Despertar es una pesadilla

La tomo por detrás en un gentil abrazo, respiro su perfume mientras beso suavemente su cuello, su cara, sus hombros, cuan cascada mis besos fluyen distendiendo su cuerpo.

Al recordar sus ojos con aquel brillo especial, con ese brillo  que susurra entrega, susurra deseo, susurra sentimientos hermosos, al recordarlos, un profundo dolor invade mi pecho, como una daga atravesando mi corazón, lenta y constantemente.

Con la sola idea de no tenerla más siento como muero de a poco, en larga agonía.

Es increíble como sentimos propio lo que nunca tuvimos…

Maldito miedo, instinto básico de conservación, arma de doble filo, tu presencia derrumbó todo, mis ilusiones, mis avances, mi alegría.

Maldito miedo, mil veces maldito, me transformaste en vil mentirosa, la alegría y jovialidad que expreso, a partir de tu exterminio, son crueles mentiras.

Con el dolor desgarrando mi pecho me recuesto en la cama y sin poder llorar me duermo pensando lo difícil que es cuando perdemos aquello que nunca fue nuestro y que el perfume presente en los calidos abrazos, sus besos suaves, la delicadeza de sus manos, la suavidad de su piel, las expresiones de su rostro, sus miradas, todo aquello que me subyuga  únicamente fue mío en sueños…

La tomo por detrás en un gentil abrazo, respiro su perfume mientras beso suavemente su cuello, su cara, sus hombros, cuan cascada mis besos fluyen distendiendo su cuerpo. Mientras una de mis manos sube lentamente y se adueña de sus pechos, un profundo suspiro se escapa de su boca, al tiempo que sus pezones reaccionan receptivos. Mi otra mano baja a su regazo, acaricia sus piernas y busca entre caricias el contacto con sus labios, los cuales dan la bienvenida abriéndose como una flor.

Las caricias se van tornando mas intimas y ahora es su clítoris el beneficiario. La humedad se incrementa precipitadamente y mientras aquel masaje continúa, aprisiono con mi boca aquel erecto pezón y jugueteo con mi lengua sobre el, disfrutando de su textura, de su firmeza, arrancando gemidos de ella, al tiempo que su cuerpo se arquea deseoso.

Continúo besando su piel, formando un camino hasta su boca, la beso profundamente con pasión, en el momento que mi mano explora y acaricia la suave y húmeda entrada de su sexo, que se abre expectante, invitándome a entrar.

Bien sujeta por detrás, entre suspiros y gemidos, jadeante, beso, lamo y mordisqueo su oreja, cuello, hombros, espalda y mi mano continúa deleitándose con sus generosos pechos. Mi cuerpo pegado al suyo, mis pechos presionando su espalda y mi Venus estrechándose en su trasero, en ese mismo instante entro en ella y siento como su cuerpo reacciona, un gemido suspirado sale al tiempo que sus jugos se desbordan, de esta manera entro una y otra vez acariciando su interior, su cuerpo se agita y al fin mis dedos encuentran aquel punto de goce máximo, se estremece, grita, se contrae, las caricias siguen, mi cuerpo no la libera y  el primer orgasmo al fin llega, su sexo me acaricia la mano en espasmódico movimiento.

Sin resistirlo, abandono todo, caigo de rodillas al tiempo que separo sus pernas y pierdo mi rostro en su sexo gozoso. Saboreo el néctar de su clímax, tan intensamente que su disfrute continúa. Con mi boca me adueño de su clítoris que se me ofrece firme, y con mi mentón acaricio su entrada, al tiempo que mi lengua disfruta la textura de aquel pequeño botón de placer. Mi mano inquieta acaricia su trasero y atrevida llega hasta su esfínter acariciando y presionando. Un segundo orgasmo no se hace esperar y la gloria de sentirlo en mi cara me abruma. Ese gran beso que su sexo me da al estallar hace que también sea mi sexo el que estalle al unísono.

Entre caricias y mimos me coloco frente a ella y la observo tiernamente, aquellos ojos irradian pasión, me separo un instante para colocarme el arnés firmemente, de inmediato retorno a ella y vamos a la cama donde las caricias y los besos continúan.

Al sentir su sexo palpitante, me coloco por detrás y juego por momentos con su sexo y por momentos con su esfínter. Las caricias hacen que se relaje y en ese momento, mientras con una mano acaricio su sexo profundamente, coloco la punta del miembro en su trasero y a medida que ella se mueve a causa del placer yo voy entrando poco a poco por detrás.

Contemplar esa imagen me desborda y sin abandonar las caricias lentamente la penetro una y otra vez, gimiendo de placer, mi orgasmo se aproxima, el ritmo se acelera, sus gritos también me indican que el de ella esta cerca, me pide más, y más le doy, entro y salgo con frenesí, me despego de la realidad y al sentir que ella llega yo estallo en una serie de orgasmos espasmódicos, que generan en ella mas goce y es otro el orgasmo que la sorprende.

Tras disfrutar del maravilloso momento, la giro y queda aprisionada por mi cuerpo. Nos besamos y acariciamos, pero ella comienza a abrazarme con sus piernas e inevitablemente me veo presa de su pasión y la danza amatoria se reanuda.

De esta forma puedo ver su rostro en el momento justo en que la penetro llenando su sexo profundamente, sus ojos apasionados, se pierden en el placer, sus gemidos y suspiros me indican como seguir. Desde aquí es fácil disfrutar de sus pechos, por lo tanto mi boca los enloquece acelerando el ritmo de la danza, antes lenta y profunda, ahora vigorosa a su pedido, sus pies enganchados en mi trasero, dirigen el ritmo y la fuerza. Sus manos aprisionan y rasguñan mi espalda, sus besos jadeantes son profundos. De repente sus gritos piden vigor, me acerco y susurro a su oído TE AMO MI VIDA, su cuerpo reacciona y el mío también. Tomo su hombro firmemente y comienzo a entrar con vigor, una y otra vez, mis senos rozan los suyos, los pezones se acarician maravillosamente, ella guía el ritmo, que va creciendo, cada vez mas rápido y vigoroso. Al fin estalla en una serie de orgasmos fascinantes que la dejan laxa y relajada. En un momento logro ver en su cara dibujada una sonrisa colmada de picardía y casi con malicia me dice: “Ahora me toca a mi…”

Abruptamente me despierto, la alarma del miedo esta sonando, y caigo en cuenta que no tengo nada, el vacío me carcome y la infelicidad me abrasa helándome los huesos, me inunda con su fétido perfume y me besa cortando mi piel con sus afilados labios, sus manos toscas me sujetan tan fuerte que exprimen la sangre de mis brazos, su piel espinosa como la hiedra me desgarra en cada contacto. El rostro de la infelicidad es horrendo, la mirada es de dolor constante, solo verla y veras reflejado el dolor universal y tu corazón será estrujado hasta quedar seco.

En el momento menos esperado la infelicidad se apasiona, me mantiene sujeta con su tosca mano, su cuerpo espinoso me aprisiona dejándome inmóvil, el rostro me espanta, su mirada perturba mi alma, me besa y lastima mis labios, toma un pecho y lo aprieta hasta dejarlo morado. Quiero gritar pero el dolor no me deja, cuando aprisiona el pecho con su boca y siento como corre mi sangre, lo muerde una y otra vez. Su mano libre se ocupa ahora con mi sexo, dios mío quiero morir y no puedo!!! El dolor es intenso, luego entra y al hacerlo me quedo sin aire, pido desesperadamente a mi corazón que deje de latir pero el dolor parece alimentarlo y sigue en su básica labor, ya no lo puedo soportar, su mano entra y sale bombeando con fuerza, espero el momento de morir desangrada por la inevitable vejación de esta infelicidad pero parece no llegar nunca.

Quiero morir… y no puedo… pero si la consecuencia de estar contigo, aunque más no sea en sueños, es tener una vigilia de vejante dolor, lo acepto, pues vale la pena cada instante de felicidad.

Interlina

Valeria