Despertándote
Son las 6 de la mañana. Me encuentro profundamente dormido y a esa hora, como es habitual, traigo una erección bastante fuerte.
Despertándote
Son las 6 de la mañana. Me encuentro profundamente dormido y a esa hora, como es habitual, traigo una erección bastante fuerte.
Estoy soñando con algo del mar, mujeres, sol . algo así.
De repente, comienzo a sentir un gran placer, sin saber exactamente de donde viene.
Sin estar totalmente despierto, identifico su cálido aliento en mi pene y segundos después, su lengua haciendo círculos en mi glande.
Si no era biológicamente posible tener una erección más fuerte que la que tenía, entonces tendrían que rescribir lo aprendido, pues ante tanto placer, para entonces todos mis sentidos estaban en éxtasis y mi pene más duro que nunca.
No había abierto los ojos aún, pero un conocido aroma me llegó e inmediatamente después y sentí su vello púbico sobre mi boca.
Mi lengua comenzó a penetrarla primero con movimientos suaves, pero después más fuertes.
Sus nalgas cubrían mi cara y su sexo inundaba mi boca.
Suavemente le mordisqueaba el clítoris, ya inflamado de placer, mientras gemía por el placer que yo estaba recibiendo.
Estaba tan concentrado en mi nueva tarea, que no me di cuenta que mi pene estaba totalmente dentro de su boca y al sentir el tope de su paladar contra mi glande, lancé una exclamación que le envió ondas de placer a lo más profundo de su vagina.
Ella no tardo en llegar a un orgasmo, y mientras duró este, levantó su cabeza dejando a mi pene pidiendo mas placer.
Parecía como si tuviera una erección tan fuerte solo para alcanzar su boca de nuevo.
Después de un grito y una exhalación de placer, mi pene recibió el premio a tan maravilloso orgasmo y entre juegos de su lengua y su movimiento de arriba abajo sentí llegar la inminente explosión. El último segundo fue eterno y un potente chorro de semen salió disparado contra su paladar. Luego un segundo, más fuerte que el anterior, un tercero, cuarto ..
Nos quedamos tendidos uno al lado del otro, totalmente rendidos al placer. Ella se quedó dormida al instante.
Mi erección bajo solo un poco y no habían transcurrido ni cinco minutos cuando me tocó despertarla de nuevo, hundiéndome mi cara entre sus piernas y repitiendo la misma dosis de placer.
De nuevo mi pene estaba totalmente firme y reestablecido para la batalla.
Mi lengua y dientes recorrieron todos los rincones de su sexo, que seguía empapado de la primera vez.
No tardó en llegar otro orgasmo, tal vez más fuerte que el primero y arqueando su espalda y clavando sus uñas contra el colchón, como una gata en celo, se corrió dando un grito más fuerte aun.
Una sonrisa de satisfacción marcaba su cara. Pero esto no había terminado, así que violentamente le di media vuelta, poniéndola boca abajo, jalé sus caderas hacia mi, quedando su cara contra la almohada y sus caderas más abiertas que nunca.
Con la poca luz que había, alcancé a ver su sexo, enmarcado entre sus nalgas y un instinto animal me llevó a meter mi pene con fuerza.
Ante tan violenta entrada, una exclamación de placer que duró varios segundos salió de su garganta y comencé un fuerte embate entrando con fuerza y casi saliendo de ella para volver a entrar, una y otra vez.
Sus nalgas temblaban con cada embestida lo cual me excitó aun mas, sus dientes mordían la almohada con fuerza y sus uñas de nuevo se clavaban en las sábanas.
A cada entrada, emitía una exclamación, su cara tenía un gesto de dolor, pero no dejaba de repetir "no pares, no te detengas, más fuerte!".
Pasó una mano entre sus piernas y tomó con fuerza mis testículos, que hasta ese entonces golpeaban una y otra vez sus nalgas. Cerró sus dedos con fuerza, hasta que comencé a sentir un brutal dolor, tan intenso que superaba cualquier rango de placer. Eso era la gloria.
Mi pene daba y pedía más placer. Su sexo, hinchado y húmedo era saciado una y otra vez. Mis testículos pedían más presión.
Un orgasmo, más fuerte aún que el primero de la mañana, me sacudió hasta lo más profundo de mi cerebro y mi semen la llenaba con cada eyaculación tres, cuatro y cinco veces.
Nos quedamos unos segundos sin movernos, Salí de ella y caí rendido. Nos quedamos dormidos hasta las 11:00 de la mañana. Lo demás no importaba. Solo nosotros dos.
Víctor.