Despertar
...Recién amanece. Después de un buen rato, los abro de nuevo: la luz del sol me da de lleno en la cara. La cabeza me da vueltas, me duele, pero no solo es la cabeza lo único que me duele: me duele todo el cuerpo,...
Abro los ojos con demasiada dificultad: apenas me quedan fuerzas, pero los cierro de nuevo; parece que recién amanece. Después de un buen rato, los abro de nuevo: la luz del sol me da de lleno en la cara. La cabeza me da vueltas, me duele, pero no solo es la cabeza lo único que me duele: me duele todo el cuerpo. La boca la siento con un horrendo sabor a licor, giro la cabeza y siento cómo todo me duele de nuevo,.. no quiero mover ni los brazos ni los pies: todo me duele, y prefiero quedarme así boca abajo, sobre la cama, sufriendo esta atroz resaca.
Apenas muevo mis brazos un poco y un latigazo de dolor me recorre todo el cuerpo: desearía ponerme de pie e irme a mi casa, pero no puedo ni incorporarme, así que me quedo ahí, sobre su cama. Abriendo y cerrando los ojos, tratando de acostumbrarme a la luz del nuevo día, le veo: desnudo, acostado a mi lado, con su verga aún tiesa en la mano, chorreando semen, con su mirada, esa, la de un reverendo pendejo que se satisface viéndome, tras haber hecho lo que quería conmigo.
Mis jeans no están desabotonados ni con el cierre abajo, pero me los han bajado a la fuerza, al igual que mi ropa interior, hasta debajo de las nalgas; por adelante siento mi pantalón mojado y pegoteado contra mi piel. Sin dejar mi posición, a tientas con mi mano, me palpo las nalgas y casi lloro del dolor: están adoloridas, están más separadas de lo habitual, ¡y al palparme en medio, mi ano me arde!!, mis nalgas están pegoteadas del semen de él, se me saltan las lágrimas cuando uno de mis dedos mojados con su lechada, roza mi ano abierto a la fuerza, abierto por ese que me mira, masturbándose, disfrutando verme así: quiero pedirle una explicación, pero ni para eso me quedan fuerzas.
Se acerca a mí con su verga en la mano, tiesa. Cuando ya está acostado al lado mío, con una mano me acaricia el culo, haciéndome gemir de dolor; quiero que me diga por qué, pero ni fuerzas tengo para eso,... tampoco no puedo impedir que haga conmigo lo que le venga en gana. Me besa a la fuerza, metiéndome su lengua en la boca:
- . Toño, mi amor, ¿por qué esa cara?, - me dice César, mi primo, mientras me masturba mi pene laxo y aún chorreante-, si era lo que tú querías desde siempre,
Mi pene se endurece, al mismo tiempo que mis nalgas tiemblan de excitación, al sentir la dolorosa dilatación. Si, era lo que yo quería desde siempre,