Desnudo por los tejados
El primer encuentro con lo prohibido: El exhibicionismo masculino. La primera de mis muchas peripecias desnudo frente al mundo.
Este relato puede parecer algo exagerado, increíble, imposible,pero lo cierto es que todo lo que cuento a continuación es cierto... y el protagonista soy yo mismo.
Para quienes no estén familiarizados con el término "exhibicionista"(que serán muy pocos) he de informarles que se refiere a la "desviación sexual" consistente en la excitación propia basada en mostrar los genitales en público y a personas desconocidas sin su consentimiento.Esto,que puede parecer simple y obvio,se torna en mi persona en algo más amplio y imaginativo.La simple muestra de algo fláccido y poco estético queda lejos de mis correrías.
Pero no quiero demorar más mis experiencias que,espero,os hagan como mínimo sonreír y como máximo excitaros tanto como yo me excité al cometerlas.
Hace no sé cuántos años,aburrido de masturbarme en solitario acompañado de viejos cómics y revistas de moda,se me ocurrió una nueva forma de superar la barrera del atrevimiento.Aprovechando las largas ausencias de mis padres,que iban casi a diario a una pequeña parcela de nuestra propiedad,mi casa se convertía en un pequeño palacio del placer.Lo normal era que anduviera desnudo por la casa o cubierto solo por una amplia camiseta.De este modo ocurrió todo.
Aquel día hacía sol.Después de un ligero almuerzo subí las escaleras que conducían a mi azotea a recoger la ropa tendida.Como era habitual,me encontraba solo en casa,y mi única prenda era una larga camiseta que me cubría lo justo.Mientras recogía la ropa de los cordeles,al alzar los brazos,la camiseta dejaba al aire mis genitales.Despreocupado completamente de que algún vecino pudiera verme,comencé a sentir la cálida caricia del sol en mis partes más sensibles.
Era domingo.Sabía que los vecinos se habrían marchado de viaje.Dejé el barreño de ropa en el suelo y miré alrededor :la azotea vecina vacía ,la de más allá con ropa tendida...Me apoyé en la pared encalada,caliente por el sol y comencé a tocarme.Mi pene empezaba a animarse.Sentía un morbo añadido que nunca antes había sentido.Si.Era el aire libre.El sol.El viento.Mi cuerpo a la vista de la Creación.
Cada vez más encendido,decidí desvertirme del todo.El pene se mostraba ya semirrígido,quedando el escroto colgando como una deliciosa bolsa cárnica.Los primeros líquidos preseminales emanaban ya,impregnando mi mano cuando,de pronto,la vi.
Me observaba tras unas sábanas colgadas.En su ingenuidad creía que no la veía.¿Desde cuándo me espiaba ?La sensación de ser observado aumentaba mi calentura.Dos casas más allá,en una azotea,una chiquilla me miraba,callada,expectante ante algo nuevo.Intenté ponerme en su situación y traté de imaginar cómo me veía.No debía tener más de seis o siete años,así que el espectáculo debía ser nuevo para ella.Mi excitación iba en aumento al ver que,lejos de azorarse,parecía perder la timidez y se acomodaba sentada en su escalera.
No podía dar crédito que aquello pudiera estar sucediéndome.Estaba siendo observado con evidente curiosidad por una bella nínfula.Nunca me habían llamado mucho la atención las niñas pequeñas,pero ésta despertó en mi instintos que creía no poseer.Ante su mirada perpleja continué con mi autocomplaciencia,haciendo crecer aún más mi enrojecido pene.Sentía palpitar las venas que lo irrigan en la palma de mi mano,clamando más y más sangre.
La experiencia en la masturbación me había proporcionado gran control sobre la eyaculación.Aquello ya duraba casi tres cuartos de hora.La chiquita se incorporaba,se sentaba,bajaba las escaleras,volvía a subir.Parecía realmente interesada en lo que estaba haciendo aquel chico vecino suyo.Realmente,no se qué habría ocurrido si no nos hubiesen separado dos casas.Estábamos los sucifientemente cerca para vernos con detalle,pero desgraciadamente lejos para un contacto.La tarde estival caía lentamente y la luz se retiraba.Tras casi dos horas de continua masturbación ocurrió lo increíble :invitó a una amiga.
Mi atrevimiento llegó a tal punto que subí varias veces las escaleras de mi segunda azotea,la más alta,para poder ser mejor divisado por la niñas,arriesgándome a ser visto por alguien indeseado.Pero eso no ocurrió y me mostré a ella en las posturas más indecentes.Su curiosidad no conocía límites y yo intentaba satisfacerlas.La otra "voyeur" tendría la misma edad que su amiga y la misma insaciable mirada.Ante aquellos dos pares de ojos me mostré con desvergüenza,lascivamente,frotando mi piel contra las calientes losetas del suelo.Incluso me introduje en el ano la manilla de un viejo grifo de la pared de mi azotea.
La mirada atónita de las púberes me hacía arder,encendiendo en mí una llama que difícilmente podrá apagarse.Descubrí ese día el placer del exhibicionismo,pero en su vertiente más erótica,menos patológica que a lo que estamos acostumbrados.Sin duda aquellas niñas disfrutaban del espectáculo que les ofrecía.Me sería imposible relatar aquí con detalle todas las variaciones y tocamientos a los que me sometí aquella tarde.Sus pequeños ojos vieron como me introducía uno o dos dedos en mi ano,para luego llevarlos a la boca.Vieron como me excitaba golpeando inmisericorde mi polla contra los barrotes de la barandilla,haciéndola casi sangrar.Me observaron atentamente mientras me retorcía mis huevos,sintiendo un casi dulce dolor...
Una ansiada eyaculación puso fin a aquella sesión.Las dos niñitas disfrutaron de mis estertores finales,mientras la leche salía expulsada manchando las rojas baldosas de adobe.Casi a continuación,extrañamente,una voz de mujer mayor llamó a las niñas.Las dos se miraron y rieron,mientras bajaban las escaleras murmurando sus cosas.
Después de aquel día intenté repetir la experiencia en varias ocasiones,pero la chiquilla pareció perder el interés y no volvió a jugar en la azotea.Desde aquel día de verano,mi sexualidad cambió.Me aficioné a lo peligroso,lo atrevido,me aburría lo común.Buscaba sitios solitarios donde mostrarme,casi siempre ante nadie,sólo ante el sol.Así hasta hoy.Las ocasiones son cada vez más escasas,aunque cuando la libido clama...
Sevilla,15 de febrero de 2003