Despertando
Sentiste como presionando un poco, se habría paso en tu ano, jamás hubieras pensado que a él se lo darías.
Despertando
La sensación de placer que sentías te fue despertando poco a poco. Sentías el roce del pene en el canal de tus nalgas, húmedo, mojado, medio dormida aún, sentías como resbalaba suavemente, su brazo te cobijaba y acariciaba suavemente tus senos, amasándolos, sus labios recorrían los vellos de tu nuca, mordisqueándola, ¡Si, te estabas despertando! Y perezosamente sentías su pene hurgar en tu culo, aún húmedo, acostada de lado como estabas, entregándote a sus caricias, combándote para sentirlo más, adormilada aún; pero, sensitiva, sentías sus manos recorrerte lentamente, acariciaba tus pechos pellizcando tus pezones y luego sus manos seguían el camino hacia abajo, por tu costado, recorrían tu cintura, y bordeaban tus caderas, acariciaban tus nalgas y retirándose un poco las observaba, blancas y apetitosas, veía también como su hongo se abría paso en tu canal, para luego, desaparecer entre los pliegues de tus carnosidades, resbalándose con el líquido lubrificante, hacia abajo, rozando tus labios, aún enrojecidos, por la dura embestida que habían sido objeto la noche anterior, húmedos aún, se sentían calientes, si siempre despertabas así, era delicioso sentirte deseada, abriste los ojos, y entonces te diste cuenta que NO, no era tu cuarto, ni tu cama, ¡ni era yo, ¡tu esposo!, así me lo estabas narrando mientras regresábamos del aeropuerto, en donde habías ido a despedirlo
Sentiste como presionando un poco, se habría paso en tu ano, jamás hubieras pensado que a él se lo darías, y ahora sentías, su tubo de carne dura, deslizarse suavemente dentro de ti, sentías como al contacto con tu interior su verga tomaba e nuevo esa dureza y su hongo crecía cada vez más, lo que hacia más enloquecedora la sensación de posesión, sentías como él te invadía, sentías las venas de su verga, su dureza y lo ardiente de su tronco, de pronto volvías a saber que era él quien te estaba poseyendo, que te cubría como un macho cubre a su hembra, sentías sus labios en tu nuca mordiéndote y su voz diciendo mija- -chula- que delicioso es tenerte después de tantos años soñándolo, y sentías como tu hoy amante, tu ex-novio de entonces ¡aquél! Con el que tantas noches soñaste, estaba ahora dentro de ti, hundida toda su virilidad en tus entrañas llenándote, mientras te goza con sus manos que sientes como te recorren la piel, como amasa tus pechos y pellizca tus pezones endureciéndolos aún más si se puede, y claro mientras su tronco taladra tu culo, y su mano juega con tus labios y clítoris, recuerdas nuestro pacto, contármelo todo, sí así como ahora me narras lo que sentías, lo sentías enterrado en tu exprimiéndote todos tus fluidos, tu concha se encharcaba mientras él, bombeaba lentamente, con pereza, sintiendo como su hongo se salía y cómo al entrar de nuevo dilataba tu esfínter al sentir su cabeza adentro cerrabas el músculo de tu ano y lo apretabas, poco a poco sus embestidas fueron más profundas, se colocó en posición casi perpendicular a ti, de tal manera que sólo estaban en contacto a través de su verga que te traspasaba totalmente, sus manos te recorrían las caderas y se afianzaban haciendo el empuje mucho más profundo, poco a poso te enterraba toda su extensión hasta que sentiste sus huevos golpear en tus nalgas, cuando llegó hasta el fondo se quedó quieto, ninguno de los dos hacía ningún movimiento, sólo sentían el palpitar de sus genitales unidos, sentías cómo su verga palpitaba dentro de ti y él sentía como aprisionabas su tronco sintiendo los latidos de sus cuerpos, después de nuevo se acercó a tu espalda y levantando tu pierna izquierda , la pasó por encima de las de él, y se hundió más aún, su boca buscó la tuya.