Desnuda frente a hombres maduros 10 años despues

Diez años después y por circunstancias del destino, volvemos a estar desnudos delante de las parejas de maduros. Solo que esta vez son mas viejos y no se conformaran solo con tocarnos.

Hace tres años compramos dos pisos en una urbanización nueva de Valencia, con el objetivo de especular. Todo fue bien con uno de ellos al que sacamos un excelente beneficio. Pero el otro seguía ahí, sin posibilidad de venta; y el pago de su hipoteca se había convertido en una lastra para la economía familiar. Seguro que a más de uno os suena esta historia.

Todo esto unido a que mi mujer, Monica, había dejado de trabajar después de tener al segundo niño y mi trabajo de ingeniero consultor se había reducido mucho o más bien todo. Nos hizo estar en una situación un tanto apuraba. Urgía venderlo.

Por suerte, las cosas tomaron otro rumbo cuando la abuela de mi mujer, enfermo y sus tíos de Tarragona, vinieron a pasar largas temporadas a Valencia.

Hartos de hospedarse en hoteles y animados por mis suegros, se interesaron por el piso. Para ellos no suponía ningún problema realizar la inversión, tienen dinero de sobra y pueden permitírsela.

Así que después de tiempo de hablar con ellos nos volvimos a encontrar. Resulto confuso volver a verlos, desde que ocurrió lo que os narre en "Desnuda frente a hombres maduros" http://www.todorelatos.com/relato/66450/ no habíamos tenido mucho relación, salvo los superficiales encuentros familiares en bodas y comuniones.

Para los que no lo hayáis leído os comentare que, hace die años fuimos a visitar a los tíos de Monica para entregarles la invitación de boda. Nos encontramos que estaban reunidos con unos amigos y disfrutaban de una agradable sobremesa. No sé cómo, con palabras, retos, la presión de su tía y, por supuesto nuestro consentimiento, hizo que acabáramos paseando desnudos por la casa, exhibiéndonos y dejándonos manosear. Nosotros lucimos palmito, ellos disfrutaron de unas estupendas vistas y palparon nuestras jóvenes cuerpos y todo quedo ahí. No lo pasamos mal, fue una experiencia más. Nosotros no es que estuviéramos avergonzados, pero siempre queda algo de remordimiento y más siendo la anfitriona, la tía Lucia, hermana de mi suegro.

En las escasas ocasiones que nos volvimos a encontrar con los tíos, nunca llegamos a sacar el tema, fue como si nunca hubiera pasado. Sin embargo para la tía y los amigos, que durante este tiempo continuaban reuniéndose el primer fin de semana de cada mes, era un tema de conversación agradable y recurrente, objeto de risas, satisfacciones, gozo y múltiples comentarios subidos de tono.

Ya os podéis imaginar como sigue la historia. Decidieron comprarnos el piso, lo que nos dio una gran alegría, así que el tío, conocedor de nuestra situación financiera y hábil en las negociaciones, muy sutilmente, condiciono la compra a repetir la escena de hace 10 años. Volver a DESNUDARNOS DELANTE DE SUS AMIGOS.

No nos podríamos imaginar que lo propusiera , no salíamos de nuestro asombro, pensamos que eso estaba olvidado y os aseguro que para nada me apetecía y a Monica menos que a mí, volver a ser sobada por esos vejestorios. Pero había que decidirse y nuestro apuro económico era mayor que nuestra dignidad; nos auto convencimos, ¡Qué más da! Ya lo hicimos una vez, ¿no? Llamamos al tío y cerramos el trato. Un problema menos.

Era el momento de ir a celebrarlo, nos habíamos quitado un peso de encima y queríamos tomarlo con filosofía. Reserve en nuestro restaurante favorito, mandamos a los niños a casa de mis padres y salimos a disfrutar de una buena cena. Inevitablemente el tema de conversación fue la clausula de venta. Especulábamos en tono de humor, sobre como seria la PORNO-VISITA, que así la llamamos y como nos comportaríamos desnudos, de nuevo, junto a los tíos y sus amigos. El buen humor con que lo tomábamos, se agrio cuando recibimos la llamada de su tía.

Nos concreto el día, la hora, indicó la excusa que pondríamos de estar alli, muy ocurrente, por cierto. Nos dijo que estarían los mismos amigos, pero no sabrían nada de nuestra visita, debíamos comportarnos con naturalidad y soportar cualquier comentario, sin rodeos debíamos desnudarnos, aprovechando cualquier comentario, con rapidez y mostrándonos dispuestos a que nos abordaran. Recordad, nos remarco, la idea es que os gusto tanto la otra vez que queréis repetirlo, no pongáis caras de desagrado. Pronto en pelotas, y a partir de ahí, lo que dios quiera. Pero por favor, y lo repitió varias veces, que no se note que está preparado, tiene que parecer que sois vosotros los que os ofrecéis.

  • Esta todo claro ¿verdad?
  • Si. Está claro. Tranquila. Le respondió Monica.
  • No metáis la pata, dar la sensación que sois una cachondos. Que os gusta que os metan mano. Y tu especialmente muéstrate como una puta.
  • Tranquila, tía.
  • Otra cosa. Si hubiera que chupar alguna polla, se chupa y listo. Enfatizo de forma tajante. ¡SI TE LA TIENEN QUE METER QUE TE LA METAN! y tu marido que de la talla y no se raje. Concluyo imperativamente sin dejarle decir nada más y colgando el teléfono.

Nos dejo de piedra y nos hizo plantearnos el asistir al encuentro. Lo de desnudarnos no es que nos apeteciera demasiado, pero lo de follarnos a esos abuelo, eso sí que no. Al día siguiente, Monica llamo a su tía para explicárselo, pero no quiso atender a razones y le respondió con un frio "tu veras lo que haces".

Después de pensado y "repensado" nos echamos para adelante, ese domingo agarramos la moto y nos fuimos a Tarragona, unas dos horas y media de carretera. Comimos, repasamos el guion y esperamos que nos llamara.

Mientras, como cada primer domingo de mes la reunión había comenzado, tomaban café y pasaban la tarde entre buenas tertulias y algún juego de mesa (como en la historia anterior no les he puesto nombres a los personajes, los llamare por una de sus características para evitar confusiones) las cuatro parejas, los tíos, los cuñados, el calvo y la rubia, la gorda y el bajito, toda una jungla de personajes de más de 60 añitos. La tía muy hábilmente promovió la conversación de viejas anécdotas comunes de los años que se conocían, los días de playa, aquellas comidas juntos, viajes, etc; hasta intervenir para calentar la reunion

  • Lo mejor fue el día que hicimos que se desnudara mi sobrina. Le replico tía Lucia.
  • Te doy la razón. Como los enredamos. Cuando de pronto vi que se desnudaba no me lo creía. Estaba muy buena. Intervino el bajito.
  • Y cuando vimos que se dejaba meter mano. Tenias unas domingas enromes.
  • Y el novio ¿Qué? Vaya hombretón. Replico exaltada la gordita.
  • Mira que te gusta recordarlo. ¿Cómo se llamaba? Se le ponía tiesa cuando se la tocabas. Reía al decirlo la rubia.
  • Estaba macizo. Quien lo cogiera. ¿Hace mucho que no los ves?
  • La verdad es que no tenemos mucha relación, mi cuñada nunca me ha tragado y no nos vemos mucho con esa rama de la familia. Aunque con la enfermedad de mi madre estamos yendo más a Valencia y me los encontré allí, la semana pasada. Les informo la tía Lucia. Sé que tuvieron dos niños. Y él tiene una oficina de Ingeniería o algo así.
  • ¿Has vuelto a hablar con ellos de lo que paso?
  • ¡Qué va! Nunca. Ni palabra.
  • Eran un poco tontitos, ¿Qué necesidad tenían de quedarse desnudos y dejarse manosear?
  • Si no supiera que es tu sobrina, pensaría que lo montasteis. Dijo el cuñado.
  • Montarlo, no, pero provocarlo un poquito sí. Presumió la tía.
  • De todas formas, ella era una golfa; se desnudo porque le gustaba lucirse.
  • Seria todo lo golfa que quieras pero os dejo con las ganas de follarosla. Teníais todos una cara de pervertidos mientras la sobabais.
  • Hombre, hubiera estado bien. Te acuerdas que delantera tenía la muchacha. ¿Qué talla seria?
  • Por lo menos una 100, o mas.
  • Yo creo que mas. Yo he gastado una 90 siempre y ahí había mas cantidad, no te extrañe que fuera una 110 ó 120.
  • La verdad es que eran enormes. Me hubiera gustado chuparle los pezones. Dijo el bajito. No me dejo la muy guarra.
  • Le estabas tocando las TETAS y se reía. Era un poco puta.
  • Ya vale que es mi sobrina.
  • Yo me puse las botas. Le metí mano hasta el hígado.
  • Tú y todos. Quien no iba a hacerlo. ¿Te acuerdas del pedazo de pandero? No te cabía en la mano.
  • Deberíamos habérnosla follado.
  • Llevas años diciendo lo mismo. Dijo la cuñada. Y nosotras al novio, no te digo.
  • Te hubiera defraudado. A las que les gusta exhibirse se lo montan fatal en la cama. Dijo la gordita.
  • Entonces se hubiera enterado de lo que es un hombre. Te imaginas dándole todos a la vez.
  • No tiene tantos agujeros. Reían mientras lo imaginaban.
  • Yo la hubiera metido en medio de esas tetas. Contigo nunca he podido. Dijo el calvo dirigiéndose a su mujer.
  • Como sois los hombres con lo de las tetas. No se hace mejor el amor por tenerlas grandes.
  • Estoy segura que no la tenéis como la tenía el novio de la nena. Añadió la cuñada.
  • Teníamos que habérnosla follado. Volvió a repetir el cuñado, provocando una estruendosa carcajada en los presentes.

Mientras tenía lugar esta conversación nosotros buscábamos la dirección exacta intentando no retrasarnos más. Estábamos nerviosos, lo sentíamos en nuestros estómagos, respiramos profundo. No sabíamos lo que iba a pasar, quizá se podrían cachondos y habría que hacerles alguna mamada o me tocaba comerle el coño a alguna vieja. Esperemos que no llegue a mas, de todas formas a los abuelos no se les empina. Nos agarramos las manos, no dimos un suave beso en los labios y tocamos el timbre.

La tía Lucia pidió a la cuñada que atendiera la puerta; al abrir y vernos en el quicio, puso cara de asombro y casi sin saludarnos, entro corriendo al salón a decírselo al resto de amigos. Los anfitriones habían conseguido guardar el secreto, por lo que nuestra visita resulto impactante. Nadie encontrarnos de nuevo, tras tantos años.

  • ¡Mirad quien ha venido!

Se levantaron sorprendidos al vernos y acudieron a saludarnos cordialmente, le entregamos una carpeta a la tía Lucia y nos ofrecieron tomar algo. Monica se saco la cazadora mostrando una camiseta de licra que hacía descarada y lasciva su buena delantera. Los ojos de los tertulianos se centraban descaradamente en ese punto

  • Las únicas dos veces que he venido a esta casa os he encontrado aquí. Les advertí.
  • Estábamos hablando hace un momento de vosotros. Dijo la cuñada
  • Qué vergüenza dijo Monica con cara de niña buena, pensé que nunca iba a volver a veros. La última vez que hablamos estaba completamente desnuda.
  • No te preocupes mujer. De eso hace ya mucho. No hay por qué avergonzarse. Es agua pasada. Explico el calvo en tono cariñoso.
  • Hombre, interrumpió el tío, las cosas han cambiado y también los cuerpos.
  • ¿Lo dices por mi tío? Pregunto Monica
  • No, mujer, lo digo por nosotros.
  • Tú has ganado algo de peso, ¿verdad? Arguyo la cuñada, con clara mala intención, refiriéndose a mi mujer.
  • Pues yo me sigo manteniendo igual. Corte de raíz la conversación y me prepare para que empezara el espectáculo.
  • En algo habrás cambiado.
  • ¿Quieres comprobarlo tú misma?

Me quede en calzoncillos en un santiamén, por cierto unos bóxer preciosos, que me duraron unos segundos. Saque mi verga. Ya estaba desnudo delante del personal. Unos reían y otros ponían cara de sorpresa, no se lo creían.

  • ¿Hacéis esto en todas las casas a las que vais?
  • Voy a pensar que os gusta
  • Vosotros nos tratasteis bien. ¿Por qué no otra vez? Si no os gusta me visto
  • No hombre, no, así estas muy bien. Dijo la tía
  • A las 8 y media tenemos que estar en Valencia, así que nos tenéis dos horas para rememorar viejos tiempos.
  • Pero ¿y tú?, le dijo la tía a Monica ¿no te apetece?
  • Bueno, dijo con carita inocente, pero ya no soy la misma de antes.

Monica se saco la camiseta dejando ver el enorme sostén talla G aguantando sus redondos y enormes pechos, el vientre liso lo había cambiado por unas prominentes carnes a modo de flotador. Se quito los zapatos de tacón, los pantalones y las bragas al mismo tiempo, quedándose solo con el sujetador. Su barriga colgaba por encima de una cuidada fila de vello púbico encerrada entre sus rellenos muslos que mantenía juntos.

Les sonrió haciéndose la interesante, se echo las manos a la espalda, soltó el enganche y se quito el sujetador poniendo delante sus brazos sin descubrir todavía su busto. Los hombres se impacientaban, volvió a mirar al publico uno por uno, forzó una carcajada falsa, quito un brazo y luego el otro. Sus enormes ubres rebotaron sobre su barriga, quedando colgantes a la altura del vientre. Los hombres quedaron un tanto decepcionados al verla desnuda, no eran los pechos y vientre firmes que recordaban. Las mujeres murmuraron sobre los michelines que ahora lucia mi esposa. Pero aun así está muy potente y deseable, con esas cantaros colgando y ese culo respingón.

Hemos dejado de ser los jovencitos de carnes turgentes que se exhibían por las playas nudistas del mediterráneo. Pero, todavía estamos de buen ver, yo en mis casi 38 años y Monica con 35 primaveras, mas ella que yo le molestaba lo que podían pensar pues había cogido algunos kilos y su cuerpo había cambiado después de dos partos y eso lo paga la figura. Yo más o menos me mantengo en forma, no con los abdominales de antaño pero con buena pinta.

A pesar de los comentarios sobre su figura, Monica dio una vuelta completa, para recoger sus zapatos de tacón y agacharse para colocárselos poniendo su culo en pompa, para satisfacción de los mirones.

Vamos a ponernos las botas, pensaron los hombres, mientras las señoras satisfechas de que Monica no fuera la jovencita de hace años, me manoseaban el culo y la verga, y me separaban de mi mujer, sugiriéndome un baile en una zona alejada del centro del salón.

Monica se quedo sola e indefensa. Vaya papeleta, pensó, sin ninguna prenda delante de ellos, enseñándoles sus intimidades, sus domingas le pesaban. Se dejara sobar, no pondrá trabas, todo por un fin, incluso podrá disfrutar si se relaja, respiro profundamente y espero a que dieran el paso.

El grupo de hombres permanecía a unos metros unos sentados, otros de pie. Habían visto como se desvestía, y ahora sin reaccionar la observaban desnuda.

Monica permaneció de pie junto a la mesa,, unos minutos, notando los ojos de los hombres, sobre su piel, durante un momento se sintió como un maniquí, indecisa, sin saber cómo reaccionar. Expuesta, con los pechos colgando hasta el ombligo, tímida al notarse con sus vergüenzas al descubierto, con ese mondongo de barriga, que la afeaba, cruzo las piernas y tapo su pubis con las manos.

El tío atendía una llamada en el móvil, y le hizo una señal para que se acercara. De manera muy sensual sobre sus zapatos de tacón, se acerco al grupo de jubilados, que observaban boquiabiertos el bambolear de sus peras en cada uno de sus pasos. Monica los percibía como una jauría. Pero no era así, los señores no veían una mujer así desde hace tiempo, además, algo que no ocurría a menudo, tenían el consentimiento y la aprobación de sus respectivas esposas para hacer lo que quisieran, no podían desaprovecharlo.

Al pasar junto al cuñado, noto como la sujeto por la cintura con la derecha y llevo la izquierda a una de sus tetas, mientras la otra mano la deslizaba por la espalda para entretenerse en tocarle el culo, siguió examinando delantera y trasero hasta que llegaron el resto, el calvo, frente a ellos se ocupaba de sostener el seno que quedaba libre, el bajito busco su puesto en la nalga pellizcándola hasta el muslo donde pudo encontrar un sitio para restregar su paquete. Mientras, mi amada esposa, rígida, apabullada; intentaba permanecer tranquila. Sonrió y les pregunto.

  • ¿Os gusta? Ya no estoy como antes. ¿verdad?
  • Esta más rellenita. Alguien dijo entre carcajadas
  • Pero sigues teniendo unas bufas enormes.
  • ¡Joder! Yo creo que más grandes. Qué barbaridad. Dijo el cuñado mientras agarraba una de ellas con dos manos
  • El culo lo tienes más blandito dijo el bajito enganchado como un perro a su muslo mientras le daba unas palmadas para verificarlo

Prosiguieron disfrutando de ella, intercambiando manos entre sus pechos, culo, muslos y entrepierna, sin dejarla ni respirar, como buitres devorando una presa, restregando sus partes en cualquier trozo de su cuerpo, pero sin ansiedad, lenta y sosegadamente, le apretaban las domingas, pasaban a los muslos o al culo, se intercambiaban entre ellos buscando sus espacios, había momentos que dos de ellos se adueñaban del pecho sin molestarse, estrujándolo por arriba y por abajo. Ella notaba las manos arrugadas manoseando su piel, se notaba sucia, como si su abuelo la estuviera toqueteando.

Llego un momento en que se cansaron de sobarla y querían mas, por propia iniciativa el cuñado fue le primero en chuparle un pezón, el bajito hizo suya la iniciativa y se engancho a la otra.- ¡Uy! Suspiro ella. Mientras los dos como lechoncitos agarrados a las mamas las devoraban, el calvo se situó detrás de ella, le besaba el cuello y apretaba el paquete en medio del culo, notándolo blando y suave, al ver que su disposición superaba los meros tocamientos y ella respondía a los lametones con gestos de gozo, el calvo deslizo la mano hacia la entrepierna, donde encontró la entrada de su coño con el que empezó muy suavemente a juguetear. Habían cruzado la frontera, el cuñado se dirigió a sus labios metiéndole la lengua en la boca, le dirigió la mano al pene y forzó a Monica a masturbarlo. Estaba atosigada, Tenia dos tíos chupándole las peras y uno restregándose en su culo con un bulto que empezaba a estar duro, la saliva en el cuello, unos dedos en su coño y una polla en la mano. Nunca había estado en una situación parecida.

Mientras la cuñada se había sentado en una silla y me hacia una felación de la cuñada, mientras la tía me acariciaba los pezones, las otras dos reían como cotorras. La verdad es que nunca me la había chupado un vieja, pero la mujer no lo hacía nada mal y me estaba poniendo hecho un toro, notaba como mi polla crecía en su boca. De pronto, paro y me señalo la mesa. La tía se había bajado las bragas y me esperaba con las piernas abiertas, las demás me hicieron meter la cabeza para comérselo. Eso si que me dio asco. Allí estaba comiéndole el coño a la tía de mi mujer. Hasta que oí al cuñado la frase que me temía.

  • Ya está bien. Ya te hemos tocado bastante carne. Vamos a follarte y voy a ser el primero. Dijo el cuñado con la polla erecta.
  • Pero que dices. Si quieres te hago una paja en las tetas o te la chupo.
  • Eso si quieres a estos. Pero yo te voy a follar. Apóyate aquí.
  • No creo que hayáis venido solo a que os miremos. Dijo el tío.

De pronto, el cuñado se situó detrás de Monica apartando al calvo que todavía se restregaba. La hizo apoyarse en el respaldo del sofá y forzando, se la metió por detrás. El busto le colgaba voluptuoso, enrome, rebosante, bamboleabanose en cada embestida. El bajito se ocupo de agarrarlas y continuar chafándolas y chupándolas. El cuñado se retiro para correrse en toda la raja del culo.

  • Ahora si que me he quedado a gusto. Estaba ya harto de tanta tocar teta.

El ver como el cuñado penetraba a mi mujer me puso cachondo y sobre la mesa di cuenta de la tía que jadeaba como una loca. Luego fue el turno de la cuñada que me pidió que la cogiera en brazos y la follara, menos mas que no solo se quito la parte de abajo, no hubiera soportado verla totalmente desnuda, como no pesaba mucho, pude manejarla a mi antojo, hasta correrme dentro de ella, como me había pedido, era una autentica guarra.

Monica se sintió más aliviada, cuando su tío se acerco a ella, presintió que iba a acabar por fin. Pero estaba equivocada, la saco del tumulto, dirigiéndola al sofá, aprovechando para darle una palmada en el culo y sobarle bien la delantera.

  • ¡Qué buena estas! Sobrina

Con brusquedad la hizo sentarse en el centro del sofá, sus pechos se desparramaron hacia los lados de su cuerpo. Caídos, le llegaban al vientre, pero eran enormes, realmente enormes; sus pezones rosados en un principio diminutos se habían transformado en una gran aureola. Qué más da si colgaban como cantaros.

  • Tranquila yo no quiero follarte pero me apetece correrme en esos melonazos.

El calvo estaba esperando con los pantalones fuera, se sentó encima de Monica introduciendo su blando pene entre sus pechos. Monica, con cara seria de resignación, se las apretó para que no se escapara, el sesentón empezó a moverse buscando el máximo placer, sus comentarios refiriéndose al tamaño de las tetas que se estaba follando y su satisfacción eran mayores que su erección que no acababa de llegar. El bajito a la derecha de ella le palpaba los muslos y el coño. Excitada, apretó mas las tetas y empezó a gemir, eso provoco una buena erección en quien cabalgaba sobre su pecho, que buscaba acabarse sobre ella, que en poco noto el caliente chorro de esperma sobre su canalillo, el hombre no se retiro, se quedo unos segundos con la polla flácida entre ellas.

Yo, no tenia descanso, mientras me reponía, me acerque a la rubia, la señora, busco mis labios y me beso e hizo que pusiera las manos en sus nalgas, de repente paro y me hizo arrodillarme delante de la gordita que estaba sentada en una silla con la falda levantada y sin bragas. Lo peor que me podía pasar. Casi no podía abrirme paso entre tanta carne. Asi que tome la iniciativa, me levante, la volví de espaldas. Y se me ocurrió decir.

  • Te voy a follar como te mereces, puta.

Cause una gran carcajada entre las mujeres. La gordita se asusto, pero puso el culo en pompa, y aun así no fue fácil acertar. Pero allí estaba dándole por detrás a una gorda de 60 años. Con un culo que parecía una plaza de toros. La mujer no recibía una buena verga desde hacia tiempo, y el oírla me hacia embestirla con más fuerza, causando un gran estruendo cada vez que me pelvis golpeaba sus celulíticas carnes. Desde mi posición busque a Monica a la que todavía le rebosaba el semen del calvo cuando el bajito La tumbo sobre las rodillas del tío, abrió las piernas se situó encima de ella y le metió la blanda picha como pudo.

El tío, aprovechaba y le metía los dedos por la boca, le agarraba en toda su amplitud los redondos senos, mientras contemplaba al bajito como loco metiendo y sacando, ensimismado el movimiento de los senos que se desplazaban como flanes. Se canso de montarla y con malas palabras, le dijo que se pusiera encima de el, Monica se sentó sobre su verga y comenzó a cabalgarlo, sus domingas se desplazaban al compas y el cuñado las sostenía y se las metía en la boca, el bajito y el tío se había quedado fuera de la escena y esperaban deseosos a que concluyera, para participar. El tío desesperado, le acerco la polla a la boca, pero Monica la rehusó, sin embargo no pudo evitar que por detrás el bajito le mordiera los pezones mientras la follaba, pero prosiguió moviéndose encima hasta notar como la regaba en su interior.

Los había satisfecho a todos, aunque estaba cachonda y notaba que a su chocho le apetecía seguir follando. La rubia que pasaba por ahí le dijo:

  • Pero que puta eres hija. Con lo guapa y joven que eres. ¿Cómo puede gustarte follar con esos viejos? Le dijo la rubia que pasaba a su lado.
  • Deja a la chica, ella sabe lo que es calidad. Le replico el tío.
  • No te irás a follar a tu sobrina ¿verdad? Una cosa en meterle mano y otra follartela. Es incesto.
  • ¿Por qué no la pones de espaldas? Así no le ves la cara. Será como joder a otra. Incluso puedes imaginarte que es tu mujer. Rieron todos
  • No es mala idea. Date la vuelta, guapa. Voy a pensar que eres. ¿Cómo se llama la actriz de la película de otro día?
  • ¿la de miedo? Megan Fox
  • Pues eso me voy a follar a Megan Fox
  • Eso quisiera ella ser Megan Fox, esta tiene más tetas y mas michelines.
  • Que yo cuente tiene dos, igual que la otra.
  • Pero abultan por cuatro.
  • O por ocho de las de mi mujer dijo el cuñado.
  • Apoya ahí los brazos.
  • ¡Joder! vaya pandero. Te puedes perder ahí.
  • ¿Por qué no se la metes por el culo? Así no podrá decir que te has follado a tu sobrina. Dirás que le diste por culo.
  • Por el culo no me apetece. Añadió Mónica
  • Después de lo que llevas recibido, que más te da.
  • Tengo que tenerlo relajado y excitado.
  • Dice la muy guarra que no está excitada, entonces ¿Qué necesitas para excitarte?
  • ¡Tía! Llamo Monica.
  • Dime cariño.
  • Diles que por el culo no.
  • Lo que tú quieras. Nadie va hacer lo que tú no quieras. Pero tu veras lo que pasa después.

Una estruendosa carcajada de los otros tres apago el suspiro de mi mujer. Podría tolerar que su tío la hubiese sobado e incluso masturbado, pero tener dentro al marido de de la hermana de su padre, con el que había jugado de pequeña y le había regalado tantas cosas.

Ella se situó a cuatro patas sobre el sofá, el resto la contemplaban mientras, el tío se desvestía con rapidez, mirando con deseo el gran trasero y los melones suspendidos. Le quito los zapatos de tacón y comenzó a penetrarla por detrás, con movimientos lentos, los amigos le aplaudían y lo animaban, tratando de puta, zorra, guarra a Monica, haciendo referencia a su gran culo que estaba siendo violado por su propio tío, a sus gruesas tetas colgantes y a su barriga de gorda. Pronto sus domingas tomaron un movimiento pendular, provocado por las embestidas, el calvo se agarro a ellas, pellizcándolas, retorciendo el pezón y clavando los dedos.

  • Como me ponen estas tetas.

Como habréis comprobado es una historia ficticia. Y está dedicada a todos los que me pedisteis que hiciera una segunda parte, incluso alguno me invito a que la llevara a la práctica. Me quedo aquí, no sé cómo rematarla, o quizá no quiero imaginar la vergüenza que pasaríamos al vestirnos y largarnos de allí.