Despertar a la vida 1.-

Un adolescente descubre su lado más oscuro y perverso

Despertar a la vida 1.-

Aquella tarde me quedé solo, mamá se fue de compras al centro, papá la acompañaba y mi hermana mayor salió con su novio de turno, que, por cierto,  le duraban tres padrenuestros.

Un chaval como yo, tiene todas  las curiosidades posibles y ninguna certeza. Empezaban a producirse cambios en mi cuerpo, y no todos los entendía a ciencia cierta. Preguntar no era ninguna opción dado que mis padres eran muy conservadores en materia sexual, y mi hermana no me prestaba la más mínima atención.

Aprovechando la ocasión me dispuse a hacer una investigación total de la habitación de mi hermana, a la que llamaremos Eva, que era su santuario y sobre la que había una prohibición absoluta de acceso. No estaba cerrada con llave ya que a través de ella se accedía al cuarto de costura y almacén de todo aquello que molestaba en la casa, e incluso enseres de la familia, dado que la casa era grande.

Empecé mirando todas las curiosidades que por allí había llegando por fin al armario de cuatro puertas que contenía toda su ropa, vestidos, pantalones, blusas, algunos abrigos, total lo normal.

Entonces llegó la hora de revolver los cajones , y en el primero encontré su  ropa interior, bragas y sujetadores relativamente normales, nada que no fuera de diario,  cerré el cajón intentando que nada quedara fuera de su sitio, porque si se daba cuenta Eva me mataría.

En los siguientes cajones nada de particular, calcetines, pijamas, medias, en fin todo relativamente normal, pero a pesar de todo, la simple visión de la ropa inter especialmente me provocó una buena excitación.

En eso estaba cuando descubrí una  maleta de buen tamaño en el fondo del armario. Me extrañó y la saqué de su sitio para ver que contenía.

Cuando a tuve sobre la cama y la abrí quedé gratamente sorprendido pues estaba repleta de ropa interior finísima, lencería fina de verdad y algunos vestidos  con oberturas y transparencias de vértigo,  así como algunos ligueros  y medias muy especiales.

La sola visión de todo aquello me levó al cielo de la excitación pasando una buena porción de tiempo dedicándome a contemplar y acariciar todo aquel equipaje preparado para llevar a la persona que lo llevara puesto al nirvana del deseo.

Fui colocando cada conjunto con sus diferentes combinaciones, braguita con sujetador, liguero con medias, y los vestidos al lado. Aquello era el paraíso. No lo entendía pero aquella visión y el tacto de aquellas piezas me producían la mayor excitación que hasta el momento había tenido en mi corta vida.

No pude remediarlo, me desnudé y con mucho cuidado me puse un conjunto de color rosa fuerte que me llamó mucho la atención. Las braguitas eran pequeñas encantadoramente transparentes, me las enfundé mirando de no causarles daño alguno dado que de ello dependía mi vida. Tenía un sujetador de la misma alucinante tela, y a pesar de que yo era varón, o eso se suponía, como que arrastraba  algún kilito de más sin llegar a ser gordo, pues mis mamas sin ser las de una fémina sí que tenían cierto volumen.

Sujetador puesto, hubo que pasar al resto de complementos. Unas preciosas medias de rejilla que me parecieron de lo más excitante junto con el liguero que completaba el conjunto todo del mismo color rosa subido fue el camino a enfundarme un vestido que parecía ideal para todo aquello.

El último cajón del armario estaba dedicado  a los zapatos, y allí se encontraban todo tipo de largo de tacón, manoletinas, zapatillas de deporte, pero quedé prendado de los zapatos con el tacón más alto.

Escogí unos de altísimo tacón, de color negro e intenté ponérmelos, el derecho entró, y el izquierdo costó un poco más, pero al fin, allí estaba yo, sentado en la cama y viendo mi reflejo en el espejo que ocupaba la totalidad del interior de las puertas centrales del armario.

La visión de aquella señorita bellamente vestida, aun con la cara de aquel proyecto de adolescente, era extrañamente excitante. Intenté  dar algunos pasos para poder cantonearme y  disfrutar de diversos puntos de vista, pero era realmente difícil conseguir quedarme de pié.

Con miedo de hacerme daño en algún tobillo me bajé de aquellos vertiginosos tacones no sin antes dar unos últimos vistazos a aquella visión encantadora.

Empecé a desvestirme cuidando cada una de las piezas como si fueran de tela de ala de mariposa, devolviéndolas a su lugar con mimo y cuidando de mantener el orden y forma de plegado en que las había encontrado.

Tras unos instantes de contemplación de las demás piezas y después de acariciarlas y devolverlas a su lugar, cerré la maleta y recogí mi ropa en el mismo momento que oí el ruido de las llaves en la puerta.

Cerré el armario y como un relámpago me refugié en el lavabo, y corrí el pestillo. El corazón me iba a cien por hora, pero ahora estaba seguro, me fijé la potente erección que a pesar del susto no había disminuido y me masturbé visualizando mentalmente la imagen que el espejo me había regalado en la habitación de Eva.

Fue un orgasmo realmente intenso, increíble, de aquellos que hacen temblar todo el cuerpo y aflojan las piernas, en fin delicioso.

Después de limpiar todo el semen que había expulsado con aquella orgía mental en la que me había metido por mi curiosidad,  me vestí con mi ropa, la cual me pareció insulsa y sin ninguna gracia, pero era la que había de vestir.

Salí del baño y me encontré con Eva justo delante de mí con semblante de bronca. Me miró fijamente y me preguntó:

-          ¿Qué hacías revolviendo mis zapatos? ¿Es que no te tengo dicho que en mi habitación no se entra o qué? ¿Por qué están mis zapatos al lado de la cama? Qué pasa, que te aburres y has decidido calzar tacones?

Como podéis suponer yo estaba rojo de vergüenza y más por que había sido un descuidado y con las prisas me olvidé de los zapatos, puse cara de circunstancias y Eva se apiadó de mí. Me miró divertida y viendo mi azoramiento debió imaginar lo que me pasaba por la cabeza así que para salir del atolladero le dije que no entendía como se podía aguantar una persona encima de aquellos tacones, con lo que se rió de buena gana y me dejó desconcertado con su respuesta, que lejos de la bronca que yo esperaba fue entre dulce y seductora, me dejó perplejo y me devolvió la excitación

-          Si quieres este fin de semana que los papás se van a la costa, te quedas y te enseño como andar sobre unos tacones, ¿qué te parece?

Entre balbuceos y con toda la timidez del mundo le respondí que sí.

-          Bien pues, esta semana les dices a los papás que tienes un ensayo extra del coro y que te quedas conmigo. Como no tengo ningún plan nos podemos dedicar a hacer un poco de hermanos y enseñarte algunas cosas,  pero que no sirva de precedente.

Así quedó la cosa, y cuando llegaron los papás les dije que habían llamado del colegio que si podía hacer un ensayo extra con el coro, ya que se acercaba el tiempo de las comuniones y andábamos un poco retrasados.

La respuesta para mi desesperación fue una rotunda negativa, que me sumió en un enfado poco corriente en mí, que de natural soy dócil y sin ataques de genio, y en eso que ,Eva salió en mi ayuda asumiendo la responsabilidad de que me quedase con ella, ya  que no tenía que salir en todo el fin de semana y me haría la supervisión para que no me metiera en líos, lo que a los papás les cambió la visión espeluznante  de un mozalbete sólo en la ciudad sin nadie que lo controle, quedando así  bajo la responsabilidad de mi hermana que es diez años mayor que yo.

Los días se hacían eternos, las mañanas larguísimas, y las tardes se me pasaban rememorando la excursión a la habitación de Eva y haciendo mil cábalas de cómo se desarrollaría el fin de semana, y descargando varias veces al día mis fluidos. Andaba lo que se dice salido y caliente como el palo de un churrero, y con mucho temor ya que en el colegio había oído que el exceso de masturbación provocaba todo tipo de enfermedades y problemas, he de aclarar que yo iba a un colegio religioso en el que me eduqué hasta la universidad, por lo que el complejo de culpa en todo lo que se refería al sexo era experimentado constantemente,  pero en aquel  momento yo era un corderillo sin experiencia ni instrucción.

Pero esto ya es harina de otro costal y profundizaremos en ello en los  próximos escritos que vendrán con toda seguridad.

Besos lascivos  y azotes para todas

Jana…