Despensa Venezolana

Al ver la ropa, le causa algo de excitación, nunca la dejaba andar con vestido, siempre pantalones, ese vestido y la ropa interior estaban realmente excitantes. Tomo todo el tiempo en el ritual de vestirse, se puso la tanga y se vio en el espejo, realmente era una mujer guapa, solo sentir la abertura de la tanga la hacia fantasear, se puso el brassiere y descubrió como sus pezones erectos salían sobre el corte en cada una de las copas del brassiere. Se veía y se sentía la mujer mas sexy del mundo.

Despensa Venezolana

Oscar venia durante todo su regreso en avión pensando en la experiencia que había vivido en el Centro Comercial de Dallas, desde aquel imprevisto encuentro con aquella mujer que le abrió la cortina para que le diera su opinión sobre su tanga, el regalo que le había dado, aquella panty rosa con su aroma y la vista desde la pista de hielo.

Todo eso le cambio la perspectiva, había ido a la tienda a comprar una pijama para su mujer, una clásica de blusa y pantalón de seda, beige y con las clásicas flores. En vez de eso había decidido comprarle algo mas sexy, un vestido azul de poliéster y spandex de esos que se pegan al cuerpo con cuello en V y un poco arriba de las rodillas que marcan la figura de las mujeres; de ropa interior, que nunca le había comprado, un brassiere azul transparente con abertura en las copas que le da firmeza al busto pero dejan escapar con total lujuria los pezones cuando necesitan llamar a alguien, la tanga era del mismo estilo pero detrás de hilo dental y de frente igual que el brassiere tenia una abertura vertical para el mayor de los jugueteos.

Su mujer era una mujer bella 7 años menor que el, siempre muy activa y risueña tal vez a veces tímida por la seriedad que le da a veces su marido. Siempre había querido llegar a mas con su marido, y tenia fantasías que no sabia si algún día podría hacerlas con el. Mabel era su nombre y tenia 39 años, tenían dos hijos, un hombre de 17 y una niña de 12. Muy lejos estaba de saber que iba a pasar ese día en su vida.

Oscar le llamo por teléfono desde el taxi, tomaba 45 minutos desde el Aeropuerto Internacional de Maiquetía hasta su casa, después de avisarle que ya había llegado a eso de las 7 de la noche y que ansiaba verla le invito a cenar así es que le dijo que se preparara, que tomara un baño relajante pero que no se vistiera ya que le había comprado ropa que le encantaría.

Mabel estaba intrigada, ropa, cual ropa, si siempre le llevaba unas pijamas mata pasiones, que habrá comprado este hombre pensaba. Sus hijos estaban fuera, la niña había ido a dormir con una tía y el mayor había salido a una fiesta, ya llegaría tarde. Así es que con la calma del mundo se metió a bañar. Al salir, el le había dejado sobre la cama lo que le compro con una nota: "No preguntes, solo póntelo, hoy quiero llevar a la mujer mas guapa a cenar conmigo".

Al ver la ropa, le causa algo de excitación, nunca la dejaba andar con vestido, siempre pantalones, ese vestido y la ropa interior estaban realmente excitantes. Tomo todo el tiempo en el ritual de vestirse, se puso la tanga y se vio en el espejo, realmente era una mujer guapa, solo sentir la abertura de la tanga la hacia fantasear, se puso el brassiere y descubrió como sus pezones erectos salían sobre el corte en cada una de las copas del brassiere. Se veía y se sentía la mujer mas sexy del mundo.

Al ponerse el vestido, sintió como rozo con sus pezones que estaban libres, sintió un poco de ardor, lo que es normal, sus pezones estaban enormes, y aunque le daba algo de pena le encantaba verse en el espejo como se veía. El ya se había bañado y estaba listo para irse, cuando la vio salir del cuarto no pudo mas que suspirar y decirle que se veía hermosa.

"¿Y a donde me vas a llevar?", le dijo Mabel, "Tu no te preocupes que te voy a llevar a un lugar que te va a encantar". Subieron al auto y tomaron camino. Ella se sentía muy bien y el muy feliz de tenerla a su lado. Llegaron al Belleveu, al entregar el carro vieron la bella vista del estacionamiento que permitía ver una noche hermosa, el la tomo del brazo y entraron para pedir una mesa. Ella sentía las miradas de todos los hombre sobre ella, era una sensación nueva ya que aunque la había sentido antes hoy se sentía mucho mas sexy, podría devorar a quien quisiera. El, con celos ricos contenidos y un dejo de orgullo, le abrazaba más y apretaba de la cintura.

Llegaron a su mesa y pidieron de tomar y cenar, pidieron un buen vino tinto y carnes a las brasas preparadas a la manera criolla, con los acompañamientos de rigor de yuca hervida, ensaladas, queso frito, guasacaca, etc. Fue una platica amena con dobles sentidos entendidos por ambos, estaban sentados uno al lado de otro, ella se sentía desnudada con esa ropa cada vez que venia el mesero buen mozo, Oscar le empezó a tocar las piernas por debajo de la mesa y ella con cara de asombro trataba de quitarle la mano pero Oscar empezó a tocarle la parte interna de las rodillas donde se hace el pliegue, era una zona que nunca le habían tocado y estaba experimentado una calentura repentina, la estaba deshaciendo.

Oscar siguió con su mano hasta donde sus piernas se unen y con repentina agilidad le tocaba su vello púbico que escapaba sobre la preparada tanga. Ella se le pegaba y le decía al oído, "Villano ya sabias que buscabas". El pidió la carta de postres adrede para que viniera el mesero y mientras ella observaba la carta el encontraba el camino en su vientre a la puerta sagrada. El mesero estaba excitado, eso no cabe duda, aunque no veía, tenia rato de ver a esa mujer que estaba atendiendo, tenia unos senos hermosos y unos pezones que no se escondían. Entre pena y morbo, ella pidió que le hicieran un postre flameado, de esos que el mesero hace en tu mesa con fuego, frutas y licor. Fuego era lo que sobraba, Oscar seguía con su mano adentro y ella tenia una sonrisa comprometedora. Mientras el mesero hacia el postre, ella veía como sobre su pantalón había crecido su miembro, siempre le había dado pena voltear a ver, pero la situación la tenia desinhibida. El mesero estaba que no podía pero tenia que terminar el postre. Ella veía a su esposo a la cara y luego volteaba a ver el muchacho.

El mesero termino su postre y apenas recogió sus cosas, Oscar apuro su movimiento con lo que le causo a Mabel su primer orgasmo de la noche. Ella con los labios apretados y abrazándose a su brazo lo dejo venir, había sido maravilloso y nunca hubiera imaginado que pasaría. Acerco su mano al pantalón de su marido para comprobar que estaba igual que el mesero. El no entendía claramente lo que había pasado, se había dejado llevar y le había gustado ver a su mujer así.

Era la hora de partir y esto estaba por empezar. Mabel se sentía muy mojada y tenia pena de pararse y estar manchada; como tantas veces le pidió a su marido se fijara si no estaba manchada mientras se paraba al baño, solo que en esta ocasión no era respecto al clásico pantalón con aquella mancha escarlata que le visitaba cada mes sino con esa humedad que el dedo de su marido le había provocado. Apenas se paro, lo volteo a ver y el con la cabeza le dijo que no, que no se preocupara aunque ella se sentía sirena recién salida del mar.

Caminaron al estacionamiento a recibir el carro y volvió a sentir la mirada de el camarero que los había atendido, al voltearlo a ver miro instintivamente a su pantalón y para ver como con su mano apretaba su miembro. Esa imagen le hizo imaginar como Oscar debería también estar.

Subieron al carro y pensó "Ahora es la mía". Le dio un beso profundo a su marido y se acomodo en su asiento, no tenían 2 minutos de haber arrancado el carro cuando ella le empezó a tocar la entrepierna y le dijo "¿Te gusto verdad’…A mi también, pero ahora me toca". Nunca lo había hecho pero sentía la necesidad, recorrió con su mano la pierna de su marido hasta llegar a su pene que trataba de escapar de aquel pantalón que lo contenía. Diestra como nunca había creído, le bajo el zipper, aflojo su cinturón y metió su mano mientras el manejaba que con sobresalto la volteaba a ver. "Espera, aquí no", le dijo, lo cual ella no atendió al sentir la temperatura de su miembro, ese calor que se siente junto con el palpitar de su corazón, podía tomarle el pulso con solo apretar aquel cuerpo venoso a la máxima temperatura.

Le recorrió todo el miembro y en el primer semáforo se agacho a probar ese manjar que era solo de ella, empezó besándolo, el se sentía en las nubes, entre la calentura y la preocupación de ser vistos. Pasaron varios carros a su lado y vio como discretamente volteaban a ver la escena. Ella se lo introdujo en su boca y le empezó a chupar con mas ganas, el no podía mas, sin decírselo jamás había fantaseado toda la vida con esa posibilidad. Cual experta lo llevo al máximo hasta que sintió sus pulsaciones y el aviso que se venia, el la quiso retirar pero ella se aferro y le siguió chupando, era una venganza justa pensaba ella. El se vino a borbotones y aunque en alguna ocasión, la idea de probar su semen le había causado duda, ahora ella estaba tan excitada que no le importaba. Sintió sus flujos y una sensación de victoria que la mantenía chupando.

El estaba todo manchado pero antes de decir nada, ella saco una servilleta de tela del restaurante que había guardado antes de salir y con dulzura se limpiaba y luego a el regalándole una sonrisa traviesa.

Habían quedado los dos exhaustos, y se veían con cara de complicidad, estaban contentos los dos, sin embargo ella quería mas al igual que el, que no se atrevía a pedir.

Llegaron a la casa como a la 1 de la mañana, abrieron la puerta eléctrica y metieron el auto, la cochera daba a la cocina que era amplia. Iban abrazados, muy apretados cuando antes de salir de la cocina ella lo jalo a la despensa que era amplia y con puerta propia. "Necesito que me la metas, tus dedos son maravillosos pero nada como tenerla adentro le dijo", el tuvo algo de duda, pero sus palabras le habían hecho tener una nueva erección, se metieron a la despensa donde las botellas de vino muy erectas, la harina, el pan, diablitos, aceite y mayonesa iban a ser testigos de el máximo erotismo antes de ser consumidos.

Al entrar ella apago la luz y después de apretarle el pene, aflojarle el pantalón, se volteo a la pared ofreciéndole las nalgas para que la penetrara. Ahí estaba el con la corbata floja y la camisa puesta, el pantalón abajo y buscando el camino a la gloria, el trato de ponerse un condón pero ella no lo dejo, le dijo que no se preocupara que tenia 4 días que le había bajado, ella le gustaba sentirlo sin nada, su temperatura, su grosor. De un solo golpe le penetro a lo cual ella apretó los labios mientras la tomaba de la cintura y sentía su dureza dentro de ella, cómo le encantaba sentirlo, el metía y sacaba con ritmo, aun con la mamada en el auto, el trayecto le había permitido volver a estar listo con mayor control de si. Con una mano le apretaba la vulva y con la otra le sobaba los senos sintiendo sus pezones con gran dureza. Era la gloria para los dos, ella estaba muy mojada mas de lo normal, sentía un charco de humedad en sus pies, que rico era este regreso de su marido, ella tuvo otro orgasmo y como pudo evito gritar, era maravilloso. Quedaron pegados un rato, y ella le pregunto con cariño, ""Yo ya y me encanto, ¿tu?", el le dijo que no, que no se preocupara con lo del auto había sido maravilloso.

Ella le encendió mas eso, "Se que te gusta que este sobre ti así es que sales de la despensa y te traes una silla del comedor por que yo quiero otro". Cual fiel siervo salio caminando como pato con los pantalones en el piso ya sin el saco puesto y trajo una silla. Al regresar ella ya se había sacado el vestido quedándose solo con la tanga y el brasier, el al verla se encendió mas. Lo sentó en la silla, volvió a apagar la luz y se agacho a hablarle a su amigo entre las piernas, y con aliento caliente le empezó a besar de nuevo a su pene, "Te necesito fuerte otra vez, que no va a ser el ultimo". Rabiosamente lo chupo, beso y mordisqueo sus testículos hasta que vio que su pene tomaba su máxima dureza, el estaba en la gloria no podía creerlo. Sin embargo ella no lo llevo al final, lo necesitaba nuevamente adentro, se paro y se sentó sobre el, dándole la espalda y con su mano experta lo dirigió a donde sabia que lo necesitaba. Y empezó a balancearse de arriba abajo, la imagen de su mujer así, la espalda que tanto le gustaba y ver sus nalgas subir y bajar lo tenían extasiado, con sus manos trato de alcanzar sus senos, sin embargo con un fuerte manazo le dijo ella que esperara.

Cómo lo estaba disfrutando ella, por un momento de espaldas imaginaba que esa dureza era la del camarero que los atendió, y sus fantasías imaginaron que tenia dos hombres a la vez, volvía a estar húmeda a mas no poder, en su mente sintió que el camarero se había venido dentro de ella, que rico era imaginar eso. Ahora tenia que atender a su marido, se volteo y se sentó sobre el, y le ordeno que ahora si le chupara los pezones y los senos, esa imagen a los dos los estaban enloqueciendo. Su fantasía debía de seguir y le pidió que no la dejara de chupar y que jugara con su ano con los dedos. El presintió y con sus manos empezó a tocarle el ano en círculos, hasta que sintió que se había distendido, y al momento que metía uno de sus dedos le dijo: "Imagina que es el camarero que esta detrás de ti, recuerda como la tenia por verte y que no quitaba su vista en tus tetas".

Ella con solo imaginar al camarero atrás y ver a su marido al frente chupándole sus tetas empezó a apurar el paso, que rico era tener dos hombres dentro y para ella. Los dos sin parar llegaron al mejor orgasmo de su vida hasta el día de hoy.

Abrazados después de la faena, se daban tiernos besos postlocura, y se decían lo rico que había estado en aquella oscuridad de la despensa. De repente oyeron ruidos, era su hijo que había llegado y entraba también por la cocina, Mabel conociendo a su hijo puso de inmediato el seguro en la puerta, siempre llegaba a asaltar la despensa. Le tapo la boca a su marido con un gesto de silencio que también las botellas de cambur y vino de mora obedecieron.

Al ver que no pudo abrir la puerta, su hijo subió a su cuarto, algo extrañado por que nunca cierran la despensa.

Ellos al ya no oír sus pasos rieron quedo y se abrazaron mas fuerte, "Te amo" salio de los dos, "Tenemos que repetir". Tomaron sus ropas y como dos adolescentes en la noche subieron a su cuarto y cayeron en su cama en la cual durmieron abrazados.

Muy temprano, era sábado, sonó el teléfono, era Hilda su amiga colombiana que venia de visita y que le avisaba que estaría en 1 hora en su casa ya que estaba por tomar un taxi en el aeropuerto.

Colgó y vio la luz del día, que día tan hermoso pensaba así van a ser todos los demás días de hoy en adelante se dijo, mientras le daba un tierno beso a su marido a lado de ella.

Diantre Octubre 8 del 2006