Despertar a la vida 4.-
La clase solo ha empezado
Despertar a la vida 4.-
La tarde pasó sin demasiados cambios, hablamos y mucho de sexo. Resultó que Eva era toda una experta en ese extraño arte de ligar y el sexo no tenía secretos para ella, de vez en cuando según como me decía las cosas me ruborizaba y en varias ocasiones me escandalizó de una forma pavorosa, y cuanto más ruborizada y escandalizada estaba, más notaba que mi encerrada masculinidad deseaba romper fronteras, vaya que estaba en celo sin remisión.
Después de unas tapas y unas cervezas, volvimos a casa a hacer la siesta para tomar fuerzas para la noche, que prometía ser realmente maravillosa. Otra aventura para contar, bien, no sé a quién, pero sí que era toda una vivencia existencial para mí.
Al llegar a casa, Eva me dijo que me desnudara para no maltratar la ropa de salir ya que no iba a sacrificar otro conjunto por mí. Resulta que la lencería fina es carísima y cuanto menos tapa más cara es. Esto me desconcertó un poco, pero en fin, volví a mis pantaloncitos dejando toda la ropa sobre la cama.
A lo largo de aquel día ya me había acostumbrado a hacer pis sentada, y máxime cuando no tenía ninguna experiencia con la cerveza, que resulta que obliga a ir al baño muy a menudo.
Como iba un poco achispada, y aún conservaba en mi interior muchas preguntas y cantidad de sensaciones fui en busca de Eva.
Para mi sorpresa antes de abrir la puerta de su cuarto oí como gemía como una gata en Febrero. Me paré delante de su puerta recreándome en la gozada que estaba regalándose, no pude más y entré.
Eva estaba estirada en su cama con un cojín en los riñones vestida únicamente con su bata de seda, la cual estaba totalmente abierta por lo que se veían perfectamente sus bonitos pechos así como su vulva. Y l sorpresa fue mía al ver que con su mano derecha y con gran pericia, manejaba un consolador de buen tamaño que además vibraba, una maravilla de aparato. Me miró, puso los ojos en blanco, torció la cara con una mueca de placer súper intenso, soltó un gemido orgasmal como yo no había oído nunca, acompañado un chorretón de líquido, mientras temblaba como una hoja. Esto duró unos segundos que me parecieron horas. Tenía la sensación de que tendría que llamar a un médico. Estaba realmente asustada cuando después de la tremolina y de descargar varios chorros de líquido, volvió en sí y jadeando como si hubiera hecho una maratón se volvió hacia mí
- ¿Qué coño quieres ahora? ¿Es que no puede una disfrutar un poco de la vida sin que vengas a cortarme el rollo?
- ¡Acabáramos! Si ahora la nenita se pone a llorar!. Anda ven aquí que no es tan grave como te piensas. Esas monsergas que los” Hermanos” de tu colegio te meten a diario en la cabeza no son sino patrañas para poder controlaros sin que se monte una orgia de adolescentes cada día, pero el placer es sanísimo y si no fuera por el placer nuestra especie como humanos no habría llegado tan lejos. Si sólo se ve el sexo como un mecanismo de reproducción, qué nos diferencia de las cabras? y no me digas que los cuernos porque creo que somos la única especie en la tierra que llevamos cuernos aleatoriamente seas macho o hembra.
A todo esto yo me había calmado teniendo aún más preguntas que al abrir la puerta.
- Que te ha pasado, pensaba que te morías y que el aparato que tenias dentro de ti te había perforado las tripas y que morirías desangrada o algo así.
- ¿Tú nunca has tenido un orgasmo o qué?
- Sí claro está ayer mismo, ya lo sabes, pero lo que te ha pasado a ti supera lo mío con creces. Como es que has echado esa cantidad de líquido, es que te has hecho pipí, porque no huele a orines. ¿Cómo es que temblabas tanto? ¿Te ha dolido sacar el chorro? ¿De dónde sale todo eso?
- Alto ahí. Ya está bien de preguntas, deberías esperar a que respondiera algunas de ellas antes de formular la siguiente.
Una hora después de mi entrada en su habitación ya tenía la mayoría de respuestas, no entendía algunas pero sí la mayoría con lo que me di por satisfecha. Eva había estado sentada en su cama, y yo a su lado, entre ella y yo había una toalla empapada de sus jugos que ahora sabia que eran fruto del orgasmo femenino desde el punto G, vaya, chino mandarín, pero ella estaba muy convencida que era lo que mejor le podía pasar, porque era increíble el placer que daba. Y no todas las mujeres llegaban al mismo estado ni con tanta facilidad.
Mi querido pene estaba adolorido de tanto crecer en cautiverio y los testículos parecía que me iban a salir por la boca. Se lo dije, y Eva con mucha parsimonia me empezó a calentar aún más, me empezó a insultar con suavidad, pero con mucha intención, y a cada palabra la cosa iba peor
- Vaya, la putita tiene el coño caliente, no? A ver si te revienta el clítoris y no puedes volver a tener un orgasmo en tu vida, pero vaya que te queda el culo, a ver si vas a hacer algún dinero en la farola del parque y así se te pasa el calentón ramera de culo estrecho… Me tienes el coño lleno ya, me has puesto de mala leche con tanta pregunta, te vas a enterar de lo que es bueno. Por fin vas a saber qué es lo qué quieres en la vida. Con un movimiento rápido cogió el cinturón de su bata y me ató las manos entre sí. Acto seguido sacó de su mesita de noche un paquete que no había visto el día de mi inspección, del que salió un set anal, según decía el envase, unas muñequeras de velcro con una argolla en cada una y un mosquetón que las unía.
Tiró de mí atando mis manos a los barrotes de su cama, en los tobillos ató las muñequeras y de las argollas colgó unas cintas negras que yo no había visto hasta el momento.
Quedé a su merced con las piernas separadas pues su cama era bastante ancha i mi cara entre mis brazos completamente estirados. Se subió a la cama y continuó con la retahíla de procacidades. No puedo describir con palabras las sensaciones que se sucedían en mi cuerpo y sobre todo en mi cabeza.
Sacó una regla de dibujo antigua de cincuenta centímetros y que apareció de debajo de su cama a la altura del cabecero. Me acarició con ella las nalgas, y hurgó un poco en el paquete de cinta adhesiva que controlaba mi miembro, que por cierto estaba a punto de reventar y soltaba aquel liquidillo transparente de cuando hay mucha excitación.
- Si serás zorra, te gusta todo esto putón verbenero, pues hoy vas a disfrutar como nunca hasta la fecha, pienso romperte el culo, maricón de mierda, pero antes tendrás que llorar…
Empezó a darme cachetes con la regla, suavemente al principio pero ganando intensidad, poco a poco. Alternaba azote con caricia y eso era demasiado para mí. Le rogué que parara al principio, pero al cabo de unos cuantos azotes quería que me diera más y más, estaba totalmente desbocada, con mi excitación en su máximo grado ahora era yo quien la insultaba llamándole puta que no tenía fuerza que si yo era una maricona de mierda ella era una cerda que follaba por dinero.
- Ah! Sí! Te vas a enterar de quien folla por dinero…
Y empezó una serie de golpes con la regla, tan intensos que me hacía ver estrellitas, en un momento creí que me desmallaría pero bien al contrario, por el agujerito que me había dejado para hacer pis, solté la eyaculación más abundante, espesa y larga de mi vida con un orgasmo digno de la familia pues estuve temblando, sollozando y jadeando un buen rato.
- Ahora ya sabes lo que es el placer del dolor. Mira la putita que callado se lo tenía, Maricona ya sabía yo que algo había, pero masoca de disfrutar, esto sí que no me lo esperaba. Escucha zorrón, que te exciten unos azotitos como los de ayer, es normal pero que te vuelvas loca a reglazos hasta correrte como una perra en celo esto es de admirar y le vamos a sacar provecho en el futuro.
Pasó algún tiempo y no hubo ocasión de realizar otra tanda de descubrimientos sobre mi sexualidad, pero por mi cuenta y debido a que algunas piezas del ajuar inicial me las dejó en propiedad, fui haciendo discretas prácticas, de lo aprendido, sobre todo de andar con finos tacones.
Eva me había indicado que en mis momentos de soledad, practicara caminar con los tacones y un libro sobre la cabeza para que, manteniendo el equilibrio del mismo, adquiriera gracia al caminar sobre aquellos tacones y de paso me acostumbrara al dolor que producen, que no es poco, y, quizás, era parte del encanto del aprendizaje.
Día tras día cuando me quedaba sola me calzaba mis braguitas, medias y tacones y a practicar, lo cual acababa indefectiblemente en una masturbación gloriosa.
Llegaba el otoño, y Eva me dio la orden de quedarme aquel fin de semana con la escusa que mejor me pareciera. Me devané los sesos para inventar una excusa creíble, y después de varios días de ensayos, se la solté a mis padres, los cuales miraron a Eva, inquiriendo si se hacía cargo del pre adolescente fogoso. Sin decir nada todos nos entendimos. Los papás tranquilos por la supervisión de mi hermana, ella por quedarse a solas conmigo para realizar sus experimentos sexuales y yo deseando que llegara el viernes como si no hubiera más fechas en el calendario.
Llegó el viernes noche y no se apreciaba en nadie fiebre, ni calentura alguna, al contrario, Eva estaba fría conmigo como si fuera una absoluta desconocida. Yo esperando sus instrucciones me vestí con lo que tenía a mi alcance, y que me producía placer simplemente su roce, hasta que me llamó a su presencia. Vestía de cuero finísimo, que se adaptaba a cada pliegue de su piel, de un color rojo intenso, sobre unos zapatos que entre tacón y plataforma excedía de mucho lo que sería normal. Una especie de máscara-buzo-sombrero extraño, cubría su cabeza de tal modo que si hubiéramos estado en otras circunstancias no la habría conocido.
Pero esto ya pertenece a otra etapa para más adelante
Besos lascivos y azotes para todas
Jana…