Despertar a una sumisa

Lo que pudo pasar y no pasó, al menos hasta hoy

Empiezo por decir que esta historia no es real, al menos no en su totalidad. Es un lo que pudo ser y no fue, aquello que quedó pendiente, un deseo

, …

un poco de todo.

Me llamo Juan, un hombre muy normal del sur de Andalucía. Hace algún tiempo escribí un relato con el que pretendía recordar mis vivencias, pero que no tuvo la continuidad que yo había pensado. Espero que en este segundo intento conseguirlo.

La protagonista de esta historia va a permanecer en el anonimato, ya que me he aventurado a escribir este relato sin contar con su aprobación.  De hecho mi intención es que una vez que esté publicado, enviárselo con la invitación a que ella escriba su punto de vista. Por lo que la conozco, si se decide a hacerlo será un muy buen relato.

La conocí a través de una página de contactos muy famosa hace doce años. No niego que me sorprendió la rapidez con la que me dijo de vernos, y mucho más que quedásemos en su casa, pero teniendo en cuenta que las conversaciones habían sido muy agradables no me lo pensé un segundo y allí me presenté.

Lo que sucedió aquel día no lo contaré en esta ocasión. Si ella me autoriza a hacerlo, así lo haré.

Nos perdimos el rastro durante mucho tiempo, hasta que volvimos a retomar el contacto cuando por motivos personales me fui a vivir muy cerca de donde vive ella.

No tardamos nada en retomar nuestras conversaciones, conversaciones que poco a poco fueron subiendo de temperatura.

Ahí fue cuando descubrí que es una sumisa en potencia. Yo no me considero un Amo al uso. Soy dominante, mandón, pero, según me dicen, bastante suave. Viendo el cariz que tomaba la conversación, empecé a imaginar cómo sería tener una sesión de sexo con ella de sumisa, y me calenté y bastante.

Al poco tiempo de esa conversación, quedamos para ir a IKEA a hacer unas compras, y a la hora de volver, la conversación fue poniéndose interesante. Empecé a notar que estaba excitada, continuamente se humedecía los labios, la respiración se le agitó, y eso que solo hablábamos. Aún recuerdo que me preguntó por la longitud y grosor de mi poya, que no la recordaba de la última vez, y más aún como se removió en el asiento cuando le dije que

erán

18 cm y bastante gruesa. Ahí no me pude resistir y le pregunté si estaba dispuesta a hacer lo que le dijese, y me dijo que sí. Estábamos en el coche en la calle, en la puerta de su casa y le dije que tenía que tocarse delante de mí allí mismo. Sin quitarme la mirada por un lado del pantalón corto que llevaba así lo hizo y empezó a acariciarse. Temblaba y gemía débilmente, por lo que entendí que le estaba gustando.

Le ordené que parase y aunque sé que le hubiese gustado seguir, así lo hizo. Cogí

los dedos que había usado para tocarse y los lamí. Sabían a sexo y me puse como una auténtica moto, aunque ella no se quedó atrás.

Por cosas que no vienen al caso, aquí se interrumpió todo, pero hoy me gustaría contaros que hubiera pasado si hubiésemos llegado a subir a su casa. Aquí comienza la ficción.

Subimos a su casa, y ya en el ascensor nos fuimos comiendo la boca sin descanso las 4 plantas que tuvimos que subir. Le encanta que la besen, y yo estaba ahí solo para darle placer. No le permití tocarme, y poniendo sus manos detrás, se dejó hacer. En el trayecto de ascensor, a la vez que le comía la boca, saqué sus generosas tetas al aire, y fui pellizcando sus pezones, suavemente e incrementando la intensidad, pudiendo comprobar en sus besos que a mayor castigo, mayor placer.

Una vez que llegamos a su planta, hizo el amago de guardarse las tetas, pero no lo permití. Se puso muy nerviosa por

si nos pillaba algún vecino, pero la dejé así. Abrí la puerta con cuidado por si había algún vecino, y aprovechando que estaba cerca la puerta de su casa, conseguimos entrar sin que nos viese nadie.

Una vez que entramos y cerramos la puerta se abalanzó sobre mí, pero de nuevo le ordené que se quedase quieta y que nos fuésemos al salón. Se adelantó a mí, pero de nuevo tuve que recordarle quien era el amo y quien la sumisa con un azote en el culo. Se quedó quieta por la sorpresa pero de nuevo no dijo nada. A pesar de mi poca experiencia con la sumisión, creo poder afirmar que ella es una muy buena sumisa.

La agarré de los pezones y tirando de ellos sin rudeza pero con firmeza, la conduje al salón. Una vez allí, metí la mano en su coño y vi que estaba empapada. Sin duda aquel juego le estaba gustando bastante.

En ningún momento hizo amago de tocarme, aunque en la cara le podía ver que estaba deseándolo. Creo que pensó que iba a masturbarla hasta que tuviese su primer orgasmo, por lo que cuando saqué la mano su cara de súplica por que continuara fue más que evidente.

En ese momento estaba loco de deseo, y tuve que hacer mucho esfuerzo por no tirarla al sofá y follarla sin compasión, pero aquello debía durar. Me senté y la miré, observándola. Era evidente que estaba nerviosa, aunque no sé si porque la situación estaba empezando a ser demasiado para ella o por puro morbo.

El tener a esa mujer en el centro del salón de su casa con las tetas al aire esperando a que le dijese que tenía que hacer es sumamente erótico. Una situación cargada de tensión sexual que iba a resolverse para disfrute de los dos.

Después de un tiempo que no sabría determinar, le dije que se desnudara poco a poco sin dejar de mirarme. En ese momento creo que le entró un poco de vergüenza, pero estaba dispuesta a llegar hasta el final. Cuando acabó de quitarse las braguitas, le pedí que me las diera. Las olí y desprendían un amor a deseo que me calentó más todavía. O empezábamos más en serio, o iba a correrme sin siquiera haberme sacado la poya.

Le ordené que se pusiera en el suelo de rodillas después de haber puesto unos cojines para que estuviese cómoda. Le pedí que me dijera dónde podía encontrar un pañuelo o algo para taparle los ojos, algo para atarla y un vibrador. Quiso levantarse para ir ella, pero no lo permití.

Después de buscar un poco lo que le había pedido y haberlo encontrado volví al salón. Por su cara me dio la sensación que se le estaba bajando la excitación, por lo que sin previo aviso saqué mi poya y se la metí en la boca hasta el fondo. Se la saqué y la besé, y volví a metérsela en la boca

tres o cuatros veces más. Intentó pajearme mientras la besaba, pero no le había dado permiso para hacerlo. Le puse la venda en los ojos y le ordené que pusiera las manos a su

espalda

y las até. Verla allí, tan indefensa, tan sedienta de sexo me dio un punto de ternura que me llevó a besarla suavemente.

Pero duró poco. Estábamos allí para follar, para llevarla a un nivel de excitación tan alto como pudiese.

Me desnudé del todo y me dediqué a rodearla despacio. Notaba perfectamente que estaba excitada por su respiración y por lo a menudo que se

humedecía los labios. Me acerqué a ella paseando mi poya por su cara y su lengua salió a su encuentro. La dejé para que pudiese chupármela a su antojo, y la verdad que lo hace muy bien, de las mejores con las que he estado.

Mientras me la chupaba, incl

iné mi cuerpo para amasar sus más

que generosos pechos, apretándolos, amasándolos, apretando sus pezones

, estirándolos. Era un auténtico placer poder disfrutar así de esa mujer, tan entregada, tan dispuesta para recibir placer y a la vez darlo.

Aquella mamada me estaba matando. Me hubiese encantado correrme en su boca en ese momento, cosa que ella hubiese aceptado encantada, pero quería que se corriese ella primero, así que haciendo un gran esfuerzo se la saqué de la boca y la incliné hacia delante, hasta que su cara tocó el suelo y sus pezones quedaron rozándolo. Ese frío contacto hizo que se le pusieran aún más duros,

si cabe.

Su culo quedó expuesto ante mí, así como su coño por detrás, el cual empecé a acariciar despacio mientras con la otra mano abrí sus nalgas dejando expuesto su culo, no dudé ni un instante que tenía que hacer con él y hundí mi lengua. Las caricias a su clítoris, mi lengua en su culo y algún dedo que otro que metía en su coño fueron demasiado para ella que se corrió sin pedirme permiso. Después del placer que me estaba dando, no entendí que debiera haber castigo en ese momento, dejándolo para más tarde o para otro día. La corrida fue muy abundante, chorreando

por sus piernas. A pesar de su orgasmo, no dejé de acariciarla, aunque con más suavidad, ya que no quería que sintiese molestia en una zona tan sensibilizada en ese momento. Aproveche su flujo para ir lubricando su culo. Ella se dio cuenta en seguida de mis intenciones, pero no se movió, quedó expectante a ver como se iban desarrollando mis caricias.

Después del trabajo de mi lengua y de la relajación de su orgasmo, mi dedo embadurnado en sus flujos se hundió casi entero en su culo sin dificultad. Volvió a gemir, creo que a mitad de camino entre el placer y la molestia, pero me quedó claro que aquel culo ya había sido disfrutado.

Por primera vez desde que dejamos el coche le hablé:

-

Veo que tu culo ya ha sido usado y hoy voy a follártelo yo.

-

Alguna vez lo he hecho por ahí. Solo te pido que tengas cuidado –contestó ella.

Comencé un mete y saca de mi dedo en su culo despacio metiendo mi dedo entero y sacándolo para volver a meterlo, mientras seguía masturbándola cada vez con más intensidad.

Sus gemidos eran cada vez más intensos y notaba como con su culo apretaba mi dedo cada vez que lo metía, incluso movía su culo para que llegara más dentro que la vez anterior.

Recordé que tenía su vibrador que no había

usado aún. Me incorporé y ella se sobresaltó pensando que iba a privarla de su incipiente orgasmo, pero como buena sumisa, no se movió.

Volví junto a ella con el vibrador en la mano, se lo puse en la boca y lo chupó con ansias.

Cuando lo dejó empapado de sus babas, podría decir que se lo introduje, pero la verdad es que se lo hundí hasta el fondo comenzando

a meterlo todo lo rápido que me permitía mi mano,

lo que provocó que estallara en un orgasmo más intenso aún

que el anterior.

Este orgasmo hizo que casi se cayera al suelo, lo que aproveché para aprovechar para meter su vibrador en su culo despacio pero firmemente. No tenía fuerzas ni para quejarse, pero estoy  seguro que esa invasión no le desagradó en absoluto, porque empezó a gemir, aunque débilmente.

El primer pensamiento fue sustituir el vibrador por mi poya, pero después del calentón que acumulaba decidí dejarlo para otro momento donde pudiera follar ese culo durante más tiempo y a conciencia, por lo que empecé a follarla con el vibrador hasta que los gemidos ganaron en intensidad. Dejé el vibrador dentro de su culo y metí mi poya en su inundado coño como si fuese mantequilla. La presión de tener el vibrador incrustado en su culo y las vibraciones me indicaron que no tardaría en correrme y me dejé ir. La agarré de las caderas y comencé a follarla duro, todo lo que podía. Sabía que no iba a durar ni un minuto, pero quería darme ese gusto. Cuando noté que iba a correrme la incorporé y le dije que abriese la boca y sacase la lengua. Sabiendo que iba a pasar solo dijo con su voz dulce:

-

Quiero tu leche en mi boca

Y se la di, vaya si se la di. Hacía mucho tiempo que no me corría tanto ni tan intensamente como en ese momento.

Se tragó todo lo que cayó en su boca y abrió la boca esperando más. Le metí la poya que fue limpiando hasta dejarla reluciente. Cuando la saqué y la miré fue la imagen más erótica que vi en mi vida. Con el pelo mojado por el sudor, la venda en los ojos, la cara con los restos de mi corrida que no habían caído en su boca y esperando más. Con un dedo fui recogiendo mi leche y se los di para que me los chupara hasta que no quedó rastro.

Entonces le quité la venda y la desaté. Las piernas se le habían quedado dormidas  y la tuve que ayudar a levantarse. Nos sentamos en el sofá y comentamos qué nos había parecido la experiencia. Yo estaba encantada y ella a pesar de que estaba un poco dolorida por la postura me confirmó que estaba deseando probar más cosas y volver a ser mi sumisa y que yo fuese su amo, además de recordarme que debía de castigarla por las cosas que no había hecho bien.

Y aquí acaba la ficción de lo que pudo ser y no fue. Quién sabe si algún día podría llevarse a cabo, pero ya veremos qué pasa. Espero que os guste el relato y si alguna vez ella se decidiera a escribir su versión y me diera su permiso, la compartiría con vosotros.

Si os apetece poneros en contacto conmigo, escribidme al jfbm1977@gmail.com