmación, mientras que seguíamos hablando y le contaba cosas de mi vida. Ambas nos sentíamos bastante a gusto, así que ordenamos otra copa que nos sirvió la camarera mientras charlábamos. Cuando estábamos a punto de acabar la copa me dijo que se sentía muy cómoda conmigo, y que si me apetecía podíamos acercarnos a un pub propiedad de unos paisanos suyos en el que podríamos saborear unas sabrosas caipirinhas y, quizá, bailar un poco. No dudé en aceptar su invitación, entre otras cosas porque era viernes y al día siguiente no tenía que trabajar, así que pagué las copas y salimos del pub.

Cuando llegamos al local debo confesar que me gustó mucho, con una decoración bastante bonita y típica de su país, aunque sin llegar a ser estridente. Pedimos un par de copas y me presentó a algunos conocidos suyos con los que hice buenas migas casi al instante. Me gusta mucho bailar, se me da bien, y como sabía algunos pasos de samba no dudé en bailar con sus amistades.

La verdad es que me lo estaba pasando realmente bien. Lo que se había presentado como un aburrido viernes se había convertido en una divertida velada. Mientras bailaba podía notar su mirada fija en mí, en mi cuerpo, en mis piernas que se mostraban con mis giros y el vuelo de mi vestido, hasta que ambas nos decidimos a bailar juntas. Su cuerpo emanaba pura sensualidad, con sus ojos fijos en los míos, y en uno de los lances del baile no dudó en besar mi cuello, caricia que me vuelve loca y me derrite, ya que es una de mis zonas erógenas. Le devolví la caricia con besos suaves, notando como la gente nos miraba cuando finalmente juntamos nuestros labios en un profundo beso con nuestras lenguas entrelazándose en nuestras bocas.

- Natalia...

- Dime, cielo.

- ¿Te apetece que nos vayamos a un sitio más tranquilo...?

- Por mí encantada... ¿Dónde quieres que vayamos?

- Pues estaba pensando en que podríamos ir a mi casa, lo que pasa es que no vivo sola. Si quieres por eso no hay problema, puedo llevar a gente, lo único que tenemos que ser discretas...

- ¿Y por qué no vamos mejor a mi casa? Vivo sola, así que no hay problema.

- Como tú quieras. Si a ti no te importa por mí bien. No te lo quería decir porque apenas nos conocemos y no sabía si querrías llevar a una desconocida a tu casa...

- Tranquila, cielo... ¿Vamos?

- Vamos...

Cogimos nuestras chaquetas y tomamos un taxi hasta mi casa, ya que a esas horas la verdad es que hacía un poco de frío y no apetecía tanto como hacía un rato pasear por la calle. El trayecto fue breve pero intenso, ya que al notar las miradas del taxista a través del retrovisor decidimos provocarle un poco y no dudamos en volver a besarnos, aunque esta vez de manera más lasciva. Así llegamos hasta mi casa y, tras pagar la carrera al taxista, ambas nos reímos cuando nos dijo mientras nos alejábamos que dos preciosidades como nosotras no dudásemos en llamarle cuando lo necesitásemos.

Cuando entramos nos despojamos de nuestros abrigos, dejándolos sobre una silla, pasando al salón y sentándonos en el sofá para charlar un poco más tras ofrecerle una copa que aceptó gustosa, acompañando nuestra conversación un canal de videos musicales que puse en la televisión. Me confesó que le había gustado nada más verme en el pub que nos conocimos, pero que no sabía si yo estaría esperando a alguien. Cuando se dio cuenta de que estaba sola fue cuando decidió acercarse. Le dije más o menos lo que había pasado esa noche, que estaba distraída y que por eso no me había percatado de su presencia, pero que ella también me había gustado cuando vino a la mesa y la vi.

Nos quedamos un momento en silencio hasta que volví a besarla. Esta vez nuestros besos eran apasionados, con nuestras manos acariciándonos mientras nuestras bocas se fundían como si el mundo se fuese a acabar. Poco a poco fuimos quedando tumbadas en el sofá, ella encima de mí, con su mano metiéndose por debajo de mi vestido para acariciar mi entrepierna por encima de mis braguitas. Mi mano tampoco se estaba quieta y acariciaba la suya por encima de los vaqueros. La notaba muy excitada, aunque no respondiese tanto como yo, diciéndome que era más pasiva a lo que le contesté que eso me daba igual.

Separándose de mi abrazo se levantó y empezó a desnudarse de una manera muy sensual de pie ante mí. Se despojó de la camiseta mostrando que no llevaba sujetador, quitándose a continuación los vaqueros y el tanga que llevaba, dejándome ver una polla que sin ser pequeña no estaba tan dura como cabía esperar de su excitación. Totalmente desnuda me ayudó a quitarme mi vestido dejándome tan solo en ropa interior. Ya libres de la ropa que nos estorbaba volvimos a besarnos y acariciarnos. Besó mi cuello, mis tetas que liberó de las cazoletas del sujetador y que se lanzó a besar y a chupar, haciéndome gemir de placer. Sus besos fueron bajando por mi vientre hasta que quedó de rodillas entre mis piernas abiertas.

Besó mi polla por encima de mis bragas, rozándola en ocasiones con la punta de su lengua hasta que las apartó un poco y, sacándola por un lateral de la prenda volvió a besarla. Me tenía excitadísima con su lengua. Lamía mi glande, mi tronco, mis huevos, los chupaba metiéndoselos en la boca mientras me masturbaba con su mano, hasta que pude notar su cálido aliento cuando abrió la boca y empezó a metérsela en la boca en una rítmica mamada que me hacía suspirar. Metió los dedos por los laterales de mis braguitas mientras seguía chupando y las bajó por mis piernas hasta quitármelas. Mis manos no se estuvieron quietas mientras chupaba y desabrocharon mi sujetador quedando tan desnuda como ella, posándose mis manos en su cabeza para guiarla en su mamada.

La hice parar y la saqué de su boca, volviendo a besarla. Su boca sabía a mi polla, a mi líquido preseminal, y eso me excitó más todavía. Poco a poco la fui haciendo quedar sentada ella en el sofá y me arrodillé entre sus piernas. Lamí su polla, la besé, aunque no conseguí que se pusiese excesivamente dura, por lo que mi lengua fue bajando hasta llegar a su culito. Pasé mi lengua entre sus nalgas y lamí su hoyito intentando meterle mi lengua hasta que fue mi dedo el que entró en su “coñito”. Lo movía en su interior, dilatándolo, intentando meterle otro cuando lo noté más abierto. Sus gemidos de placer inundaban el salón y me rogaba que no parase, que la estaba volviendo loca de placer, que por favor la follase ya, lo que no hizo falta que me dos veces.

Me incorporé entre sus piernas, con mi mano sujetando mi polla y apuntándola a su culito, apoyando mi glande en su ano. Poco a poco empecé a empujar, diciéndome ella que le dolía pero que por favor no parase. Mis manos asían sus caderas mientras empujaba quedándome quieta en ocasiones en su interior para que se acostumbrase hasta que, de repente, le entró prácticamente entera de un solo envite mientras nuestras bocas se besaban. Inicié un suave vaivén que hizo que sus gemidos aumentasen de frecuencia y volumen, rogándome de vez en cuando que no dejase de follarla, hasta que lentamente empecé a aumentar el ritmo de mis caderas bombeando en su culo. Podía sentir el sonido de mis huevos rebotando en su culo hasta que empezó a convulsionarse, señal de su orgasmo cayendo un poco de su leche en su vientre y en el mío, pudiendo notarlo también en la manera en que su culo empezó a apretar mi polla, hasta que no pude contenerme y me corrí en su interior llenándole su culito con mi leche. Quedamos abrazadas, besándonos, hasta que poco a poco mi polla salió de su interior.

Cuando mi polla salió de su culo se lanzó como una gatita golosa a lamerla y chuparla para limpiarla, dejándola brillante de su saliva. La hice girarse encima de mi para lamer su culo del cual salía parte de mi semen, que recogí en mi boca para intercambiarla con la suya en un delicioso “beso blanco”, hasta que abrió la boca mostrándomela vacía, señal de que se lo había tragado todo. Quedamos abrazadas en el sofá terminándonos las copas hasta que nos fuimos al dormitorio y nos acostamos a descansar.

Cuando me desperté a la mañana siguiente me encantó verla desnuda en la cocina preparando el desayuno. Me lancé a besarla y acariciarla hasta que volvió a metérsela ella solita, esta vez yo sentada en una de las sillas de la cocina y ella sentada sobre mí, cabalgándome mientras nuestras lenguas jugaban en nuestras bocas y nuestros pechos se rozaban, hasta que volví a

correrme

, aunque esta vez me pidió que lo hiciese en su boca. Se levantó y se arrodilló entre mis piernas, metiéndose toda mi polla en su boca hasta que me corrí mientras me miraba a los ojos con una mirada de vicio que me hizo llegar a un nuevo orgasmo casi al instante. Esta vez no la guardó en la boca, sino que se la tragó directamente relamiéndose los labios a continuación y cogiendo un poco que había caído en sus

tetas

con sus dedos y llevándolos a su boca.

Ese día permanecimos desnudas en casa, volviendo a tener deliciosas sesiones de sexo hasta que, ante mi ofrecimiento de que pasase ese fin de semana conmigo, me dijo que necesitaba ir a su casa a recoger algo de ropa, más que nada por si esa noche volvíamos a salir.

Lo que pasó esa noche... Bueno, quizá os lo cuente en otra ocasión si, por vuestros comentarios y valoraciones, veo que os gustan mis peripecias.

¡¡¡Besos a tod@s!!!