Despidiéndome de tu cuerpo
Tú estabas enfadada porque no me había dignado a despedirme de ti antes de que partieras, pero en el aeropuerto nos llevamos ambos una grata sorpresa...
Tenía que despedirme de ti. No te lo había dicho, incluso había logrado hacerte creer que no me importaba tanto, pero llevaba soñando con este momento demasiado y no podía dejar que te fueras sin despedirme. Todavía no sabía cómo realizar la sorpresa, y en lo único que pensaba mientras descargaba mis nervios en el acelerador era si de verdad merecía la pena habértelo ocultado o si habrías ya habrías embarcado antes de que yo llegase. En las películas americanas todo esto es mucho más fácil: ellos demuestran a los guardias de seguridad su amor eterno, llevan rosas, bombones y son actores famosos. No me quiero ni imaginar cómo reaccionarían en el control de seguridad si les dijera 'no tengo vuelo, pero es que tengo que despedirme... ¡ENTENDEDME!'. No, obviamente, no era una opción viable. Pero la magia de todo este asunto residía en el factor sorpresa. Merecía la pena arriesgar. Iba a salir bien. Iba a salir bien. Tenía que estar seguro de ello. Por si acaso continuaba pisando el acelerador lo que la chatarra de mi coche me permitía. Iba a salir bien. Porque yo necesitaba despedirme de ti.
Después de dejar el coche donde malamente pude e interrogar a mi reloj cada cinco segundos para comprobar que no se me estaba haciendo demasiado tarde, entré en el aeropuerto buscando cualquier signo que pudiera hacerme intuir por donde estabas. "Joder, esto es jodidamente grande", no dejaba de pensar. "Todo va a salir bien". Debía convencerme. Aunque luego terminasen por salir mal todos los planes, si de verdad quiero despedirme de ti y que me recuerdes por lo menos tanto como sé que yo haré contigo necesitaba conseguirlo con actitud. Tenía que convencerme, pero no ayudaba ser incapaz incluso de recordar tu número de vuelo. "Piensa, joder, piensa...". Cerré los ojos. Respiré hondo una, dos, tres veces. Poco a poco iba imaginando el puzzle en mi cabeza. Te encontraría. Luego me acercaría sin que me vieses cuenta. Bromearía. Quería saludarte con... bueno no, mejor no. Me lo reservaría. Pero para todo eso tenía que encontrarte. Joder, quería encontrarte sin llamarte y preguntarte que... "claro, ¡lo tengo!". No hacía falta más. En ese momento comenzó a tomar forma cómo iba a conseguir que esa fuera una de las mejores tardes que recordásemos en mucho tiempo... aunque he de reconocer que me encantaba dejar la mayor parte a la improvisación. Confiaba en que, como siempre, acabases exprimiendo lo mejor de mí.
'¿Ya llegaste al aeropuerto?', te pregunté al teléfono, poniendo la más inocente de mis voces para que creyeses que simplemente quería desearte suerte antes del vuelo. 'Vamos a entrar ahora, que se nos ha hecho un poco tarde'. El hecho que no fueses sola era un elemento con el que no sabía qué hacer, pero estaba esperando que se me ocurriese algo. De todas formas, en un principio sólo necesitaba despedirme, así que tampoco era mucho problema pero... siempre he agradecido intimidad contigo. Y en ese momento, especialmente. '¿Estás nerviosa? Espero que no te pierdas porque es un horror ese aeropuerto', 'hemos entrado por la Terminal dos y espero saber guiarme un poco. Si acabo de llegar casi, estoy subiendo las escaleras del principio'. Si de verdad no llegaste a darte cuenta de que estaba totalmente ahogado en esa ocasión es que soy un actor envidiable o tengo una capacidad torácica increíble porque era realmente incómodo tratar de mantener una conversación mientras intentaba alcanzarte corriendo con todo lo que pudiese dar mi cuerpo. No quería perderme la oportunidad. No podía perdérmela. 'Pero... ¿estás en le primer edificio, no? Ese sitio es un caos...', disimuladamente trataba de recabar toda la información. 'Sí, aunque por suerte esto está menos lleno que normalmente...'. Continúe haciéndote hablar todo lo posible para conseguir alcanzarte y que no te dieses cuenta de mi extraña respiración, aunque con la pequeña carrera que me había pegado estaba realmente cerca de dónde creía que habías entrado. Fue entonces cuando te vi. Tú reaccionaste poniendo cara de no entender nada al escuchar en el teléfono 'ah, ok, muy interesante' y darte cuenta que esta fue la última frase antes de que yo colgase. La verdad es que sólo por ver la cara que pusiste cuando te colgué, mereció la pena el viaje. Fue todo un espectáculo.
Podía escuchar perfectamente cómo te quejabas por no entender nada de lo que había pasado, y yo aproveché que estabas tan distraida para acercarme disimuladamente desde detrás tuya hasta llegar a tu altura. 'Perdone, ¿tiene usted hora?' pregunté golpeándote suavemente tu hombro y esbozando una tímida sonrisa que se ensanchó hasta su límite cuando te abalanzaste sobre mí gritando cualquier cosa que te pasase por la mente. Fue otro de los momentos memorables de la tarde el sentir cómo me abrazabas con todas tus fuerzas agradeciéndome haber venido mientras tus labios blasfemaban por lo estúpido que era al comportarme así... tienes suerte que siempre confíe más en tus actos que en tus palabras. Yo en ocasiones siento que vivo por esos momentos. Desde entonces la tarde ganó mucho. Sólo era capaz de bromear con estupideces para compensar el cierto mal rollo que me daba pensar que te ibas a ir en unas horas, además del hecho que ambos estábamos soñando con algo más de intimidad. Pero cada paso el control de seguridad estaba más cerca. Tenía que buscar algo y por tus ojos sabía que estabas en al misma situación que yo. Es realmente placentero saber que estás perdido por alguien y encontrar en sus ojos la misma sensación. Siendo sinceros, creo que fue ese en verdadero detonante a que me atreviese. Pero lo hice. Y lo agradecimos los dos. Bueno, realmente yo un poco más pero sólo por el detalle de poder recordarlo en otras ocasiones. Porque créeme que aproveché que pudiese recordarlo.
La excusa realmente fue lo de menos. Sólo tuve que sururrarte 'necesito cinco minutos antes de que te vayas, diles que se te ha olvidado algo, haz que te llaman o...' cuando iba a continuar con las ideas me dí cuenta que nadie nos estaba mirando y terminé la frase mordiéndote la parte superior de la oreja. Entendías perfectamente la situación, y simplemente aprovechaste que querían llamar a su familia antes de entrar para anunciar que ibas a ir al baño. Yo te acompañaba hablando de cualquier tema que se me ocurriese, dando a entender que ni siquiera me había dado cuenta que te estaba acompañando a un baño. Y fue cuando estaba comentándote el chiste más horroroso que podía improvisar el momento en que giramos la esquina y, de reojo, ambos descubrimos que habíamos perdido de vista a quiénes te acompañaban. Ya no tenía sentido ocultarnos, ni contenernos. Ya no importaba que te fueras en unos minutos o unas horas, o que lleváramos tiempo sin vernos. Sólo pasaban por nuestra cabeza las últimas conversaciones, los últimos recuerdos, y las ganas que no podíamos ocultar. Y te devoraba. Literalmente. Quién nos estuviese viendo probalemente se haya asustado al ver cómo te golpeaba contra la pared para morderte los labios entre beso y beso, mientras tú te cogías de mi cuello para que no me separase.
Todavía recuerdo la sensación de hundir mis dedos en tu pelo para tirar con cuidado y exponer tu cuello para morderlo. Estaba logrando que gimieses tan solo por las ganas contenidas, y estoy seguro que tú llegaste a sentirme palpitar. Pero no te molestaba. Como tampoco nos molestaba estar rodeados, de hecho ni siquiera éramos conscientes. Yo recorría tu espalda con la intención de pegarte más a mí, mientras tu continuabas suspirando con cada mordisquito que te regalaba. Fui bajando hasta colgarme con el dedo pulgar de tus vaqueros para poder disfrutar de tu trasero mientras volvía mi lengua a buscar la tuya. Eso pareció activarte, porque esta vez fuiste tú la que te atreviste a bajar las manos a mi cadera para clavarme en ti aprovechando que la posición te ocultaba para tantear con tus dedos la delantera de mi pantalón. 'De verdad, cuando creas que es mejor que pare dime basta, pero yo hoy soy incapaz de ponerle freno a mis deseos. Te necesito... no me pidas que me controle, porque no podré' te susurré antes de coger la mano que habías acercado a mi bragueta para tirar de ti. Tenías tantas ganas que acabaste adelantándome en la marcha, siendo tú la que me guiases al baño femenino.
La verdad es que me asombró mucho tu valor a la hora de entrar en el baño sin siquiera pensar en si había alguien dentro, o si nos estaban viendo; aunque me gustó pensar que era causa de las ganas que teníamos. Porque no nos faltaban. Al entrar en el baño de chicas, y antes de meternos en una de las cabinas, nos quedamos mirándonos reflejados en el espejo. Había fuego en nuestros ojos. Ni siquiera nos dimos cuenta que ya tenías pelos de loba del juego antes de entrar y el cuello en carne viva con pequeñas marcas de mis colmillos. Tampoco de que yo tenía la bragueta abierta y los vaqueros descolocados, ni de parecía que veníamos de una maratón por cómo respirábamos. Con esos ojos de lujuria estabas espectacular, y cuando me viste morderme los labios con fuerzas supiste que no podíamos hacerlo esperar más. Me miraste directamente clavándonos los ojos unos segundos, tras los que yo te empujé abriendo la puerta del baño para continuar devorándote cuando chocases contra una pared.
Pensándolo ahora, espero que hubiese alguien en esos momentos en el baño porque el espectáculo que dimos seguro que le inspiraría en otros momentos; pero no éramos capaces de contenernos. Yo te coloqué contra una pared y recorría tu costado haciendo presión mientras tú separabas los brazos aprovechando para hacer contrapeso en la puerta por si alguien se apoyaba. Cuando mis manos llegaron a la altura de tus pechos las arrastré sobre la camiseta para colocarme sobre ellos y sentirlos por fin entre mis dedos. Te hizo reír ver como yo paraba momentáneamente de besarte para soltar un suspiro disfrutando del momento. No eres capaz de imaginarte la cantidad de veces que soñé con hacer eso. quería ser capaz de memorizar incluso el más mínimo detalle porque me iba a hacer falta mientras tú no estuvieras. 'Disfrútalas, que son para ti', me susurraste de camino a mi cuello para recorrerlo con tus labios mientras yo me había separado un poquito muriéndome de ganas por verlas aunque fuera sobre la camiseta. Sólo fui capaz de responderte con una sonrisa. Me dejas sin habla cuando me sorprendes con tu lado más divertido, y sabes que no es nada fácil.
Te gustaba jugar con mi pelo mientras yo te admiraba y me enganchaba a tu camiseta para subirla poco a poco arrastrando la mano sobre tu tripa. Me encanta sentir como mis dedos hacen presión sobre tu piel en el contacto, por eso creo que podría pasarme la vida masajeándote sin llegar a cansarme. Ponía todo lo que era capaz para mantener la calma y subir poco a poco las manos, pero cuando noté que mi dedo pulgar chocó contra el aro de tu sujetador y tú reíste al ver mi sonrisa más pícara. Decidí que quería volver a comerme esos labios antes de continuar descubriendo tu cuerpo y tú aprovechaste que me acercaba para tratar de buscar mi trasero con tus manos sobre los pantalones. Mientras continuaba saboreándote y con los ojos cerrados levanté sobre tu sujetador la camiseta y fui descendiendo por el recorrido de tu cuello parándome a cada paso con un beso hasta llegar a tus clavículas. Entonces volví a separarme un segundo para clavarte la mirada en los ojos y luego bajarla al nuevo espectáculo que había liberado. Estaban aprisionadas bajo ese sujetador negro con el que me habías tentado otras veces, y la verdad me gustó el detalle. 'Sé que lo estás deseando', me dijiste con esa sonrisa que no te había abandonado desde que entramos. 'No eres capaz de imaginarte cuánto', susurré antes de con un dedo liberarlas lo justo para poder colocar el pezón entre mis labios y poder disfrutarte de una vez por todas. 'No creas... que lo deseabas... mucho más que yo...' soltaste entre suspiros mientras sentías como mi lengua recorría lo recorría en círculos sorprendiéndote con algún pequeño mordisco de vez en cuando.
Me gusta jugar con tu pecho con una mano mientras mi boca está ocupada con el pezón, y sentir como entre los dedos se siente su textura y... lo siento, me centro en lo que estamos hablando y dejo de recordar esos detalles. Pero seguro que recuerdas que ese momento fue justo cuando oímos que la puerta del baño se abría y contuvimos la respiración unos segundos mientras nos mirábamos. Casi nos entra un ataque de risa de la situación, y a mí no se me ocurrió más que susurrarte un 'confío en que te contengas' y continuar con mi tarea esta vez algo más pasional ya que el morbo me podía. Aproveché mientras con la otra mano para bajarla y recorrer tu vientre hasta el botón del vaquero; aunque antes de desabrocharlo introduje un poco mis dedos dentro de la suave tela de tus bragas para acariciar con las yemas el inicio de tu monte. Creo que me excitó tanto ese movimiento casi inocente como a ti, porque cuando lo hice clavaste tus dedos en lugar de continuar con las caricias que me estabas regalando por el cuerpo. La sensación de tenerte entre mis dedos y sentir que te estoy haciendo disfrutar es algo que nunca seré capaz de describir. Recuerdo que justo cuando acariciaba suavemente con mis uñas tu vientre al salir fue cuando los pasos salieron del baño.
'No aguantaré mucho más' me dijiste mientras yo reaccionaba al sonido de la puerta cerrarse y te quitaba un botón mientras me separaba de tu pecho para volver a tus labios. Recuerdo la imagen de verlas fuera del sujetador, sonrosadas y brillantes por mis atenciones y... bueno la verdad es que me regalaste un recuerdo esa tarde del que abusar mucho tiempo, y en definitiva esa era la intención. 'No te preocupes porque no soy capaz de contenerme yo' te contesté volviendo a posar con delicadeza mis labios sobre los tuyos. Mis manos bajaron a tu cintura y ensancharon un poco los vaqueros antes de meter la derecha por el camino que antes recorrieron las yemas de los dedos pero esta vez la palma entera. Sentías cómo te hacía presión con la muñeca mientras los dedos iban al encuentro de tu pubis que lo encontraron encharcado. Creí que me corría sólo de saber que estabas así, y para controlarme lo pagaron mis dientes con el lóbulo de tu oreja. Joder, llevaba demasiado soñando eso. Apoyé un dedo sobre cada uno de los labios para acariciarte y recorrerte antes de entrar, pero no pude alargar mucho esa tortura. Sentía cómo palpitabas y eso provocaba que sobre tu muslo notases mi entrepierna golpeando por salir. Entonces metí uno de los dedos entre los labios para buscar la parte superior y acariciarte poco a poco. Tú optaste por buscarme la bragueta, pero mi mano libre te apartó la muñeca con firmeza, 'ahora sólo existes tú' te susurraba mientras mi dedo paró de acariciar tu perla para entrar dentro de ti. Se te escapó un suave gemido que me dio vía libre para hacer lo que creyese oportuno. Así que se te olvidó por un momento mi bragueta y simplemente abriste los brazos para entregarte a mis dedos. Y yo te disfruté.
Mi dedo había dado permiso cuando lo creyese oportuno a que dos más se uniesen al juego, y mi boca se saciaba con tus labios o tus pezones, dependiendo del momento. Iba cambiando el ritmo para jugar con tu respiración, y a pesar de los pocos minutos que llevaba la partida delatabas que no te encontrabas muy cerca de la meta. De una de las metas, mejor dicho. Así que yo puse todos mis sentidos para conseguirlo. Aumentaba la fuerza y tú los gemidos, aumentaba el ritmo y tu pecho se movía mucho más rápido. Mi otra mano jugaba con tus nalgas, con tu pelo, tiraba de él, mis labios en tu cuello, en tu escote, en tus pechos, tus gemidos casi se entrecortaban con tu respiración, se podía escuchar un susurro de 'si.. si...' entre ellos, yo mordí un poco el pezón, más fuerza en los dedos, apoyaba mi mano en tus lumbares para poderle dar más fuerza, sentías como mis uñas se clavaban en tu espalda, te acercabas más, y más, y más... cuando sentí que dejaste de gemir porque entrabas en amnea, subí para morderte tu labio mientras mantenía los dedos dentro de tú con un suave vaivén para prolongarlo mientras mis labios robeaban el tuyo inferior. Sentí cómo te temblaban las piernas, cerrabas los ojos y te dejabas caer para que la mano de tu espalda aguantase tu cuerpo. Cuando los abriste, me encontraste con la más sincera de mis sonrisas a pocos centímetros de tus labios, pero todavía con el fuego en mis ojos. 'Lo siento, necesito más', te susurré antes de volver a besarte mientras mis dedos salían poco a poco de ti para luego acariciar esos labios buscando que se relajaran. 'Descansa, te necesito recuperada', te dije antes de volver a besarnos y acariciarnos. Esta vez te concedí algo de tregua, permitiendo que durante unos minutos fueran caricias calmadas y besos tiernos. Aunque he de agradecer que no tardases mucho en recuperar tú también el fuego en los ojos.
Volviste a buscar mi bragueta y esta vez no opuse resistencia. Con el juego tus vaqueros estaban casi a la altura de la rodilla y seguías con uno de los pechos al aire mientras el otro lo tapaba la camiseta descolocada, y me pareció una imagen espectacular. Fue entonces cuando se me ocurrió la idea que necesitaba perpetuar esa imagen. Tú, sin juegos ni medias tintas, quitaste el botón para liberar rápidamente mi miembro que te golpeó en el muslo alegrándose de ya no estar prisionero. Estaba absolutamente duro, y mientras movías la muñeca pudiste observar como empezaba a ganar brillo su cabeza. Pusiste cara de que te resultó incluso apetecible, tal vez por eso fuiste tú la que arrastrándose por la pared fuiste bajando poco a poco. Cuando estabas casi a la altura del ombligo sentiste como mis manos te cogían del costado bajo los hombros para volver a incorporarte. 'Te dije que hoy era tu día', y antes de que pudieses articular una pega volví a besarte. Continuabas moviendo poco a poco la muñeca así que creí que una parte de tu cuerpo volvía a requerir cierta atención y eso hice. Esta vez creo que lo encontré casi más mojado, y aunque no jugaba con tanta delicadeza al principio parecía que le sabía a poco. Fue él el que me pidió que diese el siguiente paso. Y yo no podía defraudarle. Me alejé unos pasos y entendiste perfectamente de qué se trataba. Saqué de mi bolsillo un preservativo y lo abrí con la torpeza que me caracteriza. Me encanta saber que te puedo hacer reír incluso en esas ocasiones. Acercaste tu mano para ayudarme a ponérmelo cuando lo saqué de su envoltorio mientras continuabas riéndote con inocencia. Era divertida la imagen de verte recorriendo mi miembro para extenderlo bien mientras ponías la cara más inocente que te había visto nunca. Cuando terminaste te miré a los ojos y te planté un tierno beso, uno de esos que sólo son un roce de labios. Al alejarme leíste mi cara perfectamente: aunque te quisiese y sintiese toda la ternura del mundo por ti, este no iba a ser el momento en que lo demostrara. Era una forma de pedirte permiso. Tu asentimiento sonriendo me dio toda la luz verde que necesitaba. Y entonces empezó el espectáculo.
Me puse a tu espalda para abrazarte mientras apoyaba mis manos en tu tripa e iba subiendo. Al asomarme por tu cuello te susurré 'estás preciosa desde este ángulo', y volví a devorar tus orejas. Tú sentías como mi cuerpo palpitaba en tu espalda y golpeaba tus braguitas. Dándole la espalda a la puerta cogí una de tus piernas y tú hiciste a un lado tus braguitas. Es increíble la sensación de mi cabeza golpeando tus labios intentando entrar, y con dos dedos me guiaste para que poco a poco fuera sintiéndome dentro de ti. Disfrutaba entrando poco a poco, quería alargar ese momento todo lo posible. Y creo que no te molestó lo más mínimo. Cuando notaste que ya me tenías entero dentro soltaste el aire que estabas conteniendo desde que empecé. Comencé con un poco ritmo mientras mis manos pasaban de tu cadera a tu cuello, jugaban con tu pelo, con tus pechos, recorrían tus piernas... tú te limitabas a apoyarte sobre mi pantorrilla clavándome las uñas cuando no querías desvelar tus gemidos. '¿Te gusta mi regalo de despedida?' te susurraba entre suspiros, a lo que tú asentías siendo incapaz de abrir los labios si querías contenerte. 'Pues creo que ya sé qué quiero yo para el mío... ¿me lo concederás?', en ese momento clavé mis dedos en los huesos de tu cadera para aumentar la fuerza y el ritmo. Seguías prefiriendo asentir que gemir, así que aproveché la situación. '¿Esperas que te eche de menos muriéndome de ganas hasta que vuelvas? Porque no me parece justo...', una de mis manos aprovechaban que había bajado el ritmo para sólo mantener la fuerza y podía liberarse buscando de nuevo tu pecho, 'creo que me merezco algo con lo que hacer tiempo en la larga espera'. Te temías qué podía ser, pero en ese momento te daba morbo incluso cualquier petición. Mi mano se alejó de tu pecho para coger mi móvil del bolsillo, y en un par de movimientos te lo tendió con la cara enfocando para tu cara. 'Me lo gané muchas veces... y no se me ocurre mejor momento que inmortalizar'. Sonreíste y me concediste el capricho.
'Estoy grabando esto', decías con la cámara cerca de tu rostro mientras yo te susurraba las primeras palabras, 'porque estoy gozando m... más que... nunca', había momentos que me gustaba jugar con el ritmo para provocar que te entrecortaras con gemidos 'y es mi forma de agradecértelo'. Sonreíste a cámara y yo opté por dejarte rienda suelta y volver a hacerle caso a tu cuello mientras me concentraba en mi cadera golpeando tu trasero. Tú comenzaste a ser consciente de la situación y a dejarte llevar porque el morbo estaba ganando a cualquier otro sentimiento posible, excepto ese cosquilleo que provocaba mi cuerpo entrando en el tuyo. 'Eres un cabrón por hacerme grabar esto', decías mirando a la cámara mientras te mordías los labios, 'pero así no vuelves a pedirme nada parecido'. 'Hasta que vuelvas...' maticé en un leve susurro en tu oído. Tú alejaste la cámara dejando que entrase en escena tu pecho botando fuera del sujetador y decidiste acercar el objetivo a esa imagen mientras con la otra mazo jugabas con ellas. Yo tuve que cogerte con ambas manos de la cadera para que no perdieras la estabilidad porque me volvía loco dejarte libre y que fueras tú quién hiciese todo eso. Cuando creíste suficiente espectáculo con tu pecho, bajaste poco a poco la cámara y me sorprendiste incluso a mí queriendo grabar eso.
Yo bajé el ritmo para que no se perdiese detalle en la imagen y... fue demasiado para mí. Después de unos momentos te quité la cámara de la mano y, parándola, la devolví a mi bolsillo. 'Sabes que...' comenzaste a decir tratando de mirarme a los ojos. Yo puse un dedo sobre tus labios. 'No te preocupes. Nadie. Y cuando vuelvas, la eliminaré'. '¿Y me la pasarás?', esa pregunta pudo conmigo. No me lo podía creer. Te ibas a cagar. 'No te hará falta, porque te haré inolvidable este momento'. Y cogí tus manos para lanzarlas al frente. Apoyé tu pierna sobre mi pie para que estuvieras de pié sobre mis empeines, sintiendo como tu cintura se cerraba y notabas el detalle de cada relieve. Yo me dejé llevar. El ritmo se volvía frenético y la fuerza se me iba de las manos. Tú apoyabas las manos contra la pared para mantener la resistencia, te encantaba sentirme golpear. Ya habíamos dejado de esconder nuestros gemidos, y estoy seguro que debieron oírnos cuando volviste a terminar sin ningún pudor esta vez. Volví a tomármelo con calma pero me quedaba poco, así que simplemente mantuve un vaivén ligero para prolongar tus escalofríos y terminar cayendo yo sobre tu espalda.
'Te debo una muy, muy grande', susurré todavía en tu espalda abrazado cuando recuperamos un poco de aliento. Te incorporaste y salí yo de ti poco a poco. 'Sólo te pido otra de estas. Por favor', dijiste premiándome con un beso tierno. Sé que todavía te gusta ser ese vídeo, por eso me pediste que describa cómo lo sentí yo. Disfrúta
Llevo un tiempo donde casi no puedo escribir, y al parecer mis relatos tan poco pasionales no sé si os gustan especialmente. Por lo menos espero que a alguien le haya merecido la pena la lectura... ¡que para eso está! Hace tiempo abandoné la fantasía que una mujer me buscase por haberme leído antes... aunque quién sabe, tal vez lo escriba en un relato!