Despedida de soltera
Como un inocente encuentro con un ex-novio, terminó en una encantadora e inolvidable despedida de soltera.
Hola, me llamo Lucía y quería compartir con ustedes una experiencia que para mi ha sido inolvidable!!!
Tengo 31 años, soy muy mona, con el pelo largo y unos ojos marrones muy bonitos. Tengo un cuerpo muy apetecible, o al menos eso siempre me han dicho. Tengo un par de tetas bien puestas y un culo bastante parado, además tengo la cintura muy marcada lo cual acentúa aún más mis curvas. Aunque siempre he sido muy modosita en mis relaciones sexuales, siempre he sabido que llevo una gran puta por dentro. Supongo que por la educación que he recibido, me había costado dejar fluir mi verdadera naturaleza.
Para ubicarles en mi contexto, les cuento que tengo un novio desde hace 3 años, con el cual mantengo relaciones sexuales bastantes satisfactorias. Somos una pareja bastante abierta y honesta por lo que solemos contarnos nuestras preferencias y nos dejamos guiar en los gustos de cada uno. De hecho, tenemos pensado casarnos dentro de seis meses.
Antes de Carlos, mi actual pareja, tuve un pequeño romance con Alex, un chico dominicano, negrito, muy negrito, que satisfizo mi siempre oculta afición por las pollas morenas. Y debo decir, que me la pase muy bien con el, follamos de mil manera y formas y de manera insaciable, me encantaba devorar su polla, tragármela hasta el fondo, chuparle los cojones, uno primero, luego el otro, luego los dos juntos, mmmm siempre recordaré esas mamadas. Fue también Alex quien me desvirgó el culito, al principio no me dejaba, pero me fue convenciendo y luego ya no hubo vuelta atrás. Siempre terminábamos la noche con su polla de 18 cm. dentro de mi culo. Le volvía loco, le apasionaba follarme por el culo mientras me palmeaba mis bien dotadas nalgas. Debo confesar que al principio, no me gustaba mucho, porque su polla era muy grande y gruesa para mi pequeño agujerito y me dolía mucho, pero poco a poco, fui cogiéndole el gusto e incluso se lo ofrecía como regalo luego de que me hubiera hecho alcanzar la gloria durante nuestras revolcadas, siempre le decía: "negrito, hoy te has ganado mi culo, es todo tuyo, puedes reventarlo, soy tu puta" eso lo volvía loco.
Bueno, supongo que se habrán dado cuenta de que en el plano sexual, mi relación con Alex iba de maravillas, pero por otras razones lo dejamos y apenas nos habíamos vuelto a ver desde que yo estaba con Carlos. Sin embargo, hace unas semanas me lo encontré en una librería. Nos vimos y fue como si no hubiera pasado el tiempo, nada más verlo y mi mente empezó a recrear las maravillosas folladas con el. El chocho se me mojó con solo mis pensamientos, creo que a el le pasó lo mismo porque noté que el bulto de su pantalón crecía levemente.
"Hola negrita, qué tal estás?, hace mucho tiempo que no te veía"- me dijo siempre me había dicho negrita, aunque yo no lo soy, sin embargo, el decía que tenía el cuerpo como las negras y que en la cama me comportaba como una de ellas así que siempre fui su "negrita"
"Hola Alex, pues si, tiempo sin vernos, ya ves, al igual que tu, comprando un libro, tengo que hacer un regalo"
"Y qué hay de tu vida, ¿sigues con el novio aquel cómo es que se llamaba?- me preguntó
"Si, sigo con Carlos, de hecho, nos vamos a casar dentro de poco"
" Bueno, eso hay que celebrarlo, por que no vamos a mi casa, te invito un café y así te muestro los últimos cuadros que he pintado, la semana que viene expongo en una galería y me gustaría que me dieras tu opinión, además, hay un cuadro que hice inspirándome en tu culo es muy sensual ya lo verás"
Como siempre me había gustado mucho la obra de Alex, no dude ni un segundo y fuimos a su casa, que estaba a pocos minutos de la librería. Cuando llegamos me dijo que era posible que estuviera Rubén, su compañero de piso y de hecho, nada más entrar, lo vimos envuelto en una toalla, recién salido de la ducha. El tal Rubén, estaba muy bien, tenía un cuerpo de modelo que me hizo tragar saliva y hacer que el chochito se me mojara un poquito más. Alex nos presentó y Rubén se retiró a su habitación para volver 3 minutos más tarde vestido con un chándal y una camiseta. Alex, mientras tanto, se puso a liar un porro, siempre fue un porrero perdido y antes de follar, siempre solíamos estar algo colocados, con la sensibilidad a flor de piel. Estuvimos mirando los cuadros, mientras conversábamos y bebíamos unas cervecitas. Rubén me lanzaba miradas cargadas de morbo, cuando Alex me enseñó el cuadro de mi "culo" que era muy abstracto pero permitía ver la sensualidad de la curvas y transmitía un no se que muy sexy, Rubén comentó que daría la vida por ver el culo que había inspirado tal obra de arte. Alex rió y le dijo que yo era la dueña de su inspiración y sin querer empezamos a conversar de sexo, del matrimonio, las infidelidades y la posibilidad de que hiciera una pequeña despedida de soltera con ellos, aprovechando que estábamos tan cómodos y relajados.
Me entraron remordimientos, les dije que no quería serle infiel a Carlos, pero Alex me empezó a besar y a decirme muy suavecito al oído "vamos negrita, una despedida, déjame tener ese culito por última vez, déjate llevar entre Rubén y yo, vas a poder satisfacer tus más ocultas fantasías, no seas mojigata, sabes que lo vas a pasar muy bien" y claro, no soy de acero, empezamos a morrearnos y a tocarnos. Alex me besaba en la boca, en el cuello, en las tetas y Rubén me tocaba el culo, me metía mano a través del pantalón. Yo nada más de pensar lo que podía suceder estaba chorreando de la excitación, pero tenía muchos remordimientos así que los separé y les pedí que me dieran un poco de tiempo. Rubén no paraba de tocarme, me cogió la mano y la puso encima de su polla, solo llevaba el chándal y se podía apreciar claramente su excitación. Estábamos en esa indecisión cuando sonó el teléfono de Alex. Era el galerista que quería verlo urgentemente para aclarar algunos detalles de la exposición. Me suplicó que lo esperara, que solo demoraría una media hora y que se moría si no tenía mi culo esta tarde. Le prometí esperarlo . Alex se fue y yo me quedé con un Rubén muy cachondo, tenía los ojos brillantes y el cuerpo un poco sudoroso estaba muy excitado, al igual que yo. Sin embargo intenté mantenerlo a raya.
En eso me dice, "bueno Lucía, yo creo que realmente haces mal en ponerle los cuernos a tu novio, pero creo que eso podemos remediarlo, podemos hacer como que tu no quieres y yo te obligo, de hecho, creo que voy a castigarte primero por las cosas malas que vas a hacer y de esa manera, no tendrás remordimientos", le dije que no entendía a que se refería pero sin darme tiempo a entender, me cargó hasta el salón, se sentó en el sofá conmigo encima y de un tirón me quitó la ropa. Yo empecé a gritarle y a decirle que parara, pero me ignoró y la verdad es que estaba muy excitada así que mis gritos no parecían muy convincentes. Me puso boca abajo, encima de sus piernas y me dijo que mejor me quedara quieta, que me iba a castigar. Fue entonces cuando comenzó a darme de nalgadas. El desgraciado no me daba palmaditas, me daba unas buenas nalgadas que me dejaban ardiendo la piel. Yo gritaba cada vez y le pedía que me dejara, pero el insistía en que tenía que castigarme porque era una chica mala y que a las putas como yo, había que tratarlas así. Después de cada nalgada, me sobaba un poquito y me tocaba mi chochito, metía sus dedos por mi entrepierna y me estimulaba el clítoris y cuando empezaba a disfrutarlo, entonces me decía que era una gran puta y me volvía a dar con la manazo inmensa que tenía. Así pasamos un buen rato, hasta que le supliqué que parara porque no aguantaba más el dolor, ni las ganas de que me penetrara. Me dolían mucho las nalgas pero estaba muy excitaba por los tocamiento entre nalgada y nalgada. Le pedí que me follara, que ya no tenía remordimientos y que ya me había castigado lo suficiente. Sin embargo, me ignoró. Me cogió por lo pelos y me hizo arrodillarme frente a el. Se quitó el chándal y dejó visible un miembro descomunal, hinchado a más no poder. Confieso que tuve miedo, no solo por el tamaño de la polla, sino por la cara de Rubén. Estaba desencajado, demasiado excitado como para ser racional. Me dijo "Ahora quiero que te comas mi polla, putita, y quiero que te bebas toda mi leche" Yo asustada empecé poco a poco a chupetear aquella vara inmensa, a chuparle los cojones y a pajearlo con mi mamo, pero al rato me cogió por el pelo y me ordenó que me la tragara. Era casi imposible metérsela en la boca, además de larga era muy gruesa y físicamente no me cabía, pero me cogió por la cabeza y me la enterró en la garganta. Tuve varias arcadas y las lágrimas me caían sin remedio. Estaba muy asustada pero el no tuvo compasión. Intenté relajarme y disfrutar de la mamada y poco a poco fui cogiendo el ritmo. Le pedí que me dejara ayudarme con la mano y pude empezar a disfrutar de la polla más grande, más negra y más dura que jamás me haya comido. Rubén gemía de placer, mientras mi boca succionaba, mi lengua envolvía y mi saliva hidrataba esa inmensidad de miembro. Presionaba sus cojones y cada tanto me los comía mientras le pajeaba para descansar un poco. Duró un montón hasta que me dijo, que mejor no quería que me la tragara, que prefería llenarme toda con su leche, y fue así como empezaron a salir chorros de semén disparados a mi cara, mi pelo, mis tetas, mis ojos. Rubén sonreía satisfecho y me restregaba su leche mientras me decía "Muy bien putita, tu castigo ha terminado, vamos a ducharnos que ahora si que te haré gozar"
Nos duchamos y me trató con mucho cuidado, me limpió, me enjabono, me masturbó, pero sin que llegara al orgasmo porque quería aplazarlo para después, esperara a que estuviera más cachonda. Luego de una vigorosa ducha nos secamos mientras nos morreábamos y nos untábamos con aceite de almendras. Quedamos limpios, brillantes y resbalosos. Era un placer restregarme contra su cuerpo aceitado y sentir su piel resbalar contra la mía. Fuimos a la cocina, bromeando y riendo y nos fumamos otro porro. Queríamos esperar a Alex, pero el vernos desnudos, con la piel brillante y con el recuerdo tan reciente de lo recién sucedido, hizo que no pudiéramos aguantar la tentación de empezar a acariciarnos. Fuimos al salón y Rubén para resarcirse me recostó sobre unos cojines y empezó a comerme el coño, a jugar con mi clítoris y a introducir sus dedos por mis orificios. Tuve un orgasmo descomunal con su boca y sus dedos, pero yo ansiaba sobre todo sentir su polla en mi interior. Se lo pedía a gritos justo cuando entraban en el apartamento Marc y Ana, a quienes no conocía. Marc, me dijo Rubén era el tercer inquilino del piso, y Ana su "amiga". Me dio un poco de corte que nos encontraran en esa situación y creo que se me vio en la cara porque Rubén me tranquilizó y me retuvo cuando intenté incorporarme. "Hola, chicos, estamos divirtiéndonos un poco. Lucía se casa dentro de poco y estamos celebrando su despedida de soltera ". Ni Marc ni Ana, parecían asombrados, más bien me pareció ver un asomo de morbo en sus dulces y rubias caritas. Ana con voz muy dulce nos miró y preguntó. "¿puedo?, admiten chicas en la despedida". Yo nunca había estado con una mujer, y aún cuando se me había pasado por la cabeza, nunca se me había presentado la oportunidad. Rubén y yo nos miramos y tácitamente acordamos que si, con lo que Ana tardó menos de un segundo en quitarse la ropa y dejar al descubierto un cuerpito delgado pero bien formado, con unas pequeñas tetas que me cabían dentro de la mano, pero que tenían un color rosa muy inocente y sensual. Se arrodilló junto a Rubén y después de morrearlo un buen rato se recostó junto a mi en los cojines y empezó a besarme. Introdujo su lengua en mi boca y sus manos acariciaban mis tetas y mi sexo chorreante. Era una chica increíblemente sensual y el estar por primera vez con una mujer hizo que mi excitación creciera aún más. Rubén se pajeaba suavemente mientras nos miraba meternos mano y besarnos, decía "como me gusta ver a dos putas morrearse. Chicas, me están poniendo a mil, yo quiero mi parte". Me cogió de la mano para incorporarme y me puso de rodillas de forma tal que me quedaba el chocho de Ana frente a mi cara y mi culo y mi chocho a la disposición de Rubén. Empecé a comerme el coño de Ana. Chupaba sus labios y jugueteaba con su clítoris. Me puse en su lugar e imaginé todo lo que más me gustaba que me hicieran y surtió efecto, Ana se revolcaba de placer y daba pequeños grititos que solo hacían más que excitarnos aún más. Rubén mientras tanto, introdujo su verga por mi chocho y de una sola embestida me lo metió hasta el fondo. Yo no sabía que hacer porque me costaba concentrarme en el chocho de Ana cuando a la vez recibía tanto placer. Rubén me cogía por los hombros para embestirme y metía y sacaba su vara larga, de vez en cuando, me nalgueaba con su verga y la volvía a meter, mientras no paraba de decirnos que éramos las putas más sabrosa que había conocido.
Marc que hasta entonces había estado mirando decidió también participar y quitándose la ropa se arrodilló frente a Ana, quien empezó a comerse su polla, mientras Marc contemplaba embelesado la imagen de nosotros tres. Ana tuvo un orgasmo en el cual casi le muerde la polla a Marc. Se incorporó e hizo que Marc se recostara sobre los cojines para que estuviera más cómodo. En eso Rubén empezó a meterme primero uno, y luego dos dedos por mi culo. Entre lo mojada que estaba por la excitación y el aceite del baño, entraban muy suavemente y la sensación era muy agradable, pero yo solo pensaba que era la preparación para lo que vendría después, es decir, el pollón del dueño de esos inocentes dedos. Así estuvimos un rato hasta que Ruben le pidió a Ana que liberara la polla de Marc, para que yo pudiera cabalgarlo. Ana de mala gana, dejo libre la polla para que yo pudiera cabalgarla y empezó a acariciarme las tetas y a besarme. Rubén hizo que me inclinara un poco hacia delante y poco a poco fue introduciendo su polla en mi culo. Era muy grande, me dolía mucho, le pedí que parara pero no me hizo caso, me dijo que poco a poco me acostumbraría. Ana me besaba y me acariciaba el clítoris y cada vez que gritaba de dolor me morreaba y amortiguaba mis gritos. Luego de varios intentos, Rubén logró introducir completamente su polla en mi ano, mientras al mismo tiempo estaba ensartada en la vara de Marc.
Sentía dolor pero era tanta mi excitación que tardé poco en tener un orgasmo. Marc y Rubén lograron acoplarse y moverse más o menos rítmicamente y poco a poco empecé a disfrutar de esa doble penetración con la que siempre había soñado. Tuve un segundo orgasmo porque Ana no paraba de estimularme el clítoris mientras era doblemente penetrada y al rato tuve que pedirles que me dejaran descansar un rato porque no podía más y que Ana también quería su parte. Rubén nalgueándome sacó su vara y me dijo que había sido un placer penetrar ese culito prieto, que era una gran puta y que estaba orgulloso de mi. Me paré y fui a beber un poco de cerveza a la cocina. Mientras, Ruben se sentó en el sofá y sentó encima suyo a Ana, ensartando su vara dentro del pequeño cuerpo de mi nueva amiga. Ana no soportaba que la follaran por el culo, por lo que optó por comerse una vez más la polla de Marc, quien ya estaba demasiado excitado y no tardó mucho en acabar dentro de su boca. Se bebió toda su leche, aunque le chorreaban pequeños hilos de semen por las comisuras. Rubén y Ana estuvieron cambiando de pose y moviéndose apasionadamente hasta que tuvieron un orgasmo conjunto que hizo que casi se moviera el piso . Y decidimos decansar un poco porque estábamos agotados. Apenas tuvimos tiempo de beber un poco de cerveza y dar dos caladas al porro cuando ya Marc empezó a sugerir que igual podíamos reanudar el juego, porque el particularmente se había quedado sin probar mi culo y era algo que no quería perderse. Aún estábamos todos desnudos, por lo que fue fácil reiniciar las caricias. Ana empezó a besar a Rubén, primera en la boca, luego en el cuello, luego el pecho, el abdomen y finalmente el anhelado miembro. Para ser justos, Rubén se dio la vuelta y empezaron a practicar un 69 que poco a poco fue haciendo efecto en nuestro amigo moreno, ya que se podía apreciar como iba creciendo poco a poco su inmensa polla. Verlos comerse tan ansiosamente me excitó mucho y no solo a mi, ya que Marc se me acercó por detrás y empezó a magrearme las tetas y meterme mano, mi chocho se iba humedeciendo y empezaba a segregar los tan ansiados jugos del deseo. Sentía que la polla de Marc crecía contra mi espalda y eso me ponía muy cachonda. Nos levantamos y Marc sacó de un armario un consolador casi tan grande como su polla.
Me recostó sobre el respaldar del sofá, a fin de dejar via libre para el acceso a mi chocho y mi culito. Primero introdujo el consolador por mi vagina, lo metía y lo sacaba. Luego me pidió que lo cogiera yo, para el tener disponible las manos y preparar su acceso a mi culo. Primero introdujo sus dedos y sin pensárselo mucho, sus dedos dejaron paso a su vibrante polla, que moría de deseos por penetrar mi estrecho culo. Esta vez no me dolió tanto.
Le pedí que cogiera el el consolador porque quería estimularme el clítoris a la vez que era penetrada. Así lo hizo y pudimos disfrutar ambos de una estupenda follada. Su polla no era tan grande y mi culo ya estaba un poco dilatado por lo que pude disfrutar plenamente de la doble penetración. La otra pareja continuaba sorbiendo los jugos del otro sin enterarse de lo que sucedía a su alrededor. Al poco rato, llegó Alex y esta vez si hubo un pocote sorpresa en su cara. Era el quien había organizado la movida y el único que no la estaba disfrutando pero bueno, duró poco. Luego de recrearse unos segundos en las escenas que tenía enfrente, decidió participar activamente para lo que pidió el permiso a Marc, solicitando lo que por derecho y antigüedad le correspondía: el culo de su negrita. Marc accedió de malagana, pero con la condición de movernos a un lugar donde el pudiera sentarse y yo pudiera comerle su verga hasta que el acabara. Alex le dijo que hacía falta, que lo más simple era sustituir su polla por el consolador, lo cual lograron hacer en pocos instantes. Alex sin embargo, me castigó por haber disfrutado de sus colegas y no haberlo esperado, me cogió por el pelo, me susurró que era una zorra puta que no podía aguantar dos minutos y que no tendría compasión conmigo. Así fue como introdujo su inmensa verga en mi culo sin más miramientos ni contemplaciones, sin la delicadeza de Marc y con el doble de polla que su amigo. Como es natural, me dolió muchísimo y le pedí que tuviera más cuidado, sin embargo, mis gritos de dolor parecían excitarlo aún más, ya que sus embestidas eran cada vez más fuertes, tanto así que Marc las sentía desde dentro de mi chocho y le decía "Negro con más cuidado que me estás pillando la polla" y Alex decía "Esta perra no merece contemplaciones, ella quería gritar, pues ya puede empezar a gritar". A pesar del dolor, estaba muy pero muy excitada y mis gritos se contradecían entre paraya y no pares. Marc no pudo contenerse más y acabo dentro de mi derramando toda su leche. Se retiró tranquilamente a unirse a la otra pareja que jugueteaba plácidamente luego de haber tenido sendos orgasmos.
A mi, Alex me tuvo un rato más. Libres ya de Marc, tuvimos más movilidad y Alex decidió sentarse para estar más cómodo. Me cogió por las nalgas y me hacía botar sobre su inmensa polla mientras me decía lo puta y regalada que era. A mi mientras más guarradas me decía, más feliz me hacía, más hembra me sentía y más excitada me ponía. Luego se relajó y me recosté sobre su pecho mientras me movía lentamente y el tenía la posibilidad de meter sus dedos en mi vagina y jugar con mi clítoris. Fue entonces cuando ya no pude más y empecé a tener un orgasmo cuyos espasmos hicieron que mi amigo también derramara su leche en mi recto, que palpitada a mil por hora de tanta excitación. El olor a sexo era latente en la habitación, los jugos de los 5 empapaban nuestras pieles y los cojines sobre los cuales estuvimos, y nuestras caras reflejaban las delicias recién experimentadas. Me incorporé y pasé al cuarto de baño donde me di una rápida ducha. Tenía moratones en las nalgas y un chupete en el cuello. Me preocupé por lo que diría Carlos si me los viera ya que siempre nos habíamos jurado la más absoluta fidelidad .
Cuando salí a la habitación mis amigos se besaban y creo estaban a punto de reiniciar el tercer round, pero, yo disculpándome y dándoles las gracias por esa maravillosa experiencia, me despedí, con la promesa de repetirlo en alguna oportunidad .