Despertar en el Hospital

Julie, una joven enfermera que se ha pasado su vida estudiando descubre la perversión a través de un hombre mayor.

En el Memorial Hospital de Denver, Julie se prepara para el comienzo de su turno, apenas hace dos meses que terminó la carrera de enfermería y empezó a trabajar en las urgencias del hospital. Se ha pasado la mayor parte de su corta vida preparándose para ser enfermera, pero no cualquier enfermera, la mejor. Sobresalientes en todos los años de carrera, recibió varias becas de estudio y fue la más joven de su promoción. Tan preparada académicamente que comenzaba su vida laboral sin tan siquiera saber disfrutar de los buenos momentos.

Julie tiene el cabello color castaño claro y ligeramente rizado, aunque apenas se intuye debajo de la trenza que cuidadosamente se hace para ir a trabajar. Su tez es más bien blanquecina, de ojos verdes y labios carnosos. No destaca precisamente por sus pechos, aunque debajo del uniforme resultan bastante morbosos, por lo que sí destaca es por su culo, es sin duda lo más característico de ella teniendo en cuenta que es una chica más bien bajita y delgada.

Ahora, para finalizar la ronda por los boxes de urgencias, va a ver al viejo Señor Andrews, el cual lleva ya tres semanas en urgencias por una infección respiratoria.

- ¡Buenos días Señor Andrews, le veo bien ésta mañana! – dijo Julie sonriendo.

- Tú que me ves con buenos ojos hija – respondió fatigado éste.

Julie le pone la mano en el hombro y le sonríe, a éste poco más le hace falta para animarse.

- El doctor me ha pedido que le saque sangre para un análisis, si todo sale bien podrá irse a casa – dijo Julie

En la cara del anciano se dibujó una sonrisa. – Muchas gracias hija, no sabes la alegría que me das – Indicó el Señor Andrews.

Mientras Julie preparaba el material y se ponía los guantes, el Señor Andrews se lamentaba por dentro, en sus frecuentes visitas a urgencias nunca le había atendido una enfermera como Julie, y no solo le gustaba como enfermera ya que al ver su cuidada trenza y su turgente culo no podía evitar excitarse.

- Ya sabe lo que toca, no se mueva, procuraré no hacerle daño – Dijo Julie mientras le sujetaba el brazo.

Al inclinarse levemente para poder pincharle, el Señor Andrews tuvo una vista perfecta de sus preciosas tetas juveniles, las cuales estaban camufladas bajo el insulso uniforme, pero que ahora contemplaba en todo su esplendor. Eran bastante más grandes de lo que se imaginaba, incluso pudo ver como el pezón derecho sobresalía ligeramente, lo cual hizo que el Señor Andrews, a pesar de su avanzada edad tuviera una erección descomunal que se hizo evidente bajo la fina sábana de la cama.

Cuando Julie terminó de extraer la sangre y se disponía a irse pudo contemplar la erección del Señor Andrews acompañada de una cara de vicioso. Julie jamás pensó ver una cosa igual, era de un tamaño sorprendente. Tuvo una sensación que nunca antes había tenido, miles de mariposas se revolvían en su estómago y sentía un fuerte cosquilleo en su zona íntima.

- Pe-perdóname hija, no he podido evitarlo… - balbuceó el Señor Andrews.

- Tranquilo... No pasa nada – Susurró Julie claramente sonrojada mientras salía del box con prisa.

Julie estaba perpleja, jamás había tenido ninguna experiencia similar, a sus 25 años todavía era virgen. Había estado tan centrada en sus estudios… Si bien es cierto que ella notaba como muchos de sus compañeros de la universidad cuando se cruzaban con ella se daban la vuelta para verle el culo, y que cada vez que hacía top-less en la playa veía como cientos de ojos lujuriosos la miraban con deseo, pero nunca hizo nada, sólo estudiar.

No sabía qué hacer, su intimidad le palpitaba y podía notar como fluidos calientes caían de su sexo. Estaba muy cachonda, no podía dejar de pensar en la polla del Señor Andrews. Aquella situación no la dejaba trabajar, y acudió al baño en busca de alivio, pero al llegar estaba estropeado. No le quedó más remedio que entrar al de hombres que se encontraba al lado. Se metió en una cabina y bajó el pantalón quedando únicamente con un tanga rojo de encaje que estaba empapado.

Se desprendió también de él, y comenzó a pasar la mano por su coño mojado. Estaba ardiendo… Pasaba la mano de arriba a abajo con suaves movimientos que se iban acelerando poco a poco, mientras con la otra mano se manoseaba su teta izquierda jugueteando con su pezón.

- Mmm joder, aah… - Intentaba camuflar los evidentes gemidos que salían de su boca.

Tras unos minutos introdujo su dedo corazón en su coño sacándolo después completamente mojado. Repetía y repetía los movimientos intensificándolos gradualmente.

Se estaba masturbando tan frenéticamente que no llegó a darse cuenta que un caballero le preguntaba varias veces a través de la puerta si se encontraba bien, creyendo por los ruidos que necesitaba ayuda. Al no responder abrió la puerta y se encontró a Julie con dos dedos dentro de su coño y pellizcándose un pezón con cara de sorpresa, ya que no se esperaba que justo en frente de ella, estuviese el Señor Andrews observando con una notable erección, cómo se masturbaba la simpática enfermera que le atendía minutos antes.

- Yy-yo… Verá… - Balbuceaba Julie sin poder articular dos palabras seguidas.

- Tranquila hija, te entiendo perfectamente – Dijo el anciano cerrando la puerta del baño.

- ¿Eres virgen verdad? – Le preguntó completamente serio.

- Ssi… - Respondió Julie.

- Será mejor que pongamos solución a eso… - Espetó el Señor Andrews mientras se levantaba el camisón dejando a escasos centímetros de Julie su erecta polla.

Julie estaba impresionada, a pesar de la avanzada edad del Señor Andrews tenía un empalme importante, además de un tamaño considerable, calculando a ojo podían ser unos 23 centímetros de polla con un grosor proporcional.

Nerviosa por la situación, pasó su lengua por sus labios humedeciéndolos, tras lo cual el viejo esbozó una leve sonrisa.

Agarró a Julie del cuello y la guió hasta su polla.

- Quiero que me la chupes – Ordenó el viejo.

Julie que apenas daba crédito a lo que estaba sucediendo, introdujo la punta de la polla del viejo en su boca y comenzó a jugar torpemente con la lengua alrededor del glande del Señor Andrews.

El viejo alzó la cabeza poniendo los ojos en blanco, y tras unos segundos agarró con ambas manos la cabeza de Julie y la empujó fuertemente contra su polla haciendo que ésta se introdujera en su boca hasta poco más de la mitad, provocando en Julie una arcada.

Aquello lejos de molestar a Julie le produjo una mayor excitación. Por lo que siguió haciéndole la mamada al Señor Andrews mientras continuaba masturbándose. El viejo estaba llegando al clímax, no podía parar de tocar esas tetas que tanto anhelaba y que tanto le excitaban. Justo cuando iba a correrse saco la polla de la boca de Julie y le ordenó que se levantara.

Bruscamente le dio la vuelta y le pidió que se apoyara contra el inodoro. Julie seguía las órdenes y no podía evitar ponerse más cachonda y dibujar una sonrisa en su cara con las órdenes del viejo. El Señor Andrews al ver ésta sonrisa le soltó un azote en la nalga derecha que provocó en Julie un fuerte gemido acompañado de un escalofrío signo de la evidente excitación que le provocaba.

El Señor Andrews no podía esperar más, agarró su polla y la introdujo en el coño de Julie realizando una primera envestida que provocó en ella un grito de inmenso dolor, fruto de la rotura de su himen. El viejo le dejó la polla dentro esperando que se recuperara al ver que a Julie le temblaban las piernas, y una lágrima le caía por la mejilla. Le dio un beso en la espalda y agarró con fuerza la trenza de ella para comenzar a embestirla con toda la fuerza que podía, a lo que Julie respondía con gritos de dolor que poco a poco se iban convirtiendo en gemidos y en gritos de placer. La polla del viejo se perdía continuamente en el coño hasta entonces virgen de Julie que comenzaba a gemir más rápidamente signo de que se acercaba su primer orgasmo.

- Perra, quiero que te corras para mí – Le dijo el viejo al oído provocando que ella comenzara a gritar.

- Siii, joderr, Ah Ah Ah Ah Siiii – Gritaba entrecortadamente Julie debido a las fuertes embestidas que producían un sonido muy evidente.

El viejo aumentó el ritmo haciendo que Julie se corriera con tanta intensidad que le fallaron las rodillas y cayó al suelo gimiendo de auténtico placer, mientras él la observaba jadeando.

- No te pienses que he terminado contigo aún cielo – Dijo el Señor Andrews mientras ayudaba a Julie a volver a su posición anterior.

Sin dar tiempo a Julie a colocarse volvió a embestirla con todas sus fuerzas haciendo que ella volviera a gemir y a gritar como la puta que sabía que era.

- Dame máaaas joder, Siiiii… - Le pedía ella mientras gemía.

El viejo juntó su pecho con la espalda de ella y comenzó a tocarle las tetas de forma frenética, lo cual provocó una mayor excitación en él, no perdía oportunidad de palmearle el culo regularmente provocando que Julie se corriera dos veces más. Sentía que estaba a punto de correrse y sacó la polla del coño de Julie ordenándola que se arrodillara, metió su polla en la boca de ella para que le hiciera otra mamada. A los pocos minutos sintió que iba a eyacular y sacando la polla rápidamente de la boca de ella, se masturbó hasta que se empezó a correr espasmódicamente sobre las tetas de ella que sentía los calientes chorros del fluido de su acompañante resbalar sobre su pecho.

El viejo, rendido, se sentó al lado de Julie mientras ambos se recuperaban de ese polvo que ambos recordarían siempre.

- Gracias por darle ésta alegría a un viejo como yo – Le dijo jadeando el Señor Andrews.

- No, gracias a ti por sacar a la fiera que llevo dentro – Respondió Julie besando al viejo en la boca.

Fin.

Espero que os haya gustado y agradeceré vuestros comentarios.