Despertares

La presente historia se elabora a partir de hechos totalmente reales, algunos de ellos sacados de sus propios secretos, los cuales, obvio dejaron de serlos para mi; en verdad no me lo esperaba, nunca pensé que sucediera, según yo a tan temprana edad, fui muy inocente, jamás me imaginé de ese despertar tan temprano a los apetitos carnales

La presente historia se elabora a partir de hechos totalmente reales, algunos de ellos sacados de sus propios secretos, los cuales, obvio dejaron de serlos para mi; en verdad no me lo esperaba, nunca pensé que sucediera, según yo a tan temprana edad, fui muy inocente, jamás me imaginé de ese despertar tan temprano a los apetitos carnales, pero veamos como sucedió:

Todo comenzó cuando ella, ingresó a la preparatoria en una importante y prestigiosa institución privada, ahí de nueva cuenta apareció en su corta vida la imagen de José Angel, quien cursaba dos años delante de ella. Al verse de nuevo y empezar a tratarse de diferente manera, puesto que son primos, ella descubrió que le gustaba, que ejercía su atracción, y ella de alguna manera también se dio cuenta, que a él, ella también le atraía.

Así empezaron a salir, y en alguna de estas ocasiones, la llevó él a su casa, en donde se pusieron a ver una película, abrazandola por primera vez, haciendo que ella se sintiera a gusto con tal gesto. En alguna otra salida, él le dio por primera vez una nalgada, demostrando con ello, no solo el gesto cariñoso, sino su fuerte atracción por su trasero, el cual resulta en verdad bastante bien formado, pues aunque pequeño, en el se advierten la voluptuosas formas de un hermoso culito.

Es importante, indicar que en ese entónces, él tenía novia, pero le resulaba una relación conflictiva, sin embargo, creo fue un elemento que él utilizó en su favor, para presionar, sobre ella, quien desconocía que tan bien o mal pudiese estar esa relación, además de que le creaba un gran desanimo, el saber que la misma aunque mal continuaba. Ella, lucharía por llamar más aún su atención, para ello habría de utilizar no sólo sus atributos físicos, muy seguramente también otros, permitiendole mayores cosas a él.

En alguna ocasión y con motivo de la semana mayor, viajaron todos los primos juntos a la ciudad de San Antonio, Texas en los Estados Unidos, ahí él enfocó gran parte de su atención en ella, tanto como, que le hacía cariñosos masajes en su cabeza y en la espalda, y de manera deliciosa le pasaba sus dedos por su cara y labios de su boca. Estado solos,la llegó a cargar e incluso a tocarle sus nalguitas, ella hizo lo mismo, por primera vez se expresaron su mutua atracción, y le dio su primer beso; sin embargo la sombra de la novia de él, le perseguía, desconocía que estaba pasando y le daba miedo afrontar esa cuestión con él.

En ese viaje, ella descubrió que se gustaban e incluso que empezaba a florecer un nuevo y especial sentimiento entre ellos, ese fue el triunfal fruto de estar por dos semanas conviviendo juntos.

Un primer puente juntos. Pasando la semana mayor, Mara alcanzo a José Angel en el Puerto de Acapulco, siendo esto para ella toda una nueva aventura, pues fue su primer viaje sola y en autobus, él acudió en compañía de su mejor amigo a recogerla a la terminal, trasladandose de manera inmediata a la habitación que habría de compartir los tres. Cuando llegó a la habitación se dio cuenta que era un verdadero tiradero lo que había en él, el desorden reinaba en el mismo, pero eso no empañaba la ilusión de estar a su lado y mejor aún lejos y sin la presencia de una persona que ejerciera vigilancia sobre ellos. Dentro de los planes del amigo era acudir a una discoteca, pero ella no iría, pues aún no cumplía la mayoría de edad, lo cual le impedía ir a centros nocturnos. Asi que se resignó y permitió que ellos fueran, sin embargo esto no sucedió, pues José Angel no quizo ir, regresendose al cuarto en donde ella, sin imaginarselo, viajaba en sus pensamientos admirando y escuchando el sonoro ruido del mar desde la terraza de la habitación; sorprendiendose de que él se hubiera regresado. En fn que reunidos los tres y dada la hora, se pusieron su pijama cada uno, disponiéndose a dormir, no sin antes entrar en leve escarceo de juegos erótico, pues él aprovecho para sobar su hermoso culito, mientras jugaban a las cosquillas, además de abrazarla. Como todo tiene un fin, llegó el momento del regreso. No sin antes planear de nueva cuenta un posible regreso, pero esta vez, sólo ellos dos.

La relación se crecía cada vez más, se la pasaban largas horas juntos, en uno de esos días, después de haber ido a jugar tenis, ella fue a su casa, habían quedado de verse ahí. Ella como de costumbre subió a su cuarto, con el pretexto de ver la televisión, pero Mara, le debía algo de una apuesta que había realizado, él empezó a presionrle para que se la pagara, ella se negaba a cubrir su deuda, pues le daba pena y le dijo que no, distrayendola, José Angel empezó a jugar con ella en la cama, le hacía cosquillas, la mordía e incluso le agarraba sus nalguitas y muy seguramente de paso algo más. El caso es que el acabó acostado encima de ella abrazandola, cuando él le pidió que le hiciera araña (masaje suave), y al estar haciendolo, él para cobrarse la apuesta, le desabochó su brasier, adviertiéndole que si se lo ponía bien, él se lo quitaría, tal situación dio lugar a que por primera vez, él tocara sus turgentes, firmes y bellos pechos, descubriendo ella que tal caricia le despertaba placeres, había gozado con el atrevimiento.

Ya descubierto el gozo, pues se dice que hay que tirarse al pozo, así que esa situación del toqueteo, se repitió, pero lo increible es que, él siguió utilizando la famosa apuesta, pues de nueva cuenta en su casa y mejor aún en su cuarto, en esta ocasión José Angel ya le toco todo a Mara, es decir, las caricias fueron más y más intensas y en lugares incluso aín no tocados. Esto, se iba repitiendo semana a semana, cada vez que se veían, los juegos siempre estuvieron presentes, pero también ahora se hacían presentes en el cuarto de Mara. Él casi siempre, durante estos meses, le exigía le pagara la "apuesta", ella seguía negandose usando pretextos como que le daba pena, o que podía llegar alguien y ver lo que ocurría, eso le molestaba a él, pero no quitaba el dedo del reglón.

Por fin, tanto va el cantaro al agua, hasta que se rompe, lo que sucedió: Una noche estando Mara sola en su casa, llegó él a eso de las 10:30 de la noche, y el saco a relucir su cantaleta de la multi expresada "apuesta", ella debilmente se seguía negando, le daba pena; hasta que él se la quitó a la de a fuerzas, pues le quitó la pijama y solo quedó en su diminuta y breve tanga, pero eso sólo fue el comienzo, pues estando en su cuarto sobre su cama él la hizo se invirtiera en su posición respecto de la de él, es decir, acomodó su cara hacia los pies de él y lo de ella hacia la cara de él; para poder recorrer su virginal y hermoso cuerpo, las caricias, ahora si por primera vez eran de lo más erótico que ella estaba viviendo, incluso él con la intensa calentura, empezó a tocar sus incorruptos labios, introduciendo su dedo en la hasta entonces intocada y virginal entrada. Fue de lo más sensual que le había ocurrido. Solo hacía falta que ocurriera una primera vez, para se repitiera ahora de manera continua.

Desde luego, todo esto que había estado pasando, solo podía suceder con el consentimento de ella, pero en su ánimo siempre esta presente la enorme presión psicológica y moral que José Angel ejerce sobre ella, él le decía a ella que siempre debe de usar tanga, pero sobre todo cuando saliera o estuviera con él, además le inquiría sobre cuando viajarían de nuevo a Acapulco, pero en esta ocasión sin el amigo, sólo ellos, para así poder acostarse con él, o sea para empezar a tener sus primeras relaciones sexuales, aceptando ella de buen gusto, pues consideraba que si estaría bien, sin embargo esto tuvo que posponerse, pues él salió al extranejro en compañía de su mamá.

Concluido el viaje de José Angel, éste se presentó una noche de sabado (a las 11:30 p.m.) en casa de Mara, estando un rato solo con ella, solo el tiempo necesario para pegarle un caliente faje, lo cual a ella le pareció bien, sobre todo el hecho de que hubiese ido despues de haber estado ausente. Las lascivas caricias, cada vez se fueron intesificando más, ya no solo era el tierno beso, sino también las lubricas manoseadas en sus aún virginales genitales, las dulces y atrevidas caricias en los senos y en las nalgas, eso ya era una costumbre. Incluso él le proponía que el debiera de ser el primero en acceder a su precioso virgo, que a él le correspondía romper tan preciada barrera, incluso que si era necesario fuese antes de que ella se casase con quien fuere.

La presión y el manejo que él tenía sobre ella, siempre ha sido fuerte, no se que ella haya podido manejarla, le sobresalta el temor de perderle, de distaciarse y peor aún de terminar la relación. Mara siempre estuvo dispuesta a todo lo que el le pidiera, incluso a quitar o hacer a un lado sus frustaciones o enojos con cualquier otra persona, ¡como?, pues sencillamente debía de acceder a sus pretenciones, así en una ocasión acudió a casa de ella, no obstante que en el ánimo de él pesaba el haberse enojado con su mejor amigo, pero para ello, habría de cambiar tal estado de ánimo, como, pues haciendo ella un striptease, mismo que habría de repetirse cada vez que estaban solos. A ella cada vez le gustaba más y más que la tocara, que la llenara de ludicas y lascivas caricias.

Los sucesos habrían de subir de tono, pues así llegó el día en que ella, pidiendo permiso para quedarse en casa de alguna amiga, lo cual no era cierto, se fue a pasar una noche con él, en donde empezaron a aflorar aún más las caricias, sin que llegara a suceder aún nada. Pero, como no hay plazo que no se venza y termino que no se cumpla, por fin, y desde luego engañando a sus padres, Mara, volvió a quedarse otro fin semana con José Angel, y en esta segunda ocasión sucedió lo tan esperado y prematuro que habría de suceder:

Ya en su casa, en su cuarto, Mara tomo una de sus manos y la puso sobre su pierna. José Angel subió la mirada para verle directamente a los ojos. Al sentir con su mano el roce de sus piernas, su rostro mostró una sonrisa que iluminó todo su semblante. Al ver su reacción, le devolvió una mirada tierna y sincera igual a la de cualquier mujer que ha escuchado la confesión de su amor, y antes de que Mara pudiera decir alguna palabra, José Angel silenció sus labios con un beso dulce y tierno sobre de ellos. Ella parecía sorprendida, pero su sonrisa no desapareció. Ella le dio otro beso inexperto en los labios como una mujer que jamás había probado el sabor de los labios, pero a pesar de su inexperiencia ella recibió los besos con ternura y placer. Terminado el beso y nuevamente no le permitó decir palabra alguna al decirle al oído: "Hay algo que dejaste inconcluso", solté su otra mano que tenía estrechada y la coloco sobre sus piernas al igual que lo había hecho con la otra. Ahora sus dos manos tocaban sus piernas y ella se sentía tremendamente excitada ante la situación, además de que era una experiencia totalmente nueva para ella. Subí un poco más la ya bastante corta falda que aún tenía puesta en señal de que José Angel podía hacer lo que el quisiera no solo con sus piernas, sino con todo su cuerpo.

José Angel, al entender todas las indirectas que le daba y al comprender lo que le quería decir ella con su mirada y su sonrisa, sin dudarlo comenzó a masajear sus piernas de la misma forma que lo hizo en la primera vez en casa de ella, pero en esta ocasión ella estaba dispuesta a cooperar con todo lo que él hiciera. Le dijo con voz sonriente – Quiero que me digas todo lo que debo de hacer- pero el le respondió con voz dulce y a la vez agitada – Tu no debes de hacer nada, déjamelo a mi- La recostó sobre la cama, y después de haber pasado sus manos por sus piernas que tanto le gustaban a el, se puso sobre de ella y le dijo que le daría su primer beso verdadero de hombre a mujer. Ella estaba nerviosa pero estaba decidida a cooperar con mi él ya que, consideraba no podía estar en mejores manos. Con ternura dejó caer su cuerpo sobre ella y acercó sus labios a los suyos. Le dio un beso dulce y lento. El sabía que era su primera vez y que tendría que ir despacio con ella y así fue como lo hizo. Al principio solo sentio su tibia y suave lengua sobre sus labios ya que en un inicio no abria por completo la boca pero conforme la excitación seguía en aumento y sentía las suaves caricias de José Angel sobre el cuerpo de ella, poco a poco fue abriendo la boca hasta que por fin José Angel terminó por darle el más grande beso que alguna otra persona le haya dado. Nunca antes había sentido tal suavidad, ternura y amor en el beso de una persona. El beso era aún más excitante al venir de mi mejor amigo. A partir de aquel beso, José Angel se adueñó por completo de la situación y de su cuerpo. Ella no tenía que hacer nada más que disfrutar de todo lo que José Angel hacía con ella y las únicas "palabras" que salían de su boca eran los gemidos de placer que José Angel en ella provocaba.

José Angel recorría todo su cuerpo con sus manos y ella sentía que explotaba de placer por dentro. Se puso de rodillas frente a ella mientras yacía recostada mirándole a los ojos. Con sus manos tomo sus piernas de los tobillos y con delicadeza juntó sus piernas, acarició con sus dos manos sus piernas desde sus tobillos hasta llegar a sus muslos y finalmente tomó sus interiores y con un suave movimiento los retiró. Ella se sentía nerviosa en aquel momento pero la excitación podía más que ella y no podía hacer más que sucumbir ante sus caricias. De nuevo tomó sus tobillos y le abrió de piernas para dejar al descubierto sus intimas partes femeninas. Sintio su cabeza entre sus muslos mientras con su lengua le daba un masaje profundo a su linda concha que ya no podía estar más húmeda. Con movimientos de subir y bajar su clítoris sentía el mayor placer que jamás le habían dado.

Después de haber recibido los masajes de José Angel en su zona íntima, retiró su cabeza de entre sus piernas y se dirigió a sus labios para darle otro de los mejores besos que jamás había recibido. Muy delicadamente, como si ella fuese su más valioso objeto, retiró su blusa y la puso sobre la cama. Ahí estaba ella. Nuevamente sentada junto a José Angel, despojada de su diminuta y sensual tanga y de su blusa. Únicamente vestía su frágil falda sin nada por debajo. La madrugada era fría, pero el calor de José Angel a su lado le era suficiente para mantenerle en calor. José Angel se acercó a su oído cautelosamente y después de pasar su tibia lengua por su oreja le dijo con voz suave "quiero que te quites la falda para mi" y sin pensarlo dos veces se levantó por un instante de la cama para retirar la única prenda que quedaba en su virginal cuerpo para quedar completamente desnuda ante los ojos de su adorado José Angel. Mientras el contemplaba su cuerpo, le dijo con voz fuerte y segura de sí mismo: "Tenía razón, ya eres toda una mujer" Ella se sonrojó ante sus palabras. Realmente se sentía alagada por que se le considerara toda una mujer. Se sentía verdaderamente desnuda ante los cautivadores ojos de su amado quien no dejaba de mirar su bien desarrollado cuerpo.

José Angel todavía estaba totalmente vestido, lo que le hacía sentirse completamente descubierta ante el y su mirada penetrante. Al ver a José Angel ahí sentado sobre la cama con sus piernas cruzadas y sus brazos recargados sobre la cama mientras miraba su cuerpo desnudo parado frente a el, confirmó que José Angel era el hombre que mas le gustaba y que ella se sentía muy afortunada en que fuese el quién le enseñara como eran los placeres de un hombre con una mujer.

Después de pasar varias veces la mirada por su cuerpo le dijo que se sentara sobre sus piernas. Ella no podía esperar para saber lo que José Angel tenía preparado para ella. Se aproximó a el y dejó caer su cuerpo sobre sus muslos que eran muy suaves y firmes. Con sus brazos rodeo su cuerpo y le dio un fuerte abrazo mientras sus labios buscaban su cuello para darle besos grandes y pequeños acompañados de un cosquilleo provocado por las caricias que su lengua proporcionaba. Ella se dejó llevar nuevamente por la situación al sentir el calor que José Angel le proporcionaba. Sentía sus fuertes y bien formados pectorales que hacían presión en su espalda. Eran macisos y sus muslos muy cómodos por lo que no podía se sentía en una posición bien cómoda. José Angel dejó de abrazarle, y una de sus manos bajó hacia su preciado monte, exploraba de nueva cuenta su conchita, misma que no podía estar más mojada, mientras la otra subió a uno de sus pechos que para ese momento estaban firmes, con unos hermosos y rosados virginales pezones perfectamente redondos y excitados que recibían las caricias de la delicada mano de José Angel que con movimientos circulares continuaba proporcionando masajes a sus ya bastante excitados senos.

Mientras una mano jugaba con sus pechos, la otra introducía sus dedos masculinos en su bien lubricada hendidura virginal que no dejaba de escurrir de la excitación. Sus dedos eran suaves al igual que la totalidad de su cuerpo y mientras más profundo entraban sus dedos en su hermoso hollito mayor placer sentía. Ella ya no podía contener sus gritos, gemidos de placer, lo intentaba pero no podía AHH AHHH AHHHHH SÍI SII MÁS MÁS JOSÉ ANGEL MÁS OHH SÍ MÁS, SIGUE ADENTRO MÁSS. Decía mientras sus dedos estaban cada vez más dentro de ella.

Al ver que el placer que sentía era demasiado para ella, José Angel dejo de hacer lo que hacía y le recostó sobre la cama boca arriba, pasó varias veces su lengua por su cuerpo mientras yacía recostada sobre la cama sufriendo de un gran placer y agitación. Pasados unos minutos, la levantó de la cama para quedar sentada frente a el con las piernas semiabiertas. Retiró sus interiores pero no su falda. Subió a la cama con ella y se puso en la misma posición frente de ella. Nuestras piernas se entrelazaron para que nuestros sexos pudieran rozar uno con el otro y con un movimiento de vaivén provocado por José Angel, sus sexos se rozaban mutuamente como si se estuvieran dando los más lindos besos mientras los brazos de José Angel nuevamente le rodearon. Su pecho chocaba con sus senos. Sentía como amortiguaban los repentinos choques de nuestros cuerpos. Sus manos acariciaban su espalda y sus labios alimentaban su boca con los más dulces besos.

Ella se sentía desconectada, todo su cuerpo estaba poseído de placer y excitación y no pensaba más que en lo que José Angel hacía con su cuerpo. Nunca nadie le había hecho sentir así. La excitación y el placer habían llegado al límite. Después de múltiples orgasmos y un gran cansancio provocado por frecuentes gritos de placer, José Angel terminó con un largo y tierno beso que saboreó como los demás.

José Angel soltó su cuerpo que tenía abrazado y lentamente sus organos se separaron. Los dos nos recostamos sobre la cama boca arriba. Descansamos y esperamos a que nuestro ritmo cardiaco volviera a la normalidad. José Angel tenía un semblante lúcido y brillante que reflejaba una alegría difícil de describir. Ella estaba recostada sobre la cama.

Faltaba aún lo mejor, Mara, de acuerdo con José Angel, deseaban saborear las delicias del amor, de satisfacer su apetito carnal; así que el pronto se acercó a ella y le rodeó con el brazo su esbelta cintura, mientras ella menos nerviosa y sin la sorpresa de las intenciones, ella ya no pondría resistencia alguna, así había sucedido desde que élla se dejó conducir a sus habitaciones, donde la tendió, para satisfacer el anhelo de conocer su cuerpo, de sentir que su pasión sería correspondida, en donde los besos no se hicieron esperar, recorriendo su cuello y la suave y tersa piel de sus hombros,avanzando atrevidamente hasta tocar sus púdicas carnes, encendiendo en ella su candente y dormido ardor, despojandose mutuamente poco a poco de su ropa, subiendole la falda sobre la pequeña cintura y desnudandole los altos y firmes pechos, sin protesta alguna.

La boca de José Angel, buscó los pálidos y rosados pezones, cerrandose sobre uno de ellos y luego sobre el otro, al tiempo que se apretaba contra sus senos, arrastrandola hasta el fondo de su cama, sin que hubiese protesta alguna por ella, ya había sucumbido se dejaba llevar por el caliente ardor de su temprano despertar sexual, también ella lo deseaba, estaba de acuerdo, nunca antes le había pasado.

Le abrió sus piernas, de tal manera que le permitiera poner sus manos sobre los delgados y macisos muslos, acariciandole la tibia carne de la parte interior de las piernas y sintiendola temblar mientras sus dedos encontraban el crespo vello sobre su abultado monte de aterciopelados labios, la locura había llegado, le pedía satisfacer misericordosamente su necesidad carnal, le solicitaba dejarlo que la poseyera, introducía su dedo por entre los virginales labios de su hendidura, sientiendo la excitante humedad que ahí se juntaba, con lo cual se daba cuenta de que ella, ya estaba preparada, lista para la satisfacción total.

Le decía que habría de poner su boca entre las piernas, inclinandose, al tiempo que le abría los muslos y metiendo su cabeza en la horcajadura, buscando con su boca el órgano de ella, y cerrandose sobre él con voraces quejidos de placer al mismo tiempo que usaba la lengua y con boca mordisqueaba y lamía el hendido monte.

Mara gemía, y levantadas su piernas se apretaron en torno a la cabeza de José Angel. Retorciendose, soportó las oleadas de sensación que le estallaban deliciosamente, mientras la boca de él jugaba con su órgano femenino; la increible alegría de sus caricias le adormecía sus sentidos. Ronroneba con voz temblorosa, la estaba volviendo loca con esa lengua, no podía aguantar más.

José Angel cambiando de postura, permitió que ella misma lo despojara de sus ropas, sacando de sus calzones el enorme y rígido pene de José Angel. Relucía su rojiza punta a la luz de la lámpara, dirigiendo el erecto miembro, la dura columna de musculo, con su mano hacia su caliente hendidura; así introdujo la palpitante cabeza de su órgano en los blandos y humedos labios del nido de Mara, oyendo que ésta jadeaba al sentir la implacable dureza su parte viril contra la vulnerable abertura. Empujó lentamente la larga y dura columna en el ajustado y estrecho orificio, sintiendo que se hundía a través de una delgada pared de tejido, oyendola gemir de dolor, mientras su pene se introducía más profundamente, hasta que ya no pudo entrar más. Se quedó así, gozando de la tiebieza y estrechez que le rodeba a su miembro, en tanto Mara gemía sin parar. Él le consolaba, diciéndole que ya habia pasado lo peor, ya no sentiría dolor, que se movería con cuidado para que ella gozara, realmente sintiera el placer de la posesión de que era objeto. Poco a poco empezó él a ondular el cuerpo, sacando casi totalmente el agrandado y rigido miembro del cuerpo femenino, deteniéndose cuando la palpitante punta se encontraba aún dentro del resbaladizo tunel, volviendo a entrar lentamente en un constante y seguido retorno a las profundidades que poco a poco la hicieron retorcerse y gemir mientras el deseo se apoderaba de sus sentidos y su cuerpo quedaba dominado por una avidez de satisfacción que nunca antes había conocido.

José Angel, exclamó, fue en verdad maravilloso pequeña (media le decía él, por su complexión chiquita), me has dejado exhausto, sin jugos. Ella somnolientamente satisfecha expresó, fue maravilloso. Nunca pensé que hacerlo contigo me pudiera dar tanto placer, además de que es fantástico que mi primera vez sucediera contigo, por lo mismo nunca me arrepentiré de haberlo hecho; se siente muy bonito tener dentro de mi tu lanza, mira se está poniendo dura otra vez, con el movimiento de mis caderas que provoca me acerque más a ti; me estás excitando de nueva cuenta indica él, tomándola de las posaderas y metiéndose en ella ansiosamente una y otra vez; no tardaron en repetir el acto, apretándose el uno contra el otro, en una rítmica violencia de deleintes sensual hasta que llegaron al frenesí de la culminación, seguida por un cansancio total.

Estaba ella realmente cansada y sus ojos comenzaban a cerrarse pero recordando que una gran sonrisa acompañaba su sueño. Esa noche durmió sin que la sonrisa desapareciera de su rostro.

Aunque sus ojos estaban ya cerrados esperando quedar completamente dormida, todavía alcanzaba a escuchar los ruidos que José Angel hacía en la recámara, al buscar las regadas partes de su pijama.