Despierta

Despertar en el sofá

Las escenas de tocamientos en el sofá fueron pocas debido a que casi nunca nos dejaban solos, solo algún sábado que otro cuando mamá se iba a atender su pequeño negocio para turnar a su empleada, teníamos toda la tarde para nosotros, tu trabajabas por la mañana en tu despacho y yo jugaba al tenis hasta medio día en el club cerca de casa, ese sábado sabia que volveríamos a estar toda la tarde a solas en casa, yo no hice planes con mis amigas, quería estar contigo, necesitaba que me "tocaras", que me enseñaras a gozar de mi cuerpo.

En el colegio con mis amigas los temas sexuales estaban presentes en nuestras conversaciones, algunas ya tenían rollos con algún chico, yo por mi parte solo me había besado inocentemente en un par de ocasiones con un compañero que se mostraba mas interesado por el futbol que por mí. No me faltaban pretendientes, y tonteaba tanto como me apetecía con unos y otros, en este curso la comidilla de las compañeras era que unas amigas habían sorprendido a una chica de otro curso con un chico haciéndole un "dedo" y ella una "paja". Un dedo, una paja, no era nuevo para mi, pero en esta ocasión mi curiosidad supero al desinterés que en otros momentos tuve.

En mi cama y sobretodo después de las sesiones contigo en el sofá yo misma me tocaba, exploraba mi cuerpo presa de una febril excitación que desde mi torpeza e inocencia era incapaz de aliviar, acariciaba mis pechos como lo hacías tu pero no era lo mismo, pellizcaba mis pezones erizándolos y endureciéndolos hasta el dolor sin conseguir calmarme, introducía un dedo en mi sexo apretando las piernas y moviendo las caderas y solo conseguía excitarme aún más, acariciaba con la yema de mi dedo índice el botoncito que aquel día tocaste un instante arrancándome un gemido y sentía morir de placer pero no lograba llegar al famoso orgasmo del que todas mis amigas hablaban como si fueran expertas sexólogas...

Aquel sábado llegue del tenis acalorada y sudorosa, la casa estaba aun desierta, me di una ducha que en aquel caluroso verano me dejo fresca y limpia, desnuda en mi habitación planee que ropa me pondría hoy para ti, elegí una camisa fina y amplia de pijama con botones por delante y con amplio escote, era tan amplia que a nada que hiciera una leve inclinación dejaba expuesto mi joven y desafiante pecho y por otro lado me llegaba hasta medio muslo. Pensé en no ponerme nada más y baje al salón para "ensayar"... me pareció excesivo, al acostarme boca arriba la camisa se levantaba lo suficiente para entre la abertura del ultimo botón dejar ver mi sexo con su incipiente y lacio bello, era demasiado, no me atrevería, así que subí de nuevo a mi cuarto y elegí para ti las braguitas mas pequeñas ya que en ese tiempo aun no usaba tangas, aun así eran mínimas tipo bikini, de esas que unen sus dos triangulitos con un fino hilo en las caderas.

Cuando llegaste con mamá y antes de sentarnos a comer, adopte todas las posturas "inocentes" imaginables para enseñarte mis tetas y mis escasas braguitas, y sentí tu mirada en cada ocasión llena de lujuria y deseo, leías la prensa cuando fui a avisarte de que la mesa ya estaba puesta, me incline ante ti para darte un beso en la frente como hacia tantas veces y al hacerlo mis pechos descarados y desnudos para ti se mostraron a tus ojos sedientos, al darme la vuelta para irme sentí tu mano en mi culito dándome un cariñoso cachete y diciéndome "estas preciosa chiquitina".

Durante la comida sentí como tu mirada escrutaba mi escote y al terminar cuando me lavaba los dientes ante el espejo del baño me sentí perversa, estaba impaciente y excitada, esperaba que mamá nos dejara solitos lo antes posible, llegue al salón y allí estabas, en tu esquinita del sofá con los pies sobre aquel puf, mama frente a ti en su sillón, solo faltaba yo en tu regazo para completar el cuadro cotidiano, hacia mucho calor, hoy también tu llevabas puesta una ligera camiseta y pantalón corto muy holgado, me senté a tu lado y dando un suspiro de placer me tumbe boca arriba poniendo esta vez sobre tu regazo mi cabecita, esta vez elegí bien el lugar donde apoyarme para "sentirte" mejor.

Mamá se fue a trabajar y tus caricias dejaron de ser castas para mi en el mismo momento en que sentí la puerta cerrarse tras de ella, como el calor apretaba me subí cuanto pude las mangas de la camisa y distraídamente me desabotone el ultimo botón de mi escote sin abrirlo, esperaba que lo hicieras tu...

Y volví a dormirme sin dormir, y tu mano volvió a mi pecho, también sentí tu mirada en mis braguitas que asomaban inocentes al final de la camisa, tu impaciencia te hizo ser imprudente, esta vez no esperaste tanto tiempo para asegurarte que estaba dormida, tampoco tu mano se resistieron a tocarme descaradamente, apretabas mi firme pecho que apenas eras capaz de abarcar con ella y mi respiración delataba mi excitación cuando entre dos dedos aprisionaste mi pezón haciéndome estremecer de placer, no pude contener la necesidad de apretar mis muslos uno contra otro para sentir palpitar mi sexo, y ese movimiento que yo creía imperceptible lo notaste inmediatamente, tu mano no dejo esta vez mi pecho pero si quedaste parado y me preguntaste dulcemente: -duermes chiquitina?- no me atreví a contestar, seguí con los ojos cerrados sin sabes que hacer o decir, repetiste de nuevo: -duermes?- con apenas fuerza por el efecto del pudor y la vergüenza que me daba apenas acerté de articular un apenas audible "no".

-te gusta que te acaricie? -me dijiste-

-si -repuse azorada-

-quieres que siga haciéndolo?-

-si porfa -repuse esta vez mas claramente-

Y seguiste haciéndolo, ya sin recato, descaradamente, tu erección se hizo patente bajo tus finos pantalones y junto a mi mejilla, te sentía palpitar y apretaba mi cara contra ti para sentirte mas, necesite tocarte y levante un brazo para llevarlo distraídamente junto a mi cabecita, al apoyarlo en tus piernas hice coincidir el reverso de mi mano con tu sexo palpitante, en tanto que tu ya con las dos manos acariciabas mis dos pechos arrancándome gemidos sordos de placer y haciendo que mis piernas se apretaran con movimientos de caderas estremecida de excitación.

No pude contenerme, abrí mi mano y agarre tu sexo por encima de la tela del pantalón, esta vez fuiste tu quien gimió.

-niña, estas segura de que debemos seguir -dijiste-

-si papá, porfi quiero que sigas -te conteste-

Incorporándote un poco te bajaste los pantalones y dejaste al aire tu pene con una erección que a mi me pareció enorme, gire mi cabecita para verlo mejor y a escasos centímetros de mi cara quede maravillada con aquel pene duro y palpitante en el que las hinchadas venas dibujaban su contorno, lo volví a agarrar, esta vez piel contra piel, sentí su dureza en mi pequeña mano que apenas lo abarcaba y también sus palpitaciones, acerqué mi cara un poco mas para besarlo, y lo bese, recorrí con mis labios aquellas venas que me hechizaban y tire con mi mano de la piel para dejar su cabeza al desnudo, roja, poderosa y brillante.

Cautivada por aquella visión me percate de que una mano tuya había dejado mis tetas para buscar mis braguitas, me tocaste por encima de ellas al tiempo que yo dejaba mis besos en tu sexo, apretaste justo en el lugar donde mi clítoris excitado te esperaba y me estremecí de placer, retrocedió tu mano para volver a mi esta vez por debajo de la goma de mis braguitas, acariciaste mi incipiente bello y tus dedos juguetones buscaron la humedad de mi interior que ya manaba copiosamente.

Acariciabas el interior de mi sexo al tiempo que yo perdía el juicio presa de una excitación frenética, necesitaba explotar, quería que me iniciaras ahora mismo, necesitaba conocer el placer sexual hasta el final.

Te levantaste, te desnudaste frente a mi, mis ojos no perdían detalle de tu cuerpo, pero seguían hipnotizados con tu erección que apuntaba al techo, yo inexperta e inocente permanecí inmóvil en el sofá esperando que tu me enseñaras, te arrodillaste frente a mi y empezaste a besar todo mi cuerpo, lamias mis pechos, succionabas mis pezones mordisqueándolos suavemente y hacías que me volviera loca de deseo, metiste tus dedos por las tiras laterales de mis diminutas braguitas para quitármelas, te lo facilite subiendo mis caderas para que pudieras liberarme de ellas, así desnudos los dos mi mano busco tu sexo mientras las tuyas se apoderaban junto a tu boca de todo mi cuerpo. Mi mano acariciaba tu pene y tus testículos insaciable, tus manos y tu boca recorrían mi cuerpo adolescente hambriento de sexo.

Me diste la vuelta, acariciaste mi pequeño culito y mi espalda, me pusiste de rodillas y me miraste largamente desde atrás mientras hurgabas en mi inundado sexo arrancándome gemidos de placer y volviste a darme la vuelta para sentarme frente a ti, besaste mi frente, mis labios, mis pechos... mi sexo, sentí tu lengua penetrar en él y me desmorone de excitación y placer, tu lengua jugaba con mi sexo y mis caderas se movían cabalgando sobre ella, estaba enloquecida de placer y excitación, mi cuerpo temblaba febril, perdi el control de mi misma totalmente hasta que estalle en tu boca con una increíble sensación que me hizo perder el conocimiento por el inmenso orgasmo que recibí de ti... mi primer orgasmo...

Cuando volví en mi apenas pude abrir los ojos, seguías allí de pie mirándome, acariciabas tu sexo frenéticamente con tu mano derecha y escuche y vi como alcanzabas tu orgasmo y nuevamente quede impresionada al ver como el semen manaba copiosamente de él.

Cuando te recuperaste me cogiste en brazos como cuando era niña, y me llevaste al baño, yo estaba tan aturdida, desmadejada y feliz que apenas podía moverme, me depositaste en la bañera y me duchaste, me dejé hacer, senti nuevamente tus manos enjabonadas por cada rincon de mi cuerpo y volviste a incendiarme... me vestiste dejándome nuevamente en el sofá, después te duchaste tu y al volver al sofá nos sonreímos, un poco avergonzados los dos nos preguntamos el uno al otro al mismo tiempo: "-te gusto?-" la coincidencia nos hizo reír...