Despues de 20 años fui infiel a mi marido 7

Esta vez lo hicimos en la oficina

Yo ya no podía prescindir de Diego, mi cuerpo lo necesitaba, cada día sin él era un suplicio, una angustia.

Ese fin de semana había cogido con mi marido pero solo para satisfacerlo a él, a mi no me movía ni un pelo, es más lo hacía acabar cuando yo quería y listo, a dormir, que distinto el sexo que teníamos con Diegui.

Llame a mi brillante amante el lunes y le dije que quería verlo, besarlo, tocarlo hacerle de todo. Me dijo que al día siguiente lo quería hacer en su oficina, que llegara media hora antes de la hora y nos encontráramos allí.

Le dije que estaba loco, que alguien podía vernos, que era muy arriesgado, pero Diego insistió. Yo aflojé, no podía negarle nada últimamente.

Al otro día, me fui impecable, con una ropa interior hermosa, una tanguita muy cavada y un sostén que prácticamente era un hilito que tapaba el pezón, nada más. Me puse un trajecito sastre, elegante y sexy, muy sugestivo.

Nos encontramos a un par de cuadras e ingresamos con su coche al estacionamiento de la empresa, a esa hora estaba desierto. Bajamos del auto y tomamos el ascensor, inmediatamente su mano fue a mi trasero, me lo apretó con ganas, como tomando posesión, y realmente era suyo. Y además me besó apasionadamente. Le dije que tuviera cuidado, que nos podían ver, que aguantara hasta su oficina, yo estaba muy nerviosa, era muy arriesgado pero a la vez muy excitante, la adrenalina me brotaba por todo el cuerpo.

Entramos a su oficina, cerró con llave y nos abrazamos muy fuerte, Diego me sacó la chaqueta y se prendió de mis pechos, me los besó muy fuerte, yo comencé a quitarle la corbata y a desabrocharle la camisa. Su saco voló por el piso al igual que mi falda y su pantalón, los dos estábamos en ropa interior. Mi tanguita era muy finita y estaba metida en mi cola, Diego ni me la quitó, y al igual que la primera vez, me penetró por el costado. Su hermosa pija rozaba la tanguita y se metía en mi concha sin parar, yo estaba como loca, era una mezcla de nerviosismo, orgasmo y excitación. No podía gritar, pero tenía muchas ganas de hacerlo. Me acostó sobre el escritorio y me la puso como nunca, su pene estaba durísimo, entraba como nada.

Luego me dio vuelta y me cogió por el culo, ya sin tanguita, y esta vez sin gel, un poco me dolió, pero el placer era tan grande que no me importaba. Sus manos eran como las de un pulpo, y tocaban todo, iban de mi concha a mis tetas y me apretaba con todo. Yo había acabado, pero parece que Diego andaba inspirado y aún le duraba el primero. No habría tiempo para el segundo. En un momento, Diego la sacó de mi culito y me dio vuelta. Sin pedirme permiso, prácticamente la puso en mi boca, dio por sentado que a partir de allí tendríamos sexo oral, la idea no me disgustaba, pero me hubiera gustado que me preguntara. De todas formas su pene estaba hermoso, todo mojado después de penetrar mi culo y mi vagina y transpirado. Me la puso en la boca entera, yo me puse de rodillas y se lo comí. Él me tomó la cabeza y me hacía comerla hasta el fondo y se excitaba. En un momento me acabó dentro de la boca, era la primera vez que sentía el gusto de la leche caliente en mi boca. Se la chupe toda. Cuando él acabó, seguí besándole los testículos y toda la pija, estaba muy excitada.

Diego me alcanzó una toalla para que me secara hasta ir al vestuario y poder lavarme. Me besó muy tiernamente y me preguntó si me había gustado. Le dije que sí, que había sido un poco salvaje pero que adoré tener sexo con él en su oficina, pero que prefería hacerlo tranquilos en otro lado. Me dijo la próxima vez te cojo en tu casa, quiero penetrarte y hacerte gozar donde dormís con tu maridito, quiero que veas la diferencia que hay con él. Le dije que estaba loco. Insistió, me dijo, buscá la oportunidad que no te vas a arrepentir....