Despertar a la vida 5.-

Culmina el aprendizaje de forma épica

Despertar a la vida 5.-

Aquel fin de semana nos quedamos solos Eva y yo no recuerdo con que escusa. Había transcurrido todo el verano y nadie  hizo referencia al fin de semana de mi descubrimiento.

Tan pronto hubieron salido los papás, Eva se desnudó delante mío, y , como quien no quiere la cosa me ordenó que hiciera lo mismo. Medio muerta de vergüenza me quedé en pelotas, y acto seguido Eva me ordenó:

-          Venga perra, que hoy tenemos mucho trabajo.

Se recostó en el sofá con las piernas abiertas y su melena sobre sus pechos, me hizo un gesto para que me aproximara y así lo hice.

-          Hoy vas a aprender cómo dar placer a una mujer, vs a emplear todo tu ser, y hay de ti que no lo hagas bien.

-          Ponte a cuatro patas zorra, y no me mires a la cara en todo el fin de semana. Soy tu dueña, y vas a hacer todo aquello que te diga sin rechistar y con la máxima eficiencia.

-          Ahora vas a lamer todo mi cuerpo sin dejar ni un cm sin saliva, empezando por los dedos de los pies y acabando por la nuca.

Así empecé a lamer y chupar, primero el dedo pulgar del pie derecho, besándolo, lamiéndolo, y finalmente chupándolo golosamente. No sé por qué pero el aroma acre de sus dedos en mi boca me empezó a excitar. Fui pasando de un dedo a otro con la misma progresión de caricias y lametones, cuando ya había cumplido con los dedos del pie derecho pasé a los del izquierdo con idéntico tratamiento. En alguna ocasión y a fin de ver si debía corregir alguna cosa levantaba mis ojos con mirada inquisitiva, recibiendo de inmediato un correazo de un cinturón que no sé de donde lo sacó. El escozor del cuero contra mi piel me produjo una oleada de dolor y placer imposible de describir.

Seguí lamiendo la planta de sus pies, entreteniéndome un buen rato en el arco plantar, para a continuación subir al tobillo. Otra mirada fugaz, y, Otra oleada de escozor y placer. Repasé milímetro a milímetro sus pantorrillas, los corvejones, las rodillas, subiendo a continuación hasta sus muslos.

Roce, calor, aroma a ingle, mirada furtiva, correazo, aquello era un suplicio de placer. Pensaba que me correría de un momento a otro dada mi excitación, pero al punto Eva me aplicaba un leve correctivo de correa, suficiente para distraerme. Realmente era toda una doctora en excitar al personal.

-          Venga pasa a los labios mayores, que ya estoy muy mojada y quiero reventar.

Así lo hice, primero los mayores, después con la lengua fui abriendo los labios menores, recibiendo un baño de sus jugos en toda la cara. Acabé atacando directamente al clítoris, y en aquel momento Eva me agarró del pelo y apretó mi cara contra su coño, al grito de

-          Venga puta, chúpame el coño bien o te voy a reventar el culo a correazos.

Lo cual fue seguido de una descarga de latigazos que dolían y a la vez me excitaban. Eva ya había descubierto que una buena paliza administrada con maestría me provocaba un orgasmo fenomenal, así que empezó a castigarme para mi dolor y placer. Sus insultos iban a más y los correazos en función directamente proporcional a su excitación. Al cabo de unos  instantes me meó la cara con un líquido que no parecía  pis, sus músculos se tensaron, tuvo unos espasmos y temblores por todo su cuerpo, y mi culo estaba como un tomate.

-          Eres una zorra de lo más eficiente, te tengo que sacar partido.

Y dicho esto me soltó tantos correazos como quiso hasta que me corrí como una loca. Aquello era brutal y no llevábamos ni una hora de fin de semana, aquello prometía que si no me saltaba la piel iba a resultar lo más placentero del mundo. Pero no me imaginaba los planes que bullían en la cabeza de Eva.

Me envió a la ducha, y acto seguido se presentó allí con una bolsa ordenándome:

-          Esta noche te vas a ganar el sueldo por primera vez en tu puta vida, pero, para ti será una forma de vida y para mí un medio financiero. Depílate todo el cuerpo, que no quede ni un pelo en el.

-          Luego te vestirás con lo que hay en la bolsa y vendrás a mi habitación para que te maquille.

Así lo hice y la excitación que me provocó el solo pensamiento de lo que vendría  me hacía daño de tal erecta que tenia la polla.

El ritual de la depilación total de mi cuerpo era una auténtica locura, usando todos los métodos a mi alcance, me embadurné de crema depilatoria, esperé mientras hacía efecto, cosa que no tardó mucho en pasar dado que mi vello era suave y claro. Después de rascar toda la piel hube de repasar algunos lugares con la maquinilla de afeitar, y al cabo de una hora salía de la ducha totalmente depilada.

Fui a la habitación de mi hermana  y la encontré desnuda y saciándose con un consolador que a mí me pareció enorme. Se lo metía en el coño, se lo sacaba y acto seguido se lo metía en el culo, total una visión supe pornográfica. Estaba tan distraída que no se fijó en mí hasta que se despacho un escandaloso orgasmo junto con una venida de fluido que parecía no tener fin.

Entonces me miró y me soltó

-          Qué, zorra, nunca habías visto una mujer disfrutando de su cuerpo? Pues ala, que ahora te va a tocar a ti. Vístete con lo que hay en la maletita rosa, y me vienes a ver, me voy a comer algo que tanto placer me ha dado hambre.

Fui hasta el armario y saqué la maletita de viaje de estas de cabina de color rosa, dentro había lencería un vestido medias, e incluso una peluca. Me vestí con gran alegría, porque a aquellas alturas la ropa femenina ya era un fetiche magnífico para mí, poniendo el máximo cuidado en que cada pieza quedara perfectamente adaptada a mi piel. Hecho esto que me llevó un buen rato, me acerqué al comedor y allí estaba Eva, deglutiendo golosamente un helado,  y como todavía hacia algo de calor, se estaba deshaciendo por los lados, resbalando por su garganta hasta sus pechos, una visión de lujuria total.

Cuando se acabó el helado, se fue al cuarto de baño, se masturbó, y se duchó. Después de secarse, me hizo una inspección total, tanto de piel, como de ropa, felicitándome por el resultado obtenido.

-          Ahora vas a empezar con tu nueva vida. Vas a ser la puta más codiciada del paraninfo de la burguesía. Todos son de un vicioso que tira de espaldas, así que harás fortuna  y yo me haré rica a tu costa.

-          Vamos a ir a un club privado muy exclusivo en el que no entra cualquiera, pero como a mí  ya me conocen no tendremos problemas para entrar. Cuando entremos te subastaré por esta noche y el que pague más tendrá derecho a usarte de la manera que mejor le plazca, así que tu a callar y obedecer. Disfrutarás enormemente ya que son unos auténticos maestros de la tortura y sé que eso te pone como una burra!!!

Pasamos a la sesión de maquillaje, sombras bases, pestañas, fondos, y un sinfín de productos dejaron mi cara con la apariencia de una mujer mucho mas mayor que yo, pero dado que mi pelo era suficientemente largo no me puso la peluca sino que me hizo un peinado con unos rulos que me dejaron todo el pelo ensortijado, lleno de ondas y tirabuzones que potenciaban mi aspecto de mujer fatal.

Se vistió para la ocasión con unas medias negras con filigranas, liguero y tanga de conjunto todo en negro, y un vestido cortísimo y  súper ligero con un brillo metálico que resaltaba cada una de sus curvas  de manera que no había modo de camuflar nada. Se le notaba la excitación en aquellos pezones que amenazaban con rasgar la fina tela del vestido.

Cogimos un taxi para ir a una gran mansión de aquellas que hacían los indianos súper millonarios  que se enriquecieron con el comercio de esclavos en las colonias, realmente era una belleza la casa. Estaba discretamente rodeada de una alta valla y un gran espacio ajardinado a su alrededor, dejando la mansión en una discretísima posición.

Llegamos a la escalera principal que daba acceso al porche de dos pisos de altura, y tras accionar el timbre un lacayo perfectamente vestido del siglo XVIII nos condujo a una sala de espera. Al girar sobre si pudimos ver que el traje de lacayo no era completo, si no que le faltaba la parte del calzón tanto delantero como trasero, conservando las perneras. Lo encontré divertido y sexi.

Eva entró como si de su casa se tratase, era evidente que no era la primera vez que paseaba por aquellos salones. Yo mientras esperé en una pequeña salita que había a la derecha del Hall, en la que había una docena de sillas tipo francés, tapizadas y con mucho ornamento dorado, me senté en una de ellas al azar y esperé q que me llamaran. En aquellos instantes percibí algo que con la excitación de la situación no había notado antes, tenía unas enormes ganas de hacer pipí, gracias a que llevaba el pene escondidísimo entre los sacos escrotales y adherido con esparadrapo al culo, no tenía que hacer mucha fuerza para retener la orina, pero la sensación estaba entre angustiosa y excitante.

Al cabo de lo que me pareció una eternidad, apareció el lacayo que nos había abierto la puerta y sin mediar palabra, sólo con un gesto, me hizo entender que le siguiera.

Llegamos a otra estancia mucho más amplia y con muchos tocadores y espejos. Esperaba que hubiera un wáter para aliviar mi sufrimiento, pero no fue así.

Eva estaba allí con una finísima túnica que en vez de esconder realzaba su desnudez integral, y bruscamente me dijo:

-          A ver pedazo de puta llorona, quítate esa ropa que la vas a ensuciar y ponte tan solo este atuendo que yo te daré.

La ropa no era tal, sino que era una especie de tanga de cuero repujado muy contundente con correas y hebillas para su colocación, que dejaba al aire tanto mi pene como mi ano,  una especie de sujetador del mismo cuero que dejaba mis pezones al aire, y un collar para el cuello a conjunto de cinco centímetros de ancho, así como dos pulseras y dos esclavas para muñecas y tobillos. Todos ellos estaban bellamente decorados, y tenían fuertes argollas integradas en partes estratégicas de cada pieza.

-          Quítate ese esparadrapo que ahora ese pajarito tiene que ser enjaulado.

Dicho y hecho me ayudó a encerrar mi pene en una pequeña jaula de acero inoxidable dejando mi pene totalmente comprimido en el cazo de la jaula y mis testículos por debajo de ella.

Yo no había probado nunca una caja de castidad para hombres, lo encontré un poco incómodo pero muy excitante. Naturalmente la llave del candado se la quedó ella, y me indicó que disfrutara de todo menos de mi miembro viril, que enjaulado como estaba me daría más dolor que placer.

La vestimenta, se complementó con una túnica corta que apenas cubría mis nalgas, sin brazos, ceñida  con un cordón dorado a modo de cinturón, y que dejaba entrever todos mis encantos así como la poca ropa que llevaba puesta.

Unas medias del mismo color que la túnica y unos zapatos, mejor dicho sandalias de tiras  con un tacón de aguja de 12 centímetros procuraban un completo conjunto súper erótico.

Me puso una correa de paseo para perros en la argolla del collar, y me encadeno manos y pies con unas cadenas brillantes que limitaban mis movimientos pero permitían que caminase con cortos pasitos.

-          Y ahora, a ganarte la vida. Nada más una recomendación: Disfruta de todo el placer y el dolor mezclados que te proporcionaran  en esta experiencia porque en adelante la cosa será peor, y con el tiempo te irás acostumbrando a la humillación y ya no será tan placentera, acabando al final puteando por un puñado de billetes en la tapia de cualquier cementerio y comiendo rabos de marineros en el puerto.. Este será tu destino zorra. Hoy tu nombre será Zorra Núbil, y espero sacar una buena tajada por ti aunque la competencia es muy fuerte.

-          En ningún caso quiero quejas de ti por parte de tus amos temporales, porque entonces sí que te pongo a hacer la calle en cualquier polígono industrial a comer vergas de camionero.

-          Relájate y disfruta de tu estreno en el mundo del sexo comercial, que otras no han tenido tanta suerte como tú de empezar en un ambiente tan refinado.

Y con esto tiró de la correa para que la siguiera llevándome hasta una pasarela en la que había unos postes con otras bellezas atadas a los mismos por la correa de paseo.

Me ató a uno de ellos y me ordenó que guardara silencio total hasta salir de allí si no me ordenaban lo contrario cualquiera que estuviese en el local.

Las pujas empezaron a los pocos minutos de estar todas las estacas con su correspondiente esclavo, por que de todo había en aquella pasarela. Desde mi posición no podía ver a ninguno de los pujantes, que quedaban detrás de los focos que nos iluminaban, por lo que estábamos totalmente expuestas  ante las miradas de nuestros futuros amos.

Las cifras iban en aumento, pero yo no entendía nada, estaba en otra dimensión, gozando del  fuerte ligado del cuero así como de la jaula de castidad, que amenazaba con saltar en mil pedazos dada mi excitación. Pero el acero no era competidor de la carne.

Oí un grito, Adjudicada, un golpe de mazo en la mesa, y acto seguido noté un tirón de la correa para que siguiera al lacayo.

Este me acompañó sin mediar palabra hasta una cámara en los sótanos de la mansión, que aparentemente no tenía ni tragaluces ni ventanas.

Unas velas iluminaban la estancia sin grandes ostentosidades pero con un montón de muebles/aparatos de tortura que se veían en todos los lados de las paredes y también en el centro de la habitación. El lacayo me ató por la argolla del cuello a una especie de cruz quedando mis manos y mis tobillos atados a las aspas, y acto seguido se fue.

En pocos instantes apareció quien debería ser mi amo durante aquella  noche, iba desnudo pero con una capucha negra que le cubría por completo rostro y que continuaba con una capa hasta los pies.

Sin decir nada, se acercó a mí, y me retorció los pezones, cosa que me encanta, y acto seguido la jaula de castidad se hizo presente dado que había tenido una erección brutal al contacto de sus dedos con mis indefensos pezones.

Después de unas caricias bruscas y ásperas  me soltó dos bofetones uno de haz y otro de envés, que enrojecieron mis mejillas. Como me habían advertido sobre las quejas de los clientes me contuve de gritar o llorar si no me autorizaban a ello.

Entró el lacayo otra vez y conversaron en voz baja, tomando acto seguido una larga fusta de caballería con la cual enrojeció mis pechos y mis testículos, aquello era un no vivir de dolor y placer, y la jaula cada vez parecía más pequeña.

Me soltaron de allí y me recostaron sobre un poto de madera y cuero como los que se usan en gimnasia, ataron mis tobillos a las argollas de las patas de un lado y mis muñecas a las patas del otro lado, quedando my culo totalmente expuesto para lo que quisieran hacer con él.

El lacayo cogió un látigo de cuero trenzado de un metro de largo aproximadamente, cosa que vi después y con un ritmo lento dejando que cada latigazo se fundiera en el tiempo, fue marcando mi culo como si con un hierro candente hubiera sido. No me dijeron nada de contar los latigazos, pero en mi fuero interno iba contando cada “caricia” y aquel dolor y aquella cadencia lenta entre golpe y golpe me llevaron al mayor orgasmo que había tenido hasta la fecha, cosa que no pasó desapercibida para mi amo temporal. Hizo parar al lacayo ordenándole que me impregnara el culo de un lubricante y que me follara hasta que se me salieran las lágrimas.

Dicho y hecho, después de aplicarme un montón de lubricante, el tipo me enculó de la forma más brusca y agresiva que me pueda imaginar, con lo que mis lágrimas rodaron por las mejillas que aún conservaban sus tonos rojizos. Mi amo se puso ante mí, se regocijó con mi llanto, y me metió su polla dura en la boca, y mientras me follaba por el culo el uno el otro lo hacía por la boca y uno me soltaba golpes en el culo y el otro bofetones en la cara.

No sé cuanto duró aquello pero al rato me volví a correr como una perra en celo porque el dolor se había transformado en placer no sé en qué punto fue,  pero así fue.

Cuando me soltaron de aquel potro me ataron a una especie de mesa de tortura en la quedé encadenada con la cabeza colgando hacia tras,  cosa que aprovechó mi amo para introducir de nuevo su verga  entrando hasta el fondo, con lo que provocó la reacción inmediata del vómito, saliendo entre mi boca y mi nariz tanto el contenido de mi estómago como la leche de mi amo temporal, aquello me llevó al límite de ahogarme en todos aquellos fluidos, cosa que aprovechó mi amo para atormentar mis testículos  y mis pechos, a cada pellizco la polla se me ponía como una roca, a cada apretón o golpe en los huevos se salía el liquido pre seminal  amenazando con una nueva eyaculación, pasó un largo rato disfrutando de mi dolor,  cuando se cansó ordenó que me colgaran del columpio que había en el centro de la habitación y que te mantiene colgado con las bolas y el culo al aire,  cuando me hubo subido al artilugio se puso detrás mía y me penetró con toda la furia que le era posible acumular, mientras retorcía con gran saña mis pezones. A las pocas embestidas el se corrió y yo me quedé con la polla encerrada el aquella caja  de acero blindado amenazando con reventar el aparato. Mi amo tomó la fusta y golpeó inmisericorde mis testículos y mi encerrada polla, con lo que al cabo de unos segundos tuve otro orgasmo de los que hacen época.

Con esto parece ser que mi amo se dio por satisfecho, y se sentó en una especie de trona de madera, mientras  el lacayo acababa la faena dándome otra ración de polla en el culo mientras mi amo desde el asiento me obsequiaba con unos dolorosos golpes de látigo en pecho testículos y polla.

Aquello duró una eternidad, tanto que me llevaron al orgasmo dos veces más, quedando totalmente exhausta y sin leche para una semana. Allí colgada, con el culo como un avispero, y rellena de leche y vómitos por todos los orificios de mi cuerpo, me quedé dormida.

Al rato oí a Eva que me retorcía un mugrón mientras me decía:

-          Que putón estás hecha. Han pagado por ti una fortuna dado que llegabas virgen al calabozo, pero me han dicho que te lo has pasado de muerte, tu amo ha quedado contentísimo contigo y dice que ha valido la pena cada céntimo que ha invertido en tu compra. Vamos que repetirá alguna otra vez, lo cual me está muy bien, porque me va  a hacer rica en poco tiempo.

-          ¿Cuántas veces te has corrido perra?

-           ¡Me han dicho que has dejado todo el calabozo lleno de leche de tus corridas!

-          Ala metete en la ducha y vamos para casa que es de día y quiero descansar.

Llamamos a un taxi y para casa que ya eran las diez de la mañana, llegue a la cama y me quedé dormida hasta el sábado por la noche que me despertó el hambre.

El resto ya pertenece a otra categoría de la historia por lo que aquí dejaremos el relato hoy.

Besos lascivos y azotes para todos

Jana.