Despertando con mi papi 2
Es increíble lo que pasó, tengo que hablar con mi papi para que no piense mal de mi, no podemos seguir haciéndolo, ¿el pensará lo mismo?
No puedo creer lo que hice. Me acabo de despertar en la cama de mis papás y las sensaciones de mi cuerpo terminaron de convencerme de lo que no quería creer: lo hice con mi papá.
¿Cómo puedo haber hecho algo así? Está mal, ¡es mi papito querido! No quiero ni pensar en lo que llegaría a pasar si mamá se enterara, nos desollaría vivos. Tengo que hablar con él para entender qué sucedió. Caí tan rendida anoche que ni siquiera sentí cuando entró mamá a buscar la ropa, ni cuando papá se levantó para irse a trabajar, aunque en cierto modo mejor, porque no se cómo hubiese hecho para mirarlos a la cara.
Nunca hago nada antes de desayunar, pero esta vez haré una excepción y me voy a bañar, de repente me siento sucia. Aunque no sé si esa sensación se quitará con agua y jabón.
Creo que hice peor con esto del baño, al enjabonarme mis pechos, los siento más sensibles que nunca, y ni hablar de mi conchita. No puedo dejar de pensar en papá, en sus besos, en sus caricias, en su verga entrando y saliendo de mí. Ufff me estoy mojando de nuevo ¡y yo que pretendía dejar de sentirme una nena sucia! Creo que esto ya no tiene remedio.
Salgo del baño envuelta en toallón, porque todavía no se qué me voy a poner. Nunca antes me pasó de tener que pensar cuál era la mejor indumentaria para estar en casa, pero hoy no es un día más. Así que empiezo a revolver mi placard, mirando de todo. Nada me convence. ¡Ya sé! Me voy a poner pantalón y buzo de jogging, un conjunto azul, que es el más suelto que tengo. No quiero que mi papá piense que soy una desubicada, provocadora y desfachatada. Empiezo a vestirme prenda por prenda: corpiño blanco de algodón, un coulotte turquesa (¡esta vez nada de tangas!), remera rosa manga corta también de algodón, el jogging, soquetes y zapatillas. ¡Listo! Nadie si me ve va a pensar que anoche lo hice con mi papá.
Ahora sí que viene una de las peores partes: la espera. Tengo una ansiedad tan grande, que no puedo hacer nada más que pensar en lo que sucedió y en lo que me va a decir papá ahora. No sé qué sería mejor, si poder congelar el tiempo para siempre, o adelantarlo rápidamente para que todo esto acabe ya y yo no tenga que seguir esperando.
Las horas se me hacen eternas, hasta que por fin siento ¡Holaaa hija! ¡ya estoy en casa nena!
Camino cabizbaja hasta el recibidor, y saludo a mi papá sin mirarlo y con las mejillas ardiendo – Hola pá.
-¿Qué pasa nena, no le vas a dar hoy un beso y un abrazo a papá como lo hacés siempre?
Mis pies se niegan a moverse, y mis labios a despegarse. Estoy taan abochornada.
-Vení hijita, vení, vamos a charlar al living, ¿querés? –dijo papá sentándose en el sillón- Vení, sentate acá en mis piernas como cuando eras chiquitita, ¿te acordás? No vamos a hacer nada más que charlar cielo.
Me senté sobre sus piernas, todavía tensa, pero aliviada porque por lo menos en esa posición podía evitar mirarlo a los ojos.
-¿Qué pasa corazón? ¿estás asustada?
-Sí pá, creo que soy una sucia por lo que hice anoche.
- Pero hijita, si lo de anoche fue lo más dulce del mundo, no te tenés que sentir así. -Sus manos comenzaron a acariciar mi pelo, buscando tranquilizarme. -¿Vos sabés cuál es la diferencia entre el sexo y hacer el amor? –Asentí moviendo mi cabeza- Y bueno corazón, ahí tenés la respuesta. Vos y yo nos amamos desde el día en que naciste. Esta es solo otra manera de expresar ese amor tan inmenso que nos tenemos entre padre e hija. ¿Te acordás cuando eras chiquita y me hacías cartitas diciendo Papá te amo? ¿y cuando me decías te quiero hasta el cielo? ¿Y todos los besos y abrazos que nos hemos dado a lo largo de los años expresando nuestro amor?
-¡Precisamente papá! Esto es muy distinto. No tiene nada que ver con un beso en la mejilla, o un abrazo. Y menos todavía con una cartita.
-Sí que tiene que ver. A medida que creciste fueron cambiando nuestras formas de expresar amor. Lo que hicimos anoche es una de las maneras más completas de expresarlo, por lo menos con el cuerpo. Es como los abrazos que teníamos antes, pero no solo involucrando nuestros brazos. Es como los besos que nos dábamos en la mejilla, pero ahora por todo el cuerpo. Es amor hija, no es nada sucio. ¿o ayer te sentiste utilizada por mi? Decime nena, ¿sentiste que yo no te daba nada de amor, que solo era sexo?
-No pá.
-¿Segura corazón? No quiero que creas que te usé.
-No papá, tenés razón en decir que fue amor. Creéme que noto la diferencia. Sé lo que es ser utilizada.
-¡¿Qué?!¿Pero qué estás diciendo hija? ¿Quién te usó? Decime que lo reviento.
-No papá, no es necesario que hagas nada. Fue Leo papá.
-Qué te hizo, contame.
-No pá, dejalo así, no quiero entrar en detalles.
-Contame y te aseguro que te vas a sentir mejor, más aliviada. Sabés que podés confiar en mi nena. –Me dijo abrazándome fuerte, estrechándome contra su pecho.
-Pasó que era un egoísta. Me hacía sentirme como una muñeca inflable. ¿Estás seguro que no te vas a enojar conmigo si te cuento?
-Claro que estoy seguro corazón, seguí.
-No me dedicaba nada de tiempo, me acariciaba poco, las tetas así nomás, y la conchita bruscamente. Muchas veces cuando me metía sus dedos, y yo estaba ya muriéndome, cerquísima del orgasmo, sacaba sus dedos porque decía que se le había cansado la mano. Me pedía que se la chupara, y yo lo hacía con amor y ganas, pero él solo dos veces en todo el tiempo que estuvimos de novios me chupó mi conchita. –Mientras mi papá seguía abrazándome y acariciándome el pelo, sentía como algo comenzaba a crecer debajo de mí, me removí para sentir menos, pero terminé ubicando mi colita justo encima.- Después me la metía, duraba dos segundos en los que ni me tocaba ni me besaba, y si yo estaba cerca del orgasmo, él no se aguantaba nada y terminaba lo mismo. ¡Siempre me dejaba con las ganas! ¿Te das cuenta de que nunca tuve un orgasmo estando con él? Y eso no es lo peor.
-¿Hay más nena?
-Sí pá, esto que te voy a decir me da muchísima vergüenza contarlo, pero le entregué mi colita.
-¡¿Qué?! – Sentí que la dureza debajo de mi colita crecía mucho más, tal vez no fue lo mejor ponerme jogging, ¡se siento todo!
-Empezó metiendo la puntita de un dedo, y aunque la primera vez me sorprendió, después me encantó. Siempre que le chupaba la verga quería que me metiera un dedo en mi hoyito. Era increíble. Pero no quería hacer nada más, me daba miedo, hasta que al final, después de meses de sentir sus dedos ahí, acepté. ¿Entendés lo que te digo papá? Le di todo ¡todo! Y él nunca se tomó el tiempo para mi. Por eso se lo que es sentirse utilizada papá, por eso sé que en lo que hicimos vos y yo había amor.
-Sí nena, -corrió mi pelo hacia un costado, y comenzó a darme besos en el cuello –yo te voy a dar todo lo que ese infeliz no te dio, y mucho más, porque yo te amo.
Cada una de sus palabras iba acompañada por pequeños besos en el cuello, y caricias en mi vientre, metiendo una de sus manos por debajo de mi ropa. Nunca pensé que al final fuera tan útil ponerse ropa suelta, pero ahí me di cuenta de lo equivocada que estaba, la ropa suelta da el espacio suficiente para acariciar a conciencia.
Sus labios en mi cuello dieron lugar a su lengua, al sentirla un escalofrío me recorrió. Y cuando llegó al lóbulo de mi oreja y lo chupó y mordisqueó mmmm, otro escalofrío. Su lengua juguetona entró en mi oreja. Nunca me habían besado las orejas, y no quiero que deje de hacerlo, es increíble.
Su mano abandonó mi vientre y fue a jugar con mis pezones por encima de la barrera del corpiño. Tocaba esos puntos erectos que atravesaban la tela, y apretaba mis tetas.
-Ahh pá, dejame que me mueva pá, quiero besarte. –Me senté de costado, y sentí su boca en mi frente, en mis párpados, en mi sien, hasta que por fin acarició mis labios con los suyos. Los recorrió con su lengua, me mordisqueó el labio inferior, hasta que al final nos entregamos a un beso apasionado. Nuestras lenguas se buscaban, mis manos se enredaban en su pelo queriendo retenerlo ahí para siempre, hacer nuestro beso interminable.
-Nena, dejame besarte toda. –El buzo voló por encima de mi cabeza, y mi remera le siguió. Mientras me daba otro beso en la boca mi papá me desprendió el corpiño.
-Preciosa -dijo mirándome con deseo- Acostate en el sillón, que quiero besarte toda.
Me acosté y él se encaramó dejando mis piernas entre las suyas. Me besó nuevamente la boca, pero esta vez brevemente, tenía mucho para saborear. Se entretuvo un rato en mi barbilla, y siguió bajando hacia mi cuello, mis clavículas. Sus manos no dejaban de acariciar mi pancita y mis tetas. Hasta que sus labios se unieron. Por fin lo podía sentir sin la barrera de la tela. Chupaba mis pezones, y soplaba sobre ellos para ver cómo se fruncían. Succionaba uno y pellizcaba entre los dedos otro. Mis manos intentaban retenerlo, pero igual siguió su camino inexorable hacia abajo.
Mi ombligo se vio invadido por su lengua y mis caderas por sus manos que comenzaron a deslizar mi pantalón hacia abajo.
-Mmm mi nena hoy abandonó las tangas, pero aunque no se vea tu piel estás tan o más excitante que con tanga, y sabés por qué? Porque estás tan mojada, que la tela se ha oscurecido. Acá, justo acá, ¿sentís? –recorría mi humedad con su dedo- Creo que voy a oscurecerla un poco más, ¿me dejás?- Y sin esperar respuesta sus labios empezaron a chupar justo ahí, en mi humedad.
Me desesperé, necesitaba sentirlo directamente en mi piel. Mis manos comenzaron a arrastrar el coullote por los costados, y papá al verme, me ayudó desde el centro, arrastrando con sus dientes lo que me impedía sentirlo.
Su boca volvió a mi conchita, pero esta vez fue mucho mucho mejor. Su lengua se adentró en mis profundidades, y comenzó a penetrarme como lo haría su verga después. Con sus manos retenía mis caderas que no paraban de agitarse queriendo más. -¿Te gusta nena? ¿Te gusta cómo te besa papá? –Síii papi. Su lengua comenzó a recorrer toda mis labios, dulcemente, para terminar posándose sobre mi clítoris. Todo mi cuerpo se convulsionó ante esta sensación. –Ahhhh- Un dedo entró en mi cuevita, se movía como si me rascara por dentro. Eso sumado a su lengua acariciando mi clítoris, intercalado con pequeños mordiscos, terminaron de volverme loca.
-Ahhhhhh pá ahhhhh papi papi papi –Era imposible hablar coherentemente, mis caderas se movían frenéticamente, ya ni siquiera pudiendo ser inmovilizadas por su mano. Su lengua y su dedo se movían más rápido, hasta que mi cuerpo se arqueó, quedando rígido por el orgasmo avasallador que me recorrió. –Ahhhhhhhhhhh- Su dedo se fue retirando lentamente mientras yo poco a poco iba volviendo a la normalidad, pero su boca no, su lengua siguió recorriéndome, calmándome, sus labios besándome. Hasta que una gran lasitud se apoderó de mi, y mirándome todavía con su cabeza a la altura de mi conchita me dijo
-Te amo nena
-Yo también papá