Despedida de soltera

Una despedida de soltera uff.

DESPEDIDA DE SOLTERA

Me excitó más aún ser el centro de la atención, y ver al fondo al cowboy y a César recibiendo sexo oral. El pubis del Capitán Frío golpeaba en mi vulva

Parece mentira que hayan pasado cuatro años ya desde aquella noche inolvidable. Aquella noche en la que celebramos la despedida de soltera de mi amiga Sonia, que es una de mis mejores amigas hasta la fecha. Faltaban solo tres días para su boda, y la organización de la fiesta había sido idea de Celeste, otra amiga. Recuerdo muy bien que me desanimé cuando muy emocionada Sonia me comentó por teléfono que habían contratado un show de strippers para la despedida. Con un año de casada, ya no me causaba curiosidad el hecho de ver hombres semidesnudos bailando, en realidad hasta se me hacía algo bobo emocionarse con esas cosas. Pero comprendí también que mis amigas apenas iban a entrar a una etapa a la que yo ya había entrado, y cedí pensando que no debía contrariarlas por mi posición actual de "señora casada". La despedida de soltera de Sonia transcurrió con normalidad: hubo bocadillos, bebidas, y después lo típico: los regalitos, las bromas y los chistes en doble sentido. Entonces, como a las once de la noche, Celeste indicó que tocaban el timbre y acudió a abrir, fingiendo que no sabía quién sería. Bien sabía quién tocaba, pues ella había citado a los strippers a esa hora. Yo miré mi reloj, y aburrida, sabía lo que iba a seguir. Así pues, entraron dos imponentes ejemplares del sexo masculino, uno de ellos vestido de cowboy con ropa entallada, muy sensual, con lentes obscuros y sombrero texano. El otro era un moreno vestido de obrero, con casco metálico color amarillo, y pantalones de mezclilla. Ambos parecieron enloquecer a más de una de las invitadas, sin embargo yo permanecía con mi actitud de desencanto, recargada sobre el brazo del sillón en donde me había sentado. El primero en hacer su acto fue el cowboy, que durante una pieza de música electrónica se fue paseando por la sala de la casa de Celeste, acercándose a cada una de las invitadas que emocionadas extendían sus manos para tocar los muslos del atlético joven. El Cowboy las enloqueció cuando se quitó la camisa de cuadros, y después de un solo movimiento retiró sus pantalones de mezclilla para quedar solamente en una breve tanga color negro. Recuerdo la cara de la mamá de Celeste cuando vio al tipo en tanga: se le enrojeció el rostro pero quedó con la boca abierta, y los ojos fijos en los excelentes músculos del hombre. Me dio risa y moví la cabeza en señal de lo tonto que me parecía la representación. En esos momentos terminó la pieza y comenzó la siguiente también en estilo de música electrónica, el segundo stripper empezó su participación más activa, ya que anteriormente solo se movía un poco al compás de la música. El moreno tipo a quien presentaron como "César" hacía movimientos mucho más audaces, y de hecho se quitó la ropa un poco más rápido que el cowboy. César estaba en tanga apenas a la mitad de la música, y su físico era digno de la obra de un escultor. Sus músculos estaban marcados como si hubieran sido diseñados con cincel, y se notaba aún más la excelencia de su figura por la apariencia brillante que le daba su piel sumamente bronceada. Me parece que fue la forma de bailar de César la que llamó mi atención. Sus contoneos sensuales los combinaba con algunas poses de físico culturismo, que lo hacían parecer arrogante, pero su espléndida sonrisa amigable lo hacían muy atractivo. Me interesé en su actuación, aún con un poco de escepticismo, ya que no era mi actitud como la de Lorena, la hermana de Sonia, quien se levantó a darle un beso en la boca a César, e inmediatamente se sentó, por las protestas de las demás que decían que no las dejaba apreciar al semental. Entonces se levantó una señora que después supe que se llamaba Nuria, de unos cincuenta años, debido a que César la había llamado a pasar al centro para bailar con ella. Esta señora se mostró nerviosa pero emocionada de bailar con el sujeto, pero aparentaba serenidad. Entonces fue cuando la despedida de soltera dio un viraje hacia una dirección que pocas sospechábamos. César tomó las manos de Nuria para colocarlas en sus caderas, sobre su tanga, y entonces con un gesto le indicó que se la bajara. Nuria se sintió un poco abochornada, pero los gritos de las asistentes comenzaron a animarla. -Que se la quite...que se la quite! – gritaban. Nuria accedió y deslizó la tanga, e inmediatamente todas pudimos ver que también César poseía un arma de placer ejemplar. Su pene era de gran volumen, del mismo color moreno de su piel, aunque con un tono hacia el morado. Me senté bien, tratando de ver si realmente era cierto lo que estaba viendo. En la despedida uno de los strippers estaba desnudo. No estaba yo acostumbrada a una situación así, pero lo tomé con calma. Entonces Lorena, la hermana de Sonia, tuvo la idea de hacer lo mismo con el Cowboy, pasó al centro y le bajó la tanga, dejando también al descubierto el admirable falo del tipo, que ayudado por las manos de Lorena se quitó la minúscula pieza de ropa. Estábamos todas ante dos tipos increíblemente sensuales y atléticos, por lo que las cosas comenzaron a subir de tono. Comenzaron a pedir acción. César miró hacia donde estaba Celeste, y me di cuenta de que ella estaba serena, e incluso ella indicó que comenzara a hacer algo, intuí que esto estaba ya previsto por parte de ella. César comenzó a manosear a la señora Nuria, que en lugar de inconformarse respondió acariciando el cuerpo del stripper. Automáticamente, el Cowboy comenzó a hacer lo mismo con Lorena, que también accedió al tratamiento dando un beso prolongado al caucásico hombre, mientras dejaba que éste la acariciara, para posteriormente bajarle la falda y pantaleta hasta los tobillos. Lorena terminó el beso sacándose la blusa y dejando al descubierto su cuerpo, ya que no usaba sostén. Nuria también fue despojada de su ropa por las sabias manos de César, que la tomó por atrás, y frotaba su miembro ya erguido contra el cuerpo de la señora. Mientras sonaba la música más fuerte cada vez, mis amigas y familiares de la novia se miraban unas a otras, mientras que Sonia tenía puesta la atención en lo que estaba pasando. En esos momentos me volteó a ver, y yo hice un gesto de extrañamiento y moví la cabeza en señal de negación, dándole a entender que no me parecía adecuado lo que estaba pasando. Sin embargo, antes de que nos diéramos cuenta, César ya había penetrado a Nuria. Solo nos percatamos de ello cuando lo vimos moviendo sus caderas contra el vientre de ella. Para mi sorpresa, Lorena no puso ningún impedimento tampoco y fue recostada en uno de los sillones, abrió las piernas y el Cowboy la hizo suya abiertamente. No podía creerlo pero estaba presenciando dos actos sexuales al mismo tiempo en lo que yo pensaba que sería una atrevida despedida de soltera, pero no esperaba que llegaran a tanto. Las invitadas se acercaron para apreciar de cerca cómo entraban y salían los miembros de los strippers de aquellas mujeres, les tocaban los glúteos, acariciaban sus espaldas y se deleitaban besando sus brazos y piernas. Permanecí en mi lugar, pasmada, y con la incertidumbre de qué pasaría. Miré a Celeste, que a estas alturas era la única a excepción de mí que no estaba tocando a los strippers. Ella se puso de pie y se dirigió hacia la cocina. Finalmente, los strippers consiguieron que las dos mujeres se vinieran, y sacaron sus gruesos falos, mientras escupían esperma sobre el cuerpo de las elegidas. Nuria, que había llegado vestida formalmente y muy elegante, ahora era estaba en el suelo, despeinada y con visibles manchas de esperma sobre el vientre. Al dejarlas a ellas, los strippers estuvieron libres un breve espacio de tiempo, pues dos invitadas se apoderaron de los relajados miembros para masturbarlos y chuparlos suavemente. Celeste entró a la sala y llamó la atención de las presentes: -Atención!...Esto apenas comienza!...les voy a presentar a nuestro último invitado: El Capitán Frío. Entró entonces un hombre corpulento como los otros, vestido con ropa de aspecto industrial, metálico, y con unos lentes cromados. Comenzó nuevamente una pieza musical y el sujeto empezó a bailar como los demás, y poco a poco fue retirando sus ropas, aunque noté que él se desvestía más rápido que los demás. Las invitadas lo aceptaron inmediatamente, y lo ayudaron a que se despojara de su vestidura, casi rasguñándolo. Pero el tipo parecía feliz del impacto que provocaba en ellas. La piel del Capitán Frío era de hecho de un color más oscuro que la de César, a raíz de que él se veía que ya era moreno de por sí, aunque también estaba algo tostado por el sol. Su apariencia era mucho más maciza, tenía aproximadamente unos 8 o 10 años más que los otros dos y se veía con más peso, su cabello era muy corto, como estilo militar. En menos de lo que canta un gallo, El Capitán Frío estaba desnudo, y su musculatura estaba también al alcance de cualquiera. -Seguramente querrán saber por qué se llama "El Capitán Frío no?" – Interrumpió Celeste. -Siiiiiiiiiii!!!!! – gritaron al unísono -Pues porque no hay mujer que lo haga venirse en menos de tres minutos! – respondió Celeste. Me sentí incómoda. No estaba acostumbrada a esas situaciones ni a ese lenguaje. -Pero hay un premio para la que lo logre!...quien quiere ser la primera? – dijo a gritos Celeste, y entonces se levantaron al mismo tiempo Araceli y Sara, aunque Celeste solamente permitió a Araceli pasar al centro. Mientras tanto, el Cowboy y César seguían recibiendo atención oral, y ya se habían turnado las chicas para probar el sabor de sus miembros. Araceli se bajó la falda, y yo no podía creer que con tanta facilidad lo hiciera ante el público, después se bajó las pantaletas y en un dos por tres ya estaba teniendo un coito con el Capitán Frío, quien estaba sentado en una silla y Araceli subía y bajaba rebotando sobre el miembro poderoso de aquel hombre, que hacía gestos de que no sentía nada. Celeste marcaba el tiempo con un cronómetro mientras tanto, y a los dos minutos El Capitán tomó a Araceli por las caderas y comenzó a mover de manera especial las suyas con lo que consiguió que la mujer entrara en un orgasmo dando un alarido. El stripper sacó su polla de la vagina de Araceli, y después de darle una nalgada, pidió que pasara Sara. Así, una a una fueron pasando varias de las invitadas, en el orden en que estaban sentadas, hasta llegar a cinco. Cada una llegaba inexplicablemente a los dos minutos y alcanzaban el orgasmo con la maestría del experimentado Capitán Frío. A continuación tocó el turno de Sonia, la novia. Con incredulidad la miré pues no creía que le fuera a ser infiel a su prometido aunque fuera una fiesta. Yo tenía en ese entonces mis principios morales muy conservadores, ya me daría cuenta. -Sonia!...no! – le grité, pero las demás asistentes la animaron a pasar. Sonia sin pensarlo se bajó la falda y las pantaletas, que pudimos observar que estaban húmedas, y no me extrañó porque a estas alturas, a pesar de todo, las mías también así lo estaban. Nuria le quitó la blusa y el sostén, descubriendo sus pequeños senos, como limones. Sonia se acomodó rápidamente en la verga del Capitán, y a pesar de que no era la primera experiencia de Sonia, se pudo ver desde el principio lo notorio que era su falta de práctica. El Capitán parecía saber que era la novia, pues desde el principio le dio un trato especial, comenzó a contonear sus caderas y le levantó las piernas para ponerlas en sus hombros. Ante esta situación, ella se volvió indefensa, el semental logró que ella se viniera a cada minuto, dándole masaje a su clítoris con sus dedos mientras le daba acometidas sin piedad. Así, el Capitán sacó su miembro erguido como una roca de la vagina húmeda de Sonia, y luego le puso en la cabeza un velo de novia que le pasó Celeste, y después se colocó junto a ella para que les tomaran una foto. Yo no daba crédito a cómo se había rebajado a eso mi amiga antes de casarse. Fue entonces cuando alguien gritó atrás: -Susy!...que pase Susy! – me puse de pie como un resorte, mientras veía que se me acercaban algunas de mis amigas, comencé a dirigirme hacia la cocina, buscando salirme de la sala. -No, que!...yo no! –les dije, asustada -Andale Susy! – dijo Lorena, tú puedes con él!...tú ya estás casada y tienes práctica!... -No, no, no! ¿Cómo creen?!-.decía yo, mientras trataba de caminar hacia la cocina, pero las invitadas me obstruían el paso, me impidieron moverme más de metro y medio del sillón donde antes estaba sentada. -Ay no seas aguada, Susy – dijo Sonia, mientras se levantaba del sillón – eres la única que falta... Sentí las manos de Nuria, la señora, entrar por debajo de mis brazos, para desabrochar mi blusa, puse las manos sobre las de ellas para impedirlo y fue cuando aprovecharon para bajarme la falda y las pantaletas, ya que no tenía forma de evitarlo, las demás me habían tomado de las manos. -Espérense...nooo!...-gritaba yo desesperada, de forma inútil, pues ellas me desvistieron rápidamente a pesar de mis intentos por zafarme. -Bueno, bueno!...-dije yo finalmente, ante la imposibilidad de escabullirme. Estaba acorralada, las miradas de todas sobre mí me pesaron mucho, y poco a poco me fueron soltando, mientras yo caminé lentamente hacia el centro de la sala, donde estaba sentado el Capitán Frío que alargaba sus brazos para recibirme. Todavía con dificultad, me acerqué a él, mientras las manos de las demás mujeres me empujaban a acercarme. Hicieron que me colocara justo encima de su descomunal miembro, que pude apreciar lleno de fluidos de las mujeres a quienes había penetrado anteriormente. Sentí un poco de repulsión por ello pero no había nada que pudiera hacer. Poco a poco a poco fui bajando para sentarme en aquella cosa, Nuria abrió mis nalgas con sus manos para que todas pudieran ver cómo entraba en mi cuerpo el falo del stripper. Y así lo fui sintiendo, poco a poco, muy despacio fue llenando mi vagina, y para mi sorpresa los fluidos de los que estaba su miembro facilitaron la penetración, complementándose con mi propia lubricación. Recordé a mi esposo, y cerré los ojos para evitar pensar en qué pasaría si se enterara de lo que estaba haciendo. El Capitán Frío comenzó a moverse mientras me tomaba de las tetas, a las que amasaba sin prudencia. Comencé a sentir placer en sus acometidas que me llegaban a lo más profundo. Me excitaban los gritos de las asistentes animándome, el sonido se mezclaba con el ruido acuoso que hacía la verga del hombre entrando y saliendo en mi vagina. Sentí cómo la sangre se me subía a las mejillas, debí estar roja de la excitación. Me excitó más aún ser el centro de la atención, y ver al fondo al cowboy y a César recibiendo sexo oral. El pubis del Capitán Frío golpeaba en mi vulva. Celeste marcó minuto y medio, y yo seguía aguantando sus acometidas, sentí que estaba cerca el orgasmo, pero apreté los músculos internos de mi vagina, atrapando su verga que me estaba enloqueciendo. Noté que esto le gustaba al Capitán Frío pues hizo una mueca y me miró a los ojos, ya no estaba tan relajado. -Dos minutos! – dijo Celeste. Las invitadas comenzaron a gritar más fuerte y a decirme que podía ser la ganadora. -Aguanta!...-decían! – no te vengas!, tú puedes con él! Apreté mis labios para contenerme. El Capitán Frío metió una de sus manos hacia mi vagina, y sintió mi clítoris, que empezó a masajear en círculos. Respiré profundo, estaba total mente lubricada y cada una de sus caricias me llevaría al paraíso en cualquier momento, pero miré a Sonia que me veía con atención. Me coloqué las manos en la cintura, y mordí mi labio inferior, decidí tomar control de la situación. Comencé a contonear mis caderas hacia un lado y hacia el otro, sintiendo cada milímetro del suculento miembro del Capitán Frío. Giré mis caderas mientras apretaba mi vagina, vi el rostro del hombre enrojecer, ahora él estaba al borde de la excitación. Me movía de arriba abajo, como si me le fuera a escapar, él se aferraba a mis caderas y me daba nalgadas, dejó de masturbarme pues perdía el control. -Dos cuarenta y cinco!...-gritó Celeste. Yo sabía que lo tenía en mis manos, o mejor dicho en mis piernas. Con una sonrisa le demostré que lo tenía bajo control y literalmente con las manos en la cintura controlaba sus sensaciones. Seguramente me veía como toda una puta, pero el Capitán Frío se movía frenéticamente y gemía. -Tres minutos! Sentí una descarga caliente, entonces saqué su miembro que disparaba chorros abundantes de esperma, y tomándolo con mi mano derecha lo masturbé para mostrar a todas que lo había conseguido. No solo había logrado resistir los tres minutos sino además había logrado hacerlo eyacular. Me incliné junto a él, mientras lo masturbaba. El semen salpicaba por todos lados, cayó sobre mis pechos, sobre mi rostro. Vi el flash de una cámara fotográfica. Finalmente, mientras escuchaba los vivas y aplausos de las invitadas dejé caer mi cabeza en su vientre, y me volví a unir a el Capitán Frío en una deliciosa mamada que culminaría nuevamente con su eyaculación, esta vez menos abundante pero dentro de mi boca. Al terminar, Celeste me ayudó a incorporarme, levantó mi mano y me anunció como la ganadora. La ganadora de la noche. Siempre recordaré esa despedida de soltera de mi amiga Sonia, y sobre todo cómo me llevé la noche compitiendo contra el Capitán Frío en un concurso inolvidable.

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