Después de algún tiempo (5): La propuesta

Llegué al aeropuerto casi al mismo tiempo que ella bajaba del avión y recogía su equipaje, aunque por el camino me paré a tomar un café para ayudar a la pastilla que me había tomado a hacer su efecto y estar despejada para mi encuentro con Sandra.

Llegué al aeropuerto casi al mismo tiempo que ella bajaba del avión y recogía su equipaje, aunque por el camino me paré a tomar un café para ayudar a la pastilla que me había tomado a hacer su efecto y estar despejada para mi encuentro con Sandra.

No puedo negar que cuando la vi sentí a pesar de todo un leve hormigueo en mi estómago. Pese a todo lo que estaba ocurriendo tenía una relación muy estrecha con ella, muy íntima como ya sabéis, e incluso alguien podría pensar si no seríamos pareja. Estaba realmente guapísima, con su pelo rubio sujeto en una graciosa cola de caballo, una falda de cuero negro por encima de la rodilla a juego con una cazadora del mismo color y unas botas negras que le daban un aspecto realmente sexi. Venía arrastrando su maleta, un trolley de medianas dimensiones, y sonrió saludándome con la mano mientras se acercaba a mí. Los dos besos que me dio cayeron tan cerca de mis labios que pareció que quería besarme en la boca, lo que provocó miradas de algunas personas que pasaban a nuestro alrededor.

“Si supieseis lo cerca que está de romperse esto”

, pensé para mis adentros, aunque fui capaz de mantener el tipo y aparentar cierta naturalidad.

- ¡¡¡Hola cielo!!!

- Hola Sandy... ¿Qué tal el vuelo?

- Muy bien, como siempre, aunque vengo un poco cansada...

- ¿Y eso...? ¿Trasnochaste o qué...?

- Bueno, un poco, pero es que esta mañana me he tenido que patear medio Madrid para resolver unos asuntos. Ya sabes que cuando una está por fin relajada es cuando se siente el cansancio de verdad...

- Bueno, no te preocupes. Ahora si quieres vamos directas a casa y te relajas...

- El caso es que tengo habitación reservada en el hotel “X” y no es plan de no ocuparla

– un pensamiento cruzó mi cabeza: “Tú tienes un cliente”, me dije con cierta rabia, pero seguí aparentando una normalidad que no sentía realmente –

, pero si quieres podemos cenar y luego ya veremos...

- Lo que tú quieras. El caso es que yo tampoco estoy demasiado bien hoy...

- ¿Qué te ocurre...?

- Nada, tranquila, un leve dolor de cabeza. El trabajo, ya sabes...

- Pues entonces algo tranquilo. ¿Te apetece ir a cenar a X...?

– Me dijo un restaurante italiano que me gustaba mucho –

Si quieres después me dejas en el hotel o hacemos lo que te apetezca...

- Bueno, como quieras... ¿Vamos?

- Vamos, guapísima.

El trayecto en el coche fue de lo más anodino, contándome ella cosas de sus andanzas por la capital de España, alguna que otra broma por su parte que me hicieron sonreír un poco y comentarios acerca de lo guapa que estaba yo, aunque seguía pensando en cómo le iba a sacar el tema del que yo quería hablar realmente con ella, hasta que llegamos al restaurante en el que no nos fue difícil conseguir una mesa.

La comida trascurrió entre comentarios intrascendentes, acompañada de una botella de vino, aunque mi mente estaba en otro lugar. Cuando terminamos y pedimos la cuenta dudamos si tomarnos una copa en el restaurante, aunque le dije si no le apetecería más hacerlo en un pub cercano donde estaríamos más tranquilas, optando finalmente por el pub hacia el que nos encaminamos y pedimos un par de copas. Mientras nos las tomábamos, y después de seguir charlando de trivialidades, por fin cogí el toro por los cuernos y me armé de valor para sacar el tema...

- Sandra....

- ¿Sí...?

- Quiero preguntarte algo, y quiero que me digas la verdad...

Me miró fijamente, quizá intuyese lo que le iba a decir, pero me contestó casi enseguida.

- Adelante, nena, lo que quieras...

- Verás, es que me ha llegado a mis oídos un comentario acerca de ti...

-¿Un comentario de qué tipo...? ¿Bueno o malo...?

- Bueno, eso me lo tendrás que decir tú...

- Venga, dime...

Me quedé un instante mirando mi plato, hasta que decidí preguntárselo sin rodeos.

- ¿Desde cuándo eres puta, Sandra...?

– Sus ojos se quedaron fijos en los míos.

- ¿Cómo dices....?

- No te hagas la tonta, por favor, conmigo no...

- No sé a qué te refieres...

- ¡¡¡Por favor, Sandra!!! Te he pedido que me digas la verdad y me has dicho que sí, y te he pedido que seas sincera...

- Pero es que no sé a qué te refieres...

- Sandra... O me dices ahora mismo la verdad o me levanto, me voy y te dejo aquí. Me he enterado y punto, y sé que es verdad. Ahora ya lo sé con seguridad por tu forma de responder...

– La tensión se podía cortar con un cuchillo, sin apartar mis ojos de sus enormes ojos azules –

¿Desde cuándo...?

Se quedó pensativa unos instantes, mirando a la copa medio vacía, sin duda pensando en qué responder, hasta que finalmente me volvió a mirar y empezó a hablar.

- Han hablado contigo, ¿verdad?

- Así que es verdad...

- Sí, pero dime quién te lo ha dicho...

- Se dice el pecado, no el pecador...

- Dime quién... ¿Ricardo o Ignacio...?

- Pues... los dos. Esta misma mañana, mientras comíamos...

- Me lo imaginaba, no puede haber sido nadie más...

- Genial....

– susurré con ironía –

Mi mejor amiga, puta...

- Puta, no, escort... Y de las buenas, por cierto...

- Me da igual. Lo eres y punto...

- Bueno, si tú lo dices y es lo que me consideras...

- ¿Considerarte...? ¿Yo a ti....? ¿Y tú a mi qué...?

- ¿Cómo que yo a ti...?

- Sí, tú a mí. ¿Eso es lo que me quieres....? Te considero prácticamente mi hermana, mi única amiga, ha habido momentos en los que sólo te he tenido a ti y al revés... ¿y me pagas así?

- Por eso precisamente, cariño, porque te quiero...

- ¡¡¡Y una mierda!!! Tú no me quieres...

- Te quiero más de lo que tú crees y te aprecio como no te imaginas, por eso lo he hecho...

- Dime desde cuándo...

Se quedó callada un instante hasta que volvió a hablar. Me contó que desde que se fue a Madrid se había tenido que buscar la vida, algo que yo ya sabía, sobre todo a raíz de su cambio. Había trabajado en varios lugares hasta que empezó a trabajar en una discoteca, lo que compaginaba con sus estudios hasta que finalmente los terminó. Le resultó difícil encontrar un trabajo que tuviese que ver con sus estudios, por lo que siguió en la discoteca, y de ahí pasar a la prostitución fue un paso. Me confesó que había logrado aumentar considerablemente sus ingresos gracias a la agencia de contactos en la que se había apuntado, y a través de la cual había conocido a Ignacio, del que me reconoció que era amante desde hacía bastante tiempo además de socia, ya que la agencia que había mencionado éste en realidad no era de él, sino de Sandra, contando con varias chicas además de ella, lo que le permitía llevar el tren de vida que llevaba. Sin embargo, lo más importante para mí seguía sin aclararse.

- ¿Y qué pinto yo en todo este embrollo, Sandra?

- Pues, la verdad es que no sé cómo decírtelo...

- Sencillo, diciéndome la verdad...

- El caso es que es muy difícil para mí, cielo, pero para ti creo que va a ser más duro todavía...

- ¿A qué te refieres...?

- Dime una cosa... ¿Cuánto hace que no sabes nada de tus padres ni de tu hermana...?

- Ya sabes que desde hace mucho tiempo, concretamente desde el viaje que hicimos con mi tía para las fiestas...

- Desde ese viaje han pasado muchas cosas...

- ¿Cómo cuáles...?

- Verás, no tiene nada que ver con nuestro viaje, ni con lo que pasó aquella noche, pero el caso es que desde poco después las cosas no les han ido bien a tu familia...

- ¿En qué sentido...?

- Bueno... un tiempo después tu padre sufrió un ataque que le impidió seguir trabajando...

- ¿Un ataque...? ¿De qué tipo....?

- Pues el caso es que no sé si fue un ictus o algo similar, un infarto, no sé, pero ya te digo que no pudo continuar trabajando. Durante un tiempo pudieron vivir de los ahorros de tu padre, pero parece ser que tiene algún problema con la Seguridad Social y no le tramitan una pensión...

- Pero mi madre puede trabajar... Además, están allí mi querido cuñado y mi hermana...

- Ahí viene lo malo, cielo... A tu hermana tampoco le van las cosas bien. Tu cuñado perdió su trabajo en la fábrica que trabajaba, no pudo seguir pagando la hipoteca de la casa y les amenazan con embargarles. Para colmo les habían avalado tus padres, así que se puede decir que están metidos en un lío muy gordo...

- Y tú crees que yo soy la única que puede salvarles...

- Bueno... más o menos...

- ¿Más o menos...? Mírame... ¿Tengo yo acaso que preocuparme de gente que me despreció y me humilló, que me hizo la vida imposible y muchas otras cosas que tú sabes más que de sobra...?

- Cielo, lo sé y te comprendo, créeme, pero esto no ha salido sólo de mí...

- ¿Quién más lo sabe...?

- Tú tía...

- ¿Cómo...?

- Sí, verás... Tengo bastante contacto con ella, tú lo sabes, e incluso se puede decir que somos amantes. Según me contó tu madre la llamó llorando. Hasta donde yo sé tú no saliste a relucir por ningún lado, tu madre no sabe nada de cómo eres ahora, lo único que le dijo tu tía es que estás bien y que no te ganas nada mal la vida, pero me llamó casi al instante para contármelo...

- ¿Y cómo salió esta ocurrencia...? ¿Mi tía sabe...?

- ¿Qué soy escort...? ¡¡¡Claro!!! Lo sabe de sobra, incluso alguna vez me ha contratado y me ha conseguido buenos clientes. El caso es que tengo unos ahorros y me ofrecí a ayudar un poco, no sabrían nunca de dónde salió el dinero, pero ella me dijo que la cantidad que debían era muy superior, así que me quedé dudando un momento...

- Y pensaste en mí...

- No, bueno, sí, el caso es que me quedé pensando y le dije que podría haber una solución, aunque un poco complicada, y no era otra que proponerte este tema, así que le dije que ya le diría algo cuando hablase contigo...

- Y no has tenido tiempo hasta ahora...

- Sí, claro que he tenido tiempo, pero no sabía cómo decírtelo. La solución me la dio Ignacio una noche que me notó rara. Se lo conté y después de pensarlo me dijo que movería algunos hilos...

- Esos hilos, si no me equivoco, se llaman Ricardo, ¿no...?

- Acertaste... Ellos dos se conocen hace mucho tiempo, ya sabes que son socios, y como Ricardo viene tanto a Barcelona se ofreció a ponerse en contacto contigo...

- ¿O sea, que mi primer encuentro con Ricardo fue premeditado...?

- ¡¡¡Nooooo!!! Ahí está lo bueno del tema: Esa noche Ricardo tenía que llamarte a tu casa de parte mía, diciéndote que tenía que venir y que si tú le podías enseñar sitios buenos de fiesta. Después, cuando lo considerase oportuno, te sacaría el tema... Pero se encontró contigo de manera totalmente casual y no pudo hacerlo...

- ¿Por qué...?

- Pues muy sencillo: le gustaste tanto, te vio tan buena chica, que no pudo hacerlo... Natalia...

- ¿Qué...?

- Pues que Ricardo está enamorado de ti hasta el último pelo. Cuando habló con Ignacio le dijo que no podía, que le habías gustado mucho, y que prefería hacerlo como lo estaba haciendo, dándote pequeñas cantidades de dinero. Yo ya les había dicho que eres muy ahorrativa, así que cuando saliese el tema tendrías algo ahorrado, aunque me imagino que no todo lo necesario, por eso tendrías que hacer algún trabajo... ¿y qué mejor que conmigo...?

Esto último lo dijo con una sonrisa, pero me quedé pensativa. Todo lo que me había dicho se arremolinaba en mi cabeza como un torbellino que estaba a punto de hacerme estallar la cabeza. Ahora comprendía muchas cosas, como cierta seriedad que le notaba a mi tía cuando hablaba con ella, algunas miradas de Ricardo en algunos momentos como si quisiera decirme algo y no supiese cómo, etc. Pero lo que más me rondaba era mi familia, la idea de ayudar a una gente que me habían decepcionado mucho, aunque tuviesen mi sangre. Toda esa mezcla de sentimientos me hizo levantarme para ir al servicio.

Creo que imagináis lo que ocurrió en el baño cuando entré. Después me quedé ante el espejo, mirándome, con las lágrimas a punto de salir y no pude ni quise reprimirlas, así que estuve un buen rato llorando, apoyada en el lavabo. Incluso una chica que entró me preguntó si me ocurría algo, pero le dije que no, que me encontraba bien. Sacó un pañuelo de papel y me lo ofreció para que me secase las lágrimas a la vez que me decía que una chica tan guapa como yo se veía fatal llorando, lo que me hizo esbozar una sonrisa. Le di un beso en la mejilla y simplemente le dije

“Gracias”

. En ese momento me di cuenta de que mi maquillaje estaba hecho un verdadero asco, así que me lavé la cara para despejarme y me volví a mirar en el espejo tras retocarme. No sé de dónde saqué fuerzas, pero me vi distinta, más segura, algo había cambiado en mi interior, así que volví a salir para dirigirme a la mesa en la que vi que Sandra estaba hablando con alguien por teléfono, no teniendo que ser muy inteligente para saber quién era...

-

Sí, sí, aquí está ya. ¿Quieres que te la pase...?

– Leve silencio –

Vale, entiendo, no te preocupes... Venga, un beso.

Cuando colgó me miró, como esperando una respuesta por mi parte. Me quedé mirándola unos instantes y a continuación mi reloj. Eran ya las 23:30, así que sin dudarlo cogí mi bolso y saqué mi móvil en el que marqué el número de Ricardo.

- Natalia, preciosa, me alegro de oírte. ¿Estás mejor?

- Sí, sólo ha sido un leve bajón...

- Qué bueno, me alegro mucho

– Su voz sonaba sincera, natural –

Ya me ha contado un poco Sandra.

- Cuando la he visto hablando me he imaginado que sería con Ignacio o contigo...

- No, no ha sido conmigo, sería con Ignacio, a mí me ha mandado un mensaje. Sea como sea estoy contento de escucharte...

- Sabías que te iba a llamar, ¿verdad?

- Bueno, no al cien por cien, pero me imaginaba que después de hablar con Sandra al menos lo considerarías...

- ¿Y cómo estabas tan seguro...?

- Sandra me contó lo que estaba ocurriendo con tu familia, así que pensé que sería una razón más que convincente cuando te lo explicase... Recuerda que te dijimos que no era lo que tú pensabas, cariño.

- Sí, lo recuerdo...

– guardé silencio unos instantes y volví a hablar –

Ricardo...

- Dime, preciosa...

- Acepto. No sé si haré bien o mal, pero acepto, aunque sé que mañana me va a dar mil vueltas la cabeza.

- ¡¡¡Genial!!! Sabía que aceptarías, eres un cielo de chica y siempre estás ahí cuando alguien te necesita...

- Sí, bueno, soy así de tonta.

- No, nena, tú de tonta no tienes nada, al contrario.

- Bueno, bueno, basta de halagos, cielo. Pero que sepas que tú y yo tenemos una conversación pendiente...

- De lo que tú quieras, será un placer.

- Ya veremos... ¿Nos vemos mañana entonces? Imagino que no estás aquí.

- No, estoy en Madrid, y sí, nos vemos mañana. Todo saldrá bien, no te preocupes. Pásalo bien esta noche con Sandra.

- Ya te contaremos. Un beso, cielo.

- Un beso, preciosa.

Colgué el teléfono y me quedé callada un instante, mirando a Sandra. Durante toda la conversación no había dejado de hacerlo, sobre todo porque se veía realmente guapísima esa noche. El juego de luces resaltaba sus rasgos, sobre todo sus ojos. Alargó la mano por encima de la mesa y cogió la mía, haciéndome sentir una confianza en mi misma que me devolvió las fuerzas. Me sonreía mientras lo hacía, y de nuevo sentí deseos de llorar. Se levantó y me dio un abrazo para consolarme a la vez que me decía “No te preocupes, mi niña, todo saldrá bien”, permaneciendo un momento abrazadas. Cuando por fin me tranquilicé pedimos otra copa y, tras tomárnosla y pagar, abandonamos el local dudando si irnos de fiesta o a casa directamente, optando por lo último aunque yo al día siguiente no tenía que trabajar.

Íbamos hacia el coche caminando cogidas de la cintura, riéndonos como dos locas ante sus ocurrencias, entre otras cosas porque yo ya estaba más animada. El camino hasta casa fue tranquilo, hablando como las dos viejas amigas que éramos, pero a veces no podía resistir la tentación de posar mi mano en su rodilla. De reojo podía notar como se mordía el labio mirándome, por lo que mi mano pasó de tocar su rodilla a acariciar su muslo. Posó su mano sobre la mía, acariciándola, aunque no sin cierta firmeza. No pude evitar pasar mi mano por dentro de su falda, acariciando su muslo suave en una caricia que favoreció subiendo un poco una cremallera lateral, hasta que llegué a la altura de su entrepierna. Pude notar el bulto debajo de su tanga y no dudé en acariciarlo, dándome cuenta de que cerraba sus ojos para disfrutar de mi mano, así que no dudé en apartarla para dejar su, ya a esas alturas, polla semirerecta al descubierto para acariciarla con mis dedos y mojármelos con el precum que salía de su glande. Gemía de vez en cuando, complacida por mi caricia, y yo estaba deseando llegar a casa.

El camino hasta mi casa se me hizo eterno, pero cuando dejamos el coche en el garaje y cogimos el ascensor no pudimos reprimirnos más, así que me lancé a besarla, posando mis labios sobre los suyos y respondiéndome ella con su boca entreabierta. Su boca me devolvía los besos mientras sus manos acariciaban mi culo por encima de los vaqueros, colándose una de ellas por debajo de mi blusón para acariciar mis

tetas

a conciencia hasta que me las sacó de las copas, momento en que ya pudo sobármelas a placer. Mis manos por su parte tampoco se estaban quietas y de nuevo estaban debajo de su falda, acariciando su polla ya fuera del tanga. Cuando llegamos a mi piso su falda estaba en el suelo junto a mi blusón, mis

tetas

fuera del sujetador y su polla asomando por uno de los laterales del su tanga, totalmente dura mientras mi mano la masturbaba.

Salimos del ascensor y entramos en mi casa sin dejar de besarnos, semidesnudas las dos, dirigiéndonos hacia el dormitorio donde caímos abrazadas en la cama sin dejar de acariciarnos. Terminamos de desnudarnos, quedando yo de rodillas en la cama observando su cuerpo desnudo. Lucía espectacular, con su polla apuntando al techo mientras me miraba, con sus ojos clavados en los míos. Me acerqué gateando hasta que quedó frente a mi rostro, pudiendo aspirar su aroma. No pude evitar pasar mis mejillas por ella, hasta que saqué mi lengua y empecé a lamerla. Mi polla también estaba dura, aunque esa noche me sentía totalmente pasiva y subyugada ante Sandra y su enorme polla hasta que no pude evitar abrir mi boca y engulléndola. La rodeaba con mi lengua mientras la mamaba y mi cabeza se movía

arriba y abajo, mirándola a los ojos que vi que tenía cerrados debido al placer que le daba mi boca, con sus manos en mi cabeza guiando mis movimientos. Su polla era una fuente de líquido preseminal que yo saboreaba golosamente, como una gata un plato de leche, deseando que se corriese en mi boca y me la llenase con su semen.

Me fui girando poco a poco sobre ella, quedando mi polla a la altura de su boca para que me la mamase ella también en un delicioso 69. Sentí su lengua rozarla, como sus labios chupaban mis huevos hasta que se la metió en la boca mientras sus dedos hurgaban en mi culito y me introducía uno hasta el nudillo, lo que me volvió loca de placer y aumentar el ritmo de mi mamada. Al poco rato ya eran dos los dedos que tenía dentro de mí, y en ese momento ya no pude aguantarme. Me la saqué de la boca y me puse a horcajadas sobre ella, mirándola, a la vez que mi mano cogía su polla y la guiaba a mi hoyito, dejándome caer sobre ella para metérmela casi de una sola vez.

Me sentía totalmente empalada, llena de su polla, sentada quieta sobre ella con mis manos en sus

tetas

. Poco a poco empecé a mover mis caderas, despacio al principio en suaves ondulaciones, más deprisa después, disfrutando de la sensación de tener toda su polla dentro de mí. Me sentía tan excitada por tanto placer que al poco rato ya estaba prácticamente saltando sobre ella, sintiéndola entrar y salir, con sus manos acariciando mis

tetas

a la vez que las besaba y lamía, hasta que no pude evitar un increíble orgasmo que me hizo derramarme sobre su vientre con varios chorros que alcanzaron sus

tetas

e incluso su cara, muy cerca de su boca.

Sin embargo, a esas alturas yo seguía más que caliente a pesar de haberme corrido ya una vez mientras que su polla seguía enhiesta, dura, poderosa... De mis labios sólo salió una frase:

- Vuelve a metérmela, cariño, por favor. No te imaginas cómo he echado de menos tu polla y lo caliente que me pones...

- Yo también te he echado de menos, cielo, y mi polla también. Mira cómo me tienes...

- Sandra, por favor, fóllame. Ninguna polla me folla como la tuya...

- Ponte a cuatro patas como si fueras mi perra, puta mía...

Esto último me lo dijo con cierto toque de autoridad que me excitó más todavía. Haciéndole caso me puse en la postura que me había dicho (ordenado, sería la expresión correcta), sintiendo un azote en mi culo que me hizo lanzar un “¡¡¡Ay!!!” por el leve dolor que sentí, aunque quizá fuese porque me pilló totalmente desprevenida. A ese azote le siguió otro, y otro más (perdí la cuenta), mientras la punta de su polla ya se encontraba nuevamente en la entrada de mi culo con mis manos separando mis nalgas para ofrecerle mi hoyito. Mis gritos de placer ya debían oírse en todo el edificio, pero a mí me daba absolutamente igual.

  • ¡¡¡Dios, amor, fóllame ya!!! ¡¡¡Te necesito dentro de mí!!!

  • Sí, puta mía. Voy a follarte hasta hacerte gritar de placer...

  • ¡¡¡Sí... Átame, encadéname!!! ¡¡¡Hazme tu perra, tu puta, pero no dejes de follarme nunca!!!

  • Mmmmmmm... Así, mi putita preciosa... ¿C

ómo te sientes ahora que tienes la mitad de mi polla dentro de ti...?

  • Uffff.... Sigue empujando, cariño, métemela toda...

Para acomodármela mejor empecé a mover mis caderas en círculos alrededor de su polla, empujando de vez en cuando hacia atrás para acompañar el movimiento de sus caderas que, a esas alturas, se movían haciendo que su polla entrase y saliese de mí como un pistón de carne a un ritmo desbocado con sus huevos chocando contra mis nalgas, aceptando dentro de mi interior aquella gruesa barra de carne que me hacía gritar de placer.

- ¡¡¡Ayyyyy!!!! Dame más, cariño... Uffffff... Métemela, soy toda tuya... Mmmmmmm... Entiérrame tu polla y lléname mi culo con tu semen...

- ¿Así, zorra...?

– Decía mientras seguía acompañando sus movimientos de azotes en mis nalgas.

- ¡¡¡Sí!!! Dame, cariño, rómpeme el culo, soy tuya... ¡¡¡Sigue!!! Soy tu puta, tu perra... ¡¡¡Qué delicia!!!

De repente, como si ambas fuéramos una sola empezamos a dar espasmos, inicio de un demoledor orgasmo, explotando las dos a la vez que gritábamos de placer. . Dando gritos de placer explotamos, cayendo mi semen sobre la cama y el suyo inundándome el culo, cayendo las dos derrumbadas sobre la cama, ella encima de mí. Con su polla aún semirrecta hacía esfuerzos por sacarla, lo que yo no permitía atrapándola con mi esfínter. Giré un poco mi cabeza para besarla, logrando por fin salir de mi interior y quedamos abrazadas en la cama, besándonos apasionadamente con nuestras lenguas entrelazándose en nuestras bocas. Durante un breve instante cesó de besarme, mirándome a los ojos a la vez que me hablaba en un leve susurro.

- Cariño, si mañana te portas como esta noche va a ser un espectáculo memorable...

Volví a besarla, y cerré los ojos con mi cabeza apoyada en su hombro. Nos quedamos dormidas así, hechas un ovillo en la cama, aunque sus palabras continuaron resonando en mi cabeza hasta que por fin el sueño me rindió...

¡¡¡Besos a tod@s!!!