Despedida de solteros

Puso mi abrigo sobre mis hombros y nos dirigimos a la salida, eran más de las ocho de la mañana, me habían culeado toda la noche y aún esperaba a mi cuerpo un largo día con Ramiro.

Al llegar e ingresar al local, me topé de frente con el grupo, eran unos quince, de edades variadas pero todos tenían en común aquellos rasgos que denotaban su pertenencia a las clases sociales bajas, sus ropas, su forma de comportarse, la algarabía que sobrepasaba el volumen de la música del local, todos acariciaban indistintamente los cuerpos de las chicas que los atendían, algunos se levantaban para concurrir acompañados al baño, de donde volvían haciendo gala de las aptitudes sexuales de la chica que les había acompañado. Desde el balcón concentré mi atención en la mesa, cada vez que una chica se paraba acompañada, tomaba una copa y volvía agitándola, o la copa desaparecía bajo la mesa para reaparecer en la mano de alguno de los parroquianos o en los de alguna chica que cual espectro fantasmal surgía mostrando el aumento de su contenido. Sabía que esa copa era mía, sabía que ese viscoso, salado y a veces agridulce néctar masculino reunido y mezclado de varios cuerpos pronto estaría en mi boca y escurriendo por mis tetas enseñando a todos cuan puta era. Afirmada de la baranda sentí humedecerse mi conchita incapaz de contener sus flujos necesitaba ardientemente esa leche bañando mi cara y mi cuerpo, llenando mis cavidades, extrañaba el dolor de mi culo al abrirse para recibir una daga de carne que busca placer en lo más profundo de mis interiores, necesitaba con urgencia ser usada como una callejera.

Ramiro, el barman del local, no dejaba de acariciar mi culo, erizando mi piel por la excitación, me liberé de mi abrigo dejándole ver que sólo me cubría un bralets azul transparente que dejaba ver la inmensidad de mis tetas y que la erección y dureza de mis pezones amenazaban con romper, las ligas de igual tono y un colales cubiertos por una falda negra amplia y vaporosa, que él hubiese arrancado para clavar mi cola, como hacía presumir la erección de su verga apoyada en mi trasero. Giré mi cabeza y le bese pidiéndole que me esperara al final de la jornada, hacía muchos meses que no sentía su panza obesa y grasa presionando mi espalda, mientras el abusaba de mi culito diciéndome lo puta que era.

Bajé a poner música en el wurtlizer, programando aquellas canciones que me gustaba bailar para exhibirme, toxic, blacl velvet y el clásico de Los Sultanes, ingresé al reservado, Ramiro no dejaba de observarme desde el balcón, se encontraba en penumbras, me acerqué al pequeño escenario, caminaba sensualmente por él, mi cabeza echada hacia atrás para destacar mis tetas mientras mis dedos acariciaban los espejos, daba vueltas tomada del caño dejando elevarse mi falda que apenas dejaba ver el inicio de mis nalgas, los primeros acordes de toxic coincidieron con las luces del escenario, tome firme el caño y comencé a bailar, daba vueltas haciendo elevarse completamente mi falda para mostrar mi culito en todo su esplendor, me dejaba caer de rodillas hundiendo mi cara en el piso y dejando mi cola totalmente elevada para levantarme muy despacio mostrando la generosidad de mis tetas con ambas manos, podía ver como las chicas eran manoseadas, como ellas sobaban esas vergas que querían reventar la puerta de su cárceles, recorría todo el escenario girando a un lado y otro, hasta quedar de espaldas en el escenario, respirando agitadamente. Black velvet me llevó a desprenderme de mi bralet, mis tetas botaban al ritmo calmo de la música, los gritos del grupo no se hicieron esperar, caí de rodillas con mis piernas abiertas frente a ellos dejando ver mi conchita, mi respiración excitada hacía subir y bajar mis tetas, mi mano se agitaba desesperadamente en mi clítoris, mis dedos penetraban mi conchita, me revolqué chupando mis dedos, sintiendo el sabor de mi vagina, y aguanté un orgasmo que luchaba por hacerme desfallecer, y no hizo otra cosa que aumentar mis deseos.

Me acerqué a la mesa paseándome entre todos ellos, dejando que sus manos recorriesen mi cuerpo, besando a uno y otro, dejándome besar profundamente por una de las chicas, mientras manos desconocidas jugaban en mi conchita obligándome a juntar mis piernas, lleve una silla al escenario y lleve al novio a sentarse en ella, sentada frente a él restregaba mi cuerpo en su pantalón sintiendo el endurecimiento de su verga, tomaba su cabeza y lo dejaba chupar mis tetas, morderlas, tirarlas con su dientes, sus manos recorrían mi espalda, abrían mis nalgas, me levanté un poco, abrí su pantalón, saque su verga durísima, la apunte a la entrada de mi conchita y baje lentamente abriéndome, comencé a subir y bajar, escuchaba sus gemidos confundiéndose con los míos, rebotaba en su verga tratando de clavarme con violencia, los gritos del grupo le alentaban a culearme, yo misma lo incitaba a penetrarme con dureza, movía mi cuerpo de adelante hacia atrás, hasta que sentí explotar se verga al interior de mi vagina, seguí moviéndome rogándole que se mantuviera en mi interior, me movía de modo frenético intentando mantener su verga lo suficientemente dura, comencé a decir que iba a acabar, le pedía que mi hiciera acabar, llevé una de sus manos a la entrada de mi culo y le rogué me penetrara el ano, al sentir su dedo jugando en mi esfínter mi cuerpo cayó sobre el suyo, estremeciéndose; me quedé sobre él un instante más, me salí, tome mi bralet y salí del salón, ante la silbatina de todos ellos.

Volví al salón, sentándome en las piernas de uno de los parroquianos, que inmediatamente llevó sus manos a mis pechos, me preguntó mi nombre y acercándome a su oído le dije –perra, llámame perra-, con toda naturalidad tomé la copa que me ofreció una de las chicas, podía verse el semen viscoso sobre el Whisky, y comencé a beber ante el asombro de todos, -esta sí que es puta- dijo una de las chicas, le respondí entre la risa general que era la más puta, siguiendo la conversación, otra chica frente a mi conversaba calladamente con su eventual pareja y en un momento mirándome me dijo –ven a tomar leche perrita- , no me hice esperar, me deslice bajo la mesa y a cuatro patas comencé a chupar el miembro de su cliente mientras ella no dejaba de masturbarlo, no supe quien, pero alguien jugaba en mi cola, -uuuff qué rico culo tienes Perra- escuche decir, lleve una de mis manos hacia atrás para tomar la mano de aquel desconocido y obligarlo a enterrar sus dedos en mi recto, mientras mi boca se llenaba de semen, intente salir pero alguien tomó mi cabeza y la llevó a su miembro el cual chupé hasta hacerlo venirse en mi boca escurriendo el semen por mis comisuras, podía sentir como se masturbaban, me tironeaban a un lado y otro, una de las niñas acercó mi cabeza a la verga de su cliente pero no me dejó introducirla en mi boca, sólo me mantuvo ahí hasta que su explosión llenó mi cara, la risa, los gemidos, los estremecimientos de los cuerpos podía sentirlos, -llenémosla de leche por puta- dijo una de las chicas y todos parecieron estar de acuerdo pues me veía rodeada de vergas, podía ver las manos de las chicas sobajeando los miembros, el sonido inconfundible, comencé a masturbarme llevando una de mis manos a mi concha, como podía me movía bajo la mesa hacia donde me llevaban para alcanzar a recibir sus descargas en mi rostro, sentí caer semen en mi espalda y mi cola, pero mi cara estaba llena de semen, escurría lentamente por mis mejillas, mi mentón, cerca de mis ojos, salpicando mi pelo, hasta que acabé nuevamente curvando mi espalda, dejando que mi estertores relajaran mi cuerpo.

Como pude salí de bajo la mesa, me levanté para ir al baño, necesitaba limpiarme, pero una de las chicas me detuvo y me exhibió a todos, a un coro iniciado por otra de ellas gritaban puta, puta, puta y todos reían, yo incluida, trataba de limpiar el semen de mi cara que ya se licuaba y escurría aún más, bebí un poco de una de las cervezas de la mesa, cuando sentí que unas manos retiraban mi bralet, dejando mis tetas a la vista de todos, tocándolas desde atrás estirando mis pezones, giré mi cabeza y vi que era la encargada del local, le sonreí mientras ella me besaba, dobló mi cuerpo, acomodó mis codos en la mesa de forma que mi culo quedaba totalmente a disposición, mis tetas colgaban, mi cara embadurnada de leche, acariciaba mi trasero, cuando un golpe seco en mis nalgas me hizo estremecer, no pude levantarme porque su brazo cargaba mi espalda mientras su mano tiraba mi pelo haciéndome mirar a todos en la mesa, se acercó a mi oído y muy calladamente me hablaba -¿eres puta?-, si, le respondí, dilo me dijo, dilo fuerte, que te escuchen todos, y otra nalgada se descargó en mi culo, -soy puta- dije lo bastante fuerte para que todos me escucharan, por fono le pidió a Ramiro que encendiera las cámaras, pude verme en unos de los televisores que colgaban de la pared, yo conocía el lugar, sabía que me veían el todo el local, sólo mis respuestas podían oírse a sus preguntas casi silentes muy cerca de mi cara, cada una de mis respuestas era seguida de una cachetada en mi trasero: ¿Quién es la más puta? Yo, yo soy la más puta; ¿De quién es tu culo? –Tuyo-; no, ¿de quién es tu culo? -de todos, de cualquiera, del que quiera- ¿quieres que te vean? -Sí, bien culeada, que me cojan todos-; ¿quieres pico? -todos, más picos, todos los posibles-: ¿Por dónde zorra? -por todos lados, en la boca, la concha y el culo, todos juntos; ¿pueden hacerte todo? -lo que quieran, soy una zorra-.

Las nalgadas caían una tras otras, de vez en cuando paraba me masajeaba, y sus dedos se deslizaban a mi entre pierna, comprobando que me encontraba húmeda, me ardía el culo, pero estaba enormemente excitada, veía las vergas erectas masajeadas por las chicas, otras montadas dando placer con sus cuerpos, mientras la excitación se mantenía entre mis palabras y el sacrificio de mi trasero; ¿te gusta? , ¿Quieres que te peguen?, pídelo perra me dijo y entonces casi gritando pedí que me pegaran en el culo, rogué que lo hicieran, ella llamó a uno de los presentes, sentí la diferencia, y pedí que siguiera, a cada golpe rogaba por más, era primera vez que me dejaba azotar de esa forma, pero no quería que pararan, me sentía totalmente abusada, y eso hacía que mi calentura estuviera por las nubes, una y otra vez, me levantó tirando mi pelo, y me pegó en las tetas, ¿puedo venderte putita?, y una cachetada remeció mi cara, le dije que sí, pero volvió a tirar de mi pelo y me dijo que se lo pidiera, -véndeme-, véndeme como una puta, como una perra, que me revienten el culo, que me hagan mierda, y exploté en un orgasmo que no sabía podía alcanzarse ante tal grado de humillación.

Ya cada uno hacía lo que deseaba, había parejas culeando disimuladamente, otros conversaban y mis castigadores y yo éramos unos más en la fiesta, me acompañó a su privado donde pude asearme, vi mi culo totalmente enrojecido, mis medias se encontraban rotas y sólo mi colales se mantenía puesto, mirándola lo saque, lo mismo hice con mis medias, me calce nuevamente mis zapatos y así totalmente desnuda volvimos al salón, tomé una copa que me alcanzó una de las niñas riendo, era casi medio vaso de semen, de casi todo el local dijo ella, me senté a descansar conversando con la encargada, pasaban tomaban mi copa y me la entregaban al volver del baño, estaba satisfecha había vuelto a ser una puta.

El salón se había abierto, los concurrentes circulaban libremente, me invitaban, me tocaban, pero ella no dejaba que ninguno me llevará, yo bebía mi semen con Whisky, y me paseaba por el local totalmente desnuda, me tiraban al pasar y yo me dejaba, me sentaba en las piernas y me chupaban las tetas, me tocaban el culo o abrían mis piernas para jugar en mi clítoris, pero siempre volvía a mi mesa, alguien saludó a la encargada -Hi tante-, ella devolvió el saludo, y me dijo que fuera al segundo piso, que habían llegado mis compradores, no deje de sorprenderme pues había pensado que todo era un juego, sin embargo tome mi copa y subí.

Al llegar me acerque a la barra, Ramiro había encendido nuevamente las cámaras y pude verme totalmente desnuda en la TV detrás de la barra, -vámonos juntos- le dije, asintió y me dijo que ya cerraban pero que ellos habían venido por mí, que la encargada les había avisado y habían pagado una buena suma, -li se jennès la- le dijeron, y Ramiro les hizo un gesto afirmativo y les dijo que esperaran, son haitianos me señalo, y yo sólo de saber que de verdad me habían vendido estaba tan excitada, que parecía que tan solo con rozarme acabaría en un orgasmo, rellené mi vaso de Whisky y me volví acercándome a su mesa.

Me acerque a uno de ellos y le besé de lengua, mientras sus manos recorrían mi espalda y se entretenían masajeando mis tetas, giré para besar a otro que lamió mi cara afirmando mi cabeza entre sus manos, mientras las de los otros recorrían mi cuerpo, abrían mis nalgas, sobaban mi concha e invadían mi recto, un tercero me dio vueltas hacia él e introdujo su lengua en mi boca, aprisionando y chupando la mía, sacándola y lamiendo mi cara, mientras cómo podía dejaba el espacio suficiente para no entorpecer a aquel que succionaba mis tetas casi lastimándolas, mientras yo torcía mi cuerpo para levantar mi culito, entregándolo a aquellas manos que separaban mi nalgas y aquella lengua que luchaba por entrar por esa puerta de placer prohibido, me agitaba y sacudía por la excitación que amenazaba mi útero, abrazada a uno de ellos cerré mis piernas intempestivamente y alejé como pude mi cola huyendo del placer y espasmos que me provocaba el orgasmo que asaltaba mi cuerpo y se prolongaba consistentemente frente al manoseo de todas aquellas manos que se negaban a abandonar el objeto que les daba placer y morbo, mi cuerpo.

-Quiero verga- dije de forma apenas perceptible, -mwen vle pati gason- dijo uno de ellos, y todos desabrocharon sus pantalones dejando asomar sus miembros, que yo tomaba masturbándolos un poco a cada uno, eran unas vergas hermosas, oscuras, que dejaban escapar una cabeza amoratada de piel suave, que se oscurecía aún más cerca del cuerpo, todas eran grandes, pero sin duda la de uno de ellos impresionaba por su largo y su grosor, era un verdadero monstruo que impedía ser rodeada por mis manos, jugaba con ellas mientras ellos se anonadaban con mis tetas que amasaban, tiraban y golpeaban, mientras otro desde atrás besaba mi cuello calentándome aún más, como si ello fuese posible. Me agaché entre ellos y llevé esa verga a mi boca mientras masturbaba las otras dos, mi mandíbula era forzada al máximo, mi boca se hacía pequeña para recibir ese enorme pedazo de carne endurecido, lleve mis manos a sus nalgas y le forzaba a penetrarme aún más, la falta de aire y las arcadas contenidas me desesperaban, sólo quería tenerla adentro, pero debía también atender las otras por lo que la llevé a mi mano y alojé otra en mi boca, la masturbaba la sujetaba y la lamía desde los huevos hasta el glande, no entendía lo que hablaban entre ellos, pero sus caras me hacían saber que les gustaba lo que hacía. Me levanté nuevamente entregando mi cuerpo a sus manos, me alejé un poco hacía la barra, miraba extasiada esas dagas apuntando el techo, mientras dejaba al alcohol aclarar mi garganta y nublar mi cabeza, estaba totalmente entregada al placer.

Me acerqué al que parecía hablar castellano y le dije - Quiero que obtengan todo el placer que puedan de mi cuerpo, que me revienten de placer y ocupen todo lo que puedan ocupar. Que me llenen de carne negra-, en un español apenas comprensible y mientras reía me dijo que si, que me usarían hasta que no pudiera más, y dirigiéndose a los otros - Nou dwe jarèt jennès sa a-, uno de ellos no se hizo esperar, me tomó del cuello y me arrojó sobre uno de los sillones, elevó mis piernas y apuntó su verga directamente a mi culo, lentamente pero sin detenerse un instante comenzó a penetrarme, podía sentir el dolor de mi esfínter cediendo ante aquella daga, veía sus ojos inyectados de lujuria mirándome con desprecio, sujeté mis piernas para facilitarle la penetración, se movía como poseído taladrando mi culo, mientras yo le pedía más, que lo hiciera fuerte, el dolor mudaba las expresiones de mi cara, pero el placer de sentirme usada como una cerda lo aplacaba, los otros manoseaban mis tetas y abrían aún más mis piernas, dile pi fó, me dijo el que hablaba español al oído, pi fó, pi fó, pi fó, exclamaba yo frente a cada una de sus envestidas, tomo mi cabeza y la llevó hacia adelante obligándome a mirar como entraba esa barra de carne, mis gritos de dolor se mezclaban con expresiones en español y creole que significaban lo mismo, que no se detuviera, que continuara, que no le importara lo que yo sentía, abrí mi boca en busca de aire cuando lo sentí llenar mi culo, retirando su verga y dando un respiro a mi cuerpo, que pronto fue nuevamente lacerado por otra verga, moviéndose también con dureza hasta acabar, y así en esa posición pasaron los tres, dejando mi culo lleno y escurriendo de semen mis piernas.

Me dolía el ano, y pedí un descanso que aprovechamos para beber, sin que dejaran de tocarme, comencé de a poco a sobar mi concha excitándolos nuevamente, dejando caer un poco de bebida de mi boca a mis tetas, de a poco sus vergas comenzaron a elevarse y sus manos nuevamente a recorrer mi cuerpo, uno de ellos me obligó a pararme se acomodó en el sofá y me hizo sentarme en verga que lentamente, ante mis expresiones de dolor, introdujo en mi recto, el de la polla monstruosa se paró llevó mi cabeza hacia atrás y comenzó a mancillar mi boca, ahogándome con sus profundas entradas y dejando su verga en el interior gozando como mi lengua acariciaba lo que podía,  -louvri li janm ou epi ou ba l 'nan koki an- dijo el que fornicaba mi boca y quien me enculaba levantó y abrió mis piernas, permitiendo que el tercero acercara su miembro a mi concha y me penetrara, me asfixiaba, se movían descoordinadamente haciendo que mi vientre se llenara y aliviara, eran dos pistones aserruchando mi cuerpo que sólo podía emitir sonidos guturales al encontrarme absolutamente llena de verga, mis manos amasaban y ofrecían mis tetas, me sentía absolutamente plena, con aquellos negros que se movían sin parar en mi cuerpo, mi mente fue más rápida que mi cuerpo y acabé como una cualquiera totalmente abusada, traté de pedir que me dejaran pero la verga en mi boca no me dejaba expresarme, mis movimientos tratando de zafarme de aquellos arietes oscuros no les importaron y siguieron bombeando, entrando en mi culo, mi concha y mi boca sin armonía alguna, verme en tal situación me hizo acabar nuevamente saliendo sonidos inentendibles desde el fondo de mi garganta que acompañaban los sonidos de sus cuerpos chocando en el mío, mi útero estaba fuera de control y acabé nuevamente relajando todos mis músculos, quedando extenuada y dejando hacer ya sin esperar nada, sólo seguir siendo un objeto que daba placer.

-Mwen vle tou bourik ou- dijo sacando su verga de mi boca y haciendo que los otros dos abandonaran mi cuerpo con sus vergas aún inhiestas, permitiéndome un respiro, me dio vueltas dejándome de guata sobre el piso abriendo mis manos y mis piernas, se acomodó sobre mí a horcajadas, abrió mis nalgas y de un solo golpe introdujo su descomunal verga en mi culo, se movía con rabia rompiéndome por dentro, su tamaño hacía saltar lágrimas de mis ojos, pero no quería que parara, le pedí que siguiera, que me reventara el culo, lo cual provocaba que se excitara aún más, mis tetas se restregaban en el piso frente a las envestidas, acercándome a las otras vergas que rodeaban mi cara, abría la boca tratando de alcanzarlas pero de ella sólo salía un sonido cansado al ritmo de mi torturador en mi culo, el primero acabo en mi mejilla llenándola de semen, el otro levantó mi cabeza y acabo en mi frente, el semen escurría por mi cara, cuando con un gruñido me enterró su daga hasta el fondo llenando según sentí hasta mi estómago de leche viscosa.

Les pedí que me acompañaran al baño, me senté en los urinarios y les rogué que me ayudaran a limpiarme, al principio parecieron no entender por lo que le dije al que hablaba español que me mearan encima, -li vle nou pipi- dijo, rieron entre ellos y apuntaron sus vergas hacía mí, comenzando a chorrear desde mi cabello a mi cuerpo, apuntaban sus chorros en mi cara, la cual yo limpiaba con mis manos, estaba empapada. Me levanté y los acompañé a la salida, volví donde Ramiro.

Estas hecha un estropajo debiera tirarte a dormir con los perros, me dijo, y por primera vez pasó por mi cabeza la posibilidad de dejarme poseer por esos pitbull que cuidaban el local, sin el asco que siempre había acompañado aquellos pensamientos.

Puso mi abrigo sobre mis hombros y nos dirigimos a la salida, eran más de las ocho de la mañana, me habían culeado toda la noche y aún esperaba a mi cuerpo un largo día con Ramiro.

(Ahí pueden verme http://imgzx.info/erikaduras ).