Desnudando a Carlos (CARTUZ) Cap. 8

Pasó mas de lo que pensaba, experimente nuevas facetas pero el final no me gusto.

Disculparme por cambiar el nombre de la usuaria, pero no sé porque no me deja escribir con la anterior cuenta. Mi correo electrónico sigue siendo el mismo.

Llevábamos varios días sin tener contacto con Carlos. Tiano si tubo un correo de carácter profesional. No había recibido ningún tipo de respuesta. Hasta que un día me llego un correo, leéis bien un misero correo, nada de un wasap y voy a hacer un corta y pega de el para que sea lo exacto que es. “Si quieres, el viernes vente por la tarde. ¡OJO! si vienes harás todo lo que diga sin rechistar y al primer NO, se acabó todo. Tu respuesta la sabre mañana, no quiero ninguna por aquí”. Ver un correo de él, me causo distintas sensaciones. Excitación, nerviosismo, alegría y eso sin abrirlo. Una vez que lo leí, seguí con los mismos sentimientos y se añadieron alguno más, que podían ser contradictorios. Me quede pensando, estaba segura de que algo le tenía contrariado, algo le había trastocado y el correo me estaba diciendo, ven que vas a pagar mi contrariedad. No me importaba y me excitaba, no lo voy a negar.

Lo primero que hice fue llamar a mi marido, en ese momento no me podía atender, lo que me llevo a contestar a Carlos. Lo hice por el chat, esto le puse, “Acepto, no hay ningún problema. Ahora bien me tienes que dar tu palabra de honor de que me dejaras hablar una hora sin interrumpirme y me contestaras al acabar a cinco preguntas que te haga con total sinceridad y sin medias tintas” me contesto con algunos Jajajajaja, y no quería comprometerse. Hubo un compromiso parcial y con eso me tuve que conformar. A mi marido se lo conté todo, incluyendo mis pensamientos. No había nada que ocultar. Una vez mas me apoyaba en lo que decidiera y me recalco una cosa, que eso de lo que quería hablar con él y las preguntas, que no lo veía nada bien, porque el sí sabía lo que tenía pensado. Me había quedado satisfecha en cierta medida, por haber conseguido ese pequeño compromiso y por contestarle aunque me había dicho que no lo hiciera.

En mi casa tuve una larga con mi marido, que me animaba a que fuera si es lo que quería pero me insistía en que podía ser un gran error lo que tramaba con lo que quería decirle a Carlos. Era muy consciente de que podía ser una pésima idea, pero necesaria. Dos personas tendrían que oír lo que tenía que decir, Carlos y otra persona que no conozco, lo ideal sería que estuvieran las dos juntas. De momento seria solo él y aunque pudiera molestarle, seguro que después me entendería, como sería su enfado? Todo estaría en el momento que habláramos, tenía que ser el momento justo.

El viernes fui en mi coche, la entrada la abrió Irene, llegue a la entrada de la casa. Baje la maleta y entre en la casa. Nos saludamos Irene y yo, le pregunte por Carlos diciéndome que estaba en la piscina, le pregunte que como esta de humor y me dijo que le veía bien. Me encamine hacia la piscina y nos saludamos, estaba desnudo y ya eso me dio un buen subidón. Lo primero que me dijo que para que esperar que era todo oídos para eso que le tenía que decir. Ese no era el momento y le dije que hasta el lunes había tiempo. Le deje con sus pensamientos porque iba a hacer una paella, que sé que le gustaba y ya que siempre cocinaba él. Me fui a la casa, me cambie y cuando baje a la cocina Carlos estaba allí. Mientras intentaba hacer la paella, Carlos no paraba de meterme mano y eso me desconcentraba y tuve que ponerme seria. En los postres, le tire ficha a Carlos, de manera que Irene que comía con nosotros no se diese cuenta, pero debía de haber sido muy sutil, que Carlos no se enteró. Pase de querer echar una “siesta” a irme a la piscina.

Irene se vino conmigo a la Piscina y Carlos se quedó leyendo un libro. Irene se quedó en top-les nada llegar a la piscina y por no ser menos lo hice también. Quería tomar el sol, me tumbe y ella se quedó sentada, quería hablar conmigo. Me recordó la famosa conversación que quiso tener la última vez y estaba atrapada, quisiera o no quisiera la iba a tener.

*No sé cómo empezar. Me gusta hablar esto contigo porque se ve que eres distinta a las demás.

*No te creas todas somos más o menos iguales.

*Lo he pasado muy mal. Tenía un novio, que era muy egoísta en todo. Sobre todo en la cama. Nada mas pensaba en quedarse el satisfecho. A mí que me dieran.

*Eso suele pasar y la mejor solución es sentarse y hablarlo.

*Pues eso fue lo que hice y donde empezó mi calvario.

*Y eso?

*Porque el dije que no acababa nunca y que em gustaba un poco más de tensión, que fuera un poco más agresivo. Y perdona, como a ti que vi cómo te pegaban en el culo y como me puse, me puse malísima, que suerte la tuya.

*No está bien espiar a las personas. Ya está hecho. No es malo el ir probando cosas.

*Pues lo fue contando por todos los sitios, que estaba loca, que era una guarra y que quería que me pegaran. Tuvimos que poner una denuncia y todo para que parara. Solo he conseguido llegar haciéndolo sola.

*Eso que no te preocupe, encontraras a quien te haga llegar una y mil veces.

La conversación fue más larga y se ofreció cuando me di la vuelta a ponerme protección y ya de paso darme un masaje, no quería pero se empeñó y no acepto el no que le había dicho. Al principio era todo muy normal, Irene seguía hablando de sus desventuras y sus manos estaban en mis hombros y mi cuelo y la verdad que me relajaban. Se fue a mi espalda y de vez en cuando sus manos bajaban por mis costados hasta algo más que rozarme los pechos. En un primer momento no le di más importancia porque pensé que lo hacía sin malicia. Me estaba excitando y no quería, por eso le dije que seguro que ya estaba bien y ella me dijo que no, que faltaban las piernas. Pies y gemelos, me venía muy bien, paso a los muslos y otra vez empecé a sentir algo que me preocupaba, lo lograba controlar. Me aparto la braga del bikini, la metió entre mis nalgas y me amasaba de una manera nada inocente. Me debatía en mandarla a paseo, o dejar que acabara y no ofenderla, no quería que conmigo se sintiera como con la gente de su pueblo.

Sus dedos acariciaban algo más que las nalgas, había tenido mucha habilidad y me había dejado al descubierto, tanto que pude notar sus dedos introducirse dentro de mí, que estaba super excitada. Me deje llevar, no tenía fuerzas para retirarme y recobre la cordura, cuando sentó que me besaba y mordía el culo. Me levante y me fui para la casa. Me puse la toalla alrededor mientras caminaba. Quería irme a mi habitación, ducharme o follarme directamente a Carlos. Le vi leyendo su libro, me iba a subir cunado se puso a hablar conmigo y acabó metiéndome mano, pudiendo ver que estaba mojada, muy mojada. Necesitaba lo que necesitaba y esta vez no fui nada sutil. Le invite a que subiera a frotarme la espalda en la ducha. Baje y me senté cerca de él, él se movió y vino junto a mí y empezamos a besarnos y a tocarnos. Estaba ya a punto y va y se para. Me cabreo y se lo digo, hasta le llame cabrón porque me hizo gruñir y se lo dije. Con mucho sarcasmo me dijo, “TU NO TIENES NI PUTA DE IDE DE LO QUE ES GRUÑIR” sentí como si lo hubiera dicho con desprecio.

Me fui a sentarme fuera, esperaba que viniera disculparse, no sé de qué exactamente ero que viniera y va y aparece Irene, la que em faltaba, la veía y me daba hasta vergüenza. Me fui para mi habitación. Me puse a escuchar música, estaba sentada en la cama y tenía hasta un tic nervioso que me da en la pierna cuando estoy malhumorada. No me enteraba de la música. La puerta se abrió, no sé si había llamado, porque con la música no oía. Me fije en lo que traía, correas y otros de sus juguetitos. Me puse en plan digna y le espete que no me iban los machos alfas y que se podía ir por donde había venido, que no íbamos a tener nada en ese momento. Vino hacia mi sin soltar palabra, se sentó abrió una de las correas, la paso por mi muñeca, la apretó y luego el otro extremo lo ajusto al cabecero de la cama. Me veía tonta, le insultaba le decía de todo, pero dejaba que me atara. Ya tenía los dos brazos bien amarrados. Me puso un antifaz y trate de quitármelo, fue cuando tiro de mi como si fuera una pluma y deje de estar sentada para estar acostada.

El muy cabrón con unas tijeras empezó a cortarme la camiseta, me cabreo bastante pero cuando lo hizo con el sujetador le dije lo más fuerte. Este tío al final me iba a dejar sin ropa. Con las bragas hizo lo mismo y era un conjunto de lencería que me gustaba mucho. Quería estar muy cabreada para que se diera cuenta de que no me había hecho gracia lo de mi ropa interior, el muy ladino sabía que cuando me lamiera se me pasaría y por eso, metió sus cabeza entre mis piernas. Me lamia y mordía suavemente los muslos y me llegaba su aliento a lo más profundo. Ahí estaba ya derrotada y él lo sabía.

Una vez mas me dejo a medias, me dio la vuelta y pude oír unos azotes, me preocupe y era el muy cabrón, que se daba con la “raqueta” esa que usaba en la mano, para ponerme nerviosa y sí, me daban escalofríos de placer esperando sentirla, aunque más me excitaría sentir sus manos. Me dio varios azotes y mi culo estaba ardiendo, empezó a lamerme y esta vez lo note más suave, más comedido y me comía de distinta manera. Me daba una de cal y otra de arena. Paro y me volví a cabrear hasta que me empezó a lubricar el trasero, ya sabía lo que me iba a pasar y se me hacia la boca agua. Hace nada me daba miedo el sexo anal y ahora me estaba volviendo adicta a él, o mejor dicha a como me lo hacía Carlos, porque mi marido lo hacía pero no con el talento y habilidad de Carlos.

Me soltó una mano y quería que yo me sentara dándole la espalda, le dije que prefería estar boca abajo. Paso de lo que le decía y me levanto con la facilidad de siempre, me puso su polla en la entrada de mi culo y fui metiéndomela yo sola. Era pura fascinación, notar como me abría por dentro, como notaba ese calor que despedía y como se fundía en todo mi cuerpo. El mayor placer que me podían dar era el momento en que voluntariamente me dejaba caer para notar la parte final entrar de golpe. Me contoneaba y me movía follándole yo a él. Hubo un movimiento en la cama que me desconcertó y cuando quise darme cuenta alguien me estaba lamiendo el clítoris. Me cabree me la habían jugado bien. Pedí hasta la súplica que no, me lo hicieran, pero hasta yo no me oía convincente, porque me afloraba mis gemidos. Irene tenía muy buena lengua y ya me deje llevar. Al final era más que obvio que me estaban dando mucho placer, porque mi primer orgasmo fue sonoro, pero el segundo fue más allá de la sonoridad. Me quede extasiada. Carlos se quitó el condón y se acercó a mi boca, le hice una mamada, la mejor hasta el momento, estoy segura de ello y mientras Irene me sobaba las tetas, se corrió en mi boca y cunado lo vio Irene sin pensárselo me dio un buen muerdo, pasándole parte de la corrida y estuvimos un montón de tiempo haciéndolo. Nuestro primer beso entre mujeres y a costa de la corrida de Carlos.

Me dejo sola, con mis pensamientos mis comeduras de cabeza. Se fue a hacer la cena y me pidió que le echase una mano. No tarde mucho en bajar, darme una ducha, cambiarme de ropa y bajar. Estaba que no sabía que decir, que pensar. Carlos estaba con su música, su copa de vino y otra ala lado para mí y tan organizado como siempre para cocinar. No dejaba nada al descuido. De qué hablar en una situación como es, que tal me has visto con una jovencita comiéndome el parrus, ha estado bien?, era un poco cortazo. Hasta en eso se dio cuenta y me empezó a hablar de lo que pensaba cocinar. Al aparecer Irene que venía jovial y fresca, mas se me acelero el pulso. Carlos sin relajarme me relajó. La cena tenía buena pinta de palabra. Lo que más me asombro y con lo que despejamos la mente, fue con un ceviche de merluza y gambas, con zumo de mandarina para marinarlo. Como digo ese plato en concreto relajo mi nerviosismo y luego cenando siguio siendo el centro de la conversación, porque me quede asombrada de lo bueno que sabía. Sería su plato estrella para ligar o seducir? Pues no porque otras veces había cocinado cosas similares.

Se disculpo y se fue al acabar de cenar. Era un ritual en él, se iba a lavar la boca, volvía y recogía. Muy ordenado y escrupuloso. Recogimos Irene y yo todo. Luego Irene se fue a poner cómoda y yo a hablar con mi marido. Le puse a grandes rasgos al tanto de todo y por su voz tenía que estar cachondísimo no, lo siguiente. En el salón en el sillón que había, que nunca vi uno tan grande, que era como una U y alrededor de una mesa baja proporcionada a ese sillón. Calos estaba en uno de los lados que eran más cortos, no me quise sentar junto a él, me senté en el centro del lado más largo y de frente justo al televisor. Irene venía dando saltitos y se quedó quieta mirándonos, hizo unas bromas sobre nuestro distanciamiento y preguntando que donde sentarse. No tengo claro si fue Carlos quien le dijo que se sentara a su vera o fue cosa de ella, me pareció que fue una indicación de Carlos. Iba enseñando más de lo que tapaba. Me encolerice cuando vi cómo se apoyaba sobre su hombro. Lo disimule.

Se la estaría follando? La respuesta tenía que ser que no, porque por la tarde paso de ella completamente y a ella se la veía con ganas de que la montaran y digo montaran conscientemente porque estaba siendo muy perra. Había puesto la serie Mentes Criminales y Carlos no dejaba de hacer comentarios sarcásticos y ya me costaba prestar atención a una de mis series favoritas, por como llegan al éxito de las situaciones por la forma de pensar y actuar. Tuvimos una pequeña polémica sin llegar a la discusión, porque sus comentarios me hacía perder el hilo de la trama. Irene se levantó dio un breve speak en favor de la mujer y se vino conmigo dándome la razón. Se puso en la misma posición que con Carlos. Para evitar más “confianzas” le pedí que no se apoyara que me dolía el cuello. Me equivoque al hacerlo, porque dio un bote se puso detrás y a hacerme un masaje, me fui relajando porque además estaba vestida. Me hizo desabrocharme un botón de la blusa, tampoco era tanto, se vería un poco de canalillo, pero nada más.

Descubrí a Carlos mirarme con mucha discreción y sabía que me miraba también los muslos, la falda era corta y al tener la piernas cruzadas veía más. La situación se estaba volviendo “peligrosa” y esta vez debía de controlar hasta el mínimo detalle. Como ocurrió? No lo sé. De pronto las manos de Irene me estaban tocando los pezones por dentro y al segundo mis pezones estaban erectos. Me tenía en lo más alto de la escala de excitación e hizo lo mismo que Carlos, lo dejo y se sentó junto a mí, no le di un bofetón porque estaba Carlos y porque para ella no sería un castigo, eso seguro. Volví a ser consciente y a tranquilizarme. Irene empezó a acariciar mi rodilla y un poco más arriba. El tacto de su mano me excitaba, pero me mentalizaba para que no me excitara. Por eso cuando quiso avanzar más, no se lo permití y la posición de mis piernas jugaban en su contra. Lo que había dicho tenía 18 año y era muy perra. Se acerco a mi oído, me lamio la oreja, echo su aliento, mi piel se erizo y lo pero fueron sus palabras, “Vamos putita abre tus piernas, no ves que tu macho está mirando y en cuanto vea que mi mano llega a tu coño, su nabo se pondrá muy, muy duro, no quieres que se ponga cachondo?” según hablaba, mis piernas se descruzaron y ella llego a donde quería.

Me masturbaba mejor que yo misma, movía con virulencia sus dedos y ya no es que hubiese descruzado las piernas, es que las había abierto bien abiertas para que la muchacha pudiera tocarme libremente. Estaba a punto y en la gloria. Alguien me agarra la mano, abro los ojos y es Carlos, maldita sea. Me hace levantarme y nos vamos a mi habitación, aunque otra vez que vuelvo a intentar ir a su habitación, lo único que estaba tan cachonda que no era momentos para discutir. No era como quería controlar todo pero algo de control si iba a tener. Lleve a Carlos hacia una silla en cuanto llegamos a la habitación, le puse un dedo en sus labios para que no dijese nada. Ordene a Irene que se desnudase y miro a Carlos, le agarre de su cabello y le dije que no le mirase que obedeciese. Se desnudo rápido, tampoco había mucho que quitarse. Hice que me desnudase y sin romper mi ropa. Iba a empezar por abajo y le dije que por arriba.

Hice que se pusiese e rodillas para quitarme el resto. Lo último las bragas y en cuanto acabó, me decidí, agarre de nuevo su cabello y la pegue su boca contra mí. Lamia como la perra que era. El pelo se lo solté, porque cuando se abrazó a mi apretando mi culo con sus manos, su boca era más incisiva en sus lametones. Me hizo tener un orgasmo tan fuerte que casi me caigo, di un pequeño resbalón. La mande que se pusiera en la cama de rodilla, con el culo para afuera y me fui por la “raqueta” con la que me habían azotado a mí por la tarde y que estaba encima de una cómoda. Empecé a azotarla y la muy cabrona, me provocaba, lo hacía para que a diera más fuerte, pero es que no me salía. Me había metido en un jardín que no era el mío. Ella provocándome, Carlos mirándome como si dijese que torpe que eres.

Ese cumulo de pensamientos me enrabietaron y mis azotes ahora no podían ser más fuertes, tampoco es que tenga mucha fuerza en los brazos, pero ya dejó de provocarme. Estaba tan excitada y ofuscada que no me enteré de que Carlos se había levantado y desnudado, hasta que no sentí como em clavaba la polla y sin preámbulos, la sentí toda de golpe hasta notar el choque de sus cuerpo con el mío. Se me cayó la raqueta. Teniéndome que apoyar con mis brazos en el colchón y muy cerca de Irene. Me sujete bien para no hacer cerca de Irene que ahora se había dado la vuelta y estaba espatarrada, esperando lo que no iba a hacer, que ella lo hiciese era problema suyo, no quería hacerlo. Sabía que Carlos lo quería no hacía falta preguntar, pero no estaba dispuestas. Hasta que me dio dos empellones fuera de lo normal y mis brazos se vencieron para quedar a un palmo de la entrepierna de Irene. Que se veía clarísimamente que estaba mojada, sus labios vaginales estaban llenos de brillo, de líquido y vi sus piercing, bien escondidos que estaban. Otra vez Carlos empujo de lo lindo y gire mi cabeza, no, no quería, al sentir que se echaba sobre mí, sabía lo que pasaría, me tense, sus manos hicieron el resto, lograron vencer mi resistencia y mi boca paro en el chocho de Irene, que gimió como lo hacía yo.

Mande todos mis pensamientos a la mierda y aunque era mi primera vez, haría correarse a Irene como fuera. Mi excitación aumentaba no con las embestidas de Carlos, aumentaban con los gemidos de Irene y cuando empezó a tener su orgasmo, absorbí bien su clítoris, acariciado por mi lengua y tres de mis dedos dentro de su chocho, moviéndose con rapidez. Ahora me deje llevar, mis gemidos serían los que llenasen la habitación. Irene me acariciaba los pechos los pezones y me daba las gracias, “eres un amor Adri, es la primera vez que me corro así, nunca te olvidare, eres un amor” oírla me puso mas cachonda y en cuanto sentí que me iba a correr le pedí que me besara y fue un beso esplendido con una corrida maravillosa.

Carlos siempre quiere llevarme al límite. Se puso como por la tarde, tumbado boca a arriba, quería que esta vez yo hiciera todo y a Irene le prohibió hacer nada si yo no lo pedía. Sabe que me cuesta hablar, pedir, mientras follo y a él le da igual. Irene se apartó y yo agarre bien la polla de Carlos, le di la espalda y me lo fui follando. Veía la cara de impresión que tenía Irene. Una vez toda dentro, inicie la follada, Carlos no hacía nada. Eso me ponía cachonda, tenía que conseguir ponerle cachondo. Me serene, me eche para atrás recostándome sobre Carlos y a Irene llamándola zorra le dije que me comiera el coño, nada de chocho, el coño y vi su cara de felicidad. Carlos cambio y con lo bruto que es, me levantaba con los empujones que me daba, era un “animal” precioso y potente. Me gustaba esa lengua y por eso hice que me besara. Me gustaba besar su boca con mi sabor. Me apetecían esos pezones con sus piercing y tire de ellos, oí sus gritos ahogados y su mirada diciéndome que no parara. Me metí uno en la boca y me gustaba jugar con mi lengua en sus adornos.

Hasta que sentí que me venía y nos besamos Irene y yo. Acababa de correrme y empezó Carlos, me molesto no notar su corrida en mi culo por el puto condón y su contención al correrse. Carlos se fue al baño. Tardaría entre 5 y 10 minutos. Cuando llegara se iba a encontrar un buen show, hice que Irene se tumbara encima mía, con el culo en la dirección que vendría Carlos y nos pusimos a hacer un 69. No sé el tiempo que estuvo viéndonos, lo seguro que nos vio corrernos a las dos a la vez. Nos reímos los tres al ver el numerito. Nos dijo que no nos moviéramos que iba a por algo para tomar. Trajo una bandeja con refrescos y unas pastas dulces y saladas. En ese momento Irene se fue al aseo, porque así lo habíamos acordado, para que pudiera liar a Carlos. No me anduve con rodeos, “oye Carlos Irene quiere probar el sexo anal y quiere que seas tu. Ni la has follado, ni habéis tenido sexo oral y eso la tiene preocupada, pero lo que más quiere es el sexo anal” ya estaba dicho, ahora a saber que respondería. Me miro con su sonrisa seductora diciéndome que el fin de semana solo había hecho que empezar y quedaban muchas cosas por hacer. Quería decir si? pues no lo sé.

Como ya me imaginaba no pasaría la noche con él, ni en mi habitación ni en la suya. Nos fuimos todos a dormir, iba a ir al baño y en segundos me quede dormida. Fue el mejor sueño de toda la mirada del estado de alerta. Estaba feliz, relajada. Me fui a desayunar y como no, Carlos empapado en sudor. Este hombre no dormía? Al verme se paró y empezó a comerse su fruta y beberse su agua mientras yo desayunaba. Le provoque metiéndome con él y tampoco entro mucho al trapo.

Era el mejor momento para eso que le tenía que decir. Le pregunte si para él era buen momento y no lo dudo, su sí fue firme y quiso decirme que por mi esfuerzo de ayer, que dijera lo que quisiera y preguntara lo que creyera oportuno, que me daba su palabra de contestar a todo, pero recalco que tampoco nos íbamos a pasar toda la mañana con preguntas y contestaciones.

Para mí era fundamental ver sus expresiones según hablara. El contenido de lo que le dije, es como le veía yo, los “problemas” que detectaba y como solucionar su vida personal, íntima y afectiva. Cuando empecé a hablar le quedaba poca fruta por consumir. Lo hizo con normalidad, no le alteraba nada de lo que le decía. Cuando terminó, se quedó mirándome mientras escuchaba, ni pestañaba. No movía ni una ceja, no apretaba la mandíbula. Sus manos y sus piernas inalterables. Calculo que hable durante 90 minutos. Bebi un poco de agua y le pregunte si quería decirme algo. Sonrió y me dijo que empezara las preguntas. Las fue contestando una a una, sin titubear, sin pensar las respuestas, por el contenido de las respuestas y por sus formas supe que estaba diciéndome la verdad en todo. Esperaba que alguna no me la respondiera directamente o lo hiciera con evasivas, pero no, directo y concreto.

Según él había acertado, había hecho un pleno. Esperaba ahora sus preguntas. Me había preparado algunas respuestas a lo que me podría preguntar. Pero para mi sorpresa solo me hizo un, “¿Por qué?” y me perturbo sobre todo el tono suave. Mi respuesta fue igual de clara, “lo he hecho por ayudarte y ayudar en lo que pueda, te lo mereces, siempre pensando y ayudando a los demás, ya se no me digas que no eres ninguna ONG, pero me has entendido”

Se quedo mirando sin ponerse serio del todo y con una sonrisa un poco forzada. “lo de la propuesta queda al margen de todo lo demás, dale las gracias a tu Mario por esa confianza y a ti también, pero es imposible y no por lo que te diré ahora. NO QUIERO VERTE MAS. Es como espiar a un amigo. No me gusta nada. Tampoco me gustan que me psicoanalicen salvo que yo lo considere oportuno. Con esto no digo que seas mala persona ni mucho menos. Es que en el momento que estuvieras a mi lado, me sentiría analizado y no me gusta vivir así. Que lo habrás hecho con muy buen intención, lo acepto, pero el mundo está lleno de buenas intenciones que han hecho mucho daño. Así que no hay más que hablar, cuando quieras te puedes marchar”

Lo vi tajante y me dejo helada. Quise explicarle el sentido de todo. Incluso le expuse mi idea de que publicar lo que le había dicho, lo mismo valía para que alguien que le interesara lo leyera y lo mismo le valía de algo. Se había puesto ya de pies para irse, me miro y solo me dijo como despedida, “eres libre de hacer, decir o escribir lo que quieras, no seré yo quien te diga nada. Tu misma” quise saber cómo se encontraba y su respuesta, “DE LUJO”

Ni me despedí de Irene, le deje mi número de móvil. Me marche de inmediato y con dolor de tripa. Al entrar en mi casa mi marido sabía que algo gordo había sucedido. No me deje interrumpir hasta que se lo narre todo. No me dijo ya te lo avise, pero seguro que lo pensaba. Estaba derrotada no sabía que había pasado. Mi marido que es siempre más positivo que yo, me dijo que Carlos lo reconsideraría. Sabía que era imposible después de saber por sus respuestas la decisión que había tomado el martes.