Desnudas y humilladas (1)

Sandra y Leyre se disponen a volver a España después de unas vacaciones en Tailandia pero todo se truncara en el aeropuerto y les cambiará completamente sus vidas

Desnudas y humilladas

Desnudense y metan sus ropas en esa bolsa. Nos dijo un guardia en un inglés casi tan malo como el nuestro a Sandra y a mi en una sala de aspecto tétrico y delante de otros dos guardias más.

Lo que había comenzado como un viaje de placer de dos amigas, en ese momento se estaba convirtiendo en una pesadilla. No era capaz de saber cómo habíamos llegado a esa situación solo se que todo empezó a torcerse cuando emprendiamos el viaje de vuelta a España, tras 15 días en las paradisíacas playas de Tailandia y al pasar el control de Seguridad en el aeropuerto de Bangkok a Sandra se acercaron varios guardias tras el aviso de uno de ellos y cuando la preguntaron si viajaba sola les indicó que iba con su amiga Leyre. En ese momento otros dos guardias se acercaron a mi y nos trasladaron en un furgón al edificio en el que ahora nos encontramos.

Sandra y yo nos miramos aún en shock sin saber que hacer.

  • No se lo vuelvo a repetir, quitense la ropa ya. Dijo el guardia esta vez en tono enfadado y frunciendo el ceño.

Nos desnudamos ante la atenta visión de los tres guardias presentes en la sala, metimos las ropas en la bolsa y nos abrazamos la una a la otra en un intento de proteger nuestra intimidad de las miradas lascivas de aquellos guardias.

Uno de ellos, se acercó a nosotras, cogió la bolsa con nuestras ropas y salió de la Sala. Sandra y yo continuabamos abrazadas y asustadas mientras los dos hombres que habían quedado en la habitación continuaban impasibles. A los pocos minutos volvió el guardia que se había llevado nuestras ropas junto con otro guardia más.

  • Buenos días.

El guardia que acababa de venir hablaba algo de español.

  • ¿Como se llaman ustedes?, nos pregunto

  • Yo soy Sandra y ella es Leyre. Sandra contestó por ambas ya que yo no era capaz de articular palabra.

  • Muy bien, Sandra y Leyre, entiendo que saben ustedes por que están detenidas verdad?

  • No señor, no lo sabemos y queremos que nos acompañe un abogado y que nos devuelvan nuestra ropa.

  • Aquí las órdenes las damos nosotros, contestó taxativamente, ni va a venir un abogado ni vamos a traerles sus ropas. El delito de tráfico de drogas es lo suficientemente grave para que vayan a pasar el resto de sus vidas en la cárcel.

Al oír esas palabras yo comencé a llorar desconsoladamente mientras Sandra intentaba hacer entrar en razón a los guardias.

  • En ningún momento hemos traficado con drogas, aquí hay una confusión.

  • Siempre dicen lo mismo todas las personas que detenemos pero la droga encontrada es una prueba irrefutable, ahora por favor pónganse mirando aquella pared con las manos estiradas y apoyadas en la pared y las piernas abiertas, vamos a revisar que no lleven más droga en su interior.

Tanto Sandra como yo hicimos lo que indicó el guardia y vimos cómo otro de los guardias se colocaba unos guantes de látex para revisarnos.

Comenzó conmigo tocándome todo el cuerpo desde los pies hasta la cabeza sin dejar ninguna parte de mi cuerpo por tocar y a continuación hizo lo propio con Sandra. La situación era totalmente humillante, nos estaba sobando mientras los otros tres guardias no perdían detalle.

A continuación nos pidió que nos diéramos la vuelta y pusiéramos nuestras manos en la nuca, así lo hicimos y me hizo ponerme en cuclillas, abriendome bien de piernas, entonces introdujo sus dedos uno tras otro en mi vagina comprobando que no llevará ninguna sustancia. Cuando pasó a Sandra ya no tuvieron que decirle nada porque ella iba adoptando las posturas que me había visto a mi.

Después nos pusieron a cuatro patas y con el culo en pompa, el guardia fue introduciendo sus dedos por mi ano sin ningún miramiento, yo grité de dolor pues era la primera vez que me penetraban por el culo. Pude observar la cara de Sandra cuando le tocó el turno, sin ninguna duda, para ella también era la primera vez que alguien penetraba su bonito culo y sus gritos fueron de mayor intensidad que los míos.

Cuando acabaron me abracé a Sandra, en ese momento era yo la que intentaba consolarla a ella después del momento que había vivido.

Entró en la sala un nuevo guardia con varias esposas y se dirigió hacia mi, me esposó las manos por delante del cuerpo al menos de esa manera podía taparme un poco mis partes íntimas, a continuación hizo lo mismo con Sandra y después cogió el último juego de esposas y las colocó en mi tobillo izquierdo y el tobillo derecho de Sandra. Al menos pensé que no nos separarían.

Salimos de la sala, detrás de dos de los guardias y detrás de nosotras iban los otros tres. Las esposas que nos habían puesto en los tobillos no tenían casi cadena por lo que era muy complicado andar ya que teníamos que mover los pies Sandra y yo acompasadamente para poder avanzar. Pasamos por una sala en la que había varios guardias más que aprovecharon para mirarnos de arriba a abajo, ambas caminabamos con la cabeza agachada tratando de pasar la mejor vergüenza posible. Uno de los guardias abrió una puerta que daba a un pasillo en el que había a ambos lados 4 puertas con una ventanilla con barrotes, claramente eran celdas, cuando pasamos por las primeras pudimos comprobar que en ellas había varias chicas, paramos en la tercera puerta de la izquierda, nos metieron dentro y por suerte nos quitaron las esposas.

Cuando nos quedamos solas comenzamos a llorar desconsoladamente mientras nos acariciabamos en señal de afecta e intentando consolarnos mutuamente.

  • Sandra, dime la verdad ¿llevabas algo en tu equipaje?

  • No Leyre, no llevaba nada. No se porque nos hacen esto.

Las dos nos abrazamos y llorando gritaba, no quiero pasarme el resto de mi vida aquí encerrada.

Tras unas horas un guardia abrió la puerta y dejó una bandeja con dos cuencos de algo parecido a una sopa. Nos los bebimos pues llevábamos todo el día sin comer y por un pequeño agujero que tenía la celda sabíamos que ya era de noche. El caldo asqueroso a mi me dieron ganas de vomitar y no fui capaz de acabarmelo.

  • Esto está asqueroso.

  • Bebetelo Leyre, no sabemos si mañana nos daran de comer...

  • No, no tomaré más.

Me levante del colchón y me acerque al agujero que había en el suelo, me puse en cuquillas y orine. Nunca se me había pasado por la cabeza tener que orinar en un sitio con unas condiciones higiénicas tan deficientes.

  • solo tenemos un colchón Sandra, ¿te has dado cuenta?

  • Si, ya me fijé, tendremos que dormir juntitos, dijo Sandra.

Nos echamos sobre el colchón y era demasiado estrecho para las dos por lo que nos juntamos bien juntitas y a pesar de tener que pasar de esa incómoda manera la noche, yo había sentido una sensación muy placentera cuando mis pechos entraron en contacto con los de Sandra, notar sus pezones bien erectos sobre mi piel por unos momentos me hizo olvidar la situación tan humillante en la que nos encontrábamos. Con el pie comencé a acariciar la pierna de Sandra y vi que ella me respondía con un ligero cosquilleo con sus manos sobre mi espalda.

Ninguna de las dos descansamos en condiciones y cuando los guardias comenzaron a despertarnos calcule que no serían aún las seis de la mañana por la oscuridad que aún había.

Nos hicieron salir de la celda, allí había otras ocho chicas todas ellas desnudas como nosotras. Pude observar que las únicas europeas éramos nosotras dos, el resto todas tenían rasgos asiáticos y posiblemente fueran nacionales.

Comenzaron a andar en fila de a dos y nosotras hicimos lo mismo. Me extrañó que no nos esposaran, pasamos por delante de la sala donde se encontraban los guardias y terminamos en un patio con muros de más, de dos metros, allí nos pusimos una tras otra y comenzaron a echarnos agua con una manguera. Cada chica comenzaba a frotar el cuerpo de su compañera de celda y Sandra al verlo comenzó a hacer lo mismo con el mío. El agua estaba muy fría y por mi mente solo pasaba el hecho de si esa sería la ducha diaria en invierno moriría congelada. Tras unos minutos el guardia grito una palabra que ni Sandra ni yo entendimos y vimos cómo el resto de chicas cambiaban y empezaban a frotar el cuerpo de la compañera. En ese momento yo empecé a frotar el cuerpo de Sandra, mientras Sandra me había tocado sentí un gran placer pero el acariciar yo su cuerpo también me producía un agradable cosquilleo por todo el cuerpo y si no hubiera sido por la situación creo que la habría besado.

A los pocos minutos cortaron el agua y vimos cómo empezaban a correr en círculos por el patio, nosotras hicimos lo mismo para intentar secarnos cuanto antes. Nos tuvieron dando vueltas en el patio calculo que media hora antes de llevarnos de nuevo a nuestras celdas donde había una bandeja en el suelo con el desayuno.

  • Espero que nuestras familias nos encuentren pronto Sandra.

  • Yo también Leyre. Esto es degradante.

A media mañana los guardias vinieron a por Sandra y a por mi, nos esposaron y nos llevaron a un furgón, no sabíamos donde nos trasladaban pero ambas nos temíamos que fuera a un sitio peor.

Tras más de una hora de viaje la furgoneta paró cuando salimos de ella estabamos ante un edificio que sin duda era una cárcel. Nos bajaron de la furgoneta y nos metieron en una sala donde nos hicieron fotos de frente, de espaldas de costado primero a Sandra y luego a mi. A continuación nos quitaron las esposas y volvieron a hacernos las mismas fotos, en la Sala había cuatro guardias y todos nos observaban atentamente. Una vez terminadas las fotos nos llevaron a una sala contigua allí nos recibió un hombre con bata blanca en la que sin duda era la Sala médica de la cárcel. Nos pesaron, midieron y nos hicieron un reconocimiento completo, fue la segunda vez que nos hicieron una exploración vaginal y anal en profundidad, nuestros gritos se debieron oir en toda la cárcel.

Tras acabar la exploración cruzamos distintas salas hasta llegar a la zona de las celdas, las celdas estaban cerradas por barrotes por lo que todas las presas nos veían al caminar y gritaban sin que Sandra ni yo entendíéramos lo que decían. Al final abrieron una de las celdas y nos metieron a las dos. En esa celda había otras cuatro chicas y solo dos colchones, el hacinamiento era grande y yo ya empezaba a echar de menos la celda en la que nos habían tenido hasta entonces.

Las chicas estaban sentadas en el suelo y nos miraron con mala cara como si se sintieran invadidas por extrañas. Sandra dijo buenos días en inglés pero ninguna de ellos contestó.

  • Creo que ninguna nos entiende Sandra, le dije.

  • Eso parece, son todas locales y solo hablaran su idioma nativo.

Les hicimos ambas una inclinación de cabeza a modo de saludo y nos sentamos también en el suelo.

Yo flexioné las rodillas y agaché la cabeza sobre ellas y comencé a llorar. No podía aceptar que ese fuera nuestro destino para el resto de nuestras vidas. Enseguida una de las chicas de la celda al verme llorar se acercó a mi y comenzó a acariciarme tratando de consolarme, en los dos días que llevábamos presas habia comenzado a sentir algo cada vez que una mujer acariciaba mi cuerpo.

  • Lee, dijo la chica señalandose a si misma e indicado que ese era su nombre.

-Leyre, le dije haciendo el mismo gesto y después señalando a Sandra le dije Sandra

Pasamos el resto del día sin salir de la celda donde nos trajeron algo de comida y bebida dos veces. La comida era tan mala como la del día anterior y cuando ya apagaron las luces en señal de que era hora de dormir yo me eche en un colchón y quedé justo en medio de Sandra y de Lee. Daba la sensación de que Lee tampoco entendía el idioma de las otras tres chicas y por esa razón enseguida se junto con Sandra y conmigo. Las tres estabamos muy apretadas ya que el colchón no era amplio y yo al estar en medio mis pechos quedaban en contacto con los de Sandra y sobre mi espalda notaba los pezones de Lee. En esas condiciones iba a ser difícil conciliar el sueño y más aún cuando Lee me echo su brazo por encima y comenzó a tocarme el culo en un primer momento y después fue buscando mi zona íntima, yo no sabía que hacer pero aquello me excitaba muchísimo.

  • Sandra cuchichee

  • Que te pasa Leyre

  • Lee me está metiendo mano ¿que hago?

  • Pues si te gusta dejate.

Y claro que me gustaba por lo que según buscaba Lee mi vagina y comenzaba a introducirme un dedo yo comencé a tocarle los pechos a Sandra que también se dejó hacer.

Sandra se abalanzó sobre mi besandome apasionadamente y Lee comenzó a acariciar mi clítoris de manera continuada hasta que no pude más y comencé a gritar hasta que tuve el orgasmo. El ruido hizo que los guardianes encendieran la luz y abrieron la puerta de nuestra celda y nos sacaron a Lee, Sandra y a mi, mientras el resto de condenadas nos miraban ya que todas habían sido despertadas.

Nos condujeron hacia el patio y un vez allí jos llevaron a la parte trasera del edificio donde había varias jaulas, abrieron una de ellas y uno de los guardias hizo un gesto para que entrasemos. Lee se metió rápidamente y el guardia volvió a hacer el gesto y yo miré extrañada a Sandra porque en esa jaula Lee ya estaba muy apretada ni podía levantarse como para entrar otra persona más.

El guardia volvió a hacer el mismo gesto a la vez que emitía un gruñido y entonces di un paso y me coloque dentro de la jaula como pude tras ello el guardia gestículo a Sandra para que se metiers también y según intento entrar los guardias comenzaron a empujarla para poder cerrar la puerta. Quedamos en una situación en que ninguna de las tres nos podíamos mover, yo tenía un pecho de Lee pegado a mi cara, la espalda clavándome los barrotes de la parte superior de la celda y Sandra apoyada sobre mi trasero. Lee al entrar la primera estaba más o menos sentada y con los pechos sobre mi y Sandra la pobre tenia mi trasero prácticamente en su cara y sus manos las sujetaba sobre mis muslos.

Cuando se fueron los carceleros le dije a Sandra.

  • No aguantaremos mucho asi o nos sacan pronto o me va a dar algo.

En ese momento Lee empezó a hablar en inglés.

Hola Leyre, hola Sandra. Mi nombre es Lee

  • Hola Lee, le respondí, ¿porque no nos hablaste antes?

  • Prefiero no decir nada delante de las otras tres chicas, no son de fiar.

  • ¿Cuanto llevas encerrada? ¿Cuando nos van a sacar de aquí?

  • Llevo casi 15 años en esta cárcel

  • Que me estás diciendo, le dije poniendo cara de susto.

  • Leyre, todas las chicas que estamos en esta cárcel, lo estamos por tráfico de drogas y nunca más tendremos libertad, los primeros años son difíciles pero a partir del 4-5 año ya te vas acostumbrando y la cosa es más llevadera.

Comencé a llorar amargamente a mis 28 años no podía creer que no me fueran a sacar nunca de esa cárcel, aunque tenía el ejemplo de Lee que llevaba encerrada desde los 16.

  • ¿Y de aquí? Cuando nos van a sacar? No aguanto más en esta posición y tengo el trasero de Leyre en la cara...

  • Aquí nos tendrán una semana para cumplir el castigo por lo que hemos hecho en la celda. Es duro, sobretodo la primera vez como es vuestro caso, prácticamente no se puede dormir, te tienes que hacer todo encima y si eso es poco el fin de semana para humillarnos un poco más suben la jaula a una pick up y nos dar un paseo por el pueblo para que todo el mundo salga y nos insulte.

  • No le digas eso, le decía mientras se me caian las lágrimas.

  • Traquila Leyre, nos tienes a Sandra y a mi, dijo Lee mientras comenzó a mover su mano buscando mis pezones.

  • Esta vez el clítoris de Leyre para ti Sandra que te pilla más cerca y ambas comenzaron a provocarme desde las posiciones inverosímiles en las que nos encontrábamos.

Parad o gemiré de nuevo y eso no hará más que complicarnos aún más las cosas, pero Lee y Sandra continuaban hasta que no pude más.

Por suerte, desde el edificio no nos escucharon y nadie vino hasta la jaula en la que nos encontrábamos.

Pasaron las horas y no aguantaba más cuando comenzó a amanecer.

  • No he dormido nada, les dije a Sandra y Lee.

  • Ninguna lo hemos hecho Leyre, es parte del castigo el meternos en jaulas sin espacio para que no duermas mientras dure el mismo.

  • ¿Pero como voy a estar así siete días? Si ya hay partes de mi cuerpo que no siento

  • Te acostumbraras Leyre, ya lo veras.

  • Además necesito ir al baño.

Lee río, ya puedes hacerlo aqui, no creo que aguantes siete días

  • Pues no aguanto más, siento si os salpico... Sandra se salvó por estar detrás pero no quería pensar que pasaría cuando tuviera que hacer mis otras necesidades, mientras que a Lee le salpiqué bastante pero me miraba con cara sonriente.

  • ¿Cuantas veces has estado castigada en estas jaulas Lee?

No podía creer que en la situación que estábamos estuviera sonriendo.

  • No lo se Leyre, perdí la cuenta pero las suficientes para estar acostumbrada a todo lo que vamos a pasar en los próximos siete días. Ya te aviso, lo próximo dentro de un par de horas cuando el sol empiece a calentar y a quemarnos y veras los barrotes como abrasan.

Yo tenía toda mi espalda pegada a los barrotes y lo que dijo Lee me comenzó a asustar.

  • Lo siento chicas no aguanto más, dijo Sandra y al momento comenzó a mear como si no hubiera un mañana.

No lo podía creer unas vacaciones espectaculares y ahora me encontraba en una jaula, desnuda, meada, humillada al completo y para toda la vida.

El sol empezaba a calentar y aquello era insoportable, los barrotes abrasaban y las tres buscábamos una posición que pudiéramos descansar algo.

Me sorprendía Lee que a pesar de todo aquello continuaba juguetona buscando siempre con sus manos introducir algún dedo en Sandra o en mi.

Solo nos acercaron comida una vez en todo el día, al finalizar el día entre las orinas, el sudor de estar todo el día al sol la sensación de suciedad y el olor eran nauseabundos.

Aquella situación era insostenible, habían pasado tres días y solo recibíamos comida una vez al día y un fuerte manguerazo a primera en forma de ducha. Pero ese día acercaron un camión y Lee nos dijo

  • Hoy nos van a pasear por el pueblo. Ahora nos subirán al camión y la gente saldrá a vernos, insultarnos y humillarnos.

Y así fui, subieron la jaula con la pluma del camión y este salió de la prisión, tras cinco minutos entramos por las calles de aquella ciudad y el camión comenzo a tocar el claxon de forma insistente. La gente se daba prisa por salir de las casas y comenzaban su insultarnos, nos tiraban cubos de agua, huevos, cualquier cosa que tuvieran a mano.

Tras más de media hora paseando por las calles el camión paro en una plaza donde se agolpaba mucha gente y donde había un pequeño escenario.

  • Ahora seremos expuestas en ese escenario, dijo Lee. Nos ataran una cuerda se las muñecas y nos tendrán así durante todo el día, al menos podremos estirarnos y después de esto finalizará nuestro castigo y nos devolverán a la celda.

Tal como dijo Lee así fue, abrieron la puerta de la jaula y a Sandra la tuvieron que sacar arrastras, ya que no era capaz de moverse de llevar tantos días en la misma posición, después me tocó a mi y por último a Lee, los guardias tenían que cargar con nuestros cuerpos ya que las tres estabamos totalmente paralizadas. Nos ataron las muñecas con unas cuerdas y las sujetaron a un hierro que habían colocado unos dos metros por encima del escenario y tensaron las cuerdas hasta que quedamos con los brazos completamente estirados y de puntillas. No era capaz de sentir mi cuerpo y no sabía cómo aguantaría en esa posición, en ese momento nos dieron otro manguerazo para limpiarnos toda la suciedad que llevábamos de lo que nos había lanzado la gente y a partir de ese momento comenzó a subir la gente al escenario y durante horas fuimos tocadas e insultadas por cientos de personas, tanto mujeres como hombres y algunas de ellas prácticamente niños.

  • Ya no sabía que otras humillaciones íbamos a sufrir. Llevábamos alrededor de diez días encarceladas injustamente y habiamos sufrido todo tipo de castigos y humillaciones, solo pensar que no pudiéramos salir de allí en toda la vida me hacía hundirme, ya casi me daba igual el que la gente me viera desnuda había perdido toda la dignidad.