Despertar
Tras una fiesta juvenil, las consecuencias son imprevisibles. Lucy despierta a una realidad que nunca había imaginado pero es solo el comienzo del auténtico despertar.
Lucy abrió los ojos, lentamente. Se restregó los ojos con las manos y maldijo la luz del Sol que se introducía en su cuarto. Luego, soltó otra maldición más enérgica por el estado en el que estaba su cuarto. Los cajones de su armario abiertos, ropa desparramada por el suelo, unas braguitas azules que no eran suyas colgando del pomo de la puerta y una botella vacía de ron en el rincón de su cuarto, junto a la papelera. La cabeza le latía y sentía la lengua espesa. Escuchó un bostezo junto a ella y el contacto cálido de un brazo junto al suyo. Confusa y sorprendida, miró hacia la derecha y casi se cae al suelo del susto. A su lado, apoyada en la almohada, observó la cabeza de Fernando, su pelo rizado, aquella insulsa barba, sus mejillas gruesas...
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Retiró parte de las sábanas y comprobó que estaba desnuda. Ni siquiera se atrevió a comprobar lo mismo en Fernando. Con cautela y sigilo, salió de la cama y buscó su ropa. Fernando se movió y se giró hacia ella. Lucy le lanzó a la cara un cojín y se cubrió su desnudez con una chaqueta. El chico se quejó y Lucy salió corriendo del cuarto, cerrando la puerta con el pie.
-No, con Fernando no, maldita sea-se lamentó Lucy. Tenía la cabeza embotada aún, y no recordaba nada de la noche pasada. Pese a ello, se colocó la chaqueta y sonrió cuando observó que le cubría hasta la mitad de los muslos. Le estaba ancha y los puños le cubrían las manos. Descalza, anduvo por el pasillo, sorprendida del estado de la casa.
-Vamos a tener que fregar mucho-se dijo ella. Observó que la puerta de la otra habitación que había en el pasillo no estaba del todo cerrada y se acercó sigilosa a ella. Se tapó la boca con la mano, sorprendida, al ver lo que sucedía en la habitación. Había dos chicas charlando entre ellas en un tono bajo, risueñas. Jessica, la mejor amiga de Lucy, de veinte años, pelirroja, con el pelo desordenado y con tirabuzones, ojos azules y tez blanca con pecas en las mejillas y María, morena, de diecinueves años, más pequeña y menuda que Jessica, ojos oscuros y grandes, sonrisa atractiva y sensual y el pelo oscuro largo recogido en una coleta.
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Las dos chicas estaban tumbadas en la cama, tapadas hasta el cuello. Lucy se disponía a tocar la puerta con los nudillos de la mano cuando las dos chicas aproximaron los rostros y se besaron. Lucy se quedó paralizada por la sorpresa.
<<¿Jessica es lesbiana? Pero si....si lleva tres años con Carlos>>.
María enredó sus dedos en el pelo de Jessica y empezó a besarle el cuello, deslizando su lengua hacia sus hombros. Jessica tenía los ojos cerrados y la boca entreabierta. María sonrió y bajó con una mano las sábanas que cubrían el cuerpo de Jessica. A pesar de que era su mejor amiga, Lucy nunca había visto desnuda a Jessica. La había visto en ropa interior, cuando eran más pequeñas y se quedaba a dormir en su casa, y en bikini. Los pechos de Jessica eran grandes, con los pezones de punta rosados como si tuviera frío y las aureolas grandes y su vientre plano. Jessica detuvo la mano de María y la llevó hacia su boca, lamiendo sus dedos como si chupara una polla. María se mordía la lengua con los dientes, observando como sus dedos entraban y salían de la boca de Jessica. Jessica soltó una risita y se sentó sobre las piernas de María, atrapando ambas manos de ella y llevándolas a sus pechos, que se erguían orgullosos.
-¿Te gusta dominar, Jessica?-preguntó inocentemente María. Jessica inclinó su espalda y besó los labios de María. Al instante, su deseo hizo que Jessica empujara a María contra la cama y besara sus labios apasionadamente. Sus lenguas se abrazaron y entrelazaron fuera de sus bocas, mientras las chicas se miraban con una gran intensidad.
Lucy escuchó tras su espalda un suave gemido y se dio la vuelta, siendo consciente otra vez de la situación. Aquel gemido fue seguido de otro, más fuerte, y de otro y otro. Procedían de la parte baja de la casa. Un pensamiento desalentador cruzó raudo por la mente de Lucy, y bajó corriendo las escaleras, sin ser consciente de que la cremallera de la chaqueta se bajaba. Aterrizó de un salto y ahogó un grito de sorpresa, sintiendo como en su interior crecía una marea de furia.
-¡Marta!-exclamó Lucy, enfadada, entrando en el salón con grandes aspavientos.
-¡Oh, sí, síiii, si, oooh!-gemía Marta, mientras cabalgaba el cuerpo de un hombre. Lucy no podía evitar observar aquella polla entrando y saliendo del coño de su hermana, Marta. Ambos se encontraban sentados en un sillón, las manos del joven agarraban la cintura de la joven y alzaban y bajaban su cuerpo. La chica tenía un cuerpo delgado, con los pechos pequeños y los pezones erectos. Lucía un poco de vello púbico sobre su entrada, de color negro y rizado, y tenía los dedos enredados en su cabello, liso y negro, desordenándoselo. Tenía un flequillo que le llegaba a la mitad de la frente. Ahora, los ojos de la joven estaban muy abiertos, la boca algo desencajada por la sorpresa y sus mejillas estaban enrojeciéndose.
-Ho...la, hermanita-musitó ella, paralizada y con la polla del joven clavaba hasta los huevos. -¡Carlos! ¡Qué sólo tiene 16 años, narices!-exclamó furiosa Lucy, aproximándose a Marta y cogiéndola de la oreja para alejarla de él.
-¡Ay, ay! ¡Suéltame!-protestó Marta, agarrando el brazo de hierro de su hermana. Carlos cubrió su entrepierna con un cojín y se levantó rápidamente del sillón, forzando una sonrisa.
-Tienes 20 años y tu no....y...¡joder!-dijo Lucy, apretando el puño y soltando a su hermana violentamente, que cayó sobre el sofá, resoplando.
-Oye, a mí no me des lecciones, que tú no has estado precisamente rezando-dijo Carlos, clavando sus ojos oscuros en Lucy e hinchando el pecho y marcando los pectorales. Sus ojos chispeaban de ira. Lucy miró hacia abajo y volvió a subirse la cremallera, que se había bajado hasta la cintura y mostraba parte de sus senos.
-¿Qué pasa, Lucy?-preguntó una voz sonmolienta desde las escaleras. Se trataba de Jessica.
Marta se puso en pie como un resorte, cogió a Carlos por la mano y corrió con él hacia la puerta trasera, que comunicaba con el jardín y la piscina.
-Nada, me gusta gritar sola en el salón-dijo Lucy, sonriendo y dando saltitos hacia las escaleras. Jessica bajaba junto a María, ambas vestidas con albornoces.
-Son míos-les espetó Lucy.
-Vamos, querida, estamos hambrientas-susurró María, dándole una cariñosa palmada a Lucy en el trasero.
-¿Dónde está Carlos?-preguntó Jessica, buscándolo con la mirada.
-¡Oh! Fue a comprar el pan-mintió Lucy.
-Vamos a prepararnos un café-apuntó María y ambas se dirigieron veloces hacia la cocina.
-Voy a ver si...se ha ahogado alguien en la piscina-indicó Lucy con un tono sarcástico, atravesando la puerta trasera. Se encaminó por el jardín hacia el cuartito donde sus padres guardaban los elementos necesarios para cuidar la piscina. Lucy se dispuso a tocar la puerta, pero decidió mirar a través de las ventana sucia. Limpió con la mano un poco del polvo y observó a Marta y a Carlos tumbados en el suelo, haciendo un rico 69. La cabeza de Marta subía y bajaba rápidamente mientras meneaba levemente su cintura. Las manos de Carlos se aferraban a las nalgas de la chica, aprisionándolas
-Joder, Marta, ¿por qué?-se preguntó Lucy. En un principio, había imaginado que Carlos se había aprovechado de la posible borrachera de Marta para hacer el amor con ella. Pero, la rápida reacción de Marta ante la llegada de las chicas, demostraba que no estaba bebida. Y mirándolos ahora...Lucy no podría negar que Marta no estaba disfrutando de aquello. La chica se había sentado sobre la polla de Carlos, abrazando su cuello y besándolo. La chica subía y bajaba lentamente, mientras Carlos acariciaba y tocaba los pechos de ella.
-Carlos tiene una polla interesante-se dijo Lucy en voz baja. Dándose cuenta de su error, meneó enérgicamente la cabeza y se dispuso a entrar en el cobertizo cuando observó que Jessica y María caminaban hacia ella, riendo. Lucy se interpuso entre ellas y el cobertizo, apoyando su cuerpo en la puerta.
-¿Estabas buscando ahogados en el cobertizo?-preguntó Jessica, alzando una ceja.
-No, no-respondió Lucy, sintiendo un golpe contra la puerta y escuchando un gemido que sonaba muy bajito.
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Otro impacto. Al parecer, Carlos había levantado el cuerpo de Marta, cogiéndolo seguramente por la cintura o las nalgas, ella le abrazaría el cuerpo con las piernas, se habrían puesto de pie y ahora Carlos se la estaba follando contra la puerta, incrustando su polla en su joven vagina.
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-Tengo que observar si la bomba de la piscina no tira agua, pero como vosotras no teneís piscina, pues...-respondió Lucy, andando hacia ellas y cogiéndolas de los hombros, guiándolas hacia el interior de la casa.
-Mira como nos refriega su dinero-observó Jessica.
-Necesita una lección-señaló María.
-Chicas...¿qué vaís a....?-preguntó Lucy mientras las dos abrazaban su cintura.-¡No! ¡No! ¡Está fría!-se escuchó un chapoteo y las risas de dos chicas.
-¡Os habéis pasado!-protestó Lucy, nadando hacia el bordillo. Jessica y María se despojaron de los albornoces y se zambulleron también.
-¡Chicas! Parad-pidió Lucy sintiendo el brazo de María abrazando su cuerpo y alejándola del bordillo. Pero no sólo aquello, sino también los pezones de María, duros y grandes, pese a llevar puesta la chaqueta. La cabeza de Jessica salió del agua, justo enfrente de Lucy. Su pelo mojado se le pegaba a la cabeza y la sonrisa de Jessica no daba mucha confianza a Lucy sobre sus intenciones.
-Chicas, ya...-insistió Lucy, pero María no obedeció. Le cogió la cabeza con una mano y hundió a Lucy dentro del agua. Lucy se debatió contra aquella mano y abrió los ojos. Tuvo ante sí la visión de la vagina de María, y parecía depilada. Lucy intentó alejarse de ella pero ella acercó su vagina hacia su rostro. Lucy se aferró con sus manos a los costados de María y tiró de ella hacia abajo. Tocó disimuladamente los senos de María, sintiendo su esponjosidad, y casi se atrevió a asegurar Lucy que María había sonreido. Lucy por fin ascendió y aspiró una bocanada de aire. Jessica estaba tumbada al sol, en el bordillo de la piscina, mirando a Lucy con cierta curiosidad. Lucy nadó hacia ella y le lanzó un chorro de agua a la cara.
-¿Ya has aprendido la lección, Lucy?-preguntó María, saliendo de la piscina por las escaleras. Lucy observó su cuerpo desnudo, su espalda recta, sus hombros delicados, sus nalgas generosas y bronceadas, sus piernas suaves...Lucy dejó de mirarla y se topó con los ojos de Jessica, interrogantes. Lucy salió de la piscina por el bordillo y se estrujó el pelo castaño, que le llegaba a la altura del pecho.
-Quítate esa chaqueta, Lu, si sabemos que estás en cueros, como nosotras-susurró Jessica, sonriendo. Lucy bajó su mirada hacia el cuerpo de su mejor amiga y se sorprendió al quedarse embelesada. Jessica había incorporado su torso apoyando los codos en el bordillo de la piscina, con lo cual sus senos se realzaban. Además, había abierto ligeramente sus piernas, mostrando su vagina. Sus labios destacaban un poco y tenía el monte de Venus depilado, a excepción de una pequeña franja de vello pelirrojo sobre su entrada.
-No me da la gana-respondió ella, mostrando su lengua.
María estaba haciendo flexiones en el lado opuesto a ellas.
-Déjala, Jessica-contestó María. Lucy y Jessica miraron a María, que no paraba de hacer ejercicio. Sus nalgas se contraían al subir, y sus pechos se movían, colgando sus pezones.
-Una haciendo ejercicio físico casi sin desayunar y la otra vestida con una chaqueta negra pese a que odia el color negro-dijo Jessica, poniendo los ojos en blanco.
-Bueno, anda...-dijo Lucy, bajando la cremallera de la chaqueta pero recordó algo y volvió a subirla.
¡Eh!-protestó Jessica, intentando detener a Lucy que volvía a la casa. Lucy se quitó la chaqueta, que chorreaba agua y se vistió con la camiseta amarilla de Jessica, que se pegó a su cuerpo y revelaba la forma de sus pechos, cruzó el salón y subió por las escaleras, directa hacia su cuarto. Abrió de un portazo, y descubrió a Fernando, desnudo y mirando a través de la ventana, de espaldas a ella.
-¿Te lo pasas bien?-le espetó Lucy. Fernando se sobresaltó y se dio la vuelta. Observó a Lucy y sonrió.
-Hola, "gatita", ¿qué quieres más?
-Corta el rollo, Fernando-dijo Lucy, torciendo el gesto y desviando la mirada de aquella polla tiesa, gruesa y alargada que poseía Fernando, y que tanto conocía Lucy...
-Déjalas en paz, Lu, a ellas y a tu hermanita-sonrió Fernando. Lucy le dirigió una mirada furiosa y Fernando amplió su sonrisa y empezó a reírse.
-Vístete, ya, se te va a congelar-dijo Lucy.
-Estoy pensando en lo que sucedería si me fuera de la lengua y le dijera a Jessica que...bueno, ya sabes-decía Fernando, acercándose a Lucy. Ésta retrocedió un paso.
-Ni se te ocurra, tu amigo ha drogado a mi hermana o algo, no le hagas eso a Jessica-le espetó Lucy, en un tono amenazante y alzando un dedo. Fernando lo cogió entre sus dedos alargados y se lo llevó a la boca, dándole un beso en la punta.
-Ya basta, Fernando-dijo Lucy, quitando rápidamente la mano. Fernando se aproximó a Lucy y la atrapó entre sus brazos musculosos.
-Suéltame, Fernando-le aconsejó Lucy, agarrando la polla dura de Fernando. Éste torció el gesto y bajó su rostro hacia el de Lucy. Los ojos negros y pequeños de Fernando brillaban de deseo.
-Estás muy guapa con esa camiseta mojada que apenas te llega para taparte el coño.
-Si no me sueltas, te doblo la polla, te dejaré ésteril-amenazó Lucy.
-Y yo diré a Jessica que visite el cobertizo, a ver lo que se encuentra, creo que tu hermanita y la suya son amigas íntimas, ¿verdad?-murmuró Fernando. Los ojos de Lucy brillaron de furia y frunció el entrecejo pero Fernando sostenía su mirada pacientemente. Sabía que Lucy se derrumbaría pronto, la conocía de sobra...La mano de Lucy aflojó la presión sobre su polla y empezó a moverla arriba y abajo, estremeciendo a Fernando.
-Eso es, gatita-sonrió Fernando.
-Un polvo y te callas, ¿eh? Ninguna palabra sobre Marta y Carlos, ¿entendido?-dijo Lucy, en un tono muy serio.
-Lo juro, Lu
-Fernando-sonrió Lucy dulcemente-si crees que aún creo en tus juramentos, sigues borracho.
-¿Y por qué estás haciendo eso, entonces?-preguntó Fernando, sintiendo como la mano de Lucy rozaba su vello púbico áspero y negro y ascendía por el tronco de su polla.
-Porque estoy cachonda, ¿te vale eso?-dijo Lucy, rozando los labios de Fernando con los suyos.
-Luu, sabes como provocarme-sonrió Fernando, abriendo sus labios y permitiendo que la lengua de Lucy se introdujera en su boca. Intercambiaron un beso prologando y apasionado, las manos de Fernando se clavaron en las nalgas de Lucy, amasándolas. Lucy cogió el rostro de Fernando y lo alejó de su cara, apenas unos milímetros. Sentía el aliento cálido del joven y como devoraba su cuerpo con sus ojos.
-Ni una palabra-repitió Lucy, depositando un dedo sobre los labios del joven.
-Está bien, Lu-consintió Fernando, llevando a Lucy hacia la cama.
-No, ahí no-negó Lucy con la cabeza, cogió a Fernando de las manos y lo llevó hacia las escaleras, lentamente. El joven tenía la mirada clavada en sus pechos, que temblaban con cada paso que daba Lucy y posiblemente en sus pezones, erectos que se clavaban en la camiseta. A Fernando le encantaba chupar los pezones, acogerlos en su boca y chuparlos entre sus labios, como si quisiera extraer leche de ellos.
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-¿Aquí?-preguntó Fernando, justo cuando Lu apoyaba su cintura en la barandilla que se iniciaba con el fin del pasillo y conectaba con las escaleras. Cualquiera, apoyado en ella, podría ver el vestíbulo, el acceso al salón y a la biblioteca.
-¿Nunca habías imaginado la posibilidad de poseerme aquí? Seguro que algún día te pusiste cachondo al ver mis braguitas cuando llevaba el uniforme escolar y subía las escaleras por delante tuya-sonrió Lucy, jugueteando con el pelo rizado del pecho de Fernando.
-En aquellos tiempos, aún no éramos novios, Lu-dijo Fernando, lamiendo el lóbulo de la oreja de Lucy-imaginaba la posibilidad de follarte en la cocina, no te imaginas como me ponía cuando te veía comer un plátano o algún bizcocho cuando merendábamos-confesó Fernando, colocando sus manos sobre los pechos de Lucy.
-Eras un pervertido-sonrió Lucy, atrapando el rostro de Fernando y besando su boca desesperadamente, enredando su lengua con la suya y mordiendo sus labios.
-Lu, estás muy excitada-reconoció Fernando, amasando sus pechos.
-Ha sido al ver tu polla...Tan tiesa, tan gruesa, taan...explicó Lucy, ligeramente acalorada-muérdeme los pezones-Fernando enarcó una ceja pero Lucy no se lo volvió a repetir. Bajó la cabeza de Fernando hacia sus pechos. Lu sólo pedía que le mordieran los pezones cuando estaba muy cachonda. Fernando no tardó en reaccionar y aproximó su boca hacia las tetas de Lucy, abriendo sus labios y acogiendo el pezón derecho, erecto y duro, entre sus dientes. Apretó ligeramente los dientes y Lucy ahogó un gemido de placer. Las manos de Lucy se enredaban en el pelo de Fernando. Éste, movió ligeramente sus dientes y lamió con la punta de su lengua el pezón de Lucy. La mano izquierda de Fernando amasaba el otro pecho de Lucy por encima de la camiseta, acariciando con la palma de su mano el pezón y trazando círculos en torno a él con el dedo índice. Lucy ronroneaba ligeramente, y se estremecía.
-Joder, Lucy, Carlos no vuelve y yo estoy hambrienta-la voz de Jessica, procedente de la cocina, sorprendió a ambos.
Fernando se dispuso a alejarse de Lucy, pero ésta agarró su rostro con las manos y lo bajó más. Fernando sonrió ampliamente y Lucy abrió sus piernas un poco.
-Prepárate algo, de la despensa, hay cereales y leche, esas cosas-explicó Lucy, alzando un poco la voz, mientras la lengua de Fernando trazaba círculos en torno a sus labios vaginales, bordeando su vello púbico.
-¿En la despensa?¿ Dónde está?-preguntó María, en un tono aburrido.
-Joder, la única puerta cerrada que está en...mmm-Lucy acalló su voz cuando la lengua de Fernando se deslizó entre sus labios vaginales, de arriba hacia abajo, separándolos y provocando en Lucy una oleada de placer incontrolable-en...la cocina, la que está cerradaa-expresó Lucy, sin poder resistirse a expresar un gemido. La lengua de Fernando se concentraba en su clítoris, lamiéndolo y rozándolo con su lengua mientras un dedo se colaba entre sus labios y entraba y salía.
-¿Y la tostadora?-preguntó Jessica.
-Jooder, en uno de los...mmm...cajones, ¡oh!-explicó Lucy, incapaz de resistirse al aumentar Fernando el ritmo de la velocidad del dedo.
-¿Te pasa algo, Lu?-preguntó en un tono inocente María-estás un poco...¿extresada?-preguntó María.
-No, comed tranquiilaas-los dedos de Lucy se aferraron al pelo de Fernando con fuerza. El joven alejó su rostro del coño de Lucy y empezó un frenético mete-saca usando dos dedos. El rostro del joven se iluminaba al ver la expresión de placer del rostro de Lucy, y como ésta se mordía los labios. La joven abrió la boca, y cerró los ojos con fuerza, sintiendo la energía descargada de un orgasmo. Su vagina se contrajo, un escalofrío recorrió su columna vertebral y arqueó la espalda y no pudo reprimir soltar unos gemidos de placer mucho más sonoros que el resto. De puro placer, se agarró los pechos con las manos. Sentía que su vagina expulsaba líquido, líquido que inundaba la mano de Fernando y las piernas empezaron a temblarle.
-Me encanta tu vello, Lu-susurró Fernando, levantándose y besando a Lu tiernamente. Ésta sonrió y acarició su mejilla derecha con la mano derecha mientras la izquierda acariciaba los testículos de Fernando. La muchacha posó sus labios en el cuello del joven y le fue dando besos por el pecho, bajando por el vientre hasta su entrepierna.Sus manos se aferraron a su culo, apretándolo.
-Joder, Lu, me encantaría probar ese churro-opinó María. Lucy se puso en pie como un resorte y se tapó como pudo sus partes, visiblemente avergonzada.
-María, te he dicho que no dijeras nada-apostilló Jessica. Ambas asomaban únicamente sus cabezas al vestíbulo y contemplaban a los dos amantes.
-Eh, eh, marcháos ambas que a Lucy le da corte-dijo Fernando, haciendo un ademán con la mano.
-Ni que fuéramos tíos nosotras-protestó María.
-Sigamos desayunando, anda-dijo Jessica, mirando a María.
-Anda, enamorados, os dejamos solos. No gimas tanto, Lu, o tendré que sumarme a la fiesta-dijo María, guiñando el ojo.
-Son unas voyeurs asquerosas-comentó Lucy, visiblemente enojada, cuando se marcharon. Una mano de Fernando abrazó la cintura de Lu, la otra se apoyó en la espalda de ella y la empujaron hacia delante. Lucy fue pillada por sorpresa y sus manos se aferraron al pasamanos mientras sentía como el miembro de Fernando golpeaba uno de sus cachetes y luego encontraba su entrada.
-Oh, Lu, no sabes como me ha puesto que tus amigas nos vean-confesó Fernando, metiendo un poco su polla en el interior de Lu. El rostro de Lucy se iluminó y sonrió ampliamente cuando sintió la calidez de aquella polla, introduciéndose dentro de ella e inundándola, sumiéndola en la búsqueda de un nuevo orgasmo. El miembro fue profundizando lentamente, moviéndose en círculos. Los dedos de Lucy se clavaron en la madera y volvió a gemir otra vez. Intentaba no proferir ningún ruido, que el silencio sólo fuera roto por el plaf, plaf, plaf de la polla de Fernando contra su coño pero no podía reprimirse. Le había molestado la irrupción de sus amigas y sentía corte y vergüenza por las miradas de ambas en su cuerpo. No es que ella fuera fea pero era defensora de la intimidad. Al menos, que nadie la reconociera...
-¡Ahhh, aaah, ooh sí, sí, máaas, más, por favor, síii!-gemía Lucy. Fernando, que seguía aferrado a su cintura, utilizó la otra mano para tirar del pelo a Lucy. Introducía la polla hasta los testículos y le encantaba el sonido que producía el choque. Disfrutaba con los gemidos de Lucy. Lucy sintió dolor por el tirón, pero se mezcló con el placer que sentía y se convirtió en placentero.
-¡Oh, síi, me encanta, más, máas, lléname!-gimió Lucy con más intensidad. Las embestidas se volvieron más rápidas. Fernando dejó de tirar del pelo a Lucy y empezó a azotarle sus nalgas. La joven se mordió los labios con tanta fuerza que se hizo sangre, pero no le importó.
-¡Más, azótame más, síi!!-exclamaba Lucy. Las cachetadas resonaban en el vestíbulo.
-¡Lucy, me encantas, estás desatada, me pones muchísimo!-exclamó Fernando, moviendo su polla dentro del interior de Lucy. La sacó ligeramente, y realizó un rápido mete-saca sin profundizar mucho, provocando que los labios vaginales se adaptaran al tamaño de su polla y se abrieran y cerraran.
-¡Ohhh, me encanta eso, Fernando, mmmm, síi!!!-gemía Lucy. Giró la cabeza hacia atrás y sonrió a Fernando. El joven casi se corre con la visión de su rostro. El pelo desaliñado, algunos mechones cayendo sobre sus orejas. Su boca entreabierta, pasando su lengua roja por el labio superior, los ojos castaños entrecerrados, con un brillo de pasión contenido dentro de ellos, sus mejillas con un tinte rosado. Hubo un cambio en el rostro de Fernando, una expresión de alivio indescriptible y Lucy actuó rápidamente. El joven aflojó la presión de su brazo y se alejó de la polla del joven, cuya leche cálida se estrelló contra sus cachetes y los muslos. La polla del joven palpitó un par de veces más y su líquido cayó sobre el suelo. Lucy se volvió hacia Fernando, tocando su polla que empezaba a volverse flácida.
-Quiero más-ronroneó Lucy, besando el pecho de Fernando. El joven se sorprendió.
Se escucharon unas llaves girando en la puerta y el corazón de Lucy se encogió.
-¡Lucy! Ya estoyy en casaa-anunció alegremente una voz varonil. Lucy atisbó por el rabillo del ojo la figura oscura de un joven, las gafas oscuras y su pelo oscuro luciendo un atrevido flequillo. El joven volvió la cara, concentrándose en la maleta que llevaba y que se había quedado atascada en el último escalón.
-¡Ven conmigo!-susurró Lu, cogiendo de la mano a Fernando. Éste, dócil, se dejó guiar. Lucy llevó al joven a su cuarto y le dijo que se escondiera en su armario.
-Y espera aquí hasta que te avise-le indicó Lucy, nerviosa. Se quitó la camiseta mojada, y se colocó un sujetador amarillo con el broche por delante y unos pantalones cortos, sin ponerse braguitas.
-Se supone que mi hermano no volvía hasta el lunes, ¡maldita sea! Espero que esas zorras no anden en pelotas-dijo ella, dispuesta a bajar por las escaleras.
-¿Dentro de esa categoría incluyes a tu hermana?-preguntó Fernando.
Lucy le dedicó una mirada desdeñosa y fría.
-Ahora recuerdo por qué te dejé-Lucy se aproximó a la ventana y soltó un suspiro de alivio. Marta y Carlos habían salido del cobertizo. Carlos llevaba puesto unos pantalones y Marta parecía radiante. Se había cubierto el cuerpo con una toalla y tenía el pelo oscurecido. Se había bañado.
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