Despertares (3)

El placer las inundó, aquello era maravilloso...

3

Por la mañana Melisa sentía unas ganas terribles de hacer pipí, así que se levantó y fue al baño. Su madre ya se estaba arreglando y ella como siempre se levantaba más tarde. La verla la saludó y le dio beso en la mejilla.

  • ¡Buenos días mamá, perdona que me meo!

  • Buenos días tesoro, ¿has dormido bien?

  • ¡Como una bendita!

El chorrito comenzó a caer al agua siendo el único sonido que rompía el silencio matinal.

  • Por cierto mamá, lo de anoche me encantó, ahora ya sé lo que se siente y es maravilloso, ¡gracias por enseñarme!

  • De nada hija, pero la próxima vez te lo haces tú solita, ¿vale?

  • ¡Claro claro, mamá, aunque tus manos expertas consiguieron algo increíble, me gustó muchisimo.

  • Me alegro que te gustase Melisa, la verdad es que también me gustó hacértelo, no por el hecho en si, sino por que fue algo especial enseñarte ha hacer algo tan íntimo.

  • ¡Vaya! Oye, y tú al final, ¿qué hiciste?

  • Bueno, la verdad es que una tampoco es de piedra y cuando me acosté también me alivié bastante en mi camita.

  • ¿Y te gustó?

  • ¡Oh si, fue increíble! Tal vez el hablar de sexo contigo y bueno... el verte tener el orgasmo me insipiraron.

  • ¡Oh, qué bien! Pues si quieres podemos masturbarnos juntas, he leído que hay chicas que lo hacen...

  • ¡Con sus madres! -se escandalizó Clara.

  • ¡Oh no! -sonrió Melisa-. Quería decir que lo hacen con otras chicas, probablemente amigas o hermanas, no se, no lo ponían...

  • ¡Ah bueno!

  • Pues si surge alguna noche repetimos juntas, ¿a ti te importa?

  • No, por supuesto, me gusta compartir algo así con mi niña.

Hoy su madre las acercó al instituto, a ella y a su vecina y mejor amiga Tania. Por supuesto que no hablaron delante de su madre de sus masturbaciones. En cambio en el recreo sí que hablaron.

  • ¡Verás, ahoche fue increible! Conseguí mi primer orgasmo -dijo orgullosa Melisa.

  • ¡En serio, tú estás de broma! -se lamentó Tania incrédula.

  • ¡En serio tía! Fue maravilloso, empecé a frotarme fuerte, pues me cansé de tanta caricia y poco a poco me fue gustando más y más hasta que ¡pummm! Fue como una bomba tía.

  • ¡En serio! Pues no veas tía, yo la verdad es que anoche ni probé, porque estaba tan cansada que me dormí.

  • Pues tienes que probar Tania, verás que es maravilloso.

  • Quieres venir tú esta noche a nuestro chalet del campo, hoy nos vamos a pasar allí el fin de semana, si quieres puedes contarme cómo lo hiciste.

  • ¡Vale, estará bien, se lo diré a mi madre!

Y así terminó su conversación íntima de recreo...

Tania tenía un hermano menor que ella 2 años, el enano era muy dulce y cariñoso y se llevaban fenomenal. A diferencia de ella era delgado y fibroso. Esta tarde los tres fueron a dar un paseo con sus bicis por los alrededores del chalet.

La puesta de sol fue fantástica y en compañía de su buena amiga Tania era mucho mejor. No pudieron hablar del tema estrella porque estaba su hermano al lado, pero tampoco pasaba nada, ya tendrían tiempo de contarse sus cosas.

Por la noche por fin fueron a acostarse y ahí, Tania y ella compartían habitación por lo que cuando todos apagaron las luces se pusieron ha hablar. Había dos camas así que las juntaron para poder hablar y que no las oyeran.

  • Bueno Tania, ¿nos lo hacemos mientras hablamos? -propuso Melisa.

  • Vale -asintió Tania con su carácter afable y tranquilo.

Ambas deslizaron sus braguitas por sus muslos y liberaron su más tierna intimidad, comenzando a acariciarse mientras charlaban.

  • Oye, ¿y cómo fue anoche, cómo lo hiciste para correrte y cómo sabes que fue un orgasmo? -la acribilló a preguntas Tania en cuanto tuvo oportunidad.

Melisa no estaba dispuesta a confesarle que fue su madre la que la inició en aquel mundillo de orgasmos femeninos así que estuvo meditando una pequeña mentira para saciar su sed de conocimiento.

  • Bueno, la verdad es que hasta anoche sólo me acariciaba suavemente y anoche me cansé de tanta suavidad y un poco cabreada me fui frotando más fuerte y probando por distintas zonas hasta que empezó a a gustarme por un sitio. Así por arriba, donde nos dijeron que estaba el clítoris.

  • ¡Si! -exclamó con cierta envidia su amiga Tania-. Pues yo no logro más que me guste un poco y ya está -se lamentó.

  • Eso es porque no lo haces bien, tienes que describir círculos, ¡ah y mojarte mucho los labios! Ya se que es un poco guarro pero, ¡la lubricación ayuda mucho! -le aconsejó.

  • ¡Vale, voy ha hacerlo! -se animó su amiga.

Melisa se estaba tocando, como su madre la había enseñado y ciertamente se notó excitada cuando llevaba unos minutos. Su coñito respondía de maravilla a aquellas caricias.

Cuando llevaban un par de minutos sin hablar, su amiga Tania exclamó desilusionada...

  • ¡Nada, no lo consigo!

  • Bueeeeno, si quieres puedo ayudarte un poquito -le propuso Melisa.

  • ¿Ayudarme, cómo?

  • Pues tú que crees, te frotaré un poco y así aprendes cómo se hace, ¿te atreves?

  • Oh, pues no se... -asintió dubitativa.

  • Venga mujer que nos conocemos desde niñas, ¿no te dará vergüenza, no?

  • ¡Oh no, claro que no! -exclamó Tania sin seguir muy convencida.

La joven Melisa se cambió de cama y se tumbó junto a su gran amiga, que era grande en todos los sentidos pues físicamente era mucho más alta que ella.

Allí su mano se extendió por sus muslos acariciándola desde la rodilla hasta su rajita adolescente. Esta al sentir la caricia abrió instintivamente los muslos. Melisa siguió acariciándola por sus ingles sin llegar a tocar el círculo más íntimo en torno a su chochito.

  • ¡Oh, me haces cosquillas! -rió Tania.

  • ¡Si, pues eso ayuda ya verás como te gusta!

Siguió acariciándola y mientras lo hacía, pensó en lo suave que tenía lapiel su amiga. Se acordó de la noche anterior cuando su madre se lo hacía a ella y el sólo recuerdo, unido a las caricias íntimas a su amiga, la excitaron mucho más.

Decidida cruzó la frontera e invadió los dominios del sexo de Tania. Allí su chochito abultado y suave la esperaba palpitante. Notó lo gruesos que eran sus labios, ya que Tania tenía unas carnes tan voluptuosas como suaves. ¡Incluso le pareció que era más grande que el suyo!

  • ¡Qué grande lo tienes! -exclamó Melisa rompiendo el silencio que reinaba desde que comenzaron las caricias.

  • ¿Tú crees? No se, yo pensaba que todas las chicas lo teníamos igual -dijo un poco nerviosa Tania.

  • No sé, es la impresión que me da. También es muy suave -afirmó mientras se deleitaba acariciando sus pelillos y su monte de venus, haciendo que sus dedos actuaran como los dientes de un peine mientras estos se escurrían entre ellos.

  • Gracias -se limitó a decir Tania sin ocurrírsele nada más que añadir.

Melisa decidió meterse en faena y chupándose los dedos como su madre le recomendó pasó a profanar el surco del placer de su gran amiga. Allí descubrió que aún no estaba muy excitada, pero fue acercarse a su agujerito y comenzar a manar suaves jugos vaginales que la ayudaron a lubricar el resto de sus gruesos labios, desde abajo hasta arriba donde su clítoris se ocultaba.

Melisa lo acariciaba abajo y arriba extendiéndolos y deteniéndose a frotar de vez en cuando su clítoris. Hasta que fue capaz de notar donde estaba éste, pues en esa zona sus dedos notaban una pequeña parte más dura. Así que se centró en él y lo acarició arropándolo con los gruesos labios de la vagina de su amiga.

  • ¡Oh sí Melisa, eso que haces ahora me gusta mucho! -exclamó tras un rato de ver cómo su respiración se agitaba y se le secaba la boca.

  • ¿Si? Eso está bien Tania, en parte me gusta enseñarte, me gusta ver que disfrutas con mis caricias.

  • ¡Ya lo creo, eres genial Melisa! -volvió a exclamar Tania presa de una excitación creciente.

Melisa siguió acariciándola, fundiéndose con sus jugos, sintiendo la calentura que manaba de aquel gran coño y calentándose con ella a su vez. Estaba tan pegada a su cuerpo que su pelvis casi se rozaba los glúteos de Tania, así que con ligeros roces comenzó a frotarse contra su amiga.

También notó lo suaves que estaban sus pechos, pues echada a su lado su cabeza se topaba con ellos, así que recordó lo que le dijo su madre sobre acariciarlos y cambiando de terció subió su mano y metiéndola bajo el pijama de su amiga se los descubrió.

  • Te tienes que aprender a tocar los pechos Tania, ahí también da mucho placer, te los voy a acariciar para excitarte más y luego sigues tú, ¿vale?

  • ¡Oh si Melisa, qué buena idea!

Melisa se dio cuenta de las enormes tetas que tenía su amiga cuando las tuvo en sus manos, aunque echada de lado como estaba, sólo podía acariciarle uno pues con la otra mano se mantenía recostada junto a ella.

Sus pezones se pusieron super gordos, Melisa no los tenía así, sin duda esos grandes pechos también tenían grandes pezones y al ponérselos duros con sus caricias también disfrutó en cierta manera. Se sintió poderosa excitando con sus manos a su amiga.

De repente tuvo una idea y sin pensar mucho en si a Tania el gustaría la puso en práctica. Se subió encima suyo, sentándose sobre su monte de venus y tomó sus pechos a dos manos, acariciándolos a la vez y poniendo muy duros sus pezones. A su vez, se dio cuenta que con su acción su chochito descansaba sobre los pelillos de su amiga y el roce con estos le producía un cosquilleo la mar de placentero.

Pego su chochito al de su amiga y sintió como sus labios vaginales se daban un húmedo y cálido beso. Esto le produjo una sensación electrizante, sintió como su cuerpo era recorrido por un escalofrío. Comenzó a frotar su chochito contra el de su amiga Tania y la sensación de placer se incrementó exponencialmente.

Aquello era tremendamente turbador y extraño, en un principio pensó sólo en ayudar a masturbar a su amiga del alma, pero ahora notó que estaba disfrutando tanto con ello que empezó a asustarse un poco, ¿serían ellas lesbianas?

Pero este pensamiento le produjo tal rechazo que sacudiendo la cabeza en la oscuridad fue como si intentase disiparlo de su mente. A partir de aquí fue incapaz de seguir haciendo aquello con su amiga, giró y se colocó de nuevo al lado de su amiga Tania.

  • ¿Por qué lo has hecho, por qué no has seguido? ¡Me estaba gustando mucho Melisa! -protestó su amiga que al parecer estaba empezando a disfrutar tanto como ella de aquella atrevida acción.

  • No sé Tania, es que yo no soy lesbiana ni nada de eso... ¿acaso tú lo eres?

  • ¡Yo no! -respondió escandalizada su amiga-. Yo sólo decía que lo que me hacías me estaba gustando... mucho, pero tienes razón esto sólo lo deben hacer las lesbianas y nosotras no lo somos, pues a mi me gustan los chicos, como a tí, ¿verdad? -rió intentando rebajar la tensión.

  • ¡Claro que si! Me muero de ganas por saber qué se siente cuando te meten una ahí dentro. ¿Te imaginas? Si te ha gustado apenas el roce de mi chochito con el tuyo, cuando lo hagas con una pollita tiene que ser, ¡la leche!

  • ¡Uf, ya lo creo amiga, debe ser más que la leche! Bueno, ¿entonces no sigues explicándome cómo masturbarme?

  • Vale, venga sigamos un poquito más... -respondió Melisa ya más tranquila-. Pero ahora te lo haces con tu mano y yo te ayudo indicándote encima de la mía cómo tienes que hacer los movimientos, ¿te parece bien?

  • ¡Venga vale!

Volvieron a su masturbación. Ahora como le había indicado Melisa Tania comenzó a frotar su clítoris en círculos concéntricos entorno a él, mientras ella, con su mano le indicaba la presión a aplicar y la velocidad del movimiento. En un instante recuperaron su excitación y sintieron de nuevo ese placer y esa complicidad que antes las llevó a perder la cabeza en cierto sentido.

  • Venga acariciarte también los pezones, que eso te ayudará a excitarte más, ¿te está gustando?

  • ¡Un montón Melisa contigo es distinto, tú me estás enseñando de verdad a tocármelo! Oye quieres que ahora te lo acaricie yo a ti un poquito, así tú también disfrutarás.

  • ¿Tú a mi? -pensó Melisa unos instantes-. Bueno, estará bien así también podrás practicar y te diré si lo haces mal.

Ahora Tania posó sus manos regordetas sobre la suave flor de su amiga, que estaba tremendamente húmeda e hinchada. Suavemente la recorrió para hacerse una idea de sus dimensiones, por su surco le abrió los labios hasta alcanzar su clítoris, y allí comenzó con el movimiento circular que le había enseñado.

  • ¿Lo hago bien? -preguntó en un momento dado.

  • ¡Lo haces fenomenal Tania, ya sabes la técnica! -exclamó Melisa.

  • Tienes el chochito super suave Melisa y super pequeño, te molesta si te confieso que me gusta acariciártelo.

  • ¡Claro que no Tania! A mi en cambio me gusta tu chochete, lo tienes tan hermoso y rollizo. También me gustan mucho tus pechos, tan grandes y voluptuosos, yo las tengo más pequeñas.

Tania se las cogió como para comprobar lo que su amiga afirmaba, se las palpó y acarició sus pezoncillos hasta ponérselos duros, eran como pequeñas pasas arrugados y muy duros.

  • Tu los tienes muy firmes y suaves, también me gustan, te gusta que te los acaricie así.

  • ¡Mucho! Lo haces muy bien, te voy a compensar haciéndote algo especial, a ver si te gusta.

Melisa, que había tomado también en sus manos las supertetas de su íntima amiga, se las acarició hasta ponerle sus pezones como garbanzos y cuando estuvieron bien duros acercó sus labios y sin que la amiga lo esperase se los chupó. Aquellos pezones tan gordos llenaron su boca y con su saliva húmeda y cálida los arropó dándoles un baño de placer.

  • ¡Oh Melisa me encanta lo que me haces! ¡Ahora es mi turno! -dijo zafándose de sus labios y bajando hasta su cuello la besó en él y su rastro de humedad llegó hasta sus pequeños y firmes pechos.

Tania se las lamió y chupó con pasión, no fue tan delicada como Melisa, aquello fue más pasional, lamió sus pechos como si fuesen dos bolas de helado, y se las comió literalmente.

  • ¡Um Tania, qué maravilla! ¡Lo haces genial!

Melisa estaba desatada, sentía una calentura como no sospechaba que se pudiese sentir. Recordó la sensación de antes, cuando chocho contra chocho, se habían frotado juntas y pensó que a la mierda los prejuicios del lesbianismo. Era su más íntima amiga y hoy haría algo aún más íntimo con ella.

Se subió encima de Tania como un guepardo sube a un árbol. Su amiga se dejo caer de espaldas en su cama, sabiendo lo que quería su querida amiga. Sus chochos se juntaron, fue algo un poco más brusco que antes, pues la pasión no entiende de medidas, al hacerlo sus muslos, esta vez se entrelazaron, de manera que sus coñitos se besaron de lado, en un contacto más íntimo que en el intento anterior.

Melisa se echó hacia atrás, para que su frote fuese más íntimo, labio contra labio, vagina contra vagina. Comenzó a restregarse con toda la pasión de la que fue capaz.

El placer las inundó, aquello era maravilloso, sus cuerpos sudorosos compartían su calor y sus jugos vaginales se mezclaban en aquellos choques suaves e intensos

Tania la sujetaba con sus brazos y a su vez la acariciaba por todo el cuerpo, incluidas sus tetitas firmes y erectas. Melisa también le pellizcaba aquellos gordos pezones y sus hermosas tetas.

No querían que aquello terminase, pero la excitación era tan grande que el intentar que su orgasmos no llegaran era como intentar parar el desbordamiento de una presa rota. Fue como eso, como un desbordamiento, primero Tania comenzó a contraerse y contorsionarse mientras los gruñidos subían de tono más de lo que hasta ahora lo habían hecho, no siendo capaz de contenerlos.

Melisa, al sentir que su amiga se corría, apretó más su coñito contra el de Tania y sintió como su climax también explotaba debajo de ella. Sus abundante jugos lubricaban y mojaban ya tanto sus vulvas como todo lo que las rodeaba, humedeciendo hasta las sábanas de la cama.

Apurando los últimos espasmos ya, apenas se movían, hasta que deteniendose Melisa, vencida se echó junto a su amiga quien la abrazó y la dió un cariñoso beso de agradecimiento.

  • Gracias Melisa, por hacerme sentir tan bien -le dijo sorprendiéndola.

  • ¡De nada querida amiga! Gracias a ti por compartir tu cuerpo conmigo -respondió Melisa sonriendo.

Pasaron a la cama de Melisa, pues la de Tania estaba mojada y allí durmieron pegadas una a la otra, pues no era muy grande, pero no les importó, este íntimo contacto era como la prolongación del que antes habían mantenido...


Pues hasta aquí escribí en esta historia que comencé hace años pero que no llegué a continuar, ¿te ha gustado? Pues dímelo en comentarios. Mientras tanto puedes ver mis otras obras terminadas aquí en mi perfil de autor.