Despedida de soltera

Como me sometio un negrito de los que venden en los semaforos.

Hola, me llamo Raquel, y quiero contarles lo que me sucedió verano pasado.

Era la despedida de soltera de una de nuestras amigas, la tercera que se casaba de un total de siete, hicimos pues lo típico, cenita, stripers, alguna perdida de papeles, después copitas y a casa al amanecer.

Todas cogimos un gran pedo, yo incluida, pero me toco hacer de chofer, llevaba a la novia de copiloto y a otras dos amigas atrás, las otras dos decidieron tomar un taxi, las dos chicas de atrás viven en un barrio, y nosotras en otro, así que decidí llevarlas primero a ellas, y después volver atrás hacia donde vivimos nosotras, de camino a sus casas no paraban de hablar de lo bueno que estaba el striper y de o que le haría y/o se dejarían hacer, yo las escuchaba y me reía ellas dos siempre ha tenido fama de facilonas, pero yo puedo dar fe de que no es cierto, eso si ese día estaban muy calientes, en realidad todas lo estábamos, todas menos la novia, que a esas alturas ya estaba en el séptimo cielo. En un momento que me despiste de la charla, el oír mi nombre me devolvió a ella, comentaban como yo miraba al chico, que por cierto estaba de vicio, y que mis ojos se iban tras su paquete, como el chico era de color, salió a relucir la fama que tienen las pollas los negros, y comenzaron a darme instrucciones.

  • mira, - dijo una. – solo tenias que haberte arrodillado delante, habérsela sacado y metértela en la boca -

  • no creo que se quejara – continuo la otra , - además es muy fácil, una vez dentro solo tienes.. .-

  • basta ya - replique, - ya se como se chupa una polla –

- ah si, ¿y como? – preguntaron las dos al tiempo

  • Pues..., - comencé a explicar como le hubiese chupado la polla al tipo en cuestión

Con la narración me estaba poniendo calentísima, tanto que me comencé a mojar imaginándome a mi subida a un escenario comiéndome una polla negra. Teniendo que apretar mis piernas para que mis fluidos no alcanzaran el asiento, cuando más entusiasmada estaba mis amigas me interrumpieron.

  • una imagen vale más que mil palabras. – dijo una señalando al frente y mientras la otra se partía de la risa.

Miré hacia delante, solo vi un semáforo en rojo, mientras frenaba lo vi, y nada más verlo entendí lo que me proponían, justo al lado del semáforo había un hombre de unos cuarenta años, negro como el carbón. Las muy zorras querían qué le chupara la polla al vendedor de clinex.

- ni de coña , - les recriminé – y las dos calladas no vayáis a decir tonterías ahora

El hombre se acerco al mi ventana, que estaba abierta para ir despejándome con el aire, nada más situarse junto a mi, lo primero que miré fue su paquete, y no el de pañuelos, precisamente, me quede embobada con la borrachera y la calentura que llevaba, se me hacia la boca agua, tanto, que inconscientemente trague saliva y me relamí un par de veces. El estruendo de una carcajada me sacó de mi ensimismamiento.

- PERO SI SE TE CAE LA BABA . – dijeron a grito pelado desde atrás, - venga ya cómele la polla a este mismo . -

El negro abrió los ojos de par en par, me miro pero yo tenia la cabeza agachada por la vergüenza, entonces mis amigas volvieron a la carga.

  • ¿a que tu también quieres? – preguntaron al negro,

Mientras le preguntaron, la que estaba sentada justo detrás de mi, bajo la ventanilla y saco la mano acariciándole el paquete al hombre. En ese momento el semáforo cambió y salí disparada, la mirada asesina que les eche las mantuvo calladas el resto del camino, cuando llegamos, se bajaron, y me dijeron bajito.

- no sabes lo que te has perdido, por que el tío tenia un rabo enorme .- y se marcharon riéndose

Al volver, tenia que pasar de nuevo por allí, y no se si era el miedo o las ganas pero tenia como un nudo en el estomago. Nada más llegar lo vi allí solo, aún estaba oscuro y no pasaba alma alguna, aun estaba lejos de el pero ya tenia claro a lo que iba.

Me aproxime a el con mi coche, fui parando suave, hasta que lo detuve por completo se acerco, pero esta vez por la ventanilla opuesta a mi, le hice señas para que diese la vuelta, mientras caminaba por delante de mi coche, adivine que me había reconocido, por como se le marcaba la polla a medida que le crecía dentro del chándal. Estaba coloradísima, por la excitación y la vergüenza.

Cuando estaba ya situado a mi lado, hizo un intento de saludarme, que desechó inmediatamente cuando alargué el brazo y le agarré la polla por encima del pantalón, dio un pequeño respingo por el susto, pero rápidamente reacciono cogiéndome una teta, con ese movimiento tuvo que acercarse más al coche, cosa que aproveche para meterle la mano dentro del pantalón. Su polla aún no estaba dura por completo, y ya era de considerables dimensiones, la masajeaba suavemente el en cambio apretaba mi pecho con fuerza alternando con no más suaves pellizcos en los pezones.

Obviamente ya lo quería todo, así que se la saqué por encima del elástico del pantalón y me deleite observándola, era grande sin llegar a ser descomunal unos veinte centímetros calcule yo a ojo, y sus proporciones perfectas, unos huevos gorditos con algo de vello rizado, un tallo firme y recto rematado por un glande hermoso, era preciosa, tanto que sin darme cuenta ya le estaba besando la punta, y poco a poco se fue acomodando dentro de mi boca, despacio comenzó un vaivén que inicio finalmente la mamada, con sus bolas apoyadas sobre la palma de mi mano extendida, y su polla entrando y saliendo de entre mis labios, comencé a masajearle los testículos, veía mi cara reflejada en el retrovisor, me gustaba ver como mi boca engullía aquel maravilloso trozo de carne negra, me gustaba tanto, casi automáticamente mi otra mano fue poco a poco separando la liguilla de mis braguitas y trabajaban deliciosamente mi coño, a la vez que aumente el ritmo de la mamada, jamás había chupado un rabo como ese, y yo venga a tragar carne, y el pellizcaba y sobaba mi teta sin descanso y sin perder de vista el espejo en el que me reflejaba, aunque no me reconocía.

En una de las embestidas, noté como soltaba mi pecho entre convulsiones, trate de separarme, pero me tenia agarrada por la cabeza, cuando comenzó a eyacular, por un instante pensé en apartarle la polla, para que no me manchara, pero después asumí que, mejor que me ensuciara el coche, sería que se corriera sobre mi; y vaya si lo hizo, a los pocos segundos ya tenia embadurnado con su caliente semen el pelo, la cara, y un gran pegote de leche que caía por mi canalillo y pasando entre mis tetas.

Me acerqué a la guantera, alcancé unas toallitas de esas con jabón me limpié la cara y el pelo como pude, cogí mi bolso saqué un billete de diez euros, por que no tenía más, pero ante mi sorpresa l rechazó.

- En mi tierra se hace al contrario, el cliente es quien paga a la puta, pásate mañana, por aquí pero más temprano y te daré lo tuyo, en todos los sentido, te quiero follar como te mereces -

Lo dijo todo en un perfecto castellano, dejándome flipada, por todo, ¡me había confundido con una puta¡, aunque la verdad no lo culpo, ya que me comporté como tal.

Arranque el coche y regrese a casa, serían como las seis de la mañana, acosté a mi amiga, que seguía dormida, en un cuarto y yo me fui al baño, me dispuse a lavarme, me desnude y me metí en la ducha, mientras caía el agua sobre mi, fui recordando lo que había hecho, recordé como se la había chupado, como me pellizcaba los pezones, y antes de darme cuenta, me estaba haciendo una paja dirigiendo el chorro de la ducha sobre mi clítoris, a la vez que retorcía mis tetas, luego recordé también lo que me dijo al terminar, me quería follar como me merecía, y me lo imagine follándome de mil maneras y posturas diferentes, y me corrí como no me había corrido nunca.

Cuando me desperté eran ya casi la una de la tarde, pasé un rato aún en la cama tratando de recordar si todo había sido verdad o solo un sueño, oí un ruido, supuse que era mi amiga ya despierta, me levanté recogí la ropa del suelo, y vi mi top de tirantes con la mancha de semen en el centro, inconscientemente lleve mi mano hasta mis tetas y las toque, como si aun fuesen a estar manchadas. Entré en la cocina, y allí estaba ella reparando la comida.

La tarde pasó sin más, mi amiga se marcho temprano, y yo no conseguía quitarme al negro de la cabeza, no sabía que hacer, bueno, en realidad si, de hecho ya había decidido ir, como al día siguiente era lunes, pero yo no trabajaba, supuse que no habría mucho tráfico. Así que me acosté temprano, y puse el despertador a las cuatro, me dormí pese al miedo, los nervios y las ganas.

Las cuatro ya era la hora, no sabia como iban a ir las cosas, así que trate de ponérselo fácil con la ropa, braguitas falda cortita y con bastante vuelo, y blusa sin sujetador. Salí, aún era de noche, y hacía frío, los pezones se marcaban a través de mi camisa, subí al coche y me puse en camino, como estaba cerca no tarde ni cinco minutos en llegar, y ahí estaba el apoyado sobre la parte de atrás de una furgoneta grande, blanca, le hice señas con las luces y pare frente a el, me hizo bajar.

  • aquí no nos molestaran - indico señalando la parte trasera del furgón.

- ¿seguro? – le medio protesté.

  • seguro, se la he alquilado a un amigo, vamos entra – respondió mientras abría la puerta trasera.

Un suelo de madera y varias mantas a modo de acolche, eso era todo el contenido, entramos y cerro, se fue directamente a por mis tetas, mostró su sorpresa y agrado cuando vio que no llevaba sujetador, me abrió la camisa y comenzó a chuparme los pezones, los lamía, me los mordía, mientras yo había alcanzado su polla y la acariciaba al mismo tiempo que le bajaba los pantalones, terminó de quitárselos y se situó detrás de mi, me arrincono contra la pared sin despegase de mi haciéndome sentir el calor y la medida de su rabo contra mi culo, y en agradecimiento yo movía mis caderas como si tratara de atrapársela con ellas, al poco tiempo ya estábamos desnudos los dos, mientras con una mano sobre mi espalda me mantenía pegada cara a la pared, con la otra se sujetaba el rabo y me pasaba el glande entre mis húmedos labios vaginales, y yo trataba de sacar un poco el culo cada vez que lo hacía para que se me metiese algo de su polla en mi coño, aunque lo único que recibía era un fuerte azote en una de mis nalgas; joder como acabaron por gustarme esos azotes, tanto, que desde entonces prácticamente lo "exijo" cada vez que me follan; con todo el jaleo, entre mis pierna corría ya un río de flujos, tan húmedo lo tenía, que cuando me penetró me la entró toda de golpe, me soltó.

- no te muevas – ordenó, - quédate pegada a la pared y ábrete tu misma -

Gire la cabeza, pegué la cara y el pecho contra la pared, saqué un poco el culo y separé mis glúteos con mis manos.

- no me moveré, ¿así me quieres?, follamé como más te guste, o mejor follamé como me merezco -

Al decir esto bajo el ritmo de sus embestidas, pero subió la intensidad, y como la subió, cada vez que me empalaba mi cuerpo entero era enviado contra la pared del vehículo, estaba aprendiendo la diferencia entre hacer el amor y ser follada, y sin duda alguna prefería esto segundo. Al tío le importaba una mierda yo, si me gustaba, si me dolía, si me sentía bien o mal, en lo único que se molesto fue en hacerme sentir como una puta, y lo hizo mucho y con el efecto deseado por él, mientras más puta me hacia sentir más como una puta me comportaba yo.

- Vaya, a la zorra blanquita le gustan las pollas negras ¿verdad? - me decía al oído mientras me taladraba rítmicamente.- ¿Verdad? – insistió al ver que no contestaba tirando me del pelo.

- Verdad – conteste, - me gustan – volví a afirmar al sentir otro tirón de pelo – me gustan las pollas negras – dije esta vez por propia voluntad.

- ¿Quieres más verdad?, puedes tener toda la polla que puedas aguantar, solo pídemelo – la cabeza me daba vueltas, estaba a mil, con un tronco que me tenia abierto el coño a más no poder, pero sorprendentemente quería más.

- Más rabo, si, dame más, todo lo que tengas, rómpeme el coño, ahora no te andes con miramientos, ya soy toda tuya – lo que era capaz de provocar la lujuria. Me tenía totalmente sometida, en ese momento podía hacer conmigo lo que quisiera, y lo hizo.

  • De acuerdo, a partir de ahora ya eres mi putita, y haré contigo lo que me de la gana, y de momento es hora de pagar – asentí como pude, dio un par de golpes con la mano abierta contra la pared de metal.

Casi al momento, se abrió la puerta trasera de la furgo, entrando un tipo, regordete pero grande, inmediatamente, di un respingo y trate de cubrirme, pero no pude, estaba desnuda contra la pared con un rabo dentro me seguía sujetando del pelo y su mano volvió a inmovilizarme.

- Tranquila, - trato de calmarme. – tengo que pagarle el alquiler de la furgoneta, y recuerda que eres mía y le voy a pagar con esto .- me paso la mano por todo el coño mientras me sacaba su polla.

La verdad, es que mis protestas no sirvieron de nada, claro que tampoco proteste con muchas ganas, entre tanto el gordo, ya se había desnudado por completo, el otro me empujo, no muy fuerte, la verdad, colaboré y ande hasta él, me miró de arriba abajo, manoseo mis tetas, me hizo girar sobre mi misma y magreo también mi culo, me sentía como ganado, y eso me excitaba. Dijo algo en algún idioma que no entendí, mire al otro, me saco inmediatamente de dudas.

- dice, que tu no aguantaras, y quiere que si no le satisfaces follarte otro día más. Voy a aceptar, así que mas te vale complacerle .-

El gordo tenia un pollon de record, media como treinta centímetros, y mi mano cerrada a su alrededor no lo cerraba, uff, que caliente estaba, se la agarré, me puse en cuclillas, y ni siquiera pude mamarsela, me tuve que conformar con saborearla a lametones. En vista de que con mi boca poco podía hacer, opte por darme la vuelta y ponerme a cuatro patas.

- vamos, aquí tienes tu yegua, a que esperas para montarla .- no se si entendió lo que dije, pero la postura si.

Se situó detrás, poco a poco y gracias al trabajo que me habían hecho antes, pudo endosármela entera, un vez dentro coloco sus manos n mi cintura y comenzó a taladrarme, fue aumentando el ritmo hasta hacerlo salvaje, soltó las manos, con una me sujeto del pelo, y con la otra me azotaba el culo.

- ¿así te gusta que te monte? Perra . – preguntaba mientras me embestía con furia y me azotaba el culo.

Intentaron hacerme pasar un infierno y lo que consiguieron fue llevarme a la gloria, la follada tan dura a la que estaba siendo sometida, junto con los azotes, me hacían daño, pero solo era físico, en cambio el efecto psicológico de esos mismos actos me proporcionaban un placer inimaginable.

Yo ya ni hablaba, solo gemía o jadeaba, como pude me aferré al rabo del otro, este si me cabía en la boca, así que lo engullí con fruición, el poco a poco se fue sentando en el suelo, y con eso conserve la postura de perra que tanto placer me proporcionaba. Cada arremetida de la polla del gordo me lanzaba hacía delante haciéndome tragar la otra, y a mi cabeza rebotar contra el vientre volviendo a desplazar mi cuerpo en sentido contrario volviendo a clavarme ese enorme trozo de carne que me tenia el coño completamente abierto.

- ¡!Ahh¡¡ sigue así cabrón, dame más polla, que buen rabo tienes hijopu... – no pude terminar la frase por que el otro me volvió a llenar la boca con su tranca.

Estaba agotada y dolorida, pero también encantada y satisfecha, perdí hasta la cuenta de los orgasmos que había tenido. Terminé siendo como una muñeca en sus manos, se cambiaron de postura, comenzó a follarme el otro, mientras el gordo trataba de metermela en la boca, cosa que no pudo lograr, como solo me metió el glande aprovecho para correrse dentro de ella. El más delgado me la sacó, se puso delante mía y como yo estaba de rodillas, descargo toda su leche en mis tetas, bueno en ellas, en el vientre, la cara, por que no vea lo que soltaron.

Me quede sentada totalmente cubierta de semen desde la cara a las rodillas, trataba de recuperarme para vestirme e irme, pero en cuanto ellos terminaron de arreglarse, el gordo cogió mis ropas, y el otro me levanto, me echaron de la furgoneta, tiraron mi ropa contra el capó de mi coche, se me acerco uno, y me dijo que volviese al día siguiente, que tendría más pollas y más pasta para mi, diciendo esto me puso un billete de cien euros sobre una teta quedando este pegado a ella por efecto del corrido de los negros, se montaron en su vehículo y se fueron.

Y allí estaba yo, en medio de la calle desnuda cubierta del semen de los dos desconocidos y totalmente agotada, como empezaba a clarear, me subí al coche, y me puse solo la camisa, me marche a casa, me di un baño de campeonato y me relaje contemplando mi bien ganado billete, tenia que descansar para volver al día siguiente.

Así comencé mi carrera como puta, a los negros es gusta follarse a las blancas de dos en dos o más, y yo era la más dispuesta que tenían, así que e poco mas de seis meses di el salto a los hoteles y ahora un año después voy a estrenar coche, todo pagado con el sudor de mi...

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