Despertar a los cuarenta (2)

Lo sucedido con la hija de mi amante fue algo maravilloso y sus relatos mas asombrosos aún.

DESPERTAR A LOS 40 ...( II )

Cómo Soledad, la hija de mi amante José Miguel, devela su pasada intimidad, resultando ser una verdadera Caja de Pandora

Antes de leer esta experiencia real, le sugiero empiece por la ( I ) parte de mi relato.

¡Hola! --- Soy Viviana, autora

Accediendo a la petición que me formulara José Miguel, mi amante autorizado por mi marido, de buscar un acercamiento con su hija Soledad, soltera, una bonita muchacha de un físico privilegiado y con todo el optimismo de sus juveniles veinticuatro años, de quien ustedes ya saben, pasó los últimos cuatro años en Madrid, haciendo sus estudios universitarios y que ha retornado a Santiago de Chile por grave enfermedad de su madre y que ante tal situación y por el gran cariño que le tiene a su padre, ha iniciado un secreto y peligroso camino cuasi incestuoso.

Mi acercamiento a Soledad se produjo de forma muy natural, al encontrarnos en la Portería de nuestro Condominio, siendo Oscar quien me la presentó al cruzar saludos. Mi marido la detuvo para preguntarle por la salud de su madre y a su vez para informarle que le tenía a su disposición un material de estudio del que le había conversado José Miguel, comprometiéndose ella a ir a nuestro apartamento a retirarlo. Mi primer encuentro con ella fue de mucha afinidad y cortesía, tenía la misma mirada encantadora de su padre y una sonrisa sensual y cautivadora lo que pude ratificar esa tarde cuando me visitó en mi apartamento para retirar los libros dejados por Oscar para ella.

Hablamos de la enfermedad de su madre y lo afectada que se sentía tanto por su progenitora como por su padre, notando que cuando hablaba de José Miguel se le encendían sus ojos en forma muy especial, demostrando su adoración por él. Su forma de conversar me fascinaba con ese acento tan español, lo que matizado por un segundo aperitivo de nuestro heladito "Pisco Sour" se hizo mas abierta y confidente. Me decía que estaba sorprendida del extraordinario parecido físico y facial con María Trinidad, (Maritrini) la señora española dueña de la casa donde vivía en Madrid, y por quien demostraba un muy grande afecto. Por esa razón me rebautizó como Maritrini.

Así se fue consolidando nuestra amistad, con visitas seguidas a mi apartamento, con salidas al cine o a ver una obra de teatro o una exposición de pinturas clásicas, en el ínter tanto yo acomodaba horarios con su padre para saciarnos de rico sexo, contando aveces con la compañía de mi marido que continuaba disfrutando mucho con ello.

Una de esas tardes y bajo el efecto de nuestros "Piscos Sour", sobre un mueble biblioteca había quedado en forma descuidada una película del tipo porno triple X. Ella la tomó y al ver su característica, se encendió de inmediato suplicándome verla, a lo que debió acompañarme hasta mi alcoba, lugar donde tenía conectado el equipo de video. La primera parte trataba de unas excitantes escenas de intercambio de parejas con sexo explícito a primerizas de un Club Swinger, donde en una segunda parte la principal protagonista una joven, delicada e inocente debutante es asediada por dos lujuriosas mujeres ya mayores que le brindan un ardiente bautizo lesbico que nos tenía tan entusiasmadas que no me di ni cuenta cuando una mano de Soledad (Sóle) hurgaba sobre mi húmeda vagina produciéndome de inmediato un placer muy explosivo. Unos minutos mas tarde, ambas desnudas sobre la cama imitábamos a la perfección las escenas de mujeres del vídeo. En esto yo era la debutante, pues sobre mí tenía a una experta lesbiana que me sofocaba a besos, caricias y acción sobre mi orgasmico sexo. Fue una velada inolvidable para mi y lo que siempre pensé que este tipo de relación nunca contarían con mi aprobación, pues de solo pensarlo me producía rechazo, el caer en ellas me hizo cambiar de inmediato de apreciación y lo he empezado a aceptar con tanto o mayor gusto que con un hombre y esto ha llegado a tal; que ahora miro a las mujeres con otros ojos y otros intereses.

Soledad, me ha confesado del inicio de su experiencia lesbica en España. Según su versión, en un primer tiempo y aprovechando su beca estudiantil se fue a vivir a un hogar universitario pero pasado seis meses no soportó ese sistema y decidió buscar en los diarios un acomodo en una casa de familia. Así llegó a tocar las puertas de la familia Jiménez, un matrimonio sólo que ofrecía una suite para señorita sola. A Soledad le encantó su pequeño apartamento, el sector muy bueno, su cercanía con su casa de estudios y la gran cordialidad de los dueños de casa. El Francisco, 45 años, empleado del gobierno que algo tenía que ver con el reclutamiento de los jóvenes que eran llamados a la milicia, un tipo muy apuesto y que adoraba a su mujer. Ella Maritrini, 42 años, según Soledad un clon mío, que se sintió muy feliz con la llegada de Sóle, ya que venía a sustituir la ausencia de la única hija del matrimonio María de los Ángeles, que ellos llamaban simplemente Ángeles, quien se había mudado de casa por haber contraído matrimonio y había marchado a Huelva junto a su marido, un joven agrónomo.

Soledad sentía que había caído como del alto cielo a esa maravillosa casa, recibía un trato de parte del matrimonio como si fuera una hija aventajada. Maritrini la colmaba de obsequios y demostraciones de amistad, Sóle, despuès de sus clases, disfrutaba y ansiaba llegar luego a ese hogar donde la esperaba ansiosa Maritrini. Un día en que Francisco, el marido, debió ausentarse de casa por tener que cumplir funciones fuera de Madrid, su mujer pidió a Soledad, le acompañara a dormir juntas, aduciendo ser una persona muy miedosa, esa misma noche Maritrini, venció sus temores y con la complicidad de la misma Soledad, convirtió a esta en su amante, iniciando un tórrido romance de lujuria y sexo el que muy pronto contó con la participación de Francisco, verdadero maestro de la perversión sexual.

Me contaba Soledad, que el hecho de intimidar con el matrimonio fue imponiéndose de la azarosa y pecaminosa vida sexual que llevaban, rompiendo todos los esquemas de un matrimonio normal y de una familia tipo. En su relación con sus amistades nadie sospechaba de la doble vida que llevaban. Desde luego Sóle, fue eximida de pagar la renta y otros gravámenes en la casa, ellos se encargaban de pagar la tienda donde adquiría su vestuario y ropa íntima, fina y cara y de otros gustos o caprichos, nada se le negaba a cambio de sexo y de satisfacer los deseos de tan singular pareja.

Maritrini, cuando ardía de deseos junto a Soledad, habría su corazón y gustaba de contar sus experiencia recien pasadas, como esa noche después que colgó el fono hablando con su hija, le confesó a Soledad de haber iniciado sexualmente a Ángeles, a partir de los doce años, siendo su padre quien la desvirginó y mantuvo relaciones con ambos hasta la noche anterior a su boda. La habían dejado libre de sexo diez días antes, Ángeles que para ella, el sexo era como su alimento cotidiano, fuera del nerviosismo propio del compromiso social, por las noches asediaba a su padre para que se la diera, pero este se reservó para la noche anterior a la boda. Quiso que esa noche su hija se vistiera con todos los atuendos de novia y después de un extraño e improvisado ritual, él la llevó frente a un gran espejo, su madre ayudó a levantar el blanco vestido por atrás y bajándole el albo calzoncito, su padre se la folló con inusitada vehemencia hasta hacerla acabar con convulsionados gemidos de ambas partes. Después él que vestía riguroso frac, la tomó en sus brazos y se la llevó al lecho matrimonial donde continuó el festín de despedida de soltería de Ángeles, quien no se cansaba de decir a su padre : ¡"Eh Coño, este ha sido el mejor regalo de bodas que me habéis hecho ¡".

Maritrini, tenía un buen pasar en lo económico, había heredado de su padre una buena suma de dinero y cinco apartamentos en el área céntrica de Madrid, los que rentaba a un buen valor, manteniendo uno de ellos, el más chiquito de dos ambientes libre, el que era usado para ocasiones especiales, como intercambio de parejas o atender obsequios de hombres que le buscaba su marido entre los muchachos que se presentaban a la recluta. A estos jóvenes se les seleccionaba haciéndole una serie de exámenes, uno de ellos consistía en que debían ser revisados desnudos por el médico y su comitiva, entonces Francisco que asistía a estas sesiones aprovechaba de inquirir secretamente los datos de los muchachos mejor dotados genitalmente, los apuestos y de buen garrote marcaban sus preferencias, se acercaba a ellos y se informaba si deseaban o no hacer la Guardia, si el candidato decía que no, lo fustigaba diciéndole que por ser apto, nada podría salvarlo lo que angustiaba al joven, horas mas tarde le llamaba de nuevo diciéndole que él le tenía la posible solución y ahí pasaba a contarle una historia que normalmente entusiasmaba a los atribulados jóvenes, diciéndole que tenía una amiguita, señora madura de cuarenta y tantos, pero que era un bocado , viuda hace dos años que vive en un apartamento sola y gusta de sus relaciones con muchachos como él, si se comprometía a darle favores de cama a la viuda esa, él podría gestionar su exención, claro que quedando en calidad de disponible, pero si el muchacho se portaba bien con la señora y acudía a los llamados que ella le hiciera en seis meses mas, terminaban sus preocupaciones, ellos aceptaban con agrado y se esmeraban por satisfacer con esmero los placeres de la bendita viuda que era su misma mujer. Entonces, sigue el relato de boca de Soledad, ella veía aveces llegar a Maritrini, casi muerta de fatiga y demacrada, diciendo que le había atacado una jaqueca frecuente. Pero la verdad según sus propias confesiones, aveces cuando se ponía muy caliente llamaba a dos o tres muchachos y se daba unas tremendas sesiones de sexo que la dejaban muerta, con la vagina inflamada y el ano enrojecido.

Después de estos relatos yo me entregaba a una sesión de consolador mientras Soledad a la espera de su turno me acariciaba entera. Fue en una de esas calenturas nuestras que Soledad me explicó lo preocupada que estaba por su padre y me pidió hacerle el favor. Cuando le dije que si ella consentía y él también yo me prestaría gustosa para ello. Nos abrazamos como niñas chicas, pidiéndome si, que le permitiera poder ver esa fornicada con su José Miguel. Yo le advertí que eso podía ser riesgoso porque ambos podrían perder el control de la situación y llegar a un incesto irremediable. --- Bueno me dijo, si el momento nos depara eso, veremos que hacer.

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