Despertando a la sensualidad
La mente humana es misteriosa pero todo cabe dentro de un por que, mas confesiones que he obtenido en mi trabajo y que comparto para ustedes.
DESPERTANDO A LA SENSUALIDAD
Nunca sabemos lo que pasa alrededor de nosotros cuando nos encerramos en una burbuja que a pesar de ser cristalina no vemos a través de el.
Eso me sucedió a mi, actualmente soy una mujer de 50 años, profesionista jubilada, me case a los 21 años, con un hombre de 26 años, yo era profesora de primaria y dedicada a mi trabajo, a mi religión, y posteriormente a mi hogar, tuvimos 2 hijos ya cuando teníamos 8 años de casados el primero y 5 años después el segundo.
Lo que pasara a mí alrededor mientras no me afectaba no me importaba, no era muy afecta a fiestas, excepto de mi familia, ni a salir con las amigas o amigos, muchas veces desaire invitaciones de conocidos o de padres de los niños a quien educaba.
Mi vida sexual era algo que no me inquietaba, si pasaba meses sin sexo no me afectaba, era como quien dice fría en ese aspecto, mi esposo al principio me decía que me vistiera mas atrevida y yo me molestaba, mi forma de vestir era sobria, faldas debajo de la rodilla, blusas de manga siempre, mi ropa interior no tenían nada de sexy, para mi era andar cómoda, nunca me interesé por esa lencería que ahora sé enloquece a los hombres. En algunos pasajes de mi vida usé una que otra pantaletita más pequeña, ya sea por que mi esposo se atrevía a comprármelas y yo lo complacía en usarlas o por que me animaba, pero nada mas hasta ahí.
En una ocasión celebrando un aniversario nuestro me pidió me vistiera sexy como me decía, le dije que lo complacería y me pidió usar la falda mas corta que tenía que solo me llegaba poquito arriba de las rodillas, me pidió usara un pequeño bikini y lo mas atrevido y me negué al principio fue que no usara brassier.
Me convenció y así con la mayor vergüenza acepté, salimos a pasear, a comer y finalmente al cine, recuerdo que en esa ocasión aprovechando la penumbra y la escasa gente, me manoseó, me levantó la falda, me hizo abrir las piernas y me masturbó, fue algo insólito, nunca habíamos hecho algo así y me dejé hacer, también se sacó el miembro de su pantalón y me hizo masturbarlo, mi blusa me la levantó dejando mis senos expuestos y acariciarlos a su antojo, en ese momento nada me importó y lo dejé que se satisficiera, todo terminó en un gran orgasmo mutuo con las solas caricias. Pero después de eso volvió a mí la mujer fría que era y muy difícilmente hacía cosas así, aunque a lo largo de los años me hizo algunas cosas similares pero escasas debido a mi poca participación.
Pero pasan lo años y cambian muchas cosas, llegó la fecha de que era ya mi tiempo de jubilarme, a mis 48 años era ya libre de mi trabajo, pero también coincidió con la partida de mis dos hijos a estudiar fuera de la ciudad, ahora solo éramos mi esposo y yo y no sé que pasó en mí pero ahora era yo la que sentía ciertas sensaciones, me despertaba acalorada, pensaba en la menopausia y me decía que era normal, pero también soñaba cosas relacionadas con el sexo y sentía deseos ocultos, mi esposo a su edad ya no era tan apasionado como siempre, ahora yo buscaba los acercamientos y el me dejaba con las ganas.
El notó mi cambio y ese fue el momento que aprovechó para terminar de cambiarme, a la par de esto nos cambiamos de estadía a una casa que le habían proporcionado en el trabajo en una ciudad cercana, otra gente, otro medio, etc.
De nuevo el insistió en que cambiara mi imagen, a mis 48 años, ya no era yo una belleza, pero me describiré, bajita, 165 aprox. Pelo corto, negro, talla 32 pero casi llegando a 34, eso es un poco llenita, aunque no una mujer panzona, mis pechos son talla 34 c y mis caderas son amplias, firmes todavía, el dice que lo mejor de mi es mi trasero, así que no me veía tan mal todavía, por mi cara todavía no pesaban mis 48, no había arrugas aun. Empezó a comprarme ropa mas corta y lencería mas pequeña, al ver que lo aceptaba se hizo mas atrevido al grado de comprarme minis ceñidas que no me gustaron y pequeños hilos dentales que me hicieron sentir incómoda al principio.
Como no era ya una joven le dije que mi ropa no podía ser la de una jovencita que dejara que yo escogiera lo que mejor me quedara, al final llegamos a un acuerdo, yo escogería mi ropa y el la lencería, eso hizo que se inclinara por tangas y por hilos dentales.
La primera que me puse uno de esos hilos, fue un martirio al principio, me sentía incómoda con un pedazo de tela entre mis nalgas, que además eran amplias y se tragaban todo ese pedazo de tela, salir con el así fue torturante al principio pero una vez ya acostumbrada a sentirme prácticamente desnuda de las nalgas empecé a sentir cierto morbo, de andar entre la gente y sentir mi desnudez de las nalgas, aunado a eso el aprovechaba ciertos momento en que nadie veía y me acariciaba las nalgas. Cambié totalmente de ser una mujer fría a una mujer en su plena madurez a una mujer ardiente y sexy.
El juego comenzó, el me llevaba a lugares públicos a que me admiraran, es realmente muy halagador que hasta los jóvenes se volteen a verte cuando caminas, mis nalgas era lo que mas llamaba la atención y también mis pechos, ya que en ocasiones con una blusa discreta los lucía al natural, sin sostén. El me manoseaba en el cine, en una disco a la que nos gustaba ir y lo mejor para el supongo era cuando en casa daba rienda suelta a su hambre de sexo conmigo, me volví complaciente hasta cierto punto con el, me hacía el amor en la sala, en el baño, en la cocina, hasta en la cochera.
Ya en nuestras sesiones de sexo el empezó a utilizar un lenguaje por demás sucio que me molestaba, pero poco a poco y debido a mi creciente excitación lo fui aceptando, al grado ya de tratarme de puta en la cama, fui aceptando sus juegos hasta que llegó al punto de empezar a insinuarme que pensara que era otro el que me estaba usando, eso me extrañó y me turbó pero poco a poco me calentó al final ya aceptaba todo lo que me decía y hacía sin restricciones al grado de yo también participar y decir, que sí, que era su puta y aceptar que era otro el que me acariciaba que me poseía, hasta nombres ficiticios usábamos.
Todo era calentura de cama, hasta que sucedió algo que realmente cambió esas fantasías a hechos reales que terminaron por hacerme ver que en verdad era una mujer caliente y puta.
Una tarde en que nos encontrábamos en casa llegó un vendedor ambulante de muebles y accesorios de casa, el se interesó en una mesa de centro preciosa que vendía, lo pasó a la sala y empezaron a negociar, me dijo que me sentara para opinar de el artículo, lo obedecí y me sente al lado de el, y de frente al vendedor, observé que el vendedor miraba discrétamente mis piernas, y es que yo vestía una falda que sin ser mini, si corta y que al estar sentada se me subía un poco mas y enseñaba parte de mis muslos, solo cerré bien mis piernas pero mi marido también se dio cuenta y me extrañó que no hiciera ningún gesto, llegaron a un acuerdo y el vendedor salió a buscar unos formatos de pago que se tenían que hacer, al quedar solos, me estiré lo mas que pude la falda alo que mi marido me dijo -notaste como se puso?.
Yo le dije que no que de que, y el me dijo -no te hagas, estaba ineteresado en mirar tus piernas, se puso nervioso al ver que te sentabas.
Yo me hice la desentendida pero el arremetió, -vamos, ponlo mas nervioso, deja que te admire, si es posible que vea mas.
-Estás loco, que te pasa, como crees que voy a hacer eso, va a pensar otra cosa.
-No te preocupes, además yo estoy aquí, solo es el morbo de hacerlo pasar un rato incómodo.
Callamos ya que en ese momento regresó el vendedor a lo que ya no comentamos nada, me quedé como estaba y un calorcito me invadió, me sentí tentada a hacer lo que mi marido me había dicho, el vendedor seguía con su mirada mis piernas, mi marido se hacía el desentendido aparentemente al hacer que leía el contrato. De pronto mi marido se paró y dijo que iría por su cartera para dar el pago inicial, aunque yo sabía que siempre la carga con el, se subió a la planta alta y me dejó sola con el vendedor, empezó a hacerme plática trivial, pero observaba que bajaba la vista cada que podía, me mostró un catálogo de ropa de mujer y me lo acercó, yo me estiré para agarrarlo a lo que mis piernas se abrieron un poco mas y creo que vio algo mas por que enseguida bajó la vista a ellas. Empezé a hojear el catálogo haciendome la desentendida y discrétamente lo observaba ya que el estaba fijo en mis piernas, Como por descuido abrí un poco mas mis piernas y estoy segura que vio mis pequeñas braguitas, lo dejé mirar a su antojo mientras mi marido regresaba que pienso se demoró mas de la cuenta, hasta que regresó y se acabó el encanto del pobre hombre.
Cerraron el trato y el hombre se fue y mi marido se me abalanzó, y abriendome de piernas me empezó a frotar la entrepierna y notó la humedad que había en ellas, -te excitaste chiquita, te gustó que te viera, verdad?.
Yo no respondía, no quería aceptar la verdad, el insistía, -dime chiquita, te gustó que te viera las piernas, que mas le enseñaste, dime si te vió este pequeño triangulito.
-No, no me vio nada, solo las piernas, dije cerrando los ojos.
Pronto su verga estaba frente a mi boca y me hizo mamársela, mientra me decía cosas, como así mamamela que el te está viendo, y quiere ver tu cosita, mientras me sbría las piernas, me acariciaba con una mano mis partes por encima de mi pantaletita, me empezó a hacer a un lado esta y me dedeaba, mientras me sugería que me imaginara que era el otro hombre el que me acariciaba, yo me calenté mucho con este pensamiento morboso, esa tarde tuvimos sexo hasta hartarnos, me hizo lo que quizo aprovechando la calentura que la situación había provocado, yo simplemente lo gozé sin darle a notar la calentura que me invadió.
Pasaron varios días y no me refirió nada a lo sucedido y dejé de pensar en eso, hasta que una tarde de la siguiente semana este hombre volvió, ahora iba por el abono de cada quincena, yo no había sabido las condiciones en que habían quedado por lo que me extrañé de su presencia y el me explicó, le comenteé que mi marido no estaba y que no me había dicho nada y quedó de pasar al dia siguiente, cuando le comenté a mi marido el me dijo que se le había olvidado y me dijo que me dejaría el dinero para que yo le pagara, le dije que por que no lo hacía el, y me sorprendió su respuesta.
-Quiero que tu lo recibas y le pagues, para ver su reacción al verte, quiero que te pongas sexy para recibirlo mañana y lo hagas sudar- Le dije que estaba loco que se pasaba de la raya, que recordara que era su esposa y su argumento fue de que no podría pasar nada que yo no quisiera, palabras mas palabras menos logró convencerme de que lo hiciera, el dijo que pondría una cámara para ver como reaccionaba el y que luego vería la filmación, no pude evitar cierto cosquilleo al planear el lo que haría.
Al día siguiente prepararó todo, dejó la camara escondida en el armario y me dijo que le diera play cuando el llegara, me sugirió la ropa que quería que vistiera, como si fuera a salir de compras, un vestido azul claro corto, que dejaba ver mis piernas alegremente, debajo de el solo una pequeña tanga, de color blanco, de encajes transparente sin brassier, y unas zapatillas altas de tacón que me hacía ver mas esbelta y denotaba mas mis protuberancias traseras.
Cuando oí el timbre me sentí dudosa y ligeramente temblorosa, pero a la vez inquieta, fui a abrir y le dije que pasara, que el no estaba pero que había dejado el dinero, el pasó y se sentó en el mismo sitio de la vez pasada, sacó de su portafolios un talonario donde venía el documento que me daría ledije que esperara que iría por el dinero, subí a la planta alto, noté que el me seguía con la mirada, subí lentamente dejandole admirar mis nalgas que me imaginaba era eso lo que veía. Al llegar a la recámara me sentía nerviosa pero a la vez excitada por la situación, así que bajé con el dinero.
Ya en la sala de nuevo me volví a sentar y me dió el talón de cobro, me miraba fijamente las piernas que yo disimuladamente abría un poco dejandole ver un poco, era fácil que lograra ver mis braguitas, y se revolvía inquieto, me pidió un poco de agua lo que fui a buscar y el a observarme, cuando se la dí de nuevo me senté y el me ofreció sus catálogos de venta para que me distrjera un poco, mientras hojeaba estas el aprovechó para mirar mas, un cosquilleo se apoderaba de mí, de nervios, de excitación, de morbo, no sé pero muchas cosas pasaron por mi mente, pensaba que se atrevería a decirme algo pero no sucedió.
Se despidió y se fue, lo acompañé a la salida ya fuera se volvió a mí y dijo que si podía regresar a mostrarme ropa que le llegaría en nunos días y solo le dije que sí.
Fue todo, cuando mi marido llegó enseguida me preguntó y yo le conté lo que había sucedido, agarró la cámara y lo conectó al televisor para que viéramos juntos lo que se había filmado y ahí me veía yo exactamente como había estado, me dí cuenta que al final mis piernas estaban muy separadas y que se me veía claramente mis braguitasm mi marido se excitó al ver lo poco que había sucedido y mientras veía me acariciaba mi entrepierna, al final cojimos ahí mismo, me tratócomo su putita.
Eso pasó y nadamas, pero solo fue un comienzo a mi nueva vida sexual, una mañana en que me encontraba en casa haciendo limpieza, llegó este hombre y me dijo que traía ropa que mostrarme, dudé un poco ya que me encontraba en fachas de limpieza, un pantalón normal y una playera grande, nada sensual, lo hice pasar y metió su cargamentto, me mostró diversas ropas, vestidos, faldas, blusas, etc. me sugirió que me las probara, pero le dije que estaba algo sucia y no estaba preparada como para hacerlo y el me dijo que si quería podía bañarme rapidamente y el esperaba, me convenció y subí a bañarme, regresé ya limpia, solo con un ligero vestido, normal, sin ser corto ni escotes, me dió un precioso vestido y me pasé a la recámara de la planta baja, frente a la sala donde estábamos, me cambié y me puse ese vestido, me quedaba bien, volví a cambiarme y salí, a lo que el me preguntó como me había quedado y le dije que muy bien, me dio otras prendas pero me sugirió que saliera para que el viera si me quedaban, así lo hice y cada que me ponía una nueva ropa salía y el me expresaba halagos a mi vanidad, al fin mujer sentí rico que me halagara, las últimas prendas eran una hermosa falda tableada corta y una blusa de tirantes muy ceñida, dudé salir pero me atreví y lo hice, su expresión fue, -que preciosa se ve-.
Sonreí y giré coquetamente luciéndome para el, luego me dió una bolsa con otras prendas y me dijo que me las probara, entré de nuevo a la recámara, estaba acalorada y nerviosa, pero fue mi sorpresa grande al ver el contenido de la bolsa, lindas y atrevidas ropas íntimas, baby doll, batas cortas, lencería, diversas casi todas transparentes, mí grado de excitación pudo mas y me probé la primera, era una bata blanca, no muy transparente pero se notaba mi ropa interior que era de un color azul claro, lo que no me atreví fue a salir, como demoré el me gritó preguntando si me habían gustado, solo me asomé detrás de la puerta y ocultando mi cuerpo, le dije que estaba todo muy bonito pero que no saldría, el puso cara de decepción y me rogó que lo hiciera, ganó el, salí con esa bata que me quedaba a media pierna, el me admiró y halagó mi figura, notaba una mirada mas sugestiva, como con ganas de decirme algo, le dije que solo me probaría esa y el de nuevo hizo su labor de convencimiento y de nuevo estaba yo en la recámara viendo ahora cual me probaba, ahorá escogí un baby doll negro, cuando lo tuve puesto me fijé en el espejo, me veía otra, la cara me la notaba como roja, pensé -estoy loca, que estoy haciendo, me puedo arrepentir si salgo así, al final salí así, ya mas excitada.
Nada mas verme sus halagos fueron mas atrevidos, -se ve usted sexy- fue su primer comentario al que siguieron otros parecidos, yo me turbé un poco y me quedé muda, sorpresivamente el se acercó cuando reaccioné el ya me tenía tomada de las nalgas, lo empujé sin éxito ya que me tenía fuertemente agarrada, le dije que se estuviera quieto pero creo que mis palabras no fueron tan firmes ya que el ahora me tenía agarrando de las nalgas pero ya debajo del baby doll, y me las amasaba por encima de mis braguitas, su otra mano fue a uno de los tirantes del baby doll y de mi brassier y los bajó dejando uno de mis senos expuesto, al notar que ya no luchaba me soltó de las nalgas y me tomó de la mano y me llevó al sofá, ahí me hizo poner de espaldas y me inclinó para sostenerme con las manos en el, sus manos se hartaron de amasar mis nalgas y pronto estaba arrodillado detrás mío pasando su lengua por ellas y haciendo a un lado mis pantaletitas me introdujo la lengua en mi sexo, dándome una lamida magistral, que hizo para verguenza mía venirme rápidamente, al notarlo me hizo dar vuelta y bajando el otro tirante del baby y de mi brassier se apoderó de mis senos, su boca iba de un pecho a otro besándomelos, chupándomelos y mordisqueándomelos.
Yo ya solo gemía estaba entregada, me recostó en el sofá y abriéndome de piernas se puso entre ellas para bajar su pantalón lentamente, disfrutando de lo que veía, una señora casada, con un pequeño baby doll prácticamente enrollado a la cintura, con las piernas abiertas descaradamente enseñando su parte íntima cubierta solamente por el pequeño pedazo de tela que se encontraba incrustada entre ella, un lugar que solamente un hombre en su vida había visto.
Ya cuando tenía de fuera su miembro me la ofreció y me indicó que me enderezara, al hacerlo su miembro pegó en mi boca, la cual por instinto se abrió recibiendo esa herramienta, el se balanceaba de atrás hacia delante cogiéndome prácticamente por la boca, mientras sus manos aprisionaban mis senos pellizcando mis pezones, de nuevo me hizo recostar sin sacar su miembro de mi boca y así recostado se encimó en mí siguiendo taladrándome por la boca, después me la sacó de la boca y bajando su cuerpo con una de sus manos hizo a un lado completamente mi braguita y puso su miembro en la entrada de mi rajadita, la empujó suavemente disfrutando del estuche que abrazaba su herramienta y viéndome fijamente a la cara que hacía gestos de placer, su boca se apoderó nuevamente de mis senos y sus manos de mis caderas mientras me poseía, me tomó de los tobillos para alzarlos y calzarlos en sus hombros, y así siguió dándome duro.
Me volteó poniéndome en cuatro, poniendo mis rodillas a la orilla del sofá y las manos en el respaldo de este, abrió mis nalgas y de nuevo a poseerme, mientras me penetraba sus manos de nuevo jugaban mis pechos, yo gemía y en el fondo pedía mas, pero no lo expresaba, solo me dejaba hacer y disfrutaba de algo que nunca pensé que haría.
Me vine de nuevo, expresándolo con mas jadeos y gemidos y moviendo mas aprisa las caderas haciendo que el arremetiera mas duro hasta que sentí que se estremecía, emitió un gran pujido al soltar su esperma dentro de mi, me apretó fuertemente las caderas al hacerlo, y nos desplomamos en el sofá el encima mío dejando caer su esperma completamente en mi rajadita, esperó a recuperarse y se salió de mi, yo me quedé enla posición en que estaba, ahora la vergüenza subía por mi cara sustituyendo la calentura que me había impulsado a mi infidelidad.
Sentía los movimientos de el, que se vestía, arreglaba sus cosas, observé que se dirigió a la recámara a tomar sus demás cosas y así sin hablar salió, yo me quedé ahí repasando en mi turbada mente los que había pasado, me sentía mal, remordimiento era lo que sentía, tardé en recuperarme y despacio me fui a asearme y cambiarme, ya bañada y cambiada de ropa, observé la pequeña prenda que se había quedado conmigo, mi mente de nuevo recordó lo que había hecho pero ahora esos sentimientos eran acompañados de cierta excitación por lo sucedido, había dado un paso muy atrevido a mi vida, y solo que esto fue un principio a lo que vendría después.
Fueron días tensos para mí, el ver a mi esposo, el tenerlo a mi lado, el hacer el amor con el me recordaba mi infidelidad, al fin esas sensaciones fueron alejándose, pero en la intimidad al estar a solas mi naturaleza me hacía recordar esos momentos, así que un día sin pensarlo me volví a poner ese baby doll negro, sentirlo en mi piel me hizo excitarme y sin recato me acaricié y me masturbé pensando de nuevo en lo que me había hecho, mi calentura de mi madurez me ganaba.
Pasaron algunos días y de nuevo llegó la fecha de cobro, yo ya lo sabía y estaba excitada de pensarlo, mi esposo me había dejado el dinero que ese hombre vendría a recoger, lo que el no se imaginaba es que el cobraría probablemente algo mas.
El llegó al filo de media mañana, tocó el timbre y mi pulso se aceleró, al principio dudé pero la insistencia del timbre me hizo reaccionar y salí a abrir el portón, el solo me miró y me dijo que venía por el abono, le franquee el paso y el se dirigió a la sala, se sentó y me pidió agua, a lo cual acudí, cuando tomó el vaso me miró fijamente, como admirando lo que tenía al frente de el y que una vez fue suyo y seguramente pensaba tomar de nuevo.
De nuevo me ofreció un paquete, diciéndome, -para que se lo pruebe-, eso fue todo, yo dócil entré a la recámara a cambiarme, era una pequeña falda blanca de vuelo, muy corta que apenas cubría mis nalgas y una blusa ligera blanca, transparente, de tirantes, una vez calzada las prendas me vi al espejo y ví a una mujer sexy, muy incitante, por el espejo vi que se asomaba y se metió a la recámara, yo no me moví, mi pulso estaba acelerado, solo me quedé quieta hasta sentir sus manos en mi cadera mientras se me repegaba haciéndome sentir su dureza en mis nalgas, sus manos subieron por mis contornos hasta apoderarse de mis pechos, cerré los ojos, bajó los tirantes de la blusa y me desabrochó el brassier, mis senos saltaron libres en sus manos que los amasaron y apretujaron, una de sus manos bajó por mi frente y se apoderó de mi entrepierna sobre la falda y pantaletas, sobándome, tallando mi intimidad, un gemido escapó de mis labios signo de mi entrega nuevamente, pronto estaba boca abajo en la cama y el encima mío tallándose en mi cuerpo mientras sus manos recorrían mis pechos, mis piernas, mis caderas, mis nalgas y alzando levemente mis caderas, tallaba mi entrepierna.
Ahora estaba boca arriba mientras el me besaba la boca, cara y cuello, la blusa estaba a mi cintura enredada con la falda y una de sus manos hacía a un lado mi pequeña prenda íntima que me quedaba puesta en mi lugar hurgando con sus dedos, pronto sentí su verga que buscaba mi hendidura penetrándome fuertemente, mi cuerpo se agitaba ante sus embestidas, mientras me mordisqueaba mis pezones duros y tensos y mis pechos, erectos de excitación.
Un primer orgasmo fue el resultado de sus acometidas, aun no me reponía y ya estaba de nuevo agitando mis caderas buscando mas penetración, mientras me acometía empezó a decirme frases soeces, me decía que era una perrita caliente, una señora insatisfecha que el me llenaría, eso lo tomaba como un aliciente a mi excitación.
De pronto me dijo, -te gusta como te cojo putita?- yo solo gemía.
-Dime que te gusta perrita, que te gusta que te coja-, mientras me arremetía con fuerza y me apretaba los pechos, haciéndome enloquecer mas.
-Dímelo putita-, me arremetía.
-Sí, me gusta, sigue- fue mi respuesta ya perdida en el placer que me provocaba,
-Quieres mas verga, putita, dime, quieres mas verga?- me decía.
-Sí quiero mas, dame mas-, estaba irreconocible.
-Dime que no te basta una verga, que quieres otra-.
-Sí, las que quieras, solo dame mas-.
La máscara de mi entorpecido placer cayó ante esas preguntas cuando sentí la presencia de alguien mas, mi cara fue de asombro y espanto, ante nosotros otro hombre nos miraba con ojos lujuriosos mientras su mano se acariciaban sus partes, mi impulso fue empujarlo pero el notándolo me agarró de las dos manos por encima de mi cabeza mientras me decía, -tranquila perrita, solo te haremos gozar como lo estas pidiendo-.
-No, déjenme, salgan de aquí, mientras me revolvía y veía como este otro hombre se desnudaba, un grueso miembro apareció entre sus piernas, y mi vista no se pudo apartar de el.
Fueron segundos quizás, pero a mi me pareció mucho tiempo, pero pronto mis pechos eran de ese otro hombre, que me los besaba mientras sus manos vagaban por la parte de mi cuerpo libre del cuerpo del otro que me penetraba, una oleada de excitación me recorrió, me espantaba lo que me hacían pero ya no protestaba, pronto mi boca era ocupada por la verga de este último huésped, y ahí me encontraba, en esa recámara de mi casa, con un hombre penetrando mi intimidad y otro mi boca.
Fui una muñeca en manos de los dos, se alternaban para cogerme y acariciarme, dos orgasmos mas me recorrieron y ellos seguían gozando de mi cuerpo, me pusieron de lado y uno de ellos poniéndose frente a mí, alzando mi pierna derecha, me penetró nuevamente, apoderándose de mis pechos mientras el otro me besaba la espalda y bajaba a mis nalgas, besándolas y abriéndolas para besar mi culito, me lo ensalivó abundantemente y cuando sentí que su verga la posicionaba en la entrada de mi orificio posterior me revolví negándome.
-No, por ahí no, por favor-, me tenían entre los dos y no me dejaban moverme.
-No te preocupes, lo gozarás putita-, fue el único bálsamo a lo que sería la invasión a mi trasero, cuando sentí la punta entrar, apreté los labios, un grito escapó de mi boca al sentir la penetración total, que fue acallado por la boca del del frente, mi cuerpo se desmadejó totalmente permitiendo esa doble penetración, solo me dejé hacer, después de eso mi cuerpo reaccionó al insano placer prohibido que experimentaba, nunca en mi vida me había imaginado eso pero ahora mi cuerpo lo aceptaba y lo peor que lo disfrutaba, un cuarto orgasmo me sacudió dejándome exhausta, solo sus cuerpos se movían a su antojo, disfrutando de mis intimidades, yo ya solo los dejaba hacer, se hartaron de cogerme, sentí cuando el del frente se vino, resoplando y gimiendo fuertemente.
Ahora solo me penetraba el que estaba detrás mío, me acomodó boca abajo, y continuó haciéndome suya como un vulgar trapo que solo lo recibía, hasta que al fin se vino en mi trasero, se convulsionó dentro de mí, y sentí su espeso semen dentro de mi recto, este demoró encima mío disfrutando su venida.
Me quedé como ida, solo respirando agitada, y con la cabeza escondida entre las sábanas, como me vería ahí tirada en la cama, con la blusa y falda enrollada en mi cintura y mis pequeñas pataletas hechas a un lado de mis nalgas, toda embarrada de semen escurriendo por mis dos aguejros, los oí vestirse mientras murmuraban cosas como, -que rico culito tienes, eres una rica putita mamita, una pitita caliente y arrecha.
No decía nada, solo esperaba que se fueran, para parame, cuando se retiraron y oí la puerta cerrarse, me levanté, en el espejo del frente me ví, una puta bien hecha y bien cogida.
Me incorporé y me fui al baño a asearme, estaba satisfecha pero a la vez pensaba que era una locura lo que había pasado, me había dejado poseer por dos hombres y mi cuerpo solo se había excitado y lo había disfrutado.
No sé que pasaría ahora, pero pensaba en mi marido, y en como haría para zafarme de ellos ahora, era lógico que regresarían por mas de mi cuerpo, y lo peor era que yo los recibiría, pero y si ahora eran mas.