Despertar a la vida 3.-
La lascivia de una hermana me lleva al paraiso
Despertar a la vida 2.-
Por fin ya es viernes, los papás prepararon sus equipajes para el fin de semana, me indicaron varias veces que es lo que podía hacer y qué cosas me estaban prohibidas, en fin un cansancio de tarde, hasta que llegó Eva.
Una vez los papás fuera, nos dispusimos para cenar la comida que en previsión nos había dejado mamá, fuimos dando cuenta de las verduras y las viandas y Eva abrió una botella de vino que había traído consigo. Se sirvió varias copas, y al final mi curiosidad no pudo más y le pregunté qué sabor tenía el vino. Me dio varias respuestas de lo más vagas, que no dejaron que se saciara mi curiosidad, y entonces me miró pícaramente, se levantó y fue por una copa. Yo jamás la había mirado con detalle, pero al estar solos y levantarse de la mesa la miré de arriba abajo. Los dos teníamos una altura semejante, y tenía una buena figura, llevaba una falda corta con medias color café y unos zapatos de talón medio tirando a bajito. La blusa dejaba entrever el sujetador que mantenía sus redondeados y no muy grandes pechos, y en fin una secretaria sexi.
Seguimos con la cena, y me tomé dos copas pequeñas de vino notando la sensación de calor que se produce cuando estás enormemente ruborizado por detrás de las orejas, entre bromas y risas llegamos al momento de recoger la mesa.
- Ahora deberás lavar los platos y organizar la cocina, mientras yo voy a preparar las cosa en mi habitación, y cuando vuelva lo quiero todo limpio y ordenado, si no se acabó lo de dar clases particulares. ¿Entendido?
- Sí… sí faltaría más, ahora mismo lo ordeno todo.
- Pero antes cámbiate de ropa, que no quiero estar lavando tus porquerías todo el fin de semana. Ponte algo de deporte que tengas por ahí.
Me fui corriendo a mi habitación percibiendo una cierta mirada de malicia de Eva per el rabillo del ojo, y con toda la premura de la que fui capaz me desnudé totalmente, cogiendo unos pantalones cortos de deporte bastante finos, y con los que no necesitaba ponerme calzoncillos, unas zapatillas de tenis y una camiseta vieja, volviendo a la cocina como una exhalación.
Lavé los platos, los cubiertos, e iba a lavar las copas cuando oí que Eva me decía,
- Deja las copas que nos acabaremos la botella, mientras aprendes a caminar
La miré y se había cambiada de ropa, llevando ahora una camisa mucho más tranparente que la que llevaba antes y unos shorts que dejaban entrever los cachetes del culo.
La observé detenidamente quizás por segunda vez en mi vida, viendo que ya no llevaba el sujetador y que conservaba puestas las medias debajo del Short. Me agradó muchísimo su imagen desenvuelta y cómoda con unas zapatillas de estar por casa, pero terriblemente sexi.
Volvimos al salón y allí comenzó la lección.
Delante de mi Eva puso varios pares de zapatos, ella ya sabía que usábamos el mismo número de calzado, porque yo había usado alguna vez y con su consentimiento unas zapatillas de tenis que ella ya no se ponía para nada
- Vamos a ir por partes, empezaremos por unos tacones bajitos y según te afiances ya podremos pasar a mayores. Pero primero no vas a usar mis zapatos con los pies desnudos, de ninguna manera.
- Ten ponte esto y empezaremos
Me alargó un paquete que contenía unas medias enteras.
Hice el ademán de ir a mi habitación a cambiarme, pero Eva me paró en seco diciendo
- ¿Qué crees que tienes que no haya yo visto antes corregido y aumentado?
- Anda, ponte los pantys y no te mueras de vergüenza, que nos conocemos…
Acto seguido con un tremendo azoro me baje los ligeros pantaloncitos y deje mis vergüenzas al descubierto. Empecé a intentar ponerme los pantys que me había dado, y enseguida Eva se echó a reír con toda la malicia del mundo
- ¿No tienes ni idea de cómo se ponen verdad?
- Es que son muy complicadas, los calcetines son más gruesos y van por separado.
- Ven aquí a mi lado que te enseño como va esto.
Me senté en una silla al lado de ella, tomó los pantys y remangó toda la pernera hasta que sólo le quedaron unos pocos centímetros sin enrollar. Me hizo levantar la pierna izquierda cruzándola sobre la derecha ya que era la que estaba más lejos de ella, introdujo la punta del panty en mi pié con las dos manos empezó a desenrollar la media parando al llegar un poco por encima del tobillo. Me hizo levantar el pié derecho y procedió del mismo modo, pero esta vez llegó prácticamente hasta la rodilla, extendiendo la media suave pero con tensión, para volver a la izquierda , llevándola esta vez hasta prácticamente la ingle, igualó la derecha y repasó la tirantez de ambas medias con un suave movimiento de sus manos.
A estas alturas tenía una erección que casi me producía dolor y Eva se reía intentando no ofenderme, pero se reía.
- Venga, ahora ya hemos hecho o más difícil, súbete los pantys hasta arriba y cuidado no los perfores con tu pollita tiesa…
- Perdona, no lo puedo controlar. No sé qué me pasa…
Fue mi patética respuesta, con lo que obtuve una mirada de ternura de Eva que me tranquilizó un poco.
- Ven que te ayudaré, que no tienes ni idea…
Y poniéndose delante de mí me hizo poner en pie para a continuación subir la parte de braguita que tienen los pantys, acomodándome el pene de la mejor manera que pudo, erecto hacia arriba y aplastado por los pantys contra mi abdomen.
Si te has de sentir más cómodo, ponte los pantaloncitos y empecemos con la clase.
- Venga sirve un poco de vino en cada copa que entramos en harina…
Me subí los pantaloncitos, que no servían para disimular ni lo más mínimo mi erección, pero en realidad me daba una sensación de agradable defensa que no lograba entender, como tantas otras cosas.
- Empecemos…
- Cálzate estos zapatos de tacón bajo y ponte en pié.
Hice lo ordenado y al levantarme noté la fricción suave y muy agradable de las media sobre mi piel, lo que me hizo sonreír de placer, cosa que no pasó desapercibida a la mirada excrutante y atenta de Eva, que no perdía detalle de mis reacciones, y que llegados a este punto creo que hacía tiempo que había atisbado por dónde irían los tiros, vaya , mucho antes que yo mismo.
Encima de aquellos tacones, podía estar sin problemas, eran de base ancha y de unos cinco o seis centímetros de altura, me sentí cómodo hasta que Eva me soltó
- ¿Que eres? ¿Una persona o un orangután? Anda ven aquí que te voy a corregir es posición tan desagradable.
- Date la vuelta, va
Se acercó a mí por detrás, se pegó a mí y tirando de mis hombros hacia atrás me dijo
- Hecha los hombros hacia atrás, la barbilla alzada, junta los pies, rodillas juntas, y respinga el culo todo lo que puedas, si no alineas bien el cuerpo no podrás mantener el equilibrio, y ahora da tus primeros pasos…
Comencé a caminar mirando de mantener la figura y el equilibrio dando cinco o seis pasos, vacilantes y nada elegantes pero pasos con tacones. Di la vuelta y me dirigí a Eva que estaba sentada junto a la mesa sonriendo y con la copa de vino en la mano.
- Anda, ven y toma un poco más de vino que aún no has hecho nada.
Andar sobre aquellos tacones manteniendo el culo en pompa, y con los hombros hacia atrás, junto al delicioso roce del nylon, era más de lo que creía poder disfrutar aquel fin de semana. Bebí un poco más de vino al llegar junto a Eva, dando la vuelta y realizando dos o tres recorridos más, y en el último fallé el paso perdiendo el equilibrio cayendo sentado sobre sus rodillas. Yo ya debía estar un poco ebrio dado que era la primera vez que bebía vino, y casi rompo la copa. Bronca, risas, y yo sobre sus rodillas, me dio la vuelta y entre risas y broncas me bajó el pantaloncito, y me propinó media docena de azotes con la palma de la mano hueca que produjeron más ruido que dolor, pero a aquella personilla indefensa,y ligeramente bebida que era yo, aquello me despertó alguna cosa que no sabía que tenía en mi interior. Un calambre de placer recorrió toda mi espalda hacia arriba y hacia abajo, con cada golpe se erizaba todo el fino vello de mi cuerpo. Notaba el cuerpo caliente de Eva y sus pechos rozaban mi espalda, mientras que el nylon comprimido entre mi cuerpo y el suyo me proporcionaba un placer indescriptible.
A Eva le gustó el juego, se había dado cuenta del carácter sumiso que tengo, y se decidió a explorar más a fondo mi personalidad. Decidió tomar el rol de Dómina conmigo, así que se puso a darme órdenes para ver cómo reaccionaba aquel aprendiz de sumiso. Fueron órdenes sencillas pero que para un inexperto no siempre eran fáciles de cumplir, y con cada error, el mismo ritual, bajada de pantaloncito, vientre sobre sus rodillas y media docena de azotes. Así seguimos hasta que pude caminar con unos tacones de diez centímetros con los que pensé que no podría levar nada más alto en mi vida, y claro como era difícil mantener el equilibrio los azotes se volvían cada vez más frecuentes y aumentaba su intensidad provocando en Eva una rara sonrisa torcida y de labios apretados y cada vez una mayor sonrisa de placer en mí.
- Bueno ya es suficiente por hoy, has hecho grandes progresos en el arte de caminar sobre tacones y yo me lo he pasado de miedo enseñándote. Para mañana de buena mañana, cuando salgas a desayunar, te quiero con las medias y los tacones puestos, y bien puestos por que te revisaré de arriba abajo y si hay alguna arruga recibirás la primera azotaina del día
- Ahora conviene que descansemos que se ha hecho muy tarde y nos hemos de relajar
- Por cierto me preparas el café y baja de la alacena unas magdalenas que desayunaré aquí en el comedor, con mantel, servilletas, platos y cubiertos.
Y con esto nos fuimos camino de nuestras respectivas habitaciones, pero antes pasamos por los cuartos de baño, que en casa son dos, y que comparten el estrecho espacio de aireación del edificio. Como están uno frente al otro cualquier sonido que se produzca en uno en el otro se oye como si estuvieras en el mismo baño, y más a aquellas de la madrugada en que si había alguien que no hubiera salido de fin de semana estaría profundamente dormido.
Yo tuve que entrar en el baño pequeño ya que Eva se me adelantó. El hecho de tener que quitarme los pantys y hacerlo con cuidado para que al día siguiente estuvieran perfectos, me llevó algún tiempo, con lo que empecé a oír desde el baño grande unos gemidos que iban en aumento en frecuencia e intensidad. Eva se estaba masturbando a conciencia. Yo por mi parte me apliqué a lo mismo teniendo un glorioso orgasmo casi al mismo tiempo que Eva hacia sus últimos estertores. Me limpié, recogí mi ropa, los pantys y los zapatos y me dispuse a ir a dormir cuando abrí la puerta, a la misma vez salía Eva del baño grande, con du ropa bajo el brazo y completamente desnuda igual que iba yo. Vi como se alejaba elegantemente desnuda, viendo como mecía sus caderas y sus nalgas bailaban al ritmo de sus pasos. Una visión celestial, un modelo a seguir, que digo seguir, a copiar. Desnudo entré en mi cama y me dormí casi al momento, soñando con los placeres que me esperaban al día siguiente.
Pero vamos a dar un poco de emoción y dejaremos la intriga para el próximo capítulo
Besos lascivos y azotes para todas
Jana…